Estoy en el auto. Guardo la pistola en la guantera. Me veo al espejo y sonrío, pero muy en el fondo... algo no está bien.
Me siento algo solo.
Intento no darle importancia al sentimiento, pero algunas veces, incluso a plena luz del día, decide atacarme. Sé que estoy solo, siempre lo he estado. Nadie nunca me ayudó o estuvo ahí. Sé que puedo sobrevivir al qué vendrá, así como he sobrevivido al quién soy yo, al dónde estoy, al qué quiero exactamente.
Estoy cerca de una tienda de costura, según veo en mi celular. Tengo dinero en efectivo y también en mi tarjeta; aunque sería estúpido usarla... sabrían en dónde me encuentro. Conduzco hacia ahí; es un poco más al centro de la ciudad de lo que esperaba. Salgo del auto y camino hacia la tienda.
Entre la gente que pasa puedo ver algo que me molesta. Es aquel chivo vestido de negro, el que estaba con el corpulento y la gótica. Él está vendiendo drogas, o eso parece. Me acerco. Estoy vestido de rojo... él me reconoce.
—Hola, amigo —saludo, casual.
—Aléjate. No quiero problemas contigo. —Otro Desvarío está con él. Es quien le está comprando.
—No vengo a buscar problemas, vengo por curiosidad. ¿Qué tienes por ahí? ¿Cocaína? —consulto, toqueteando su cuerpo.
—Aléjate, repito. —Él me ve de manera desafiante, retrocede.
—Nadie tiene que salir herido... —Saco mi navaja—. Aquí mandamos los Oníricos. Pueden ir a otra ciudad si quieren.
—Ya nos vamos —habla él—. Terminaré esta venta y ya.
—¿Cómo te llamas, cariño? —puedo ver que algunos de sus gestos son delicados.
—Jael —responde seco—. Listo; ya nos vamos.
—Qué fáciles son —concluyo. Rio en voz alta—. Son unas gallinas, no quieren ni dar pelea.
—Sé quién eres, Duke. Todos sabemos quién eres. Todos sabemos lo que has hecho... no te conviene causar más problemas de los que ya tienes. —Él está plantado en lo que dice, parece seguro, e inseguro al mismo tiempo. ¿Podré acaso tambalear sus aguas? Probar sus límites...
—Tienes razón, Jael. Ya me voy, al igual que ustedes —digo, volteándome.
—No vendré más por aquí. No quiero causar problemas —menciona.
—Bien dicho. —Él se empieza a alejar junto al otro. Siento mi corazón palpitar con adrenalina. ¿Cómo se saldrá con la suya, así como así? ¿Un estúpido Desvarío?
Me volteo de nuevo y le clavo la navaja en su espalda, cerca de sus costillas.
—¡Ah! —Suelta un gemido de dolor. El otro imbécil se me lanza encima y la navaja cae al suelo. Él me intenta golpear, pero soy más fuerte. Me posiciono encima de él y lo golpeo más y más.
Jael empieza a gritar por ayuda. La gente corre en lugar de ayudarle. Sé que tengo la pelea ganada. Una victoria más para los Oníricos. Me aparto del Desvarío, quien corre a rejuntar a Jael del suelo. Hay un charco enorme en el suelo y él está llorando, está completamente desgarrado, casi no puede respirar.
—¿Ya aprendieron? —Lanzo una carcajada—. ¿Ya vieron que aquí no tienen poder? Si regresan; y espero que no lo hagan... morirán.
—Te pudiste haber ido, Duke... —Jael exclama entre llantos—. Y no lo hiciste... desearás no haber hecho esto...
Ellos se van. Las personas están viendo la escena y nadie hace nada. Me siento bien... me siento poderoso. Camino entre la gente, entre quienes me disipo en segundos. En unos minutos todos han vuelto a la normalidad, caminando sobre el charco de sangre, siguiendo con sus estúpidas y superficiales vidas.
En el camino me limpio un pequeño manchón de sangre del brazo. Veo la tienda de costura y decido entrar. La única presente es la señora del mostrador.
—Buenas tardes. ¿En qué te puedo ayudar? —consulta; es robusta y tiene las mejillas coloradas.
—Buenas tardes —respondo—. Vengo a ver hilos.
—¿Hilos? ¿De qué tipo buscas? —pregunta.
—No sé, el mejor hilo que tenga —pido. No tengo idea de cuál se necesite...
—A ver... ¿cómo explicarte...? hay hilos que son mejores para varias utilidades. Pueden tener fortaleza de la costura, para cuando vayas a meter en la máquina, resistencia de abrasión a la hora de coser, elasticidad, resistencia química, inflamabilidad, y solidez de color. —Sigue hablando, no entiendo nada.
—Eh, sí... ¿estos qué son? —interrogo, tocando unos de una mesa.
—Son naturales, de algodón. Son los más típicos —explica.
—Hm... ¿y aquellos? —pregunto, se ven mejores, más resistentes y gruesos.
—Bueno, estos son hilos sintéticos. Son más fuertes que los naturales —Ella toma uno y me lo da.
—Necesito el mejor hilo, el más resistente que tenga... —veo hacia el suelo, hacia mi zapato. Tiene una apertura—. Es que mire, tengo que coser mi zapato.
—¡Oh! ¡Lo hubieras dicho desde un principio! Aquí no vendemos mucho este hilo especial, pero por ser tú te lo puedo vender —dice feliz—. Mira.
Saca una caja negra pequeña, muy fina.
—Este hilo es de edición especial, es un hilo de nailon grueso del más fino que puedes encontrar. Es sintético, tiene alta tenacidad, alta resistencia, buena resistencia a los químicos, y no se ve afectado por la humedad, podredumbre, moho, insectos o bacterias —dice. Su voz me parece estresante, no para de hablar, y me duele la cabeza—. El hilo es negro y perfecto, es grueso también, no es como esos típicos hilos que se rompen con tocarlos.
—Me lo llevo —confirmo, tomándolo y examinándolo. Puedo imaginar la boca de Lyra, con este material de seguro tendré éxito.
—Tienes que usar esta aguja especial, es un poco más gruesa que las normales. Todo en conjunto sería... —La suma de dinero es cara, pero no tendré otra oportunidad para comprar este material.
—Bien —digo sacando los billetes. Se los doy, ella me lo empaca en una bolsa.
—¡Suerte cosiendo! —Se despide, moviendo la mano.
—La necesitaré —rio—. Gracias...
Salgo de la tienda, me paralizo del miedo al ver hacia la calle, algo lejos de mí. Hay dos policías moviéndose entre la gente. Se ve que están buscando algo.
—Mierda... —carraspeo sosteniendo la puerta, no sé si volver.
No puedo ir a la camioneta en este momento. Tengo que seguir el flujo de gente hacia el lado contrario de los policías. Camino por media hora por la avenida, y entro a una tienda cualquiera. Es una tienda de peluches. Me pongo a observaros para aparentar, en caso de que algún policía esté cerca. Me escondo detrás de un estante, para "observar" algunas cosas en específico.
Media hora más ha pasado. Me aseguro de que no haya policías a los alrededores, y camino de regreso hasta llegar a la camioneta. Manejo hasta el almacén, estoy emocionado por empezar mi trabajo con Lyra.
Julie está esperándome en la entrada.
—¿Qué tanto hiciste? Dame las llaves, voy tarde. —Está enfadada.
—Gracias, Julie —digo cargando la bolsa—. Estaba comprando algo que necesito, para Lyra.
—Espera. ¿Qué le vas a hacer? —pregunta frente a mí.
—No creo que empiece hoy, pero coserle la boca —confieso.
—¡¿Qué carajos?! ¡¿Estás loco?! —exclama—. ¡Eres un enfermo!
—Con esto ganaré muchísimo dinero —explico—. Te juro que si gano, te daré una buena parte, por lo que hiciste por mí.
—Esto se pone cada vez peor... —Baja la cabeza—. Como sea, no la mates.
—Nos vemos. —Ella se va.
Bajo al sótano, Lyra está dormida de nuevo. Pongo las bolsas en el suelo y ella despierta.
—¿Qué pasa? —pregunta, atontada.
—Ya tengo el hilo —informo, caminando a su alrededor.
—¿Qué hilo? —parpadea con fuerza. Tiene los ojos rojos.
—Con el que te coseré la boca —explico—. Mira...
Ella abre los ojos, grita aterrorizada.
—¡No! —exclama.
—Sabes que va a suceder de todos modos, Lyra. Deja de resistirte, que lo harás peor. —Me acerco a ella—. Ya tengo el hilo y la aguja. Necesito que me digas cómo hacerlo para que no te infectes.
—¡Por favor! —Está desconsolada—. ¡No me arruines la vida más de lo que ya hiciste!
—No hay regreso para mí, ni para ti —concluyo—. No sé si eso sea bueno, o malo... pero esa opción de volver al pasado, de arrepentirse... eso ya no existe. Por eso intentemos llevarnos bien. ¿Sí? — Sostengo el hilo frente a su cara, extendiéndolo—. Nos queda un buen camino por recorrer. ¿Qué piensas? ¿Qué tan tallado lo hago? ¿Para que puedas hablar, o no? Es obvio que tendrás que comer, no lo puedo tallar tanto, la comida te tiene que entrar.
—Me vas a matar... —Toma un suspiro—. Mátame de una vez, si ese es el caso.
—Dime qué medicamentos necesitarás. —Me siento frente a ella.
—Necesitarías anestesia, pero eso no se puede conseguir por cualquier idiota como tú. —Escupe el suelo—. ¡Ya, ríndete!
—Anestesia... —digo, apuntando—. ¿Qué más?
—Agua con sal... —Sabe que si no me ayuda le irá peor—. Eso es para desinfectar.
—Bueno, no será tan complicado después de todo. Eso es todo, supongo. Compraré también vaselina para que la aguja pueda pasar mejor —hablo, terminando de apuntar—. Tengo que esperar a que Julie venga. Mientras tanto, hablemos de la alimentación. Para el desfile necesitaré que te veas bien, no desnutrida y fea.
—Se pueden desatar los hilos para los intervalos de alimentación —informa, está realmente seria.
—¡Buena idea! Me encanta que cooperes así. —Estoy complacido—. Excelente, iré a comprar eso, y cuando regrese empezaremos.
Duke iría a comprar los útiles. Mi intuición decía que Julie había tomado la camioneta, lo que significaba que él tendría que ir a pie. Este... sería mi momento de escapar.
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