El chico llamado LANCE - Klan...

By ShargyD

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Ha pasado un año desde que los padres de Keith murieron. Shiro, su mejor amigo de infancia y de quien secreta... More

Capítulo 1 -¡Comenzando la fricción!
Fragmento CERO - Break
Capítulo 2 -El secreto de Keith
Capítulo 3 - Lazos
Capítulo 4 -Imanes
Capítulo 5 - Conexión
Fragmento UNO - Storm
Capítulo 6 - Nudos
Capítulo 7 - Autodestrucción
Capítulo 8 - Bienvenido a mi corazón
Capítulo 9 - Intermedio
Fragmento DOS - Lost
Capítulo 10 - Mi mar [cumpleaños]
Capítulo 11 - Autocontrol
Capítulo 12 - Indecisión
Capítulo 13 - Remordimiento
Fragmento TRES - Skemmtun
Capítulo 14 - Confusión (parte dos)
Capítulo 15 -
Capítulo 16 - Colores
Fragmento CUATRO - Confessione d'amore
Capítulo 17 - Miradas
Capítulo 18 - Falacia
Capítulo 19 - Realidad
Capítulo 20 - Condena
Capítulo 21 - Consciencia
Capítulo 22 - Mi estrella
Fragmento CINCO - Virhe ja vika
Fragmento SEIS - Monster
Capítulo 23 - Humano
Capítulo 24 - Te amo
Capítulo 25 - Calma
Capítulo 26 - Efecto mariposa
Capítulo 27 - Consentimiento
Fragmento SIETE - Keith Kogane
Capítulo 28 - Mi verano
Capítulo 29 - Bashert

Capítulo 14 - Confusión (parte uno)

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By ShargyD

"¿Alguna vez has experimentado esa sensación de no saber qué es lo que realmente quieres?, una sensación de vacío e inseguridad, que, por más que intentas llenar, es imposible. La confusión juega contigo, con tu cabeza, te hace dudar de hasta la más simple de las cosas si le dejas pasar para que no puedas percatarte que, lo que realmente necesitas, está ahí, frente a ti." 

Keith observaba a través del vidrio del refrigerador los diferentes alimentos que se encontraban ahí, ¿qué sería bueno desayunar? Era la preguntaba que rondaba por su cabeza, tenía tanta hambre que apenas y podía ser capaz de pensar coherentemente. Ya que, por si no se había notado antes, un Keith mal alimentado era una bestia agresiva carente de paciencia. Por otro lado, mientras el chico de cabello oscuro decidía, el cubano se encontraba golpeando los dedos contra el mostrador, desesperado e intrigado por el letrero neón colgado encima del estante de los cigarrillos. Llevaba un mensaje de "welcome", acompañado de una carita feliz que guiñaba cada que el encendido de las luces se alternaba.

Lance giró la cabeza en dirección a Keith, aparentemente aún se encontraba en disputa con su decisión, torcía la boca y se sobaba la barbilla como si de esa manera la respuesta le llegara mágicamente. El moreno sonrió, a pesar de haber tenido una mañana agitada corriendo desde las afueras de la ciudad hasta el departamento de Matt –quien ya no se encontraba ahí, por alguna razón- por las pertenencias de Keith y después a la universidad con apenas veinte minutos libres, su mejor amigo lucía bien, como todas las mañanas. Muy probablemente el mulato se había quedado observando durante un buen rato de manera descarada a su mejor amigo, pues la cajera que se encontraba en presencia de Lance había carraspeado la garganta para llamarle la atención, provocando que Lance mirará hacia otro lado casi de inmediato, avergonzado.

Keith finalmente se acercó, colocando los productos que llevaría para su consumo sobre la mesa al lado de la caja registradora.

—Son cincuenta y dos con noventa, ¿desea redondear? —cuestionó la mujer de mediana edad con la voz más amarga del mundo, según Keith. El azabache asintió amablemente, llevando la atención a su mochila para sacar el efectivo. Lance notó como una mirada estaba sobre él, dándose cuenta que aún era vigilado con una extraña mirada de sospecha, exaltándose.

—Te espero afuera —dijo antes de salir intimidado al exterior de la tienda. Apoyó la espalda y la planta de su pie derecho sobre la pared con pintura desgastada del local, mientras pensaba en la extraña actitud de aquella vieja mujer—. Ni siquiera hice nada raro —soltó al aire, torciendo la boca. Realmente no había hecho nada, ¿verdad?

—Gracias por esperar —dijo Keith después de haber salido de la tienda, con una expresión que llevaba escrito "traidor" en todo el rostro. El moreno observó curioso la bolsa plástica transparente que Keith llevaba en la mano.

—¿Café frío y coca-cola?, ¿las beberás al mismo tiempo? —Lance hizo una expresión de disgusto, sacando la lengua y encogiendo su cuerpo antes de enderezarse para ir al costado de su mejor amigo—, ¡Ew, Keith!

Cuando el azabache escuchó aquella aberración, imitó la expresión de Lance, mostrando la lengua de manera torpe y divertida—. Lance, no, eso es asqueroso —El moreno guardó silencio, no recordaba haber sido capaz de verle la lengua a Keith desde que lo había conocido. Y, honestamente, era linda, rosada, pequeña, fina y puntiaguda. ¿Se sentiría igual de fina a como se veía? De repente, Lance se había perdido en sus pensamientos sobre los diversos usos de las lenguas pequeñas.

—¿Lance? —Keith frunció el ceño, arrugando la nariz al ver que su mejor amigo no había respondido a lo primero que había dicho—, Lance, ¿estás escuchándome?

—¡Sí!, ¡No!, digo... —El castaño se alteró, comenzando a percibir un leve calor en sus mejillas al haber sido descubierto in fraganti con uno de los pensamientos más vagos y estúpidos del día: la lengua de Keith—. Lo siento, es que... ¿has visto tu lengua? Es muy pequeña para un chico y tierna, para alguien como tú —Se defendió de forma casi inmediata, soltando cada cosa que se le venía a la mente sin filtrarla. Porque cuando Lance estaba nervioso, no era capaz de filtrar las idioteces que salían de su boca.

—¿Qué tiene de malo que un chico como yo, tenga la lengua pequeña? —preguntó Keith, claramente indignado. Él era consciente de que su lengua era pequeña, no tenían que venir a recordárselo cada que podían, carajo. Lo odiaba.

—¡Es inevitable que pase desapercibida! —Lance alzó los brazos en su defensa mientras cruzaban la avenida.

—Púdrete, Lance, ¡No tiene nada de malo mi tamaño!, ¿de acuerdo? Tú, imbécil de dos metros... —Keith frunció el ceño, murmurando cosas que apenas Lance podía ser capaz de escuchar, adelantando el paso de forma graciosa junto a los demás estudiantes que se encontraban ingresando a la universidad—, para que lo sepas, mi lengua funciona de la misma manera que la de todos los demás, ¡se mueve perfectamente bien!

El azabache se detuvo en medio del jardín del campus cuando se sintió cansado de caminar tan rápido, al parecer la indignación cansaba más. Se giró para poder ser capaz de ver a Lance de frente, esperando una disculpa decente de su parte al haber agredido su musculo bucal. Sin embargo, todo lo que encontró fue a un Lance de brazos cruzados, con una expresión burlona y una mirada endemoniadamente sexy y sugestiva.

Dos cosas: Keith le había dado el arma perfecta para defender su orgullo y al parecer, el chico aún no era capaz de comprender el poder de las palabras en doble sentido para Lance.

Necesitaba más clases sobre ello.

—¿Qué? —Su mejor amigo intentó no reírse antes de tiempo, la inocencia de Keith a veces sobrepasaba los límites que era capaz de alburear, pero lo intentaría.

Lance caminó aún con aquella expresión hasta quedar a unos escasos veinte centímetros de distancia del pelinegro—¿Hasta para esto? —Su sonrisa se extendió de oreja a oreja, alzó la mano derecha hasta la altura de su propia mejilla haciendo movimientos con ella de un lado a otro como si metiese y sacase algo invisible de ella, mientras que utilizaba la lengua para abultar el interior de su mejilla izquierda una y otra vez, simulando muy claramente algo llamado felación.

—¡Serás puerco, Lance! —El sonrojo en las mejillas y orejas de Keith fue casi instantáneo. Su reacción avergonzada había sido suficiente para que Lance estallara a carcajadas sujetándose el estómago. Si le preguntaran cual era la cosa que más amaba hacer, definitivamente respondería que era molestar y alburear a Keith, era una forma de vida, su nuevo mantra de cada día.

—Puerco no, bestia sí —respondió después de que su risa comenzase a apaciguarse.

Keith rodó los ojos, dándole un golpe en el hombro antes de continuar caminando a través del jardín—Como te odio —Detestaba ser el blanco de Lance, pero a la vez era divertido y le gustaba, eran sentimientos encontrados bastante molestos que simplemente dejaba pasar, porque claro que jamás lo admitiría frente a él.

Lance se quedó de pie un momento, observando como la espalda de Keith se alejaba cada vez más de él en dirección a la facultad de ingeniería aeronáutica. Dejó escapar un suspiro, acompañado de una dulce sonrisa, ¿en qué momento esos momentos se habían convertido en algo que anhelaba cada día? Las cosas comenzaban a ponerse difíciles para él, sin embargo, confiaba en que todo estaría bien, mientras Keith siguiera siendo su mejor amigo todo lo demás podría ser soportable.

—Por cierto, ¿viste el letrero que estaba en la tienda?, ese de luces neón —mencionó cuando le alcanzó el paso, caminando nuevamente a su lado con intención de arrebatarle el enojo a su mejor amigo, un enojo que no sabía que era falso.

—¿El de la carita que guiñaba raro? —Lance asintió, dándole un sorbo a la botella de yogurt que ya se había encargado de abrir—. Sí, ¿por qué?

—Bueno, mientras tú decidías que desayunar, yo lo estuve mirando un buen rato y tuve un flashazo. Recordé esa típica escena de las películas donde la chica se pasea el abanico por la cara y las expresiones le cambian —Keith dio un sorbo a la botella de su café frío, pensativo. No recordaba haber tenido la oportunidad de ver la escena que Lance mencionaba, por lo que negó con la cabeza.

—Jamás he visto esa escena —El moreno gruñó, irritado. Abrió su mochila, saco una libreta del tamaño de una agenda y le entregó el yogurt a su amigo para que lo sostuviera.

—Así, mira —Lance se colocó frente a Keith, caminando de reversa a través del pasillo al que apenas habían entrado con la libreta frente a su rostro—, feliz —dijo al tiempo que cubría su rostro con la libreta y la retiraba, dibujando una sonrisa enorme y expresiva, llena de energía—, triste —Volvió a pasar la libreta por enfrente, inclinando hacia abajo la comisura de sus labios y arrugando las cejas, haciendo alusión a una cara cómicamente triste. Keith sonrió sin decir nada para no interrumpirle—. Feliz, triste, feliz, triste —repetía una y otra vez mientras hacia las facciones correspondientes de cada oración. La visión que Keith tenía realmente le hacía sonreír, Lance frente a él caminando de reversa y haciendo el tonto, tomándose la molestia de hacer el tonto solo para él para que pudiese entender—, Lance, Keith, Lance, Keith.

Keith intentó ahogar una risa, mordiéndose el labio. Alzó las cejas, fingiendo indignación mientras sonreía—¿Por qué debo ser yo el de la cara triste?

—Porque es tu naturaleza depresiva, la cara triste tiene escrito muy claramente por todos lados "Keith Kogane" —respondió Lance, centrando las manos y abriéndolas en direcciones opuestas, dibujando un arco en el aire a lo bob esponja mientras mencionaba el nombre de su mejor amigo—. Está clarísimo, greñas.

—Ajá, tú no eres precisamente el hombre más feliz del planeta tierra —Keith torció la boca de forma burlona. Lance hizo una expresión de dolor mientras se abrazaba a sí mismo dejando salir un "ouch". Keith perdió el control de él, dejando salir finalmente la risa que Lance había esperado sacarle desde el comienzo, esa que tanto le gustaba escuchar sin saberlo.

—¿Lo ves? Te he hecho reír. Punto para el señor sol —dijo refiriéndose a él. Guardado la libreta nuevamente para después tomar el yogurt de sus manos y continuar tomándoselo.

—¿Qué tan mal tienes que estar para denominarte a ti mismo señor sol?

—Si soy el que ilumina tus mañanas, oficialmente me vuelve el señor sol —contraatacó Lance descaradamente, Keith negó con la cabeza, tenía que buscar un argumento bueno para tirarle el teatro a Lance.

Fue entonces cuando el alboroto que estaban haciendo en un círculo hecho por estudiantes, que se encontraban a unos cinco metros de distancia llamó la atención de ambos. Los chicos se observaron mutuamente un tanto confundidos, preguntándose qué era lo que estaba pasando, deslizaron nuevamente la vista hacia el circulo de personas, acercándose cada vez más.

La tensión y el rencor que habían comenzado a surgir después de aquellos comentarios, esos que únicamente estaban entre ellos dos y de los que nadie más había sido testigo, creció tanto que explotó. Shiro no había soportado más las palabras de Matt, dejándose llevar por la ira e instinto provocado, empujándolo con la palma de ambas manos contra una de las paredes decoradas con posters sobre los eventos de la universidad. La espalda del castaño rebotó contra la pared bruscamente; Shiro mantuvo al mayor de los Holt contra la pared con una mano mientras que con la otra golpeaba consecutivamente el rostro de Matt. Aquél acto había llamado la atención de todos aquellos que habían estado alrededor, mirándolos en silencio, acercándose cada vez más formando un círculo que poco a poco fue llenándose de gritos y alabanzas ante aquel pleito.

Ninguno de los dos pensaba racionalmente, no existía un mundo más allá de la pelea que estaban teniendo, no importaban las consecuencias, no importaban las personas que les miraban, no importaba nada.
Matt sacó la fuerza suficiente para zafarse del agarre de Shiro, empujándole de los hombros para después golpearlo en el estómago. El mayor se inclinó por el dolor y la fuerza del golpe, sosteniéndose instintivamente el estómago dándole pie al siguiente movimiento de Matt, que era golpearlo directo al rostro. Shiro retrocedió ante el impulso, pero no para huir sino para tomar el impulso suficiente para tlaquear a Matt y tirarle al suelo, subiéndosele encima para golpearlo una y otra vez.

—¿Tanto miedo tienes? —murmuró Matt, cubriéndose de la mayoría de los golpes con los brazos y protegiendo su cabeza.

—Te vas a arrepentir —respondió Shiro con ira. Aquel espacio fue suficiente para tomar impulso, enderezándose con el mayor encima, empujándolo con ambos brazos hacia la dirección contraria, golpeándolo contra el frío azulejo de la institución.

El castaño sostuvo con el pie el brazo derecho de Shiro, tomándolo del cuello de la camisa mientras que con la otra a puño cerrado golpeaba gran parte del rostro del mayor de forma descontrolada y violenta. Sin embargo, Shiro no se quedó atrás, filtro su mano en la nuca castaña de Matt atrayéndolo a él, golpeando ambas frentes con fuerza. La ceja de ambos chicos había comenzado a sangrar –aunque en ese momento eran ya muchas las partes que lo hacían-, Matt se desorientó por el golpe unos segundos, su visión se borró por unos instantes haciéndole perder ventaja. Shiro lo giró boca abajo, sosteniendo con fuerza la cabeza de Matt con fuerza, con la mejilla pegada al suelo doblándole el brazo derecho hacia atrás con toda la intensión de quebrárselo.

Matt se retorcía de dolor, intentando zafarse de aquél agarre, tomó la fuerza suficiente para levantar parte de su cuerpo y por ende, el de Shiro, golpeándole con el codo izquierdo en las costillas. El mayor le soltó, sosteniéndose el golpe de las costillas, fue entonces que Matt se giró pateándolo para hacerlo caer por completo nuevamente al suelo. Pero Shiro fue capaz de sujetarle la pierna, arrastrándolo con el impulso hasta él, lo tomó del cuello contra el suelo, ahorcándolo para mantenerlo bajo su merced mientras comenzaba a agredirle con el puño cerrado cada parte del rostro de la misma manera descontrolada como Matt lo había hecho.

Los golpes sobre la piel seca y herida que se daban ambos eran lo suficientemente fuertes para lograr que se escucharan por encima del bullicio de los espectadores. Aquello se había salido totalmente de control, esos chicos buscaban dañarse tanto como fuese posible, buscaban matarse el uno al otro como medida desesperada para silenciarse mutuamente.

Las mentiras, los secretos, el miedo y el rencor los habían consumido por completo, cegándolos.

Cuando Lance logró distinguir el cabello castaño de Matt y la voz de Shiro en medio de todos esos insultos y gritos, entendió que era lo que estaba sucediendo. Tomó el brazo de Keith para llamar su atención, tenían que moverse rápido.

—Hay que sacarlos de aquí antes de que los profesores lleguen —dijo observando a su mejor amigo. Keith asintió y corrió hasta donde se encontraba el circulo de compañeros animando la pelea.

Lance inmediatamente corrió hacia la pared adyacente a una de las escaleras que llevaban al segundo piso de la facultad, ahí se encontraba una de las alarmas de incendios, la cual, sin titubear, activó. Eso les ayudaría a ganar tiempo. Rápidamente se dirigió hasta donde se encontraban todos, Keith luchaba para abrirse paso entre la multitud, hasta que, sin opción alguna, comenzó a atravesar aquel muro de cuerpos de forma violenta, empujándolos con el hombro como un jugador de futbol americano. El ojivioleta logró visualizar a Lance, quién hacia lo mismo para abrirse paso entre todos hasta al fin llegar al centro del círculo, donde Matt y Shiro se encontraban masacrándose a golpes e insultos.

Ambos chicos se miraron de manera fugaz, transmitiendo la información únicamente en aquella mirada de cinco segundos antes de irse contra sus amigos para evitar una tragedia. Keith inmediatamente se fue a las espaldas de Shiro, introdujo los brazos por debajo de sus axilas, tomándolo con fuerza para separarlo de Matt. Lance hizo lo mismo con el castaño, ambos chicos jalaban en direcciones contrarias con una fuerza descomunal hasta que lograron separarlos de la pelea.

—¡Quítame las manos de encima!, ¡te estoy diciendo que me sueltes! —gritaba furiosamente Matt, jalándose del agarre del moreno que lo sostenía del pecho y hombros. Hacía tanto tiempo que Lance no veía de esa manera a uno de sus amigos más cercanos.

—¡Déjame solo!, ¡que me sueltes, mierda! —Shiro no se quedaba atrás. Se jaloneaba sin parar del agarre que tenía Keith por la parte del abdomen debido a su tamaño para no perder la fuerza y lograr sacarlo de ahí. Mientras ambos chicos gritaban, peleando por la libertad de seguirse matando, se observaban mutuamente, amenazándose y despezándose con la mirada.

—¡Saquémoslos de aquí! —gritó Lance, dirigiéndose a su mejor amigo. Keith aceptó, arrastrando con toda la fuerza que tenía a Shiro en dirección a la salida que había al otro lado del pasillo, lo más rápido posible. Mientras que Lance, por su parte, sacaba por el lado contrario a Matt para evitar que se encontraran e iniciaran la pelea nuevamente en el exterior de la universidad— ¿¡No puedes parar de comportarte como idiota, Matt!?

—¡Déjame partirle la cara a ese cabrón! —gritaba de manera totalmente descontrolada Shiro, jalándose del agarre de Keith. El azabache lo giró, soltándolo y dándole una bofetada.

—¡Deja de comportarte como un puto niño, Takashi! —Le gritó de manera furiosa el azabache. Hacía mucho que no tenía que recurrir a los golpes para traer de vuelta a Shiro a la sensatez. Lo sujetó del brazo, parando un taxi cuando ya se encontraron a las afueras de la universidad, metiéndolo en la parte traerá primero para después meterse él sin absolutamente nada de tacto.

—¡Lo voy a destrozar, Lance!, ¡juro que lo voy a destrozar! —Matt intentaba zafarse del agarre de Lance de manera brusca, lastimándose a sí mismo la mano –aunque en ese momento no importaba-, Lance gruñó molesto, giró a Matt y lo sujetó del cuello de la camisa de forma brusca.

—Cierra la boca de una puta vez, vas a entrar al taxi y escúchame bien, no quiero una sola jodida palabra más, ¿quedó claro, Matt? —La voz de Lance era imponente, grave, dominante y la mirada que se cargaba encima, enfocando aquellos orbes azules de manera intensa e intimidante sobre los miel del castaño, eran suficientes para hacerle saber que Lance no estaba jugando.

Matt lo miró con molestia y en silencio, antes de que su amigo lo lanzara literalmente en el interior del taxi que había detenido en la avenida, entrando en él y dándole la dirección de un médico particular.





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El ambiente pesado y el silencio que envolvían de manera asfixiante la casa entera, especialmente la habitación de uno de los mayores de la casa, no ayudaba en absoluto a Shiro para sentirse más cómodo junto a Keith. Desde que habían llegado y subido a su habitación, el pelinegro no había dicho nada, más allá de ordenarle que se quitara la camisa para revisarle los daños del cuerpo y comenzar a curarle; y ese silencio de su parte sólo significaba una cosa, que Keith estaba realmente enojado con él.

Era consciente que lo sucedido en la universidad había sido una imprudencia en toda la extensión de la palabra. No se perdonaba haber perdido ante la provocación de Matt, que había sido suficiente para exterminar la enorme paciencia que poseía en un abrir y cerrar de ojos. Mientras los arrepentimientos y los "hubiera" invadían su cabeza sin piedad, observó disimuladamente y con atención al azabache, que se encargaba de palpar con los dedos la zonas magulladas de su torso desnudo, asegurándose de que no hubiese nada roto dentro, además de su orgullo.

Lo único bueno que lograba distinguir de aquél desastre, era precisamente, volver a sentir así de cerca el calor de Keith. El tacto delicado sobre su piel, que le hacía temblar y erizarle la piel con la yema de los dedos como en su infancia, que le hacía perder la noción del tiempo con su aroma y cuidado, todo aquello que alguna vez extrañó y dio por perdido lo estaba obteniendo nuevamente.

—Lo siento —El arrepentimiento en su voz era palpable, era real la angustia de saber que lo había involucrado en algo tan desagradable. Keith terminó de palparle el torso justo después de que habló, tomando posesión del botiquín de forma seria.

—Tienes suerte de que no te hayas roto nada —respondió después de unos segundos en silencio, sin inmutarse mientras preparaba un algodón con alcohol suficiente.

—No ignores mis disculpas así, por favor —Shiro se sentía frustrado, triste, arrepentido. La sensación de haber decepcionado a Keith era muy pesada para él, sus sentimientos lo volvían algo asfixiante. El azabache, por su parte, suspiró y tomando la fuerte mano del mayor, comenzó a limpiarle los nudillos manchados de sangre seca y las heridas de la manera más uniforme posible.

Keith apretó levemente el agarre de su mano de forma inconsciente— Yo no soy con quien deberías disculparte, Takashi —Claramente se refería a Matt, pero antes muerto a pedirle una disculpa a alguien por algo que no había iniciado. E incluso si lo hubiera iniciado el, hablar con Matt estaba descartado de por vida.

—Takashi —repitió con una sonrisa amarga—, cuando me llamas así es porque estas muy molesto conmigo —continuó, acariciando con el pulgar parte de la mano de Keith que lo sostenía. Keith detuvo su limpieza, sin apartar la vista de los nudillos—, ¿Por qué estás tan enojado conmigo?

Keith retiró su mano del agarre de su amigo, con molestia— ¿Es enserio? —Negó, tomando otro trozo de algodón, bañándolo en alcohol para comenzar a limpiarle la herida y sangre de la ceja que había escurrido—. Estoy molesto porque has roto varias promesas y porque has dañado a un amigo mío, además de ti mismo.

Shiro sintió una presión en el pecho, ¿Matt y Keith realmente se habían vuelto amigos?, ¿por qué nunca se dio cuenta? Eso era aún peor de lo que pensaba, lo imposible se volvía posible— ¿Y desde cuando Matt es tu amigo?, que yo sepa ustedes ni siquiera se conocían la semana pasada.

—¿Desde cuándo se supone que tengo que darte explicaciones y detalles de quién es mi amigo y quién no? —Keith escupió de forma hostil, haciéndole entender al mayor que estaba cruzando una línea delicada, que ahora mismo, no tenía el derecho de cruzar—, ¿por qué te has peleado con él?, ¿qué es tan fuerte como para que llegaran hasta ese punto? —dijo señalando las heridas con la vista.

—Nada importante —Shiro intentó desviar el tema, mirando hacia otro lado que no fuese el pelinegro, enfocándose en el librero que Hunk tenía. Rogaba porque Keith no hiciera más preguntas.

—Casi se matan a golpes, ¿y me dices que nada importante? —Keith parecía cada vez más molesto. Soltó una risa cínica, mordiéndose el labio y asintiendo—, ¿no has sido tú quién me había dicho que entre los dos no debía haber secretos?, perdóname si he perdido tu confianza al hacerme amigo de Matt, no sabía que las cosas funcionaban así entre nosotros.

<<Esto es algo que va más allá de lo que podrías entender. >> pensó el mayor, negando con la cabeza.

—No he perdido la confianza en ti, mucho menos lo haría por alguien como él. Antes que nada, déjame dejarte claro que los problemas entre Matt y yo, se quedan entre los dos y no tiene por qué afectar la amistad de nadie. Ese asunto es solo nuestro.

—Sí, es tan asunto suyo y no involucran a nadie que Lance y yo tuvimos que ir a separarlos, porque ustedes no fueron lo suficientemente capaces de mantenerlo como "algo tranquilo entre ustedes" —Las cejas de Keith se encontraban fruncidas, demostrando claramente su enojo e inconformidad, Shiro conocía bien esa expresión—. Si no quieres decirme cuál es la razón, perfecto, pero entonces no vengas a pedirme a mí la misma confianza que yo te pido a ti.

—¿Si yo te digo la razón por la que hemos peleado, tú aceptarás hablar conmigo sobre lo que sucedió en el baño? —Los músculos de Keith se tensaron al recordar aquella noche, ese tema le hacía sentirse inseguro. Cuando observó a su amigo, se encontró con la profunda mirada grisácea que le retaba a aceptar si quería respuestas—. Me has estado evitando de todas las formas posibles desde aquella noche y yo necesito que arreglemos esto.

—Hablaré contigo sobre lo del baño, solo si tú hablas conmigo sobre lo que sucedió en la playa —El mayor se sorprendió al recibir aquel desafiante contraataque, no esperaba, no, ni siquiera imaginaba que aquello rondara por la mente de Keith, ¿ahora cómo demonios iba a explicarse? Comenzaba a arrepentirse de sus palabras—. Y no hagas el que la virgen te habla, sabes perfectamente a qué es lo que me refiero. Desde que eso sucedió, jamás tocamos el tema y de eso también hay mucho que aclarar, Shiro.

Shiro titubeó por unos instantes, no se sentía seguro. Todo lo que había pensado, planeado, analizado, Keith se lo había tirado por la borda con esa condición. Estaba en problemas, como bien le había dicho Lance, su deshonestidad solo iba a meterle en problemas con su amigo—. ¿Recuerdas que, cuando éramos niños y algo nos afligía, pero nos daba miedo hablar de ello, abríamos una sesión de confesión?

El ojivioleta se extrañó de que aquello saliera en una situación tan complicada como en la que se encontraban ahora, ¡claro que lo recordaba! Era una de las cosas que más atesoraba de su infancia con Shiro. Era un método de liberación excelente, cuando querían hablar de algo que los hacía sentir inseguros, o que únicamente deseaban sacar de su sistema sin ser juzgados por el otro, abrían una sesión de confesión. Se metían a una habitación a solas y la aseguraban, como si estuviesen dentro de una caja. La única condición de aquello era que, al salir de la habitación, los temas hablados, las respuestas, las reacciones, absolutamente todo se quedaría ahí dentro; no pensarían más en ello, lo hablado se olvidaría, continuando normalmente con sus vidas y su amistad.

—Lo recuerdo, casi siempre hablábamos en tu habitación.

Shiro cerró las manos con fuerza, reposándolas sobre las rodillas un tanto inseguro—. Responderé todo lo que quieras, sólo si abrimos una sesión de confesión para ello —La mirada afligida de su amigo atrapó la atención del pelinegro. Eso quería decir que era algo que volvía inestable a Shiro, algo que tenía que ver con él y que, por ende, le asustaba.

Aceptar esa condición significaba no hablar de ello una vez que salieran de la habitación de Shiro, ¿era algo que estaba dispuesto a aceptar? Las preguntas involucradas eran delicadas, la condición era delicada. Hablar y olvidar... el tiempo pasaba y la respuesta de Keith se volvía cada vez más ausente, haciéndole pensar a Shiro que él definitivamente no estaba dispuesto a aceptar aquello.

Keith se puso de pie, dirigiéndose a la puerta, siendo seguido por una mirada preocupada de Shiro, aceptaba que había perdido. Hasta que escuchó la puerta cerrarse con ambos aún dentro de la habitación, Keith colocó el pestillo y volvió a la silla, mirándole—. Todo listo... —murmuró de forma apenas audible. Aquella era la frase que siempre decían para comenzar la sesión, para saber que eran libres de hablar sin dar vuelta atrás.

La habitación se encontraba únicamente iluminada por la escasa luz solar que pasaba a través de las cortinas naranjas, volviéndola en un ambiente otoñal y cálido. Sin embargo, la tensión naciente que dominaba entre los dos chicos no permitía que se sintieran acogidos por el bello ambiente que existía. Sabían perfectamente que después de hablar, las cosas serían un poco más difíciles de llevar, eran totalmente consientes que lo que estaban a punto de hablar era algo totalmente distinto y más descomunal a lo que solían hablar de niños. Pero ahí estaban ambos, intentando ser lo más valientes posibles uno frente al otro.

Se miraban a los ojos mutuamente, tenían miedo.
Keith no estaba seguro si estaba listo para escuchar lo que sea que fuese a responder Shiro, y aún si terminaba haciéndolo feliz o terminaba matándolo por dentro, no podría decir nada.
Shiro por su parte estaba aterrado, sabía que la sesión de confesión estaba hecha precisamente para hablar todas las verdades que uno no era capaz de decir en una situación real. Estas confesiones no debían hacerse aún, se estaban adelantando... Él había sido honesto con lo que sentía, con las intenciones y los intentos que había comenzado hacer, pero desde que Matt llegó aquella mañana todo cambió...

—Matt... —comenzó Shiro un tanto nervioso—. Él y yo tenemos problemas desde que decidió irse de casa, una... —paró unos instantes, reflexionando sus palabras antes de continuar: —. Una noche ambos discutimos por culpa de una chica, Matt estaba enamorado con locura de ella, pero ella lo utilizó porque su meta, en realidad, era yo. Él pensó que yo tenía algo que ver, que la había enamorado a propósito, que la quería para mí... y una pelea surgió, en ella nos dijimos bastantes cosas hirientes, nos agredimos tanto que fuimos incapaces de arreglarlo. Nuestro descontento actual no es por esa chica, sino por todo lo que nos dijimos y herimos aquella noche, simplemente terminamos odiándonos y bueno, las cosas cada vez empeoran más.

Keith se quedó en silencio, analizando todo lo que Shiro le había contado. Suspiró, mirándolo seriamente—, ¿Estás diciéndome la verdad, Shiro?

—¿Matt te ha dicho otra cosa? —preguntó incrédulo, aquella pregunta en realidad lo había alarmado, pero no iba a demostrarle eso a Keith. Él le tenía que creer.

—No, dudo mucho que Matt llegue a decirme el problema entre ustedes. Sólo... quería asegurarme de que realmente estás siendo honesto conmigo, realmente confío en ti, Shiro —Una sonrisa dulce se dibujó en el rostro del mayor, colocando la mano sobre su hombro derecho para darle seguridad a Keith.

—Es por eso que te estoy hablando con la verdad, ¿tienes alguna duda respecto a lo que te acabo de contar? —El azabache negó con la cabeza, entonces Shiro decidió continuar: —, ¿por qué has estado evitándome desde lo que sucedió en el baño?

Keith se agarró las manos, moviendo de forma un poco torpe los dedos. La siguiente pregunta había llegado y él realmente no estaba listo para escuchar todo lo que Shiro tenía que decir. Cerró los ojos, dándose por vencido, estaba seguro de que si Lance supiese de aquello le diría que fuera por todo—. No sabía cómo hablar contigo, el beso que me diste me confundió, no entendía por qué lo habías hecho. Entonces me di cuenta que habías bebido, y mucho, estabas ebrio y la gente ebria hace cosas estúpidas sin sentirlo —pausó un momento, molestándose por lo siguiente—. Y recordé la promesa que me habías hecho de no beber más cuando esa congestión alcohólica te dio en una de las fiestas de la preparatoria. Me molesté tanto, porque te pusiste realmente mal esa vez y ahora, ahí estabas, bebiendo de nuevo de esa manera, como idiota.

Shiro sintió un calor agradable en el pecho, su chico se había preocupado por él. Se había molestado por no haber cumplido una de sus promesas, estaba pendiente de sus acciones, Keith estaba teniendo la atención suficiente en él. Sonrió levemente, mirando a Keith de manera arrepentida, de una manera que estrujó el estómago del pelinegro por primera vez después de un largo tiempo—, perdón por ser un idiota —Keith estaba mudo, por lo que Shiro continuó llevando el hilo de la conversación—. Prometo, por nuestra amistad, que no volveré a beber de esa manera.

—De acuerdo —Keith le sonrió levemente, de la misma manera dulce y cálida que él había hecho. La tensión en el ambiente comenzaba a disminuir, muy a pesar de que el temor siguiera reinando la habitación. Aquí venía la tercera pregunta, el corazón de repente había comenzado a irle como loco en el pecho, ¿era porque estaba hablando con Shiro o por la severidad de la pregunta? Ignoró aquella confusión, dejándolo salir—, ¿Por qué ibas a besarme en la playa?

Keith había puesto finalmente las cartas sobre la mesa.

Shiro se quedó en silencio, analizando la pregunta que Keith le había hecho. Como había dicho anteriormente, sus sentimientos estaban totalmente claros, sabía las respuestas certeras ante todo aquello que estresaba al chico que le gustaba. Había planeado avanzar con él, ver que tal funcionaban las cosas con Keith, pero gracias a cierta persona, aquello tenía que esperar.

Primero tenía que solucionar otros problemas, necesitaba tiempo. Keith le miró nervioso, ya no podía ocultar la ansiedad que le invadía, ¿Por qué no estaba hablando? El mayor clavó la mirada sobre sus hermosos orbes violeta, respondiendo.

—Hace unos momentos dijiste que la gente ebria hace cosas estúpidas sin sentir —Shiro se mordió levemente el labio inferior mientras hablaba, lucía nervioso—, ¿has pensado en, porque de todas las cosas estúpidas que hay, elegí precisamente besarte?, por la misma razón que en la playa quise hacerlo. Cuando llegaste a California, cuando te vi finalmente frente a mí, después de tanto tiempo, me sentí extraño. Intentaba averiguar el origen de esos sentimientos, estaba realmente feliz de volver a verte, de estar contigo, de estar nuevamente juntos..., quería abrazarte tanto como fuera posible, pero también quería besarte, y no sabía si eso era temporal —Shiro sujetó con suavidad las manos de Keith, acariciando con ternura y delicadeza su piel blanca, recorriendo con la yema de los pulgares la superficie de ellas como si fuera de papel—. Mis sentimientos comenzaron a inquietarme, me sentía extraño cuando te veía y escuchaba, te besé en el baño por esa razón, intenté besarte en la playa por esa razón. No sé como puedas tomarte esto, pero estoy siendo totalmente honesto contigo al decir que me encuentro confundido, no sé si lo que siento es producto de no haberte visto durante tanto tiempo, si estoy confundiendo mi amistad por amor hacia ti o si... —El mayor trasladó lentamente las manos de Keith hasta sus labios, rozándolos contra su piel antes de depositar un corto beso sobre ellas—, o si realmente me estoy enamorando de ti.

Keith miró sus manos siendo besadas por su amigo, sintiendo un leve cosquilleo sobre su piel—Estas diciéndome que estás confundido, ¿es eso?

—Tengo miedo de asumir demasiado pronto qué es lo que siento, Deseo estar seguro de mis sentimientos, ya sea amistad o amor. Pero para saberlo necesito tiempo, necesito tiempo para darme cuenta que es lo que sucede conmigo —¿Cómo se supone que Keith debía interpretar eso?, ¿debía sentirte mal por no saber qué era lo que Shiro quería? ¿o debía sentirse bien al saber que existía una pequeña oportunidad para él? — Pero quiero pedirte que independientemente de lo que sienta, que esto no arruine nuestra amistad.

—¿A qué te refieres? —La voz del pelinegro era un poco entrecortada y temblorosa, Shiro sujetó con más fuerza sus manos, llevándolas hasta su pecho, encima del corazón. Keith sintió algo dentro de él cuando se percató de los latidos acelerados de Shiro, lo miró con sorpresa y un leve sonrojo.

—Yo no sé qué es lo que estás pensando, no sé nada sobre tus sentimientos y ni lo que piensas respecto a que un chico, tu amigo de la infancia, tenga la posibilidad de enamorarse de ti. Pero, aún no quiero saberlo —El mayor observó cargado de sentimientos al más chico, necesitaba asegurarse de que Keith entendiera su mensaje, que fuera consciente de que había sentimientos ahí—. Quiero pedirte que nada cambie entre nosotros a pesar de todo esto que te estoy confesando, por eso te pedí que abriéramos esta sesión, no quiero perderte, Keith.

—No, eso no... —El azabache detuvo aquellas palabras que amenazaban con salir, no iba a decirle que estaba profundamente enamorado de él. Algo en su interior le pedía a gritos que aún no hablara, que fuese paciente y decidió escuchar. A pesar de que el miedo de Shiro al perderlo se palpara y le derritiera el corazón, se escucharía a sí mismo primero—. ¿Recuerdas la conversación que tuvimos en la playa? —Shiro sonrió al recordarlo—, ni siquiera éste tipo de situaciones podrían acabar con nuestra amistad, porque por encima de todo, primero somos amigos —Keith decidió corresponder el gesto de las manos, sujetándoselas también—. Nunca te voy a dejar, Shiro.

—Ni yo a ti, Keith —correspondió aquella entrega de amistad sincera como mejor pudo hacerlo. La emoción al saber que algo le estaba saliendo bien no cabía en su pecho, así que jaló al ojivioleta del brazo, atrayéndolo a él con delicadeza y felicidad. El cuerpo de Keith cayó con tanta fuerza sobre Shiro, que ambos cayeron a la cama, efecto de la graverdad.

Keith se encontraba encima del cuerpo bien formado del mayor, sin camisa, por segunda vez en la semana. La diferencia era que esta vez, Shiro lo abrazaba con agradecimiento y emoción. Las cosas al fin estaban siendo claras, el veterano tendría el tiempo suficiente para arreglar todo el maldito desastre que se había desatado sin el peligro de perder a Keith. Las cosas iban mejor de lo planeado.

—Perdón por abrazarte así, eh... —Shiro sonrió un tanto avergonzado al ver como tenía el cuerpo del azabache sobre él. Se giró, recostándolo sobre la cama con delicadeza, admirando como las hebras rebeldes y oscuras de Keith se esparcían sobre el colchón. El pelinegro le sonrió dulcemente, dándole a entender que estaba bien. Se veía ridículamente hermoso de esa manera—. Keith...

—¿Qué... sucede? —Keith intentaba estar lo más normal posible, no quería que sus sentimientos salieran a flor de piel y que Shiro los descubriera. Tenía que ser fuerte, además....

Shiro acarició suavemente su mejilla mientras hablaba y lo tenía a su merced— Cuando te besé en el baño... ¿sentiste algo?

—Yo... —Ni siquiera estaba seguro de qué responder, aquella noche él se había enfurecido por la deslealtad de Shiro, lo único que había pensado era en encontrar a Lance para hablar con él, ¿qué era lo que había sentido ese día? Esa pregunta comenzaba a preocuparle—. No... no losé, todo fue tan rápido, estaba enojado. No estoy... —No fue capaz de terminar, pues los dedos que habían estado acariciando su mejilla se habían trasladado hasta sus labios, silenciándolo.

—Esa noche estaba ebrio —Shiro apretó levemente sus labios, mirándole. Parecía meditar demasiado la idea que tenía en la cabeza—. ¿Tú me dejarías besarte de la forma correcta? —Soltó sin más, aquella pregunta tan directa tomó por sorpresa a Keith, sus labios temblaron al tacto de Shiro—. Así, podremos tener algo sólido para pensar, no un estúpido beso alcohólico —dijo en medio de una leve y avergonzada risa—, ¿me dejarías?

Keith no sabía qué hacer, él había esperado mucho tiempo para poder tener la oportunidad de besar a Shiro de forma correspondida. Sin embargo, había algo que lo frustraba actualmente, Keith deseaba dejarse llevar por el ambiente, por la situación, ¡porque maldita sea, era lo que había soñado tantas veces! Pero, no se sentía seguro de lo que quería, existía algo muy en su interior que dudaba, se sentía confundido, ¿por qué demonios sentía tantas cosas extrañas ahora?, ¿por qué no podía disfrutar lo que tanto había deseado, aunque fuese en secreto?, ¿¡porque estaba tan confundido!?, ¿no era lo que había querido siempre? Al diablo, si era algo que había querido desde hace tiempo no lo dejaría ir, incluso si en ese momento no sentía seguro de ello. Sus ojos se encontraron con la profundidad grisácea de Shiro, asintiendo lentamente.

Lo próximo que sucedió fue que Shiro retiró con lentitud los dedos de los labios de Keith, paseándolos a través del brazo del azabache hasta llegar a su mano, tomándola. Lentamente sus rostros se fueron aproximando, cerrando los ojos poco a poco conforme la distancia comenzaba a perecer. En una fracción de segundo, eran capaces de sentir las respiraciones de cada uno chocar y mezclarse, sentir el calor que emanaba la piel de ambos de manera tortuosa hasta que, finalmente, sus labios se juntaron en un beso. Shiro movía con lentitud y suavidad sus labios sobre los de Keith, había ansiado durante mucho tiempo ser capaz de tocarlos, de saborearlos. Mientras que, por otro lado, el pelinegro no sabía dónde colocar sus manos, se sentía curiosamente estático, le gustaba la sensación de sus labios y el sabor de ese beso, pero faltaba algo, ¿quizá experiencia? Fue lo que pensó. Optó entonces, por únicamente colocar las palmas de sus manos sobre el pecho desnudo de Shiro que subía y bajaba un tanto rápido, el beso se intensificaba, el calor podía sentirse en la habitación y entre ellos.

Y de pronto una imagen apareció a la velocidad de un rayo.
Un chico moreno y unos ojos preciosamente azules que lo observaban con intensidad dentro de la camioneta, como si tuviese sed de él, unos labios que se curvaban levemente, formando la sonrisa más encantadora y confusa que jamás había visto capaz de erizarle la piel.

Keith abrió los ojos casi de forma inmediata ante aquella imagen plasmada en su cabeza, sorprendido. Empujó instintivamente el cuerpo de Shiro, llevándolo lejos de él, rompiendo irremediablemente el beso entre los dos. Justo al mismo tiempo que Keith le había empujado, la voz de Allura se escuchó desde la planta baja.

—¡Ya estoy en casa! —Sonaba tan energética como siempre. El mayor miró un tanto agitado, confundido y preocupado a Keith, quién solo se encontraba sonrojado y agitado de la misma manera. Al parecer creía que lo había empujado al haber escuchado a Allura.

Shiro se levantó de la cama, colocándose la camisa que se había quitado para que su amigo le curará, para después mirarle de una manera un tanto avergonzada—. Creo que me he pasado...

—Esté bien, no tienes que preocuparte, eh... —Keith se levantó de la cama, acicalándose el cabello antes de tomar su mochila y colgársela en el hombro. Shiro lo siguió con la mirada desde donde estaba, pues se dirigía directamente a la salida.

—Si te ha molestado, solo tienes qué... —Shiro no fue capaz de terminar, pues Keith le había interrumpido abruptamente.

—No, lo que hablamos es cierto, nuestra amistad está en perfectas condiciones —Keith alzó la mano, con una sonrisa un tanto avergonzada pero tranquila—. Yo... debo regresar a la universidad, estoy a punto de salir, la sesión...

—Cruzando la puerta la sesión termina, lo sé —Shiro asintió con expresión comprensiva—. Antes de que la cruces, todo... ¿todo está bien entre nosotros?, ¿seguiremos igual?

—Todo estará igual, incluso después de que hayas decidido algo. Sabes que... sabes que siempre estaré para escucharte —Su amigo mayor asintió, satisfecho. Keith suspiró, sonriéndole y despidiéndose con la mano antes de salir de la habitación.

Ya no había vuelta atrás.

El azabache bajó las escaleras, topándose con una Allura confundida, ella pensaba que Keith aún se encontraba en la universidad. Keith no le dio muchas explicaciones, antes de salir casi volando de la casa, llevándose la mano a los labios mientras caminaba por la acera en dirección a la parada del bus. Cuando llegó observó la banca metálica vacía, recordando la noche de lluvia en la que se había quedado atrapado con Lance.

¿Por qué todo le recordaba a Lance?



Shiro suspiró cuando Keith salió de su habitación, dejándose caer sobre el colchón pensativo. Sin duda le había encantado haber sentido por fin los labios de Keith, pero había algo que no lo dejaba tranquilo, una sensación con él, una falta de entrega, ¿había sido por nervios? Soltó un gruñido cuando escuchó el tono de notificación personalizada que tenía en los mensajes, sacó el teléfono de su pantalón y lo desbloqueó, leyendo.

Rolo:
A las 2:01 p.m.
Acabo de enterarme de lo que sucedió entre Matt y tú esta mañana.
¿Debería preocuparme?
Lotor me lo ha contado.    



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¡Hoooooooooooooooola!, ¿qué les ha parecido la actualización?
Antes que nada, me gustaría disculparme por dos cosas principalmente: 
Primero: Siento mucho si el capítulo se ha hecho tan largo, en realidad, esto es la mitad de lo que originalmente he escrito, pero al ver que era tan largo me he visto en la necesidad de partirlo en dos partes. Aún así, si ha sido largo, mil disculpas.
Segundo: La tardanza, no sé si hayan sentido lo mismo, a mi se me ha hecho eterno porque en realidad llevo entre cinco y seis días escribiendo esto :'D siento que he tardado una eternidad, y si ha sido asi, mil disculpas. 

En realidad la parte dos de la actualización ya está terminada, pero posiblemente la suba entre el domingo y lunes para darles el tiempo suficiente (sin que sea eterna la espera) de leer esta actualización. Que aún faltan un par de cosas importantes que hablar entre Keith, Matt y Lance *wink wink* 

Pd: Saluden al personaje misteriosamente nuevo, ÉL. ES. ROLOOOOOOOOOOOOOO. *lanza confeti* 

¡Sin más, me despido de ustedes! 
Gracias por todo el apoyo, los votos y comentrios, realmente me hace feliz que les guste la historia.
También gracias a aquellos que me dan retroalimentación, intento mejorar gracias a ustedes.
Si hay alguna cosa confusa o duda, no duden en preguntarme, ¡para eso estoy aquí!

¡Gracias por todo, nos vemos a la próxima!

By:
~ShargyD~

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