Convénceme ©

Por monsalve2509

382K 20.8K 1.7K

Antes llamada, ¡Contigo no! Gabriel Monserrate es un hombre reservado y frío, que está cansado de su monó... Más

Epígrafe y dedicatoria
Prólogo
Capitulo uno
Capitulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintiuno
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Información
Capítulo veinticuatro
Capítulo veintiséis
¡Nueva portada!
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta

Capítulo veinticinco

9.1K 532 115
Por monsalve2509

Capítulo 25

Estoy en el departamento de Luciano, que consiste en una sencilla habitación donde esta su cama, la cocina y la sala. Me siento en un sillón rojo cuando él se va a buscar algo que beber, luego vuelve con un vaso que me entrega, miro su líquido amarillo, y luego lo huelo, puedo asegurar que no es jugo de manzana; y, él se queda con una cerveza.

—Eso blanco en tu cabello... ¿Es harina? —dice tratando de estar serio, pero fracasa en el intento y termina estallando en unas escandalosas carcajadas.

Si no estuviera tan molesta, me reiría junto con él; pero ahora solo quiero desquitar mi ira con él... Bueno, creo que es el mismo ADN que Gabriel, así que sería como golpear a su hermano.

—¿Para que me trajiste? —gruño. Él se encoje de hombros y me ve con burla—. No estoy de humor. Habla o te juro que te hago tragar esa botella, completa —amenazo señalando su bebida.

Él bufa y flexiona las piernas, sentándose como un indio en el sillón.

—Antes de comenzar... Te responderé la pregunta que hiciste antes de subir a mi bebe —Ruedo los ojos al escuchar la forma infantil con la que llama a su auto—. Es cierto... En parte. Jhatkim está casado y tiene un hijo —comenta con tacto, cuidando y escogiendo las palabras.

—¿Para eso me hiciste venir? Para confirmarme que me usaron como a una muñeca de trapo. ¡Qué me tenían como a una puta amante! —grito dejando salir un poco del enojo que tengo contenido—. Primero quería comprar mi virginidad cuando su esposa enferma lo esperaba junto con su hijo en otro continente. Después me conquista despacio con sus extravagantes detalles y salidas. ¡Diablos! Gabriel es un... Un... ¡Arrg es un maldito! —Me agarro la cabeza y dejo que mis palmas se deslicen por mi cabello.

Luciano, me ve anonadado y toma un largo trago de su bebida.

—¿Más tranquila? —pregunta y yo asiento—... Jhatkim se caso siendo muy joven. Tenía mi edad, veinticuatro años y ni hablar de Bonnie, cinco años menor que él. Sin embargo, ellos solo se casaron para complacer a sus padres... —Luciano hace un pausa y se rasca la nariz—. Aunque no lo creas y no parezca, Gabriel suele hacer las cosas para complacer a Rhamil, es algo extraño, creo que eso te lo tendría que contar él.

—No comprendo... —bramo.

—Mira, desde pequeño lo tenían... Como decirlo... ¿Sometido? Creo que esa no es la palabras correcta, pero igual, su padre no lo dejó llevar una infancia y adolescencia normal, Jhatkim siempre fue un viejo prematuro. Y bueno... Has escuchado ese cuento que reza así: los elefantes del circo solo los ata una pequeña cadena, que ellos fácil pudieran rompen para liberarse. ¿Sabes por qué no lo hacen? Porqué de pequeños esa misma cadena les hizo daño cuando intentaron romperla. La vida de Gabriel es como la de esos elefantes —Se encoje de hombros y frunce los labios.

—Sigo sin comprender...

—Mejor que no lo hagas, tu debes forjar tus propias conclusiones si alguna vez Jhatkim te cuenta su historia.

Arrugo el entrecejo.

—Dejando eso de lado... —No por mucho tiempo—. ¿Gabriel nunca ha amado a esa mujer? —Esa simple insinuación hace que la opresión de mi pecho disminuya.

Oh, dios, que diga que no. Que diga que nunca se han am... Ah, y que importa eso, un hijo no se hace por obra y gracia de los gnomos.

—Gabriel nunca se ha enamorado... Te aseguro que llegué a pensar que era un robot o extraterrestre, pero alguien ablando ese duro caparazón y ese fue su hijo, y claro, una chica con cabellos llamativos... —La mirada del castaño se clava en mí y yo desvío la mía a la pared, donde visualizo una pequeña foto de tres niños—. Bianca, tal vez lo estoy defendiendo... Aunque se lo merece y se lo debo; pero Gabriel siente algo por ti y algo fuerte, lo malo es que el escarabajo ese jamás ha sentido algo parecido, por eso no sabe comportarse.

—Aja, y Lucas se hizo como... ¿La cigüeña existe ahora? —digo con sorna y ruedo los ojos.

—Es hombre y vivir con un mujer por un año, una que es hermosa y casi ninfómana... Por dios, él no se iba a mantener en abstinencia —responde como sí fuera lo más obvio.

Lo único obvio aquí, es que soy la otra, la amante. No llegué a hacer nada con él, nada sexual, pero está casado y los hombres casados se vuelven invisibles, punto.

—Ella esta enferma, Luciano, ¿y sí lo ama? ¿Y si esta sufriendo con saber que él la traiciona? —señalo entre una mezcla de molestia y compasión.

Demonios, odio sentirme así.

—Bonnie no lo ama. Ella solo ama a todo aquel que tenga un buen paquete que la penetre —dice y luego abre y cierra la boca al notar que dijo esas crudas palabras al frente de una chica de diecisiete años.

—Mucha información...

—Disculpa pelirroja, no medí mis palabras —Me mira con cara de cachorro, pero luego abre la boca para seguir—. Esa... Dama, después de una semana de casada se acostó con otro, aprovechando que Gabriel estaba en Marruecos por unas minas de oro que recién había adquirido. Esa mujer lo siguió engañando por los cinco meses siguientes a su boda, con ese mismo hombre.

—¿Cómo sabes eso? —acoto y él solo levanta la vista como sí el techo de repente lo fuera llamado—. Fuiste... ¿Tú? ¡Tú te acostaste con la esposa de tu hermano! ¡Por eso él no quiere que me acerque a ti!

—En mi defensa diré que no fui yo... En esos meses —declara con las mejillas sonrojadas y se rasca el cuello—. Sí me acosté con ella, lo admito, diría que lo ha hecho todo hombre en Europa. Pero con el hombre que engañó a Jhatkim por cinco meses no fui yo, fue mi hermano.

Bufo y pongo cara de desconcierto.

¿Su hermano? Pero su hermano ya no está casado con ella, como se... Esperen, ¿hay un tercer hijo Monserrate?

—¿Son tres. Tres hermanos?

—Oh no. No. Es solo mi hermano, no de Gabriel, ni mucho menos hijo de Rhamil... —Lo interrumpo.

—¿No eres hijo de Rhamil? Pero sí tienes el apellido Monserrate... —Está vez él me interrumpe a mí.

—¿Quién te dijo que soy un Monserrate? —cuestiona y arquea una ceja.

—¿No lo eres? —Okey, me perdí; esto me recuerda a un ejercicio de matemática y juro que no sé porqué.

—Sí, lo soy. Pero eso no significa que sea un Monserrate legítimo, no tengo los característicos ojos grises de esa familia —habla con sequedad, dando un claro mensaje de que ese tema ya está terminado.

—Oh... ¿Dices que ella le engañó primero? —Cambio de tema al anterior de manera abrupta.

—Sí, y demasiadas veces. Si Lucas no tuviera los característicos ojos grises, pensarían que no es un Monserrate —Suelta el aire en un ruidoso suspiro y sonríe con nostalgia-. Gabriel no sabe que tuve algo con su esposa, pero me odia por mentir ante un juzgado al decir que mi hermano no se acostó con Bonnie, cuando él necesitaba que yo testificara a su favor, para divorciarse sin darle nada a ella. Maldición, Bianca, estaba entre la espada y la pared. Por un lado, Arturo, que no quería perder a su familia y por el otro Gabriel —Su rostro se descompone hasta solo reflejar dolor.

Ay, Luciano. Jamás pensé que te doliera tanto la indiferencia de tu hermano.

Me acerco a él y lo abrazo con fuerza. Lo necesita, lo sé. El hijo —no estoy segura de eso— de Rhamil, me devuelve el abrazo con mucha más fuerza, casi al punto de romperme una costilla o asfixiarme.

—Me vas a fracturar la caja torácica... —mascullo sin aire a un lado de su cuello.

El de ojos esmeralda me suelta y me sonríe con timidez.

—Disculpa. Pero, no sabes el tiempo que tengo sin que nadie me abrace con sinceridad —farfulla, pero no es broma, su gesto de niño perdido me dice que es cierto.

¿Cuánto dolor se puede esconder detrás de una sonrisa? Luciano es un chico que sufre y tan solo ahora es que lo descubro. ¿Gabriel también sufre? Claro que sí, todo ser humano tiene su infierno personal.

Qué dramático se puso el ambiente de repente.

Me pongo en pie de un salto y me tomo de un solo trago la bebida que me dio el castaño, que resulta que es bourbon seco. La garganta me queda con una sensación de escozor y eso provoca que haga una mueca de desagrado y tosa; es dulce pero caliente. No suelo tomar alcohol, pero de vez en cuando no hace daño.

—Luciano, ¿te gustaría cenar en mi casa? —le propongo.

Él arruga el entrecejo y me ve interrogante.

—No he terminado...

—Para mí es suficiente. Qué ella lo haya dejado con dolor de cabeza por los cuernos que le puso, no justifica que él no me haya dicho que tiene esposa y un hijo. Qué me haya usado, mentido y engañado, nada justifica eso. Nada —declaro al mismo tiempo que realizo aspavientos con las manos.

—No lo condenes sin escucharlo —Me guiña un ojo y se levanta.

—Claro que voy a escuchar lo que tenga que decir, hasta juro cortarle la lengua de último para oír toda la explicación. Pero, no pienso volver a verme con él —Enrollo una bufanda a mi cuello mientras hablo y me coloco unos guantes azules—. No pienso tener algo con un hombre casado.

—Legalmente Jhatkim no esta casado aquí en América, solo en Europa. Así que se puede decir que... ¡Auch! —se queja cuando un misterioso zapato volador impacta en su hombro.

—Ah, cállate y pasame mi bota —pido y estiro mi brazo con la palma hacia arriba.

—¿Te molesta si de camino a tu casa hago una parada en la de mi hermano, Arturo? —pregunta y yo niego con la cabeza—. Pues vamos, Arturo tiene mal genio y ahora más que vino a Canadá por nada.

Los dos salimos y nos dirigimos a las escaleras. Prefiero los ascensores, y más cuando el frío congela mis articulaciones, pero la caja metálica está descompuesta. Gracias a los dioses que son solo cinco pisos, pobres los que viven en el piso veinte.

Caminamos en silencio por el helado estacionamiento subterráneo que tiene ese aspecto de película de terror, hasta llegar a donde esta su camioneta. Quita los seguros y se monta. Bufo y hago lo mismo. Debo admitir que Gabriel me mal acostumbró a que siempre él abría y cerraba las puertas.

—¿Luciano, por qué dices que tu hermano vino por nada? —interrogo en medio de un silencio profundo.

¿Algún día se me quitará la costumbre de hablar para romper los silencios incómodos? Lo dudo.

—Arturo es maratonista y vino por una carrera llamada Corre por tu vida. Asistió a casi todas las realizadas en América del sur y ahora venía por la realizada aquí, pero la aplazaron por las fuertes nevadas y esas cosas... —responde con la mirada puesta en la carretera.

—¿Y para cuándo la dejaron? Yo también voy a participar y cuando la retrasaron hace dos semanas aún no tenían las nuevas fechas —interpelo.

Aunque, en realidad, lo que quiero saber es cuando llega el árabe, ya que él dijo que le pediría a su amigo que aplazara la carrera hasta que él llegará, y lo consiguió.

—Para febrero —contesta.

Seguir leyendo

También te gustarán

190K 14.3K 26
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...
627K 31.8K 34
Melody Roberts es una chica muy sencilla, no es muy sociable y solo tiene una mejor amiga. Vive sola en un pequeño departamento, el cual debe de paga...
110K 5.9K 52
¿Qué nos perdimos entre Martin y Juanjo cuando no había cámaras? Basándome en cosas reales, imagino momentos y conversaciones que pudieron ocurrir. L...
313K 21.9K 33
Las mentiras envenenaron los corazones de aquellas dos personas malditas. Lu va en su 4to año en Hogwarts. Parecía que su vida iba normal, claro, su...