Esposa de mi jefe © (Borrador...

By R1Aguirre

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Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratad... More

Importante leer:
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
NOTA
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 63
Parte 64
Parte 65
NOTA
Parte 66
Parte 67
Parte 68
Parte 69
Parte 70
Parte 71
Parte 72
Parte 73
Parte 74
Parte 75
Parte 76
Parte 77
Parte 78
Parte 79
Parte 80
Parte 81
Parte 82
Parte 83
Parte 84 (Capítulo final)
♥Importante leer♥
♥IMPORTANTE♥
Esposa de mi jefe con Contenido Inédito

Parte 62

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By R1Aguirre

Importante: Pueden encontrar el libro con dos portadas distintas (también la de Casado con mi secretaria), una color rosa y otra con fondo blanco. No hay diferencias en la historia (solo es la portada).



_________

—Cuando tengan un mal dia, recuerden que Alex cayó por las escaleras arruinando su propia fiesta sorpresa de cumpleaños —si algo molesta más que un grano en el trasero es el tío Frank. Todos ríen por su comentario sin importarles mis sentimientos.

—Alienígenas, por favor, secuéstrenme, hagan experimentos conmigo, no lo sé, cualquier cosa es mejor que escuchar esto —finjo lloriquear viendo hacia arriba sentada frente al pastel mientras la abuela enciende las velas.

—Bueno, luego me cuentas como te fue porque es seguro que te van a regresar —habla Frank, sosteniendo una cerveza.

—O se cae de la nave espacial —la abuela se mofa, interrumpiendo al tío Frank, sí, mi propia abuela y todos vuelven a carcajearse. Abuela, abuela... contaré tus secretos.

—¡Alex! —la voz de Natalie interrumpe mis pensamientos de mudarme a China —¿Por qué encontré tu gorro de cumpleaños en la basura? —me mira con esos enormes ojos castaños que sabe que me dan miedo.

—Ehmm. Este... lo había perdido —rasco la parte de atrás de mi cabeza poniendo mi cara más humilde posible —¡Qué bueno que lo encontraste! —finjo emoción.

—¡Claro! Y por eso está pisoteado y arrugado —¡Joder! ¿Ahora que me invento? Se acerca a mí acomodando y limpiando el puto sombrero rosa escarchado y con listones de colores, lo pone en mi cabeza y sonríe.

—Ya estás lista. Todos a cantar Feliz Cumpleaños.

Y comienzan... intento parecer avergonzada y que no me gusta esto pero la verdad es que siempre muero de emoción cuando me cantan feliz cumpleaños y me hacen apagar las velas mientras pido un deseo. Pero ya no confío en eso de pedir deseos, desde los cuatro años mi deseo ha sido ver un fantasma y no, nunca se cumplió.

—Ahora, apaga las velas y pide un deseo —la abuela toma pose con su cámara a la antigua.

Cuando comienzo a apagar las velas Rosa me deslumbra con el flash de su celular. ¡Ahh! Me va a dejar ciega.

—Rosa... —riño, frotando mis ojos y ella comienza a teclear.

— Á-l-b-u-m-c-u-m-p-l-e-a-ñ —Rosa comienza a mencionar letra por letra mientras mueve sus dedos sobre el celular bastante despacio —lo siento, es para mi feibu —sonríe y todos la miran con intriga.

—¿Se refiere al Feibul? ¿La bebida energizante? —la abuela pregunta con el ceño fruncido, Oliver quiere reír pero se contiene, me mira y se retira de ahí, si, ya sé que es a reírse tranquilo allá afuera.

—Abuela, la bebida energizante se llama Redbull.

—¡Ahh! Con razón en el supermercado me dijeron que no conocían esa bebida y yo los llamé idiotas —ríe sonoramente, el señor Anderson la mira y quiere reír pero mejor dá la vuelta y comienza a ver un cuadro de un paisaje que está colgado en la pared conteniendo una carcajada mientras sostiene una copa de vino.

—Ignoren a mi madre, termina de apagar las velas Alex, quiero pastel —el tío Frank arrastra una silla y se sienta a la par mía viendo el pastel con entusiasmo. Frunzo el entrecejo, pero ¿ya qué? Yo también quiero pastel.

Apago todas las velas y todos comienzan a aplaudir, el primero a acercarse a darme un abrazo es mi padre, sí, él; por primera vez en la vida escucho un Feliz Cumpleaños de su parte, y al verlo recuerdo lo del sueño y algo se instala en mi pecho, yo no quiero que algo le pase, lo rodeo con mis brazos y él hace los mismo, después todos uno a uno me abrazan, excepto el tío Frank que ya se está sirviendo pastel, Oliver se acerca a mí y me da un efusivo abrazo e incluso me levanta entre sus brazos.

—Feliz cumpleaños mi muñeca —me da un beso en los labios acompañado con una sonrisa que no correspondo.

—Tú... me tienes molesta —pincho con mi dedo índice sus musculoso pecho y lo miro fijamente una vez que mis pies han tocado el suelo —me hiciste dar vueltas allá arriba con emoción para ni mierda—él sólo ríe y me observa a los ojos.

—Lo siento —vuelve a reír, esto para mí no es divertido —por cierto, tengo algo para ti —inmediatamente mis sentidos se alertan, espero no sea otro juego porque lo golpeo; él se separa de mí y lo veo subir por las escaleras, quiero seguirlo cuando el tío Frank se para frente a mí.

—Alex, yo soy malo para los regalos, así que toma —me extiende un billete de 100 dólares —cómprate otro short de deakpool por Amazon —lo miro achicando mis ojos.

—Es deadpool, Frank —digo, tomando los 100 dólares sin quitarle la mirada de encima.

—Alexander —llama la atención de mi padre quién conversa con el señor Anderson y estoy segura que es sobre el vino, mi padre voltea a verlo con intriga —me acabas de prestar 100 dólares, te los pago el otro mes.

Ahora entiendo porqué está divorciado y no volvió a casarse.

Mi padre lo mira desafiante, no me da tiempo de protestar cuando Frank camina hacia ellos. Oliver viene a paso rápido hacia mí y sostiene una caja perfectamente envuelta con un moño en el centro. Mis ojos brillan, me extiende la caja con una sonrisa, rápidamente la tomo y la comienzo a abrir, odio las sorpresas porque me emocionan. Cuando llego finalmente a la caja interior observo la figura, es una cámara, sonrío al verla y llevo mis ojos a los suyos.

—¿Es en serio? Bueno, espero no sea "la" cámara —él suelta una risota y vuelve a enrollar sus manos en mi cintura.

—No es "la" cámara, pero sí es muy buena, para todos los viajes que haremos juntos, muñeca —me hace esbozar una amplia sonrisa, yo amo viajar y amo la fotografía, sería hacer cosas que amo con la persona que amo, que enredo.

—Señor Anderson, renuncio. Me haré fotógrafa —sigo con mi mirada puesta en la cámara. Oliver sonríe cuando escucho los tacones de Natalie acercarse a nosotros a toda carrera. No sé como lo hace, yo descalza caí por las escaleras.

—Alex —dirijo mi mirada a ella, su vestido azul es mucho más apretado que el mío y aún así corre sin problemas y con esos enormes zapatos, sostiene algo que parece un cuadro y está cubierto con una manta, observa mi cámara y chilla, mis tímpanos se resienten.

—En serio te luciste niño Oliver —si a alguien le gusta la fotografía tanto como a mí es a Natalie —bueno, quería que mi regalo fuera el mejor, pero no creo que supere esa súper cámara —arquea sus cejas y vacilando quita la manta del cuadro y me lo extiende.

Me quedo perpleja, enarco una ceja y observo su cuadro, es una pintura y es mi rostro. Sí, a ella no sólo le gusta maquillar rostros, también pinta con pinceles excelentes paisajes, y tiene un cuaderno de dibujos, tenía aproximadamente unos 3 años de no hacerlo. Levanto mi mirada a ella y tiene una sonrisa de oreja a oreja.

—Me desvelé varias noches enteras, pero lo hice —menciona, viéndome con emoción.

—Natalie ¿Tú hiciste eso? —pregunta Oliver, un poco atónito por el trabajo de Natalie. Y es que hasta yo lo estoy, sabía que podía pintar pero no sabía con que calidad.

Ella asiente con entusiasmo y yo le doy la cámara a Oliver para sostener el cuadro.

—Natalie, esto es estupendo —alterno mi mirada entre ella y el cuadro, me acerco y la rodeo con mis brazos con una enorme sonrisa. Ella está entusiasmada, lo sé.

—¿No es que habías encargado tu regalo por internet? —Oliver enarca una ceja y la mira.

—Sí, pero ese es otro regalo que hasta tú vas a disfrutar —le guiña un ojo y Oliver ríe a carcajadas, la miro con desaprobación. En ese momento David entra por la puerta, nos divisa y camina hacia nosotros, sostiene un maletín en su mano derecha y en la otra una bolsita.

—Feliz cumpleaños, Alexandra —me extiende el paquete y lo observo frunciendo el entrecejo —soy malo para los regalos.

—Muy malo —interrumpe Natalie, él la mira con mala cara y vuelve su mirada a mí.

—En fin, Natalie me dijo que estas cosas te gustan, así que... —tomo la bolsita y la abro, mis fosas nasales se activan, sonrío al ver lo que es.

—¿Una hamburguesa, David? ¿Es en serio?

—Lo sé, soy un maldito buenazo para los regalos —se mofa, río levemente, y Oliver lo mira con esa expresión seria suya cuando no le gusta algo —Bien, yo sólo vine a comer pastel.

Sonrío levemente y Natalie se va con él a servirle pastel. Oliver me toma del codo y tira suavemente de mí, lo miro curiosa.

—Ven conmigo —menciona, frunzo el ceño y me dejo guiar por él. Llegamos a la otra sala que estaba cerrada con llave ¿Porqué estaría cerrada con llave? Antes de entrar tapa mis ojos con una de sus manos porque con la otra sostiene la cámara, todo en mi interior se remueve, odio esa sensación que provocan las sorpresas, cuando estamos dentro mis ojos quedan libres y los abro de inmediato.

¡No! ¡Es un piano! Es enorme, es negro y reluce con la luz que entra por la ventana. Cuando tocaba el piano quería uno idéntico pero nunca lo tuve.

Me acerco al piano y hago un sonido tocando todas las teclas con mi mano de manera corrida.

—Oliver...

—No —me interrumpe —no lo compré yo. Se me adelantaron.

—Y bien... ¿Te gusta? —la voz de mi padre me hace levantar la mirada de inmediato, está de brazos cruzados con una sonrisa en sus labios.

—¿Tú...? —pregunto, y su sonrisa se amplía, asiente y se acerca a mí.

—Me ha gustado como tocas el piano desde que te escuché por primera vez en aquella competencia de talentos en tu escuela primaria. Sí, lo recuerdo. Estuve ahí Alex aunque no me viste porque me fui en cuanto te anunciaron como ganadora. Que terrible error lo sé —suspira levemente —pero bueno, sé que siempre has querido uno así, para que mires que sí te prestaba atención. Espero no haya sido muy tarde.

Niego con mi cabeza, creo que antes de la muerte nunca es tarde. Ni siquiera tengo palabras. Me acerco a él y lo abrazo, él hace lo mismo.

—Gracias Alexander, en serio —una lágrima intenta hacer aparición por mi rostro pero no lloraré, ya Oliver me ha visto muchas veces en esa situación y no quiero que crea que soy una llorona.

—¿Competencia de talentos? ¿Piano? Sorprendente —la voz del señor Anderson nos interrumpe. En serio que eres una caja de sorpresas, Alexandra, ahora entiendo porqué este hombre está enamorado de ti —golpea suavemente el hombro de Oliver y sus mejillas se tornan carmesí, se ve tierno —Margot y yo también te tenemos un regalo.

¿Otro? Hoy es el mejor día de toda mi vida ¡Amo los regalos! Estoy pensando miles de cosas. Espero no sea un helicóptero, o un jet, u otro Bentley perlado porque enserio ese ya me tiene por vomitar arcoíris. Distraída me lanza unas llaves y no me percato hasta que siento un golpe en la frente.

A cualquier otra persona les hubiese pasado muy cerca y hubiese fingido asombro porque casi se les estrella en la cara, pero a mí no, a mí se me tuvieron que estrellar en la puta frente.

—Joooo... —mejor me callo, los tres me miran con los ojos bien abiertos, por suerte el tío Frank no está porque se burlaría por el resto de mi vida. Se acercan rápidamente a mí mientras llevo mi mano a mi frente, si, dolió, pero no me quejaré porque enserio no quiero ir al hospital otra vez.

—Oh por Dios. Lo lamento. No pensé que... —el señor Anderson viene a paso rápido cuando Oliver lo empuja levemente y es el primer en llegar hasta mí.

—¿Papá es en serio? —interrumpe. Nooo, no quiero ir al hospital otra vez.

—No fue mi intención —el señor Anderson también se acerca junto a mi padre y los tres me miran preocupados.

Por favor, Ser Supremo ya que se divierten allá arriba escribiendo mi vida, almenos que no me lleven al hospital otra vez. Te juro que me voy a portar bien.

—Aléjate papá.

—Ya dije que lo siento. Yo sólo quería que fuera allá afuera a descubrir su regalo. ¿Cómo te sientes, Alex? ¿Llamamos al doctor?

¡Nooo!

—Estoy bien—menciono rápidamente antes que termine en el hospital de nuevo. Mejor ni me sobo —¿Y qué es? —intento cambiar el tema, sonrío de oreja a oreja, mierda sí que duele. El señor Anderson recoge las llaves y me las entrega, esta vez sí, en mis manos.

—Sígueme —enuncia, Oliver lo mira de mala cara y él con una expresión neutral le devuelve la mirada.

Camino tras él intrigada, que no haya un helicóptero parqueado allá afuera, por favor. Abre la puerta principal para mí y salgo, detrás de mí viene Oliver y mi padre. El señor Anderson se adelanta y continúa su camino, se para a la par de una Harley Davidson; me detengo de golpe y lo observo intrigada, señala la motocicleta y observo que es idéntica a la suya pero con mi nombre en ella. No puede ser cierto. Ahogo un grito.

—¿Esto? ¿En serio? —camino a paso rápido hacia él. Asiente y sonríe.

—Papá noooo —Oliver viene tras mío apresurado —esas cosas son peligrosas ¿Y tú le regalas una a mi esposa?

Oliver es la reina del drama.

El señor Anderson resopla y mira a Oliver con esa misma expresión que hace él. En estos son iguales.

—Yo las he usado por años y sigo aquí. ¿O no es así? —arquea sus cejas, Oliver se cruza de brazos y resopla.

—En serio, gracias señor Anderson. Muchísimas gracias —lo miro con entusiasmo, me estoy congelando de frío porque salí sin abrigo pero no me importa.

—En serio, lamento lo del golpe, no pensé que estabas distraída.

—¿Cual golpe? —interrumpo y resoplo; por una de estas no me importa.

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