XXIV

1.8K 128 46
                                    

           

XXIV

La costumbre de vivir sin vivir

Puedo ver en los ojos de Peter el miedo, también puedo sentirlo. Algo que me ha dejado mi condición es poder leer a los demás como si de una revista se tratase el problema siempre es que no me gusta la mayoría de lo que mi intuición me dice, por un lado, en su mirada y en su forma detenida de respirar puedo sentir que no sabe de qué le estoy hablando y por el otro, está ese recuerdo torturándome cada vez que intento superarlo.

-          ¿Qué dices? –Pregunta haciendo pausas entre palabras.

Ahora a la que le está costando respirar es a mí.

-          Peter, ya estamos grandes, no necesito que sigas tratándome como si fuese una estúpida porque nunca lo fui, siempre te analice, te observe, sabía que había algo mal contigo desde que tu mamá murió y que quisiste pagar tu dolor conmigo culpándome de cosas de las que yo no tenía que ver.

-          De eso soy culpable. –Admite rápidamente mirándome fijamente.

-          ¿Y no eres culpable de la muerte de mi mamá?

-          Soy culpable de no dejarte ir con ella, soy culpable de haberte maltratado psicológicamente y eso es algo que me recrimino todos los días de mi vida, Alaska, a veces las situaciones no llevan a realizar acciones de las que nos arrepentimos toda la vida.

-          No quiero moralismos en este momento, Peter. –Replico sintiendo como mi sangre hierve del cinismo que sale de cada uno de sus poros.

-          Alaska, yo no maté a tu mamá. –Dice con suma calma- Sí, confieso que te odiaba, aunque no sé si era contigo o conmigo, tanto dolor que llevaba dentro... mi mundo se derrumbó y yo no sabía cómo construirlo.

-          No puedes construir nada a base del dolor de los demás, ¿Qué no lo entiendes? Ahora te veo aquí, casándote como si nada paso.

-          ¿Qué paso? Puedes explicarme, no te estoy entendiendo.

-          Por Dios. –Tomo un poco de aire y resisto aquellas lagrimas que amenazan con recorrer rápidamente mis mejillas.

Peter intenta acercarse a mí, pero yo retrocedo. – Peter, solo quiero escuchar de ti esas palabras, quiero que me digas la verdad para yo poder seguir, mi papá no se enterará jamás y no tendrás que verme nunca básicamente porque eso es lo que yo deseo, pero por el amor a lo que más quieras, dímelo.

-          Yo no mate a tu mamá. –Dice- No puedo creer que pienses eso de mí.

-          ¿Me culpas? ¿Necesito recordarte que fue lo que me dijiste antes de mi primer ataque de pánico severo? –él se encoje de hombros y agacha su mirada con vergüenza-dijiste: -cito- "¿Quieres que llame a los mismos tipos que le hicieron "eso" a tu mamá para que lo hagan contigo?"

-          Yo también estaba dolido. –Suspira- Y no sabía cómo sentirme al respecto porque entendía tu dolor.

-          No entendías nada, a tu mamá no la mataron, Peter. –Refuto alzando mi voz.

-          Alaska, estaba enojado con la vida, conmigo, pensaba una y mil veces ¿Por qué no deje el odio a un lado y te dejaba ir con ella? Ese día entendí que yo no quería hacerte daño a ti, me quería hacer daño a mí y no sabía cómo, entonces la pagaba contigo. Si yo te hubiese dejado en paz, quizás nunca me perdonaría que le hubiesen hecho algo a las dos o posiblemente la hubiese salvado, no lo sé, solo sé que después de eso me golpeo aún más duro y yo no sabía cómo controlar las situaciones.

Diez Maneras De Odiarte.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora