Esposa de mi jefe © (Borrador...

By R1Aguirre

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Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratad... More

Importante leer:
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
NOTA
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 65
NOTA
Parte 66
Parte 67
Parte 68
Parte 69
Parte 70
Parte 71
Parte 72
Parte 73
Parte 74
Parte 75
Parte 76
Parte 77
Parte 78
Parte 79
Parte 80
Parte 81
Parte 82
Parte 83
Parte 84 (Capítulo final)
♥Importante leer♥
♥IMPORTANTE♥
Esposa de mi jefe con Contenido Inédito

Parte 64

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By R1Aguirre


—¿Dónde quieres ir, mi amor? —la voz de Oliver llama mi atención sacándome de mis pensamientos con mi padre, despego mi mirada de la tv que se supone que estoy viendo y llevo mi mirada a él, tiene puestos unos lentes y se mira mucho más guapo.

—¿Cómo que donde quiero ir? —pregunto, enarcando una ceja, me siento sobre la cama frente a él para observarlo mejor mientras él lleva su mirada a su computadora de nuevo y continúa tecleando.

—De luna de miel, o algo así le llaman... creo —sonrío, mientras él no despega su mirada del computador, si algo le admiro es que puede charlar y seguir trabajando como si nada, siempre sus informes son estupendos y sin ningún error.

—Oliver, acordamos que será cuando cumplamos el año, faltan sus cuantos meses aún.

—Cinco para ser exactos —me interrumpe, sin despegar la mirada de aquel aparato.

—¿Lo ves? No sabes si puedo morir antes —ahora si me mira y clava esa mirada inescrutable en la mía.

—Ni se te ocurra hablar de eso porque te juro que yo mismo me deshago de esa puta motocicleta —me mira fijamente y no puedo evitar que eso me cause gracia.

—¿Y qué diablos tiene que ver la motocicleta? —él me observa con una expresión de seriedad.

—Lo que quieres es que te encierre en esta casa para siempre, o te encierre en una torre como a esa tal Rapunzel —vuelve su mirada al computador y continúa tecleando, no sé porqué se lo creo.

—Exageras Oliver, demasiado, enserio ¿Cómo será cuando tengas hijos?

Inmediatamente me mira con sorpresa y frunce su entrecejo

—Si es niña, me compro una escopeta y si es niño, bueno, también —río levemente, pobres mis hijos con un padre así.

—¿Y bien? ¿Te parece París? Me dijiste que te gustaba París —continúa tecleando, me gusta su fase de hombre nerd trabajador.

—París suena bien. Pero...

—¿Pero? —me interrumpe arqueando una de sus cejas.

—Viajemos en vuelo comercial, tomemos transportes públicos y rentemos una habitación en un lugar barato como personas normales —me encojo de hombros y espero que explote en 3, 2, 1...

—¿Ah? —él me mira curioso—Me estás tomando del pelo ¿Cierto? ¿Quieres que hagamos bebés sobre sábanas sudadas y olor a axila encebollada?

—¿Lo ves? Eres un exagerado —río nuevamente tomo un cojín y se lo tiro en el rostro, el ríe tomando una almohada y la lanza contra mí.

Unos minutos después era una guerra de almohadas que se detuvo al escuchar el sonido sordo de su computadora contra el suelo alfombrado.

—Nooo... queridaaaa, no mueraaaasss, te necesitoooo —Oliver se levanta de un salto sollozando fingidamente y llega hasta su computadora, comienza a revisarla.

Oliver "La reina del drama" hace su aparición.

Al día siguiente lo hice dar un recorrido por la ciudad en metro, tuvo que acceder y recorrimos la ciudad tomándonos fotos, con la princesita Oliver que hasta limpia con alcohol gel el lugar donde se va a sentar todo es más divertido.

Todos estos días, Natalie se ha encargado de mostrarme vestidos de novia, zapatos, decoraciones, ya está viendo las invitaciones y como va a peinarme —sí, ella quiere hacerlo, lo bueno es que es toda una profesional porque si no, estaría jodida —me parece que le dará un colapso nervioso uno de estos días, al verme hacer mi entrada junto a mi padre el día de mi boda ella va a ser la que va a llorar a mares al verme, no Oliver. Estoy segura.

—Alexxxxx —la voz de Natalie llama mi atención, entra a mi oficina a toda carrera, esto me alarma ¿Qué le pasa?

—Natalie ¿Estás bien? —me levanto de mi silla donde estaba viendo una ecografía que Stefanie me había enviado hace unos minutos.

—Alex ¡Lo encontré! ¡Encontré tu vestido! —frunzo el ceño y viene corriendo hacia mí con esos enormes tacones. Mis pulmones sueltan todo el aire que estaban reteniendo. Me imaginaba algo peor, ella saca su tableta electrónica y me muestra un vestido de novia.

—Es como a ti te gustan, sin tul, ni mucho escote, sencillo pero elegante —enarco una ceja mientras observo el vestido, sí, me gusta, sonrío ampliamente, ya me estoy comenzando a emocionar todo esto.

—Es lindo, pero aún faltan sus cuantos meses —camino de regreso hacia mi escritorio, ella me rodea y se pone de frente.

—Cuatro meses, Alex, yo ya estuviera volviéndome loca para tener todo listo para ese día ¿Lo entiendes? ¡Cuatro meses! Ya tengo unas ideas para las invitaciones, los zapatos que vas a usar —comienza a caminar hacia el sillón frente a mi escritorio diciendo todas estas palabras sin siquiera respirar —que peinado te haré, yo usaré un vestido rosa —me está comenzando a marear —David llevará una corbata rosa para que combinemos, seremos los mejores padrinos de boda que hayas visto.

—¡Vaya vaya! Alguien está más emocionada que la novia —reconozco esa voz, volteo rápidamente y ahí está, recostado sobre el marco de la puerta con ambas manos en los bolsillos de su pantalón negro, a la par de él está... ¿Alexander?

Sonrío ampliamente al verlos.

—Alexander, no te esperaba ¿Qué haces por aquí?—camino hacia él a paso rápido, él también camina hacia mí y me rodea con sus brazos.

—Para mí las llamadas telefónicas no son suficiente —afirma, mientras nos abrazamos fuertemente.

—Señor Alexander, ya también tengo el traje que usted usará y los zapatos, su corbata también será rosa porque todos los decorados serán rosa —él sonríe viendo a Natalie caminar hacia nosotros diciendo todas esas palabras.

—¿Cómo que los arreglos serán color rosa? —Oliver mira a Natalie frunciendo el ceño mientras se acerca a abrazarme una vez que Alexander se ha separado un poco y me da un beso en la mejilla.

—A mí me gusta el color rosa y a Alex también, y tu corbata también será color rosa —Oliver enarca una ceja viéndola seriamente.

—Yo no me pondré nada rosa. Es mi boda, y no pasaré vergüenzas—presiona sus labios sobre mi frente mientras se separa un poco. Sí, Natalie hará que se ponga la corbata rosa. Lo sé.

—Natalie, basta. El día de la boda serás tú quien se desmaye, estoy segura—menciono, Natalie vuelve su mirada a mí y se cruza de brazos.

—¡Alex! ¿Cómo puedes estar tan tranquila? —se para frente a nosotros observándonos con esos sus grandes ojos castaños —te veré a última hora correr de un lado a otro maldiciendo por todo.

—Creo que Natalie ya te conoce perfectamente —mi padre y Oliver sonríen —Bueno, quiero que me des otro paseo en tu motocicleta, mi amor ¿Te parece? Tenemos que hablar algunas cosas.

¿Tenemos que hablar? Esas tres jodidas palabras siempre causan escalofríos sean quién sea que te las diga.

—Oliver, iré a casa por la motocicleta —sonrío forzada para no preocupar a nadie por todas las cosas que pasan por mi cabeza.

—Si tienes que terminar de trabajar yo espero, Alexandra —menciona mi padre, mientras toma mi mano.

—Alex puede salir, no se preocupe señor Carlin, pero eso sí, en la motocicleta no por favor ¿De acuerdo, Alex? —y me mira con una ceja enarcada, como sabiendo que yo haré casi omiso a sus palabras —toma mi auto —exclama, sacando las llaves de su bolsillo y me las extiende.

En otra ocasión hubiese ido por la motocicleta, pero esto es serio. Tomo las llaves con una sonrisa ladeada y salimos por la puerta dejando atrás mi oficina.

Camino nerviosa por el estacionamiento del restaurante, esas siempre no son buenas palabras, hasta que veo que Alexander no viene a la par mía, volteo a buscarlo y viene caminando a paso lento, lo observo con intriga y veo que está hiperventilando.

—Lo siento —habla —es que no puedo caminar tan rápido —intenta recuperar la respiración y yo me alarmo. Lo único que hago en asentir y esperar que él se sienta mejor.

Caminamos a paso disminuido una vez que él se ha recuperado, sus manos están frías, él ha desmejorado.

—¿Estás mejor? –pregunto, una vez que estamos dentro del lugar, el está sentado al frente de mí y asiente, intentando cambiar el tema. No me había dado cuenta que estoy mordisqueando la uña de mi dedo índice.

—Tu madre está emocionada con lo de la boda. Ya está comenzando a arreglar el patio y sembrar sus rosas nuevamente —sonríe levemente mientras observa el menú. No puedo opinar, estoy analizando su rostro, me está comenzando a preocupar.

—¿Has tomado las medicinas, papá? —intento que me mire a los ojos pero él continúa su mirada puesta en el menú.

—Sí, lo he hecho —levanta su mirada levemente luego de una pausa —Pero ya no está haciendo el mismo efecto. Frunzo el espacio en mi entre-ceja y lo observo con intriga.

—¿Cómo que ya no están haciendo el mismo efecto? —niega con su cabeza y vuelve su mirada al menú.

—Sabes que esta es una enfermedad que me descubrieron desde niño, pero nunca le tomé tanta importancia. Ni siquiera se lo mencioné a tu madre hasta que tuve la primer decaída.

—Pero si tomas tus medicinas todo va a estar bien ¿Cierto? —hablo rápido, como siempre cuando algo me preocupa y sólo quiero escuchar palabras tranquilizantes.

—Alex, por favor —ahora me mira nuevamente —si algo me llega a pasar, tienes que ser fuerte para tu madre y hermana —no, no ahora, no ahora que estoy comenzando a tener un padre.

—Pero te pondrás bien, Alexander. Lo sé, estoy segura.

El sólo sonríe levemente, mientras la camarera se nos acerca para tomar nuestra orden. Trago el nudo en mi garganta mientras hago mi pedido, una vez que se retira él intenta nuevamente cambiar la charla pero yo no puedo, quiero que me diga que va a estar bien.

—¿Ya te comentó Stefani que el bebé es un varón? Dice que lo llamará Alexander —sonríe y busca mi mirada que en estos momentos está perdida en otro universo —¿Alexandra?

—Tú eres fuerte, papá. Lo has dicho siempre —clavo mis ojos en los suyos —Quiero que me lleves el día de mi boda y que conozcas a mis hijos y los veas crecer.

—Sí, es lo que más anhelo, pero hasta la persona más fuerte tiene su punto débil, mi niña —suspira y sus ojos se cristalizan, no no no —Prométeme una cosa —toma mi mano que reposa sobre la mesa, estoy segura que mis ojos se han cristalizado, asiento dudosa —vas a continuar escribiendo. Quiero que re-escribas las cartas que me hiciste a los 7 años y hagas un libro con ellas. Sé que hay muchos que se sentirán identificados y no sabes a cuantos padres les puedes tocar el corazón como lo hiciste conmigo.

Quiero salir corriendo de aquí y llorar, pero no puedo estar huyendo a esos sentimientos toda mi vida.

—Lo haré, no te preocupes —intento sonreír pero ni eso me sale.

Estuve despierta casi toda la noche y cuando pude quedarme dormida, casi en instantes la alarma suena. De momento el desvelo no me afecta pero sé que después lo hará.

Alexander se va al día siguiente, ambos vamos a dejarlo al aeropuerto. Oliver le ofreció el jet pero él insistió en tomar un vuelo hasta Miami, no puedo dejar de pensar en sus palabras y sé que Oliver nota mi preocupación.

—¿Estás bien, mi amor? —sonrío levemente, no, no lo estoy, pero asiento para no preocuparlo, sino, no irá a trabajar y se quedará en casa conmigo, no quiero que esté retrasando su trabajo por mi culpa.

Tengo que ser fuerte, esas palabras resuenan en mi cabeza una y otra vez. No puedo dejar de pensar en él. Sentada en mi oficina, apoyo mi cabeza sobre mi escritorio y cierro mis ojos para evitar que lágrimas salgan por ellos.

Quiero adelantar la boda, en cuatro meses muchas cosas pueden pasar, yo quiero que sea él quien me lleve al altar como todos los padres a sus hijas. Sin poder detenerlas, varias lágrimas comienzan a brotar de mis ojos.

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