Pick Me (Justin Bieber y Tú)

By jbinmybackpack

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Tres hermanos. Misma cara. Aspecto totalmente diferente. Un nerd, un deportista y un problemático. Cada uno a... More

Pick Me (Justin Bieber y Tú)
Capítulo 1: ¿Quieres apostar?
Capítulo 2: Me caes bien aunque seas idiota
Capítulo 3: Déjame un buen recuerdo
Capítulo 4: Estoy harto de contenerme contigo
Capítulo 5: El pequeño incordio te encanta
Capítulo 6: Te dije que habría consecuencias
Capítulo 7: Necesito respuestas
Capítulo 8: Estoy tratando de arreglar las cosas
Capítulo 9: No juegues con fuego
Capítulo 10: Ya me estoy quemando y no me importa
Capítulo 11: No te metas en lo que es mío
Capítulo 12: Seré mejor que él
Aviso de Maratón
Capítulo 13: Jamás Debí Elegirte
Capítulo 14: No tener miedo a morir es peligroso
Capítulo 15: No quiero que duela
Capítulo 16: De entre todas las opciones que tenías, me elegiste a mí
Capítulo 17: Seré tu más fiel aliado
Capítulo 18: Tenemos que acabar con esto
Capítulo 19: Es y siempre ha sido él
Capítulo 20: Tiene sus días contados
ALERTA FANTASMAS!
Capítulo 22: ¡Una relación es de dos!
Capítulo 23: Esto no va a acabar aquí
Capítulo 24: Adónde vayas tú, voy yo contigo
Capítulo 25: No te voy a soltar
Capítulo 26: Viviendo un sueño
Capítulo 27: Son muy sospechosos
Capítulo 28: Ponme el anillo
Capítulo 29: Todos bajo mi mano
Capítulo 30: Pelearemos juntos hasta el final

Capítulo 21: Eres mi estrella

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By jbinmybackpack

Narra ____

Había pasado un mes desde que me habían apuñalado. Una semana desde que estaba en casa. Sin embargo ninguno de los trillizos me permitía salir o hacer alguna clase de esfuerzo. Ellos se habían hecho cargo de mí y suponía que de alguna manera, de ayudarse entre ellos.

Una vez más, estaba aislada de sus asuntos. No me enteraba de nada de lo que planeaban. Estaban al mando de todo y tampoco habían permitido a Pattie volver a Stratford.

Justin estaba como loco empeñado en volver a quedarse solo para pensar en como debía actuar en su situación y era horrible ver como cada vez se abría una brecha más y más grande entre nosotros.

Afortunadamente, Lesley si había podido venir a verme para hacerme compañía mientras la ponía al día con todo lo que sucedió. No quise preocuparle mientras estuve en el hospital pero una vez que le enseñé mi cicatriz me dio una mirada de horror y reproche. Ella había pasado a detestar a los trillizos de una manera extraña aunque yo sospecha que se trataba más de temor que de odio.

Mi mejor amiga trataba de esquivar a Derek cada vez que venía a la casa pero yo sabía que ella seguía deseando estar con él … Sólo que en circunstancias diferentes.

En ese momento estaba tumbada en el sofá con Derek viendo algo de televisión aunque realmente no le prestaba atención. Jesse seguramente andaría por la biblioteca o su habitación leyendo algún libro, al igual que había estado haciendo yo hasta hacía un rato …

No podía dejar de mirar el reloj colgado en la pared. Las diez menos veinticinco de la noche. Veía las agujas avanzar y en mi mente circulaban distintos escenarios sobre lo que estaría haciendo Justin. Ninguno se sentía lo suficientemente realista.

Volví a mirar el libro sobre mis manos y repasé la cita que había escrito la autora: “SER PROFUNDAMENTE AMADO POR ALGUIEN TE DA FUERZAS, MIENTRAS QUE AMAR A ALGUIEN PROFUNDAMENTE TE DA CORAJE. LAO TZU”

Escuché la puerta principal abrirse y cerrarse rápidamente. Acto reflejo solté el libro de mis manos, me levanté y fui todo lo rápido que pude hasta la entrada de la casa. Escuché un risita burlona por parte de Derek ante mi reacción pero lo ignoré.

Justin se estaba quitando un suéter para dejarlo en el perchero quedándose con una camisa interior de tirantes.

Sólo por su postura y su cabeza gacha, supe que no estaba de ánimo. Me coloqué detrás de él y toqué su hombro. Se giró tranquilamente y me miró a los ojos. Se le veía realmente cansado y ojeroso.

Alcé la mano para acariciar su mejilla y obtuve un suave y corto beso en los labios.

-Voy a dormir – anunció con pesadez.

-¿No tienes hambre? – incliné la cabeza un poco para observarlo bien.

-No importa … No tengo ganas de nada.

Dicho aquello empezó a subir por las escaleras en dirección a nuestra habitación. Me mordí el labio pensando en que podía hacer por él. Llevaba tiempo durmiendo poco y comiendo de mala manera.

Sin premeditar demasiado, me dirigí a la cocina a preparar algo de cenar a mi chico. Miré a las alacenas en busca de cosas que pudiese utilizar y finalmente encontré uno de esos sobres para hacer sopa.

Mi madre hubiera puesto el grito en el cielo porque comiera algo de aquello. Sonreí con algo de nostalgia mientras una lágrima discurría por mi mejilla. No te dio tiempo a enseñarme a cocinar muchas cosas, mamá.

Recordé también como mi padre solía ayudarla en la cocina cortando verduras o batiendo cosas. Yo ponía la mesa con energía alegre de colaborar con ellos dos. Éramos una familia unida. Y ahora estoy sola dije mentalmente. Sentí mis ojos picar así que me controlé mientras preparaba el agua hirviendo y una vez que estuvo la cena lista fui a servirle un plato tanto a Derek en el salón como a Jesse en la biblioteca – que también hacía de estudio –.

Ambos me lo agradecieron con una sonrisa amable. Hacía tiempo que alguien no cocinaba, si aquello se llamaba cocinar, en la casa. Nos la pasábamos pidiendo comida para llevar, o en restaurantes o a base de bocadillos. Éramos adolescentes …

Subí poco a poco con una bandeja entre mis manos. La cuchara tintineaba con el movimiento y me estaba poniendo de los nervios. La puerta estaba cerrada así que tuve que abrir maniobrando con el codo y empujar con el pie.

Me encontré con Justin tumbado boca arriba, en boxers y con un brazo sobre sus ojos. En cuanto escuchó ruido se incorporó y me miró con los ojos bien abiertos.

-Tienes que comer – le recordé como a un niño pequeño.

-No tenías porqué molestarte – dijo rascándose la nuca mientras me acomodaba a su lado en la cama. Justin tomó la bandeja para ayudarme y sonrió levemente al ver la comida –. ¿Le has puesto letras y números?

-Sí – me reí –. En lugar de fideos encontré esto y me apeteció echar esa clase de pasta para recordar viejos tiempos.

Dejamos la bandeja entre nosotros en la cama. Los dos nos habíamos cruzado de piernas y estábamos frente a frente. Cogí la cuchara para coger algo de sopa y la llevé a su boca. Sin protestar mucho, a pesar de que se le notaba algo incómodo por darle de comer, abrió la boca y tragó el sabroso líquido.

-Está rico – comentó.

-Normal, es de sobre – me burlé.

Seguimos comiendo, por cada dos cucharadas que le daba a él yo comía una. Finalmente incluso pareció feliz con que le estuviera prestando aquella clase de atención. Era como un niño … Protestón pero en realidad adorando el cariño que se le daba. De todos modos seguía algo tenso por todos los problemas que debía asumir como un hombre.

Me levanté del colchón tras dejar la cuchara en el plato y miré sus ojitos iluminados preguntándose adónde me dirigía. Sonreí con ternura e hinqué una rodilla en la cama para darle un pequeño beso en su mejilla.

-Vuelvo en nada. Voy al baño – le anuncié.

Mi mente empezó a trabajar en el momento en que me encerré en el cuarto de baño. Fui corriendo a la bañera y abrí el grifo para que empezara a acumularse agua tibia. Agregué unas sales y jabón para que empezara a hacer espuma y me dirigí al mueble corriendo. Di gracias de que Justin decidiera pasarse a mi dormitorio en lugar de pedirme que me trasladara yo al suyo para dormir juntos. Muchas veces tendía a prepararme largos baños relajantes con velas y pensé que compartir uno con él lo haría sentirse mejor.

Con unas cerillas encendí cinco velas de vainilla y las distribuí por el cuarto de baño para que tuviéramos una agradable iluminación. Justo cuando iba a cerrar el grifo de la bañera, se abrió la puerta revelando a un Justin bastante curioso. Me crucé de brazos indignada porque no me esperase.

-Tardabas mucho y te escuchaba hacer ruido – se encogió de hombros. Luego miró tras de mí –. El agua se va a salir – advirtió.

Enseguida me giré y apagué el paso de agua. La espuma blanca había subido y el ambiente estaba aromatizado de una forma muy agradable.

-¿Te bañas conmigo? – pregunté con inocencia.

Justin sonrió, no con picardía, sino agradecido. Se acercó a mí y me dio un beso en la sien colocando sus manos en mis caderas. Empezó a subir la camiseta suya que llevaba y me desquitó de ella dejándome solamente en mis braguitas.

Miré hacia abajo para localizar la cicatriz en mi abdomen a causa de la puñalada que me dieron. Me daba algo de vergüenza que él la viera porque aunque no hubiera dicho nada, aquella herida hacia que me viera un poco horrible. Era muy visible y algo llamativa. Aquella era la primera vez que permitía que él me viera desnuda y estaba realmente insegura, como nunca antes lo había estado.

Sentí unas manos agarrar mis mejillas y alzar mi cara. Justin me dio una de sus grandes miradas significativas y me besó deleitándome con su delicadeza.

-Sigues siendo perfecta – susurró sobre mis labios sabiendo en que pensaba.

Lo miré con lágrimas acumuladas en mis ojos y él sonrió de forma tranquilizadora. Nos deshicimos de lo que nos restaba de ropa y luego entramos en la bañera.

-Ven conmigo – le pedí abriendo mis brazos.

Justin torció los labios y se dio la vuelta para colocarse de espaldas a mí. Apoyó ligeramente su cuerpo en mí – a pesar de que su peso no se notaba en el agua – y empezó a acariciar mis piernas. Hice lo mismo deslizando mis dedos por sus hombros y jugando con la espuma en su piel.

-¿Cómo te ha ido el día? – preguntó apoyando su nuca en mi hombro.

-Bien – me encogí con simpleza –. Estuve viendo la tele con Derek y jugué a las cartas con los dos. Son pésimos, les he dado una paliza – me burlé.

-Qué me vas a contar … – lo sentí sonreír –. ¿Qué viste en la tele?

-Una película. No recuerdo como se llamaba … – me quedé pensando. Notaba que Justin trataba de llevar la conversación lo más simple posible –. Creo que era “Atrápame si puedes”. Ha sido graciosa – respondí jugueteando con su pelo. Se quedó totalmente en silencio aunque sabía que no dormía porque seguía acariciando mis piernas –. ¿Quieres hablar de algo? – ofrecí.

-¿De qué? – se hizo el despistado.

-Te veo preocupado. Decaído. Cansado e incluso triste. Estoy tratando de que te sientas mejor … Quizá hablar te vaya bien.

-Disfruto estando contigo, cariño – susurró –. Esto es perfecto, lo prometo.

-Justin – advertí.

-Las cosas no están saliendo como nosotros esperábamos. Como siempre hay más dificultades … Pero lo solucionaremos, así que tranquila – respondió con palabras aceleradas.

-Eres tú el que tiene que tranquilizarse, bebé – le dije con paciencia –. Por eso estamos aquí.

-Tengo miedo por mi familia y por ti, ____ – siseó –. Más por ti que por nadie porque tienes más ojos puestos que los demás.

Nunca había oído a Justin decir que tenía miedo. Pocas veces habría podido realmente demostrarlo en su cara. Sabía controlarse perfectamente pero ahí estaba él admitiendo que algo le atemorizaba. Y era por mí. Daba la impresión de que jamás se preocupaba por sí mismo. Así había sido educado por su padre, él iba lo último en ese negocio.

-No quiero perderte de ninguna manera – prosiguió ante mi silencio. Por supuesto, él seguía esperando a que lo dejara por hartarme de su peligrosa vida.

Me puse de pie en la bañera y salí para volver a entrar colocándome delante de él, cara a cara. Por supuesto no había esperado aquel movimiento. Me puse a horcajadas sobre su cuerpo, sin importarme la dureza que había entre sus piernas, y tomé sus mejillas para jurarle lo siguiente:

-Tú y yo podemos con todo. Juntos, Justin. Juntos.

Sus manos se colocaron en mis caderas para sostenerme mientras me miraba a los ojos para creerse lo que le había dicho. Contemplé su rostro lleno de perfección para mí. Podía ser un chico normal para algunos. Para mí él podría ser la octava maravilla de mundo. Sus ojos mieles estaba segura de que decían lo mismo que los míos. Había deseo y necesidad del uno al otro.

-No sigas alejándote de mí – susurré antes de inclinarme sobre sus labios.

Un instante después me apretó contra sí y nos fundimos en un apasionado beso. No tardé en unir nuestros cuerpos de forma distinta para desatar toda la tensión formada y declarar con nuestras caricias el amor que nos teníamos.

Sus manos por todas partes en mi cuerpo, mis dedos deleitándose del suave pero duro tacto de su piel, el agua multiplicando las sensaciones, el ambiente perfumado a vainilla y un montón de promesas en forma de susurros entre jadeos. No dejé ni un segundo de mirar sus ojos entrecerrados por el placer. Justin ni una vez soltó mi mirada. Sus labios delirando entre mis labios cuando me besaba.

Todo aquello fue la declaración de que unidos éramos más fuertes … Nada nos podría detener.

* * *

Estaba en la cama leyendo un libro de poemas. Extrañamente, me había despertado pronto y sin hambre, así que en cuanto abrí los ojos cogí el primer libro que pillé en mi mesita de noche. Justin seguía durmiendo a mi lado soltando sonoras respiraciones por su boca entreabierta. Verlo de aquella manera, con todo su pelo revuelto, era un espectáculo que jamás me hubiera podido cansar de ver durante mi vida entera.

Leía y lo controlaba intermitentemente. Me sorprendí al girarme y verlo contemplarme con una sonrisa ladeada en sus labios. No se había movido de su posición apoyado en la almohada y estaba adorable con sus ojos brillosos por el sueño.

-Te ves linda mientras lees – dijo con voz ronca. Me sonrojé y sacudí la cabeza para que mi pelo ocultara el rubor de mis mejillas. Él lo supo y rió por lo bajo –. ¿Me lees algo?

-¿Eh? – lo volví a mirar extrañada.

-No me mires como si tuviera tres cabezas. Quiero escucharte leer – se burló acercándose a mí.

Negué con la cabeza con humor mientras Justin pasaba un brazo por encima de mi estómago y colocaba el otro de almohada bajo mi cuello para estar cerca de mí y observar lo que leía. Pasé una página y me encontré con un poema que jamás había visto.

No puedo tocar a mi estrella.

Sin embargo la siento. Me calienta.

Es imposible alcanzarla.

Y aunque sepa que no es para mí,

no puedo evitar quererla.

Es luz, es brillo, es mi musa

Es mi vida entera.

Por que por ella sigo cada día en esta tierra.

Es hermosa, es mi guía

Es la paz que me serena

Y la chispa que me mantiene alerta.

Es mi amor,

el sol que precede a una noche eterna ...

Y que me aterra”

Leí en voz alta de forma pausada mientras Justin me escuchaba con su cara escondida en el hueco de mi cuello.

-Otra vez – pidió dando un suave beso sobre mi fina piel.

Extrañada cumplí leyéndole una vez más. Al terminarlo repitió su petición. Lo recité para él varias veces sin quejarme porque realmente me había gustado el mensaje de ese poema y cada vez lo entendía mejor.

El final me impactaba … Era el temor del autor a que esa estrella, la persona que amaba, desapareciera dejándolo solo en la oscuridad. Cierto tono me parecía que lamentaba saber que aquello acabaría sucediendo y sin saber porqué, esa sensación me inquietaba.

A la sexta o séptima ocasión de repetirlo, Justin se separó y cogió mi mentón entre sus dedos antes de inclinarme para darme un casto beso en los labios.

-Tu eres mi estrella. Exacta a la que se describe.

Y ahí, perdí todo mi aliento. Me quedé mirándolo a los ojos mientras él me aguantaba la mirada e iba a decir algo cuando de repente tocaron a la puerta. Nos giramos hacia donde vino el estímulo y Justin enseguida tomó la sábana para tapar un poco más mi cuerpo medio desnudo.

Dimos permiso de abrir y allí se asomó el inconfundible Jesse.

-Mason ha venido a buscarte, Drew – anunció con sequedad.

Justin asintió y enseguida desapareció la cabellera del que solía ser mi mejor amigo en el mundo. Suspiré cuando se fue y me quedé pensando en como demonios iba a rehacer mi amistad con él o si eso era posible.

Sentí el peso a mi lado desaparecer cuando mi chico se levantó y empezó a vestirse. Siempre era entretenido ver su apretado trasero en boxers mientras se movía por el dormitorio. Obviamente su estado de humor había cambiado totalmente en cuanto Jesse había interrumpido por su comunicado.

Me levanté yo también de la cama y lo perseguí por detrás. Tras echarse algo de desodorante se giró y se topó conmigo sobresaltado por lo silenciosa que había sido. Solté una risita por lo bajo y me puse de puntillas para darle un beso en sus carnosos labios.

Justin aflojó la tensión en sus hombros y me rodeó por los hombros para llevarme a su pecho desnudo apoyando su barbilla en mi cabeza. Con picardía, y sabiendo que le haría gracia y lo distraería de la seriedad de su situación, pasé mis manos por su espalda y bajé hasta su culo. Enseguida noté la vibración de su risa en su pecho. Contenta, alcé la cara y lo vi mordiéndose el labio.

-Chica mala – susurró cerca de mis labios. Arqueé una ceja y apreté sus glúteos en mis manos por lo que se sorprendió y sacudió la cabeza –. Mi chica muy, muy mala – rectificó bromeando.

* * *

Merendaba en la cocina unas sosas galletas mientras miraba la ventana como si viajara a otro mundo. Di un trago de café y de repente tuve unas manos tapando mis ojos con suavidad. Dejé la taza en la barra de desayuno y sonreí mientras relajaba mis hombros.

-Veamos quien puede ser … Justin se ha ido hace rato, Jesse no me soporta y dudo mucho que un desconocido haya entrado aquí, Derek – hice la silla girar sobre su eje y sonreí al verlo.

-Odio tu lógica – rodó los ojos y reí volviendo a prestar atención a mis galletas –. ¿Cómo estás? – me preguntó.

-Bien – me encogí de hombros. Él alzó las cejas incrédulo –. En serio, no me puedo quejar – insistí –. ¿Qué hay de ti?

-Bien … bien. Aburrido – acabó bufando. Empezó a rascarse el brazo. Era un hábito que tenía al ponerse nervioso –. ¿Qué sabes de Lesley?

Torcí el gesto por su interés. Yo sabía que él no se iba a rendir con ella tan fácilmente pero no podía mentirle.

-Está asustada – empecé –. Puede que sea la menos indicada para decirte esto pero creo que lo mejor que puedes hacer por ella ahora es alejarte y no meterla en lo mismo que estoy yo – Derek se apoyó en la barra tirando de su pelo hacia atrás –. Lo siento, Derek, pero escucha – puse una mano en su hombro para llamar su atención –, yo me encargaré de que volváis a estar juntos. Sólo dale su espacio por ahora.

-Yo no soy Justin, ¿sabes? – me miró con algo de mal humor.

-Pero corres el mismo peligro que él – rebatí.

-Sólo no quiero que se vaya con otro, ¿lo entiendes? Ella me gusta, maldita sea … – se incorporó con frustración y se fue.

Justo al salir entró otra imagen muy similar. Jesse, con su adorable cabello largo y sus gafas, se puso frente a mí en el mismo sitio que había estado ocupando su hermano hacía unos instantes. Dejó una rosa blanca del jardín en la barra de desayuno y la acercó a mí con una sonrisa tímida.

Mirando la flor empecé a recordar la primera vez que él me había hecho un regalo igual hacía cuatro años:

-Odio San Valentín – me quejé mientras caminaba al lado de Jesse.

Habíamos parado en un centro comercial para comprar un regalo para una de mis amigas y todo estaba lleno de corazones, peluches y golosinas. Todo rojo y rosa. Música romántica. Parejas aprovechando para besuquearse en la calle en cualquier momento. Puag. Podía empezar a potar un arcoiris por culpa de respirar tanto amor de los demás.

-Eso es porque no tienes pareja, envidiosa – me picó mi mejor amigo.

-Idiota – me hice la indignada mirando a otro lado.

-Mira, voy a hacer que odies un poquito menos este día – dijo abrazándome por los hombros y haciendo caso omiso de mi actuación.

Entonces se detuvo en una de las floristerías del centro comercial y cogió una rosa blanca. Lo miré con una ceja arqueada y Jesse sonrió de aquella dulce manera que me encantaba y siempre me contagiaba. Pagó a la señora responsable de la tienda y se giró a mí para extenderme la flor.

-Blanca porque somos amigos, y bueno, no te enfades conmigo. Haya paz – me guiñó.

-Los amigos no se regalan flores, ¿o sí? – fruncí el ceño riéndome un poco.

-Es que yo te quiero mucho – se encogió de hombros como si nada.

-Aww – salté a sus brazos y lo abracé con cariño –. Eres el mejor amigo del mundo, Jesse.

Seguí mirando la rosa blanca frente a mí y sonreí con algunas lágrimas contenidas en mis ojos. Después de aquella ocasión, me había dado más flores blancas de nuestro jardín o que encontrase por la calle. Siempre cuando menos lo esperaba encontraba un rosa blanca. Le encantaba hacerme sonreír con aquello. Era un pequeño gesto que significaba mucho para mí y me demostraba cuan importante era yo para él.

-¿Paz y amistad? – pregunté parpadeando varias veces para secar las lágrimas en mis ojos. Seguí sin alzar la vista de la flor para que no viera mi cara descompuesta.

-Sólo paz – contestó. Y frente a mí apareció otra preciosa rosa roja bastante abierta –. Sabes el significado del rojo.

Amor, deseo ... Mucho más que amistad. Me dijo mi subconsciente.

-Jesse …

-Si no quieres para Lesley lo que estás viviendo, sabes que acabarás terminando tu relación con Drew.

Cogí las flores entre mis manos para olerlas y me encogí de hombros sin querer discutir con él en ese momento. Tampoco es que supiera bien que decir en aquella situación.

-Genial – escuché una voz sarcástica detrás de mí.

Me giré inmediatamente viendo a Justin irse hacia las escaleras. Mierda.

Salté de la silla y corrí escaleras arriba a por mi novio. Lo alcancé justo cuando llegaba a la puerta de su habitación – extraño porque solíamos estar en la mía, había pasado a ser nuestra – y me dio con la puerta en las narices.

Parpadeé varias veces atónita frente a la puerta cerrada a dos centímetros de mí y abrí de golpe cabreada.

-¿Se puede saber qué te pasa? – pregunté al entrar.

-¿Vas a dejarme por él? – lanzó en respuesta desde el centro de su habitación.

-¿Qué?

-Aún sujetas sus flores – señaló mi mano.

Miré mi mano derecha y … efectivamente. Ni me había dado cuenta con la prisa. Me acerqué hacia donde estaba situado y dejé las flores en el escritorio por el camino. Iba a hablar pero no me dejó.

-Si tan harta estás de la vida que te estoy dando, ¿qué demonios estás esperando, Queen? Eres más inteligente que esto. Déjame – me incitó con prepotencia.

-¿Es lo que quieres? – me crucé de brazos enfrentando su mirada seria. Hacía tanto que había dejado de intimidarme –. Si no me quieres contigo, ¿por qué no eres tú el que acaba con todo?

-Porque no – respondió tajante. Arqueé una ceja por su patética respuesta –. Mira, no tengo tiempo para estas tonterías – se dio la vuelta y se quitó la camiseta –. Tú querías participar, ser mi aliada contra Natalie, ¿no? – me recordó con un tono petulante.

-Me ofendería si me dejaras atrás en ello.

-Bien – cogió algo de un cajón y me lo lanzó con un giro. Lo cogí sobresaltada viendo el arma cuando llego a mis manos –. Prepárate. Esta noche voy al Círculo y tú te vienes conmigo. 

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Chan chan chan chan!!! Capítulo nuevo en menos de una semana, please un aplauso para mí LOL. Y este cap es más largo. Y oh Dios, acabo de escribir el final y estoy deseando ponerme con el siguiente capítulo :D 

Ha sido un capítulo bonito, ¿eh? Justin ha estado super mono, lástima que se pifia al final, y Jesse ya no esconde lo que siente y ASDFGHJKLÑ  vais a morir con lo que viene jajaja

¿Cuál ha sido vuestra parte preferida? La mía es cuando están recién levantados por la mañana :) 

Otra cosa ... Si te encanta esta novela y quieres que te dedique un capítulo porque nunca lo he hecho, coméntame y voy apuntando para los próximos.

NO OLVIDES DARLE A LA ESTRELLITA PARA VOTAR. ESPERO 50 VOTOS HASTA EL PRÓXIMO CAPÍTULO. 

LOVE YOU, MIRIAM <3

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