"Enamorarse es amar las coincidencias y amar es enamorarse de las diferencias".
Jorge Bucay
Dejar esa habitación no ha sido nada fácil. Pero, un fin de semana es suficiente para haber disfrutado del "momento". Nelson ha sido tan atento conmigo que no contengo la felicidad; su trato, palabras, caricias y sobre todo el placer, demuestra el "buen hombre" que es y esperaba que fuese. También es cierto que no pude evitar pensar una y otra vez en lo bien que se lo pasa con Nicolle y otras mujeres, pero me prometí a mí misma diciendo que no arruinaría "ese momento". Quiero imaginar que solo es y fue así conmigo.
—¿Una semana? ¿Estás segura? —pregunta pasando sus manos por el volante del auto que está estacionado cerca del edificio donde vivo.
Suspira. Mantengo mi mirada sobre él sin titubear, no voy a cambiar de opinión y debe saberlo.
—Sí, llegaré a tiempo para el Fashion Week si eso es lo que te preocupa.
—Eso es lo de menos, Millena. Lo que en realidad me preocupa es que no hemos hablado, necesito que quede todo claro entre nosotros.
Me sonrojo. Es cierto, hicimos todo, menos hablar. Pero siento que necesito alejarme unos días para reflexionar y así ver las cosas desde afuera. No quiero cegarme por el encanto y seducción de Nelson, lo que menos quiero hacer es sufrir, y si me arriesgo, tengo que estar segura que puede funcionar. Quizás ese es mi problema, pienso demasiado y no dejo que las cosas fluyan.
—Solo preciso esos días. No he visitado a mi familia y quiero aprovechar que está casi todo listo para el evento. Necesito unas pequeñas vacaciones.
—¿Tenías pensado hacerlo o solo porque ha sucedido lo nuestro?
—Quiero verlos. Además, han sido días difíciles y no he tenido tiempo de descansar como se debe. Hemos logrado preparar un gran evento mucho antes de lo previsto así que me merezco unos días libre.
—Mille va todo tan bien, espero que esto no cambie ―suspira―. Lo único que deseo es que seas muy sincera conmigo. Yo... bueno, tú bien sabes mis sentimientos hacia ti, te quiero de verdad y eso no cambia. Pero tampoco quiero que te obligues a aceptar algo solo por el hecho de haber tenido sexo conmigo. —Toma mis manos y las besa al mismo tiempo que me mira con dulzura —. Quiero que te decidas por mí, deja a Rodrigo que bien sabes que no lo amas.
Aparentemente él tiene bien claro sus sentimientos. Se supone que yo también, pero no quiero dar por sentado eso. Por muy extraño que parezca no siento vergüenza con él, ni siquiera después que vio mi cuerpo desnudo, todo lo contrario, a lo que pensaba, me sentí cómoda y feliz. Nelson logra que me sienta segura de mi misma. Ahora estoy convencida que esperar el tiempo necesario para mi primera vez ha valido la pena. Tal vez nuestra relación no funcione, o, todo lo contrario, llegue a tener éxito. Pero de lo que sí estoy segura es que ha sido la mejor experiencia de mi vida.
No recuerdo cuantas veces hicimos el amor, pero en todas dejamos que nuestras almas se juntaran en una dulce melodía de gemidos. Ha repetido muchas veces lo loco que lo vuelve mi cuerpo y aunque eso parezca insignificante, para mi es importante. Aquello ha sido mutuo, porque admiré su esculpido cuerpo, es asombroso. No dudo de su cariño, pero promesas dichas en momentos de placer no son muy confiables, quiero creerle pero no es suficiente.
—Te aseguro que cuando regrese tendré una decisión tomada —enfatizo.
Pasa su mano por mi cerviz y acerca mi rostro hacia él, besa suavemente mis labios y une nuestra boca en un beso aterciopelado que dura unos minutos.
—Te amo —susurra sobre mis labios —. Es hora que nos demos una oportunidad.
—Debo irme Nelson —balbuceo.
—Está bien. Te aseguro que va a ser la semana más larga de mi vida. Pero comprendo que necesitas tiempo para descansar un poco.
—Gracias, Nelson. De verdad, muchas gracias.
Antes de salir de su auto le doy un beso corto, me siento un poco culpable al ser la causante del cambio de su semblante, pero quiero que sepa que he sido feliz y aunque lo dude, la respuesta a su pregunta es mayormente favorable, también lo quiero y debe de saberlo. Salgo y camino en dirección a la puerta del edificio y volteo para mirarlo. Aún está pendiente de mí y levanta su mano para despedirse, gesticulando un "te amo" y sonrío.
Al llegar al departamento y por el estado que se encuentra me imagino que Laura no está, en la mesa hay una nota, la tomo y leo: Este fin de semana me quedaré con Javier y como el lunes tengo el turno de la noche, volveré en la tarde. Te amo guapa, disfruta mucho. Todo tan calculado, sigo sospechando que todo lo planeó con Nelson, pero, en fin, algún día tendría que pasar. Agradezco que no esté porque no sé cómo se pondría al decirle que me voy una semana. Ya me imagino diciendo «Estas huyendo, mujer. Debes afrontar y vivir tu vida. Aprovecha a ese hombre». Tal vez es verdad que esté huyendo, pero esta huida es necesaria, no solo por él sino porque han sido semanas agotadoras y quiero estar renovada para el evento.
Antes de arreglar mi equipaje con lo que voy a necesitar, decido comprar el pasaje. También llamo a mi mamá para anunciarles mi repentina visita. Suspiro. Espero que llegar a mi casa sea un bálsamo, siempre me siento bien al comunicarme con mi familia y estoy segura que la pasaré bien allá. Timoteo está acostado entre mis cosas y recuerdo que también tengo que preparar lo necesario para él.
—Mi bebé, precioso —beso su nariz —. Estoy segura que también disfrutarás el viaje.
Sin pensar más y tras terminar todo lo que necesitaré coloco la alarma. En seguida me doy cuenta que tengo un mensaje de Nelson, miro el reloj y ha pasado casi media hora desde que lo envió.
Nelson Fontaine: Mi cama está fría, me acostumbré a dormir contigo en dos noches. Te quiero conmigo y te extraño, mi amor.
¿Para qué negarlo? Yo también lo extraño y también me falta algo y estoy segura que ese algo es él.
Yo también te extraño. Le escribo.
Como si estuviera esperando el mensaje lo lee enseguida y envía la respuesta.
Nelson Fontaine: Entonces no te vayas y ven esta semana a vivir conmigo.
¡Una gran oferta! Quizá la mejor o la que muchas mujeres esperan. Una sonrisa automáticamente adorna mis labios y mi corazón se emociona apareciendo las mariposas en mi estómago.
Expusiste que dejarías que me fuera. Quiero ver a mi familia. Le escribo.
Me rio al ver el emoji de los ojos en blanco.
Nelson Fontaine: Lo sé, pero ha sido en contra de mi voluntad. ¡Tengo una mejor oferta!, no vayas esta semana y después del Fashion iremos los dos a visitar a tu familia.
Mis ojos se agrandan al leer eso. Es imposible. Si cuando fuimos al aniversario matrimonial de Daniela insinuó que éramos pareja, no quiero ni pensar la forma en que se comportaría delante de mis padres.
No. Eso sería mi muerte. Confieso.
Nelson Fontaine: Hahaha, no seas gruñona, Mille. Llévame a presentarme a tus padres. Serán felices conmigo, soy todo lo que los suegros desean. Prometo que me portaré bien.
No puedo evitar reír con su proposición y las caras de angelito que envía. Está loco si cree que lo llevaré.
Voy a dormir, mañana viajo muy temprano. Escribo.
Nelson Fontaine: No te vayas, mi amor. Aún no te has ido y ya te extraño.
Nelson...
Nelson Fontaine: Está bien, pero es que no me quiero despedir. Debiste solo arreglar tu maleta y venir a dormir a mi casa. Aun estás a tiempo.
Estoy segura que no me dejarías ir. Te conozco.
Nelson Fontaine: Ha ha ha está bien, me descubriste. Te amo, mi amor.
Descansa.
Nelson Fontaine: Y mi "Te amo, mi amor"
Te amo, Nelson.
Nelson Fontaine: Yo más, mi adorada Mille <3
Suspiro y dejo el teléfono a un lado para cerrar mis ojos y antes de dormir pensar en todo lo que ha pasado.
En la mañana preparo todo para partir a donde mi familia. Mientras miro el paisaje a través del vidrio de mi ventanilla pienso en el tiempo que no he venido a casa. Según mis cálculos han pasado casi un año, el trabajo ha estado tan agotador que ni siquiera he tenido tiempo para visitar a mi familia, porque viajar casi quince horas no es nada agradable, más bien es bastante agotador. Timoteo se la ha pasado muy molesto a pesar que he tratado de tranquilizarlo. Al bajar del autobús no me sorprende ver a papá esperándome en las afueras del terminal, por más que le pedí a mamá que no lo haga venir a recogerme no ha hecho caso. Es de esperarse. A penas logra localizarme sonríe, está con su ropa sucia de aceite, de seguro está trabajando. Sin esperar más tiempo acelero el paso para llegar junto a él más rápido.
—Mi niña hermosa —dice emocionado.
—Papá. ¡Que gusto verte! —Sonrío y me siento feliz de verlo. Su olor característico de trabajo me hace añorarlo más.
—Ya era hora que nos vinieses a visitar, pensé que tu mamá estaba bromeando cuando me dijo que llegarías hoy.
Me abraza y seguimos caminando así. Sobre el capó de la camioneta se encuentra sentado mi sobrino. Se baja a toda velocidad y corre a mi encuentro.
—Tita —saluda abrazándome.
—¡Mi príncipe! ¿Cómo te has portado?
—Muy bien, y me he comido toda la comida. ¿Me trajiste algo?
Suelto la risa al escucharlo.
—No, mi amor. Pero prometo que te compraré aquí muchas cosas y nos iremos a pasear.
—¡Súper! —grita emocionado.
Sonrío al verlo alegre. Mi sobrino llegó de forma impensable porque mi hermana estudiando en la Universidad salió embarazada de un compañero. Como es de esperarse no quiso hacerse responsable y mis padres tuvieron que asumir la crianza de mi sobrino. Convirtiéndose en la adoración de ellos. Su primer nieto.
Le reparto muchos besos y nos dirigimos a la casa. Al llegar mi mamá me saluda feliz y yo no puedo estar más contenta que ella, sentir el calor y cariño de la familia es una de las cosas que más valoro. Ellos a pesar de sus múltiples diferencias han demostrado amarnos más de lo necesario. Siempre han tratado de protegernos de todo. Ella con su cabello negro muy parecido al mío y su enorme sonrisa la convierte en alguien muy jovial. Tiene una personalidad que atrae mucho a las personas y sobre todo a los niños, por eso es la maestra jardinera favorita en toda la escuela. Aunque tiene un carácter fuerte con la familia es más vulnerable de lo que parece. Muy diferente a mi papá, es bien alto y cariñoso. Le gusta también ayudar a las personas, pero él lo hace de otra forma, reparando los automóviles de los demás. Le gusta mucho hablar con sus amigos y las personas también lo aprecian. Siempre anda dando consejos a los jóvenes y eso me gusta mucho de él.
También me emociono al ver a mi hermano de quince años, en cambio, él es todo lo contrario a nosotros porque su cabello es castaño claro y es muy callado, prefiere estar frente al computador jugando videojuegos y odia estudiar. Ahora que lo observo lo veo más alto de lo que recordaba. Después de que mi mamá me investigara y sacar información necesaria de mi vida personal hemos ido a preparar la cena. Y Timoteo está feliz recibiendo las atenciones de mi hermano y sobrino que le gustan los gatos.
—Cariño, pon la mesa mientras todos llegan.
Mi familia siempre acostumbra a comer juntos a menos que algo de suma importancia se los impida. Al pasar el tiempo y las múltiples ocupaciones decidieron que por lo menos en la cena deberíamos de sentarnos juntos a comer. Solo falta mi hermana y como si fuera invocada la veo llegar a casa. Nos abrazamos y saludamos, debo reconocer que casi nunca congeniamos cuando vivíamos juntas, me enojaba ver su estilo de vida despreocupado. Jeremy es el niño más hermoso del planeta, pero se supone que no debía estar en los planes de ella, aunque al menos no hizo por abortarlo. Es mi contraparte, pero admito que al irme de casa empezamos a llevarnos mejor, es irónico, pero cierto.
Después de unos minutos nos sentados disfrutando de la deliciosa comida, es un momento memorable para mí, así que los observo uno a uno para grabar sus gestos en mi memoria para recordarlos cuando me vaya. Aunque nos llevamos muy bien con Laura, casi nunca coincidimos en las comidas, pero cuando ocurre, trato de aprovecharlo y pasarlo bien.
—¿Si te enteraste lo que le ocurrió a Salomé? —pregunta observándome mi hermana.
—Sí, Laura me contó algo, dijo algo como que había perdido el trabajo.
—Pero, ¿el motivo? ¿Si sabes por qué la despidieron?
Me encojo de hombros negando, no lo sé y creo que no es importante así que intento seguir comiendo. Aun así, sospecho que algo hay detrás de si pregunta
—Por favor, Gabriella, cenemos libres de chisme —dice mamá intentando callarla. Pero conociéndola lo dudo. Siempre le gusta ser el centro de atención para comentar algo.
—Tuvo una relación con su jefe, hasta que los descubrió su esposa. Al final para no divorciarse dice que le insistió que la despidiera.
—¡Qué terrible situación! —digo un poco sorprendida.
—Dice Salomé que con el despido y al descubrirlo la esposo todo llegó a su fin, pero yo lo dudo. Estoy segura que aún es su amante —expresa con orgullo al dar aquella noticia.
—Locas —expresa mi hermano.
Las dos nos reímos porque conocemos que se enoja cuando hablamos de estos temas. Es muy celoso.
—Sea como sea está mal —dice papá.
—El único detalle es que está casado, papá —aclaro mi punto de vista.
—No, todo está mal. ¿Enamorarse del jefe? Es como si tú me salieras que estás enamorada del tuyo o que te fueras a casar con él. Yo me moriría de la vergüenza —indica mientras sigue comiendo.
—Yo no le veo nada de malo —digo a la defensiva atrayendo la mirada de todos, hasta la de mi hermano —. Si se aman y es soltero no tienen nada de malo.
—Yo también concuerdo contigo, bruja —dice mi hermana —. Hay que darle paso al amor, aunque sea el jefe —Ríe.
—No incluyas al amor porque eso solo es conveniencia. Hasta vergüenza me daría decir que mis hijas se casarían con su jefe.
—¿Podemos dejar de hablar de amor, conveniencias, jefes y secretarias por favor? —dice mamá y todos callamos —. El niño está presente, no debería escuchar eso.
Revolvemos nuestras comidas por un buen rato y nadie habla. El malestar me invade, me parece un poco injusto que catalogue mi papá de esa forma esa situación. Yo aquí queriendo tomar una buena decisión y tenía que haber un tema de estos para que surgiera el punto de vista de mi padre. No apruebo lo que hizo Salomé, pero tampoco puedo juzgarla o creer que todas las situaciones son iguales.
—Estoy en el gimnasio —vuelve a hablar Gabriela emocionada.
—Qué bueno.
—Ni te imaginas quien es el dueño, lo conoces muy bien ―comenta con esa sonrisa guasona.
—César. —habla Moisés arruinando el jueguito de preguntas de mi hermana.
—¡Ay!, ¡Moisés! —refunfuña —. Solo hablas para meter la pata o la bocota. Ni siquiera la dejaste pensar, además yo quería decirlo.
Mi hermano sonríe burlándose de ella, así que trato de pensar en Cesar, el supuesto amigo mío y dueño del gym
—Moi y mi mamita también están en el gimnasio —dice Jeremy
—¿Cierto? —pregunto sorprendida.
—Si —responden y asienten con la cabeza.
—Solo falta papá —digo aun conociendo la respuesta.
—No, no, no. A mí me gusta solo caminar en el parque, déjenme tranquilo. —dice acelerado. Todos volvemos a reír.
—Pues yo al igual que papá a veces salgo a caminar —digo en mi defensa para no parecer la única que no se ejercita.
—Deberías de ingresar al gym, se la pasa muy bien y además te deleitas al mirar —sonríe y mi hermano gruñe.
―Solo se la pasan viendo a los hombres y criticando a la gente ―argumenta él.
—¿Cesar el que fue mi compañero en el colegio? —pregunto después de pensar un poco.
—Si —dicen al unísono.
—Es un buen instructor, además tiene a otros que le ayudan cuando no puede. Deberías de acompañarme mañana.
—Lo pensaré ―digo sin ningún interés.
Luego que terminamos de hablar lavamos los platos y nos despedimos para ir a dormir. Doy unas vueltas en mi habitación y ciertos recuerdos invaden mi mente. Amo a mi familia y me siento culpable que solo haya decidido venir para pensar sobre mi relación con Nelson.
Voy a buscar mi móvil y veo algunas notificaciones, pero me fijo en su mensaje que me ha llegado hace horas.
«Nada es igual sin ti. Te estoy extrañando más de lo que imaginé. Vuelve pronto, mi amor»
Sonrío. Sea cierto o no su gran amor por mí me hace revoletear las mariposas en mi estómago. Espero que todo sea para nuestro bien.