Capítulo 5.

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Yurio suspiró con disgusto también al ver como esa vieja bruja se entrometía en su conversación.

Yurio sonrió incómodo mientras el japonés y Mila le miraban fijamente.

—Hola cerdo, ¿me dejas que te acompañe a casa?

Yuuri estaba desconcertado. No entendía nada. Hace unos días le había dicho que no iban a volver a verse porque podía ser peligroso...¿y ahora de repente le pedía eso?

—Por favor—pidió el rubio.

Yuuri asintió y se despidió de Mila.
Ambos echaron a andar calle arriba en dirección a casa del pelinegro. Mila se encogió de hombros un poco disgustada y también se fue.

Caminaron en silencio un rato. Yurio no sabía muy bien que decir. Quería explicarle porqué no era bueno que volvieran a verse, pero eso era exactamente lo que estaban haciendo.
Frunció un poco el ceño tratando de aclarar su mente, pero Yuuri le ahorró el trabajo de comenzar la conversación.

— ¿Por qué has vuelto? — preguntó Yuuri muy intrigado — ¿a caso ha pasado el peligro?

El ruso le miró sorprendido

— no... — contestó con tristeza — sólo quería que entendieras la situación en la que estoy... No es que no me gustaría verte.

Al decir esto Yurio se sonrojó un poco.

Yuuri desvió la mirada un poco avergonzado también, Yurio había dejado claro que le gustaría volver a verle y él deseaba lo mismo, aunque no se atrevió a decirlo en voz alta.

—Hay personas que harían cualquier cosa por tener éste don — comenzó a decir Yurio.

El japonés no entendía bien qué quería decir con eso.

— ¿qué clase de cosas? — preguntó un poco nervioso por la respuesta.

—Hay personas que por la inmortalidad serían capaces de todo, incluso de matar...

Yuuri lo miró sorprendido

— Pero tu eres inmortal, no pueden matarte ¿no?

Yurio paró la marcha y le cogió de la mano para detenerlo.

— Hay una forma de hacerlo y el que lo consiga, se quedaría con el don.

Yuuri lanzó una exclamación de sorpresa. Eso sí que podía ser peligroso, desde luego. Aún así, no terminaba de comprender en qué afectaba eso a él.
El ruso enseguida supo por dónde iban los pensamientos del pelinegro y continuó su explicación.

— Es por eso que es peligroso para ti estar conmigo.

—¿Por qué podría ser peligroso para mí? Eres tú el que está en peligro.

Yurio negó suavemente con la cabeza.

—No, también tú lo estás cada vez que estamos juntos...Esas personas podrían usarte para llegar hasta mí, podrían hacerte daño...No quiero que te ocurra nada malo.

Yuuri asintió.

— Lo entiendo Yuri...

Por supuesto que lo entendía, Yuuri podía ver el peligro en esa situación, pero le hubiera gustado que no fuera así.
Desde el día que le conoció se había sorprendido muchas veces pensando en él, aunque le costara reconocerlo, él le gustaba. La perspectiva de no verle más le ensombreció el ánimo.

Los pensamientos de Yurio llevaban el mismo camino.
Después de tantas décadas solo, volvía a sentir algo que no había sentido en mucho tiempo.
Ese cerdito le despertaba una parte de él que había olvidado.
Enfadado con la situación y con él mismo, siguió caminando hasta que llegaron al portal del japonés, se despidió de él y se prometió a sí mismo no volver a buscarle nunca más...tenía que protegerlo.

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