RUN©

By iblamejay__

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Seth Ford, frío, calculador y terriblemente carismático, adoptado por uno de los mayores criminales de la ciu... More

Prólogo - Bonnie & Clyde
Capítulo 2 - La universidad no es para criminales
Capítulo 3 - El chico del discurso
Capítulo 4 - Nueva información
Capítulo 5 - El pasado de Violet
Capítulo 6 - No mi tipo de fiesta
Capítulo 7 - Incógnitas
Capítulo 8 - La Veuve Noire
Capítulo 9 - Maldita encuesta
Interludio - En la oscuridad
Capítulo 10 - Delitos revelados
Capítulo 11 - Como el Ajedrez
Capítulo 12 - En problemas
Capítulo 13 - La gota que colmó el vaso
Capítulo 14 - Blow
Capítulo 15 - El Rey de la ciudad
Capítulo 16 - Las apariencias engañan
Interludio - Juegos inofensivos
Capítulo 17 - Un negocio redondo
Capítulo 18 - El Golpe (Parte 1)
Capítulo 19 - El Golpe (Parte 2)
Capítulo 20 - Nuevas sensaciones
Capítulo 21 - Sal de mi vida
Interludio - Vuelta al ruedo
Capítulo 22 - El consejo de un viejo
Capítulo 23 - Bienvenida al equipo
Capítulo 24 - Campo de tiro
Capítulo 25 - Debilidad
Interludio - Frank
Capítulo 26 - En mi mente
Capítulo 27 - Noche en el club
Interludio - Enfrentando la realidad
Capítulo 28 - La joyería
Capítulo 29 - Diamantes para la ciudad
Capítulo 30 - Puñalada al corazón
Capítulo 31 - Siguiendo al corazón
Capítulo 32 - Mykonos
Capítulo 33 - Experiencia de muerte
Interludio - La verdad sobre Violet
Capítulo 34 - Nuevo año nuevo drama (parte 1)
Capítulo 35 - Nuevo año nuevo drama (parte 2)
Capítulo 36 - Bajo las estrellas
Capítulo 37 - Te creo
Capítulo 38 - Perro de presa
Capítulo 39 - Terapia
Capítulo 40 - Una pequeña aventura
Capítulo 41 - Éxtasis
Capítulo 42 - Lenta e irremediablemente
Capítulo 43 - Vendetta
Interludio - El poder es poder
Capítulo 44 - Un plan perfecto

Capítulo 1 - Bienvenida a Nueva Orleans

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By iblamejay__

~Violet en multimedia~

Prince sonaba en mi iPod cómo llevaba haciéndolo todo el camino en autobus, calmando mis nervios y ayudándome a tomar el cambio de una manera mucho más relajada.

El teléfono vibró entre mis sudadas manos, sonreí al descubrir un mensaje de mi madre, preguntándome si había llegado ya por quinta vez en dos horas. Sonreí ante la pesadez de esa mujer y le respondí un simple ''Queda poco''.

Tomé mi tiempo para asomarme por la ventanilla, observando la bella e imponente ciudad de New Orleans. Nada que ver con el pequeño pueblo de dónde venía, la ciudad podría ser fácilmente cien veces más grande que Oakdale, mi lugar de nacimiento.

Había dejado todo cuanto conocía, mi familia, mi pasado, todo para adentrarme en una aventura en la que estaba prácticamente sola. Pero no me importaba; podría cumplir mi sueño.

Siempre había sido una persona muy cabezona, cuando me proponía algo, no paraba hasta conseguirlo. Y después de ofrecerme viajar a la gran ciudad a estudiar la carrera que había soñado desde niña no me lo pensé.

No me asustaban los cambios, nunca lo habían hecho, aunque nunca tuve que enfrentar uno antes.

El autobus hizo un gracioso sonido, cómo el de los supermercados cuando anunciaban alguna oferta, indicándome que la siguiente parada estaba cerca, me quité los auriculares y escuché con atención.

—Siguiente parada: Universidad de New Orleans —anunció el conductor por el megáfono.

Me levanté y cogí mi maleta de la parte de arriba, preparándome para bajar.

Miré por la ventana y el exterior captó mi atención. La carretera se hizo notablemente más estrecha y dejé de ver edificios por un rato, para no lograr ver más que arbustos. Me alcé en mi asiento, tratando de ver algo por encima de estos, pero era imposible. El autobús paró poco a poco, hasta quedarse inmóvil en la carretera. Había llegado.

Cogí mis cosas y me dirigí a la salida del autobús.

Tan pronto como mis pies tocaron tierra mis nervios volvieron a aumentar. El autobús partió, dejándome sola en aquel lugar.

Observé a ambos lados de la carretera, intentando ver más allá de la gran puerta de hierro en forma de arco que se levantaba imponente justo encima de mi, junto con un gran letrero encima. ''Universidad de New Orleans''.

Suspiré y atravesé hacia lo que iba a ser mi nueva vida.

Un gran jardín fue lo primero que captó mi vista el cual tenía diferentes caminos; dos hacia ambos lados y uno hacia enfrente, dónde a unos cien metros, se encontraba el edificio principal, mi lugar de ensueño o tortura, todo dependía de mi.

Mas que un edificio, parecían cinco juntados en uno solo, todo de ladrillos rojos, dándole un toque señorial. Los alumnos salían y entraban del mismo, seguramente igual o más perdidos que yo.

Saqué el mapa que la universidad me había mandado de mi bolso y observé el recinto. Tenía forma circular, con lo cual el edificio principal se encontraba en el centro, dónde se juntaban todas las facultades, era tan grande que podía permitirse tener ahí todas las clases y, a los alrededores, los edificios residenciales además de la biblioteca y demás.

Busqué el edificio residencial Omega, el cual me había tocado y pensé; ¿Debería ir primero a mi facultad? ¿O ir directamente a mi habitación a dejar mis cosas?

Me pregunté la misma pregunta que me hacía a mi misma cada vez que tenía un problema, la cual era la más efectiva; ¿Que haría Beyoncé?

Opté por pasarme primero por mi habitación.

Observé en el mapa cómo a parte de los edificios residenciales, que básicamente se trataban de enormes edificios con pequeñas habitaciones compartidas, habían cuatro casas enormes, dónde supuse que vivían los alumnos millonarios que podían permitirse pagar algunas de esas mansiones.

Mis nervios aumentaron cuando recordé que tendría un compañero de habitación. En ese momento, lo único que hice fue suplicar que al menos, sea una chica. Ya me era dificíl la idea de compartir habitación cómo para que encima sea con un chico.

Anduve con decisión hacia mi edificio, observando por el camino los preciosos jardines, llenos de áreas verdes dónde los alumnos se relajaban. Pude ver a algunos chicos reunidos por el camino, supongo que los veteranos y a otros más perdidos que yo, los nuevos.

Pude contemplar mi edificio en la lejanía, también de ladrillos, a juego con los demás edificios del campus, con la diferencia de que este tenía la letra Omega en la fachada, identificándolo, al parecer todos los edificios residenciales tenían su letra en la fachada.

Agarré con fuerza mi maleta y me acerqué dónde pasaría mis próximos años. Atravesé la puerta principal y contemplé el interior. No era nada del otro mundo, un pequeño recibidor y tres pasillos, uno a la derecha, otro a la izquierda y otro en frente. Papeletas promocionales y diferentes cuadros adornaban las paredes. A mi derecha, las escaleras y dos ascensores. Saqué la tarjeta con la cual se suponía que podía abrir la puerta de mi habitación y miré el número, segunda planta, habitación 082.

Opté por tomar las escaleras y subí al segundo piso topándome con algunas personas en el camino, atravesé el pasillo lentamente, observando los números sobre las puertas, hasta que llegué al que se suponía que era la mía. Sostuve la tarjeta por unos segundos, insegura, y analicé la puerta como si fuera lo más interesante del planeta. Realmente no había razón para observar esa mediocre puerta de madera clara, tan simple como poco original, simplemente me encontraba aterrada. Miré a mi alrededor por unos pocos segundos más, viendo a la gente ir de allá para acá, solos o acompañados, saliendo o entrando de sus respectivos apartamentos.

—Basta de tonterías —me susurré a mi misma.

Cogí aire profundamente y deslicé la tarjeta por la cerradura, la puerta hizo un extraño sonido y se abrió levemente. Agarré de ella y empujé.

El suave suelo de parqué fue lo primero que vi. Acabé de abrir la puerta totalmente, y mis ojos inspeccionaron el lugar. Era bastante amplio, las paredes eran blancas y la iluminación perfecta gracias a dos grandes ventanas situadas en cada lado. Un sofá se situaba junto a la pared, mas o menos en el medio del salón, y una televisión más grande de lo que imaginaba en frente. Detrás del sofá, una pequeña mesa con 4 sillas. La cocina se integraba en el salón, no demasiado grande, a lo de manera paralela a la mesa. En el extremo opuesto de la habitación, dos puertas.

Fui a acercarme a una de ellas, cuando la misma se abrió.

Una chica salió de una de ellas. Era alta, casi tanto como yo, con el pelo castaño con algunos reflejos mas rubios. Sus ojos eran marrones y su cuerpo delgado. Llevaba un jersey color crema y unos vaqueros, nada fuera de lo normal, aunque en ella parecía de alguna manera creativo. Era realmente atractiva.

—Supongo que eres mi compañera de habitación  —su voz sonó cálida y dulce. —A no ser que vengas a robarme, en ese caso he oído que la de al lado está forrada. —Ambas reímos levemente.

—De momento no voy a robarte —le seguí la broma. —Soy Violet, Violet Grace —me presenté.

—North Blackwell —respondió mientras se acercaba a darme dos besos. —Bienvenida a la universidad de Nueva Orleans —dijo extendiendo los brazos. —El apartamento no es el mejor del mundo pero supongo que podremos sobrevivir.

—Está bien —contesté aún observando el interior.

—No eres de aquí, ¿Verdad? —se dió cuenta de lo obvio, negué.

—Soy de un pequeño pueblo a unos cuantos kilómetros de aquí llamado Oakdale —le informé.

Torció los labios y levantó una ceja, dejándome saber que no tenía ni idea.

—Es muy pequeño —aclaré. —¿Esas son las habitaciones?

—Sí, la de la derecha es la tuya.

Asentí y cogí mis maletas, dirigiéndome hacia ella. Abrí la puerta y observé el interior.

No era muy grande, lo suficiente para una cama, un armario y una ventana justo en frente. Dejé las maletas sobre la cama y suspiré. Ahí iba a pasar mis próximos años.

—He oído que la universidad se ha involucrado en un proyecto de ética, van a juntar algunas clases de primer grado y van a hacer una clase conjunta, una hora a la semana —me informó

—No sabía nada —dije extrañada.

—Yo lo acabo de leer. —Se encogió de hombros. —Van a hacer la presentación en una hora.

—¿Deberíamos ir? —pregunté, estaba claro que no iba a ir sola.

—Deberíamos, con todas las cosas pasando en este país no quiero a ningún psicopatía disparando en la universidad. —Reímos una vez más.

—Podríamos ir a dar una vuelta mientras, apenas he visto nada —di una idea.

—Me parece bien —respondió con una sonrisa.

Dejé las maletas donde estaban y salí junto a North, ya las ordenaría luego. Cogí la tarjeta de la habitación y bajamos de nuevo.

—¿Y tú? ¿De donde eres? —le pregunté.

—La ciudad, quería irme a California, pero mis notas no eran suficientemente buenas —dijo triste. —Voy a estudiar psicología, ¿Y tú?

—Periodismo.

—Suena divertido —contestó.

Anduvimos un rato entre los jardines, observando cada rincón del recinto, y como no, a los estudiantes.

—Hay un montón de chicos guapos —murmuró mientras cruzábamos el campus y un grupo de chicos nos saludaban —Eres muy guapa, ¿seguro que no tienes novio en Oakwood?

—Oakdale —corregí riendo. —Y no, no tengo novio —dije seria. Era un tema que no quería tocar.

—Vamos, no mientas, ¿Tu principe azul te está esperando en tu pueblo, ordeñando alguna vaca? — Reí una vez más.

—No me van los príncipes azules —contesté.

—¿Entonces eres mas de chicos malos? Apuesto a que eras la más popular del instituto.

—No. —Reí. —Nunca se me ha dado bien eso de estar en el ojo público.

—¿A que te refieres?

—Que las veces que he tenido algo de atención sobre mi ha sido para reírse de mis desgracias o quedar en ridículo. —Ambas reímos.

—Creo que nos vamos a llevar bien —comentó. Sonreí, estaba de acuerdo.

Dimos un par de vueltas dentro de la facultad, dónde todo tenía el mismo aire a señorial, desde el suelo de un color rojizo hasta las paredes blancas, impecables, todo lo contrario al instituto. El edificio era simplemente enorme, tanto que estuvimos treinta minutos largos investigando y no vimos ni un diez por ciento del mismo.

—Es hora, deberíamos ir hacia la clase, creo que psicología y periodismo van juntas. —Sacó su teléfono un segundo y lo confirmó. —Aula 352. —Sacó su mapa y comenzamos nuestro camino hacia la misma.

Cuanto más nos acercábamos, mas gente había, hasta que llegamos a la puerta.

La atravesamos, y nos quedamos con la boca abierta

—Jo ...

— ... Der —acabé.

No era una experta en dimensiones pero esa aula era de grande como una sala de cine, con los asientos puestos de la misma manera, en frente, un pequeño escenario y una pantalla junto con un proyector.

Subimos por los mismos y nos sentamos en mas o menos la mitad.

—¿Estás viendo las dimensiones de este sitio? —preguntó.

—Como para no verlas —murmuré mientras miraba hacia todos lados.

—¿Te he dicho que soy una amante del arte? Estamos rodeadas de algunas obras de arte —susurró. La miré confusa y seguí su mirada.

Como no, chicos. Rodé los ojos y observé al grupo de chicos situados a un par de filas bajo nosotras. No iba a mentir, eran guapos, simplemente no mi estilo de chicos.

—No son para tanto —susurré de vuelta.

—¿Estás de coña? Mira que perfil. —Señaló discretamente a uno de ellos. —Esa mandíbula podría cortar una sandía. —Reí ante su comentario mientras negaba.

—¿No serás de las que se pasan hablando de chicos las veinticuatro horas del día?

—Para nada. —Cambió de postura, simulando indiferencia. —Es sólo que son novedad, estaba harta de siempre ver a los mismos gilipollas en el instituto. —Se encogió de hombros. —Es divertido.

Estuvimos hablando un rato, inspeccionando a todos en aquella sala, era como un juego, observábamos a alguien e intentábamos adivinar que estaban estudiando, que les gustaba a hacer y que querían ser.

—Estudia algo relacionado con deportes, le gusta hacer surf y quiere ser boxeador. — Dijo mientras observaba a un chico moreno de ojos azules y pelo largo, a unos metros de nosotros.

—¿Qué sentido tiene eso? —Reí, se encogió de hombros.

—Ahora tú, esa de ahí. —dijo refiriéndose a una chica del pelo rosa. Observé su ropa, llevaba un extraño pero creativo vestido entre rosa pálido y blanco, y una graciosa diadema en el pelo del mismo color.

—Definitivamente está estudiando moda. Le gusta ver todos los desfiles de Versace y quiere ser diseñadora. —Ambas reímos.

—Tiene sentido. —concluyó.

Observamos como la gente comenzaba a sentarse, y la profesora entró a la clase.

—Está bien, el último. —susurró.

Investigué la sala en busca de una nueva víctima de nuestros cotilleos, hasta que alguien en especial llamó mi atención.

Vaqueros rotos, una camiseta blanca, y una cazadora de cuero fue suficiente para que mis ojos ardieran. Su pelo negro colgaba de un lado, ligeramente despeinado, y su rostro terriblemente serio anduvo con indiferencia, buscando algún asiento libre.

—Ese —dije sin apartar la mirada. North clavó su mirada en él.

—Vaya —murmuró. Pensó en silencio varios segundos. —Ni siquiera creo que esté aquí para estudiar. —Rió. —Seguramente le guste el rock y quiera ser ... modelo.

—No creo que sea el típico chico que quiera ser modelo —susurré, aún sin apartar mi mirada de él.

Fue entonces cuando su mirada se encontró con la mía, por unos segundos. Pareció bajar la mirada por mi cuerpo y después la apartó, indiferente.

—Intenso —susurró North.

—Sí, intenso. —Le di la razón mientras apartaba mi atención de él, y la fijaba en la profesora la cual parecía que iba a empezar a hablar.

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