Just Her | KTH

By MichaelLxves

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- Una flor, para otra flor. - Eso es tan cliché. - Pero te gusta. - Me gustas tú. More

I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIV
XXX
XXXI
XXXII
Final.

XXIII

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By MichaelLxves


Sábado.

Desperté con Seol de espaldas contra mi pecho y entre mis brazos. Abrí los ojos de par en par, con unos cuantos de sus cabellos sobre mis cortas pestañas, los volví a cerrar y suspiré ahora su aroma, volviendo a acurrucarme junto a ella. Sentí como se removía ligeramente mientras dejaba salir un lindo y tranquilo suspiro.

— ¿Todo bien? — preguntó entre dientes mientras trataba de despertar.

— Todo bien por aquí. — respondo de la misma forma.

— ¿Qué hora es? — vuelve a preguntar aún en mis brazos.

— No sé...muy tarde creo.

Ríe nasal, antes de salirse de mis brazos alrededor de ella, dirigiéndose a lo que parecía ser su celular sobre el escritorio y revisar la hora.

— Doce treinta y nueve. — informa. Regresa a mi lado y se deja caer de nuevo en la cama. — No me quiero levantar aún.

— ¿Todavía quieres ir a ver a tu padre? — froto mis ojos con ambas manos.

— Si, le dije que iría hoy.

— ¿Y ya quieres ir?

— Podemos ir más tarde, ¿no? — gira sobre la cama para verme de frente.

— A la hora que tú quieras, Seolie. — sonrío y toco la punta de su nariz con la punta de mi dedo índice.

— Después de comer. — me regresa la sonrisa.

— Después de comer, será. — afirmo y ella besa mi mejilla. — ¿Esos son los buenos días? — río.

— Si, lo son. — responde mientras sube su cabeza a mi hombro derecho, y dejarla ahí. — ¿Qué te parece si dormimos por unos minutos más?

— No me opongo. — vuelvo a cerrar mis ojos dejando que el sueño y cansancio me ganen. Recargo mi cabeza sobre la de Seol y siento como ella también ha decidido volver a dormir.

Esta vez mi celular; haciendo su propio escándalo en señal de que alguien llamaba, nos interrumpió a ambos. Dejé que sonará la primera vez, igual la segunda, pero al escuchar que había una tercera llamada, decidí levantarme de la cama y tomar la llamada de un número desconocido.

— ¿Si?

— Taehyung. — exhaló mi nombre. — Gracias al cielo que al fin contestas.

— ¿Y es...?

— Minhyuk, soy Minhyuk.

— Ah...claro, ¿qué pasa Minhyuk?

— Es Jungkook, está muy mal.

— ¿Cómo que está muy mal? — frunzo mi ceño.

— ¡¿No lo sabes?! — exclamó.

— Eh...no.

— Ayer tú no tuviste una pelea pero él sí.

Recibo esa noticia sin esperarla. Cuando Minhyuk me dijo que Jungkook se encontraba mal, supuse que había vomitado en alguna alfombra de su casa, o en alguna otra parte. Incluso llegué a creer en que se había puesto demasiado ebrio que de seguro fue él quien convirtió la fiesta en un table dance. Pero jamás pasó por mi mente el hecho de que haya tenido una pelea.

— ¿P-pelea? ¿Dónde? ¿Con quién? ¿Cuándo? — pregunté de inmediato. Sentí a Seol despertar de nuevo, incorporarse ahora sentándose a lado de mí y también estar atenta a lo que decía.

— Si, pelea, en la cocina, con un sujeto que lo dejó pésimo, antes de irse. — respondió a mis preguntas.

— Eh, está bien. Iré por él, ¿sigue ahí contigo, no? — me levanto de la cama directo al closet.

— Si, aquí sigue.

Descuelgo una sudadera café oscuro.

— Bien, voy en camino. — colgué la llamada para ahora ponerme la sudadera, guardé el celular en uno de los bolsillos de esta y arreglé mi cabello para que no se viera que me acabo de levantar. No me importa si mi pantalón es de pijama, mientras mi aspecto se vea fresco, nadie sabrá que salí en pijama.

— ¿Todo bien? — pregunta Seol desde la cama.

— Iré por Jungkook. — digo. — Y...no te doy más explicaciones porque yo tampoco las tengo, sólo sé que está herido y necesita ayuda.

— Bien. — me sonríe a pesar de que ahora no tengo ganas para sonreír. — ¿Con cuidado, si? — pide.

— Lo tendré. — corro rápidamente a ella para dejar un beso en sus labios. — Nos vemos. — salgo de la habitación y recojo las llaves del auto de mi padre que dejé en el sofá.

— ¡Te quiero! — grita Seol desde la recámara.

— ¡Y yo a ti! — contesto antes de salir del departamento.

Como ya es de costumbre; bajó al estacionamiento, enciendo el auto y salgo de ahí con él. Manejo directo a la casa de Minhyuk, estacionando el auto en el mismo lugar de ayer por la noche. Ahora su casa está vacía, en completo silencio y con bastantes vasos rojos desechables en el jardín de la entrada, botellas de vidrio tiradas en el césped y una que otra colilla de cigarro.

Bajó del auto, toco el timbre de la entrada de su casa, ya que ahora es mucho más probable que lo escuche fuerte y claro a comparación de ayer. Minhyuk abre de inmediato y me jala del brazo sin decir nada.

— ¿Hola? — pregunto ya estando adentro.

— Está en la sala de estar.

Decido ya no responderle, dirigiéndome justo a donde me acaba de señalar. Mi vista se encuentra a un chico, desparramado en uno de los cinco sofás que Minhyuk tenía, y por lo que puedo ver tiene algunos golpes en la cara, una botella vacía en su mano izquierda y los ojos cerrados.

— Si respira. — dice Minhyuk llegando a mi lado. — Estuve todo este tiempo cerciorándome de que estuviera respirando.

— ¿Está dormido?

— Eso creo.

Me acerco a Jungkook, sentándome a su lado izquierdo para moverlo ligeramente y provocar que despierte.

— Hey, Jeon. — digo en su oído. — Vamos amigo, despierta, hay que irnos.

— ¿Uhm? — voltea su cabeza a mí sin abrir los ojos. Y vaya que tiene un ojo morado, pero no inflamado, puedo ver también un corte en la ceja, uno en el labio y otro golpe a punto de volverse morado en su mejilla derecha. — ¿Taehyung?

— Si, anda, es hora de irnos. — quito la botella vacía de su mano, para pasar ese mismo brazo sobre mis hombros. Minhyuk se ofrece al ayudarme, haciendo lo mismo del lado contrario y me ayuda también a llevarlo al auto, en el asiento del copiloto.

— ¿Qué le pasó? — me dirijo a Minhyuk una vez que Jungkook está dentro del auto.

— Ya te lo dije; tuvo una pelea.

— ¿Pelea de qué?

— No lo sé, cuando yo llegué a ver, estaba él en el piso siendo golpeado por un sujeto encima de él. — explica. — Los separé y ahí está él.

Miro a Jungkook en el asiento, permanece con los ojos cerrados y en silencio. Regreso a Minhyuk.

— Gracias, Minhyuk.

— No es nada, Tae. Espero se recupere pronto.

— Espero lo mismo. — camino por el frente del auto, yendo al lugar del conductor.

— Oye, por cierto. — dice antes de que suba al auto. — ¿Por qué te fuiste tan temprano? Sólo supe que tú también estabas a punto de pelearte.

— Para evitar terminar como Jungkook.

— ¿Lo dices por el chico ese que estaba hablando con tu chica? — cuestiona.

— ¿Lo conoces?

— Muy poco. — alza sus hombros. — Sé que su papá es CEO de una empresa y que lo metió a trabajar como forma de castigo.

— ¿Trabajar? ¿En dónde? — pregunto nuevamente.

— En...— mira al cielo rascando su cuello. — No recuerdo, creo que era algo de comida.

— ¿Y eso es una forma de castigarlo? — junto mis cejas.

— Es de esas personas que no descansan hasta conseguir lo que quieren, ya sabes cómo son. — sonríe.

— Lo sé perfectamente, gracias por eso también Minhyuk. — entro al auto, lo enciendo y bajo ambas ventanillas delanteras.

— No es nada, Tae, nos vemos. — responde desde la ventanilla de Jungkook.

Me despido de la misma forma, manejando ahora de regreso al departamento. Llevo el constante pensamiento del por qué Seung había llegado hasta el restaurante de los abuelos de Seol, y ahora tengo una respuesta más clara. ¿Ella sabrá eso?

Continuó manejando, hasta dejar el auto en el estacionamiento del edificio. Primero bajo yo y después bajó a Jungkook cargándolo entre mis brazos, de ninguna otra manera iba a conseguir subirlo yo solo.

Jungkook aún permanece dormido, pero consiente de lo que está pasando.

— Perdóname Tae. — dice una vez que el elevador nos dejó en el tercer piso.

— No pidas disculpas.

Camino por el pasillo hasta la puerta, percibiendo que hay una mujer afuera.

— ¡Tae! — exclama mí nombre.

— Mamá...— digo entre dientes.

— ¡Dios mío Jungkook! — baja su mirada, viendo a mi amigo en ese pésimo estado. — ¡¿Qué te pasó?!

— Hola señora Kim. — saluda mi amigo.

— ¿Qué haces aquí mamá? — comienzo a sentir mis brazos más débiles, no creo que pueda cargar a Jungkook por mucho más tiempo.

— Vine a visitarte y a que me dieras un recorrido por tu departamento pero pensé que no estabas...y...tampoco me sé tu clave. — explica. — Ahora veo que estaba en lo correcto, y me encuentro con tu amigo así...¿qué le pasó? — repite.

— Es una larga historia, señora Kim. — responde Jungkook.

— Dame un momento, mamá. — bajó a Jungkook de mis brazos, mi madre me ayuda a sostenerlo y yo también lo hago con una mano mientras que con la otra tomo mi celular y le mando un mensaje a Seol.

Cierra la puerta de la habitación con seguro, mamá llegó de sorpresa. Mando sin esperar respuesta, lo bloqueo y vuelvo a guardar.

Dejo a Jungkook en cuidados de mi madre mientras inserto la clave. Ella entra primero y después yo, cargando a mi amigo otra vez. Dejo al herido casi muerto sobre el sofá, mientras mi madre observa todo el lugar.

— Es muy lindo, hijo.

— Gracias mamá.

— ¿Ahí qué es? — señala la puerta de la recámara, la única puerta que está cerrada. Camina hasta ella e intenta abrirla pero no puede, tiene seguro.

Esa es la razón por la que le pedí a Seol que incluyera el seguro, mi madre siempre tenía esa mala maña de abrir las puertas sin esperar respuesta. Por otro lado suspiré de alivio al saber que Seol había leído mi mensaje.

— Es...la habitación.

— ¿Y por qué está cerrada? — vuelve a intentar abrirla, pero es imposible, tiene seguro, no podrá.

— Porque...hay un ratón. — fue la primera excusa que se me ocurrió.

— ¿Un ratón? — esta vez ya no hay un tercer intento por querer abrir la puerta. Le hecha un rápido vistazo al lugar, dirigiéndose al pequeño comedor que hay.

— Si, entró un ratón a la casa y llevaba varios días cazándolo para sacarlo. En cuanto vi que entró a la recámara, le cerré la puerta para dejarlo encerrado y evitar que se saliera. — hasta a mí me parece demasiado creíble.

— ¿Y no lo has sacado? — pregunta tomando asiento en una de las sillas del comedor.

— No he tenido tiempo. — camino al sofá para ver a Jungkook y tomar asiento.

— Tú no tienes un maldito ratón. — me susurra.

— Cállate. — amenazo.

— Si quieres puedo ayudarte a sacarlo, hijo. — mi madre se ofrece.

Al parecer de una bolsa blanca de tela -que traía desde que llegó y no me di cuenta hasta apenas ahorita- está sacando varios tuppers llenos de comida que va colocando por pequeñas pilas en la mesa del comedor.

— Eso sería perfecto, señora Kim. — alardea Jungkook.

— Todavía de que voy y te salvo vienes aquí a querer arruinar mi día. — digo entre dientes apenas audible para él.

— Yo no te pedí que fueras por mí. — responde en voz baja.

— Eso es lo que los amigos hacen; cosas sin la necesidad de pedirlas.

— Hijo, te vine a dejar comida, aún seguía preocupada por lo que ibas a comer, no sabía si tenias refrigerador o alguna estufa. — dice mi madre desde el comedor. — La mayoría son de tus favoritos.

— Claro que sí mamá, muchas gracias.

Mi madre deja el comedor para caminar hasta nosotros, justo en frente de ambos.

— ¿Cómo sigues Jungkook? — se dirige a él.

— Mejor, gracias, señora Kim. — le dedica una sonrisa.

— ¿Y ya me van a contar lo que pasó? — se cruzó de brazos esperando su explicación, mirándonos como si de dos niños pequeños que acaban de hacer una travesura se tratara.

— Yo...eh, yo estaba en una fiesta. — comienza Jungkook.

— Estábamos. — interrumpo.

— Tiempo pasado porque te fuiste mucho antes. — continúa.

— ¿A dónde te fuiste, Taehyung? — mi madre se dirigió a mí con una mirada seria.

— A un motel, fue a un motel. — Jungkook contestó por mí.

— No es cierto, cállate. — le respondí. — No fui a un motel, mamá, salí con Seol.

— Ahí está, se fueron a un motel y vinieron aquí a continuarle. — interrumpió.

— ¡No es cierto! — defiendo. — Seol, me llevó a un bar artesanal, es amiga del hijo del dueño.

— Como sea voy a continuar. — dijo Jungkook. — Estaba en la fiesta, y creo que ya eran más de las cuatro de la mañana, había una chica, demasiado guapa que no dejaba de mirarme y ni yo a ella.

— ¿Estás seguro que era chica? — pregunto divertido a lo que me da una patada en mis muslos.

— Se acercó a mí y nos estuvimos besando y...— miró a mi madre. — Perdón por lo que voy a decir señora, Kim, pero también uno que otro toqueteo por parte de ambos.

Suelto una carcajada y miro como mi madre me mira por haberme reído. — Sólo ebrio consigues algo.

— Y tú ni sobrio puedes porque oh sorpresa, te calientan en una fiesta y tu excusa es que no quieres hacerlo en un lugar con mucha gente.

— Cállate. — suelto un golpe en sus piernas.

— Taehyung... — dice mi madre.

— Lo siento, pero se la pasa diciendo puras mentiras.

— Perdone usted "señor tengo una madriguera de ratones en mi recámara." — ríe.

— Mejor continúa con tu historia. — señalo de mala gana.

— Bueno, yo no sabía que la chica tenía novio, hasta que llegó un tipo a reclamarme que por qué estaba besando a su chica y blah blah blah, aquí estoy. — finaliza.

— ¿Ya le llamaste a tus padres? — pregunta mi madre.

— Si, para decirles que estaba en casa de Taehyung, no con el rostro golpeado.

— ¿Y ahora qué vas a hacer? — pregunto esta vez yo.

— ¿Puedo quedarme aquí? — me sonríe. — Por favor, Tae. No molesto mucho y sé atrapar ratones.

Lo miro serio, está chantajeándome para poder quedarse a dormir aquí. — Eres un...— me detengo en presencia de mi madre. —...gran amigo, claro que puedes quedarte aquí. — sonrío de una manera falsa

— Gracias amigo. — me regresa la misma sonrisa falsa.

— Bien, entonces debería irme. — dice mi madre. — A menos que quieran comer, juntos. — añade entusiasmada.

— Me encantaría, mamá, pero no puedo. Saldré con Seol y comeremos en casa de su padre. — te amo mamá, perdón por mentirte.

— Oh...ya veo, ahora son más unido que antes. — responde.

— Si...bueno. — sonrío nervioso. — Desde ayer...eh, somos ya...novios.

— ¡¿Qué?! — exclama Jungkook, acomodando su postura en el sofá. — ¡¿Ya son novios?!

— Eso acabo de decir.

— Era cuestión de tiempo. — mi madre me sonríe. — Me alegro por ti, hijo.

— Gracias, supongo. — le regreso la sonrisa.

— ¿Por qué no me lo dijiste? — interroga Jungkook.

— Te lo acabo de decir, son las primeras personas en saberlo.

Mi madre se mueve de lugar, yendo al comedor de nuevo. Me levanto detrás de ella para acompañarla.

— Gracias por venir, mamá. — digo a sus espaldas mientras recoge su bolsa. — Y por toda esa comida. — veo más de siete tuppers sobre la mesa.

— No es nada hijo. — gira a sus espaldas para verme. — Siempre cuidaré de mi bebé. — arregla mi sudadera a pesar de que no es algo formal para vestir. — Y a la próxima ya no salgas en pijama, Taehyung, para eso tienes ropa.

— Ay mamá. — quejo. — era una emergencia.

— Estoy seguro que no tiene calzones. — dice Jungkook desde el sofá.

— Sin pijamas a la próxima, ¿entendido? — arregla ahora mi cabello.

— Entendido. — suspiro de mala gana.

— Nos vemos, hijo. — deja un beso en mi mejilla.

— Ven cuando quieras. — ofrezco. — Pero si no abro es porque no hay nadie.

— O porque hay ratones. — agrega Jungkook.

— Lo tendré en cuenta. — mi madre sonríe y camina a la salida, soy yo quien le abre la puerta. — Cuídate hijo. — deja otro beso en mi mejilla. — Y tú también, Jungkook. — dice sobre mi hombro. — Ya nada de besar chicas con novio.

— Lo haré. — responde este.

— Adiós, Tae.

— Adiós, mamá.

— Adiós Jungkook. — eleva su voz para que mi amigo la escuche a la distancia.

— Adiós, señora Kim.

Nos despedimos por última vez. Esperé hasta que ella entrara en el ascensor para cerrar la puerta y volver al departamento.

— Mal agradecido. — le digo una vez solos los tres.

— ¿Por qué? — pregunta con una risa.

— No le digas esas cosas a mi madre.

— Mejor ve y ábrele la puerta al ratón, ha de estar muriéndose de calor.

Ignoro a Jungkook, llegando frente a la puerta de la recámara y doy dos ligeros golpes.

— Seol, ya puedes abrir.

De inmediato se abre la puerta y siento una ráfaga de aire sobre mí. La puerta del balcón estaba abierta, Seol seguía en pijama y estaba parada unos cuantos pasos delante de mí.

— Perdóname. — sonrío lastimosamente. — No tenía ni idea de que vendría.

Camina al frente hasta abrazarme. — No estoy molesta.

— Sé que no fue lo correcto pedirte eso...pero no tenía otra opción. Tampoco es que sienta vergüenza el decir que tú estás aquí, o que eres mi novia...— llamar a Seol de esa manera me hacía sentir reconfortante. —...mi madre respecto a ese tipo de aspectos es muy...—

— Tae, Tae. — interrumpe, acariciando mi nuca con la punta de sus dedos. — Lo entiendo, lo entiendo perfectamente, tranquilo. — me sonríe.

Dejo un corto beso en sus labios y me separo al instante. — Vayamos a comer, aún queda más de este día. — sonrío y vuelvo a besar sus labios.

Terminamos comiendo los tres algo de lo que mi madre había traído en sus muy lindos tuppers, si mal no recuerdo fue un gimbap. El cual los tres disfrutamos y agradecimos a la distancia a mi madre por traer tan semejante delicia. Jungkook terminó contándole lo que le había sucedido por la noche de ayer en la fiesta a Seol, haciéndose ver cómo si él hubiese sido el chico perfecto que a pesar de los muy notorios golpes en su rostro, resistió y no lloró en absoluto.

También le informamos que tendríamos que salir, y él como muy buen amigo que es; se ofreció a cuidar nuestro departamento por unas horas, incluso sin habérselo pedido. Estoy agradecido por ser amigo de Jeon Jungkook, es sarcasmo.

— ¿Estas segura? Aún puedes cambiar de opinión si gustas. — inquiero una vez que ya encendí el auto, y ahora nos encontramos solos en él, mientras lo saco del edificio.

— Estoy segura. — limpia las palmas de sus manos algo sudorosas contra la tela de sus jeans.

— ¿Son nervios? — pregunto por diversión porque estoy completamente seguro de que sí son nervios.

— Es muy evidente, ¿no?

— Perdón, quería hacerte sentir relajada.

— Estoy bien, Tae. Lo juro. — me dedica una sonrisa.

— Tranquila, bebé, te creo. — contesto sin darme cuenta de lo que salió de mi boca.

— ¿Q-qué? — pregunta con una sonrisa entre cortada de intermedio.

— Lo-lo...dije sin pensar, yo...perdón.

— No te disculpes. — me vuelve a sonreír. — Me gusta.

— Bi-bien. — respondo no muy seguro.

Ambos dejamos lo anterior de lado y en lo que yo conducía frente al volante, Seol se dedicaba a cantar las canciones que la radio emitía. Descubrí que Seol era como una rockcola humana, y si no cantaba la canción completa por lo menos el coro y lo demás lo tarareaba.

El camino no fue tan largo como creí que sería. Yo calculaba alrededor de 45 minutos, esto incluía las paradas debido al tráfico en avenidas o calles principales.

— ¿Aquí es? — pregunto dejando el auto frente a una casa color café, de un sólo piso, dos ventanas y una puerta. Tristemente ideal para ahora una sola persona.

— Ehm...— Seol analiza la casa. — No lo sé, es mi primera vez aquí también. — sonríe ligeramente. — Pero esa de ahí es su maceta en forma de bicicleta favorita. — la señala justo debajo del marco de la puerta. — Así que sí, es aquí.

— De acuerdo. — asiento y apago el auto.— Ya...¿ya quieres bajar?

— ¿No hay problema si me adelanto? — levanta una ceja, mirándome.

Aprieto el botón a mi costado izquierdo, que abre los seguros de las cuatro puertas del auto de forma general.

— Anda. — indico a lo que de inmediato Seol abre su puerta y baja del auto con prisa. Caminando hasta la entrada de la casa de su padre, tocó dos veces el timbre, cruzó su manos detrás de su espalda, entre lazando sus propios dedos mientras los movía con un grado de nervios en ellas.

Esperó segundos para que la puerta se abriera y un hombre mayor se asomara para recibir a su hija entre sus brazos con un grato y enorme abrazo; un abrazo que a mi parecer fue eterno y sincero.

Yo permanecía en el asiento del conductor observando todo por la ventanilla. Distinguí a Seol y a su padre hablando a la lejanía, y al parecer le comentó algo referente a mí porque ambos me miraron al mismo tiempo después de terminar su abrazo.

Seol me hizo una señal con la mano para que bajara del auto y me acercara a ellos. No dude en hacerlo y en menos de un minuto; me encontraba frente a su padre.

— Papá. — comenzó ella. — Él es Taehyung, me hizo el favor de traerme hasta aquí.

Hago una reverencia frente al padre de Seol. — Es gusto señor Min.

— También para mí Taehyung. — sonríe al decir mi nombre.

— Y papá. — comenta Seol. — Es también mi novio.

Me percato de como el padre de Seol vuelve a darme una mirada rápida, de pies a cabeza, centrándose ahora en mis hombros.

— ¿Y tú madre lo sabe? — se dirige a su hija y Seol niega con la cabeza. — Entonces...¡bienvenidos, por favor pasen! ¡Están en su casa! — añade alegre, moviéndose a un lado de la puerta para permitirnos entrar.

Seol entra primero, después yo y cierro la puerta detrás de mí. Al entrar comienzo a observar la casa del padre de Seol. Es un lugar demasiado tranquilo y silencioso a excepción de nosotros tres. Las paredes son completamente blancas; todas sin excepción. El piso es de una madera obscura y perdón por no saber qué tipo de madera es, trabajo con flores no con madera.

— No hay muchas cosas pero para mí es suficiente. — comenta su padre. — Siéntense por favor, adelante. — nos señala su sofá acolchonado y de color azul marino.

Ambos accedimos sentándonos en donde su padre nos indicó.

— Estoy tan contento de verte, cariño. — dijo él desde la cocina, sirviendo lo que parecía ser agua en tres vasos de cristal.

— Yo lo estoy aún más. — respondió con una sonrisa.

— Siento que fueron años los que no te vi, cielo. — regresó a nosotros colocando los tres vasos en su mesa de centro de madera, y tomó asiento a lado de ella. — Haz crecido demasiado, Seolie.

Me sorprendió escuchar que la llamara de la forma en la que a veces yo también suelo llamarla. Creo que esa es la razón por la que me lo permitió.

— No exageres, papá. — rió. — Soy la misma de siempre.

— No lo creo, ahora tienes novio. — me señaló por encima de ella. Sólo sonreí sin saber qué decir.

— Y es uno de los mejores. — repuso ella provocando que su padre soltara una carcajada y después Seol lo acompañó.

— Es la primera vez que dices eso de uno de tus mil novios. — contestó. — ¿Ya te contó cuántos novios tuvo? — me preguntó su padre, tomándome desprevenido. Ni siquiera me dio tiempo de responderle. — ¡Tuvo como veinte mil! ¡Toda la escuela estaba detrás de ella!

— ¡Papá, no! — se quejó entre risas. — No es cierto Tae, sólo tuve dos y el último fue hace tres años. — se dirigió a mí.

— Cuéntale de la vez en la que cinco chicos te trajeron rosas en San Valentín. — señaló él.

Mi rostro se encontraba inexpresivo, no sabía que estaba pasando, no sabía cómo sentirme. ¿Cinco chicos? ¡¿Rosas?! Espero no hayan sido doce.

— Papá eso nunca pasó. — rodó los ojos. — Ya te dije que fue Chae quien les dio mi dirección porque no quería recibir nada de esos chicos, sólo la ayudé a que dejaran de estar detrás de ella.

— Eso es mentira. — resopló su padre.

De acuerdo, bien, por una parte me sentí relajado al escuchar esa historia por parte de Seol. Le creo.

— Estoy seguro que eran para ti. — agregó.

— No lo son, no lo fueron, y no lo serán, papá.

— Supongamos que te creo, cariño. — acarició su cabeza. — ¿Tienen hambre? — se levantó del sofá regresando a la cocina. — Podemos pedir algo para cenar. ¿Se van a quedar a dormir? — preguntó.

— Eh...— balbuce.

— No papá, yo, nosotros, no pensábamos venir con ese plan, vinimos a visitarte. — respondió Seol por ambos.

— Está bien, no se preocupen, será otro día. Así Taehyung se queda en el sofá y tú y yo en la cama. — ríe.

Sonrío nervioso.

— Es broma Taehyung, dormirías en la recámara pero en el suelo. De ninguna forma dormirían juntos.

— Si, si, yo, eh, no se preocupe, no estamos acostumbrados a dormir juntos. — miento como respuesta. Seol golpea ligeramente mi rodilla con la palma de su mano y escucho una suave risa nasal.

— Excelente, recuerden que esas cosas hasta el matrimonio.

— Hasta el matrimonio, señor Min. — contesto firme.

— Aguarden aquí, buscaré los folletos de comida rápida que deben estar en mi escritorio. — sale de la cocina para dirigirse a la recámara.

— Tómate tu tiempo, papá. — dice Seol a sus espaldas. Ambos estamos solos en el sofá cuando ella se dirige a mi oído. — ¿Eso también es mentira, verdad? — susurra.

— Claro que lo es. — acaricio su mejilla. — ¿En serio crees que alguien el pleno 2019 se espera hasta el matrimonio?

Se aleja de mi oído para reír y negar con la cabeza.

— Yo, lo siento. — habla. — No sé porque mi papá dijo esas cosas.

— Tranquila, Seol. — le sonrío. — Mi padre también habló de más una vez.

Reímos al recordarlo.

— Estoy segura que a la hora de la cena no te hará preguntas para que te sientas como si estuvieras en un interrogatorio, así que puedes estar calmado por ello.

Suspiré aliviado exagerando mi acción como si hubiese estado tenso toda la noche por eso. En parte lo estaba, tenía miedo de ello y de que arruinara la oportunidad de agradarle al padre de Seol.

Su padre pidió pollo frito a domicilio para cenar, y una vez que llegó; nos encontrábamos cenando en su comedor. Su padre; en el extremo izquierdo de una mesa rectangular y larga de madera, mientras que Seol y yo estábamos uno frente al otro a lado de su padre.

— Y bien, Taehyung. — me miro, dándole una mordida a su pieza de pollo. — ¿A qué te dedicas?

Esperaba esa pregunta. — Yo...soy, bueno, aún soy estudiante y trabajo en la florería de mi madre.

— ¿Florería? — cuestiona su padre.

— Si, está en la misma calle que el restaurante de los abuelos de Seol. — agrego.

Su padre asintió en silencio y comiendo.

— Creo que ya sé cuál es. — dice él. — ¿Entonces eres florista?

— No tanto así porque no estoy interesado en serlo, pero sé lo básico, lo principal. — respondo.

— ¿Sabes hacer arreglos?

— Si. — asiento.

— ¿Limpiar una flor?

— También lo sé. — asiento de nuevo.

— ¿Cortar, sembrar y regar?

— Si. — vuelvo a asentir.

— ¿Poner un condón?

— ¿Eh? — lo miro confundido.

— Papá...— interviene Seol.

— Tengo que saber, no quiero ser abuelo todavía.

— Pero esas preguntas no se hacen en la mesa. — repone ella.

— Sólo me preocupo, hija. — mordió su pieza de pollo. — Tengo que conocer a este chico. — me señaló y dijo con la boca llena.

— Pues este chico. — habló Seol. — Es muy buen chico y eso es suficiente.

— Perdona, Taehyung. — dijo su padre mirándome. — Tómalo con calma, no te sientas incómodo. Cuando era joven también me fue difícil saber cómo ponerlo, no había internet ni nada de eso que lo explicara...

— ¡Papá! — interrumpió.

Sonreí avergonzado y en silencio.

— Déjalo, él sabe cómo hacerlo. — agregó Seol.

Su padre río y se dirigió a mí: — Ya los exhibió.

Esta vez sí reí, recibiendo una mirada sería por parte de Seol.

— No es eso lo que quise decir, papá...— suspiró pesadamente.

Okay, ya debería de hablar.

— Entiendo su preocupación, señor Min, pero puede estar tranquilo porque mis intenciones con Seol no son esas. — la miro a ella y regreso a su padre. — Tiene una hija muy bonita, y muy especial como para no cuidar bien de ella.

Su padre asiente en silencio.

— Taehyung, eres tú quien debería estar tranquilo. — contesta. — Durante lo que llevas sentado en la mesa, pude descubrir y analizar qué tipo de persona eres.

— Papá, me dijiste que no lo harías.

— Lo siento, hija, lo hice sin saber. Es mi trabajo.

— Mi papá estudió lenguaje corporal. — Seol se dirige a mí. — Y aún lo sigue estudiando, por lo que veo.

— Oh...— sinceramente digo sorprendido. — ¿Eso en serio existe?

— ¡Por supuesto que existe! — contesta su padre. — Y estoy seguro que cuando ves a mi hija, lo primero que piensas no es acostarte con ella.

Seol se lleva una mano al rostro.

— Yo se lo dije. — respondo seguro.

— Me alegra que no seas como el otro muchachillo. — dice. — ¿Cómo se llama? — recuerda el nombre. — Trabaja ahí en el restaurante.

— Si, papá, ya sabemos quién. — interviene Seol, evitando que diga el nombre.

Tranquilo, señor Min, ya sé a quién se refiere.

— Olvidé su nombre. — ríe. — Pero nefasto, eh, nada que ver contigo.

Debería darle las gracias pero no es el momento.

— ¿Seungri se llamaba, no? — le pregunta a su hija.

— ¿Sabías que Taehyung vive solo? — Seol cambia de tema ignorando su pregunta.

El señor Min, vuelve a mirarme y sonríe: — Si cariño, lo descubrí mucho antes de que me lo dijeras.

Ahora sí lo miro boquiabierto, ¿cómo hizo eso? Su padre rió ante mi expresión.

— Eso es increíble. — respondo.

— Eres muy honesto, Taehyung. — sonríe. — Listo. — habla para ambos. — Si mañana mismo me dicen que se van a casar, cuenten con mi apoyo. — ambos reímos ante su petición. — Pero nadie le diga a mamá, ¿okay? — asentimos.

¿Por qué no había que decirle a su madre?

Continuamos cenando, mientras charlábamos en la mesa. El señor Min me contaba de su hija a los tres, cinco y diez años de edad, en lo que ella negaba ciertas cosas o se oponía a volver a escucharlas. Ya que según ella siempre cuenta la misma historia. Al terminar nos despedimos, agradecimos, un abrazo más de despedida, ahora para ambos.

— Me gusto conocerte, Taehyung. — me comentó su padre al terminar nuestro abrazo. — Yo ya no puedo ser el hombre que esté detrás de ella, así que por favor cuídala mucho. — dice a mi oído. — Sé que te escuchará y evita perderla.

— Si, señor Min, lo haré. — respondí inconscientemente.

— Tienes mi confianza, Taehyung. — palpó mi hombro.

— Se lo agradezco, señor Min.

Nos despedimos por última vez y ubimos al auto, regresando al departamento.

— Perdona las incomodidades. — dijo ella por lo menos diez minutos después de haber empezado a manejar.

— No te disculpes por ello, tu padre es una muy buena persona, me agradó bastante. — dije con una sonrisa.

— A veces puede llegar a ser muy directo y todo puede descontrolarse.

— Está bien, Seolie, ese no fue el caso.

— Espero...que lo de los condones y eso, quede olvidado.

— La verdad es que no, Seolie. — contesto. — Sirvió para ponerme a cuestionarme a mí mismo.

— ¿Pero...sabes? — inquirió.

— Namjoon me dijo hace tiempo.

— Bueno hay tutoriales de todo en YouTube, debe haber alguno. — dijo.

— ¿Ya los buscaste? — pregunto divertido.

— No. — ríe. — Es una suposición.

— Si, claro.

— Lo digo en serio, Tae. — vuelve a reír. — ¿Para qué buscaría algo así?

— No lo sé. — alzo mis hombros. — Tú dímelo.

Se levanta de su asiento para dejar un beso en mi mejilla.

— Mejor hablemos de otra cosa, Tae. — deja caer su cabeza sobre mi hombro.

— ¿De qué quieres hablar?

— Del por qué eres tan lindo. — sonríe.

— No lo sé, Seolie, así me hicieron.

Bosteza y al parecer comienza a cerrar sus ojos.

— Gracias, Tae. — se acomoda en mi hombro, buscando lugar. — Muchas gracias.

— No es nada, bebé. — contesto. — Duerme, yo te despierto.

Seol no tarda en hacerme caso y en menos de cinco minutos ya se encuentra dormida. Al llegar al edificio y estacionar el auto, moví a Seol de mi hombro sin la necesidad de despertarla. Terminé subiendo con ella al departamento, con Seol en mi brazos al parecer el día de hoy todos querían estar en mis brazos. Toqué el timbre, sabía que Jungkook aún estaba ahí. Una vez abrió y entré se fue a tumbar directo al sofá, como al parecer se la había pasado así todo el día.

— ¿Cómo les fue? — preguntó desde el sofá.

Me encontraba con Seol en la habitación; dejándola sobre la cama en lo que destendía las sabanas.

— Excelente. — ahora estaba buscando su pijama.

— Me alegro.

Comencé quitándole los zapatos y me detuve a pensar: ¿Debería despertarla para que se pusiera la pijama? No puedo hacerlo, se ve tan linda durmiendo. No, voy a despertarla, no es normal ponerle a alguien la pijama, pero ahora somos pareja y me gustaría que alguien hiciera lo mismo por mí.

Tomé su playera de pijama en mis manos y me acerqué al borde de la cama de lado izquierdo donde había dejado a Seol. Puse mis dedos en el borde superior de su playera blanca, y comencé levantándola para quitarla de ella con cuidado, primero un brazo y después el otro. La quité por completo y ahora había un problema y por primera vez no en mis pantalones, ¿dormía con sostén o sin sostén? Bueno aunque el otro día lo dejó sobre mi cafetera pero...¿Se puede dormir con eso? ¿Todas duermen con ello? ¿Es cómodo tan siquiera?

Me tomé mi tiempo observando su sostén y no por querer hacer algo más justo ahora, simplemente me quedé pensando qué demonios hacer.

¿Si lo quitaba y en ese instante entra Jungkook? Me hará gritar, él también va a gritar, Seol se despertará, interpretará esto de la peor manera y se irá. No quiero eso. Así que no, lo dejaré, no quiero hacerla pensar mal de mí. Volví a tomar la playera de pijama y se la puse. Ahora me sentía como mi madre y yo cuando cambiaba mi ropa a los dos años.

El pantalón fue mucho más sencillo, quité el de ella, cambiándolo por el de pijama, la tomé entre mis brazos, dejándola ahora en el lado derecho de la cama, que era este el destendido. La dejé recostada, la cubrí con las sabanas y deposité un beso en su frente.

Salí de la recámara directo a la cocina por un vaso con agua.

— Buenas noches, Jungkook. — regresé a la habitación.

— Buenas noches, Tae.

Respondió antes de que cerrara la puerta detrás de mí. Fui directo al closet por mi pijama, quitando la ya incomoda ropa de hoy, para después dejarme caer a lado de Seol, con mi amigo en la sala de estar y mi novia y yo durmiendo toda la noche.

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