Diez Maneras De Odiarte.

By ImDramedy

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Los recuerdos son el mejor refugio, incluso de ti mismo. Algunas personas se pasan la vida queriendo ser dife... More

Sinopsis
I
II
III
IV
v
VI
VII
VIII
IX
X
XI
XII
XIII
XIV
XV
XVI
XVII
XVIII
XIX
XX
XXI
Nota
XXIII
XXIV
XXV
XXVI
XXVII
Gracias
1.-
2.-
3.-
4.-
5.-
6.-
7.-
"El lugar Equivocado"
¡ANUNCIO!
Querido nadie

XXII

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By ImDramedy




          

XXII

Palabras sin decir

-       ¿Estás despierta? –Pregunta en un murmuro. Abro mis ojos y me doy cuenta que son alrededor de las tres de la madrugada.

-       Sí, no puedo dormir. –Le digo- Demasiada información.

-       Yo tampoco. –Besa mi frente y suelta un breve suspiro- Quiero un poco de pastel. –Dice en un susurro haciéndome reír.

-       ¿Vamos por él? –Asiente y se descubre de la sabana.

Ambos nos levantamos como niños chiquitos y sonreímos corriendo por las escaleras hacia abajo, es como si jugáramos a que el primero que llegue come antes. La verdad estaba un poco triste pensando que quizás todo lo que hice para que él se sintiese bien este día no sirvió de nada y la torta era mi último recurso, así que aunque sean las tres de la madrugada y no sea su cumpleaños me gusta verlo sonreír.

El llega primero a la torta que había quedado en la mesita enfrente del mueble. La sostiene con sus manos y como es más alto que yo, hace que yo no pueda alcanzarla.

-       Señorita si quiere torta tiene que pagarme.

-       ¿Por qué? –Cruzo los brazos debajo de mi pecho y él se ríe.

-       Porque es mía.

-       La compre yo. –Reclamo haciendo un mohín que lo enternece, lo sé porque su mirada cambia automáticamente.

-       Pero es mi cumpleaños. –Se defiende y yo me río.

-       Siento decirle, anciano que ya no.

-       ¿Anciano? –Asiento- ¡Oh te saldrá caro!

-       ¿Qué? –Deja la torta a un lado y sonríe ampliamente.

-       ¡Corre! –Alza las manos y yo huyo de él porque sé que me hará cosquillas.

Es abrumador que me recuerde a mi papá pero a la vez es sentirme en casa, es sentirme protegida y amada, es algo que nunca experimente y ahora siento que estoy tan unida a él que no quiero separarme.

-       ¡No, cosquillas no! –Le pido del otro lado del mesón de la cocina.

-       Está bien. –Se acerca y me atrae a él con sus manos rodeándome la cintura con estas.

-       Sé que ya te lo pedí. –Me dice mirándome fijamente- Pero... cásate conmigo.

Oh no empieces.

-       Y yo ya te dije que estás loco. –Replico- No puedes querer casarte conmigo.

-       Creo que los dos estamos locos, así que sí quiero. –Me ciñe más a él y me deja un beso en los labios. ¿Sí o no?

-       No. –respondo- El matrimonio es una cosa complicada Tyler a la que por cierto, le tengo terror.

-       Sí lo sé. –Revolea los ojos divertidos- Pero soy persistente.

-       ¿Por qué ponerle un papel a esto? –Le digo- Es una costumbre más que la sociedad implemento con el fin de poner título de propiedad a una persona solo por sentir amor. –Explico- Además prometer ser fiel y amar a alguien  por el resto de tu vida es la mentira más vendida en un altar; no tienes que prometerle a alguien que vas a ser fiel o que la vas amar siempre, nadie sabe qué puede pasar el día de mañana, quizás conozcas al amor de tu vida y resulta que no puedes estar con él o ella porque estas casado con la sociedad que te hizo jurar algo que no puedes cumplir. –Revolea los ojos- La persona va a ser fiel si de verdad está enamorada y te va amar siempre si así tiene que ser, hay que dejar tanto formalismo.

-       ¡Respira! –Dice sonriendo.

-       En serio odio todo lo que tenga que ver con eso.

-       Tienes razón. –Dice rindiéndose.

-       ¿Cuándo no la he tenido?

-       ¡Oh pequeña, sabelotodo! –Me besa de nuevo- Si no te quieres casar conmigo, al menos, ¿Vivirías conmigo?

-       Me lo tengo que pensar. –Admito- No quiero volverme dependiente a ti Tyler.

-       Y yo no quiero que lo seas. –Me dice- Amo que seas libre y que te expreses, amo verte perdida en tu mundo cuando estás pensando en lo que sea que pasa por tu cabecita, amo la pasión que le tienes a todo lo que haces y, amo como me miras de esa manera.

-       Estás tratando de convencerme. –Ladea la cabeza.

-       Soy culpable pero es cierto lo que digo.

-       Y yo no tengo sueño así que vamos por esa torta.

-       Bueno. –Me da un pico y me suelta- Pero la comemos abajo, estoy inspirado, necesito pintar.

-       Solo si me dejas fotografiarte.

-       Amaría que lo hicieras. –Sonríe levemente y toma mi mano, un pica torta y yo tomo los dos platos.

-       Listos.

Tyler va por la torta y yo busco mi cámara en mi bolso. Bajo las escaleras hasta su pequeña cueva, hasta yo me siento cómoda aquí. Veo la cama con cierta melancolía y un deseo oscuro se apodera de mi mente pero la sacudo de inmediato sacándola de foco, me siento en la cama y él baja, cuando me ve me sonríe y yo entiendo que también tuvo ese mismo recuerdo en su mente.

-       Hay recuerdos que me gustan. –Dice- Como el nuestro. –Agrega y siento que mis mejillas se enrojecen.

-       ¿Estás intentando seducirme? –Pregunto.

-       Puede que sí, puede que no. –Replica sonriente. Tyler deja la torta encima del mesón y la pica, toma los dos platos y la reparte para él y para mí.

-       ¿Qué vas a pintar?

-       Sky. –Dice pero ya no siento ese eje de melancolía.

-       Me parece perfecto.

Entonces se me ocurre una idea, quizás mientras él pinta yo puedo terminar mi lista. Creo que también estoy inspirada, las que tenía antes de que empezáramos a estar juntos eran vacías, ahora tengo un cierto concepto sobre lo que quisiera poner en ella, más allá de lo superficial y quizás agregue algunas cosas que rodean mi cabeza ahora mismo.

-       ¿Dónde guardas las hojas?

Tyler frunce el ceño. –En la biblioteca, en la segunda puerta al lado de la cocina.

-       Ya vuelvo.

-       ¿Qué harás?

Arqueo una ceja y lo veo sonreír. –Cosas.

-       Oh disculpe, señora no me gustan los misterios.

-       No me gustan. –Le replico y él asiente.

-       Era sarcasmo.

-       ¡Ah! –Revoleo los ojos- Necesito un seminario de sarcasmo Ty.

-       Yo vivo del sarcasmo, así que cuando quieras.

-       ¿Sarcasmo?

-       No. –Sonríe.

-       Ya vuelvo entonces.

-       Está bien.

Cuando regreso él ni siquiera nota que estoy ahí y eso es bueno porque así podre entonces escribir con toda la concentración del mundo mientras lo veo perderse en lo que hace. Me siento en el mismo lugar donde estaba antes y me pongo a pensar en la lista vacía que tenía sobre él, había terminado aquella absurdez con la parte poco racional y pensante de mi cuerpo, ahora que tengo un poco más claro el panorama y que no es solo porque estoy enamorada de él puedo hacer la lista viendo todas sus virtudes y sus defectos.

Diez maneras de odiarte...

Las palabras son buenas en ocasiones, lo que pasa es que yo no soy muy buena con ellas, termino hiriendo e incluso haciendo que las demás personas mal interpreten lo que tengo para decir, por eso en su mayorcita prefiero hablar cuando creo que algo no está bien, cuando yo considero que algo no está bien o expresarlo a través de mi arte de mi manera de comunicarme con el mundo. Dejo de ver la hoja en blanco y me concentro en Tyler quien aparta la vista en cuanto se consigue con la mía.

Quizás en otro momento estuviese subiendo lo más rápido que puedo por esas escaleras y haría cualquier cosa para salir de aquí sin embargo me gusta que Tyler me mire porque me hace sentir importante, ya no me siento como que quiero esconderme del mundo. En mi mente solo hay dos cosas ahora mismo, la primera es que lo quiero mucho y odio que haya pasado por todo eso, no creo que sea inocente, él no tenía que meterse con Juliet pero tampoco lo culpo, supongo que todos cometemos errores de los que nos arrepentimos y en algún momento nos damos cuenta que después de todo es una enseñanza. La segunda va de la mano de mi cámara, creo que tengo una idea para mí lista.

-       Pensé que escribirías. –Dice sin mirarme cuando lo alumbra el primer flash.

-       Prefiero fotografiarte. –Comento tomando otra de él sonriéndome en ese momento.

-       ¿Para recordar lo feo que soy?

-       ¿Sabes que es lo bueno de la fotografía? –Niega sin responderme- Que puedes fotografiar cualquier cosa, captar ese diminuto momento, ese sentimiento. No importa las fotos que te tomes, siempre que las veas te llevaran a ese momento; es como ese perfume de la persona que amas, puedes no verlo más pero si alguien por la calle pasa con este puesto, automáticamente te trasporta a ella, entonces dejas de extrañarlos porque es un recuerdo tuyo, quizás te de melancolía pero es algo que te seguirá siempre.

-       Siempre con las palabras correctas. –Comenta.

-       Siempre digo lo que pienso. –Le digo.

Tyler sonríe y se encarga de seguir con su trabajo. Me mira de momentos, lo sé porque siento cuando su mirada está encima de mí; generalmente recorre un escalofríos que me hace temblar. ¿Así debería de sentirse siempre, no? Me dispongo a ver las fotos que tengo en mi cámara y está esa que le tome en aquel jardín cuando estábamos haciendo el ejercicio. En ese momento lo cubría una ráfaga de sol que lo iluminaba en blanco, recuerdo que la capture porque de alguna manera me daba paz y ahora lo veo y siento lo mismo, pero también entiendo que está atormentado por todo lo que arrastra. Tomo otra foto y me levanto para tomar otra más de cerca, pero Tyler me prohíbe acercarme demasiado, termino demasiado rápido o quizás yo me tarde mucho en terminar lo que estoy haciendo.

-       ¿Me vas a dejar verte lo que haces? –Pregunto pero Tyler niega con la cabeza.

-       Por ahora no. –Dice.

-       Okey. –Regreso a la cama y viene una idea a mi cabeza.- Necesito ir a mi casa.

-       ¿Ahora?

-       Depende. –Hago un mohín y Ty se limpia las manos con un pañito.- ¿Por qué pintas con las manos?

-       Porque me gusta sentir lo que hago. –Comenta y se sienta a mi lado.- ¿Por qué te quieres ir?

-       No lo tomes a mal, recordé que tengo algunas cosas que hacer. –frunzo los labios sin dejar de mirarlo y él me sonríe con ternura.

-       Podría llevarte pero más en la mañana. –Dice- ¿Te parece?

-       Me daré una ducha.

-       Está bien.

Resopla y yo corro con mis cosas por las escaleras hasta la parte de arriba. Tomo una toalla y busco en la habitación de Tyler algo que ponerme, no creo que se enoje así que saco una camisa de cuadros que es suya y obviamente tengo que ponerme el mismo pantalón aunque odie hacerlo, su bóxer y decido darme una ducha. Después que salga podría tomarme un café estoy segura que no dormiré nada pero valdrá la pena. Me gusta que Tyler sea ordenado porque no creo que pueda convivir con alguien que viva en un caos. ¿Quién lo diría? Hace unos meses atrás la sola idea de tener que estar cerca de Tyler me hacia querer tomar un avión que me lleve a África y ahora solo pienso en su propuesta de vivir con él, sé que sería lindo aunque no sé si estemos preparados. Salgo del baño, escucho los pasos de Tyler en la parte de debajo de la casa, el silencio me hace escuchar su tarareo, no sé qué canción es con exactitud pero me gusta sentir que está un poco mejor. Volteo hacia la habitación, me dispongo a vestirme entonces me doy cuenta de la hora... ¡con razón escucho a los pajaritos cantar! Son las seis en punto. Me visto con rapidez y bajo las escaleras con la misma.

-       ¡Son las seis! –Le digo a Tyler sorprendiéndolo.

-       ¿Qué pasa con eso? –Revoleo los ojos.

-       Necesito irme.

Tyler suspira y asiente resignado.–¿Desayunamos? –Niego de inmediato.

-       Está bien. –No insiste- Llévate el auto.

-       ¿Seguro? –Asiente- Prometo no chocar, ni que te pongan una multa.

-       Confió en ti. –Se acerca para darme un beso- Voy a dormir un poco y ¿Almorzamos con tu papá?

-       Creo que sí, lo llamaré.

-       Está bien. –Repite.

Beso sus labios, tomo las llaves que las había dejado en el mesón y corro camino al auto. Le mando un mensaje a Patrick y me pongo camino a mi casa.

Los últimos días no solo han sido una locura sino un delirio, parece que mí alocada mente se hubiese inventado todo; desde Tyler,  hasta lo que hemos vivido en estos pocos días. Parece que fue una eternidad nada más con toda la información que hemos procesado el uno del otro. Ahora mismo estoy camino a la consulta con Patrick, sé que no es mi día pero necesito que hablemos. Hay exceso de café en mi cuerpo y exceso de información también, necesito poder hablarlo con alguien.

Cuando llegue a casa Riley no estaba pero sí una nota donde decía que me había llamado Peter, la verdad no entiendo que quiere, ¿Por qué no me deja en paz? El logro alejarme, logro sacarme de su vida, hizo un buen trabajo ¿Por qué tiene que venir ahora a intentar pegar la hoja rota? No funciona así, una vez que está rota puedes pegarla pero jamás volverá a ser igual, de todas formas yo no quiero que pegue nada, quiero que se aleje de mí.

La lista que Patrick me pidió cambio un poco, ya no es una lista, es un álbum. Hay fotos colgando donde pongo mis pensamientos sobre dicho. Todas las personas cuando nos faltan palabras tenemos una manera de expresarlas; el bailarín a través del baile, el cantante a través de la voz, los escritores que plasman todo lo que hay en su mente haciendo que llegue a quien lo lea, lo mío es la fotografía. Tendré que explicarles un poco pero supongo que entenderá, no es tan complicado. Llego rápidamente, hay una pequeña fila para subir en el ascensor así que tomo las escaleras, además le hace bien a mi exceso de energía y a mi mente que está yendo a mil por segundo con cada pensamiento que se atraviesa.

El piso de Patrick es quizás el que más calma tiene, generalmente veo subiendo y bajando gente con serios problemas de educación y demás pero en este cada vez que veo a alguien entrar y luego salir, entiendo que él de alguna manera da paz. Me quedo observando el lugar unos minutos mientras intento ordenar las ideas en mi cabeza pero no me da mucho tiempo porque Patrick abre la puerta y me ve sonriente. Sabe que soy puntual, siempre hace esto de abrir la puerta justo a la hora que le dije que estaría aquí.

-       Siempre puntual. –Dice antes de que yo de un paso hacía él.

-       La puntualidad es una virtud. –Comento y este asiente.

Es fácil hablar con Patrick, aunque su constante sonrisa de superioridad me incomode un poco, es bueno hablar con alguien que después de todo lo que le dices no te juzga. Sé que es su trabajo pero también creo que es su vocación.

-       Pensé no verte más hasta Enero. –Dice cerrando la puerta detrás de él.

-       ¿Tan rápido querías deshacerte de mí? 

-       No lo dije por eso. Considerando que hablamos de Tyler la ultima vez, pensé que ahora que estás de vacaciones no vendrías.

-       Oh... sobre eso. –Me siento intentando acomodarme en la silla pero la verdad esto demasiado incomoda y no creo que sea por la silla.

-       ¿Paso algo? –Asiento- Soy todo oídos.

Patrick quiso utilizar la psicología inversa conmigo pero no funciono porque termine más enamorada de lo que una persona podría permitirse. En estos momentos, Tyler tiene toda mi vida en sus manos, básicamente podría arruinarme en dos segundos, yo podría seguir, me levantaría y seguiría pero no creo que podría volver a confiar en alguien.

-       No funciono. –Le digo.

-       ¿Qué cosa? –Patrick me mira confundido.

-       Su plan. –Resoplo resignándome- Estoy irremediablemente enamorada de Tyler Smith y no creo que haya vuelta atrás.

Patrick hace de sus labios una fina línea, sé que lo hace para evitar reírse lo que hace que mi yo interna me mire con la ceja arqueada y los brazos cruzados.

-       Ya lo estabas antes de sugerirte cualquier plan, Alaska. –dice poniendo sus manos en el escritorio- Solo te di un empujón, a veces hay que ayudar a las personas a conseguirse con su destino.

¿Destino?

-       Yo creo que estás loco. Incluso más que yo.

-       Puede ser... pero ¿Te arrepientes de haberte arriesgado? –Niego enseguida. No puedo quejarme de absolutamente nada. Bueno, quizás si existiese menos Juliet en nuestras vidas esa encuesta seria una 100/100 – Entonces hice mi trabajo. –Confiesa- Mi idea era que aprendieras aceptar lo que sientes, una vez que aceptas lo que sientes puedes decidir qué hacer con ello. Nosotros los seres humanos también estamos computarizados, irónicamente lo que no sabemos es aprender a poner al margen nuestros sentimientos, dejamos que ellos nos dominen cuando realmente es fácil poder

-       No creo que funcione así. –Le digo.

-       ¿Por qué?

-       Porque no creo que podamos mantener los sentimientos al margen. –Digo subiendo mis piernas a la silla para abrazarme a ellas. Patrick suaviza su mirada y me sonríe con ternura.

-       Alaska... el amor ha sido sobrevalorado desde antes de que la gente supiese qué es o que significa. Me remito a un sentimiento básico, creo que el humano está hecho para amar y ser amado pero por necesidad, necesitamos que nos amen y necesitamos amar, el problema es que no entendemos que para amar tenemos que aprender amarnos nosotros mismos, cuando eso pasa nos damos cuenta que por más que amemos al otro y por más que nos duela, podemos manejarlo porque es un aprendizaje que adquieres, es como si te dieran una clase. Aristóteles diría que el amor es un círculo vicioso, lo necesitamos y lo desechamos para volver a necesitarlo.

-       ¿Qué se supone que tiene que ver eso?

-       Que, Alaska... tú no necesitas odiar a Tyler, tampoco necesitas amarlo pero eliges hacerlo y lo eliges porque te amas y él de una u otra forma te enseño amar todo eso que odias, ese es el mejor aprendizaje que te puede dejar él.

En su retorcida mente, creo que tiene sentido.

-       Digamos que te doy la razón. –Comento- Si hipotéticamente solo quiero desechar el sentimiento, no podría. Estoy demasiado involucrada ahora mismo.

-       Lo estás pero como todo, cuando las personas dejan de ser recurrentes comienza a olvidar, pasas por el momento de melancolía, luego de tristeza, extrañar y luego empiezas a recordar y a vivir con ello.

-       Oh...

-       Mientras más prohíbas un sentimiento, más rápido sucede el efecto contrario.

-       ¿Estás diciéndome que entonces no estoy enamorada?

-       Oh, lo estás. –Dice- Solo te digo que cuando lo aceptaste, empezaste a sentir que quizás todo iba muy rápido ¿No? –Asiento- No hay una prueba clara de que el amor exista pero eso que sentimos los seres humanos, es la definición más parecida.

-       El no poder explicarse –Le digo riéndome.

-       Exacto. –Le da un pequeño golpe a la mesa- Cuando no sabes explicar lo que te pasa es amor.

Patrick quizás está más loco que cualquier persona que haya conocido antes, sin embargo este es su ámbito, este es su mundo, no puedo discutir algo de lo que no tengo conocimiento sin embargo me gusta su forma de pensar.

-       ¿A qué viniste? –Pregunta concretamente.

-       Quería darte mi lista.

-       ¿La terminaste? –Ladeo la cabeza.

-       Es más un álbum. –Explico- Todos tenemos una manera de expresarnos, así que en vez de una aburrida lista, hay unas treinta fotos que explicaran mis razones, motivos y maneras de odiarlo.

-       Me parece perfecto. –Patrick sonríe tomándolo en sus manos.- ¿Quieres que las discutamos? –Niego.

-       Quiero que la guarde. –Le digo- Creo que usted va a ser el encargado de entregárselo a Tyler cuando sea el momento.

-       ¿Por qué yo?

-       Porque sé que yo no podría hacerlo.

-       ¿Piensas huir? –Pregunta y declino nuevamente.

-       Pienso que usted sabrá cual es el momento justo para entregárselo.

-       No se diga más. –Sonríe guardándolo en su mesita del escritorio.- ¿Quieres que hablemos de algo más?

-       Solo que mi hermano volvió y que además quiere que sea la madrina de su boda, ¿Le parece lógico?

-       La verdad, sí.

-       ¿Estás de broma?

-       No, en absoluto. –Comenta- Las personas que cometen errores en el pasado, suelen querer arreglar las cosas después de un tiempo.

-       ¿Quieres decir que es sincera su  disculpa.

-       Eso no lo puedo saber. –Confiesa- Ni tu, así que te recomiendo que te tomes tu tiempo y hables con él.

-       Sería más fácil hablar con cualquier otra persona. –Le digo- Tú sabes el daño que me hizo. –Asiente.- Entonces no se habla más del tema, el puede hacer lo que quiera pero lejos de mí.

Me levanto de la silla y él me imita con rapidez. Tomo mi bolso y me dispongo a salir, increíblemente Patrick no dice nada, siempre antes de que me retire del consultorio tiene algo para decir, alguna frase hecha escrita por algún psicólogo que seguro estaba más loco que él o filosofo que al parecer tenían conceptos de vidas bastantes rebuscados.

-       Que tengas un feliz día Alaska.

-       Gracias Patrick.-Le digo despidiéndome en el marco de la puerta- Ah, mi papá también volvió, seguro te llamará.

-       Que lo haga, dile que lo espero con ansias.

-       Le diré.

Le dedico una última sonrisa  y salgo de ahí, Patrick me acompaña hasta afuera pero se queda hablando con la recepcioncita. Tomo mi camino hasta el ascensor pero cuando se abre me sorprendo de ver a Luke ahí, se supone que él viene los miércoles, exactamente los días que yo venía, él no parece sorprendido, en cambio me saluda con cortesía, un beso en la mejilla y una sonrisa muy parecida a la de Tyler.

-       Pensé que veníamos solo los miércoles y los jueves. –Dice tomándome por sorpresa. Yo sabía que él venía pero siempre evite cruzármelo.- ¿Cómo estás? –Pregunta saliendo del cubículo de metal.

-       Bien.

La verdad no quiero hablar, no es su culpa es que aún mi cerebro está procesando toda la información de Sky y me es complicado, callar todo lo que pasa por mi mente.

-       ¿Tyler?

-       Bien también. –Asiente.

-       ¿Sabes? Me alegra mucho que se haya decidido a decirte lo que sentía.

Mis mejillas comienzan arder sin yo poder hacer nada al respecto, ¿El lo sabía?. Luke se ríe y mira hacia Patrick quien nos está viendo.

-       No lo digo de mal. –Comenta- Algunas personas ya no podemos ser salvadas, Alaska... quizás porque cuando nos lanzaron el salvavidas no lo vimos o decidimos evitarlos porque creíamos que íbamos a poder nadar, sin embargo, tú eres el salvavidas que no le habían lanzado a Tyler y me alegra que así sea.

-       Gracias. –Asiento sin entender demasiado- Supongo. –Frunzo el ceño y el asiente.

-       Es algo bueno, en serio.

Luke le da una palmada a mi hombro y sonríe medianamente dándose media vuelta para encontrarse con Patrick quien lo está mirando desde el marco de la puerta. Los Smith son muy raros. Subo al ascensor y saco mi celular para mandarle un mensaje a mi papá, tengo que ir a casa, cambiarme y preguntar si vamos a comer porque Tyler y yo tenemos un compromiso con una pequeña de unos 1,20  metros.

            Aún es temprano y no he dormido lo suficiente como para decidir mi estado de ánimo hoy, me tiro en el sillón y siento la tranquilidad de mi casa. He tenido unos días sobrecargados, me hacía un poco de falta estar en soledad. Riley fue por unas ensaladas de frutas y sé que cuando llegue está tranquilidad se esfumara porque tiene demasiadas preguntas para mí que yo tengo que responder como puedo.

Aunque para ser sincera, no sé como responder a esas preguntas.

Mi papá me dijo algo de que tenía un compromiso, así que el pequeño Rocco y yo decidimos pasar la mañana echados y ver algo de televisión, no sé porque lo hago porque nunca me gusto la mediocridad que suelen pasar en los canales salvo una que otra película que se salva de la sociedad pragmática.

-       Alas, iré por algo de comer al supermercado, será tarde de chicas ¿Te parece?

No respondo porque realmente no tengo ganas de hablar con ella.

-       Hija. –Enseguida entra a la habitación y se sienta en la cama- Sé que ahora no lo entiendes –acaricia mi pierna y tengo que apartarla porque no quiero hablar con ella, no quiero que me toque, no quiero nada.- Estás muy joven, no sabes si Stephen sea el amor de tu vida, lo cierto aquí es que sí se aman van a esperar, van hacer las cosas bien.

-       ¿Qué es hacer las cosas bien para ti, mamá? ¿Meterse con un hombre casado? ¿Arruinar una familia?

-       ¡Alaska! –Se levanta con los ojos llorosos mirándome horrorizada- ¿De dónde sacas eso?

-       Me lo dijo Peter. –Le digo- Me dijo que tú te metiste con mi papá cuando él aun estaba casado, entonces ¿Con que moral me criticas? Yo solo quiero estar con Stephen porque lo amo.

-       Las cosas no fueron así. –Dice saliendo de la habitación haciendo que me sienta mal por lo que acabo de decirle.

-       Lo siento. –Le digo sentándome pero no puedo mirarla.

-       ¿Qué sientes?

-       Lo que dije. –Confieso- Peter...

-       Peter está dolido, no supera lo de su mamá y es entendible pero no porque quieras ayudarlo puedes dejar que te arrastre Alaska, él es bueno pero ha esquivado todos los salvavidas que le han lanzado.

Ella sale de la habitación y yo vuelvo abrazar mi almohada, desde que regrese tengo esta extraña sensación de que algo me falta o que algo pasará, por más que quiera a Stephen sé que mi mamá tiene razón y mi fuerte siempre fue pensar las cosas antes de hacerlas, no sé porque le hice caso ni siquiera he podido hablar con él porque no quiero hacerlo culpa a todos de lo que paso cuando realmente, la culpa es nuestra por no pensar bien las cosas y ahora me siento culpable por lo que le dije a mi mamá, ella no se lo merece.

-       ¡Llegue! –Riley cierra la puerta haciendo que esta choque tan duro que los cuadros de las paredes se muevan.

Me tengo que remover en el lugar para alcanzar a verla, está radiante como siempre y mi humor estaba bien hasta que tuve ese recuerdo, ahora mismo no quiero hablar de nada pero se lo prometí así que tengo que cumplir. Me levanto del sillón y me dirijo a tomar un poco de jugo de la nevera.

-       ¡Uy! ¿Paso algo? –Pregunta haciendo que mi atención vaya hacía ella.

-       ¿Por?

-       Cara de funeral. –Comenta con una media sonrisa.

-       Pensamientos que van y vienen. –Le digo.

-       ¿Me quieres contar? –Niego enseguida- Bueno, entonces tomemos un poco de esto. –Ella saca una botella de vino. - ¿Estás lista para soltar todo lo de Tyler?

Resoplo pero asiento. –Responderé a todas tus preguntas. –Le digo y aplaude emocionada.

-       Ven.

Nos sentamos alrededor de la mesa de la sala y ponemos las copas junto a la botella. Ella sirve con mucha tranquilidad, la verdad es que si me hubiesen dicho que cuando llegará a Londres iba a tener la mejor compañera de piso y quizás las mejores experiencias de mi vida, no sé si hubiese subido a ese avión. Eso pasa cuando estás acostumbrada al sufrimiento, te resignas a él a que nadie te merece o no mereces a nadie porque el problema eres tú, entonces contrayes muros inquebrantables porque tu fortaleza no es tan fuerte como para enfrentar lo que se venga; por suerte, siempre hay un momento en la vida donde aparecen las personas correctas y en ese muro, construyes una puerta con clave especial solo para ellos. Riley y Tyler son una de esas personas.

-       ¿Cómo paso? –Pregunta sacándome de mis pensamientos.

-       ¿Lo de Tyler? –Asiente dándole un sorbo a su vino- No lo sé, -confieso- pase todos estos meses intentando odiarlo porque no me quería sentir así hasta que me beso.

-       ¡Ay! –arruga su nariz haciendo que yo me ría.

-       Me beso la primera vez, aquel día que subí a la azotea ¿Recuerdas?

-       ¡Claro! Yo sabía que algo te pasaba, estuviste demasiado rara y él vino mucho. –Comenta.

-       Quería huir pero él no me dejo. –Riley sonríe como si estuviese leyendo un libro e imaginando a sus protagonistas.

-       Luego le paso lo de que lo encontraron y yo no pude evitar aceptar que sentía algo más por él pero lo negué así que fui a terapia.

-       ¡Espera! ¿Qué?

-       Sí, fui a terapia. –Le digo revoleando los ojos.

No estoy tan loca, hay gente que va a terapia por cosas peores.

-       El punto es que Tyler en aquel viaje de trabajo me confesó muchas cosas y mis dudas aumentaros pero me volvió a besar y por primera vez creí que todo estaría bien. ¿Entiendes?

-       Sé lo que se siente. –Comenta con cierta melancolía- Me alegra entonces. –Dice- Además, me gusta verte con ese brillo en los ojos.

-       Que absurdo. –Le digo- No me brillan los ojos, es técnicamente imposible que te brillen los ojos.

-       Oh Dios. –Revolea los ojos ella haciéndome reír- ¿Puedes dejar de buscarle lógica a todo Alaska?

-       Tú eres enfermera, ¿No le buscas lógica a todo?

-       Sí, pero también entendí que el cuerpo humano tiene señales que nosotros por ciegos no queremos ver. –Dice con sequedad- Además, yo sabía que él estaba enamorado de ti, bastaba verlo cuando te fui a buscar aquella vez que te dio ese ataque de ansiedad, creo que si te morías el podía morirse contigo en ese momento.

Oh aquel día...

-       No pienses tanto, solo siente. –Me recomienda y se levanta del piso- Necesito hacer pis. –Sonríe- Ya vuelvo.

Asiento y ella se va caminando con Rocco siguiéndola hasta el baño. Me recuesto del sofá y tomo un sorbo de mi vino, técnicamente es de alcohólicos beber a esta hora ¿No? Tomo el celular y me doy cuenta que son un poco más de las doce y que Tyler aun no se ha reportado, el sentimiento me abruma, no sé si es porque estos días hemos estado demasiado pegados o porque en mi cabeza hay miles de palabras sin decir que quisiera compartirla y solo me nace compartirlas con él.

Tyler:

¿Me extrañas?

La pantalla se alumbra con su mensaje y por inercia comienzo a morder mi labio inferior. ¡Oh, el amor nos vuelve unos tontos melancólicos cursis!

Alaska:

Un poco y tengo hambre, nosotros tenemos que ir por la pequeña Magui que no se te olvide.

Tyler:

Esto de tener espacio para extrañarnos no está tan bueno como pensé está mañana cuando te fuiste, estoy abajo y con ella listos para ir a comer y comprar helados, ¿Bajas o subimos?

Alaska:

Que cursi eres jaja pero podría admitir que justo antes de que me escribieras estaba pensando en ti, así que yo soy más cursi que tu y odio la cursilería. ¡Hay que ser serios Sr Smith! Pueden subir mientras me cambio, además Riley está aquí y me interrogo sobre ti.

Tyler:

¿Respondiste bien o mal? Oh, damos vergüenza pero peor seríamos sí te gritara desde abajo para que te asomes a tu ventana.

Alaska:

¡No lo hagas!

-       ¡Alaska! –Grita y siento que mis mejillas se sonrojan.

Me levanto enseguida del suelo y Riley sale al mismo tiempo que yo llego al balcón para verlo, está parado enfrente de su auto con Magui al lado, Riley corre hacia mí y lo veo sonreír de esa manera seductora.

-       ¿Puedo subir?

-       ¡Claro! –Responde Riley y él se ríe.

-       Sube. –digo y él se mete al edificio con la pequeña.

Ambas entramos a la sala de nuevo y me siento como una tonta, todo mi cuerpo tiembla esta sensación se ha hecho parte de mí desde que estoy con él, es como que no importa si lo veo todos los días, los nervios de mi estomago se revolucionan de pensar que estaré con él y es siempre como la primera vez.

-       Trátalo bien. –Me dice Riley- Yo recogeré esto y los dejaré solos. –Alza ambas cejas con cierta picardía y no puedo evitar reírme.

-       Viene con la nena. –Le digo y ella se sorprende tanto que deja caer sus hombros.

-       ¿Tiene una hija? –Niego lentamente sacudiendo la cabeza. Riley es de las personas más lindas que he conocido, ella simplemente provoca esas ganas de abrazarla todo el tiempo y eso a mí no me pasa.- ¿Entonces?

-       Es una nena que pienso adoptar. –Lanzo y abre la boca sorprendida al mismo tiempo que suena el timbre de la casa.

-       ¡¿Tan rápido?! –Suelta sin pensarlo dos veces.

-       Es complicado, prometo explicarte luego.

Me acerco hasta la puerta para abrirle, Riley se dirige a la cocina así que los miro a ambos y sonrío lo más que puedo porque ellos dos en poco tiempo han logrado sacar esa parte de mí que estaba tan escondida, tan encerrada.

-       ¡Alas! –Magui me abraza y yo rodeo su pequeño cuerpo con mis brazos.

La verdad es que no es tan pequeña, me llega hasta la cintura así que asumo que en lo que siga creciendo tendré que decirme pequeña a mí misma cuando ande con ella.

-       Hola. –Tyler me sonríe y me da un casto beso en los labios.

-       Me tengo que duchar, tuve sesión con Patrick y necesito bañarme.

-       Nosotros te esperamos. –Dice Magui entrando a la casa.- ¡Qué lindo perrito! ¿Cómo se llama?

-       Rocco. –Tyler y yo contestamos al unisonó y la pequeña nos ve.

-       Perecen un matrimonio. –Revolea los ojos- Te veo lento amigo, -mira a Tyler y voltea hacía mí- ¿Por qué no se casan?

-       ¡Oh pequeña creo que sé todo, déjale las cosas de grandes a los grandes! –Magui revolea los ojos y acaricia a Rocco.

Cierro la puerta detrás de él y lo miro porque lleva exactamente lo mismo que llevaba el día que nos conocimos. El pantalón marrón ceñido a sus piernas, la camisa remangada en los codos, una más abajo que la otra respectivamente, sus lentes y la sombra de barba que por suerte le está creciendo, como su cabello.

-       Me gusta cómo te ves. –Le digo y automáticamente sonríe.

-       ¿Estamos solos?

-       No, no. –Riley entra a la sala interrumpiendo- Alaska, es una mini tu. –Dice mirando a Magui quien se levanta apenada rápidamente.

-       Hola Riley. –Dice Tyler dejándole un beso en la mejilla.

-       Hola Ty. –Sonríe y vuelve a ver a la nena.

-       Ella es Magui, Magui, ella es Riley mi compañera de piso.

-       ¡Ay, me asuste! –Dice saliendo de detrás de mí- Hola. –Le sonríe y estira su mano.

-       Es toda una mini tu. –Me dice cuando la saluda- Hola, Riley. ¿Qué te gusta hacer a ti?

-       Pintar. –Dice sonriéndole- Y tu... -la mira detenidamente gesticulando un raro sonido desde la garganta- Debes de ser abogada o maestras o doctora.

-       ¿Por qué lo dices? –Pregunta Riley.

-       No lo sé, se ve que te gusta la gente ayudarlos. –Explica ella dejándonos atónitos a todo.

-       Es una niña especial. –Dice Tyler haciendo que Magui le sonría.

-       Soy enfermera de hecho. –Responde Riley.

-       ¡Ah, casi!

-       Casi. –Dice- ¿Quieres galletas?

-       ¿Puedo? –Le pregunta a Tyler y él asiente.

-       Mi amor, tu puedes hacer lo que quieras, lo que sientas.

-       Bueno, entonces sí quiero galletas. –Dice tomando la mano de Riley.

Ambas se van hasta la cocina que realmente no está muy lejos de la puerta y yo me quedo con Tyler quien la mira con los ojos brillosos, extrañaba verlo así, lleno de ilusión por algo.

-       ¿Qué?

-       Nada. –Le digo dejándole un beso.

-       Se me olvidaba cuanta energía tenían los niños. –Dice mirándola de nuevo.

-       Estás encantado.

-       Casi tan enamorado como lo estoy de ti. –Responde.

-       Y ahora quieres que me derrita y te de otro beso. –Le digo riéndome.

Tyler asiente.

-       Tendrás que ganártelo de otra forma, soy inmune a las palabras bonitas. –Le comento y él se ríe.

-       Lo sé pero no son solo palabras bonitas, es la verdad. –Dice.

-       Me gusta la verdad entonces.

-       A mí también. –Suspira.

-       Iré a bañarme porque si no, no salimos nunca.

-       ¿Quieres ayuda con eso?

-       No Sr Smith, compórtese

Tyler se ríe y yo me retiro al baño.

            En mis veintitrés años jamás había venido a un parque de diversiones, eso viniendo de Los Ángeles se considera casi un delito teniendo a Santa Mónica tan cerca pero es que la verdad no me llamaba la atención, ni siquiera de chiquita. Una vez había visto una noticia en la televisión donde daban unas estadísticas que aseguraban que los niños se perdían más en los parques de diversiones que en otros lugares, supongo que es porque los padres se despreocupan o porque la gente termina creyendo que porque sus hijos están jugando, están seguros. Ahora mismo estamos con Magui en un parque de atracciones que para ser sincera no recuerdo el nombre porque no le preste demasiada atención. Magui está dando vueltas con Tyler mientras yo los espero en el pequeño local de sodas enfrente de unas atracciones, estoy sentada comiéndome una torta de chocolate –triple- y tomándome una coca-cola mientras espero que vuelva.

A lo lejos puedo divisar una pequeña de aproximadamente unos dos años, una mujer hermosa el cabello rubio hasta la cintura como la de mi mamá, me da cierta melancolía porque yo amaba peinarla, me gustaba sentir que yo tenía el control de eso, de su cabello porque ella lo cuidaba mucho y que me dejara peinarlo era lo más grande que me podía pasar.

-       Alaska ¿Quieres peinarme el cabello?

Mami está en la puerta del jardín, sonriente y con olor a galletitas recién orneadas.

-       Hija... -llama de nuevo y asiento aunque no sé a qué exactamente.

Corro hacía sus brazos y ella me sostiene fuertemente en ellos. – Vas a necesitar estos. –Dice con una sonrisa espectacular.- Luego comeremos las galletitas cuando llegue papá con Peter, ¿Sí?

-       ¡Sí!

Camino hasta dentro de la casa con ella, llegamos al gran sofá que tiene en la entrada de la casa, me gusta este sofá, es mi preferido aunque Peter se pelee conmigo por él. Mami me da el cepillo y se pone de espaldas hacía mí, su cabello es largo y muy amarillo, en el colegio me dijeron que era rubio, creo... pero no se parece al mío, el mío es oscuro, no sé como se dice a ese color.

Mami es hermosa, paso el cepillo con mucho cuidado por la parte de abajo, ella se ríe mucho, creo que le estoy haciendo cosquillas así que paro.

-       ¿Qué paso?

-       Te hago cosquillas. –Le digo encogiéndome de hombros.

Yo odio las cosquillas.

-       No mi amor, me dio un poquito de escalofríos, péinalo que yo aguanto.

-       Bueno...

Me da un poco de miedo, mami suele ser muy delicada con su pelo, siempre dice que le costó mucho llegar ahí y yo no entiendo porque a mí me lo corta. Me pongo de pie en el sofá y cepillo su cabello hasta abajo, mami se remueve extrañamente haciéndome reír.

-       Mami yo quiero tener el cabello así...

-       Pronto hija.

Sacudo mi cabeza antes de que el recuerdo me haga llorar. A veces me pierdo tanto en ellos que no puedo volver, digo de volver en sentido metafórico, siempre que me pierdo en un recuerdo me obsesiono tanto que quisiera poder volver y quedarme ahí observándolo para siempre.

-       ¡Regresamos! –Dice Magui subiéndose a la mesa tomándome por sorpresa. Tyler viene detrás de ella cansado por lo que veo pero con una sonrisa dibujada en su rostro.

-       Jamás se cansa. –Me dice sentándose.

-       ¿Quieren algo de comer?

-       ¡Pizza! –Dice alegremente.- ¿Qué tienes? –Me pregunta frunciendo el ceño haciendo que me sienta incomoda repentinamente.

-       ¿De que?

-       Estás triste.

-       ¡No!

Revolea los ojos. –Sí. –Replica cruzando sus brazos.

Oh, ¿En serio? –No tengo nada.

-       Se te ve... distinta. –Comenta Tyler. Lo fulmino con la mirada y se sorprende tanto que me aparta esta.

-       No tengo nada, en serio.

-       ¡Ahg! –Dice volteándome la mirada.

-       Bueno, ¿Ahora qué te paso a ti? –Le pregunto.

-       Es que yo no entiendo a los grandes. –Replica furica- La mayoría de sus problemas es por todo eso que no dicen, es molesto... creen que los niños no nos damos cuenta pero sé que pasa algo, siempre pasa algo.

Tyler no dice nada y yo tampoco, no hay mucho para decir y eso es algo que difícilmente lo consigue una nena de ocho años con mucha altura pero poca edad.

-       Ustedes los adultos se complican la vida con todo. –Resopla recostando su espalda de la silla- Que si digo esto y está mal, que si hago esto y está mal... por eso los niños somos felices. –Explica- Es más fácil decir lo que sientes que esperar a que la otra persona lo adivine, no lo entiendo, es un asco crecer si me voy a convertir en eso.

En este momento siento como golpea mi ser con sus palabras, ¡Solo tiene ocho años!

-       ¿Qué te hizo ser así? –Le pregunto.

-       Mi mamá nunca le dijo a mi papá de mí. –Dice encogiéndose de hombros- Luego entendí que él no quería nada conmigo porque él no quería hijos. –Explica- Tengo ocho años pero crecí entendiendo que ser grande apesta. –Confiesa. ¿Por qué es tan difícil decir lo que sienten? Ahora mismo estás triste y tú quieres casarte con ella. –Dice mirando a Tyler- ¿Por qué esperan tanto? La vida se les va en un soplo.

Simplemente no lo puedo creer.

-       Todas esas palabras que jamás dicen les hacen daño y crecen con rencores y con tristezas. –Continua- Yo espero no ser así y si me vuelvo así me aseguraré de no tener hijos. –Culmina agachando su mirada y con el silencio de los dos rodeándola.

No importa la edad que tenga, hay golpes en la vida que te hacen crecer más de lo que puedes imaginar.  –Iré por la pizza. –Dice Tyler levantándose de la mesa.

-       Entiendo si no me quieren adoptar, no sé callar mi bocota. –Me trasmite su tristeza y yo lo único que puedo hacer es rodar su silla hacía mí para abrazarla. 

-       Ahora más que nunca quiero adoptarte Magui. –Le digo haciendo que una sonrisa se dibuje en su rostro mientras sus brazos rodean mi cuello abrazándome- Y tienes tanta razón en lo que dices, ojala nadie te haga cambiar de parecer.

-       Gracias. –Acomoda su cabeza en mi hombro y yo me siento mejor.

Estamos camino a dejar a Margot en la casa hogar, está dormida, diría más bien rendida  en la parte de atrás del auto de Tyler, quien va con mucho silencio en todo el camino, no sé si para no despertarla o porque él, como yo quedo impactado con lo que dijo.

-       ¿Estás bien? –Pregunto y apenas me mira por el rabillo del ojo.

-       Sí, ¿Tu?

-       Sí.

-       Es... inexplicable lo que me movió sus palabras.

-       A mí también. –Le confieso.

Lo veo cruzar en la redoma hacia su casa y me encuentro un poco confundida.

-       Pensé que la íbamos a dejar.

-       Se va a quedar está noche, le pedí el favor a Cilian.

-       Oh...

-       Sí me hará bien tenerla en casa. –Dice medio sonriendo.

-       Nos. –Corrijo y me mira asintiendo.

Cuando llegamos a su casa, el frio que nos acompaña está noche es más violento que el de cualquier otra en la que me haya quedado. Se me está haciendo costumbre venir y quedarme aquí todos los días, creo que me estoy volviendo adicta a estar con él y no sé qué tan bueno sea eso; por otro lado tengo lo que dijo Magui hace un rato, es como si pudiese entrar en mi cabeza y saber exactamente lo que estoy pensando, es abrumador en parte y por otra es maravilloso.

Tyler la sube a sus brazos con ella rendida en ellos, yo me encargo de bloquear el auto y de abrir la puerta, cierro y él la lleva arriba a una de las habitaciones, jamás me dio tanta curiosidad como hoy saber que hay en ellas, tiene tres habitaciones más aparte de la de él y tres baños, él estudio y la cocina. Es una casa grande digamos para alguien soltero. Me quito el abrigo y lo cuelgo en el armario de la entrada, tengo que frotar mis manos la una con la otra para calentarlas un poco y me acerco a la fogata para encenderla. Escucho los pasos de Tyler bajando las escaleras, lo veo sacarse su saco y hacer lo mismo que yo para luego acercarse a mí.

-       Es muy especial. –Me dice abrazándome por la espalda.

-       Muy. –Rodeo sus brazos con los míos abrazándome a él.

-       ¿Vino? –Sacudo la cabeza negando.

-       Me gusta el silencio. –Confieso haciendo que me mire- Sí sé que es un comentario un poco extraño, pero me gusta poder estar así, en silencio... generalmente todo lo que pienso me grita

-       ¿Y qué te grita?

Sonrío apartando mi vista de él. Tyler es de esas personas que digas lo que le digas tienes la seguridad de que jamás te va juzgar, al contrario, puedes tener esa conversación profunda y llena de preguntas que surgen de la nada que te hacen reflexionar de una u otra manera, es exactamente como nunca me sentí con alguien, jamás tuve este impulso de decir lo que pienso sin temor a que me juzgaran, crecí así, diciendo todo pero con cada palabra armando un muro ficticio para que cualquier cosa que me dijeran no me derrumbase.

-       En todo eso que jamás dije. –Comento y siento como traga el nudo de su garganta.

-       ¿También te dejo pensando?

Volteo para mirarlo y me consigo de nuevo con ese Tyler asustado, temeroso, lleno de dudas, lastimado. –No lo sé. –Confieso-. Ella solo descubrió que en mis pensamientos había algo de eso que jamás dije. –Comento- Los recuerdos pueden ser el mejor refugio pero también son el peor juez. –Le digo.

Tyler toma mi mano y me lleva hasta el sofá, se sienta y hace que me siente dándole la espalda a él para rodearme con sus brazos.

-       Es inexplicable. –dice- Yo también tengo esa sensación, es como si de un momento para el otro un recuerdo feliz se convierta en triste o un recuerdo triste no te deje en paz.

-       Como el tuyo.

Siento como se tensa y acaricio sus brazos haciéndole sentir que estoy aquí.

-       Simplemente no se van. –Comenta en un susurro.

-       Ni lo harán. –Digo- ¿Sabes que creo?

-       ¿Qué?

-       Que todos esos recuerdos se reproducen como una película para tener un recordatorio de lo que no tenemos que hacer y de lo que tenemos que hacer, detrás de cada uno hay una enseñanza, digo de esos que te marcan. ¿Sabes? Tengo recuerdos de cuando aún no entendía bien que era mi condición.

-       ¿Por eso estabas mal? –Sacudo la cabeza.

-       Fue más que ese lindo recuerdo me llevo a otro. –Comento y mis manos comienzan a sudar.- Quisiera haber dicho cosas que no me anime. –Confieso- No sé si hubiesen cambiado la situación pero quizás harían una diferencia.

-       O quizás no, a veces no hay que torturarse con eso.

Irónico que lo diga justo él.

-       Sé que no soy el más indicado. –Murmura besando mi hombro- Creo que ha sido una semana agotadora para los dos ¿No? –Asiento.

-       Todo pasa por algo.

-       Todo.

-       Incluso las personas. –Le digo y él asiente- ¿Pero no hay algo de lo que te hayas arrepentido de decir? ¿Algo que no dijiste que te de vueltas en la cabeza?

-       Desde lo de Sky, trato de decir todo lo que me pasa. –Me dice-. ¿Tú tienes algo?

-       Sí. –confieso con recelo.

A veces quisiera tanto no tener estos recuerdos.

-       ¡Alaska! –Grita haciendo que mi cuerpo tiemble una vez más.

Cierro los ojos y recuerdo que él no tiene poder sobre mi si yo no se lo permito, hoy no estoy para sus juegos, hoy no. – Tu mamá. –Dice entrando a la habitación.

-       No quiero hablar con ella. –Le digo a Peter quien lanza el teléfono a la cama.

-       Lo harás. –Ordena y me hace querer odiarlo con todas mis fuerzas y gritarle que se largue pero no lo hago, me mira intimidándome así que tomo el teléfono y escucho lo que tiene para decirme.

-       Mamá.

-       Alaska, voy a comprar unas cosas y necesito que por favor vengas con Peter al supermercado, ¿Puedes por favor levantarte de la cama y dejar de llorar?

-       No quiero.

«Diablos, ¿Tienes que ser tan dramática? » Escucho a Peter decirlo.

-       Okey, puedes quedarte todo el día, la noche, la semana entera en la cama si lo deseas, puedes odiarme, odiarnos por querer lo mejor para ti. –Dice enojada- Nos vemos en la casa.

No te odio.

-       Mamá.

-       ¿Colgó? –Pregunta Peter.

-       Sí.

-       Eres una imbécil. –Dice quitándome el teléfono.

-       Déjame llamarla. –Intento quitarle el teléfono pero me empuja de nuevo haciendo que mi cuerpo caiga sobre la cama de nuevo.

-       No, ahora te esperas porque yo quiero hablar por teléfono.

-       ¡Peter, no!

Corro detrás de él pero no me hace caso. Papá no está así que tengo que pelear por el teléfono yo sola si lo quiero.

-       Peter mamá dijo que fuéramos ayudarla con las compras, así que vamos.

-       Estoy hablando con mi chica, ¿Puedes irte?

-       No, vamos.

-       No me da la gana, ve tu si quieres, ya le dijiste que no, no quieras retractarte ahora.

¡Imbécil!

-       Es que lo único que sabes hacer es hablar con chicas que jamás te van a prestar atención, resígnate Peter. –Suelto y subo a mi habitación en busca de un suéter.

-       Pendeja a mí no me hablas así.

-       ¿Qué paso después? –Me volteo acomodándome para acostarme en su pecho- No sé si estoy lista para decírselo, él acaricia mi cabello y me abraza con fuerzas.

-       Esa noche dije cosas de las que me arrepiento y otras tantas que me arrepiento de no decir. –Le digo- Es tan difícil, saber a dónde se van todas esas palabras que jamás dijiste.

-       Eso es lo que me gusta de ti. –Dice- Tú solo lo sientes y lo dices, es como si no te importará el que dirán.

-       Es más por mi condición. –Digo-. No lo puedo evitar, es como que todo lo que pasa por mi mente en el momento sale, igual antes lo controlaba menos, ahora soy un poco más selectiva.

-       Si fuese tan fácil, solo pensarlo y decirlo.

-       Nos ahorraríamos muchas guerras. –Digo.

-       O ganaríamos más guerras. –Dice.

-       Nadie puede saberlo. –Comento y de pronto hay un silencio mortal entre los ojos- ¿En qué piensas?

-       Que eres la persona más maravillosa que conozco. –Suelta en un suspiro- Y que aún no me has dicho todo lo de Peter y quiero no tener ese sentimiento de que hay algo más que gritos y abusos, Alaska.

-       Puede ser. –Le confieso- Es más complicado de lo que parece.

-       Te escucho.

-       Quiero ir a la boda. –Le digo.

-       ¿Qué?

-       Sí y vas a ir conmigo. –Alzo mi mirada para verlo, está sorprendido y confundido- ¿Vendrías conmigo?

-       Ni siquiera tienes que preguntarlo. –Dice sonriéndome de costado.

-       Gracias.

Tyler besa mi frente y yo vuelvo a esconder mi cabeza en su cuello, su pecho se ha convertido en mi mejor refugio, mi lugar.

¡Hola gente!

¿Como están? Después de varias semanas actualice *los angeles cantan* soy muy repetitiva pero quiero agradecerles siempre y quiero que sepan que sin ustedes está historia no fuese tan increíble, ustedes le dan vida a los personajes, ustedes se encargan de amarlos y hacerlos real así que gracias.

No quedan muchos capítulos y a mi me cuesta mucho decirle adiós así que espero tenga el mejor cierre.

Ella me odia por siempre agradecerle pero es mi impulso la mayoría de las veces (no la voy a etiquetar porque ella sabe quién es) gracias.

Besos besos

Andreina

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