| Capítulo 14 |

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Se me pasó el tiempo hablando con Antonella que ni me di cuenta cuando anocheció y menos cuando vino Ruggero… bueno, si es que ha llegado.

- Bueno cariño, creo que ya es hora de irme. - dijo Antonella levantándose de la silla, la seguí hasta adentro.

- Hola. - nos dijo Agustín que estaba hablando con Jorge. ¿Cuándo había llegado?

- Agus ¿cómo estás? - Antonella caminó hacia él abrazándolo.

- Bien ¿y usted? No sabía que estaba en los Ángeles.

- Bien, gracias a Dios, Rugge que me llamó para contarme algunas cosas y mañana me devuelvo.

- ¿Y se está quedando aquí?

- No, Jorge y yo nos estamos hospedando en el crowne.

- Yo paso por allá, si quiere los dejo de camino.

- Claro, vamos. - dijo Jorge levantándose del sofá junto a Agustín.

- Jorge. - lo llamé aparte.

- Dime.

- ¿Y Rugge?

- Está en la habitación, llegó hace como media hora, habla con él si... - me sonrió medio triste. - está algo decaído, no quiso quedarse aquí con nosotros, nos dijo que se iba a recostar, no sé si se habrá quedado dormido, pero creo que si hablas con él le puede hacer bien.

- Está bien. - caminé con ellos hasta la salida.

- Adiós cariño, espero volver a vernos en otras circunstancias. - me dijo Antonella abrazándome.

- Claro que sí Anto.

- Me cuidas a mi hijo.

- Siempre. - le sonreí.

- Adiós enana. - me dijo Agustín.

-Chao enano. - le contesté recibiendo una mala mirada de él de la cuál no pude evitar reír.

- Nos vemos Karol. - me dijo Jorge dándome un abrazo. - Cuídate.

- Chao Jorge, igual.

Cerré la puerta y observé todo el apartamento vacío, suspiré y caminé hacia donde era mi habitación meses atrás para ponerme algo cómodo pero no dejaba de pensar en Ruggero.

¿Será que ya está durmiendo?

Terminé de cambiarme y caminé hacia el cuarto de Ruggero, abrí con cuidado la puerta y ahí estaba en la cama acostado boca abajo, me iba a ir para dejarlo descansar pero me llamó.

- Amor… - caminé hacia él y me acosté a su lado.

- ¿Cómo estás? - le pregunté sobándole el cabello con delicadeza.

- La verdad no sé.

- Lo siento...

- ¿Por qué?

- Porque por mí estás pasando todo esto.

- No es por ti. - me miró extrañado.

- Claro que sí, Gastón tiene razón, esto de casarnos puede hacerle mal a tu carrera.

- Pero no importa, tú vales cualquier riesgo. - le sonreí con tristeza.

- No quiero que por mí eches a perder tantos años de trabajo duro y esfuerzo.

- Nada se va a perder ok, todo va a salir bien, te lo prometo.

- Rugge, pero tu carrera…

- Amor, nada malo le va a pasar a mi carrera, Gastón es muy dramático.

- ¿Me lo prometes?

- Te lo prometo. - me sonrió juntando nuestros labios delicadamente comenzando a moverlos coordinadamente, últimamente rara vez lo besaba, ya que nuestra relación es un tira y afloje en los últimos días, pero creo que cada vez se va poniendo más seria y más segura en sí y eso sinceramente me alegra. - Amor... - me dijo entre besos.

- Dime. - me miró a los ojos.

- ¿Te puedo hacer el amor? - mis mejillas se enrojecieron en seguida por la pregunta y la manera tan tierna en que la hizo.

- ¿Me estás pidiendo permiso? - le sonreí extrañada.

- Sí, ¿por qué se te hace extraño?

- Tú nunca habías hecho esto, siempre era como que ibas al grano y ya.

- Es que me tienes en abstinencias y no sé si me dejes o no. - me dijo haciendo un puchero como niño pequeño pidiendo permiso para salir a jugar con la pelota en la calle. - ¿Me dejas?

- Claro que sí, esposo mío.

- Me has llamado esposo. - me dijo entre besos que pasaban por mi cuello.

- Lo eres ¿no? - se levantó mirándome.

- Lo soy. - me dijo sonriendo.

- Te amo. - le dije, él se me acercó a mí con esa hermosa sonrisa de siempre.

- ¿En serio me amas?

- Sí. - le sonrei. - ¿Tú no?

- ¡Te amo, te amo, te amo! Nunca lo dejé de hacer. - sonreí. - Yo te amo mucho más. - me dijo besándome, para luego dejar suaves besos en mi cuello, se sentían tan bien, cálidos, dulces y tiernos besos.

- Rugge... - se me escapó en un gemido, al momento me sonrojé, él solo me sonrió, me fue quitando la blusa por completo, estaba nerviosa pero al momento de estar en los brazos de él, todo eso se iba.

- Eres lo más hermoso que han visto mis ojos. - dijo quitándome el brasear, poco a poco nos fuimos despojando de nuestras ropas, entre besos y caricias. Ruggero con decisión se acercó a mi boca, besándome por ultima vez acomodándose lentamente y sin dejar de verme, suavemente se adentro dentro de mí, solté un grito ahogado, Ruggero se detuvo disfrutando de la sensación. - No tienes idea de cuanto extrañaba eso. - me dijo con un cierto brillo en sus ojos-.

- No eras el único. - dije y me besó. - ¿Rugge?

- Dime, amor.

- Sigue. - logré decir, él me sonrió, me volvió a besar poco a poco aumentando sus movimientos, entraba y salía de mí con un hermoso vaivén.

Es increíble como a pesar de todo los problemas, siempre, al estar juntos de nuevo, solo nosotros, todo se borra y podemos ser felices nosotros solo en nuestra burbuja.

Sus embestidas aumentaron igual que la intensidad de sus labios sobre los míos. De repente comencé a sentir una sensación única que solo él me sabe dar, tomé a Ruggero del brazo marcando unas lunas rojas en él, enterrando mis uñas en su piel, él me besó para atrapar mi último gemido al llegar al orgasmo juntos.

- Te amo. - fue lo último que le oí decir. - Te amo y sea lo que venga, esto es para siempre.

Al parecer si hay personas destinadas a estar juntas, aunque se separen mil veces…

ESTO ES PARA SIEMPRE.

TUYA | segunda y tercera temporada Where stories live. Discover now