Yurio suspiró con disgusto también al ver como esa vieja bruja se entrometía en su conversación.
Yurio sonrió incómodo mientras el japonés y Mila le miraban fijamente.
—Hola cerdo, ¿me dejas que te acompañe a casa?
Yuuri estaba desconcertado. No entendía nada. Hace unos días le había dicho que no iban a volver a verse porque podía ser peligroso...¿y ahora de repente le pedía eso?
—Por favor—pidió el rubio.
Yuuri asintió y se despidió de Mila.
Ambos echaron a andar calle arriba en dirección a casa del pelinegro. Mila se encogió de hombros un poco disgustada y también se fue.
Caminaron en silencio un rato. Yurio no sabía muy bien que decir. Quería explicarle porqué no era bueno que volvieran a verse, pero eso era exactamente lo que estaban haciendo.
Frunció un poco el ceño tratando de aclarar su mente, pero Yuuri le ahorró el trabajo de comenzar la conversación.
— ¿Por qué has vuelto? — preguntó Yuuri muy intrigado — ¿a caso ha pasado el peligro?
El ruso le miró sorprendido
— no... — contestó con tristeza — sólo quería que entendieras la situación en la que estoy... No es que no me gustaría verte.
Al decir esto Yurio se sonrojó un poco.
Yuuri desvió la mirada un poco avergonzado también, Yurio había dejado claro que le gustaría volver a verle y él deseaba lo mismo, aunque no se atrevió a decirlo en voz alta.
—Hay personas que harían cualquier cosa por tener éste don — comenzó a decir Yurio.
El japonés no entendía bien qué quería decir con eso.
— ¿qué clase de cosas? — preguntó un poco nervioso por la respuesta.
—Hay personas que por la inmortalidad serían capaces de todo, incluso de matar...
Yuuri lo miró sorprendido
— Pero tu eres inmortal, no pueden matarte ¿no?
Yurio paró la marcha y le cogió de la mano para detenerlo.
— Hay una forma de hacerlo y el que lo consiga, se quedaría con el don.
Yuuri lanzó una exclamación de sorpresa. Eso sí que podía ser peligroso, desde luego. Aún así, no terminaba de comprender en qué afectaba eso a él.
El ruso enseguida supo por dónde iban los pensamientos del pelinegro y continuó su explicación.
— Es por eso que es peligroso para ti estar conmigo.
—¿Por qué podría ser peligroso para mí? Eres tú el que está en peligro.
Yurio negó suavemente con la cabeza.
—No, también tú lo estás cada vez que estamos juntos...Esas personas podrían usarte para llegar hasta mí, podrían hacerte daño...No quiero que te ocurra nada malo.
Yuuri asintió.
— Lo entiendo Yuri...
Por supuesto que lo entendía, Yuuri podía ver el peligro en esa situación, pero le hubiera gustado que no fuera así.
Desde el día que le conoció se había sorprendido muchas veces pensando en él, aunque le costara reconocerlo, él le gustaba. La perspectiva de no verle más le ensombreció el ánimo.
Los pensamientos de Yurio llevaban el mismo camino.
Después de tantas décadas solo, volvía a sentir algo que no había sentido en mucho tiempo.
Ese cerdito le despertaba una parte de él que había olvidado.
Enfadado con la situación y con él mismo, siguió caminando hasta que llegaron al portal del japonés, se despidió de él y se prometió a sí mismo no volver a buscarle nunca más...tenía que protegerlo.
—Anda Yuu, ven a comer con nosotros—dijo Mila con una sonrisa embaucadora.
Su amigo llevaba varios días decaído. Sin duda ese estúpido Yurio le había roto el corazón.
Era una pena, pensó Mila, hacían una pareja realmente encantadora.
Se moría de ganas por saber que había pasado entre ellos, pero no quería hurgar en la herida.
— a demás — continuó Mila — prometí a Chris que te llevaría hoy a comer a casa y no creo que acepte un no por respuesta.
Yuuri prefería estar solo, desde luego, pero sabía que no pararían de insistir hasta que los acompañara a comer un día, así que tras pensarlo mucho aceptó la invitación.
— ¡genial! — exclamó feliz Mila — llamaré a Chris y le diré que aceptaste a comer con nosotros.
La pelirroja cogió su móvil y realizó la llamada mientras el japonés terminaba de limpiar.
Cuando llegaron a casa de Mila, oyeron que Chris estaba hablando con alguien en la cocina.
—¡Chris! Ya hemos llegado cariño.
—¡Mila, Yuu, estamos en la cocina!—dijo Chris.
Dejaron los abrigos en el recibidor y pasaron a la cocina.
El prometido de la pelirroja estaba cocinando mientras charlaba con un joven bastante guapo.
Mila besó a Chris y saludó cariñosamente al otro chico.
—oh, Yuu, te presento a mi amigo y socio Viktor Nikiforov — dijo Christoph con una sonrisa — Viktor, éste es Yuuri Katsuki, amigo de Mila y mío, claro.
Viktor se acercó a Yuuri y le tendió la mano. El japonés se la estrechó vacilante.
Parecía que Mila y su futuro marido le habían hecho una encerrona...
— encantado de conocerte — dijo Viktor con una sonrisa con forma de corazón.
Era un hombre de unos treinta años, quizá algo menos. Muy atractivo desde luego, pensó el pelinegro. Viktor poseía un exótico pelo plateado, un hermoso rostro, ojos azules como el cielo de verano. Era alto y parecía tener un buen cuerpo,Yuuri no iba a negar todos los encantos de este hombre.
El japonés lanzó una mirada acusadora a los anfitriones.
— igualmente — contestó Yuuri.
Viktor le miró un poco confundido por la sequedad de él. No parecía muy contento con su presencia.
— Espero que no te importe que mi socio me haya pedido que viniera esta noche — dijo el platinado con una sonrisa de disculpa.
— claro que no — dijo Yuuri, pero no podía dejar de pensar que Chris y Mila los habían juntado a propósito esa noche para que se conocieran.
¿Por qué tenían que hacer algo así?
Finalmente la noche no fue del todo mal, Viktor resultó un conversador divertido contando historias de cuando Chris y él eran pequeños y hacían un montón de travesuras.
Después de varias anécdotas muy graciosas, Yuuri se encontró riendo a carcajadas junto con Mila, a la que le faltaba el aire de la risa.
Tras la cena Yuuri se levantó diciendo que era hora de irse a casa.
— será mejor que Chris te lleve Yuuri — dijo Mila — es muy tarde.
— Claro — dijo Christoph levantándose también.
Viktor se puso rápidamente en pie y se ofreció a llevarle a casa.
— de todas formas yo también debería irme ya — repuso Viktor sonriendo — amigo, llámame más a menudo ¿de acuerdo?...Mila, como siempre un placer verte — besó a Mila en la mejilla y salió con Yuuri a la calle, subieron al coche y Viktor lo puso en marcha.
Llegaron a casa del pelinegro al poco rato, el mayor estacionó cerca del portal del joven y se apearon del auto.
— Te acompañaré hasta la puerta — dijo Viktor guiñando un ojo — Mila no me perdonaría si te pasara algo.
Yuuri sonrió divertido y se encogió de hombros, no podía decir lo contrario.
— De hecho creo que te golpearía si eso pasara — dijo el japonés riendo.
— Ha sido todo un placer conocerte Yuuri Katsuki.
— igualmente, Viktor Nikiforov.
— Espero verte en otra ocasión...Hasta pronto.
Viktor se despidió y se fue en su coche. Yuuri entró en casa y suspiró aliviado, al final todo había ido bien.
Unos días después, Yuuri fue a trabajar como de costumbre.
Estaba haciendo unos bonitos centros de mesa con peonías y rosas cuando se abrió la puerta.
El pelinegro levantó la vista y vio a Viktor en la entrada de la floristería. El platinado le devolvió la mirada sonriendo y se acercó a él.
— Hola Yuuri
— Hola Viktor — contestó Yuuri un poco extrañado de su presencia allí.
— Venía a por un ramo de flores... ¿Qué me recomiendas?
Yuuri pensó un momento y se decidió por unos preciosos tulipanes amarillos, que eran su flor favorita.
— Estos tulipanes son preciosos y en un jarrón con agua aguantarán mucho tiempo — comentó el japonés.
Viktor dio su visto bueno y esperó a que terminara el ramo mientras charlaban un rato.
Luego pagó el precio y despidiéndose con la mano, salió del local.