XXIII

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Capítulo 23:
Auténtica y natural

Me duché antes de ir a cenar. Faltaban dos noches para que Finn y yo nos colásemos en el avión destino Atanea, en el que iría Mike a testificar en favor de Theo.

Mientras el agua corría por mi piel, intenté relajarme, cerré los ojos e inspiré profundo. Pero no hubo caso. Estaba ansiosa, quería que nuestro plan funcionara, lo cual parecía algo bastante improbable. Parecía que las horas pasaban cada vez más lento.

El día entrenando se me había hecho larguísimo y nada productivo. Hoy no había entrenado con Hannah, no me habían dado ninguna explicación. Llegó un chico más joven que yo, sin nada de paciencia y cuyo nombre ya había olvidado. No había aprendido nada nuevo, nada más practicamos elevar la pluma, lo cual había podido hacer por mi cuenta hace unos días atrás.

Cerré el agua caliente y salí a regañadientes de la ducha. Me puse un vestido blanco y ligero que una asistente me había dejado sobre la cama. A esas alturas ya me había dado cuenta que casi todos dentro de la fortaleza de Ava vestían de blanco, pero no sabía si me interesaba preguntar la razón.

Llegué al comedor donde había una larga mesa de vidrio, llena de detalles dorados y muy elegantes. Al igual que el día anterior, a su alrededor estaban Keane, John y más personas importantes del Consejo de Ava, cuyos nombres no recordaba ni la mitad. Todos vestidos de blanco. Finn y Mike ya estaban sentados. Tuve que pedirle a Keane que Mike se sentara con nosotros, ya que, al ser un agente, no calificaba para cenar con la "gente importante" (palabras de Keane), aunque fuera un agente de élite.

El rey no había cenado con nosotros el día anterior por motivos administrativos (más palabras de Keane), pero se suponía que esta noche sí lo haría. Ava tenía un presidente y un rey a la vez, era uno de los pocos reinos que tenía ambos.

—Princesa, buenas noches —saludó Keane con una sonrisa que le arrugaba la cara pecosa—. ¿Cómo ha estado su día?

—No muy productivo —respondí seca—. ¿Cuándo volverá Hannah? —pregunté directa.

—Espero que mañana pueda estar con usted nuevamente, hoy no se encontraba bien de salud —respondió una mujer mayor, de cabellos cortos cobrizos y cara alargada. Me parecía que la noche anterior se había presentado como la "jefa de personal".

Asentí en su dirección, saludé al resto de forma general con otro asentimiento y un suave "buenas noches". Me encaminé a un extremo de la mesa para sentarme junto a Finn y Mike.

—Oh, no, levantaos. Todos debemos estar de pie para cuando llegue el rey —dijo John en un tono más parecido a un regaño que a una aclaración.

Justo cuando nos poníamos de pie, dos soldados vestidos de blanco entraron por las amplias puertas de vidrios coloridos e hicieron sonar dos veces una especie de bastón en el suelo, para que luego uno de ellos dijera claro y fuerte:

—Reciban con honor al gran monarca del reino Ava, el rey Tyrone. —Dicho esto, ambos soldados dieron dos pasos hacia atrás pegándose a la pared.

El rey del reino Ava era más joven de lo que esperaba, de treinta y tantos. Era corpulento, con un pelo que parecía prender fuego debido a su intenso color rojo. Su cara estaba llena de pecas al igual que la de la mayoría en Ava. Tenía una nariz gruesa y respingada. Una frente pequeña y un prominente mentón. Llevaba puesto un collar que le cruzaba de hombro a hombro, una capa que se arrastraba tras él y una larga túnica. Todo era de color blanco.

La gente estaba haciendo reverencia, y dudé si yo debía hacerlo también; no quería parecer una tonta, pero hice una pequeña y rápida inclinación por si acaso.

Atanea I: Heredera doradaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora