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Oleh iblamejay__

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Seth Ford, frío, calculador y terriblemente carismático, adoptado por uno de los mayores criminales de la ciu... Lebih Banyak

Prólogo - Bonnie & Clyde
Capítulo 1 - Bienvenida a Nueva Orleans
Capítulo 2 - La universidad no es para criminales
Capítulo 3 - El chico del discurso
Capítulo 4 - Nueva información
Capítulo 6 - No mi tipo de fiesta
Capítulo 7 - Incógnitas
Capítulo 8 - La Veuve Noire
Capítulo 9 - Maldita encuesta
Interludio - En la oscuridad
Capítulo 10 - Delitos revelados
Capítulo 11 - Como el Ajedrez
Capítulo 12 - En problemas
Capítulo 13 - La gota que colmó el vaso
Capítulo 14 - Blow
Capítulo 15 - El Rey de la ciudad
Capítulo 16 - Las apariencias engañan
Interludio - Juegos inofensivos
Capítulo 17 - Un negocio redondo
Capítulo 18 - El Golpe (Parte 1)
Capítulo 19 - El Golpe (Parte 2)
Capítulo 20 - Nuevas sensaciones
Capítulo 21 - Sal de mi vida
Interludio - Vuelta al ruedo
Capítulo 22 - El consejo de un viejo
Capítulo 23 - Bienvenida al equipo
Capítulo 24 - Campo de tiro
Capítulo 25 - Debilidad
Interludio - Frank
Capítulo 26 - En mi mente
Capítulo 27 - Noche en el club
Interludio - Enfrentando la realidad
Capítulo 28 - La joyería
Capítulo 29 - Diamantes para la ciudad
Capítulo 30 - Puñalada al corazón
Capítulo 31 - Siguiendo al corazón
Capítulo 32 - Mykonos
Capítulo 33 - Experiencia de muerte
Interludio - La verdad sobre Violet
Capítulo 34 - Nuevo año nuevo drama (parte 1)
Capítulo 35 - Nuevo año nuevo drama (parte 2)
Capítulo 36 - Bajo las estrellas
Capítulo 37 - Te creo
Capítulo 38 - Perro de presa
Capítulo 39 - Terapia
Capítulo 40 - Una pequeña aventura
Capítulo 41 - Éxtasis
Capítulo 42 - Lenta e irremediablemente
Capítulo 43 - Vendetta
Interludio - El poder es poder
Capítulo 44 - Un plan perfecto

Capítulo 5 - El pasado de Violet

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Oleh iblamejay__

~Violet en multimedia~

No sabía si las planchas me habían quemado el cerebro o había sido el constante estrés sufrido durante todos estos días.

Ya había pasado una semana desde que había entrado en la universidad, y las cosas iban de mal en peor. Cuando creía que tenía las decenas de trabajos impuestos por los profesores controlados, me ponían más, mi vida social se resumía en North, y era algo que agradecía.

Aunque ella era mucho más multitarea y ya se había hecho un sitio entre los grupos sociales de la universidad, no dejaba de darme esa prioridad tan merecida, y pasábamos la mayoría del día juntas.

Y ahí estaba yo, de pie en mi habitación, preparada para ir a una fiesta en la cual no conocía a nadie.

—¡Violet! —gritó North desde el salón. —¿Estás lista ya? —preguntó.

Me miré al espejo por undécima vez.

North era una artista. Su maquillaje era increíble, ni muy exagerado ni muy informal, algo perfecto. Había colocado algo de sombra negra en mis ojos, junto con una pequeña y fina raya dorada, a juego con mi vestido, el cual era de los mismos dos colores y se ajustaba a mi cuerpo como un guante hasta poco más abajo de mi cintura.

Mi pelo rubio caía por mis hombros totalmente alisado, y mis labios lucían un color crema natural.

—¿Violet te has cambiado ya? —volvió a preguntar al no obtener respuesta.

—Sí, ya salgo —informé.

Me acerqué a la puerta y salí de mi habitación, de vuelta al salón.

Enseguida escuché un suspiro de sorpresa, y a una preciosa North mirándome de arriba a abajo.

—Chica estás radiante —soltó emocionada.

Ella llevaba un vestido del mismo corte que el mío, pero en vez de negro y dorado, dorado y blanco, creíamos que sería genial combinar vestuario. Su pelo, a diferencia del mío, estaba sutilmente rizado y caía sobre un solo lado, tenía la misma sombra que yo en los ojos y un poderoso carmín en sus labios.

—Tú también estás genial —contesté de vuelta. —Pero no crees que esto es .. ¿demasiado? —pregunté al encontrar la situación demasiado formal

—Para nada. Una primera impresión sólo se da una vez. ¿Lista para conocer a Zach? —Rodé los ojos. Zach era el amigo del instituto de North, y el anfitrión de la fiesta. De acuerdo con North era millonario, guapo y simpático, y se había empeñado en emparejarme con él.

—Supongo. —Me encogí de hombros.

—Esa es la actitud. —Me cogió del brazo y prácticamente me arrastró fuera del apartamento.

Aún era pronto y quedaban dos largas horas para que la fiesta comenzara, pero North se había empeñado a ir antes a ayudar con la preparaciones. Super divertido.

Bajamos las escaleras de nuestro edificio y nos dirigimos hacia fuera de la universidad, dónde nos esperarían en el parking. Y raramente, fueron puntuales.

—¡Hey! —saludó North en la lejanía, captando su atención.

Eran dos chicos, uno rubio y otro moreno, apoyados en un deportivo negro.

—Que preciosidades —exclamó el moreno. —¿Preparadas para la mejor noche de la universidad?

Tuve unas ganas inmensas de rodar los ojos, pero no lo hice.

—Os presento —dijo North rápidamente. —Violet, este es Max. —Señaló al moreno. Tenía el pelo rapado y parecía sacado de un equipo de fútbol americano. —Y este ... —hizo una pausa aterradora. —Este es Zach. —Señaló al rubio, el cual se acercó a mi y dejó un beso en mi mano.

—North ya me había dicho que eras atractiva, pero no a este nivel. Eres guapísima. —Prácticamente me sonrojé en segundos.

No sabía dónde meterme para evitar esos ojos azules derritiéndome con tal intensidad.

No iba a mentir, era guapo. Rubio, alto, buen cuerpo, labios carnosos y mirada penetrante, podría formar parte de algún equipo de modelos de élite.

—Gracias. —Me limité a decir, no era muy buena recibiendo cumplidos.

—Bien —interrumpió North. —¿Vamos ya? Tengo unas ganas enormes de despejarme por unas horas.

—Adelante —dijo Zach mientras nos abría la puerta trasera del coche.

Nos introdujimos en el coche y Zach arrancó segundos después.

Pasamos el trayecto hablando sobre las preparaciones de la fiesta, al parecer había comprado varias botellas de licores, aunque los invitados se encargarían de traer el alcohol suficiente.

Minutos mas tarde, Zach redujo la velocidad, y paró en frente de un bonito jardín.

—¿Es esta tu casa? —preguntó North mientras observaba maravillada la enorme casa de dos pisos estilo victoriana.

—Esta es. —Asintió Zach.

Nos bajamos del coche y nos acercamos a la descomunal casa. En cuanto atravesamos la puerta principal, Zach gritó efusivo.

—¡Bienvenidos a la primera fiesta de la universidad!

—Zach aún no hay nadie tío —murmuró su amigo, todos reímos levemente.

—Estaba ensayando —dijo mientras nos dirigía por el salón. —Vamos a la cocina, los invitados comenzarán a llegar pronto.

Atravesamos el espacioso salón y llegamos a la cocina, dónde las botellas de licor se amontonaban sobre la encimera.

—Max en el congelador del jardín está el hielo, tráelo. —Max levantó el dedo pulgar y se encaminó hacia el jardín.

—Te acompaño —dijo North rápidamente. Traté de lanzarle una mirada de socorro, pero ni me miró. Ambos desaparecieron por la puerta, dejándome sola con Zach.

El silencio fue absoluto en apenas segundos. Noté sus ojos sobre los míos, aunque para cuando traté de mirarlo, los bajó rápidamente, centrándose en las botellas.

Echó lo que parecía ser Vodka y lo mezcló con algo más, para después tendérmelo.

Miré el vaso por unos segundos, noté como mi corazón se disparaba, y una extraña sensación de nerviosismo se apoderaba de mi estómago.

—No quiero, gracias —dije lo más calmada que pude.

—¿No piensas beber? —preguntó extrañado.

—Sí, aún no —mentí.

—En cuanto lleguen los invitados se lo van a acabar todo. —Rió sutilmente.

—Podré sobrevivir —traté de no sonar como una amargada.

Y de nuevo con el silencio incómodo.

Zach era un chico increíblemente atractivo, incluso parecía buena persona, pero hacer amigos no era mi punto fuerte. Me consideraba una persona sociable, pero nunca se me había dado bien empezar conversaciones.

—Me dijo North que eras de un pueblo en las afueras —comentó.

—Sí, Oakdale.

—¿Enserio? Tengo familia en Oakdale, he estado un par de veces.

Mi corazón se congeló por unos instantes, llevé mi mirada hacia la suya, esperando no encontrar alguna mirada extraña, pero no encontré nada, solo una pequeña sonrisa.

—No me suena haberte visto nunca —dije calmada.

—Bueno, cuando he ido apenas he estado unas horas.

Sonreí y suspiré aliviada, no había huido de aquel pueblo para encontrarme con alguien de allí en la ciudad.

—¿Tienes ..? — Comenzó la frase, aunque hizo una pausa, eligiendo las palabras correcta. —Pareja? —finalizó.

— No —contesté mientras sonreía sutilmente.

—¿No? —preguntó incrédulo, levanté una ceja. —Quiero decir, eres preciosa, pensaba que algún buitre de la universidad ya te había echado el ojo.

—No he hablado demasiado con nadie —expliqué. —Además soy algo complicada.

—Me gustan los retos. —Levanté mi mirada, encontrándome una media sonrisa y una expresión que derrochaba seguridad en si mismo.

—¿Eso quiere decir que vas a intentar conquistarme? —Le seguí el juego.

—No, sólo era un comentario. —Se encogió de hombros. —Aunque no me importaría tener a una preciosidad como tú a mi lado.

Reí ante la mezcla de confianza, sutilidad y brusquedad a la vez en sus palabras.

—¡Traemos el hielo! —exclamó Max mientras volvía con North.

Miré a North de reojo, y ella hizo lo mismo. Con las miradas nos entendimos.

—¿A que esperamos entonces? Manos a la obra —murmuró Zach mientras abría la bolsa de hielo y comenzaba a meter cubitos en vasos.

Los tres cogieron las botellas de licor, y comenzaron a rellenar vasos, mezclando todo lo posible. El sonido del líquido vertiéndose en los vasos inundó mis oídos y el fuerte olor mis fosas nasales. Mis manos temblaron al instante, pero hice un esfuerzo, cogí una de las botellas de licor y comencé a verterla en una de los vasos. Entonces, mis sentidos se multiplicaron por diez. Pude escuchar cada gota impactar contra el vaso, y el olor me golpeó fuertemente, cómo si de una bofetada se tratara. Inmediatamente me mareé. Dejé la botella sobre la encimera y salí de ahí lo antes posible.

Ni siquiera sabía a donde iba, no conocía la maldita casa en lo más mínimo, pero por suerte pude encontrar la salida a lo que parecía ser el jardín. El alivio fue instantáneo en cuanto mi piel sintió el aire fresco. Mis oídos dejaron de escuchar aquel desagradable sonido y mis fosas nasales aspiraron un agradable olor a jazmín. Avancé unos pasos hasta que mis piernas se cansaron, y me senté en el césped sin más.

Llevé mis manos a mi cabeza y pensé en lo estúpida que era, en como después de tanto tiempo seguía afectándome. Sin quererlo, una lágrima se escapó de mis ojos, aunque no fui demasiado dura conmigo misma, llevaba mucho tiempo sin llorar.

Nunca me había considerado una persona llorica, ni sensible en lo más mínimo, y me costaba mucho aceptar que a veces tenía que llorar.

—Hey. —La voz de North me bajó de nuevo a la tierra. Me limpié las lágrimas y giré mi cabeza hacia ella. Avanzaba hacia a mi lentamente, con una expresión de preocupación. —¿Estás bien? —se atrevió a preguntar.

—Sí, sí estoy bien —traté de convencerme más a mi misma que a ella. —Sólo necesitaba tomar el aire.  —Fijé mi mirada en la luna que brillaba aquella noche, majestuosa.

Cuidadosamente North se sentó a mi lado, y observó la luna, al igual que yo.

—Sé que apenas nos conocemos de una semana, pero sé que no estás bien, eres bastante obvia en cuanto a tus sentimientos. —Ambas reímos. —Entiendo que no tengas la confianza suficiente, sólo quiero que sepas que te apoyo.

Dirigí mis ojos hacia ella, y encontré confianza, tranquilidad y apoyo.

Suspiré, no le había contado mi historia a nadie, todo el mundo simplemente lo sabía. Observé a North, su mirada suave y cálida, y aunque apenas la conocía, sentí que podía confiar en ella. Por un momento, pensé que desahogarme me ayudaría.

—Es una larga historia —murmuré.

—Tenemos toda la noche —contestó con una pequeña sonrisa.

Dirigí de nuevo mi mirada hacia ella, aunque la aparté rápidamente, no podía mirarla mientras lo explicaba.

—Ni siquiera sé por dónde empezar —me avergoncé.

—¿Qué tal por el principio? —La miré por unos segundos y asentí.

—Todo comenzó a los diez años. —busqué las palabras adecuadas para continuar. —A esa edad tuve mi primer ... encuentro sexual.

— Joder —exclamó North mientras me miraba entre curiosa y preocupada. —Eso fue pronto.

Dirigí mi mirada hacia ella.

—Él tenía cuarenta, North. —Su rostro cambió al instante, de uno curioso a otro lleno de preocupación y terror, fue a hablar, pero la interrumpí.

—Él era el conserje de mi colegio. Siempre habíamos tenido buena relación, era simpático, y con las demás niñas también. Teniamos confianza de alguna manera —expliqué. —Un día llegué tarde a clase, y él como siempre esperaba en la puerta, con una sonrisa me recibió. ''Llegas tarde pequeña Violet.'' Me dijo con tono gentil. ''¿Porque debería de dejarte entrar?''  Me preguntó. Estaba realmente aterrada, jamás había llegado tarde, mi madre me mataría. ''Te dejaré pasar, si me das un beso'' Sentenció mientras me ponía morritos, me lo tomé a broma, teníamos confianza, era inocente, no sería más que un beso. Así que se lo di.

—Dios mío Violet —dijo North preocupada.

—A partir de ese momento descubrí que podía recibir cosas, a cambio de otras. Comenzó a verme más, me compraba cosas, me llevaba al parque de atracciones, nunca pasaba más de un beso, quizás dos, para mi era cómo un juego —recordé. —Pero claro, el juego no acabó ahí. Un día, pasó del beso, me tocó, me propuso hacer cosas que ninguna niña debería de hacer. Era una niña North, pero sabía que estaba mal, los regalos pasaron a amenazas, de hacerme daño a mi, a mi familia. —La miré mientras me contenía las lágrimas. —Seguimos así por unos meses, hasta que la policía lo detuvo, no era la única niña de la que abusaba. Encontraron evidencias en su casa, ropa que me involucraba, mis padres se enteraron, tuve que testificar en su contra, fue a la cárcel, y yo me sentía culpable, por mi culpa estaba en la cárcel, había estado abusando de mi y por alguna razón mi mente me culpaba a mi misma de todo. —Recordé mis pensamientos en aquel momento. —Pero ese no fue el peor momento. Un día me levanté de mi cama, me miré al espejo, y mi cabeza funcionó cómo debería haberlo hecho antes. ''Eres una idiota'' Fue lo primero que me dije. ''Han abusado de ti y te culpas a ti misma.'' —Sin poder evitarlo, unas lágrimas recorrieron mis mejillas. No le di importancia. —Me sentí sucia, engañada, idiota, y la pena se intercambió por rabia, quería verlo muerto, era un cerdo y merecía morir.

—Violet .. —murmuró North con un hilo de voz.

—Había perdido a mis amigos, me convertí en la niña abusada por viejos, los niños son crueles a esa edad, no querían tener nada que ver conmigo. Así que encontré refugio en lo único que nunca me abandonaría, el alcohol. Después de unos años de depresión me convertí en una puta alcohólica a los trece años —murmuré incrédula. —Seguí así por unos dos años, hasta los quince, dónde me planté frente a mis padres y les dije; ''Papá, mamá, soy alcohólica, y quiero dejar de serlo.'' Me interné en un centro y me limpié, hasta hoy.

North me miraba fijamente, analizando la historia.

—Si tienes que juzgarme adelante, hazlo. Sí, me dejé abusar a los diez y sí era una alcohólica a los trece. — Dije esperando lo peor.

— Violet eres la persona más valiente que he conocido nunca —soltó de repente. — Has superado un abuso pedófilo y una alcoholemia, y aquí estás, empezando una nueva vida como si nada.

—Gracias —murmuré en voz baja, nadie nunca me había dicho algo así.

Sin previo aviso, su brazo rodeó mi cuello, abrazándome.

—Gracias por contármelo, eres increíble.

—Necesitaba desahogarme —confesé.

—¿Sabes que? De nada sirve vivir en el pasado, ese malnacido está en la cárcel, y tú estás limpia. —Pensó por unos segundos. —Es más, si tú estas limpia yo estoy limpia, no voy a beber en toda la noche —aseguró. Reí por unos segundos.

—North, no tienes por qué —le aseguré

— Me da igual, si tú no bebes yo no bebo. —El timbre interrumpió nuestra conversación. —Y ahora ... ¿Estás lista para el primer fiestón universitario? —preguntó emocionada.

—Estoy lista —exclamé con una sonrisa.

North saltó de la alegría mientras cogía mi brazo y me arrastraba dentro entre risas.

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