No pude hablar, ni mirarlo más... otra vez me quedé sin palabras.
Al aterrizar en el suelo justo en los pétalos de rosa, Ruggero me quitó el paracaídas que me fijaba a él y caminó hasta ponerse al frente mío buscándo mis ojos pero mis mejillas seguramente estaban rojas y mi mirada seguía en el suelo, me tomó delicadamente del mentón y me alzó el rostro encontrándome con esa hermosa sonrisa y esos lindos ojos cafés... y de repente comenzó a reírse.
- ¿Por qué te ríes? - le dije seria.
- Tenías ratos sin hacer esto.
- ¿Qué cosa? - lo miré sin entender.
- Esto, de que te digo algo y te quedas en shock, extrañaba eso. - pasó su mano por mi mejilla sobándola delicadamente. - ¿Te acuerdas que te dije que cuando te pidiera matrimonio te ibas a quedar en shock de nuevo?
-Sí. - le sonreí. - Me dijiste que no querías que me quedara así porque las personas iban a pensar que no quiero casarme contigo. - él rio un poco.
- Es justo lo que estarán pensando ahora.
Se movió un poco dejándome ver a todos los que estaban atrás de él...
¡Dios! Su familia, mi familia, nuestros amigos nos miraban con expectación esperando mi respuesta.
- Has traído a mi familia. - dije volviéndolo a mirar a los ojos.
- Amor, si tenía que hacer esto, tenía que hacerlo bien. - una lagrima cayó por mi mejilla. - Espero que sean de felicidad. - asentí algo conmocionada, pasó su mano por mi mejilla secando mi lagrima. - ¿Amor?
- Dime.
- Estamos esperando tu respuesta. - me dijo sonriendo algo impaciente. - Bueno, en realidad estoy desesperado por tu respuesta.
- ¿Qué pasa si te digo que no? - se me quedó mirando serio a los ojos como tratando de entender la pregunta que le estaba formulando.
- Yo... pues... no sé... yo pensé... - su voz comenzaba a temblar.
- No puedes ser más tierno porque es imposible. - tomé su rostro uniendo nuestros labios. - Te amo demasiado Rugge. - me miraba algo confundido. - Y por eso, si acepto ser tu esposa. - le sonreí. - Oficialmente.
Y justo esa sonrisa que se transformó en su rostro al decirle eso, justo esta sonrisa me hizo entender que de ahora en adelante todo iba a estar bien.
Me alzó dándome vueltas en el aire, me bajó y me besó delicadamente, dejándome sentir lo feliz que estaba por todo esto. Se separó de mí sonriéndome y se volteó hacia nuestros familiares y amigos.
- ¡HA DICHO QUE SÍ!
Gritó emocionado y todos corrieron hacia nosotros a felicitarnos, y para mi sorpresa a lo lejos vi a Michael, lo miré pero no sabía si ir hasta donde él ya que tenía a Ruggero al lado, no quería que este momento se dañara por nada del mundo.
- Eres mía, sé que me amas solo a mí. - escuché cerca de mi oído. ¿Acaso me lee la mente? - Ves saluda a tu mejor amigo. - me voltee y lo vi con esa sonrisa todavía.
-¿Estás seguro?
- Completamente, todos estos días me han hecho comprender que no importa cuantos hombres te miren, seguiré estando celoso pero sé que tú me amas solo a mí y que puedo descansar y estar seguro de esto ¿tengo razón?
- Demasiada, señor Pasquarelli.
- Que bueno, señora Pasquarelli.
Nos sonreímos y unimos nuestros labios en un beso fugaz para luego alejarme de él y caminar hacia Michael.
- ¿Te vas a casar? - me dijo Michael cuando me tuvo al frente.
- Bueno, en realidad ya lo estoy, si no que ahora lo voy a estar oficialmente. - lo miré sonriendo algo triste. - ¿No estás feliz por mí?
- ¿Cómo puedes preguntarme eso?
- Es que sé que Ruggero no te agrada y pues...
- Que no me agrade tu esposo no quiere decir que no me haga feliz verte feliz. - me sonrió. - Pero aunque me cueste admitirlo, me está comenzando a agradar. - sonreí. - Además el hecho de que él mismo se haya tragado su orgullo y celos al llamarme y pedirme que estuviera presente porque sabe que soy una persona importante para ti, me hace respetarlo mucho y que me agrade un poco.
- Osea que te agrada. - le dije sonriendo.
- ¡Un poco nada más! ¡Además sigo creyendo que es gay!
- ¡Mike! - lo regañé y él rio.
- Te quiero mucho mi piojosita, me alegro mucho, enserio, me alegro mucho por ustedes, has encontrado a alguien que te ama con todo su ser, te cuida y te protege, dime que mas voy a querer para mi mejor amiga.
- Te quiero piojoso. - le dije abrazándolo.
- Yo te quiero mucho más.
Ruggero había alquilado un tipo de finca cerca donde todos nos íbamos a quedar la noche celebrando nuestro ya oficial compromiso.
Estábamos todos hablando a la luz de la fogata y yo tenía a mi querido esposo al lado mío, lo miré, estaba distraído con su malvavisco en la fogata, entrelace nuestros brazos y el me miró sonriendo.
- ¿Estás feliz? - me preguntó.
- Demasiado, tengo a todas las personas que amo aquí. - dije mirando a todos alrededor nuestro que hablaban sin parar.
- Parece que nuestras mamás tienen mucho de que hablar. - me dijo riendo, miré a mi mamá y a Antonella hablando como si se conocieran de toda la vida.
- Le estará contando todas tus quejas, Rugge.
- No lo creo, no creo que mi mamá me ponga en ridículo frente a mi suegra. - sonreí al oírlo llamarle a mi mamá "suegra".
- No, solo les está enseñando tus fotos de bebé.
- ¿Cuáles fotos? - me miró serio.
- Una donde sales en una bañera todo desnudito. - le dije riéndome.
- ¿Por qué viste eso?
- Amor, ahora no me digas que te da pena. - le dije aun riéndome.
- No te rías, estaba desnudo, claro que me da pena.
- Rugge, te he visto desnudo y quiero que sepas que... eso... no ha cambiado casi, sigue estando igual de chiquitito. - reí al ver su cara aún más seria que antes.
- Ha crecido, no mientas.
- No miento, es tan chiquito.
- Esta noche te voy enseñar lo chiquitito que es. - me dijo sonriéndo pícaramente.
- Está bien. - le sonreí.
- Aunque debería echar a todos a dormir y follarte aquí mismo.
- ¡Ruggero! - lo regañé. - Te recuerdo que tenemos a nuestros familiares al lado, alguien te puede oír.
- Que me oigan, que el mundo sepa que tengo una grandísimas ganas de hacerle el amor a mi esposa, dime ¿es algo malo eso? - mis mejillas se sonrojaron.
- No pero, es inapropiado.
- Inapropiado es lo que te pienso hacer, creeme. - lo miré intentando no reirme. - Yo sé que quieres, no mientas.
- No he dicho que no quiera.
- Listo, está decidido. - se levantó, lo miré sin entender. - ¡Disculpen! - gritó haciendo que todos voltearan a verlo, oh por Dios, ¿qué va a hacer? - Mi querida esposa y prometida... - todos nos miraron sonriendo. - y yo nos vamos a descansar, ha sido un día muy emocionante y a la vez cansado para nosotros, se pueden quedar aquí, esta casa también es de ustedes, pueden hacer lo que quieran, gracias por venir, por estar aquí con nosotros. ¡Buenas noches, mañana nos vemos familia! - finalizó y yo lo miraba sorprendida por lo que acaba de hacer, me ofreció su mano para irnos pero solo la miré, no estaba segura ni siquiera de que acaba de pasar.
- Tranquila cariño, entendemos que este día ha sido muy ajetreado para ustedes. - me dijo Antonella sonriendo.
- Ves hija, descansa. - me dijo mi mamá, suspiré y tomé la mano de Ruggero, estaba nerviosa porque él no había hecho esto para ir a descansar precisamente.
- Está bien. - me levanté entrelazando mi mano con la de Ruggero. - ¡Gracias a todos por estar aquí, los quiero mucho y buenas noches!
- ¡Buenas noches! - respondieron todos.
- Vamos. - me dijo y comenzó a alejarme de todos entrando solo con Ruggero a la casa.
- No puedo creer que hayas hecho eso. - le dije riéndome.
- Te amo ¿sabes? - me dijo colocándose frente a mí, me agarró del trasero cargándome para que saltara y enrollara mis piernas en sus caderas.
- Sí, yo también te amo Rugge.
- Que bueno, ahora ¿me vas a dejar hacerte el amor?
- Haga lo que quiera conmigo señor Pasquarelli, al fin de cuenta soy tuya.