Sangre y Oscuridad I. Las Cin...

By ducexxx

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Las Cinco Espadas es una novela fantástica de tintes épicos llena de aventura, magia, guerras, política, acci... More

El Concilio de los Magos I
El Concilio de los Magos II
El Concilio de los Magos III
El Concilio de los Magos IV
Guerra en el Norte I
Guerra en el Norte II
Guerra en el Norte III
Guerra en el Norte IV
Guerra en el Norte VI
Guerra en el Norte VII
Los líderes de Lindium I
Los líderes de Lindium II
Los líderes de Lindium III
Sangre en la nieve I
Sangre en la nieve II
Sangre en la nieve III
Sangre en la nieve IV
Sangre en la nieve V
Zangord, el guardián de la llave I
Zangord, el guardián de la llave II
Zangord, el guardián de la llave III
Zangord, el guardián de la llave IV
Zangord, el guardián de la llave V
Sangre en la nieve VI
Sangre en la nieve VII
Sangre en la nieve VIII
Sangre en la nieve IX
Zangord, el guardián de la llave VI
Zangord, el guardián de la llave VII
Zangord, el guardián de la llave VIII
Zangord, el guardián de la llave IX
El camino a la guerra I
El camino a la guerra II
El camino a la guerra III
El camino a la guerra IV
El camino a la guerra V
El camino a la guerra VI
El camino a la guerra VII
El camino a la guerra VIII
El camino a la guerra IX
El camino a la guerra X
La gloria del emperador I
La gloria del emperador II
La gloria del emperador III
Estalla la tormenta I
Estalla la tormenta II
Estalla la tormenta III
Estalla la tormenta IV
Estalla la tormenta V
Estalla la tormenta VI
Estalla la tormenta VII
El Bosque Maldito I
El Bosque Maldito II
El Bosque Maldito III
El Bosque Maldito IV
La Batalla del Llano de Goldur I
La Batalla de Llano de Goldur II
La Batalla de Llano de Goldur III
La Batalla del Llano de Goldur IV
La Batalla del Llano de Goldur V
La Batalla del Llano de Goldur VI
La Batalla del Llano de Goldur VII
La Batalla del Llano de Goldur VIII
La Batalla del Llano de Goldur IX
La Batalla del Llano de Goldur X
La Batalla de Llano de Goldur XI
La Batalla del Llano de Goldur XII
La Batalla del Llano de Goldur XIII
La Batalla de Llano de Goldur XIV
La Batalla del Llano de Goldur XV
La Batalla del Llano de Goldur XVI
La Batalla del Llano de Goldur XVII
La Batalla del Llano de Goldur XVIII
La Batalla del Llano de Goldur XIX
La Batalla del Llano de Goldur XX
La Torre de Zigrug I
La Torre de Zigrug II
La Torre de Zigrug III
La Torre de Zigrug IV
La Torre de Zigrug V
La Torre de Zigrug VI
La Torre de Zigrug VII
La Torre de Zigrug VIII
La Torre de Zigrug IX
La Torre de Zigrug X
La Torre de Zigrug XI
La Torre de Zigrug XII
La Torre de Zigrug XIII
La Torre de Zigrug XIV
La Torre de Zigrug XV
La Torre de Zigrug XVI
La Torre de Zigrug XVII
La retirada hacia el oeste I
La retirada hacia el oeste II
La retirada hacia el oeste III
La retirada hacia el oeste IV
Arena, sudor y nubes negras I
Arena, sudor y nubes negras II
Arena, sudor y nubes negras III
Arena, sudor y nubes negras IV
Arena, sudor y nubes negras V
Arena, sudor y nubes negras VI
Arena, sudor y nubes negras VII
Arena, sudor y nubes negras VIII
Arena, sudor y nubes negras IX
Arena, sudor y nubes negras X
Arena, sudor y nubes negras XI
Arena, sudor y nubes negras XII
Rebelión y espadas I
Rebelión y espadas II
Rebelión y espadas III
Rebelión y espadas IV
Rebelión y espadas V
Rebelión y espadas VI
Rebelión y espadas VII
Rebelión y espadas VIII
Rebelión y espadas IX
Rebelión y espadas X
Rebelión y espadas XI
Rebelión y espadas XII
Rebelión y espadas XIII
Rebelión y espadas XIV
Rebelión y espadas XV
Rebelión y espadas XVI
Rebelión y espadas XVII
Rebelión y espadas XVIII
La sombra se expande I
La sombra se expande II
La sombra se expande III
La sombra se expande IV
Epílogo

Guerra en el Norte V

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By ducexxx

A pesar de su desesperada situación, los defensores seguían resistiendo firmemente ante el empuje imperial, batiéndose con valentía y acabando con centenares de enemigos. Sus cuerpos se iban amontonando, llenando el campo de batalla de cadáveres. La lucha se volvió muy encarnizada. La disciplina de los soldados de Vanion conseguía infligir enormes bajas al enemigo, pero cada enemigo muerto era sustituido por otro; en cambio, cada soldado de Vanion muerto era una perdida insustituible. No tenían reservas con las que contrarrestar la superioridad del enemigo. Las murallas cayeron definitivamente y los defensores que quedaban allí se retiraron y se unieron a sus compañeros que defendían la puerta. Tomadas las murallas, los sharpatianos empezaron a bajar masivamente por éstas para unirse a la lucha. Los soldados de Vanion acabaron cediendo grandes palmos de terreno, retrocediendo más y más, luchando en un campo cada vez más extenso. El sector de la puerta iba a caer. Solo quedaba por saber en cuánto tiempo.

El comandante Harnas luchaba en primera fila contra innumerables enemigos que, conscientes de tener enfrente a un oficial, trataban de rodearle. Tras abatir a muchos de ellos, la punta de una lanza que no vio a tiempo penetró en su armadura y le hizo caer al suelo mal herido. Justo cuando iba a ser rematado por su agresor, Malliourn, que se encontraba combatiendo muy cerca, le partió el cráneo con un golpe certero de su espada. De inmediato, los soldados que se encontraban cerca formaron una barrera de escudos para proteger a su comandante herido.

—Te sacaremos de aquí —le dijo Malliourn cuando se agachó para asistirle.

—No. No lo hagáis, no puedo mover las piernas —dijo Harnas—. No servirá de nada.

Malliourn obedeció con resignación. Harnas miraba hacia el cielo y se reía.

—Creo que... creo que no he hecho honor a mi apodo —dijo sin parar de reír.

Malliourn comprendió por qué se reía.

—Duro como un roble. Te han atravesado con una lanza y sigues aquí entre nosotros. Cualquier otro estaría ya muerto.

—No has debido salvarme —dijo Harnas, a la vez que escupía sangre y tosía—. De ésta no salgo.

Malliourn se dio cuenta de que la punta de la lanza que había atravesado el pecho de Harnas sobresalía por su espalda.

‹‹Tiene razón; no va a salir de ésta. Está perdiendo mucha sangre.››

—¿Hay algo que podamos hacer por...?

—¡Escúchame! —le dijo Harnas, interrumpiéndole—. ¡Te nombro comandante de lo que queda de este ejército! ¡La batalla está perdida! Retira a los hombres y sácalos de este infierno. Ordena que los enlaces partan inmediatamente a todos los campamentos fortificados para que los demás regimientos se retiren al norte. La muralla ha caído, es inútil... es inútil resistir.

—Lo haré.

—Me hubiera gustado tener un funeral... apropiado, pero al menos voy a morir como un soldado. Te deseo... te deseo... suerte.

Dichas estas últimas palabras, Harnas cerró los ojos para no volver a abrirlos. Su cabeza se desplomó en la nieve embarrada y encharcada con su propia sangre.

‹‹Lo enterrarán en una fosa común con el resto de los que caigan hoy —pensó Malliourn, tristemente—. Quizá con suerte le incinerarán.››

Malliourn no dejó el cuerpo hasta asegurarse de que ya no respiraba, entonces se levantó y miró el terrible panorama que tenía delante.

‹‹Estamos perdiendo la batalla y hemos perdido el muro.››

Ahora él era el responsable de las vidas de aquellos hombres. Sabía que si se quedaban morirían hasta el último de ellos, de modo que, sin perder un solo instante, ordenó que los hombres de retaguardia retrocedieran y formaran una nueva línea de combate mientras la vanguardia aguantaba. También mandó a alguien para dar la orden a los enlaces de partir a los campamentos fortificados para que todas las unidades del ejército de Vanion en los sectores más cercanos se retiraran a la capital. Éstos, sin esperar a que terminara la lucha, partieron con presteza a cumplir sus misiones.

Los combates continuaban junto a la puerta, pero eran pocos los soldados de Vanion que se habían quedado protegiendo el repliegue de la retaguardia. Cuando estuvieron formados junto al campamento fortificado de Harnas, Malliourn ordenó que se retirase la vanguardia, que retrocedió hasta el lugar donde se encontraba la retaguardia, que había abierto filas, permitiendo que pasaran sus compañeros, que se situaron tras ellos protegidos por los escudos de éstos. Una vez pasaron, cerraron las filas y prosiguió la lucha, pero con tropas que estaban algo más frescas, al tiempo que la mitad de la tropa se replegaba ordenadamente, abandonando el campo de batalla. Malliourn se quedó para dirigir la defensa de los que mantenían la línea y ordenó que aguantaran todo lo posible para que sus compañeros se pusieran a salvo. Les estaba pidiendo demasiado, pero sabía que resistirían. Solo quedaban unos pocos centenares luchando contra millares de soldados imperiales, pero aguantaban, sabían que si uno de ellos fallaba podía significar la muerte para todos sus compañeros, aunque no podían aguantar eternamente; sus tropas cedían cada vez más palmos de terreno, retrocediendo ante el empuje enemigo.

Tras varios minutos de intensos combates, Malliourn, desde la retaguardia, viendo que no podrían resistir ni un minuto más, ordenó que se retiraran y se refugiaran en el bosque para reunirse con las tropas que ya habían escapado.

—¡Retirada! —vociferaba—. ¡Retirada! ¡Todos al bosque! ¡Poneos a salvo! ¡Rápido, moveos! ¡Poneos a salvo! ¡Retirada!

A Malliourn ya no le salían las palabras, su garganta estaba irritada de tantas órdenes que había dado y, con el ensordecedor barullo, apenas se escuchaban entre sus hombres mientras escapaban. Los soldados de Vanion huían intentando salvar sus vidas, a sabiendas de que tenían al enemigo tras ellos, a su espalda. Cualquier paso en falso podía suponer que una espada enemiga les atravesara. Se había perdido de repente toda la disciplina que hasta hacía unos momentos habían mantenido mientras permanecían juntos, con los escudos en alto y las espadas y lanzas en ristre. Era una gran desbandada. Los soldados de Sharpast comenzaron la matanza masacrando a todos aquellos rezagados que, por el peso de sus armas o por el simple hecho de no poder avanzar al tener a otros compañeros delante, aglomerándose grandes masas de hombres en la huída, morían ensartados por el acero. Muchos tiraron sus armas al suelo para intentar escapar con mayor rapidez.

La masacre parecía haber podido ir a más, pero los soldados de Sharpast detuvieron su persecución y dieron media vuelta. Ya habían tomado la muralla y derrotado al enemigo, estaban cansados y muchos heridos; aquellos soldados que habían defendido la puerta y la muralla habían sido mucho más duros de lo que cualquiera había pensado antes del ataque. Ahora muchos de sus compañeros yacían muertos junto a la puerta y por la llanura. ¿Para qué cansarse persiguiendo a un puñado de soldados derrotados?



Al anochecer, la niebla se había alejado, pero comenzaba a nevar de nuevo; aquella lluvia blanca no tenía fin en aquellas tierras y el frío era cada vez más persistente. La debacle junto a la puerta del Gran Muro había salido cara. Muchos de los soldados de Vanion habían muerto defendiéndola. Los supervivientes buscaron refugio en el Bosque de Rakhar; lo hicieron sin pertrechos ni provisiones, sin madera seca ni ropa de abrigo; solo llevaban consigo sus armas, y no todos, muchos las habían dejado caer mientras escapaban.

El Bosque de Rakhar existía mucho antes de que se levantara el Gran Muro y aún antes de que llegaran los primeros pobladores a esas tierras. En un principio era parte del Bosque Blanco, pero muchos árboles fueron talados para la construcción de las murallas que defendían el reino, y entonces el muro pasó a ser una barrera artificial entre los dos bosques.

La mayor parte de los supervivientes se mantuvieron unidos, pero muchos se habían dispersado por el bosque; además, había muchos regimientos que todavía permanecían en sus puestos en la muralla, y nada se sabía de lo que había ocurrido en los demás sectores. Lo que quedaba del ejército se agrupó en un claro del bosque, en donde los oficiales intentaron organizar a los hombres lo mejor posible. Malliourn fue de los últimos en llegar junto con los hombres de retaguardia tras la desbandada. Entonces se unió a los demás oficiales que se habían agrupado en torno a un puñado de rocas.

—Menuda carnicería —dijo Prolmar, agitado—. Hemos perdido a cientos de los nuestros en solo unas horas. ¿Y dónde está Harnas? ¿Alguien lo ha visto?

—Harnas ha muerto —dijo Malliourn—. Creía que ya lo sabíais todos. Le alcanzó una lanza durante la lucha en la puerta.

—Es cierto —dijo el capitán Luwert—. Presencié cómo Malliourn obtenía su ascenso. Harnas no estaba dispuesto a que cualquiera obtuviera el mando del ejército, y eligió al mejor. Enhorabuena, Malliourn.

—Ascenso, ¿qué ascenso? —preguntó Prolmar, sin entender.

—Harnas le nombró comandante antes de morir —siguió Luwert—, y yo creo que aquí no hay nadie mejor que Malliourn para ser el nuevo comandante.

—Pero él no tiene derecho —dijo Prolmar—, el segundo de Harnas es Remert, él es quien tiene que estar ahora al mando del ejército. Que Malliourn haya dirigido nuestra retirada no le da derecho a mandarnos.

—Fue ordenado por Harnas antes de morir —insistió Luwert—. ¿Es qué no vas a respetar la última voluntad de tu comandante en jefe?

—Las cosas no funcionan así —siguió Prolmar—; hay una escala de mando, si a Harnas le pasa algo es Remert quien le suple, no uno de nosotros.

—Sí, así es —le secundó otro oficial menor.

‹‹Parece que no todos están entusiasmados con la idea de que yo esté al mando; a Prolmar nunca le caí bien. Tengo que imponerme para acabar con esta disputa.››

—Si no me equivoco, Remert no ha aparecido por ninguna parte —dijo Malliourn—. Harnas me entregó el mando en el último momento. Puede que algunos no estéis de acuerdo, pero así están las cosas. Yo estoy al mando del ejército por ahora, por lo menos hasta que regrese Remert, si es que lo hace. ¿Alguien tiene algo que objetar?

—Estamos todos de acuerdo —dijo Luwert, apoyándole—. ¿Verdad?

—Estamos contigo, Malliourn —dijeron todos, salvo Prolmar, que no estaba muy de acuerdo, por lo que simplemente asintió en señal de aprobación.

—¿Alguien puede informarme de las bajas que hemos sufrido? —preguntó Malliourn.

—Es difícil determinar cuántos hombres hemos perdido —dijo Luwert—, pero estimo que, entre muertos y desaparecidos, seguramente se superen los quinientos. No pudimos hacer nada con los heridos, les tuvimos que abandonar a su suerte.

—Comprendo. ¿Sabemos algo de los otros sectores de la muralla?

—No tenemos aún ninguna noticia, pero posiblemente han corrido la misma suerte que nosotros —dijo otro de los capitanes.

Malliourn permaneció unos segundos en silencio, dubitativo.

‹‹Es poca información, pero debemos movernos con presteza, ahora solo importa sacar a nuestros hombres con vida.››

—Bien, en ese caso tenemos que enviar más mensajeros a los sectores de la muralla que no han sido atacados e informar de lo que ha ocurrido aquí para que se retiren a Vendram o a Beglist antes de que el enemigo les rodee. Puede que algunos enlaces no lo hayan conseguido. Prolmar, tú te ocuparás de eso. El resto agruparos con vuestros regimientos o con lo que quede de ellos y regresemos a Vendram, allí tendremos más opciones de resistir. Os quiero preparados para partir dentro de diez minutos. Vendram está a varios días de camino y no tenemos provisiones ni pertrechos, por lo que la retirada va a ser dura. Vamos.

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