Sigo tamborileando mis zapatos contra el piso, viendo fijamente que se forman unos rombos, estoy más aburrida que una caca de Misifús entre mi ropa, miro alrededor. En menos de diez minutos escucho mi nombre en una voz de mujer
—¿Alexandra? —Frunzo el ceño y desconcertada contesto.
—Aquí. —luego me arrepiento ¿Qué tal si es que me quieren matar? —Aquí no está, corrijo.
—Bien, para la Alexandra que aquí no está hay una bolsa con toallas femeninas.
—¡Ah! Entonces si soy yo —maldito Oliver, no me pudo avisar que las mandaría con la señora. Ella pasa por debajo de la puerta del sanitario la bolsa y le agradezco.
Salgo con toda la vergüenza del mundo y la señora está trapeando el piso, le agradezco nuevamente y al salir por la puerta del baño ahí está Oliver cruzado de brazos.
—Te compré 50 de esas para que no vuelvas a hacerme pasar por esto —frunzo el ceño, no, no me imagino a Oliver cargando 50 de esas.
Le entregan a Oliver la caja de pizza y yo sostengo las sodas, mientras Oliver toma la caja un papelito se cae, pongo una de las sodas sobre el mostrador y me inclino a recogerlo y ahí están los feos zapatos de charol, la mujer que le está entregando a Oliver la pizza es la puta que entró al baño.
Me levanto entregándole le papel y es una mujer no muy joven ¡Vieja rabo verde! Ella se inclina sobre la barra que nos separa recargando su peso en sus codos, como intentando verse sexy, le sonríe, despejando su cabello rubio liso de uno de sus hombros, analizo las facciones de Oliver y a él parece importarle en lo más mínimo, Oliver firma unos papelitos mientras tomo un sorbo de mi soda y observo como la rubia le coquetea a mi esposo, en mi cara. Maldita desgraciada, Oliver se encamina con la pizza y miro como la rubia se le come el trasero ¡Es que hasta eso!...... ¡no me joda! me pongo frente a ella bloqueando su visión.
—¿Está lindo ese trasero no? Pues déjame decirte que yo soy la que lo aprieta todos los días, así que más respeto —murmuro muy de cerca y le guiño un ojo, miro como de inmediato las mejillas de la puta barata se sonrojan y me observa apenada, camino hacia la puerta a paso fijo y con la frente en alto y una pelirroja me mira. La observo igualmente y esboza una sonrisa, llevo mis ojos a sus pies y ahí están las sandalias rojas ¡ahh! Es ella. Mi compañera de sanitario. Sonrío ampliamente y ella hace lo mismo, seguro también vio mis zapatos. Salgo por la puerta y volteo a ver a la rubia rabo verde por última vez con una sonrisa triunfante.
Al voltearme choco con la caja de pizza y ahí están los ojos tan azules de Oliver mirándome con desapruebo.
—¿Así que tu eres la que lo aprieta todos los días? —¡Maldición!, y yo que creí que lo había dicho en voz baja.
Oliver ríe a carcajadas mientras se sube al auto y mi cara se llena de todos los colores posibles y así continuó riéndose todo el camino hasta el jet mientras yo sólo me mantuve cabizbaja todo el camino, que vergüenzas que paso con Oliver, ni me había fijado que en el asiento trasero iba la gran bolsa con las 50 toallitas femeninas con alas, y yo que creí que era broma.
Ya en el jet me doy cuenta que no fue buena idea tomar soda, mi vientre está resentido y yo no traigo pastillas. Oliver quita la mirada de su laptop y la clava en mí.
—Alex... ¿Te sientes bien? —lleva su mano a mi frente y yo frunzo el ceño.
—No, mi vientre está cabreado y no quiere saber nada de la vida —recargo el peso de mi brazo sobre mi codo en el brazo de la silla y sostengo mi cabeza con mi mano. No sé qué expresión tengo pero no es buena, Oliver simplemente se ríe de mi gesto.
—Claro, te ríes porque no eres tú quién sufre con esta mierda.
—No me imagino yo con una de esas toallitas con alas enrolladas en mi súper Oliver —ahora sí lo miro y estallo en carcajadas.
—¿Tu súper Oliver? —lo miro divertida y vuelvo a atacarme en risas.
No sé a qué hora me quedo dormida pero el hombro de Oliver es bien cómodo y mucho más cuando está acariciando mi vientre. Las turbulencias del jet me hacen despertar y ya estamos llegando. Sólo quiero ir a dormir como nunca lo he hecho.
Bajo del jet y apenas logro caminar hasta la limusina, hasta esta caja de pastelitos pesa en mis manos, reposo mis caderas en la limusina mientras espero a Oliver quién firma unos papeles que le ha dado un hombre uniformado. El chofer está parado en el otro extremo y se acerca a mí.
—Si gusta le abro la puerta señora, para que se ponga cómoda —eso de señora me suena extraño.
—Alex, porfavor —sonrío.
—Lo sé —agrega —Rosa me ha hablado mucho de usted.
—¿Rosa? —interrogo frunciendo el ceño, todo mundo le habla de mí a todo mundo y yo ni idea.
—Sí, mi esposa —él arquea un lado de la comisura de sus labios, haciendo que sus bigotes se arqueen hacia el lado derecho.
—¿Pablo? —él sonríe más abiertamente —sí, también he escuchado de usted.
—Espero no haya sido sobre mi intolerancia al chile —dice, con toda la seriedad del mundo que me hace reír.
—¿Quiere uno señor Pablo? —extiendo la caja de pastelitos, yo ya me había comido tres, el asiente y toma uno, comienza a comerlo, me agrada el señor Pablo, y es que es la pareja perfecta para Rosa. Oliver se acerca y le extiende la mano y se saludan con un apretón. Pablo abre la puerta de la limusina para que entremos.
—Señor Pablo, no era necesario, pero gracias —digo, mientras subo, Oliver sonríe y sube detrás de mí, continúa con sus ojos pegados en el computador y yo sólo quiero que me apapachen, recuesto mi cabeza en su hombro y él se acomoda mejor para que me recueste en su pecho, acaricia mi cabello, me estoy quedando dormida cuando llegamos al edificio de mi departamento.
Mis últimos días aquí por culpa de Natalie y su borrachera en Las Vegas, ya no veré a Misifús y ya no volverá a hacerse popó en mi ropa, ya no sentiré esos típicos olores de caca de gato y ya no iré a pelear con don Juancho, y como si fuera poco el Misifús está en el pasillo esperando que abra la puerta para escabullirse hacia mi cuarto y churretear mi ropa, pero al ver a Oliver sale escabullido hacia el interior de su casa.
Abro la puerta del apartamento y...
—¡VAMOS DAVID MAS DURO! —quejidos roncos de David resuenan por toda la casa.
—MAS DURO ¡JODER! NO SIENTO QUE MUEVAS NADA —no quiero ver para ningún lado y encontrarme con una escena censurada. Oliver frunce el ceño y sé que se está imaginando miles de cosas por la sonrisa y expresión en su rostro.
—¡ESTOY SUDANDO! ¿QUE MAS DURO QUIERES? —evito reírme al igual que Oliver, Natalie sale a la sala y me mira, inmediatamente Oliver lleva sus manos a sus oídos, sí, ya nos conoce, Natalie grita y yo igual, es nuestro saludo, lleva sus guantes de Kick-Boxing y yo aquí imaginándome miles de cochinadas.
—¡Mis oídos! —exclama David, parándose detrás de Natalie. También lleva unos guantes de Kick Boxing —Anderson, estamos jodidos —camina hacia Oliver —estas mujeres tienen un saco de boxeo en este lugar ¿Puedes creerlo? —ríe y luego comienza a lloriquear fingidamente haciendo que Oliver estalle a carcajadas.
—¿A ese es al que le estabas dando duro? —se mofa Oliver, con toda la malicia posible y David lo mira con una expresión neutral.
—Bien, ¿Quieren pizza? —digo caminando hacia la cocina, sé que Natalie ama la pizza.
Todos comienzan a servirse y yo soy la única que por primera vez en la vida no quiere nada, pero no, Oliver comienza a llevar pizza a mi boca y tengo que comerla si no me hace pasar vergüenzas con el estúpido avioncito ese que le hacen a los bebés, le parece divertido ver mi cara de todos los colores posibles y Natalie que no puede apoya sus vergonzosas ideas para reír de mí junto con él, y es que estos dos juntos me van a hacer la vida imposible y al parecer hasta a David. Oliver le hace una seña a Natalie y ella asiente intentando ocultar una risa.
—DAVID, TRAE TU CULO A ESTE SOFÁ AHORA MISMO —Oliver intenta contenerse una carcajada al ver que David viene caminando comiendo su pizza y se sienta donde Natalie le indica, pero sólo unos segundos después reacciona y se levanta cabreado.
—A MI NO ME HABLES ASÍ —David se regresa a la cocina, Oliver estalla en carcajadas, Natalie igual y yo termino uniéndomeles.
—¿Y así es como ustedes se van a ir a vivir juntos? —interrogo, viendo a Natalie que aún no controla sus risas.
—Sí, necesito una cocinera en mi casa, así que...
—COCINERA TU ABUELA —interrumpe Natalie de inmediato, David se carcajea y es que no me los imagino a estos dos viviendo juntos.
—Mírenle el lado bueno, van a ser vecinas, David vive a unas cinco casas de la mía —afirma Oliver, llevando un bocado de pizza que según él "no quería comer". Los ojos de Natalie brillan.
—Hey, enserio que ustedes hasta casas cerca se tuvieron que buscar. ¿Están seguros que no se gustan? —ambos la miran con desapruebo y yo me río sonoramente, hasta el sueño se me está quitando con todos estos juntos.
—Enserio que preferiría estar casado con Oliver que contigo —David se acerca a nosotros —aunque de pronto se vuelva loco y comience a dar miles de órdenes por todos lados y comience a despedir gente —río nuevamente, ya hasta me duele el estómago y Natalie lo mira con toda la seriedad que ha podido recoger.
—Talvez tú deberías ir despidiendo a tu asistente, David —expresa Oliver, por su sonrisa maliciosa sé que lo ha dicho intencionalmente. Sabía que la pelirroja teñida tenía algo con alguno de los dos.
Inmediatamente David le hace un gesto de negación sutilmente, Natalie lo mira con furia-
—¿Asistente? ¿Qué tienes con tu asistente, David? —Natalie se levanta y me quita uno de mis vans.
—Na... nada —balbucea David, corre por instinto y Natalie corre tras él con mi zapato en manos, muero de risa. Estos dos viviendo juntos serán un caos.