Cuando te encuentre

By Carol_Ney24

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Volver a comenzar, redimir el pasado...decir "te amo" cuando es necesario. TaeMin todavía recordaba las pala... More

Capítulo 1: Así como es.
Capítulo 2: Ese dulce momento contigo.
Capítulo 3: Mentiras.
Capítulo 4: ¿Dónde está el amor?
Capítulo 5: Un maldito cobarde.
Capítulo 6: Dolor y fuerza.
Capítulo 7: El lobo y el cordero.
Capítulo 8: Tú eres.
Capítulo 9: La chica de ojos miel.
Capítulo 10: Buenos deseos.
Capítulo 11: Confianza.
Capítulo 12: ¿Me dejarías entrar?
Capítulo 13: La persona que amo y a quien debo amar.
Capítulo 14: Llegaste a mí.
Capítulo 16: Un lugar para tres
Capítulo 17: En realidad nunca te fuiste.
Capítulo 18: Una gran familia.
Capítulo 19:Estamos juntos, es lo que importa.
Capítulo 20: Detrás de las nubes grises está la luz del sol.

Capítulo 15: Justo aquí.

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By Carol_Ney24



Todavía no podía creer que estaba dónde estaba, es decir, se sentía cómodo, bastante en realidad, como si nunca se hubiera ido, o como si el tiempo se hubiera pausado. Pensó que tal vez sería muy incómodo, aparecer de tan de repente, pero no fue así. Ese par de semanas que estuvo lejos de TaeMin fue mucho más doloroso que los cuatro años separados, no sabía explicárselo; lo cierto es que cuando no soportó ni un minuto más de soledad solo había un lugar dónde correr...y ahí estaba, con las personas adecuadas.

Y se sentía absolutamente correcto.

— ¿No has comido nada en absoluto? —la preocupación en el rostro de TaeMin, tan espontánea.

—No, es que...bueno, no soy muy bueno cocinando —sintió sus mejillas colorarse.

—Entonces vamos a solucionar eso, ven, pasa.

TaeMin se hizo a un lado, el entró y sintió que como si un gran peso fuera liberado de su cuerpo, enseguida fue sorprendido por un grito agudo y un pequeño cuerpo se abalanzó hacia él.

SooJin se había bajado del sofá apenas lo vio y corrió para abrazarlo, el corazón de MinHo se aceleró de pura emoción y felicidad, la atrapó antes de que chocara con sus piernas y la abrazó dejando que enredara sus pequeños brazos en su cuello.

— ¡Señor MinHo llegó! —dijo alegre, apretando fuerte, riendo.

MinHo casi lloraba, la sensación de tener a su hija tan cerca, no podía compararse con nada, tenía las mismas sensaciones que cuando la sostuvo la primera vez al nacer. Cuando giró y vio el rostro de TaeMin notó que estaba tan emocionado como él. Se preguntó por qué no había hecho esto desde antes, se sentía un tonto, un tonto pero también muy afortunado.

El suave cuerpo de SooJin le hizo recordar cuando era apenas un bebé de unos meses, la cargaba durante mucho tiempo y TaeMin siempre lo regañaba porque la iba a mal acostumbrar y luego se encapricharía buscando a alguien que la cargara. Pero nunca hacía caso, era una dicha poder tenerla en los brazos, tan pequeñita, tan indefensa, tan suya.

Ahora que tenía cuatro no importaba, pretendía seguirla abrazando porque era pequeña todavía y porque tenía que recuperar el tiempo perdido. Cuando sintió un toque cálido en su brazo vio a TaeMin mirarlo con tanto amor que sintió enormes ganas de besarlo ahí mismo. Cuando el castaño entendió sus intenciones se sonrojó.

—Señor MinHo, ¿se quedará? —le preguntó la pequeña cuando dejó libre su cuello y lo miró a los ojos.

MinHo regresó la mirada a TaeMin, buscando su permiso, cuando el castaño asintió el respondió: —Claro que sí.

— Pero primero, ¿Podrías esperar a que peine a SooJin para prepararte algo de comer? No quiero que su cabello húmedo cause problemas innecesarios.

—Por supuesto —respondió al entender que se refería a que no quería que la pequeña enfermara.

Cuando MinHo iba de dejar a SooJin en sus brazos, a TaeMin se le ocurrió algo.

—O podrías peinarla tú mientras yo te preparo algo.

MinHo negó—. No sé cómo hacerlo, no quiero lastimarla.

—No lo harás, empieza con las puntas para desenredarlas, y luego desde arriba hacia abajo y será más fácil —TaeMin fue hasta el sofá y regresó con el cepillo en la mano, se lo tendió.

Dudó un momento, desde que se hubo reencontrado con SooJin no habían tenido un acercamiento como ese, tan íntimo. Miró a TaeMin, luego a la bebé, ambos tenían la mirada fija en él, ambos lo miraban con tanta ternura.

Cuando MinHo agarró el cepillo y fue hasta el sofá con SooJin en brazos y se sentó, TaeMin sintió ganas de llorar por segunda vez, una felicidad que tanto extrañaba llegó con la sonrisa de su hija y la de...el amor de su vida.

Con todos sus sentimientos a flor de piel, se acercó de prisa por detrás del sofá y le dio una abrazo a MinHo cuando apenas y había tomado un mechón de cabello de SooJin. Sus ojos se anegaron en lágrimas y derramó una que rápidamente se secó. Sintió el cuerpo del alto tensarse y se maldijo por su arrebato, de inmediato se hizo para atrás ya sin saber exactamente qué decir.

MinHo volteó el rostro y lo miró a la distancia, no parecía molesto pero si algo perturbado.

—Te prepararé algo sencillo, ¿unos sándwiches están bien mientras esperas la cena?—dijo apresurado, le rehuía la mirada, se sentía como un tonto, tonto y desesperado.

—Tae.

—Si quieres otra cosa...

—TaeMin —le sonrió y el castaño se relajó un poco—. Eso está bien para mí, pero...

—Enseguida lo traeré.

Y se fue tan rápido que MinHo no alcanzó a decirle que no estaba molesto por lo de antes. Simplemente que lo sorprendió.

—Hoy seré tu muñeca —SooJin dijo haciéndolo regresar su atención, la pequeña se dio la vuelta para quedar frente a frente, sus brillantes ojos mirándolo con curiosidad—. ¿Tienes muñecas para jugar? Yo tengo unas cuantas —frunció el ceño—, hay una niña de mi escuela que tiene muchaaas, siempre las lleva pero no las comparte conmigo.

—Uh...no tengo muñecas — respondió cuando la pequeña hizo una pausa—. No es necesario tener tantos juguetes, con unos cuantos bastan —les sonrió.

—Lo sé —sus pestañas se abanicaron—. Papi dice que la cantidad de juguetes no es importante, puedo tener mucha diversión sin tantos juguetes.

—Y es la verdad —enredó un mechón de cabello entre sus dedos.

—Por eso papi no me compra muchos juguetes, dice que no siempre podrá darme los que yo quiera, pero no porque no quiera, sino porque en ese momento no puede comprármelos.

SooJin bajó la mirada, concentrándose en uno de los botones de su gabardina.

MinHo sintió el corazón apretarse, no le tomaba por sorpresa la situación económica de TaeMin, pero escucharlo de la boca de su bebé solo lo hacía sentirse triste; al mismo tiempo se sentía orgulloso de TaeMin por no andarle con rodeos a la niña y decirle claro lo que podía ofrecerle o no, por no hacerla una malcriada.

Pero eso no lo detenía de sentirse preocupado.

—A veces uno no siempre puede obtener lo que quiere —dijo con voz suave. Quería que ella le entendiera, no solía hablar con niños y así que no tenía ninguna experiencia.

SooJin asintió.

—Papi también explicó eso.

La sonrisa de MinHo regresó —Me alegro, pero —le palmeó los hombros en un toque suave—, creo que debería peinarte ya, no quiero tu precioso cabello se arruine. Date la vuelta.

SooJin obedeció, sus pequeños pies se movían de lado a lado mientras le contaba sobre el paseo al zoológico al que la llevaron sus abuelos hace unas semanas. Como era propio de los niños pasaba de un tema a otro, hablando con mucha emoción.

Aunque con tanto ajetreo no le estaba haciendo fácil la tarea de peinarla. Estaba temeroso de halar demasiado fuerte las delicadas y suaves hebras de cabello dorado, pero siguiendo las instrucciones de TaeMin en menos de lo que pensaba ya tenía todo bajo control.

—Parece que todo va bien por aquí —escuchó la voz de TaeMin a su espalda, rodeó el sofá, tenía una bandeja en la mano con un plato de sándwiches y un poco de jugo servida en dos vasos grandes y uno pequeño, dejó la bandeja en la mesa de centro, se sentó a su lado, pasando la mano sobre la cabeza de SooJin—. Quedaste preciosa.

—El señor MinHo sabe peinar bien, es tan bueno como tú papi.

— ¿En serio? —dijo con una expresión de sorpresa.

—Siii.

—Parece que tendré competencia entonces ­—miró a MinHo y lo vio sonreír.

—Gracias señor MinHo —se giró y le dio un abrazo, tomándolo con la guardia baja.

TaeMin no dejaba de sonreír y MinHo no paraba de sorprenderse de lo cariñosa que era SooJin con él. Se quedaron un rato hablando, bueno más bien dejando que la pequeña parloteara todo lo que quisiera, comieron ahí mientras charlaban, SooJin no quiso bajarse del regazo del alto, así que comió sentada en las largas piernas de MinHo.

TaeMin no quería que aquello se le hiciera costumbre, pero no quería alejarla de MinHo un solo instante. Pero luego de que los sándwiches se acabaran SooJin fue directo a su habitación a jugar un rato.

Y ellos se quedaron solos en la sala, en vueltos en un silencio incómodo.

—Voy a llevar —señaló la bandeja, sin decir más se levantó, recogió todo y lo llevó a la cocina.

Había huido cobardemente y se recriminó por ello, dejó la bandeja a un costado en la meseta y los vasos y platos en el lavabo, abriendo el grifo del agua el agua fresca resbalaba por sus dedos hasta los trastes sucios.

Quería decirle tantas cosas a MinHo cuando lo vio delante de puerta, pero en cuanto se quedaron solos simplemente no se le vino nada a la cabeza. Se sentía tan tonto.

De nuevo.

Al cerrar la llave de agua sintió calor rodearle la espalda, una mano pasó delante de él tomando la suya, al girar se encontró con la sonrisa de MinHo.

—Déjame hacerlo.

TaeMin tardó en reaccionar, se había perdido en la profundidad de su mirada y en la calidez de su caricia en contraste con la suya, tan húmedo y frío por el agua —No, no. Lo haré yo.

—Por favor, soy el que ha llegado de la nada sin invitación. Al menos déjame hacerlo.

El castaño fue empujado despacio hacia un lado, todavía un poco aturdido por tener a MinHo ahí, en su cocina, lavando sus platos. Inevitablemente la nostalgia hizo su parte recordándole las muchas ocasiones en la que ambos hacían estas tareas tan sencillas, añoraba esos momentos, al mirar como las escenas se repetían en su futuro se dio cuenta que tenía la oportunidad de hacer mejor las cosas.

Y aunque insistía en no acelerar nada, no pudo reprimir el impulso de ir hacia MinHo y abrazarlo por la espalda, tomándolo por sorpresa, lo sintió sacudirse, pero de inmediato se relajó.

—Me alegra que hayas venido —le confesó cerrando los ojos, sintiendo la espalda firme y el aroma masculino de su cuerpo.

MinHo era delicioso, era guapo, era perfecto para él.

Gimió con desaprobación cuando el alto se despegó de su cuerpo y se alejó, pero segundos después se encontró jadeando cuando MinHo juntó su bocas en un profundo beso, se sentía tan condenadamente bien, no le importó nada más que sentir, llevó sus manos al cuello de MinHo y enredo sus brazos, mientras era rodeado por la cintura y atraído a aquel cuerpo sólido y caliente. Cuando sintió que el aire era necesario a regañadientes se separaron, de inmediato se aferró en un abrazo de muerte a MinHo dejando la mejilla apoyada en su pecho, sintiendo como subía y bajaba para tratar de controlar su respiración.

—TaeMin, ¿podemos sentarnos? —cuando alzó la mirada para contestar lo primero que vio fue a un sonrojado MinHo y eso hizo que su corazón se acelerara al mil.

—Claro —se lo pensó un segundo, pero le tomó la mano y al ver que no era rechazado lo condujo hasta la sala. Si iban a charlar por largo o poco tiempo al menos lo harían en un lugar cómodo.

Se instalaron en el sofá, esta vez muy cerca uno del otro.

TaeMin quería derribarlo, acostarse sobre él, le picaban las manos por tocarlo y darle otro beso, aunque todavía estuviera recomponiéndose del anterior.

­—Espero no haber sido inoportuno —cuando el castaño no le respondió se apresuró a aclarar—. Por llegar tan de repente —de nuevo el calor en sus mejillas.

—No lo fuiste, digo, no lo eres, es decir...nunca lo has sido, yo estoy feliz de tenerte aquí —bien lo había soltado, aunque sea con tartamudeos pero lo dijo. Entró en pánico un momento pensando que se había arrepentido del beso.

MinHo en cambio se mordió el labio el inferior, no esperaba tanta sinceridad y disposición de TaeMin después de que no supiera nada de él en dos semanas.

— ¿Eh tardado mucho en dar la cara? —sonrió tímido—. Sinceramente todavía no tengo una respuesta, adecuada.

Al devolverle la sonrisa se encontró a si mismo sonriendo más.

—Min —TaeMin acarició su mejilla, sintió escalofríos por todo el cuerpo—. Seré sincero, en verdad no esperaba verte tan pronto, quiero decir, lo deseaba, pero creí que pasaría mucho más tiempo antes de que habláramos de esto.

—Dos semanas para mí han sido demasiado.

—Una maldita eternidad para mí. Pero te hubiera esperada todo el tiempo que fuera —lo abrazó, lento, disfrutando de la sensación del contacto y el calor corporal de alto. Esta era la tercera vez en tan poco tiempo, si pudiera fundirse en sus brazos lo haría, era tan feliz así, acurrucado como un gato; eran tantas las emociones que sentía que necesitaba sacarlos de su sistema, así que aprovechando la cercanía le susurró al oído:— Te quiero MinHo, te quiero demasiado para estar lejos de ti, pero no quiero presionarte, me has hecho feliz solo con esta visita, por el momento no puedo pedirte más.

A MinHo se le erizó la piel, su corazón como una locomotora.

¡Santo Dios! Esas palabras habían logrado tanto, claramente sintió como se hizo más ligero, no sabría explicarlo, era como si solo existieran ellos en el mundo, como haber recuperado la vida, y seguramente eso era, se sentía tan vivo.

Estrechó cerca la delgada figura de TaeMin, metió la cabeza en el cuello blanco y aspiró profundamente. Olía, tan maravilloso.

— ¿Y si yo quiero más? —Pasó los brazos por la cintura de TaeMin dándole leves masajes en sus pequeñas curvas, lo hizo subirse en su regazo—. ¿Me darías más si quero más?

La respuesta del castaño fue un beso, largo y hambriento, pasearon las manos por donde podían, poco a poco las ganas fueron más, cuando los jadeos comenzaron y todo subía de temperatura tuvieron problemas para separarse y coger un poco de aire.

TaeMin apoyó la frente con la del MinHo.

—Te lo daría, todo lo que quisieras —le dijo con las mejillas sonrojadas.

—Tampoco quiero apresurar las cosas TaeMin —MinHo no era una persona tímida en la intimidad, mucho menos con TaeMin, pero este, aparente nuevo comienzo lo tenía con las emociones encontradas y no quería echar a perder nada—. Yo, te deseo tanto.

De inmediato el castaño despegó la frente y lo miró sorprendido, luego una sonrisa adornó sus facciones.

— ¿Qué sucede?

—Siempre tuve miedo de que realmente algún día me olvidaras —le habló sincero—. Sabía que tanto daño te había hecho, sabía que tú podrás rehacer tu vida con quien quisieras, si así lo deseabas. Pero yo no, yo sentía...que me estaba muriendo, cada día, siempre tuve a SooJin, mi amor por ella crecía y crecía, pero...

Los ojos de TaeMin poco a poco se anegaron, se mordió el labio, tragando duro para no llorar. Pero MinHo no quería que se reprimiera, si pensaban comenzar de nuevo, no podía dejarlo reprimir sus emociones.

—Llora TaeMin, frente a mí tu fragilidad es señal de que estas vivo y...a mi lado.

Entonces dejó de morder su labio y aspiró aire, un par de lágrimas cayeron, una tras otra por ambos ojos.

—No quiero que mal interpretes lo que quiero decir ­—habló con la voz gangosa—. Amo a SooJin, con toda mi alma, pero me sentía incompleto, sin embargo cada día me levantaba pensando en ti, y que lo mejor era seguir con mi vida, solo estuve engañándome y siendo cobarde, debí decirte todo hace mucho tiempo, pero, de solo imaginar verte con alguien más, siendo feliz—negó con la cabeza—. Simplemente no podría.

MinHo tenía un hueco en el estómago, no soportaba verlo así. Se acercó y lo besó en ambas mejillas, secando sus lágrimas antes de ir en su boca.

—No te voy a mentir TaeMin, estuve tentado en muchas ocasiones, cuando salía con mis amigos, siempre había alguien cerca de mí, y aunque llegué a compartir besos en los cubículos de los baños, nunca pude llegar más allá. Solo, no podía —sonrió—, me hacía sentir, que te era infiel.

—Yo...hubo un par de chicos que me prestaban atención, pero solo eso, además, cuando descubrían que tenía una hija, simplemente huían.

MinHo también se hizo a la idea de que TaeMin rehiciera su vida, y eso lo mataba de celos y de un amargo dolor, sobre todo si pensaba en Ian al lado de TaeMin, viviendo juntos, siendo felices. Cuando se enteró de que nunca pasó nada entre ellos más que procrear a Soojin se sintió aliviado, el castaño no estuvo con nadie más, ni con los idiotas que no lo querían por ser padre soltero.

—No supieron apreciar lo bueno —besó sus labios—. Pero me alegra que ninguno de nosotros haya tenido un enredo, no sé qué sería de nosotros ahora.

TaeMin suspiró y se dejó caer sobre MinHo, ahora que lo tenía tan cerca de nuevo, se iba a mal acostumbrar, no lo querría dejar ir y mucho menos dejar de tocar.

—Min, ¿te vas a quedar a cenar?

En respuesta MinHo besó su cabeza.

—Claro que sí.

Y se quedaron un momento más ahí, echados, hablando de la cena, evitando a toda costa la hora de la partida, porque aunque MInHo quería quedarse, no quería imponer su presencia a SooJin, ambos quedaron de acuerdo que hacer visitas en los fines de semana era lo adecuado por el momento.

Cuando dieron casi las once de la noche, SooJin ya estaba durmiendo, platicaron un rato más, TaeMin refunfuñando porque se quedara, pero entendiendo que no debían acelerar nada.

Pero eso no hizo fácil tener que despedirse de él esa noche, pero la promesa de que regresaría al día siguiente ciertamente lo llenó de emoción.

Tenía un día entero que planear.

*

TaeMin deseaba que fueran al zoológico como había querido su bebé, o a cualquier sitio donde pudieran pasear los tres, sin embargo, por egoísta que sonara, quería su tiempo a solas con MinHo. La noche anterior fue maravillosa, se dieron muchos besos se dijeron cuando se extrañaron, estaba tan cerca, compartiendo incluso los silencios.

—Santo Dios pareces una adolescente en su primera cita.

TaeMin se miró sonrojándose en el espejo donde se comprobaba por...por quien sabe número de veces. Cuando su mirada chocó con la de KiBum sintió tanta vergüenza que fue de nuevo a su cómoda en busca de otra camisa. Su amigo llegó apenas hace unos veinte minutos, fue como era su costumbre a visitarlos en domingo, cuando le contó acerca de sus planes para el día se sintió un poco mal por no pasar tiempo con él. No quería que pensara que lo estaba desplazando para ir con MinHo.

La respuesta de KiBum fue tirarse en su cama y decirle con fastidio: "ya te estabas tardando"

—Tae te ves muy bien con lo que traes puesto.

TaeMin resopló, se giró y fue a sentarse en la cama, KiBum yacía junto a él, sobre su estómago, apoyando la cabeza sobre la mano y el codo en el colchón.

—Siento que nada me queda —admitió con pena, no es que fuera un vanidoso (como KiBum), no solía ir de compras muy seguido y la mayoría de las veces solo iba por lo que necesitara SooJin, nunca pensaba realmente en comprarse cosas "para embellecerse".

— Francamente creo que a MinHo le encantarías incluso si te vieras como un vagabundo.

—MinHo nunca fue una persona materialista.

—Lo creo, no parece de ese tipo en absoluto.

El castaño se mordió el labio inferior.

—Lee TaeMin, ¿qué estás pensando?

—Esto, no parece real, ¿sabes?

El ceño de KiBum se frunció, rodó y quedó boca arriba, mirando las espesas y hermosas pestañas de su amigo, sus finas facciones, TaeMin era tan bonito que incluso hubo un tiempo en que le daba envidia, luego sintió una muy fugaz atracción, pero al final estaba muy feliz de que sean solo amigos.

KiBum se sentía orgulloso de la persona segura que era, pero cuando se paraba junto a TaeMin tenía que admitir que no había comparación entre uno y otro.

—Es muy real—alzó la mano y apretó una mejilla regordeta en sus dedos, el castaño chilló de dolor—. MinHo te perdonó. Está de vuelta, te quiere en su vida y también a SooJin.

—Él no ha dicho que me perdona —se quitó esos dedos de la mejilla y se frotó la piel adolorida.

El pelinegro bufó.

— ¿Quieres que te firme un papel para que estar seguro? —Sacudió una mano en el aire—. Ya lo hizo aunque no te lo haya dicho formalmente. Si no lo hubiera hecho no estuviera tan empeñado en buscarte. Relájate, es un nuevo comienzo ¿recuerdas? Nada de pensamientos pesimistas.

TaeMin sonrió, como agradecía tener a un amigo como él, nadie podría darle semejante apoyo como su amigo, sobre todo hacerlo aterrizar en su realidad cuando más lo necesitaba. Pensó en lo fuertemente unidos que eran MinHo y él, era tan parecido a lo que tiene con KiBum, solo que en diferentes maneras.

—Espero que tú y MinHo se lleven muy bien.

La ceja derecha de KiBum se alzó, como evaluado las palabras de chico—. No han sido exactamente muy amable las veces que hemos hablado.

—Dale una oportunidad —le habló suavemente, si ellos dos no logran congeniar sería realmente incómodo estar con ambos en la misma habitación. Pero confiaba en que a pesar de todo llegaran a ser buenos amigos.

—No estoy diciendo que lo odie —sonrió—, nos hemos tratado muy poco, pero vaya que si ha sido un completo gruñón.

El timbre de la entrada principal sonó, TaeMin se levantó como un resorte de la cama, alisando su ropa, retorciendo sus manos. KiBum rodó los ojos, se bajó de la cama y salió disparado a la entrada. Apenas escuchó a su amigo llamarlo a lo lejos para detenerlo, le alegraba mucho que la vida del chico estuviera dando los giros correctos, pero todo esto lo estaba convirtiendo en un tonto enamorado y pensó en hacerle fácil algunas cosas.

Empezando con abrir la puerta.

Lo primero que lo recibió fue una sonrisa ancha que se fue desvaneciendo de a poco, dando lugar a un profundo ceño fruncido. Hizo lo posible para no reírse ahí mismo.

—KiBum —le saludó cortés, pero en su voz se notaba la molestia de verlo en el departamento de TaeMin.

Tonto celoso.

—Choi —se hizo a un lado para dejarlo entrar, cuando lo hizo cerró la puerta con una patada—. ¡TaeMin! ¡MinHo está aquí! —gritó a todo pulmón.

Una de las puertas del corredor se abrió y la hermosa sonrisa de SooJin los saludó a ambos, la niña salió corriendo, el pelinegro dio un paso adelante para recibirla pero MinHo extendió los brazos y toda la atención se fue sobre él.

—Buenas días señor MinHo —SooJin enredó sus pequeños brazos en el cuello de MinHo y le dio un sonoro beso en la mejilla.

MinHo sentía mariposas en el estómago.

—Buenos días, preciosa.

—KiBum no grites —TaeMin apareció por el pasillo, con una sonrisa tonta en el rostro. KiBum se acercó y lo abrazó por la cintura, poniéndose todo meloso como era normal entre ellos, no habría como describir la mirada asesina que le dedicó el alto.

Choi marcando el territorio como un cavernícola, KiBum estaba disfrutando de todo ello.

—Solo estoy feliz por tu cita.

TaeMin se sonrojó, cuando miró directo a los ojos de MinHo quedó tan colorado como un tomate. Ellos nunca utilizaron la palabra "cita" para ese paseo que planearon, pero era obvio que eso era.

MinHo se aclaró la garganta.

—Vamos, no somos adolescentes. Pueden hablar abiertamente de ello y no pongan de excusa a SooJin, creo que ella está consciente del "novio de papá"—en respuesta a ellos SooJin solo sonrió.

—No es eso...es que —TaeMin no había hablado del "novio de papá" con SooJin, y se asustó de que su amigo como siempre, hubiera dicho cosas de más.

—No queremos apresurarnos —terminó MinHo—. No es fácil para...nosotros. Y no queremos imponerle nada a SooJin.

MinHo seguía un poco sorprendido de que KiBum haya dicho eso frente a SooJin, era tan molesto, y encima de ello no podía pararla oleada de celos que sentía al ver sus brazos alrededor de la cintura de TaeMin.

¡Demonios! No era un niño, pero tenía ganas de ir hacia ellos y pegarle en las manos al pelinegro por confianzudo. Tuvo en dejavu de esto, luego recordó aquel día que le pegó en la mano por tratar de agarrar a TaeMin cuando fue a recogerlo en el restaurant para llevarlo a casa.

El suspiro de KiBum regresó su atención a él.

—Solo digo, relájense un poco—se encogió de hombros. Dejó a TaeMin para acercarse a SooJin—. Ven, vamos bebé —extendió los brazos.

Cuando SooJin se inclinó hacia el pelinegro, MinHo tuvo otro impulso, esta vez la de alejar a SooJin antes de que se le acercara, a regañadientes tuvo que soltarla y dejarla en brazos ajenos. El calor y olor de la bebé se quedó en su camisa y abrigo, cuando inhalaba podía sentir todo.

—Trataremos de no llegar tarde —le dijo TaeMin a SooJin cuando le besó la mejilla, tomó la mano de KiBum y le dio un ligero apretón, como siempre lo hacían, un simple gesto de cariño entre amigos.

Pero que nuevamente no fue bien recibida por la mirada de MinHo.

—Puedes llegar todo lo tarde que quieras.

—No quiero abusar de ti —miró de reojo a MinHo y luego de regreso—. No quiero que pienses que eres el "niñero" de SooJin.

—Pero lo soy. Ya sé que no es lo quieres decir —le dijo cuándo TaeMin iba a explicar sus palabras—. Me agrada ser el niñero de SooJin, y a ella le gusta que la cuide, ¿cierto?

—Cierto ­—rectificó SooJin con una sonrisa.

— ¿Ves?, además, yo se que deseas mucho pasar un rato a solas con MinHo.

Las mejillas de TaeMin se coloraron un poco mientras acuchillaba con la mirada a KiBum, mientras MinHo tan solo se aclaró la garganta y miraba al aburrido techo del departamento.

—Dejen de perder el tiempo aquí —con la mano libre le tomó el brazo de TaeMin y lo giró, lo empujó con palmadas hasta llegar junto a MinHo.

—Me voy entonces, gracias de nuevo KiBum, regresaré luego bebé —dijo mientras caminaba hacia la puerta, o más bien mientras era empujado por su mejor amigo, MinHo siguiéndole los pasos. KiBum se había inclinado para susurrarle algo al oído y eso hizo que se ruborizara.

Eso tampoco se le escapó a MinHo.

—Nos veremos luego SooJin —MinHo tomó la mano de la pequeña y le dio un beso en la cara externa, así como si de un príncipe despidiéndose de su princesa se tratara. La pequeña se regocijó con ese detalle, sus risas llenando el departamento.

—Hasta luego señor MinHo, cuide a mi papi y dele mucho amor. Él lo necesita.

Eso fue lo último que escucharon antes de que la puerta se cerrara tras sus espaldas. Cabe mencionar que lo que les dijo su hija, logró una enorme conmoción en la estabilidad mental de ambos hombres.

Se quedaron estáticos en la puerta, uno junto al otro.

¿Cómo una niña de cuatro años podría haberles dicho eso?

Bien, ¿acaso no dicen que los niños son bastante receptivos?

—Siento que fui echado de mi propia casa —TaeMin fue el primero en romper el silencio, logrando que el alto riera.

Que ambos rieran.

—Así que, ¿KiBum siempre la cuida?

—No siempre, pero sí muchas veces, cuando estudiaba y trabajaba se me hizo difícil ser estudiante, padre y trabajador, y aunque mis padres estaban siempre dispuestos a cuidar de ella, para mí no era correcto estar todo el tiempo sobre ellos, así que, confiando en KiBum como lo hago, cuando la situación era demasiada complicada el venía en mi auxilio...hasta que se hizo una costumbre entre los dos.

MinHo asintió con la cabeza.

—Ese chico es bastante molesto.

El castaño rio—. Cuando lo conozcas mejor te darás cuenta de la maravillosa persona que es.

—Has dejado a SooJin a su cuidado —lo miró, con esos profundos ojos marrones—. Eso quiere decir que es una persona confiable.

TaeMin hubiera querido que su amigo escuchara aquello, significaba mucho que MinHo no lo cuestionara sobre la persona con quien deja a SooJin.

—Gracias por el voto de confianza.

MinHo se acercó, le tomó la mano, sintió un delicioso revoloteo en su estómago, una sensación drenándose en cada terminación nerviosa de su cuerpo, y cuando MinHo lo besó sin previo aviso, todas las sensaciones se intensificaron a niveles impensables.

Entregándose al beso, enredó los brazos en el cuello de MinHo, un par de brazos rodeándolo de la cintura, acercándolo más. Cuando el aire se hizo necesario separaron sus bocas, el castaño escondió el rostro en el pecho del alto.

—Seguimos en mi puerta y ya estamos haciendo esto —dijo con diversión.

—Lo siento, no quiero parecer desesperado.

—No lo sientas, me gustó que lo hayas hecho.

El alto le dio un beso más y tiró de su mano hacia el elevador.

—Será mejor ponernos en marcha.

La sonrisa que se extendió en el rostro de TaeMin no tenía precio. Sí, en definitiva le gustaba esto y pensaba mantenerlo mucho tiempo con él.

*

A TaeMin le preocupaba que SooJin, a pesar de ser siempre cariñosa con MinHo, en el momento que le hablara sobre tener otro papá, se resistiera y terminada alejando al alto. Aunque hace mucho ella misma le pidió aquello, siempre podría haber cambiado de opinión. Si eso pasara sería un enorme sufrimiento, porque no estaba dispuesto a dejar ir MinHo de nuevo, pero tampoco soportaría que su hija sea infeliz.

Pero cuando la misma pequeña le había gritado al alto que cuidara de él y que le diera mucho amor, fue casi como si le diera permiso de salir en su cita. Rayos, incluso antes, más temprano le había dicho que saldría un momento con MinHo, "solo ellos" y que ella se quedaría al cuidado de su tío KiBum.

¿La respuesta de SooJin?

Fue una enorme sonrisa y un "me gusta el señor MinHo"

Era un cabrón egoísta y lo sabía, porque su hija ansiaba pasar tiempo con MinHo, pero él quería tener, antes de meterlo de lleno a sus vidas, unos momentos a solas y dejar que su presencia fuera de a poco significativa.

No es que fueran un par de desconocidos, tan solo eran, unas personas que tuvieron que separarse por circunstancias muy complicadas.

Y TaeMin mentiría si dijera que esta salida no fue grandiosa. Después de tanto tiempo, esto era el cielo.

Fueron al cine, hacía mucho que no iba, luego de eso a comer algo, el tiempo se iba volando, también mientras caminaban por las calles tan cerca que podían tomarse de las manos, dándose calor para una clima frio y una tarde dónde el sol apenas se percibía en el cielo.

—TaeMin, sé que esto es atrevido, pero, ¿quieres ir un rato a mi departamento?

El castaño se había detenido de inmediato con esa pregunta. Vaya, no era un niño, sabía lo que significaba o lo que podría significar sus palabras. Sintió como el calor se acentuaba en sus mejillas.

— ¡No es lo que crees! —se apresuró aclarar, la gente seguía caminando a su alrededor ajena a su conversación—. Yo solo quiero charlar un rato, ningún lugar es adecuado, y no podemos hablarlo en tu departamento. ¿Por favor?

TaeMin sintió una ligera punzada de pánico, cualquier cosa que urgía decirle esperaba que no fuera malo, malo para la relación que apenas estaban recuperando. Forzándose a sonreír, asintió.

—Claro MinHo.

*

TaeMin nunca había estado en el departamento de MinHo, en realidad no hubo motivos para ir, pero ahora sí. Cuando dio un paso dentro se sorprendió de lo grande que era, aunque tomando en cuenta que su departamento era minúsculo, cualquier otro parecería gigante en comparación.

MinHose quitó la gabardina, colgándolo en el perchero a un costado de la puerta.

— ¿Quieres algo de beber? —le ofreció al avanzar en la sala.

—Solo agua, por favor.

—Enseguida, toma asiento y ponte cómodo.

Lo vio alejarse, una linda vista del trasero redondeado de MinHo que sin duda lo hizo soltar un suspiro y sentir un ligero hormigueo en su entrepierna. Se quitó el abrigo y lo colgó en el perchero. Fue hasta los sillones, los muy suaves y elegantes sillones, si no fuera tan raro, frotaría la mejilla sobre el forro del mueble como un gato, con solo el roce de sus dedos sintió que agarraba un pedazo de nube, o al menos así es como creyó que debía sentirse.

Incluso cuando se sentó pudo sentir la comodidad en sus nalgas. Eso ya ere decir mucho.

Miró alrededor esperando tal vez cosas caras y lujosas pero no encontró nada parecido, es decir, si habían cosas que estaba seguro no le alcanzaría comprar son su sueldo (como el sillón donde estaba sentado por ejemplo), pero nada más, el resto de los muebles eran bastantes moderados.

El lugar era grande, bonito, pero se sentía un poco frio.

—Aquí tienes —MinHo apareció ofreciéndole un vaso de agua. Tomó el vaso y bebió un poco, tenía la garganta un poco seca.

—Tu departamento es grande —rectificó echando una mirada al lugar y regresando a él—. Me gusta tu sofá.

Una sonrisa se formó en los labios de MinHo, y TaeMin quería tumbarlo y besarlo hasta que sus labios ardieran. Maldita sea, MinHo era tan guapo.

­—Tae, ha sido una tarde...—suspiró—, hace mucho que no pasaba una tarde así, tan feliz.

Ahora TaeMin sintió su corazón hincharse de amor.

—Para mí ha sido igual. Yo, te eh extrañado tanto. No sabes cómo me arrepiento de no haberte buscando antes —lo miró con vergüenza—. Incluso dejé que pasaran cuatro años, no creo que incluso Ian nos recuerde...pero tengo que admitir que logró aterrorizarme como quería.

MinHo hizo una mueca ante la mención de ese nombre, lo detestaba, y detestaba aún más lo que había hecho con ambos. Un maldito cobarde, se pudriría en el infierno por destrozarles la vida.

—No es mi intención amargar nuestra cita —tomó la mano de TaeMin y entrelazaron los dedos—. Pero necesito saber que ese bastardo no será más un problema para nosotros.

—Te repito, que no creo que incluso nos recuerde, después de...del día que nos separamos, no he vuelto a saber de él, bueno —su voz se fue apagando, MinHo tomó su rostro con su mano libre.

—Por favor TaeMin, dímelo, no quiero que haya secretos entre nosotros.

— ¿Es por él que me has traído aquí? —preguntó sin ocultar su decepción.

—No es por él, no completamente. Quiero que me cuentes todas las cosas que te hizo, no iré a cazarlo ni nada por el estilo, pero no negaré que si me encuentro en la calle lo haré pagar por los años que estuvimos separados por su culpa —acarició con el pulgar la suave y regordeta mejilla—. Además quiero que me cuentes como has estado en estos años.

TaeMin asintió con la cabeza, entendiendo que poco a poco tenían que ir cerrando lo inconcluso.

—A Ian no lo he vuelto a ver cómo te dije, sé que te conté sobre nuestro encuentro en la tienda de conveniencia y la del parque, pero también hubo una más, fue a nuestro departamento, un intento más para convencerme de dejarlo ver a SooJin —frunció ligeramente el ceño—. Todo salió mal, no me lastimó, al menos no físicamente.

Tenía que aclararlo, no quería dejar cosas a medias en la cabeza de MinHo, e incómodo como era hablar del tema prosiguió.

—Cuando finalmente nos separamos, al siguiente día alguien dejó una nota bajo mi puerta —los ojos le picaban, llanto y rabia contenida—. "Has tomado la decisión correcta" —recitó lo escrito en la nota.

—Bastardo—gruñó MinHo.

—No sé qué ha sido de él y no me importa, MinHo, ese...hombre no deseo verlo nunca más, no quiero que pienses por muy remota que sea la idea, que tengo algún interés por él.

— ¿Y sí regresa a pedir a SooJin?

TaeMin se hizo esa pregunta muchas veces, y siempre llegaba a la misma conclusión.

—No le interesamos MinHo, nunca lo hicimos. Pero si ese fuera el caso, no lo dejaré, no soy ese mismo chico de hace cuatro años, en ese entonces ser padre por primera vez me trajo muchas bendiciones, pero también muchos temores, eso en parte contribuyó a dejar que ese maldito me llevara a su juego, pero no más. Yo te amo, y no dejaré que nos vuelvan a separar.

Esas eran las palabras adecuadas, las verdaderas, las que había dicho con tanta fuerza y convicción que nadie duraría ni un segundo que las llevaría a cabo.

Eso era lo que MinHo quería escuchar.

Eso lo hizo sentirse seguro.

Eso hizo expandir su amor por TaeMin.

MinHo lo acercó y dio un beso tan profundo que TaeMin se sintió hervir por dentro. MinHo había tomado esa declaración, como una de amor, como motor de su propia valentía.

—Y yo te digo que no permitiré que ese idiota se les acerque, yo no quiero perderlos, yo te amo TaeMin, nunca dejé de hacerlo. Te extrañé cada minuto de estos cuatro años.

—Espero que me puedas perdonar por mis errores —le dijo con la voz en un hilo.

—Tae, sé que al principio fui un cabrón contigo, pero ahora seré sincero, lo que siento por ti, sobre pasa cualquier otro sentimiento. Para mí nuestros errores han quedado en el pasado.

TaeMin se lanzó sobre él, derribándolo sobre el sillón, tomando su boca con tanta necesidad que le dolía. Sintió las manos del alto posarse en sus caderas y colándose entre su camiseta, tocando la sensible piel de su vientre. Jadeó, el calor de sus manos se sentían tan bien.

—No te traje para esto —gimió el alto cuando el castaño se sentó sobre su ingle, en su ya notoria erección.

­—Pero yo lo quiero MinHo —le susurró al inclinarse y morder el lóbulo de la oreja.

MinHo jadeó, no podía engañarse a sí mismo, lo necesitaba. Esto no era un revolcón, algo de una noche, esto significaba sellar las palabras de amor que momentos a tras se prometieron. Un paso más, hacia algo maravilloso.

Cuando se levantó, cargó a Taemin en sus brazos y lo llevó a su habitación, ahí lo dejó sobre la cama y lo besó tan intensamente que cuando se alejó para tomar aire tenía los labios ardiendo, y bastante húmedos.

De nuevo el golpeteo en su pecho, los latidos de su corazón eran como un martillo golpeando la piedra.

—Eres muy hermoso —le dijo paseando descaradamente la mirada por todo el cuerpo de TaeMin. De cabeza a los pies, por su cabello, sus ojos, su cuello, sus pequeñas manos, su estrecha cintura, sus piernas esbeltas...

—Tú también lo eres. Eres tan guapo —suspiró—. Siempre me pregunté que hice para atrapar un buen partido como tú ­—bromeó, pero la ansiedad estaba en su mirada.

— Hay mucha gente bien parecida allá afuera.

—Pero ninguno igual a ti.

—No soy algo divino TaeMin.

—Para mí lo eres —alzó la mano y tomó al borde de la camisa de MinHo, metiendo la mano y acariciando la piel tersa y los músculos duros, recordándole lo que ambos querían.

Sonriendo se sacó la camisa, dejando al descubierto tanta piel que TaeMin sintió su boca aguarse.

—Tú turno ­—le dijo con voz demandante—. Quítate la ropa TaeMin.

Rayos, TaeMin sintió un tirón en su pene. Ellos nunca fueron tímidos en la cama, ese fue el problema con ambos cuando tonteaban, el sexo era tan maravilloso que no podían estar lejos uno del otro.

Obedientemente, TaeMin se sacó la playera, maniobró para desabrochar sus pantalones, empujándolos por sus piernas, quito uno a uno sus zapatos que aterrizaron fuera, por algún lugar de la habitación. Se quedó acostado con las piernas ligeramente flexionadas hacia afuera, su excitación era bastante evidente ahora, sintió la piel erizarse con la mirada cargada de deseo de MinHo.

Sus mejillas se coloraron un poco ante el tiempo en el que era observado.

MinHo se inclinó y lo besó, esta vez lento, gozando el roce de piel contra piel, mientras se comía esa boca, sus manos amasaban sus caderas hasta sus muslos. Recordaba el día que llevó a TaeMin para que recogiera a SooJin, cuando tuvo que cambiarse en el auto, su piel expuesta le había dejado bastantes fantasías con las que entretenerse desde entonces.

Pero esto no era una fantasía. Era la dulce verdad y era magnifica.

­—Dios, eran tan bueno ­—jadeó.

La excitación del castaño alimentaba la suya. Fue bajando los besos, chupando los pezones erectos en su boca, sonriendo cuando sintió el cuerpo de TaeMin arquearse y soltar un sonoro gemido, cuando alzó la mirada notó que estaba totalmente sonrojado, viéndose tan adorable.

—No hay nadie que nos pueda escuchar Tae —su voz ronca, llena de deseo—. Grita todo lo que quieras, sabes que amo lo rudioso que eres cuando hacemos el amor.

—Si empiezo a gritar no voy a...

Su respiración se cortó cuando MinHo mordió uno de sus pezones, su pene sesacudió, bastante interesado en las sensaciones. Con forme fue bajando sintió como choques eléctricos de sus labios a su piel, y maldita sea, cuando llegó a su ingle anticipó el mayor orgasmo de su vida.

—No sabes cuánto he extrañado esto —susurró sobre el pene totalmente despierto de TaeMin, chocando contra su ombligo dejando pequeñas gotas de semen en la punta.

—Y la mano no siempre ayuda —dijo sonriente, el sudor empezó a formarse en su piel.

—Muy cierto.

—MinHo hazlo ya —suplicó. Había esperado mucho para esto, demasiado tiempo. Cada caricia era tan deliciosa como una tortura, estaba sin duda, disfrutando como nunca, pero si el no hacía algo al respecto con su erección...

Lo último que vio fue la dulce sonrisa de MinHo, antes de que se metiera a la boca su pene. Su corazón comenzó a latir desenfrenadamente, mientras se retorcía y tomaba unas cuantas hebras de cabello entre sus manos. Trataba de no halar fuerte pero no podía.

MinHo tomó sus piernas y las separó un poco más, el castaño entendió y dejó sus piernas abiertas tanto como pudo. MinHo estaba tan lleno de deseo, probar su sabor de nuevo, tocarlo de esa manera, sentirlo gozar tanto...como lo hacían antes de toda la avalancha de problemas que fue sobre ellos.

—Min...—lloriqueó. Su cabeza chocando contra el colchón. Demonios, olvidó que tan bueno era MinHo chupándosela, unos minutos más tarde ya era demasiado—. Santo cielo...ya...por favor.

Conocía esa voz suplicante, y no quería que TaeMin se corriera antes de tiempo. Se levantó, quitó el pantalón tan rápido como pudo y la aventó al suelo.

—Tae, en la mesa de noche —ladeó la cabeza hacia el mueble, pero TaeMin estaba demasiado entretenido comiéndoselo con la mirada.

No recordaba que se viera así de bueno.

— ¿Haz estado haciendo ejercicio?

El alto sonrió—. Sabes que siempre me gustó mantenerme activo, supongo que las partidas de basquetbol y futbol con los viejos amigos han servido de algo.

—Eres hermoso, yo solo he aumentado de peso —hizo una mueca—. La comida es demasiado deliciosa.

—Tú también eres delicioso —le susurró cuando se acercó y dejó un suave beso en sus labios­—. Tienes las medidas adecuadas en cada lugar de tu cuerpo —le mordió el cuello—. TaeMin por favor, la mesita de noche.

Sintió la abrumadora pasión no solo en su voz, sino también en el duro y caliente pene que chocaba contra su vientre. Entendió que realmente iban a hacerlo, y la felicidad lo llenó. Estirando la mano halo el pequeño cajón y sacó de ahí una botella de lubricante y junto con un paquete de condón.

Se los tendió, sorprendiéndolo lo tomó del cuello y le devoró la boca, al separarse pudo ver esos labios gruesos brillar por la saliva.

—Hazme el amor MinHo —acarició su mejilla.

MinHo picoteó sus labios—. Siempre amor, siempre.

Sin decir más se puso a trabajar, abrió la botella de lubricante y se untó una buena porción en los dedos, su mano viajó hasta la cadera del chico debajo de sus piernas, mientras penetraba su ano con un dedo, se dedicó a besarlo para aminorar las dolorosas sensaciones que pudiera darle.

Por unos segundos TaeMin frunció el ceño pero luego se relajó, entregándose al beso y contribuyendo con las manos paseando por su espalda ancha. Metió otro dedo y el castaño jadeó en su boca.

Procuró siempre ser cuidadoso, había pasado mucho tiempo para ambos y no quería lastimar a TaeMin, un poco más de trabajo y metió el tercer dedo, las piernas del chico se contrajeron, soportando su propia necesidad aguantó un poco más, su pene estaba demasiado tenso.

Se separó, sonriendo cuando el gruñido de desaprobación de TaeMin se escuchó. Tomó el paquete de condón y lo rasgó, se colocó el condón disfrutando la ansiosa mirada del castaño. Cuando se inclinó de nuevo, le sonrió.

—Te amo TaeMin.

—Te amo MinHo.

Sin decirle que lo haga, el castaño subió sus piernas lo más que pudo hasta los hombros del alto. Se besaron de nuevo, MinHo comenzó a penetrarlo lento, al inició fue un tanto doloroso pero el placer no tardó en llegar; poco a poco, fue llenándolo, hasta estar totalmente dentro.

Unido a él, completándose.

Todas esas malas decisiones, todo ese dolor, toda la ansiedad, fue disipándose. Se sentían por fin conectados, encontrándose como viejos amigos que solo dijeron "hasta pronto" y que ahora se volvían a ver.

MinHo salió de él, entrando y repitiendo a un ritmo cómodo, TaeMin jadeaba, se aferraba a lo que podía, cuando las embestidas fueron acelerando, simplemente se dejó estar. Sus cuerpos chocando uno contra el otro, fundiéndose.

— ¡MinHo! —gritó con las lágrimas llenado sus ojos.

Hubo un tiempo, en el que pensó que jamás volvería a tenerlo, pero aquí estaban, haciendo el amor, más ferviente que nunca. Todo su cuerpo se sacudía, el calor corporal de ambos quemaba, provocando deliciosas fricciones en los lugares adecuados.

Sin soportarlo más se corrió, sintiendo como sus fuerzas se iban y era víctima de un orgasmo como nunca recordaba. Sus brazos cayeron a sus costados, MinHo seguía en él, penetrándolo, en su total frenesí, registrando cada sensación, mil y un deliciosas sensaciones.

Poco después sintió sus testículos tensarse, eyaculando dentro de TaeMin y gritando su nombre.

— ¡TaeMin!

Se dejó caer sobre él. Exhausto y feliz.

Como pudo, TaeMin lo abrazó y dejó caer sus lágrimas.

— ¿Estás bien? ¿Te lastimé?

¿Cómo podía verse MinHo tan guapo incluso preocupado? TaeMin acarició los cabellos desordenados y le besó la boca, lento, agradecido, feliz.

—No lo has hecho.

— ¿Entonces por qué lloras?

—Por qué estoy feliz.

MinHo acarició su mejilla—. Yo también estoy feliz.

Lo abrazó, acercándolo para que no se escapara. Para tenerlo siempre así, a su lado. Se durmieron abrazados, sin pensar en el tiempo, en las personas y el resto del mundo.

Ahora solo eran ellos, dos simples personas diciéndose cuanto se amaban. 

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