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By iblamejay__

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Seth Ford, frío, calculador y terriblemente carismático, adoptado por uno de los mayores criminales de la ciu... More

Prólogo - Bonnie & Clyde
Capítulo 1 - Bienvenida a Nueva Orleans
Capítulo 2 - La universidad no es para criminales
Capítulo 3 - El chico del discurso
Capítulo 4 - Nueva información
Capítulo 5 - El pasado de Violet
Capítulo 6 - No mi tipo de fiesta
Capítulo 7 - Incógnitas
Capítulo 8 - La Veuve Noire
Capítulo 9 - Maldita encuesta
Interludio - En la oscuridad
Capítulo 10 - Delitos revelados
Capítulo 11 - Como el Ajedrez
Capítulo 12 - En problemas
Capítulo 13 - La gota que colmó el vaso
Capítulo 14 - Blow
Capítulo 15 - El Rey de la ciudad
Capítulo 16 - Las apariencias engañan
Interludio - Juegos inofensivos
Capítulo 17 - Un negocio redondo
Capítulo 18 - El Golpe (Parte 1)
Capítulo 19 - El Golpe (Parte 2)
Capítulo 20 - Nuevas sensaciones
Capítulo 21 - Sal de mi vida
Interludio - Vuelta al ruedo
Capítulo 22 - El consejo de un viejo
Capítulo 23 - Bienvenida al equipo
Capítulo 24 - Campo de tiro
Capítulo 25 - Debilidad
Interludio - Frank
Capítulo 26 - En mi mente
Capítulo 27 - Noche en el club
Interludio - Enfrentando la realidad
Capítulo 28 - La joyería
Capítulo 29 - Diamantes para la ciudad
Capítulo 30 - Puñalada al corazón
Capítulo 31 - Siguiendo al corazón
Capítulo 32 - Mykonos
Capítulo 33 - Experiencia de muerte
Interludio - La verdad sobre Violet
Capítulo 34 - Nuevo año nuevo drama (parte 1)
Capítulo 35 - Nuevo año nuevo drama (parte 2)
Capítulo 36 - Bajo las estrellas
Capítulo 37 - Te creo
Capítulo 38 - Perro de presa
Capítulo 39 - Terapia
Capítulo 40 - Una pequeña aventura
Capítulo 42 - Lenta e irremediablemente
Capítulo 43 - Vendetta
Interludio - El poder es poder
Capítulo 44 - Un plan perfecto

Capítulo 41 - Éxtasis

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By iblamejay__

—Cinco atracos en cuatro días. Así siembran el caos los bautizados como nuevos reyes del crimen organizado al sur del país mientras las autoridades trabajan duro para descubrir la identidad y paradero de estos modernos Bonnie Y Clyde. —Me abracé a Seth en la cama mientras las noticias resonaban por toda la habitación del motel. —Lo que empezó como un pequeño atraco a una gasolinera en las afueras de Nueva Orleans la semana pasada pronto se ha convertido en una oleada de crímenes, todos atribuidos a la pareja de criminales. —El video captado por las cámaras de la gasolinera salió en pantalla, mostrándonos saludando a la misma antes de que Seth disparara, destruyéndola.

Soltamos unas risitas mientras me apoyaba en su pecho y él jugueteaba con la pistola en sus manos.

—Según la policía, están siguiendo una ruta, aún desconocida. —Mostraron un mapa de la zona y unas líneas siguiendo nuestro recorrido de atracos. Un agente de policía salió en pantalla.

—El primer golpe fue aquí, en las afueras de Nueva Orleans, después se dirigieron hacia Morgan City, atracaron de nuevo en Franklin y por último ayer en New Iberia. No hay muchas opciones desde allí, estamos trabajando duro para localizar su paradero —aseguró.

Miré por la ventana del Motel el cartel de Youngsville, no muy lejos de New Iberia, pero lo suficiente para despistarlos.

—La mejor pista que tenemos es un testigo —volvió a hablar el policía, miré de reojo a Seth quien no le prestó mucha atención al dato. —En el atraco a Morgan City, el chico que contactó con la policía asegura haber escuchado un nombre. —Mi corazón se congeló al instante. Me levanté del pecho de Seth, sentándome en la cama mientras centraba todos mis sentidos en la televisión.

—¿Seth? —pregunté en un susurro. Dirigí la mirada hacia él, miraba las noticias incrédulo.

—Está en estado de shock y no recuerda el nombre, pero los psicólogos están trabajando con él para superar el trauma y conseguir la información.

—No puede ser —dijo casi en un susurro.

Algo en mi cerebro funcionó, y recordé exactamente el momento.

—Seth cuando vino la policía gritaste mi nombre.

Su rostro se desfiguró al recordar aquel instante.

Rápidamente se levantó de la cama y se cruzó la habitación de dos zancadas. Cogió su teléfono de encima de la mesa y tecleó un número para después llevar el dispositivo a su oreja. Me acerqué lentamente a él con cautela mientras él esperaba que contestaran la llamada moviéndose de un lado para otro de la habitación

—Jax —habló por fin. —Necesito que borres del mapa a alguien.

Abrí los ojos como platos y me acerqué rápidamente a él, quitándole el teléfono de un manotazo y colgando la llamada.

Su mirada, entre confusa y enfadada se clavó en mi al instante.

—¿Qué diablos haces? —dijo tratando de recuperar el teléfono, moví mi mano rápidamente, esquivándolo.

—¿Estás loco? —pregunté de vuelta. —¿Quieres matarlo?

—¿Qué esperas que haga? Sabe tu nombre.

—Es un ser humano, Seth. Tendrá amigos, familia. No puedes matarlo por estar asustado.

—¿Quieres ir a la cárcel? —preguntó incrédulo. Tragué saliva ante la idea. —Porque es lo que va a pasar si ese tío se recupera de su trauma y se acuerda de tu nombre.

—Podemos sobornarle para que no diga nada, o amenazarle, hay muchas otras formas de hacer esto. —A medida que daba mis ideas Seth resoplaba dando media vuelta.

—Pensaba que por fin habías aprendido como funcionaba este negocio, pero sigues siendo esa niña asustada que se coló en el maletero de mi coche. —Volvió a dar media vuelta, confrontándome.

—¡Perdón por tener compasión! —exclamé cansada.

—¡Ese es el problema! En este mundo no puedes tener compasión Violet. —Suspiré, sentándome en la cama mientras él se acercaba lentamente. Se arrodilló ante mi y levantó mi cara con su mano sutilmente. —Tienes que aprender a ponerte por encima de todo. Pase lo que pase, haz lo que te beneficie a ti.

—Eso es egoísta.

—Es lo único que te mantendrá viva.

—No quiero que ese hombre muera —repetí. —Aunque diga mi nombre, ¿Cuántas Violet hay en este país?

—Es arriesgado.

—Por favor, déjalo vivir —supliqué una última vez. Seth suspiró mientras apartaba la mirada. —Prométeme que no lo vas a matar.

Volvió su mirada a la mía, y después de que sus ojos azules me analizaran por unos segundos, asintió.

—Te lo prometo.

Con una sonrisa dejé un beso en sus labios.

Rápidamente se levantó animado y se acercó a su maleta.

—Vístete, es hora de pasárselo bien —exclamó con emoción.

—Nos está buscando medio país —reí. —¿No crees que es mejor calmarnos por un día?

—¿Todo tiene que ser saltarse la ley contigo? Me refería a dar una vuelta por el pueblo, tomarnos algo, explorar que hay por aquí ..

—Eso suena bien.

—Pues venga, vístete.

Hice caso a Seth y me dirigí a mi maleta, saqué unos short vaqueros y una blusa blanca y salimos de la habitación de motel.

Decidimos ir a pie hasta el pueblo el cual quedaba a unos cuantos metros del motel, así que en apenas unos pocos minutos nos encontramos con los primeros edificios.

El lugar tenía un ambiente rústico y cálido, con la mayoría de estructuras siendo bonitas casas particulares de madera y alguna que otra tienda entre medias. Paseamos de la mano mientras el frío viento chocaba en nuestros cuerpos por un buen rato, y agradecí esa tranquilidad.

Me di cuenta que después de tantas locuras, apenas habíamos tenido tiempo de ser una pareja normal, y un concepto tan simple como pasear era totalmente desconocido para nosotros.

Llegamos a lo que parecía ser el centro del pueblo, dónde había una pequeña plaza llena de restaurantes, bares, tiendas y gente andando de un lugar a otro.

—¿Te apetece tomar algo? —preguntó entonces.

Asentí convencida y nos sentamos en una de las terrazas.

—¿Qué quieres? —preguntó Seth curioso.

—Una Coca-Cola estará bien. —Seth levantó una ceja con una media sonrisa.

El camarero no tardó en acercarse a nosotros y preguntarnos que queríamos.

—Dos cervezas —respondió Seth antes de que me diera tiempo a reaccionar. El camarero desapareció mientras yo clavaba mi mirada en el moreno. Después de tratar de disimular por varios segundos volvió mi mirada hacia a mi y rió. —No me gusta beber solo —explicó.

—Eres insufrible Seth Ford.

Sorprendentemente, no respondió a mi insulto. Simplemente me observó en silencio fijamente de una manera imposible de describir.

En ese momento me di cuenta de lo expresiva que siempre era su mirada, llena de vida y emociones.

—¿Qué? —Acabé por preguntar. Seth negó incrédulo mientras reía en voz baja.

—Eres mi novia —dijo entonces, sacándome totalmente de juego.

—Eso parece —dije confusa. —¿A que viene eso?

—Parece surrealista. —El camarero nos trajo la cervezas, Seth le dio un trago y siguió explicando. —Hace unos meses ni se me pasaba por la cabeza tener pareja, y mucho menos tú.

—Me odiabas —reí mientras le daba un trago a la cerveza. —No entiendo por qué, soy un cielo.

—Intentaste meterme en la cárcel. —Asentí, tenía un buen punto. —Aún te odio un poco —levanté una ceja mientras me observaba con una sonrisa.

—Se nota —dije irónica.

—¿Sabes dónde puedo demostrarte lo mucho que te odio? —se inclinó hacia adelante, con su mirada fija en la mía. —En la cama. —Sus palabras erizaron mi piel. Volvió a su asiento y me guiñó un ojo, sin poder evitarlo, suspiré ante aquel hombre que iba a acabar por volverme loca.

Por un buen rato nos quedamos allí, hablando y disfrutando de aquella tranquila tarde lo cual era raro en nuestras vidas. Después de un par de cervezas, decidimos irnos.

—Voy a pagar —anunció mientras se acababa la cerveza de un trago. Justo cuando se iba a levantar, se paralizó en su sitio, como si algo hubiese cruzado su mente. Volvió a atrás y su sonrisa maléfica lo decía todo. —¿Quieres ver un truco?

—Nada de líos, es nuestro día libre —lo avisé, asustada de su sonrisa de niño malo.

—Nada de líos —repitió. —Atenta a la puerta. —Me guiñó un ojo y desapareció al entrar por la puerta del bar.

Lo esperé por unos segundos, temiendo lo peor, pero unos segundos después, volvió a salir como si nada. Por el trayecto, su hombro chocó con el de un hombre, de unos cuarenta años.

—Perdone —se disculpó Seth. Dio media vuelta y prosiguió su camino. Hizo una seña con su cabeza así que me levante y me incorporé a su trayecto. Juntos nos alejamos de aquel lugar.

—¿Qué diablos has hecho? —pregunté observando su cara de autosuficiencia. Con esa misma sonrisa, sacó su mano del bolsillo, enseñando una cartera de cuero marrón. Abrí los ojos como platos e instintivamente dirigí mi mirada hacia atrás, observando al hombre con el que se había chocado. —¿Cómo has hecho eso?

—Cosas que aprendes en el orfanato. —Se encogió de hombro mientras guardaba la cartera de nuevo. —A estas alturas se habrá dado cuenta que le falta la cartera y se acordará de mi.

—Eso quiere decir ..

—Corre.

Cogió mi mano y tiró de mi, corriendo fuera de la plaza dónde no pudiera encontrarnos.

Entre risas salimos de aquel lugar calle arriba, perdiéndonos de la multitud y llegando de nuevo a la parte tranquila del pueblo.

—¡Eres de lo peor Seth Ford! —exclamé golpeando su pecho mientras reía.

—¿Te ha gustado el truco? —sacó la cartera y la lanzó al aire entre risas.

—¿Piensas enseñármelo? —di vueltas a su alrededor.

—Ya sabes demasiado, la aprendiz no puede superar al maestro.

—Me lo acabarás enseñando —aseguré.

Soltó una risita y proseguimos nuestro camino a ninguna parte. Continuamos subiendo por aquella calle mientras el Sol se ponía a nuestras espaldas. Tras unos minutos, en lo alto de una colina al final de la calle pudimos ver un enorme edificio aún en construcción.

Seth cambió el rumbo, dirigiéndose hacia el mismo, y cuando estuvimos lo suficientemente cerca, habló.

—Parece abandonado —murmuró mientras observaba la valla que lo separaba de la calle. —¿Te apetece investigar?

—¿Para que quiero ver un edificio en construcción? —reí.

—¿Dónde está tu espíritu aventurero? Puede ser divertido. —Colocó sus manos a la altura de su estómago y se agachó. —Vamos, tu primera.

Le hice caso y coloqué mi pie en su mano. Con la ayuda de su impulso salté la valla. El moreno me siguió segundos después.

Todo el recinto estaba totalmente desierto, así que nos aventuramos por dentro del edificio, el cual simplemente tenía construido el suelo, techos y escaleras de cemento.

Subimos hasta cuatro pisos entre risas, hasta que por fin llegamos a lo alto del edificio.

Era como si el universo entero se hubiera puesto de acuerdo para darnos ese precioso regalo. Se podía ver todo el pueblo, con el Sol poniéndose justo detrás del mismo, dejando un precioso cielo anaranjado el cual observé maravillada al mismo tiempo que un suspiro se escapaba de mi boca.

Seth se adelantó a mi para después dar media vuelta. Su sonrisa lo decía todo, le gustaba el sitio tanto como a mi, y siempre era revitalizante ver esa expresión en su rostro.

Me tendió la mano y la agarré, caminando por el edificio hasta el borde, dónde un pequeño escalón se levantaba del suelo y detrás de él, el vacío. Nos subimos al mismo y observé con la respiración entrecortada el borde, sin duda estábamos mucho más alto de lo que pensábamos.

Se puso delante de mi y caminamos por el borde, con la adrenalina aumentando a cada paso que íbamos. Llegamos hasta lo que parecía un balcón en construcción, dónde unas vigas de hierro sobresalían del edificio. Avanzamos por ella hasta que nos encontramos con la nada.

Dio media vuelta con una sonrisa hasta que nuestros cuerpos se encontraron. Rodeó sus manos por mi cintura mientras admiraba el atardecer detrás de él.

Era curioso como estábamos a cuatro pisos del suelo, de pie junto al vacío y sin embargo no podía pensar en otro sitio en el que pudiera sentirme más segura.

Dimos media vuelta en el sitio, de manera que esta vez el atardecer quedaba a mis espaldas, pero sin embargo, podía seguir viéndolo. El color anaranjado del cielo se reflejaba en los ojos de Seth los cuales me observaban con intensidad, poniéndome más nerviosa que cualquier altura o peligro.

—¿Confías en mi? —dijo en un susurro. Asentí, totalmente sincera con mis emociones.

Su cuerpo se separó del mío y agarró mi mano.

Dio un paso hacia adelante, obligándome a dar uno hacia atrás, y después otro, y otro. Hasta que mis pies no pudieron retroceder más y mis talones se encontraban con el final de la viga.

Con cautela miré hacia abajo, observando la enorme altura.

Cuando volví mi mirada hacia él, una sutil sonrisa surgió en sus labios, y con brusquedad y delicadeza a la vez, colocó su mano en mi pecho, empujándome al vacío.

Mi respiración se entrecortó con un fuerte suspiro, y a medida que la adrenalina se apoderaba de mi cuerpo, la otra mano de Seth sujetó fuertemente la mía, impidiendo que mi cuerpo cayera.

Mis pies seguían en la viga, pero mi cuerpo se encontraba ligeramente inclinado hacía el vacío, de manera que la mano de Seth era lo único que me separaba de la muerte.

Con esa sonrisa macabra y esos ojos profundamente clavados en los míos, me dejó caer un poquito más, provocando que mi cuerpo se inclinara aún más hacia el vacío.

—¿Quieres más? —preguntó entonces.

—Sí —pedí con un hilo de voz.

Su mano volvió a dejarme caer, esta vez mucho más, y los pies se me resbalaron de la viga. Solté un grito cuando pensaba que la gravedad había ganado la batalla, pero la mano de Seth volvió a agarrar la mía.

Mi cuerpo entero se encontraba suspendido en el aire mientras el moreno me sujetaba tumbado en la viga.

Miré hacia abajo y mi corazón dio un vuelco, pero sin embargo reí. Y reí aún más cuando miré hacia arriba y me encontré a Seth, riendo también.

Después de unos segundos volvió a subirme, y nuestros labios se encontraron tan pronto como mis pies tocaron suelo firme.

Después de unos instantes se alejó con una sonrisa por dónde habíamos venido.

Salimos de la viga y volvimos al piso superior, dónde Seth se tiró al suelo.

Hice lo mismo y me acurruqué a su lado bajo el manto del atardecer y el silencio.

Y así nos mantuvimos por unos minutos, totalmente en silencio, observando el precioso cielo que aún brillaba sobre nosotros.

—¿Sabes? —su voz interrumpió el momento de harmonía. —Esta semana a tu lado han sido los mejores días de mi vida. —Mi corazón se aceleró simplemente con sus palabras. —Y no lo digo por cumplir, nunca en mi vida me he sentido tan lleno, tan libre, tan feliz como a tu lado. —Noté su cabeza moverse, así que hice lo mismo, sus ojos pronto me observaron con esa intensidad tan característica en él. —Jamás pensé que todo lo que necesitaba en la vida eres tú. —Su mano se dirigió a mi mejilla. —Te amo, Violet Grace.

Sin poder evitarlo, una sonrisa invadió mi rostro. Dirigí mi mano hacia su cuello y transformé mis amor por él en un profundo beso lleno de energía.

Sus labios sabían cada vez mejor, al igual que su lengua, la cual se había convertido en droga para mi sistema. Su mano se colocó en mi cadera, acabando con el espacio que nos separaba, y el beso se intensificó. Su boca devoraba la mía mientras sus dedos se aventuraban por mis caderas, produciéndome descargas eléctricas por todo mi cuerpo.

Las hormonas actuaron por mi, y llevé mis manos hacia su camiseta, tirando de ella. Seth no tardó en deshacerse de ella y tirarla a algún rincón del edificio, dejando así vía libre para que nuestros besos se encontraran de nuevo. Sus manos imitaron mi acción, y se deshizo de mi blusa en segundos.

Su cuerpo entonces giró, colocándose sobre el mío, haciéndose espacio entre mis piernas mientras sus dedos recorrían un camino de mi cuello hasta mi ombligo, pasando por mi escote.

Llevé mis manos a su espalda mientras que él, de alguna manera, me quitaba el sujetador, dejándome totalmente expuesta.

Aunque su tacto comenzaba a quemar y mi respiración a entrecortarse, el deseo de mi cuerpo contra el suyo y el sonido de sus suave jadeos lograban de alguna manera tranquilizarme.

Su boca entonces bajó por mi cuello, pasando por mi clavícula hasta llegar a mis pechos, dónde gemí al notar su lengua encontrarse con uno de mis pezones. Después de juguetear con el mismo por unos instantes, dejó un suave mordisco y siguió bajando por mi barriga, hasta llegar a mi ombligo.

Entonces se arrodilló delante de mi, con la mirada pidiéndome permiso.

Asentí y llevó sus manos a mis shorts. No tardó en arrancármelos, al igual que los suyos. Un prominente bulto se hacía ver en sus boxers negros.

Su cuerpo volvió a colocarse sobre el mío, y con una voz aterciopelada, susurró.

—¿Quieres seguir con esto? —Jadeé un sí y no tardó en bajarme las bragas.

Mi corazón se aceleró al instante. Cerré los ojos inmediatamente mientras el miedo inundaba mi sistema de nuevo.

Pude notar como se quitaba los boxers, y de un momento a otro, pude notar la cabeza de su miembro en las puertas de mi sexo.

Mi cuerpo comenzó a temblar mientras las lágrimas se concentraban en mis ojos. Una vez más y sin poder remediarlo, mi mente voló a mi infancia, a unos momentos que tan desesperadamente trataba de olvidar.

—Abre los ojos. —Me ordenó Seth.

Hice lo que me pedía, y su mirada me calmó al instante.

—Quiero que me mires. —Pidió. —No voy a hacer nada que no quieras.

Asentí nerviosamente y se acercó más a mi.

Con su mirada clavada en la mía, pude ver su rostro lleno de placer mientras se adentraba en mí.

Luché contra mis demonios desesperadamente, clavando mis uñas en la espalda mientras notaba a Seth cada vez mas dentro de mi.

Sentí su miembro empujar mis paredes lentamente hasta que ya no hubo más espacio, llenándome de placer cada vez más.

Una vez dentro, soltó un fuerte gemido el cual actuó como música para mis oídos, y juntó su frente con la mía, mientras se preparaba para la primera embestida.

A medida que entraba y salía de mi, el miedo desaparecía, siendo sustituido así por puro placer.

Nuestros alientos se fusionaban por los jadeos emitidos por ambos a medida que aumentaba la velocidad y fuerza de sus embestidas, haciéndome rodar los ojos en varias ocasiones por el enorme placer.

Para su sorpresa, hice que nuestros cuerpos rodaran en el suelo, quedando esta vez yo encima suyo. Bajo su atenta y curiosa mirada, tomé el control de la situación, y comencé a mover mis caderas hacia arriba y abajo, sintiendo cada centímetro de su miembro llenarme completamente.

Coloqué mis manos en su pecho mientras observaba su rostro, lleno de placer el cual conseguía ponerme a cien, y él llevo sus manos a mis pechos mientras yo seguía mis movimientos.

Eché mi cuerpo hacia adelante, juntando nuestros labios mientras seguía moviéndome sobre él. Sus manos volaron entonces a mi culo, acompañando mis movimientos y obligándome a subir la intensidad de la misma.

Un sonido entonces llamó mi atención. Mi corazón se congeló al escuchar sirenas de policía a nuestro alrededor, e instintivamente paré mis movimientos.

—No —jadeó Seth. —No pares ahora —pidió mientras sus manos agarraban mi culo con más fuerza, obligándome a moverme.

—La policía. —Traté de explicar entre gemidos.

—No saben dónde estamos, no van a encontrarnos.

Sus manos seguían haciendo su trabajo, cada vez con más rapidez y violencia, acompañando cada uno de mis movimientos. Noté los jadeos de Seth aumentar, inundando el silencioso lugar.

Un fuerte fuego comenzó en mi estómago, bajando por el mismo hasta llegar a mi sexo. Ambos soltamos un fuerte gemido casi a la vez, los cuales resonaron por todo el edificio.

Y así, ambos llegamos al éxtasis, acompañados del atardecer y decenas de sirenas de policía resonando a nuestro alrededor.

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