El chico llamado LANCE - Klan...

By ShargyD

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Ha pasado un año desde que los padres de Keith murieron. Shiro, su mejor amigo de infancia y de quien secreta... More

Capítulo 1 -¡Comenzando la fricción!
Fragmento CERO - Break
Capítulo 2 -El secreto de Keith
Capítulo 3 - Lazos
Capítulo 4 -Imanes
Capítulo 5 - Conexión
Fragmento UNO - Storm
Capítulo 6 - Nudos
Capítulo 7 - Autodestrucción
Capítulo 8 - Bienvenido a mi corazón
Capítulo 9 - Intermedio
Fragmento DOS - Lost
Capítulo 10 - Mi mar [cumpleaños]
Capítulo 11 - Autocontrol
Capítulo 12 - Indecisión
Capítulo 13 - Remordimiento
Fragmento TRES - Skemmtun
Capítulo 14 - Confusión (parte uno)
Capítulo 14 - Confusión (parte dos)
Capítulo 15 -
Capítulo 16 - Colores
Fragmento CUATRO - Confessione d'amore
Capítulo 17 - Miradas
Capítulo 18 - Falacia
Capítulo 20 - Condena
Capítulo 21 - Consciencia
Capítulo 22 - Mi estrella
Fragmento CINCO - Virhe ja vika
Fragmento SEIS - Monster
Capítulo 23 - Humano
Capítulo 24 - Te amo
Capítulo 25 - Calma
Capítulo 26 - Efecto mariposa
Capítulo 27 - Consentimiento
Fragmento SIETE - Keith Kogane
Capítulo 28 - Mi verano
Capítulo 29 - Bashert

Capítulo 19 - Realidad

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By ShargyD

realidad

nombre femenino

1.Existencia verdadera y efectiva de algo o alguien.2. Cosa que existe en el mundo real.



Cualquier persona que escuchase en la misma oración "casa de playa" y "fiesta universitaria", inevitablemente imaginaria una casa con bonita vista, y, sobre todo, grande. Un lugar capaz de mantener un montón de hormonales chicos en sus veintes, dentro y sin ningún problema. Pero aquello que estaba frente a Keith hacia mierda –literalmente- la imagen mental que había dibujado cuando Matt le había contado del lugar.

La enorme casa blanca frente a Keith, fácilmente le doblaba el tamaño al "humilde" hogar donde los chicos vivían junto a Allura. Diseñada al puro estilo contemporáneo, desde los barandales sencillos en barra que delimitaban los balcones y el pequeño jardín frente a los enormes ventanales del primer piso, las escaleras en línea de madera retocada, el montón de enormes ventanas de cristal listo que tanto caracterizaba ese estilo; con un fascinante toque rebelde en uno de los extremos donde el corte del techo y diseño de las paredes pasaba de ser recto a redondo. La música que provenía del interior y la arena, añadían ese toque que gritaba "hey, esto es una fiesta en california".

Gente por aquí, gente por allá, gente por todos los lugares libres, charlando, ligando, riendo, bailando, disfrutando del rato y de la fiesta que ya había comenzado.

Era ridículamente asombroso.

—La primera vez que vine aquí, también me impresioné —señaló Lance cuando llegó hasta el costado del pelinegro, con las manos en los bolsillos delanteros de su pantalón y la vista fija sobre la casa con una sonrisa—. Es enorme, pero la mejor vista está en el patio trasero.

Los hombros de Keith se contrajeron hacia su cuello, girando la cabeza hacia el lado derecho de su cuerpo con el ceño fruncido, encontrándose con el largo cuerpo del cubano y el increíble olor de su colonia inundándole las fosas nasales, esa colonia que había comprado en el centro comercial cuando recién había llegado a la ciudad— ¿Desde cuando estás ahí parado?, pensé que te habías adelantado con Matt y Allura.

—Tranquilo, guapo, soy yo —le pico Lance al notar que se había asustado con su presencia—. ¿Y dejarte solo en medio de un fiesta llena de desconocidos universitarios que muy probablemente ya están lo suficientemente borrachos y calientes como para meterse con todo lo que se mueva? Olvídalo, solo me entretuve saludando unos chicos allá atrás.

—Suenas como una madre cuando su hijo va por primera vez a una fiesta —Keith le sonrió burlonamente— ¿piensas que no puedo defenderme?

—Preferiría no tener que averiguar si puedes hacerlo o no, además, no es exageración, Shiro me destrozaría si dejo que algo te suceda y yo aprecio mi vida, gracias.

—Pensé que era porque me apreciabas a mí —Las palabras de Keith tomaron por sorpresa a Lance, quién se encontraba observando hacia otro lado distraídamente. Inmediatamente giró la vista, pero cuando iba a responder Keith continuó: —Es cierto, ¿Shiro vendrá a la fiesta?

Los hombros que se habían tensado de sobremanera con las palabras de su mejor amigo, habían caído casi en automático al escuchar el nombre de Shiro, ¿era acaso que Keith había aceptado venir a la fiesta para verlo? Pues claro, sería muy idiota si no fuera así, después de todo Shiro era su amor platónico ¿no? —Ha pasado un tiempo desde que Shiro asistió a una fiesta, así que supongo que no.

¿Era su imaginación o había algo distinto en la voz de Lance?, ¿quizá había recordado algo que lo lastimaba?, ¿de su ex amor o su madre, tal vez? —Pues eso es una buena noticia o no me dejaría divertirme a gusto contigo —respondió, sujetando la mano de Lance con fuerza. El moreno alzó la vista confundido, encontrándose con un Keith sonriente de ojos brillantes y energéticos que había comenzado a jalarle y caminar en dirección a la casa.

—¿Hace cuánto que no vas a una fiesta, greñas? —cuestionó Lance, observando la espalda delineada del pelinegro y como su brazo se estiraba hasta él. Enserio le fascinaba como aquella ropa se le veía a Keith, hacía destacar todo lo que se ocultaba bajo la holgada y simple ropa oscura que llevaba normalmente.

—Desde que murieron mis padres —respondió Keith, subiendo las escalerillas con Lance detrás de él, mientras el mencionado se maldecía internamente por haberle recordado algo tan doloroso.

<<Bien hecho, bien hecho, ¿no quieres preguntarle también como fue el funeral, Lance? >> pensó —Lo siento, no quería sacar ese tema y mucho menos hoy... mierda.

Cuando terminaron de subir los escaloncillos, Keith se giró sobre los talones, liberando a Lance de su agarre para llevar ambas manos a sus mejillas, golpeándolas sonoramente con sus palmas. Lance abrió los ojos de par en par, sorprendido por aquello. Keith se encontraba tan cerca, sosteniéndole el rostro entre sus manos y apretándole las mejillas que ni siquiera podía ser capaz de articular alguna palabra—. Escúchame porque solo lo diré una vez, estoy bien. No me siento mal, así que, por favor, no vayas a pasarte el resto de la noche pensando en ello, estoy bien y ya puedo ser capaz de hablar de ese tipo de cosas con normalidad. He venido a una fiesta contigo, a divertirme contigo, a olvidarme de toda la mierda que pasamos estas dos últimas semanas con tu compañía. Entraremos ahí y pasaremos un buen rato, no pensaremos en más mierdas, ¿de acuerdo? —El moreno asintió totalmente perdido por la cercanía del azabache.

—De acuerdo... —respondió como pudo, sin parar de mirarle los ojos, la nariz, los labios. Si Keith le pidiese de esa manera cualquier cosa, él jamás le diría que no a nada.

Keith retiró las manos de su rostro lentamente, deslizando sus dedos por la piel de Lance, perdido igualmente en los azulados espejos de su mejor amigo. Ambos mirándose con una suave sonrisa sobre su rostro. La canción que había sonado hasta ese entonces parecía haber terminado, comenzando una nueva y desconocida por el azabache—. Entonces, entremos.

El interior de la casa se encontraba decorado por algunas luces tenues, mientras que otros rincones se veían más oscuros. La música sonaba tres veces más fuerte y dolorosa a comparación de cuando se encontraban fuera, había chicos sentados por todos lados, en las escaleras, en las mesas, los sofás y suelo; mientras que otra parte muy numerosa se encontraba bailando prácticamente en cualquier parte de la casa, con vasos y botellas de cerveza, algunos cigarrillos, pedazos de pizza y demás. Y otros tantos, lanzándose balones de futbol y estatuillas que muy probablemente pertenecían a la sala atiborrada de gente. Justo como una fiesta universitaria debía verse.

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—¿Deberíamos hacer algo con esos dos? —indagó Allura. Observaba al par de chicos con atención y curiosidad, cejas arqueadas, codos flexionados sobre el barandal de cristal y mejilla apoyada sobre su morena palma derecha— ¿No habremos sido muy obvios al perdernos por ahí cuando llegamos?

—Honestamente... ese par está tan distraído con su propia presencia que ni siquiera debieron preguntarse dónde nos habremos metido —aseguró Matt, dándole un sorbo a la botella de cerveza que llevaba en la mano. Ambos brazos apoyados sobre el barandal también y la vista fija sobre sus dos amigos al igual que la trigueña—. No veo necesario hacer algo, ellos solitos corren hacia el otro. Aunque, igual y podríamos invitarlos a jugar con nosotros beerpong —dijo esto último alzando las cejas hacia arriba y hacia abajo juguetonamente.

—¡Ohh, eso suena tan divertido! —Allura apartó la vista de sus amigos, dirigiéndola hacia Matt. Adoraba jugar beerpong, sacaba su lado más competitivo y salvaje—. Lance nunca ha jugado con nosotros, ¿verdad?

—No, así que no tiene idea de qué tan buenos somos —afirmó con un orgullo tan grande que hacía centellar sus amielados ojos, acompañando su malicia y diversión— ¿Quieres que vayamos ahora? O, ya sabes... ¿te gustaría perderte un rato más de su radar? Aunque primero debemos ir a quitarles la mesa a Griffin y los chicos.

—Perdernos un rato más de su radar —repitió la californiana casi en susurro. Volvió a dirigir la mirada hacia sus amigos, retirando la mano de su mejilla bajo un suspiro. La energía que había sido disparada de su cuerpo simplemente se había ido, ahora solo se encontraba mirando con anhelo y ternura a los chicos, en silencio.

Tan pronto como notó que la energía de Allura desapareció, Matt se dio cuenta que había ido más allá, que había tocado una de las fibras sensibles de la chica. El castaño suspiró, dejando la botella en el suelo antes de acercarse a ella, pegando su hombro derecho con el izquierdo de la albina, cruzando los brazos sobre el barandal, rozando suavemente los dedos de Allura con sus nudillos—. Perdón, yo... no pensé lo que decía, olvídalo.

Allura miró los dedos de Matt acariciarle, enterneciéndose a la vez que intentaba huir de aquel sentimiento que amenazaba con cristalizar sus ojos y arruinar su delineado de dos horas— ¿Cómo podría olvidar algo que me hace tan feliz? —murmuró, enfocando sus ojos sobre los de Matt con cariño—. Vamos por los chicos, hay un beerpong que jugar.

La morena se retiró primero del barandal, caminando hacia las escaleras mientras acomodaba uno de sus mechones platinos detrás de su oreja, fue entonces que Matt estiró su brazo, tomándole la mano con arrepentimiento. Sus ojos juguetones ya no brillaban más, el dolor de un corazón roto, del amor intentando salir de su pecho se reflejaban perfectamente en ellos y Allura podía verlo, siempre podía—. Esta situación... es tan dolorosa que a veces siento que no podré ser capaz de levantarme de la cama, Allura. Tenemos que hablar de lo nuestro.

—Después de que te fueras de la casa y habláramos... supimos que lo nuestro no se solucionaría hasta que tu problema con Shiro no lo hiciera —Allura envolvió con su mano la de Matt, ambas se encontraban temblorosas—. Pero para serte honesta, hay días en los que tampoco me siento capaz de levantarme... —Matt se relamió los labios, bajando la mirada al suelo con dolor. Lo sabía, su rompimiento había sido claro, pero el hecho de que ambos se dejaran no significaba que dejaran de extrañarse, anhelarse, ni tampoco amarse— ¿Podríamos... hablarlo después del seminario?

—¿Lo dices enserio? —La albina asintió muy apenas, tenía miedo, pero quería hacerlo— ¿No te dije lo hermosa que te ves con ese vestido?

Un suave tono carmín se asomó sobre los pómulos morenos de la chica, haciéndola reír antes de que le diera una palmada en el pecho al castaño—. No tienes idea de cuánto te detesto, Matt.

—No tanto como yo te detesto a ti, Allura —El castaño bajó las escaleras con velocidad y ánimo. Una oportunidad, era todo lo que el necesitaba, una oportunidad para volver a estar al lado de la persona que más había querido en el mundo, después de su hermana.



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La enorme sala principal de la casa se encontraba abarrotada del centro. Un tumulto de chicos cantando a todo pulmón con los brazos alzados y sus bebidas al aire, saltando y derramándolas por todos lados, al igual que un par de condones rebotando por el aire como si de globos se tratasen, le arrebataron más de una carcajada a la vez a aquel par. Lance y Keith caminaban por la orilla de la sala, donde se encontraban los muebles alineados con chicos charlando, besándose, jugando algún juego o simplemente tirados en el suelo, evitando caerse con todo lo anterior, principalmente con los chicos ebrios del suelo. Esquivaban con habilidad algunas manos torpes que deseaban meterlo al centro de la pista improvisada, siempre con el objetivo claro: la cocina. Esa era su meta, llegar a la cocina, prepararse alguna bebida y salir directamente al patio de la casa, donde Lance le mostraría la bonita vista que tenía.

Un jadeo exhausto escapó de los labios del moreno, después de haber llegado finalmente a la cocina— Pensé que jamás llegaríamos, ¿viste al chico vomitando al lado del televisor? Casi me echa todo encima, ugh —Lance apoyó sus manos sobre las rodillas desnudas que su pantalón dejaba a la vista, descansando.

—Y ni hablar de los chicos que estaban haciendo la viborita con dubstep... casi somos absorbidos por ellos —Keith sonrió, llevándose una de las manos hasta el cabello que cubría su frente, retirándolo y dejándola libre por unos instantes.

—Deberías dejarte descubierta la frente más seguido, se te ve muy bien —Lance finalmente se enderezó con una sonrisa. Él definitivamente no había notado el impacto que sus palabras habían ejercido sobre Keith.

—¿Lance? —Una voz femenina los hizo girarse sobre sus hombros, encontrándose con la pequeña y graciosa figura de la chica de coletas rubias y ojos violáceos, un tanto más claros a los de Keith. Hacía un mohín con la vista fija sobre el cubano—. Por dios, ¡pensé que no estarías en la fiesta! Estuve buscándote por todos lados —Romelle articulaba los brazos con mortificación, dirigiendo después la mirada hacia Keith. Lance inmediatamente reconoció esa miradita suya, intercalando la vista entre ella y su mejor amigo— ¡Hola, soy Romelle!

—Keith —respondió amablemente, alzando la mano a manera de saludo un tanto formal. Romelle movió los dedos en secuencia, correspondiéndole el saludo de forma dulce antes de volver a fruncirle el ceño al moreno.

—¿Por qué estabas buscándome? —El morocho cruzó los brazos sobre su pecho, alzando la ceja derecha y empujando su cadera hacia fuera.

—Oh, sí, sí, sí. Necesito que hablemos sobre el proyecto, surgió algo muy complicado después de que te fuiste de la universidad, por el tema de tu rodilla y eso.

—¿Ahora mismo? —Lance apuntó con su cabeza de manera evidente a Keith, quién rodó los ojos haciendo reír a la rubia— Como habrás visto, estoy ocupado, vengo con él y...

—No te detengas por mí, puedo prepararme alguna bebida mientras ustedes hablan —indicó Keith con ligereza, apuntando con el dedo pulgar hacia sus espaldas, donde se encontraba la isla del centro con un montón de botellas de distintos licores, cervezas, sodas, papas y montones, y montones de cajas de pizzas.

Lance inmediatamente le dirigió una mirada que le gritaba "traidor" por todos lados, Keith simplemente le sonrió victorioso. Sabía que el cubano únicamente quería evitarse lo que fuera que la chica quería decirle, y él no dejaría que escapara.

—Tampoco es como que me lo vaya a llevar a ningún lado, suficiente tengo con verte todos los días en la universidad —Romelle sonrió dulcemente, casi de la misma manera como Allura solía hacerlo—. No te alejaré por mucho tiempo de tu mejor amigo, Laaaaance.

—¿Cómo sabes que es mi mejor amigo? —Los hombros del moreno se tensaron al escuchar la pregunta de Keith, enfocando toda su atención hacia Romelle que parecía encantada por la pregunta.

—Oh, es porque Lance nunca para de hablar sobre t... —La rubia no fue capaz de terminar la oración, pues la mano de Lance ya se encontraba sobre su boca, asegurándose de que no hablara más mientras ella agitaba sus brazos y manoteaba su agarre— ¡Mmhh!

—Deberías ir a prepararte tu bebida, yo mientras, ya sabes... iré a que me diga lo que sea que tenga que decir, te... te veo, uh —Lance caminaba en reversa, dirigiéndose a la puerta corrediza de cristal que llevaba hacia el patio mientras arrastraba a Romelle con él—. Te estaré esperando ahí en las mesas, ¿podrías llevarme una cerveza? —Antes de que el pelinegro si quiera respondiera, el cubano ya se encontraba con un pie fuera de la casa—, perfecto, ¡Eres el mejor greñas! Te veo acá —Y sin más, con una risa nerviosa, desapareció de la vista de Keith, dejándolo totalmente confundido.

—¿Qué diablos sucede con él? —murmuró Keith, decidiendo no centrarse más en el tema. Caminó hacia la isla de la cocina donde se encontraba todo lo necesario para preparar cualquier bebida.

Observar las botellas de licor y sodas, le traía viejos recuerdos al pelinegro. No era la primera vez que se preparaba alguna bebida, pues cuando se encontraba estudiando los últimos grados de preparatoria, solía salir a fiestas con sus amigos y pasarla bien. Keith tomó uno de los vasos rojos de plástico grueso que se encontraban apilados, eligiendo una botella de licor que consideraba suave y una soda de cola, vertió ambos en el interior y meneó un tanto. Ahora solo faltaban los hielos.

—Disculpa, ¿sabes dónde se encuentran los hielos? —preguntó a uno de los chicos que se encontraban fumando sentados sobre la estufa apagada.

—El hielo... el hielo... los chicos acaban de hacerlo y están aquí, en el refrigerador —apuntó un tanto torpe aquél sujeto, meneándose antes de sonreírle y continuar fumando a la vez que bebía una botella de tequila—. No abuses del hielo, tigre.

—¿Claro...? —respondió el pelinegro, extrañado por aquella advertencia amigable ¿quizá era porque no había suficientes hielos en la casa para las bebidas? Daba igual, no era como si tuviese la idea de echarse toda la charola.



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—Y, fin. Básicamente era eso lo que quería decirte —finalizó su historia. Romelle jugaba con algunos mechones rubios de su cabello, meneando las piernas que le colgaban al estar sentada sobre la mesa de jardín de madera que se encontraba casi al principio del patio—. Kolivan dijo que ayudaría tanto como pudiera, él realmente está maravillado con tus ideas, porque el proyecto es tuyo. Chuck es un imbécil.

Un suspiro profundo escapó de los pulmones del moreno. Lance agachó la cabeza, sobándose el área de la nuca con un poco de estrés encima—. El que Chuck sea un imbécil no es novedad. Supongo que lo mejor será hablar con todo el equipo cuando llegue del seminario, eres la única que irás además de mí, ¿verdad? —La rubia asintió, agitando suavemente sus coletas—. Gracias por ponerme al tanto.

—El mejor agradecimiento sería no haberme intentado matar por falta de oxígeno —respondió la chica, empujándolo con el hombro juguetonamente—. Eres un exagerado, yo salvándote el culo y tú matándome, bonita amistad.

—¡Estabas a punto de decir una idiotez! —Lance extendió los brazos hacia arriba en forma de pelea—. Esas cosas no se dicen, mujer.

Romelle movió la mano como si se tratara de una boca, remedando a su amigo mientras hablaba y ella ladeaba la cabeza de un lado a otro— ¿Acaso era mentira? Estaba diciendo la verdad, nunca dejas de hablar de él cuando estamos en clase. Ya hasta estaba comenzando a pensar que no te encontraba porque te lo estarías comiendo en algún lugar.

—¡Romelle! —La chica sonreía de forma picarona, alzando las cejas una y otra vez mientras lo codeaba de las costillas— ¿Qué rayos crees que soy? —Lance se encontraba mirándola avergonzado, con las mejillas encendidas.

—Nada diferente a lo que eres —respondió orgullosa, colocando las manos a sus costados como jarra—. Aunque el chico no está nada mal, Keith es bastante guapo y...

—¿¡Qué!?, ¡retráctate! —Romelle soltó una carcajada, dándole una sonora y firme palmada en la espalda que le hizo al cubano encorvarse de dolor— ¿Qué demonios comes?, ¿piedras?

—Eres un llorón y celoso —La chica le guiñó el ojo, sacándole la lengua—. Ahí viene tú chico, yo ya no tengo nada que hacer aquí. Si ocupas algo sobre el proyecto ya sabes que puedes llamarme, o... si ocupas condones, traigo un par en mi bolsa.

—¡Largo de aquí! —Lance le lanzó un vaso de plástico vacío, provocando que Romelle saliera corriendo mientras se carcajeaba y saludaba a Keith de paso, perdiéndose entre los chicos que bailaban en la entrada de la casa.

—¿Acabas de lanzarle un vaso? —cuestionó Keith cuando llegó donde se encontraba su mejor amigo, sentándose sobre la mesa donde anteriormente había estado la rubia—. Que salvaje.

—Si la conocieras no dirías lo mismo, se lo merecía —afirmó el cubano, mirándole aún un tanto avergonzado por lo que había dicho Romelle. De acuerdo, en una cosa podían concordar y era que Keith realmente era bastante atractivo, especialmente esa noche.

—Si la chica logra sacarte de quicio, entonces es un asunto serio —se mofó el pelinegro, empujándole con el brazo mientras le extendía la botella de cerveza—. Aquí está su pedido, señor.

—Ya hasta había olvidado la cerveza —Lance tomó la botella, rozando por segundos los dedos fríos y húmedos de Keith, antes de darle un trago largo y profundo a la botella— ¿Verdad que el aire que da aquí afuera es genial?

—Es bastante agradable —asintió el pelinegro, observando todo alrededor— ¿Esta es la vista que mencionabas?

Lance sonrió al tiempo que le daba un sorbo a su cerveza, ambos admirando alrededor.

En el centro de la casa yacía una enorme piscina donde un montón de chicos bailaban alrededor, saltaban y se empujaban. Alrededor se encontraban unos cuantos camastros y mesas de jardín, una parrilla en la que un grupo de deportistas de la universidad se encontraban haciendo alguna carne, los enormes ventanales reflejaban la luz del interior hacia el exterior, ayudando las lámparas colgadas que se encontraban en los postes de las esquinas de los barandales de cristal; al fondo, de lado contrario a la entrada de la casa, se veía el lejano mar y sus olas.

—En absoluto, sígueme greñas —Lance se levantó con cuidado de la mesa, siendo seguido por Keith. Ambos chicos atravesaron todo el patio, pasando a un costado de la piscina donde unos chicos le hacían cunita a otro para lanzarlo a ella y de unos cuantos camastros donde se encontraban unas chicas jugando póker sobre una mesilla. Al llegar a la zona límite, donde se encontraba el barandal de cristal, Lance tomó de la orilla de la chaqueta a Keith, guiándolo hacia una de las esquinas decoradas por un montón de arbustillos bastante cuidados, entre ellos y la pared que dividía la casa vecina, se encontraban unas escaleras de tres metros de ancho, completamente de mármol tiznado de arena –bastante resbaloso-. Éstas descendían hasta la playa, donde había cuatro metros de arena antes de llegar al mar.

—¿Tienen sus propias escaleras para ir a la playa desde su patio? —El cubano asintió, sonriente. Ayudó a Keith para que no se resbalara con la arena que había sobre el mármol, sentándose a su lado en las primeras escaleras—. Es increíble.

—¿Verdad? Que tu casa tenga acceso directo a tu propio pedazo de playa... —Lance y Keith miraron el horizonte durante unos segundos en silencio, apreciando el sereno oleaje del mar oscurecido, reflejando el cielo limpio y estrellado de aquella noche, dejándose acariciar tranquilamente por la brisa y el viento que llegaba a sus rostros con la música y tenue bullicio de la fiesta—. Cuando vivía en cuba, me gustaba mucho visitar a uno de mis tíos porque él tenía una casa como esta, bueno, menos lujosa —rio levemente, dándole un sorbo a su cerveza—. Pero la vista era exactamente la misma, tenía su propio pedazo de mar... ¿Sabes, Keith? Mi madre y yo solíamos sentarnos en las escaleras de mi tío, así como estamos tú y yo ahora. Ella también adoraba la vista. Yo también sueño con tener una casa así algún día y tú...

Keith se encontraba observándole con atención, meneando su bebida dentro del vaso, expectante de las palabras de su mejor amigo— ¿Yo...? —preguntó, a modo de que el cubano continuara con sus palabras. Lance lo miró, sonriéndole, con únicamente la luz de la luna iluminándole y el viento jugueteando con sus castaños cabellos.

—Me gustaría que la conocieras, ¿a ti te gustaría? —Decir que había sentido como su corazón se volcaba era poco, el azabache casi había sentido como su corazón se le escapaba por la garganta hasta golpearle la manzana de adán. Maldita sea, Lance.

—Me encantaría —Lance esbozó una sonrisa, mientras que Keith intentaba que su voz no temblase al hablar— Aunque me sorprende que me incluyas en tus planes a futuro, para ser honesto.

—¿Lo hace? —El moreno apoyó su hombro contra el del pelinegro, observando el mar—. Yo no quiero que nuestra amistad se quedé simplemente hasta la universidad, claro que no. Yo realmente deseo que sigamos siendo amigos después de la universidad, cuando terminemos nuestra carrera, que nos sigamos viendo y molestando, que nos frustremos juntos mientras buscamos trabajo de nuestra carrera. Que terminemos trabajando en una farmacia y tiempo después, llegues emocionado presumiéndome el trabajo que finalmente deseabas, que celebremos juntos en mi casa de playa, sería simplemente genial.

—¿Y sabes qué más? —continuó Keith, justo después de que Lance guardara silencio— Que nos sentáramos en las escaleras de tu casa de playa, justo como ahora, y digamos algo como: ¿recuerdas que hace diez años tuvimos esta conversación? Enserio nos mantuvimos unidos.

—Amigo, eso me hace desear que ya pasen diez años —Lance rio suavemente dándole un pequeño sorbo a su cerveza—. Es una promesa, greñas.

—Y las promesas nunca se rompen —aseguró Keith. El pelinegro también dio un sorbo a su bebida, frunciendo el ceño. Había un sabor ligeramente diferente que no detectaba, ¿sería porque había pasado mucho tiempo desde la última vez que había bebido? Observó el interior, nada extraño se veía, quizá...

—Oye, greñas —Lance rodeó los hombros del azabache con su brazo libre, atrayéndolo hasta su cuerpo, dejando la botella a un costado de su pie. Alzó el teléfono con la mano libre y la cámara frontal activada—. Tomémonos una foto.

—¿Solo una? —Los ojos de Lance se enfocaron durante unos segundos, perdiéndose en la mirada de Keith, en su aroma y presencia. Por otra parte, Keith rogaba internamente porque su cuerpo no lo traicionara al tener tan cerca a su mejor amigo.

—Quizá... ¿más de una? —El pelinegro asintió, desviando la mirada hasta la mano de Lance que reposaba sobre su hombro. El cubano ejerció un poco más de fuerza sobre el hombro, inclinándose hasta la altura de Keith mientras miraba al teléfono, ambos tenían las mejillas pegadas y sus cabellos se mezclaban, tomándose más de una foto en aquél lugar, utilizándolo como una excusa para sentirse mutuamente más cerca.

Tomaron algunas fotografías al mar y al cielo tan limpio que esa noche había, continuaron tomándose foto tras foto, con cada filtro pasando uno tras otro. Grabaron videos con voces graciosas, haciendo gestos y caras divertidas, despeinándose y empujándose, pasando simplemente un bello y agradable momento, únicamente solo ellos dos. Poco después recibieron una llamada de Matt, con una invitación por parte de él y Allura para jugar una partida de beer pong.

Ambos aceptaron sin dudar.



Allura y Matt se encontraban a un extremo de la mesa de beer pong, mientras que Lance y Keith se encontraban en el extremo opuesto, haciendo equipos de dos en ese orden. A su alrededor se encontraba una gran cantidad de universitarios silbando y gritando, ovacionando sus nombres mientras saltaban al ritmo de la música y las porras que había en la habitación.

Evan, un compañero de clase de Allura, dueño de la casa de playa y arbitro de aquella partida; se encargó de rellenar los veinte vasos que había en juego, diez de un equipo y diez del otro. Las partidas de beer pong en las fiestas de Evan eran famosas, porque él no utilizaba cerveza normal, sino que los chicos rellenaban con nada más y nada menos que brandy. Cundo los chicos terminaron de rellenar los vasos con la cantidad dictada por las reglas de Evan, sopló el silbato que llevaba en el cuello, alzando las manos— ¡De este lado, tenemos a Matt y Allura! —los chicos alrededor comenzaron a gritar sus nombres en forma de porra— ¡De este otro, tenemos a Keith y Lance! —igualmente ambos chicos recibieron ánimo y apoyo en forma de porras con su nombre— ¡Conocen las reglas, muchachos!, elijan el primer turno.

Allura y Lance sonrieron, agitando su mano en un piedra, papel o tijera para determinar qué equipo sería el primero en tirar, teniendo como ganador a Lance. El cubano choco las manos con Keith, ambos triunfantes— ¡Equipo Klance! —gritaron al unísono.

—¡Decidido el primer tiro! —gritó Evan para escucharse por encima de las porras y la música, observo a ambas parejas con sonrisa maliciosa, bajando los brazos como si tuviese unas banderas de carreras clandestinas— ¡Que comience el beeeeeeer pong!

Los nombres de los cuatro chicos no tardaron en hacerse esperar en medio de los gritos y provocaciones para que comenzaran el juego. Keith asintió con la mirada, cediéndole el primer tiro a Lance. El cubano tomó la pelota, apuntando con la lengua de fuera antes de rebotarla una vez sobre la mesa y comenzar el juego.

La pelota que Lance había tirado rebotó una vez sobre la mesa, cayendo directamente a uno de los vasos que se encontraban en la fila de tres del equipo contrario, seguido de él, Keith lanzó su pelota, sin éxito, pues la pelota había rebotado en una de las esquinas, cayendo al suelo. Matt y Allura chocaron los puños, triunfantes, siendo ella la primera en beberse el vaso con orgullo. El siguiente turno era para Allura, quién sin siquiera detenerse medir simplemente lanzó la pelota sin rebote, cayendo directamente sobre el primer vaso en su formación, seguido de ella, Matt lanzó su pelota rebotando una vez antes de que cayese al vaso de la segunda fila.

—Maldita sea —mustió Lance, tomando junto a Keith los vasos que habían sido los objetivos del equipo contrario, haciendo un gesto por el ardor del brandy.

—Pueden retirarse todavía —mencionó Allura con energía y malicia.

—En tus sueños —respondió Keith, tomando la pelota que le pertenecía después de haberla limpiado en el vaso con agua que se tenía para ello.

—¡Ese es mi chico! —gritó Lance, dándole unas palmadas en la espalda.

—Vamos, vamos, quiero ver esas caritas ebrias —se mofó Matt, dando pequeños brinquitos en espera de la nueva tirada. Evan junto con todo el público comenzaron a hacer sonidos del tipo "ohhhhhh" para acalorar más el ambiente entre las dos parejas.

La partida del beer pong continuó, extendiéndose por al menos veinte o treinta minutos. A pesar de que Allura y Matt tenían mucha experiencia en el juego y eran bastante buenos, no contaban con que Lance tuviese una excelente puntería y que Keith fuera rápido desarrollando técnicas para calcular los rebotes. Al principio Matt y Allura parecían tener dominada la mesa, pero cuando el equipo "Klance", como se denominaban así mismos, supo unir fuerzas, el marcador de los vasos fue reduciéndose hasta quedar reñidos.

La música dentro de aquella fiesta continuaba cambiando continuamente, el público comenzaba a apoyar cada vez más al equipo de Lance y Keith, mientras éstos, saltaban, se reían, gritaban, festejaban y se burlaban cada que anotaban en algún vaso para que sus contrincantes bebieran. Después de unos tiros más, con Allura y Lance riñéndose y retándose principalmente, Klance fue el equipo ganador, dejando únicamente con un vaso en la mesa a los chicos que Keith tomó descaradamente mientras gritaban por su victoria.

—¡Ven aquí! —Lance cargó en su espalda a Keith, mientras éste alzaba el vaso que les había quedado como signo de victoria mientras les gritaban alrededor y el pelinegro lo bebía sin descargo alguno.

—¡Exijo una revancha! —gritaba Allura, moviéndose por todos lados mientras Matt la sujetaba del brazo para que no se cayera por el mareo—¡Les patearé su pequeño trasero joven!

—De acuerdo, debemos ir a que comas algo, ven aquí, ven aquí —El castaño se reía mientras Allura murmuraba cosas sobre sus amigos, como que los dejaría afuera o que cambiaría la cerradura de la puerta para que durmieran en el patio.

—¡Lance, tenemos que festejar! —Keith se bajó de la espalda del cubano, lanzando el vaso hacia cualquier lugar de la casa. El pelinegro se tambaleaba, el suelo se le movía, pero él se sentía maravillosamente bien, al igual que Lance, quién se encontraba en el mismo estado—¡Bailemos!

—¡Bailemos! —respondió el moreno alegremente.

—¡Sí, bailemos! —El azabache tomó la mano de su mejor amigo, arrastrándose como podía hasta llegar a la sala donde todos se encontraban bailando y saltando. Keith le sonrió, colocándole las manos sobre la cadera de manera coqueta.

La música les martillaba la cabeza y el suelo se les movía terriblemente, pero a la mierda, porque era divertido estar el uno con el otro. Ambos comenzaron a saltar con el ritmo de la canción, tomándose de las manos, dándose vueltas, riéndose, cargándose y pegando sus cuerpos sin vergüenza alguna. Ambos podían sentirse como si estuvieran luchando por no caer al suelo, pero cuando sentían las manos cálidas del otro era otra maldita sensación. Y ya no solo se quedaron en la sala bailando, pronto estaban en la barra del bar de la segunda planta donde se servían chupitos a diestra y siniestra, quejándose de la vida, de la escuela y del amor.

—¿Sabes... que odio de la maldita escuela? —preguntó Keith, arrastrando las palabras mientras ambos se encontraban sentados sobre los taburetes de la barra con los chupitos mentolados en mano.

—¿La cafetería? —Lance frunció los ojos, observando con confusión su pequeño vaso vacío— ¿a dónde fue mi bebida...?

—¡La cafetería! —Alzó el brazo tambaleándose, vertiendo un poco del alcohol sobre su cabello sin inmutarse—, no... espera... —Keith soltó una carcajada—. Eso no era, Lancey... los proyectos, ¡los proyectoooooos!

—¡Los proyectos, claro! —Lance asintió varias veces, tomando una de las botellas de vodka que se encontraban a medio terminar sobre la barra—Esas mierdecitas son... son... —El cubano chasqueó los dedos intentando recordar la palabra.

—¿Mierdecitas? —cuestionó el pelinegro, quitándole la botella de vodka de la mano a su mejor amigo, dándole un trago para ver si así podría quitarse el infernal calor que había comenzado a sentir.

—¡Exacto! Mierdecitas. Por alguna razón... no recordaba la palabra —Repentinamente Lance comenzó a reírse, carcajeándose a todo pulmón acompañado por Keith, quién a saber porque también había comenzado a reírse y golpear la superficie de la barra con sus manos— ¿Sabes? Deberían hacer algo como, ya sabes —El cubano hizo un ademan con la muñeca, haciendo círculos mientras hablaba, totalmente seguro de sus ideas—, esas cosas para probar, ¿entiendes?

—Definitivamente, definitivamente...

—¡Keeeith! —Lance frunció el ceño, intentando enfocar la vista de mejor manera— ¿Te robaste mi vodka? Tú, pequeño y bonito gremlin... —murmuró a voz ahogada.

—¡Noooo!, no era tu vodka... —Keith se apuntó el pecho con orgullo, casi cayéndose de espaldas a no ser porque logró sostenerse de la pierna del moreno—, era MI vodka, YO lo compré.

—¿Qué diablos dices, keef? Ese, ese vodka me lo dio mi tía, joder... dame, dame eso —decía mientras hacia un gesto con sus dedos para que se lo devolviera— ¿Sabes que más es una mierdecita? El amor, el amor es como el vodka... de mi tía...

—¿Tu tía es un vodka? —El pelinegro observó la botella, alzando las cejas con sorpresa—. Oh, lo siento, lo siento tía de Lance —Se disculpó con la botella varias veces seguidas antes de entregársela a Lance. El moreno la abrazó apenas la sostuvo en sus brazos, dándole pequeños besitos encima de la etiqueta—. El amor, el amor es... es como una cebolla.

—Una cebolla terriblemente grande y apestosa —Negó con la cabeza, permitiendo que varios de sus castaños cabellos cayeran encima de su frente y se desacomodaran de sus orejas—. Con tantas... cosas de esas, ¿cómo se llaman?

—¿Capas?

—¡Capas! Una tras otra, una tras otra, una tras otra... y cuando llegas al maldito centro de la cebolla... ¡BOOM! —gritó, azotando la botella de vodka contra la barra—. Te hace llorar, porque es una cebolla, ¡Y las cebollas te hacen llorar, keef! Y... te engañan con rábanos de mierda y, se enamoran de otros y tu... te enamoras de la cebolla que busca una cebolla morada cuando eres un simple cebollín, ¡o peor aún, una banana!, ¡una maldita banana! —El morocho sujetó de los hombros a Keith, zarandeándolo varias veces provocando que el mareo del pelinegro empeorase— ¡Las bananas y las cebollas no pueden casarse, keef!

El pelinegro desvió la mirada hacia la botella de vodka sobre la barra, con expresión triste— Tu tía... tu tía se derramó, Lance.

—¡Es porque mi tía era una banana! —Lance dejó caer su rostro sobre el hombro derecho de Keith, ocultándose entre su cuello. Keith por su parte lo abrazó, negando con la cabeza mientras le acariciaba el cabello— Yo soy una... banana.

Keith frunció el ceño, ¿si él era una banana, entonces el pelinegro que era? Inmediatamente negó con la cabeza, agitándola de un lado a otro, alborotando su oscuro cabello—Hace mucho calor, creo... que explotaré o algo así —El azabache soltó una carcajada al imaginarse explotando—, haré ¡Boom!

—¡Ka-Boom! —expresó el cubano, enterrado en el cuello de su mejor amigo. Adoraba ese aroma tan de él, tan exquisito... tan provocador—. Deberíamos buscar una... cosa de esas donde haces popó y te bañas, no explotarás si te mojas.

—Suena divertido —Sonrió, retirando al moreno de su hombro—. Busquemos esa cosa, ven, ven... —Ambos chicos se levantaron de los taburetes, balanceándose torpemente sobre el suelo mientras soltaban unas carcajadas por su idiotez.

Lance y Keith pasaron sus brazos por encima del hombro del contrario, caminando de esa manera mientras jugaban a no pisar las dobles rayas de división que hacía la loza del suelo. Atravesaron la sala del mini bar, llegando a un pasillo oscuro repleto de puertas. Todas y cada una de ellas cerradas o con sonidos extraños de porno que venían del interior, topándose con uno de los enormes ventanales que daba vista al mar oscuro y lejano, apreciándolo durante unos minutos antes de continuar con la búsqueda de un baño con regadera.

Finalmente llegaron a una puerta marrón oscuro que no se encontraba cerrada, al final del pasillo por el que habían dado la vuelta, aparentemente de las últimas habitaciones. Cuando Keith abrió la puerta, se toparon con la triste imagen de una habitación únicamente iluminada por la luna, pero sin un aparente baño.

—Aquí no hay baños —Lance hizo un mohín, alejándose de la espalda del pelinegro.

—Oye, mira, mira —Keith sujetó del brazo a Lance, haciendo que el mencionado se regresará nuevamente a la posición en la que había estado. El pelinegro apuntó con su dedo índice hacia el interior de la habitación con una enorme sonrisa— ¿Ves eso?

—¿Es... una cámara?, ¿una cámara instantánea? —Keith asintió, observándole con una traviesa y ebria sonrisa. No mucho tiempo atrás, ambos chicos habían hablado sobre comprar una cámara instantánea porque les fascinaba la idea de tener algo retro en sus tiempos y ahí estaba una frente a ellos, rogando que jugasen con ella— ¿Vamos?

—Vamos —Ambos chicos entraron a la habitación, colocándole el seguro para que nadie descubriese que jugarían con la cámara fotográfica.

Lance se acercó hasta la cómoda, sujetando con curiosidad y ebriedad la cámara, tambaleándose un poco sobre el suelo. Keith por su parte, decidió sentarse sobre el mueble, quedando frente a su mejor amigo mientras observaban la pequeña cámara retro—. Tomémonos una foto —sugirió Keith, ansioso.

—Día de la foto, chi cheñol —Keith comenzó a reírse a causa del tono de voz que el cubano había utilizado. Lance se giró, dándole la espalda a Keith, acomodándose entre sus piernas mientras el pelinegro colocaba sus codos encima de los hombros de su mejor amigo con los rostros cercanos—. Uno, dos... ¡tres!

El flash de la cámara no tardó en hacerse esperar y casi inmediatamente el trozo cuadrado de color blanco con el centro oscuro comenzó a imprimirse por debajo, emocionando al par de chicos. Keith sacó la fotografía de la cámara, agitándola y soplándole torpemente mientras Lance se ponía de puntitas intentando ver como poco a poco la imagen de ambos chicos iba apareciendo sobre aquél papel.

Ahí estaban, Keith con los codos sobre los hombros de Lance, sonriendo con los ojos un poco rojos y caídos, mientras que su mejor amigo dejaba en evidencia que él estaba sujetando la cámara, sacando la lengua de forma divertida con un ojo cerrado.

—¿Puedo quedármela? —cuestionó Keith, sin poder dejar de mirar con emoción y dulzura la fotografía.

—Sería robo, pero sí... —Lance volvió a acomodarse entre las piernas de Keith, extendiendo la cámara al frente—. Yo también quiero una, mira aquí, mira aquí —Keith se acomodó, esta vez colocando su barbilla sobre el hombro de Lance, haciendo que nuevamente sus cabellos se mezclaran al igual que el aroma de sus colonias—. Uno, dos... ¡tres!

Una foto más, un flash más. Esta vez fue Lance quién tomo la fotografía, mientras Keith cuidaba la cámara, dejándola a un costado para ver también como poco a poco la imagen de ambos iba revelándose. Ahí estaban ambos, Keith se había envalentonado a último minuto, girando su rostro para darle un beso en la mejilla como Lance lo había hecho con la foto que llevaba de fondo de chat, aún con la barbilla sobre su hombro; el moreno, por otro lado, tenía la boca abierta en "o" con un claro sonrojo sobre sus mejillas y los ojos azulados enfocándose en dirección al pelinegro.

—Parece... que cambiamos roles —soltó Lance una suave risa, observando su preciada fotografía, antes de guardarla en el bolsillo trasero de su pantalón.

—¿Guardas también la mía? —El moreno se giró hacia Keith, quedando frente a él mientras su mejor amigo la extendía la fotografía. La distancia había desaparecido entre ambos, dejando únicamente la madera del mueble como separador de sus cuerpos, lentamente ambos chicos fueron levantando la mirada, alejándola de la fotografía que ambos tomaban para mirarse a los ojos.

Estaban tan jodidamente cerca y lo sabían, podían sentir sus alientos mutuamente, percibir el olor a alcohol y colonia mezclados en el ambiente. Su cercanía era tanta que incluso podían ver el reflejo uno del otro sobre los ojos de cada quien, Keith reflejándose sobre el azulado misterioso y energético de Lance; y Lance reflejándose en el intenso y ansioso color violáceo de Keith.

—Uh... yo... la guardaré —Lance retiró lentamente la fotografía de la mano de su mejor amigo, llevándola a su bolsillo trasero aún sin retirarle la vista, porque simplemente era imposible parar de verle, Keith tenía una energía tremenda que lo atraía, lo jalaba y le pedía a gritos que lo tomara—. Deberíamos bajar...

Cuando el cubano intentó alejarse, crear nuevamente una distancia segura para él y sus emociones, Keith le sujetó de las orillas de la camiseta, deteniéndolo— Espera...

—Keith, estás... estás muy cerca... —La voz de Lance fue bajando de nivel, debilitándose hasta convertirse en un susurro lleno de inseguridad. No podía parar de mirarle las mejillas, las clavículas, los labios, los malditos ojos que tanto le provocaban y arrancaban el aliento con facilidad— Keith... —Lo nombro de manera casi tan temblorosa e inestable como lo era su respiración.

—¿No... te gusta? —La voz que había salido de la garganta del pelinegro había sido áspera, sedienta, ansiosa. Lance negó con la cabeza.

—Yo... nosotros... —El azabache comenzó a deslizar sus manos lentamente por los brazos de Lance, dirigiéndose a sus hombros. La piel del cubano se erizó inmediatamente, reaccionando a aquello que tanto deseaba, unas tremendas ganas de tirarlo en el suelo y besarlo comenzaban a surgir en su interior, intentando pelear contra ellas—. Keith, por favor... —rogaba, cerrando los ojos con fuerza. No podía hacerlo, no debía hacerlo—. Yo no soy Shiro.

—¿Shiro? —Las oscuras cejas de Keith se fruncieron con molestia al escuchar aquél nombre—. Yo... por supuesto que sé que no eres él, pedazo de... ¿cómo podría compararte con él? Justamente porque eres Lance, yo ahora mismo...

—Es porque estás borracho —le cortó inmediatamente el pelinegro, negando con la cabeza—. No sabes qué demonios quieres, Shiro es...

—Shiro puede irse al diablo ahora —Keith lucía enfadado, el tono de su voz era brusco, demandante, violento y jodidamente provocador para el cubano—. Ahora mismo sé que te quiero a ti —Las manos pálidas del azabache se deslizaban por la nuca, enredándose entre los cabellos castaños de Lance mientras se acercaba—. Así que cierra la maldita boca y déjame besarte —Y sin más que agregar, Keith juntó sus labios a los de Lance de forma suave pero demandante.

Lance abrió los ojos con sorpresa, sintiendo como los labios de Keith se movían sobre los suyos con dulzura y atrevimiento. Él deseaba detenerse, deseaba no fallarle de esa manera a Shiro y evitar que su mejor amigo cometiera una estupidez, pero con cada movimiento de labios le era más difícil mantener la cordura, cada vez más difícil resistirse a algo que había estado deseando durante un buen tiempo. Keith rodeó con sus brazos el cuello de Lance, acercándolo a su cuerpo de forma violenta y eso, oh, eso fue lo que le arrebató la conciencia al moreno.

Lance rodeó la cintura de Keith con sus manos, sujetándolo con fuerza mientras se tomaba la tarea de corresponderle el beso de una buena vez. Ya no solo era el pelinegro quién movía los labios, ahora su mejor amigo también cooperaba, haciéndole sonreír en medio del beso, porque joder, se sentía tan bien al fin besarlo después de tanta ansiedad y necesidad de hacerlo. Desde aquél momento en la playa ya no podía parar de pensar en ello, de probar la dulzura de sus labios, lo suave que podía sentirse al rosarle y chocar de vez en cuando las lenguas. Sintió como Lance le mordió con suavidad el labio al tiempo que ambos tomaban aire, arrancándole un pequeño gemido de dolor que volvió loco al cubano.

Los besos cada vez más subían la intensidad, la necesidad que tenían de sentirse mutuamente sobrepasaba lo que un simple beso podía satisfacer. Poco a poco los labios de Keith fueron deslizándose por la boca de Lance, paseándose por el largo de su quijada hasta llegar a su cuello, besándolo provocadoramente mientras introducía las manos en el interior de la camiseta del moreno, rozándole con los dientes cerca del pliegue de la oreja y la unión de la quijada. Lance bajó sus manos hasta llegar al trasero de Keith, cargándolo con fuerza sobre su cuerpo, haciendo que el pelinegro enredara sus piernas alrededor hasta llegar a la cama donde ambos cayeron limpiamente. Keith volvió a besarlo en los labios, retirándole la camiseta de cuadros que tenía abierta hasta dejarla caer en el suelo, después Lance se enderezó, quitándose sin pudor alguno la camiseta que llevaba debajo, permitiéndole así al pelinegro ver su abdomen, pecho, hombros y absolutamente toda su piel descubierta.

—Ven aquí —Keith lo jaló del cuello, atrayéndolo nuevamente hasta él. Mordía su labio, lo lamía con intensidad y lo saboreaba tanto como le podía ser posible.

Lance desvió sus labios de los de Keith, dirigiéndose hasta su cuello antes de enderezarse nuevamente para sacarle la chaqueta de mezclilla que llevaba junto con la camiseta de abajo. Observó con ferocidad el torso desnudo y pálido de Keith, no era tan delgado como parecía, era... perfecto. Lance se inclinó sobre el cuello de Keith, besándoselo lenta y tortuosamente mientras el pelinegro acariciaba y jadeaba el aire que ya no podía ser capaz de mantener en sus pulmones. Poco a poco fue descendiendo, recorriendo con sus labios cada trozo de piel que tenía disponible para él, pasando por su cuello, hasta sus clavículas, mordiéndolas con suavidad antes de continuar su lento recorrido por su pecho, costillas, abdomen y estómago.

La lentitud con la que Lance besaba cada parte de su torso mataba y revivía a Keith una y otra vez, lo llevaba a otro nivel de sensación, tan jodidamente placentera y a la vez tan insuficiente. Cuando Lance paró de besarle el estómago, volvió a subir hasta donde se encontraba él, sintiendo como se colocaba una de sus piernas entre las suyas y apegaba su cuerpo. El moreno volvió a besarlo, colocando ambas manos a los costados de su cabeza mientras enredaba la punta de sus dedos sobre las hebras oscuras que se desplazaban por encima del colchón donde se encontraban; fue entonces que sintió como la entrepierna de Lance comenzó a frotar la suya, causándole placer al dolor que había comenzado a sentir por la excitación.

Keith llevó instintivamente las manos a la espalda baja de Lance, empujándolo más contra su entrepierna para asegurarse de que tuviesen el contacto suficiente. La respiración agitada y los jadeos no tardaron en comenzar a aparecer, mientras ambos chicos frotaban sus miembros sobre la ropa, cada vez con más velocidad y fuerza. El placer que ambos estaban sintiendo no se comparaba como cuando uno tenía sexo, pero el hecho de sacar toda aquella frustración sexual que se tenían el uno por el otro era suficiente para volverlos locos y hacerles perder la cabeza. Disfrutaban cada jadeo, cada gruñido, rasguño y gemido que salía de sus bocas mientras se rozaban, besaban y mordían.

—Lance... —gimió Keith entre los labios del nombrado, mordiéndole suavemente el labio inferior juntando ambos pechos sudorosos y calientes.

La sonrisa placentera y provocativa de Lance no se hizo esperar, escuchar su nombre con una voz que jamás había escuchado por parte de Keith le llenaba. Estaba haciéndolo sentir bien, Keith estaba deseándolo y disfrutándolo y no había ninguna maldita mejor cosa que esa—. Keith, dios... —Ya no podía más con ello, necesitaba sentirlo por completo. Necesitaba reclamarlo como suyo, acariciarlo y hacerlo decir su nombre tantas veces como pudiera con esa voz que tanto le ponía, necesitaba sentir a Keith debajo y encima suyo.

"El nombre del chico que me gusta es Keith"

Lance se detuvo inmediatamente al recordar esas palabras, ese día, esa voz...

"Es mi mejor amigo, era mi vecino antes de que llegara a California"

Keith enfocó su atención sobre el cuerpo agitado de Lance, no entendía que era lo que estaba sucediendo—¿Lance...?

"Espero lograr un día traerlo a California, es un chico genial...
sé que te agradara mucho"

—Esto... no está... no —Lance inmediatamente se retiró de entre las piernas de Keith, quién lo observaba confundido. El moreno tomó las dos camisas de su mejor amigo, lanzándoselas mientras se alejaba de la cama con las suyas.

"No tienes idea... de cuanto amo a ese chico, Lance"

—¿Qué...? —Keith observó las camisas que yacían sobre el colchón que el cubano le había arrojado— ¿Qué te pasa?

—¡Esto no está bien!, ¡Eso me pasa! —gritó el cubano, colocándose las camisas con una velocidad increíble— ¡Estás hasta la mierda de ebrio!, ¡no sabes qué demonios estás haciendo!

—¡Tú no vas a decirme que mierda es lo que sé o no! Soy perfectamente consciente de lo que siento, idiota —Keith parecía estar furioso, no entendía porque de la nada Lance simplemente había puesto esa expresión llena de enojo y frustración, hace momentos ellos estaban tan entregados, tan bien, tan unidos...

—¡No lo estás, Keith! —Lance caminó hasta la puerta, tomando la perilla mientras sacaba el teléfono celular de su pantalón—. Vístete, llamaré a Matt para largarnos de aquí —Y así, sin decir nada más, salió de la habitación dejando a Keith solo sobre la cama, confundido, molesto y herido. 









*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*-*

HA QUE LOS TOMÉ POR SORPRESA, EH? EH? EH? -huye antes de que la linchen- 

¿Qué les ha parecido el capítulo? Lamento si tiene algún error ortografíco, indiquenmelo por favor para enlistarlo para editarlo cuando tenga la oportunidad. Tal vez parece corto, tal vez parece rápido, pero honestamente... nunca he sido buena escribiendo fiestas xddd lo siento mucho. Lamento también si esperaban más... espeficiación, como ambos chicos están borrachos, imagino que no tienen mucha noción de lo que se siente en esos momentos y uno se deja llevar. Al menos cuando yo me embriague solo recuerdo pedacitos so... 

¡Pero no se preocupen! Ya habrá tiempo de sobra para que puedan deleitarse con cada sensación sobria que brindan este tipo de momentos 7u7

También decidí actualizar ahora que tuve oportunidad, porque no podría hacerlo con tremeda depresión que me vaya a meter con voltron. No iba ser capaz de escribir, corregir ni leer momentos divertidos con el dolor de saber que ha terminado :c 

Espero que podamos leernos pronto, por lo menos les he dejado este pequeño regalito <3 

¡Muchisimas gracias por su retro alimentación! 
Esta historia esta creciendo muchisimo y todo es gracias a ustedes.
Había olvidado mencionar, si tienen ganas de hacer algún fanart de este fanfic o utilizar una situación para algún fanart pueden hacerlo :3 don't worry. 

Sin más que decir, me despido! 
Les mando un montón de abrazos y kilos y kilos de clorox y pañuelos para el estreno de la octava temporada.

Dios nos ampare. 

¡Hasta luego! 

By: Shargyd

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