Atanea I: Heredera dorada

By PrincessGhia

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[Libro I Saga Atanea]. Mi vida habría sido como cualquier otra. Terminaría el colegio e iría a la universida... More

Prólogo
I
II
III
IV
V
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
XXII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
XXVIII
XXIX
XXX
XXXI
XXXII FINAL
Agradecimientos
Segundo Libro

XXIII

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By PrincessGhia

Capítulo 23:
Auténtica y natural

Me duché antes de ir a cenar. Faltaban dos noches para que Finn y yo nos colásemos en el avión destino Atanea, en el que iría Mike a testificar en favor de Theo.

Mientras el agua corría por mi piel, intenté relajarme, cerré los ojos e inspiré profundo. Pero no hubo caso. Estaba ansiosa, quería que nuestro plan funcionara, lo cual parecía algo bastante improbable. Parecía que las horas pasaban cada vez más lento.

El día entrenando se me había hecho larguísimo y nada productivo. Hoy no había entrenado con Hannah, no me habían dado ninguna explicación. Llegó un chico más joven que yo, sin nada de paciencia y cuyo nombre ya había olvidado. No había aprendido nada nuevo, nada más practicamos elevar la pluma, lo cual había podido hacer por mi cuenta hace unos días atrás.

Cerré el agua caliente y salí a regañadientes de la ducha. Me puse un vestido blanco y ligero que una asistente me había dejado sobre la cama. A esas alturas ya me había dado cuenta que casi todos dentro de la fortaleza de Ava vestían de blanco, pero no sabía si me interesaba preguntar la razón.

Llegué al comedor donde había una larga mesa de vidrio, llena de detalles dorados y muy elegantes. Al igual que el día anterior, a su alrededor estaban Keane, John y más personas importantes del Consejo de Ava, cuyos nombres no recordaba ni la mitad. Todos vestidos de blanco. Finn y Mike ya estaban sentados. Tuve que pedirle a Keane que Mike se sentara con nosotros, ya que, al ser un agente, no calificaba para cenar con la "gente importante" (palabras de Keane), aunque fuera un agente de élite.

El rey no había cenado con nosotros el día anterior por motivos administrativos (más palabras de Keane), pero se suponía que esta noche sí lo haría. Ava tenía un presidente y un rey a la vez, era uno de los pocos reinos que tenía ambos.

—Princesa, buenas noches —saludó Keane con una sonrisa que le arrugaba la cara pecosa—. ¿Cómo ha estado su día?

—No muy productivo —respondí seca—. ¿Cuándo volverá Hannah? —pregunté directa.

—Espero que mañana pueda estar con usted nuevamente, hoy no se encontraba bien de salud —respondió una mujer mayor, de cabellos cortos cobrizos y cara alargada. Me parecía que la noche anterior se había presentado como la "jefa de personal".

Asentí en su dirección, saludé al resto de forma general con otro asentimiento y un suave "buenas noches". Me encaminé a un extremo de la mesa para sentarme junto a Finn y Mike.

—Oh, no, levantaos. Todos debemos estar de pie para cuando llegue el rey —dijo John en un tono más parecido a un regaño que a una aclaración.

Justo cuando nos poníamos de pie, dos soldados vestidos de blanco entraron por las amplias puertas de vidrios coloridos e hicieron sonar dos veces una especie de bastón en el suelo, para que luego uno de ellos dijera claro y fuerte:

—Reciban con honor al gran monarca del reino Ava, el rey Tyrone. —Dicho esto, ambos soldados dieron dos pasos hacia atrás pegándose a la pared.

El rey del reino Ava era más joven de lo que esperaba, de treinta y tantos. Era corpulento, con un pelo que parecía prender fuego debido a su intenso color rojo. Su cara estaba llena de pecas al igual que la de la mayoría en Ava. Tenía una nariz gruesa y respingada. Una frente pequeña y un prominente mentón. Llevaba puesto un collar que le cruzaba de hombro a hombro, una capa que se arrastraba tras él y una larga túnica. Todo era de color blanco.

La gente estaba haciendo reverencia, y dudé si yo debía hacerlo también; no quería parecer una tonta, pero hice una pequeña y rápida inclinación por si acaso.

—Princesa Claire, nieta de Archibald Relish, por fin te conozco. —El rey tenía una voz proyectiva, demasiado profunda para su aparente edad.

—Es un placer conocerlo, rey Tyrone —saludé inalterada y me acerqué a él para tenderle la mano. Escuché pequeñas exclamaciones de espanto por saludar extendiendo la mano al rey—. Lo siento, así es como se saluda donde me crie.

El rey elevó sus prominentes pómulos en una sonrisa.

—El placer es mío —respondió con aire liviano.

Según mi parecer, no le había encontrado nada de malo a mi saludo, de hecho, pareció gustarle.

Me giré y le di una gran sonrisa de suficiencia a John, que me miraba horrorizado, y volví a mi lugar de manera airosa.

Si querían que fuese una princesa sometida al protocolo, estaban perdidos. Me apegaría a la educación que me entregaron por diecisiete años.

Una vez que el rey Tyrone se sentó, todos comenzaron a sentarse también.

—¿Qué hacen? —preguntó fingiendo asombro—. ¿No se dan cuenta de que la princesa Claire Moore Relish no se ha sentado aún? Deben esperarla —ordenó con gracia—. Y también, por supuesto, al príncipe Finn de Séltora. —El rey me dedicó una amplia sonrisa, elevando su barbilla con suficiencia y miró alrededor.

Lo que más disfrutaba era ver la cara de indignación de John.

Sentí la complicidad del rey, estaba de mi lado. Esperaba no equivocarme, porque eso podría ser de gran ayuda en mi plan de recuperar a Theo.

Mientras Finn y yo nos sentamos lentamente (sentí algo de culpa por Mike que debía esperar parado como el resto), el rey parecía encantado con las manos entrelazadas cerca de su mentón. Estaba sentado en la cabecera, por supuesto.

Cuando por fin todos se sentaron, el personal de la cocina comenzó a traer la comida puesto por puesto.

—Cuéntame, princesa Claire, ¿qué te ha parecido todo el nuevo mundo que conociste? —indagó el rey con chispas de curiosidad en los ojos.

—De locos —afirmé—, pero mágico e interesante —agregué para demostrar que, a pesar de todo, aquellos reinos me tenían fascinada. ¿A quién no?

—De locos —coincidió con un asentimiento y sus labios curvados hacia arriba—. Me parece que eres una princesa moderna bastante inteligente. He investigado. Eres perspicaz, astuta y tienes gracia. Me parece grandioso para tu corta edad.

Mi pecho se infló. No me conocía y ya me llenaba de elogios.

—Gracias. Generalmente me ven más como un objeto o un recipiente de poder.

El rey frunció el ceño.

—¿Por qué dices eso? —quiso saber.

—Pues —comencé mi desahogo—, solo me llevan de aquí para allá. Entiendo que deban esconderme por mi seguridad y la de todos, pero es como si fuera una encomienda. No me siento parte de nada. Los únicos a los que les importan mis pensamientos y sentimientos son mis guardianes, de los cuales, el guardián oficial, fue arrestado por una injusta razón —agregué de manera astuta—. Además, no me dejan participar en ninguna de las reuniones en las que transmiten información y las órdenes a seguir, enviadas desde Atanea por el rey Archibald.

El rey Tyrone me escuchó con completa atención y meditó unos segundos.

—Lo encuentro totalmente espantoso —opinó el rey, haciéndome sentir comprendida—. Si estás metida en este embrollo, y si pusieron esa cantidad mastodóntica de poder en tu alma, lo mínimo es hacerte partícipe de las reuniones oficiales.

Sonreí.

—Pienso igual que usted, rey Tyrone —agregó Finn desde mi lado—. La princesa no aprenderá mucho a ser princesa si la mantenemos apartada de la información importante.

El rey asintió hacia él y me miró.

—Está decidido entonces. Keane —lo llamó, girando su cabeza hacia él—, desde ahora la princesa Claire participará en todas las reuniones oficiales mientras se hospede en este reino —declaró—. Quiero que la mantengan al tanto de todo lo que se transmita desde Atanea.

Keane lo miró asombrado por unos segundos, pero luego asintió.

—Como usted diga, su majestad —atendió con un tono claro. Luego me dedicó una ligera sonrisa.

Keane no me parecía malvado después de todo. A diferencia de John, que nos observaba desde el lado de Keane con la boca fruncida y con cara de que tenía algo atorado en el trasero. Dios, ¿qué tanto le molestaba?

—Pues, siguiendo con el mismo tema... —El rey se giró hacia mí—. Deberías saber que tu abuelo, el rey Archibald, ha empezado a enviar las primeras misiones para derrocar al reino Lumba. Han logrado tomar varios puntos de ese extenso reino, junto con los reinos aliados, incluido el reino Séltora y Ava. —Posó su mirada en Finn un momento—. Pero a su vez, el reino Lumba ha tomado a varios rehenes de reinos inocentes, incluyendo humanos. —El rey pestañeó pesadamente al ver mi cara de terror—. Lo sé, es horripilante. Aún no sabemos quiénes son los rehenes, pues no han dado la lista oficial. De cualquier manera, ustedes ya saben que está el rey de Séltora en esa lista. —Volvió a posar su mirada en Finn.

Jack Harrison era un rehén y Finn estaba en un reino muy lejos haciendo cualquier misión menos ir por él. Me preguntaba si de verdad quería recuperarlo.

Toda la conversación de la cena giró en torno a la guerra existente. Los territorios de Lumba que habían logrado ganar, los nombres de los jefes que lideraban las misiones, la cantidad de personas que habían resultado heridas e incluso muertas.

Dejé de escuchar al inicio de la conversación porque no entendía ni diablos, encontraba todo horrible y me provocaba ansiedad. Quizá por eso mismo me excluían de las reuniones, pero debía estar ahí por Theo.

Finn era el que conversaba entusiasmadamente con el rey, con el presidente y con John sobre aquellos temas. Hacía preguntas y daba opiniones, se notaba que se manejaba todo, y cómo no, aquel era su mundo y era príncipe de su propio reino.

Mike escuchaba atentamente la conversación, pero sin emitir opinión alguna. Supuse que en su calidad de agente, decir u opinar algo sin que se lo preguntasen era incorrecto.

Me pregunté si mi madre sabría opinar sobre esto, si sabría de estrategias o de misiones entre reinos. Mi vida normal ya me parecía algo muy lejano.

Pensé en Theo, preocupada por si le daban al menos buena comida y cobija durante su encierro. Mi corazón se estrujó al imaginármelo impotente dentro de una celda fría, húmeda y oscura. Theo se merecía mucho más que eso. Mike me contó que había sido siempre el primero de todas las clases, que era un agente de excelencia y era parte del círculo de confianza del rey. Era como poner un corcel dentro de un gallinero. No entendía cómo desconfiaban de él.

De estar ahí conmigo, me regalaría sonrisas torcidas y algún guiño. De seguro diría cosas más astutas que yo y cosas no tan aburridas como Finn. Haría reír a Mike, provocaría que me sonrojara por algo o soltaría un comentario irónico. También pondría a John en su lugar. Todo tendría más sentido con él.

Lo echaba de menos.

Al final de la cena, el rey me prometió averiguar todo sobre el estado de Theo y hacer que me lo comuniquen, lo cual fue algo confortable.

Sin saber la razón exacta, supe que el rey era un aliado.

—Una cena algo abrumante, ¿no? —preguntó Finn una vez que todos estábamos acostados en la habitación.

Mike y Finn dormirían en la misma habitación que yo por temas de seguridad, en unas camas muy alejadas de la mía. Tenían miedo de que hubiera otro ataque sorpresa como el de Séltora y querían que en caso de cualquier emergencia, tuviera a mis guardianes literalmente a mi lado.

—Bastante —coincidí agotada, ya con los ojos cerrados.

—Creo que alguien hizo un nuevo amigo... —jugueteó Mike, estirando las palabras. Evidentemente por mi simpatía con el rey.

Abrí un ojo.

—Es mi nuevo mejor amigo, somos íntimos —exclamé y escuché una carcajada.

—Theo se hubiera reído de ti —respondió Mike. Él lo tenía tan presente como yo y eso me gustaba.

—Yo creo que me felicitaría —repliqué orgullosa—. Alguno de nosotros tiene que ganar aliados, ¿no? Tener a un rey de nuestro lado puede ser algo bueno.

—Quizás es cierto —concluyó Finn.

—¿Quizás? —repetí con una fingida indignación—. Obvio que es bueno. Pero no piensen que lo hice a propósito o por interés. Mi amistad con el rey, como la hacen llamar ustedes, fluyó de manera auténtica y natural —pronuncié enigmática.

—Uuuf, quiero ver la cara de Theo cuando le repita sobre tu relación auténtica y natural con el interesante y apuesto rey de Ava —respondió Mike, usando un tono infantil.

—Pero... ¿Quién dijo que era apuesto? —resoplé—, tampoco es de mi edad. No creo en la buena suerte de los pelirrojos, tampoco los encuentro atractivos ni nada —repliqué entre risas. Ni siquiera había pensado si el rey era apuesto o no.

—¿Por qué Theo tendría que tener cierta cara con respecto a eso? —preguntó Finn. No supe si era con ironía o seriedad. Finn era confuso y no sabía interpretar bien sus actitudes.

Me giré para verlos directamente. Ya con los dos ojos abiertos.

—No preguntes cosas que no quieres escuchar —siseó Mike entre dientes y luego soltó una pequeña carcajada incómoda.

—¿Por qué no querría escucharlo? —siguió Finn, su mirada serena estaba pegada en el techo.

Mike me echó una ojeada y luego se dio vuelta hacia la ventana.

—Mejor me duermo, fue un día largo —afirmó Mike—. Descansen.

—No, en serio, ¿por qué le molestaría a Finn algo con la cara de Theo si se entera que me hice amiga del rey? —quise saber.

—No es amiga, —corrigió Mike, con un dedo índice elevado—, es una relación... auténtica y natural —esas últimas dos palabras las pronunciaron Finn y Mike al unísono con un tono bobo.

—Te unes al bullying —culpé a Finn.

—Solo quiero saber por qué le molestaría a Theo —exigió Finn cruzándose de brazos—. Eres una mujer libre.

—¿Lo dices en serio? ¿Libre? —Mi voz salió dos tonos más aguda.

—Está bien, no libre en todos los sentidos, pero sí libre de hacer amistad con los reyes si tú quieres, incluso si quieres tener muchas relaciones auténticas y naturales, eres libre de hacerlo —concluyó, elevando su mentón hacia mi dirección.

—Ya te lo dije —interrumpió Mike con impaciencia—. No. Preguntes. Lo. Que. No. Quieres. Escuchar —volvió a decir, marcando cada palabra y abriendo bien la boca. Terminó con una gran sonrisa con dientes apretados y elevando las cejas hacia Finn.

—¿Qué? ¿No quiero escuchar que Theo está prendado de Claire? —contraatacó con una mirada inquietantemente serena hacia Mike—. ¿Eso es lo que quieres decir? Aunque así sea, Claire sigue siendo libre para tener una relación con quien quiera.

—¿Quién usa prendado? Pfff. ¿De dónde sacaste esa estupidez? —Aleteé mi mano como si quisiera alejar la carga tensa del aire.

¿Prendado? Nos gustábamos, y Finn se había dado cuenta.

—¡Oh, guau! ¿Theo prendado? Me encantaría verlo —respondió Mike. No sé si burlándose o diciéndolo en serio, pero fue notorio que era un intento para cambiar el tema.

—A mí también —agregué rodando sobre la cama y cerrando mis ojos de una vez, la conversación ya era demasiado incómoda.

Sonreí al sentirme, al menos por un momento, como una simple chica teniendo una conversación embarazosa y emocional con dos amigos.

—¡Por supuesto que a ti también! —se mofó Mike—, pero no de cualquiera, más bien, te gustaría que se prendara solo de una —dijo con ademán de provocarme, pero supe que era más sensato y más fácil no responder a eso y hacerme la dormida.

—Ya, basta —cortó Finn—, a mí no me gustaría.

Quise preguntar por qué, pero decidí seguir con mi ley callada, como si estuviera durmiendo.

—Ten cuidado, ricitos de oro —siseó Mike—. Theo es mi mejor amigo.

—¿Qué tiene que ver? No tengo ganas de ver a un tipo babeando, menos en medio de la guerra —resolvió Finn. Percibí algo de ironía en su voz, pero no supe cómo interpretarlo. El sueño ya me estaba ganando.

—Qué egoísta eres, solo porque tú ya estuviste enamorado —atacó Mike

—¿Se puede saber de qué narices hablas? —preguntó sorprendido.

—Já. Ahora te andas con rodeos —se burló—. Es obvio para todos. Esa chica pecosa, la entrenadora de Claire. Es obvio que tuvieron algo y que luego le rompiste el corazón.

¿Hannah?

Nota: ¡Hola mis amados lectores! Extraño muchísimo a Theo, ¿y ustedes?. Me muero por leer comentarios.

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