Diosa de La Luna

By KalexAF

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En Londres, criaturas de apariencia humana, pero con poderes extraordinarios cohabitan con los mortales mante... More

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Príncipe de Las Tinieblas
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 1
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 2
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 3
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 4
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 5
PRÍNCIPE DE LAS TINIEBLAS 6

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Los dragones son escasos y son considerados abominaciones.

No entiendo el porqué, si son criaturas hermosas, tan poderosas y llamativas. Supongo que en ese sentido somos más parecidos a los humanos de lo que me gustaría admitir.

—Por supuesto, encontré extraño que el famoso y temido Conde Lorian estuviera allí y me acerqué aún más, hasta que pude escuchar lo que decían. —Desvía sus ojos al suelo, sus dedos se mueven con nerviosismo—. Él es mi padre.

—¡¿Qué?! —Alzo la voz, sin poder creer lo que ha dicho, me pongo de pie y camino de un lado a otro. Lo ha dicho tan segura, realmente lo cree—. No es posible... —Detengo mis pasos y me arrodillo ante ella—. Solangel, mírame. —Sus ojos llorosos se clavan en los míos y puedo ver que dice la verdad, pero, ¿cómo?

—No lo creía tampoco, me quedé allí el tiempo suficiente para confirmar lo que decían, pensé que había escuchado mal y que en cualquier momento se retractarían. No lo hicieron. —Empieza a sollozar, lágrimas caen de sus ojos y no hago otra cosa que llorar con ella.

«¿Por qué nada de lo que creí es cierto? ¿Qué otras cosas no son lo que parecen?».

—No soy tu hermana, nunca lo fui. Y te quería tanto, me desquité contigo. Tu vida era perfecta a pesar de no tener a tu madre. Braden te adora, eres la luz de los ojos de tu padre y mi madre... mi madre no es más que una vil mentirosa. Aún después de todos estos años, no me cuenta la verdad.

—¡Dioses! No sé qué decirte, Sol. —Hago una pausa—. ¿Lo sabe mi padre?

—No lo sé, nunca me ha tratado mal, pero no siento esa conexión que compartes con él, ¿crees que se haya dado cuenta? ¡Dioses! ¿Cómo reaccionaría si se enterara ahora?

—Papá es un buen hombre, te querría de todas formas. En cuanto a Braden, tampoco tiene esta conexión con mi padre —menciono con el ceño fruncido.

—Pero contigo sí —refuta—. ¿Y conmigo? Ni una sola chispa —dice dolida, en eso tiene razón—. Soy un monstruo igual que mi padre y me convertí en una embustera tal cual mi madre. Si Craven no sabe que no soy su hija, mi madre estará en serios problemas, y si lo sabe... es igual a ella.

—No, no. Si mi padre no lo sabe y lo supiera en este instante, nada cambiaría, él te quiere. Braden te quiere. Yo te quiero —ratifico—. Y si papá lo sabe y no ha dicho nada, será porque no quiere causarte ningún daño. Si no, ¿por qué estarían tú y tu madre aquí? En todo caso, quien te debe explicaciones es ella.

—No soy tu hermana, no soy como tú ni tu padre —continúa, haciendo oídos sordos a mis palabras.

—¿De qué hablas?

—Eres una sirena, igual que tu padre. Si estuviera emparentada con él, también sería como tú. —No tenía idea de que mi hermana supiera mi secreto.

—¿Cómo...?

—Esa noche en el campamento no fue la última vez que espié a escondidas. Te seguía a todas partes, incluyendo al jardín oculto.

—Madre de los Dioses —musito, esta niña es increíble.

—¿Sí sabes que es muy raro que una criatura herede ambos rasgos de sus padres?

—Pero tú lo hiciste...

—Tú y yo no somos iguales, no...

—Tienes razón —me corta—. No eres mi hermana. Ustedes no son mi familia, no encajo aquí. —Llora otra vez.

—Te equivocas, cada uno de nosotros tiene un lugar especial y, si sientes que no encajas, será porque no lo has intentado. La familia no la hace la sangre... —Alguien se aclara la garganta e interrumpe mis palabras. Ambas miramos a nuestro padre, que se encuentra de pie en el umbral de la puerta, tiene los ojos vidriosos y me pregunto cuánto habrá escuchado.

—Luna, permite que me quede a solas con tu hermana, por favor. —Trago el nudo que no sabía que se me había formado en la garganta y asiento, me pongo de pie y beso la frente de mi hermana.

—Todo irá bien —le aseguro antes de marcharme.

***

—Eso explica muchas cosas —acierta Braden cuando termino de contarle sobre mi conversación con Solangel; al dejarla a solas con mi padre, fui en busca del vampiro. Como siempre, buscando orientación de su parte. Además, es parte de la familia, merece saberlo—. Su cambio de actitud fue muy repentino y aunque estamos de acuerdo en que la pagó con quien menos debía, ahora entiendo el porqué. Era solo una niña.

—Lo sé, nunca imaginé algo así. —Nos quedamos un momento en silencio, estamos uno al lado del otro recostados en una pared lateral del salón medio vacío. Desde aquí podemos ver a todos y nadie puede vernos, las cortinas se mueven como si hubiese viento en la sala, que no es así, ocultando nuestras figuras estratégicamente—. Oye... ¿Arath te mencionó algo sobre el Spectro que nos atacó el otro día?

—No —gruñe, tensión se adueña de su cuerpo—. Sabía que algo ocultaba —continúa hablando con los dientes apretados—. Es tan incrédulo a veces, la Reina lo quiere de vuelta y piensa que podrá rehuirla. No se detendrá ante nada y, si en su intento de atraer a Arath descubre tu existencia, habrá más de un problema.

—¿Por qué?

—Encontrará una razón para hacer creer a todos los vampiros y a sus sirvientes que no debes vivir. Ofrecerá una recompensa a quien le entregue tu cabeza.

—¡No tengo nada que ver con sus asuntos! —replico.

—Tienes todo que ver con Arath, a eso puedes sumarle tu parentesco conmigo —suspira—. Fuimos sus mejores guerreros en mucho, mucho tiempo. Si nos quiere, en especial a Arath, sabrá que eres lo único que le impide regresar, ¿y qué haces cuándo tienes un obstáculo en tus planes?

—Te deshaces de él —murmuro, la realización de lo que eso podría significar, se asienta. El salón poco a poco se va llenando y en minutos empiezan las notas de una música suave, en lo alto de la escalera Solangel aparece junto a mi padre. Ambos sonríen y confío en que todo haya ido bien. Bajan despacio los escalones y de inmediato empiezan el baile. Braden y yo somos los siguientes—. No he visto a los Cerati —comento, danzando al ritmo de la suave melodía. Desde que volvimos de Francia, Arath ha guardado distancias. Extraño el intercambio de mensajes, incluso sus llamadas ocasionales.

Esa noche mi reacción fue precipitada, fue más la sorpresa y el miedo a lo desconocido, no a lo que él pudiera hacerme. No a lo que es él. Por mí, podría tener cuernos y alas de murciélago, todavía lo querría.

Con Arath, todo se siente diferente. Mis emociones son normalmente un revoltijo a su lado, siendo no solo desconocidas en su mayoría, sino también potenciadas.

Desde hace dos años mi único interés había sido convertirme en una bruja de rango intermedio, hace unos meses mis objetivos cambiaron ligeramente. Todavía quiero ser algo más, descubrir qué hay ahí afuera para mí. Pero también, está él y esas estúpidas mariposas que hacen un baile en mi estómago cuando lo tengo cerca.

—Llegarán más tarde, una reunión de último minuto con la Asamblea y el Parlamento —comunica Braden.

—¿No deberías estar ahí?

—Es el cumpleaños de mi hermana pequeña, no faltaría —sentencia—. Le tengo mucho cariño a Solangel, que sea más cercano a ti no quiere decir que a ella la protegería menos —añade y sonrío, Solangel está tan equivocada acerca de nosotros.

La canción termina y le sigue otra y otra. Bailo con mi padre y algunos otros invitados hasta que mis pies exigen un descanso, así que me encamino hacia donde antes estaba con Braden, para descalzarme y tomar un respiro, pero soy detenida a media pista.

El aura es poco familiar, sin embargo, no desconocida. Me encuentro con unos ojos grises y una sonrisa amplia, un pelo rubio con reflejos más oscuros y un tono de piel claro. Es alto y delgado; su aura, serena.

—¿Me concedes este baile, princesa? —Ofrece su mano, no puedo rechazarlo cuando hace tanto tiempo no lo veía. No duda en sostenerme cerca, con firmeza, nos movemos al ritmo que marca la balada—. Estás hermosa.

—Eres un adulador, Rey —refuto, no ha cambiado nada.

Se inclina hasta rozar mi oreja y hablarme en susurros.

—Tiempo sin verte, pequeña tramposa, ¿cómo va todo? —Un cosquilleo repentino me recorre y no tiene que ver con la cercanía de Rey, no. Arath y Kyanna acaban de entrar al salón, siento la mirada del vampiro sobre mí. El impulso de apartarme de mi buen amigo es fuerte, pero él nota el cambio en mi actitud y reafirma la sujeción en mi cintura—. Te has puesto tensa de repente, ¿qué es?

—Yo, eh... todo va bien. En realidad, mejor que bien —miento, ignorando el deseo de poner distancia entre el hada y yo—. No te esperaba, hace tiempo que no nos visitas. —Cambio de tema, los ojos de cierto vampiro no me abandonan. No le he visto directamente, solo puedo percibirlo.

—Sí, verás... estoy comprometido con alguien de la realeza y con eso vienen muchas obligaciones, apenas he tenido tiempo para mí mismo —dice a la ligera, detengo el baile y lo abrazo enérgicamente.

—¿Gea? —Doy un paso atrás, mi sonrisa muestra la alegría que su noticia me provoca—. ¿Cómo lo lograste?

Rey estaba en mi clase del Instituto el año anterior, nos hicimos buenos amigos. Su familia se mudó a Italia la Navidad pasada, tuvo que inscribirse en otra escuela. Desde entonces el contacto que hemos mantenido ha sido casual, uno que otro correo electrónico, poco más.

Solía burlarme de él porque estaba perdidamente enamorado de una princesa hada, Gea, que no le prestaba la debida atención, pues los padres de la chica son muy estrictos y no le concedían permiso para pasar tiempo con amigos, mucho menos con futuros pretendientes.

—Salvé a la princesa de una muerte segura. Como es costumbre, los Reyes ofrecieron una recompensa. Pedí el derecho de cortejar a Gea. Se mostraron reacios. Yo, hijo de un guardia real, no sería nunca considerado una opción. Pero teníamos una audiencia, su propia ley los obligaba a aceptar. Comprenderás que soy un encanto, solo era cuestión de tiempo conquistar a la princesa —expresa con modestia.

—Al final, todas las revistas del corazón que me robabas tuvieron su efectividad.

—Las tomaba prestadas sin permiso —refuta—. Luego las devolvía.

—Ajá, con páginas recortadas, porque guardabas los mejores tips para ti mismo.

—¿Qué puedo decir? Un chico hace lo que tiene que hacer.

—Eres imposible.

—¿Quiero saber por qué ese chupasangre está mirándome como si quisiera sacarme los ojos y cortarme las manos? —Usa un tono de broma, mirando detrás de mí—. Nunca imaginé que los oscuros fueran tu tipo, nunca tuve oportunidad, ¿o sí? —continúa, alzando poco a poco la voz y asegurándose de que cualquiera con los sentidos altamente desarrollados pueda escucharlo—. Me gustaría verte más tarde, luego de saludar a tu hermana. En el lugar de siempre y no olvides cambiarte, estás demasiado cubierta para lo que haremos.

—Va a matarte —advierto, mi corazón comenzando a correr.

—Puede intentarlo —dice, luego se aleja y va en busca de una próxima pareja. Está, obviamente, deseando un enfrentamiento. Rey siempre fue problemático, creando situaciones confusas para que alguien lo confrontara, jamás entendí por qué lo hacía y veo que no ha cambiado. Me giro para ir en busca de Arath y explicarle que no es más que una broma desagradable, pero no lo veo por ningún lado, tampoco siento su aura.

A quien sí veo, es a mi mejor amiga devorando unos pastelitos junto a la mesa de dulces.

—Eso no ha estado bien —regaña, cuando llego a su lado.

—¿Crees que no lo sé?

Estoy acostumbrada a los tratos de Rey, sus insinuaciones no me afectan porque ha estado enamorado de la misma chica desde que comía tierra, y esa chica es Gea. Además, nunca me ha gustado, no como algo más que un amigo.

Pero Arath no sabe eso.

Decido buscarlo en los alrededores, dejo a Kyanna devorando más pasteles y reviso los pasillos cercanos al salón de baile, incluso me asomo al patio trasero. Regreso a la celebración alrededor de una hora después, mi búsqueda fue en vano.

Me acerco de nuevo a la mesa de dulces, donde está Solangel en compañía de Braden y Kya, riendo. Oh, esto debería ser fotografiado y enmarcado para la historia. Me uno a ellos y descubro lo bien que sienta ese ambiente de paz, donde no hay enfrentamientos ni palabras hirientes.

Extiendo la mano y tomo un pastelito azucarado, después de ver a mi amiga comer uno tras otro, se me antoja probarlos.

No llego a saborearlo, me quedo incluso con los sabios separados mientras el postre cae de mi mano y se desmorona en el suelo reluciente. La presencia es tan oscura que me he quedado paralizada. Más de un aura se materializan de repente y llenan el aire de un hedor a azufre, un escalofrío me atraviesa.

¡Qué sensación tan grotesca!

Escucho los gritos de espanto de algunos invitados, en cámara lenta veo cómo los Spectros atacan a las personas y los necrófagos, en su forma natural, hacen ruidos espeluznantes. Algunos se defienden muy bien, otros son lastimados debido a la sorpresa del ataque.

Kyanna gruñe, en estado de alerta, cambiando casi por completo, no puede tomar la forma cuadrúpeda de un lobo todavía, pero aun así es muy hábil. Braden se encarga eficientemente de algunas criaturas, los guardias destruyen a otros tantos. Siguen apareciendo, es como si se multiplicaran, cada vez que te deshaces de uno, surgen dos más.

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