Capítulo 36

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"Una buena chica conoce sus límites, una mujer inteligente sabe que no tiene ninguno"

Marilyn Monroe


El camino a casa se me hace eterno, durante el trayecto lloro tanto que el chofer ha tenido que preguntarme si me ocurre algo. Al llegar al departamento mi llanto es mayor al ver que no me recibe Timoteo como es su costumbre. Por más que intento tranquilizarme se me hace difícil, no imagino mi vida si le pasara algo a Timoteo. Dejo tirado por allí mi bolso y me quito los zapatos para ir pronto a su encuentro, mientras avanzo veo a que Laura viene a mi encuentro con rostro de angustia y temo lo peor, al parecer se da cuenta y me tranquiliza.

—Sigue sin comer, lo siento.

Cuando me acerco a ella nos abrazamos y dejo que las lágrimas sigan cayendo, Timoteo a estado conmigo siempre es más que mi compañero, es alguien importante en mi vida. Desde que llegamos a este departamento hemos estado juntos los tres.

—Me muero si le pasa algo —anuncio entre sollozos. La sola idea que se llegue a morir me aterra.

—No va a pasarle nada, te lo aseguro. Ese no me hará la vida fácil ni me dejará el camino libre. De seguro está fingiendo para que me acuses de intento de asesinato. Lo conozco.

Aun en este momento de angustia no puedo evitar soltar la risa, Timoteo con Laura nunca se han llevado bien, podría decir que hasta se odian. No entiendo el motivo, pero ver su preocupación por él en este momento me demuestra que en el fondo se preocupa por él o por mí, es igual. Me separo de ella y voy a buscarlo. Cuando logro divisarlo las lágrimas me acechan nuevamente, está decaído que ni siquiera puede levantar su cabeza. Me acerco a acariciarlo y como si supiera que soy yo, abre escasamente sus ojos y vuelve a cerrarlos. Me siento por totalidad en el piso del departamento y me derrumbo a llorar junto a él.

—Mille, ¿qué te dijo la doctora? —pregunta de repente a mi espalda. Su comentario me vuelve a la realidad.

—Necesita verlo y hacerle unos exámenes.

—Pues debes apresurarte, llorando no sacas nada.

Laura tiene razón y no debo perder tiempo. Pienso en cambiarme de ropa, pero sería perder tiempo, ahora tiempo es lo que menos sobra. Para mi ventaja le dije al taxista que me esperara y lo había olvidado por completo. Con suavidad y tristeza tomo en brazos al gordo de mi Tim. Cuando doy la vuelta Laura me ofrece una pequeña frazada, lo cual agradezco mucho.

—Te acompañaría, pero no encontré quien pudiera reemplazar mi turno. Lo siento. ―Sonríe escasamente.

—No te preocupes Lau, gracias por todo.

—Mantenme informada. Llámame si necesitas cualquier cosa Mille. ―Asiento brevemente.

El camino a la clínica veterinaria vuelve a hacerse eterno, veo tan mal a Timoteo que me preocupa mucho. Al bajar logro divisar a la doctora que enseguida me saluda y me indica que la siga, es como si nos estuviera esperando. Por unos minutos veo que lo examina en silencio y eso me preocupa más. Sigo mirando como lo examina con detenimiento. Enseguida me pregunta por la última actividad de Timoteo y le explico que hemos llegado de viaje, supone que ese cambio probablemente sea la causa de estrés en él provocando que deje de comer.

—¿Le tienes lleno el bol de comida o le das por porciones? —pregunta la doctora.

—Depende, a veces tengo que trabajar casi todo el día y le dejo lleno el bol para que tenga suficiente alimento.

—Lo más recomendable es que le des por porciones, recuerda que en su naturaleza ellos van en la búsqueda de su comida, no la tienen en abundancia —Explica —. Le haré un análisis de sangre, para ser sincera lo veo que está grave, pero eso no quiere decir que no se pueda recuperar. Mientras le hacemos el examen puedes esperarnos afuera.

Inesperado IWhere stories live. Discover now