Fugitiva

By PhanyMccf

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Todo lo que necesitas saber es que los buenos se mantienen como buenos. Copyright - Todos los Derechos Reserv... More

Sinopsis.
Prólogo.
Capítulo uno
Capítulo dos
Capítulo tres
Capítulo cuatro
Capítulo cinco
Capítulo seis
Capítulo siete
Capítulo ocho
Capítulo nueve
Capítulo diez
Capítulo once
Capítulo doce
Capítulo trece
Capítulo catorce
Capítulo quince
Capítulo dieciséis
Capítulo diecisiete
Capítulo dieciocho
Capítulo diecinueve
Capítulo veinte
Capítulo veintidós
Capítulo veintitrés
Capítulo veinticuatro
Capítulo veinticinco
Capítulo veintiséis
Capítulo veintisiete
Capítulo veintiocho
Capítulo veintinueve
Capítulo treinta
Capítulo treinta y uno
Capítulo treinta y dos
Capítulo treinta y tres
Capítulo 34. "Sed de venganza"
Capítulo 35. "Nada está bien"
Capítulo 36. "Mirándome"
Capítulo 37. "Odio repentino"
Capítulo 38. "No se vayan, no me dejen"
Capítulo 39. "Un nuevo mensaje"
Capítulo 40. "Maldita sea"
Capítulo 41. "Miedo a estar sola"
Capítulo 42. "Realmente creer o no hacerlo"
Capítulo 43. "Una necesidad"
Capítulo 44. "Trina"
Capítulo 45. "Rodrigo"
Capítulo 46. "Derrumbando el reino"
Capítulo 47. "Desaparecido"
Capítulo 48. "Anuncio"
Capítulo 49. "Libre"
Capítulo 50. "Fugitiva"
Fugitiva 2.

Capítulo veintiuno

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By PhanyMccf

Capítulo veintiuno.

Son demasiadas cosas que asimilar. Mi cabeza va a explotar y creo que si no le pongo un límite a las cosas van a seguir pasando a como se les dé la gana, porque no creo en el destino, el destino es una basura es como el futuro y el futuro solo existe cuando haces lo que haces y no he hecho nada tan increible para que cosas extrañas sucedan.

Nunca me hubiera dado cuenta de que Britany es o era mi hermana. ¿A qué persona se le ocurre semejante cosa? ¿Qué acaso eso no es ilegal? Y no es como que yo haga muchas cosas legales, pero se con ciencia cierta que eso es ilegal. No puede solo usurpar una identidad que no es suya y ya. De nuevo, algo aquí no encaja.

¿Cómo es que si quiera una persona puede mentirte? Sí, sé que las mentiras son indispensables en la vida, pero ¿acaso te has detenido a pensar cuánto daño hacen? ¿Cuánto puede cambiar el parecer de esa persona por una mentira? La respuesta es no. Porque aceptémoslo, cuando estas creando la mentira eres egoísta y solo piensas en ti, en qué pasaría si tú eres descubierto de alguna forma. Porque así somos, egoístas.

Lo peor de todo es que las personas creen todas y cada una de ellas sin detenerse a asimilar que todo podría ser falso, que todo o nada podría ser cierto y aquí quien tiene la culpa no es quien lo hace sino quien lo cree con los ojos vendados, sin hacer preguntas y sin esperar respuestas.

Una vez que te das cuenta del gran error quieren echarles la culpa a otras personas y es ahí, justo ahí que estas siendo egoísta. De nuevo.

¿Podía ser más engañada todavía? ¿Podía seguir metiéndome en una red de mentiras? No, esto era mucho más que suficiente y estoy segura que esta vez había aprendido la lección, lo había hecho. Traía un mal sabor de boca saber que personas cercanas a ti no te dicen la verdad y duele. Simplemente no era justo ni correcto.

Esto no era lo que tenía pensado para hacer hoy. En absoluto.

No esperaba encontrarme en la cima de un edificio abandonado a las afueras de la ciudad y con los pies colgando a la deriva como si fuese a suicidarme, pero todo estaba bien porque yo no tenía pensado hacer eso.

Cada vez que parpadeo mis parpados se vuelven más pesados y mis ojos arden de las lágrimas contenidas. Esto apesta y me gustaría o bien dejar de respirar o dejar de sentir como ya muchas veces he deseado.

La brisa cálida choca contra mi rostro, se siente templado, eso es aceptable. Ni malo ni bueno solo aceptable.

Un ruido se escucha a mis espaldas, fijo mí vista por encima de mi hombro y genial.

Toma asiento a mi lado y mira hacia el frente. Solo lo miro, ya no pregunto por qué siempre está ahí donde sea que este yo. Creo que ya está me estoy acostumbrando a su presencia.

—Lo siento. —dice. Estoy a punto de preguntarle cómo es que lo sabe, pero sería gastar saliva porque básicamente él lo sabe todo.

—No lo sientas. Yo no lo hago. —miro al frente y disfruto solo un rato de su compañía.

—Puede que ella no se detuviera a pensar en lo que hizo.

—Pero....

—Pero te quiere, Elizabeth. — a completa. — Por lo menos hay una persona en tu vida que se preocupa por ti, que te quiere y que haría cualquier cosa por verte feliz. Incluso si tú le dijeras que se fuera, lo haría, con tal de verte bien.

Suspiro, no quiero hablar de esto con él. —Daniel, en serio no quiero hablar de esto.

Ignora lo que he dicho y sigue: —Solo por un momento detente y ponte en su lugar. ¿Qué pasaría si tú estarías en su posición? ¿Qué harías?

—Pero no lo estoy. — digo con dientes apretados.

—Y ¿si lo estuvieras?

Es mucho. Una gran carga porque ni siquiera sabría qué hacer si mi hermana se fugara de la cárcel.

—Haría lo mismo. — contesto en un susurro.

—Lo vez. — señala. — ¿Entiendes? Ella solo quiso lo mejor para ti. Lo que pensó que te haría bien.

—Eso no justifica que lo ocultara por tanto tiempo. —escupo. — Pudo habérmelo dicho el primer día que la vi. Incluso se me hacía familiar, pero no le tome importancia porque estaba pensando que loca me estaba volviendo. No quería comentarle nada a nadie por el temor de verla por todas partes y luego me sale con que sigue viva. — niego con la cabeza — No sé cómo no me di cuenta

— ¿Es importante para ti? — no contesto, mi vista viaja hacia abajo a la carretera y es sorprendente porque las alturas no me dan miedo. — ¿Sí o no? — insiste.

—Si. — me resigno. Pongo la punta de mi lengua en mi mejilla interna para detener las lágrimas que luchan con escapar.

— ¿Cuánto?

—Mucho, ¿sí? — lo miró fijamente y él también a mí. — Mucho. A pesar de que hizo esta tontería. Le perdonaría cualquier cosa, pero no puedo evitar sentirme dolida porque confiaba en ella. Confiaba en ella porque es mi hermana. Porque era lo único cercano a mí, porque es mi familia ¿entiendes? Daria todo por ella, mi vida también sin siquiera dudarlo, porque la quiero. Y pasaría por sobre todas las cosas si alguien le hiciera daño, mataría a cualquiera que la lastimara y juraría que hiciese lo que hiciese seguiría ahí para ella porque sé cuánto ha sufrido, las dos hemos sufrido. — suspiro. — Me importa mucho.

— ¿Y qué esperas para ir con ella?

—Necesito mi tiempo, Daniel. No puedo simplemente olvidar lo que hizo porque eso sería darle paso a que siga haciendo lo mismo. La conozco y si dejo que siga ocultándome las cosas serán peor.

De pronto se torna un silencio abrumador.

—Además, dejo a su hija.

— ¿Qué? — me mira sorprendido.

— La dejo, por hacer esto, no era necesario. Solo dios sabe cuán ha sufrido esa pobre niña.

— ¿Cuántos años tiene? — se muestra interesado.

—Dos años.

—Wow.

—Sí, wow — digo incrédula. — ¿Qué madre hace eso? Ninguna. Ni siquiera por una hermana.

—Yo lo haría por mi hermano. — susurra tan bajo que podría habérmelo imaginado, pero sé que lo dijo por la mirada de dolor en sus ojos. ¿Él tenía un hermano?

— ¿Dejar a tu hija por tu hermano? — asiente con la cabeza. — ¿Por qué? — Exclamo horrorizada.

—Por qué es lo único que tenía más cercano a mis padres —bien. El chico tiene un punto. — ¿Y tú qué harías?

Pongo los ojos en blanco, otra vez volvemos a mí. Pero sinceramente no sé qué haría porque, bueno, muchas cosas pasarían por mi cabeza y el dejar a mi hija trae como cosas buenas como cosas malas y tampoco me gustaría que un ser pequeño sufra por un adulto que no pensó las cosas bien. Puede que no quiera a todo el mundo, pero no soy tan cruel.

—No lo sé. Mi hija sería una parte de mí y mi hermana es, bueno, mi hermana. No sé si entiendas.

—Lo entiendo. — asiente en comprensión.

Otro silencio nos rodea, esta vez no es tan incomodo como el anterior solo es pacífico.

— ¿Te gustan las alturas? — pregunta mirando hacia abajo.

—Si. — respondo. — ¿A quién no? — me lanza una mirada que dice No juegues, no preguntes estupideces. Río por mi pregunta tonta. — Bueno, ya sé que hay muchas personas a las que no les gusta, pero hay a muchas que sí.

—A mí no.

— ¿Por qué? — lo miro atenta.

—Cuando era un niño de unos siete años —comienza a relatar. — A mi hermano que me llevaba por otros tres años, para ese entonces él tenía diez y bueno — se encoge de hombros—, nos gustaba ir en helicóptero con mi padre. Un día mi padre estaba tan enojado con mi hermano porque había estropeado todo el cuarto con pintura amarilla y yo quería que no sé. — su voz se vuelve entrecortada. —Pensaba que si salíamos los tres a dar un paseo en helicóptero todo volvería a la normalidad porque no me gustaba verlos enojados, pero fue la cosa más estúpida que hice en mi vida. Mi hermano cayo del helicóptero a unos mil metros de altura porque mi padre no atoro bien la puerta. Lo hizo a propósito. — el aliento se retiene en mi garganta. Me mira fijamente y continúa. —Elizabeth, mi padre quería darle una lección de la forma más horrible sin pensar que terminaría muerto y así fue. Todo fue culpa mía. Si yo no hubiera insistido... él lo era todo para mí. —lanzo la respiración que estaba conteniendo y sacudo la cabeza, aturdida.

—Lo lamento. — susurro.

—Yo también. — cierra los ojos por un breve instante y luego los abre. —No eres tan mala como pensaba. —dice de repente.

—Y tú no eres tan imbécil como esperaba. —le sonrió y sonríe. Cuando me doy cuenta de mi error borro la sonrisa y evito su mirada.

Pasados unos minutos en un silencio incómodo. Ahora entiendo porque quiere que vaya con Cristina o debería llamarla ¿Britany? Ah, ya no sé. Lo de su padre me dejo pensando. ¿Qué clase de lección quería que tuviera?

Sacándome de mis pensamientos dice:

— ¿Qué paso? — pregunta. Por un momento no le entiendo, luego capto bien la pregunta y no respondo nada. Me quedo en silencio mirando al vacío, no pienso contarle nada de mi historia que no le incluya, no porque hablamos por un rato se merece saberlo.

— ¿Que paso, Elizabeth? — insiste. — ¿Qué paso para que tú te volvieras de esta forma?

—No pienso responder a eso. — le contesto bruscamente.

— ¿Por qué? — frunce el ceño y sus ojos los pone en rendijas pequeñas. Si no fuera por la seriedad del asunto ya me hubiera reído.

— Porque todavía no es el momento para eso.

Me levanto de donde he estado sentada durante horas. Meto las manos en la bolsa intermedia de mi chaqueta y camino hacia las escaleras sin voltear atrás.

Daniel es simpático y hace buenos comentarios.

Posiblemente comenzaba a caerme bien.

Sabía escucharme. 

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