Prólogo 1

208 9 0
                                    

Aún puedo recordar el miedo que pase aquel día. No creo que pueda borrarlo jamás de mi mente, aunque tampoco lo he intentado. Todo en ese día había comenzado de lo más normal.
Como siempre, me levante temprano y preparé mi desayuno con calma. Siempre he odiado ir con prisas por la mañana, así que me levanto con tiempo de sobra para hacerlo todo tranquilamente. Con un poco de pereza me vestí y me fui a trabajar. Hacía poco que había encontrado por fin un empleo a tiempo completo en una pequeña floristería del centro. Me encantaba estar rodeado de flores, me sentía muy feliz preparando hermosos arreglos para nuestros clientes y lo cierto es que soy muy bueno en ello.
Como decía, todo era normal. Ese día tuvimos mucho trabajo, se notaba que se acercaba San Valentín... Tuve que preparar numerosos ramos y me llevó todo el día y parte de la noche terminarlos. Ahora, echando la vista atrás, creo que debí aceptar la sugerencia de mi jefa de tomar un taxi para volver a casa, en lugar de ir dando un paseo, pero la noche era fresca e invitaba a pasear bajo la luna. Después de cerrar, ella subió al taxi con reticencia a dejarme solo y diciendo adiós con la mano cerró la puerta del coche y se fue. Yo comencé a caminar hacia casa disfrutando y pensando en mis cosas cuando vi a un par de tipos caminando hacia mí. Al principio sonreí un poco llamándome a mi mismo paranoico, pero después de un largo trecho, aún seguían tras de mí y se acercaban.
Recuerdo que en ese momento empecé a asustarme. Tratando de perderlos, caminé más rápido y giré por el primer callejón que apareció. Eché a correr con la esperanzas de llegar a la siguiente calle principal y entrar en algún establecimiento abierto para llamar a un taxi, pero entonces me di cuenta que la calle que había tomado, era un callejón sin salida.
Desesperado me di la vuelta y ahí estaban. Me habían seguido hasta allí y ahora se acercaban lentamente con una sonrisa perversa en la cara.
Estaba totalmente aterrorizado. Uno de ellos sacó una navaja y me dijo con voz ronca que no gritara o me mataría. El otro se colocó detrás de mí y me sujetó los brazos con fuerza mientras el tipo de la navaja acercó su cara a la mía y con una mirada espeluznante puso la hoja en mi cuello.
"bueno precioso" me dijo "si haces lo que te diga, quizá no te corte esa garganta tan bonita"
Yo apenas podía respirar del miedo. Traté de decir que no me hicieran daño pero no pude emitir ni un sonido. Cerré los ojos con fuerza y pensé que después de todo, había llegado mi final. Lágrimas calientes corrieron por mis mejillas, mientras ellos se reían y comenzaban a rebuscar entre mis ropas... De repente, el que me sujetaba me empujó fuertemente y caí al suelo. Levanté la vista y entonces le vi.
Un hombre vestido totalmente de negro estaba luchando con los dos tipos a la vez. Yo me sentía demasiado aturdido para levantarme y huir aunque hubiera sido lo mejor.
El hombre de negro logró derribar a uno de ellos de un terrible puñetazo dejándolo inconsciente en el acto. El otro delincuente estaba tratando de defenderse con la navaja. El hombre de negro se abalanzó sobre él, pero el tipo adelantó su mano y logró asestarle un par de puñaladas. Yo lancé un grito ahogado y comencé a arrastrarme hacía la pared, me apoyé en ella y me puse en pie.
El tipo de la navaja salió corriendo y huyó de allí. Miré al hombre que me había salvado y en ese momento cayó al suelo. Vi como comenzaba a formarse un pequeño charco de sangre junto a él. Por fin reaccioné y me arrodillé a su lado tratando de ver si estaba vivo. Busqué desesperado mi móvil en mis bolsillos y marqué el número de emergencias. Con voz entrecortada pedí una ambulancia y me senté en el suelo dando la espalda al joven que yacía muerto junto a mi, me abracé las rodillas con fuerza y empecé a sollozar. Estaba muerto por mi culpa. Él me había salvado y a cambio había perdido la vida. "perdóname" dije totalmente deprimido "perdóname por favor" grité al aire....
Casi me desmayo cuando oí tras de mí "no llores, por favor"
Me di la vuelta sobresaltado y vi al hombre de pie, como si nada hubiera pasado. Aún podía ver la sangre en el suelo. Había un charco enorme. Él tenía la ropa empapada en ella y aún así, ahí estaba, de pié.
"No... No es posible... Estabas muerto" dije yo en un susurro y entonces perdí el conocimiento. Ese día descubrí que las leyendas pueden ser reales.

Mermaid's loveWhere stories live. Discover now