Esposa de mi jefe © (Borrador...

By R1Aguirre

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Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratad... More

Importante leer:
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
NOTA
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 46
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 64
Parte 65
NOTA
Parte 66
Parte 67
Parte 68
Parte 69
Parte 70
Parte 71
Parte 72
Parte 73
Parte 74
Parte 75
Parte 76
Parte 77
Parte 78
Parte 79
Parte 80
Parte 81
Parte 82
Parte 83
Parte 84 (Capítulo final)
♥Importante leer♥
♥IMPORTANTE♥
Esposa de mi jefe con Contenido Inédito

Parte 50

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By R1Aguirre


Intento sonreírle lo más que puedo y él se regresa a su plática con mis tíos. No entiendo nada de golf, ni siquiera sé quién es Tiger Woods ni qué diablos es el Masters, mi padre nunca me dejó interesarme por esas cosas "masculinas" que a él le gustaban y peleaba todo el tiempo con el abuelo Billie porque me enseñaba béisbol, una "señorita" no juega a ese tipo de cosas, ah no, pero si puede ir a una escuela militar a usar armas y pegarle tiros en la frente a un maniquí. Algo normal en todas las mujeres.

Mi abuela sale con un enorme pastel y con mamá empieza a encender las velas, todos comienzan a cantarle Feliz Cumpleaños a Alexander mientras mi madre toca el piano. Una vez terminado el coro, que debo admitir me escondí para no tener que cantarlo junto a todos, Oliver se acerca a mis espaldas haciendo que me sobresalte y el vaso con agua que estaba tomando se derrame en el suelo.

—Oliver... —volteo y él sonríe ampliamente —me vas a matar, maldición.

—¿Qué haces aquí Alexandra? Tú deberías estar cantando allá afuera junto a tu padre.

—Yo no soy de estas cosas —niego con mi cabeza. Mientras intento drenar un poco de las gotas de agua que han quedado en el vaso.

—Dijiste que pondrías de tu parte —se cruza de brazos con una expresión de molestia en su rostro. Suspiro.

—Ya lo abracé tres veces, Oliver —recalco, levantando los tres últimos dedos de mi mano.

—Habla con él, pregúntale ¿Cómo se siente? ¿Qué tal le ha ido? ¿Cómo la ha pasado conmigo? —enarca una ceja.

—Tú lo que quieres es saber si le agradaste —suelto una leve risa, mientras él rodea mi cintura con sus brazos.

—No muñeca. Ya sé que le caí bien, me lo dijo varias veces no necesito volverlo a escuchar —sonríe victorioso.

—Pero qué modesto —exclamo irónica, con una mano sobre su pecho.

—Por cierto, que linda te ves con ese vestidito rosa —me mira de pies a cabeza —hasta me dan ganas de quitártelo —muerde su labio inferior y me apega a su cuerpo de una manera que me hace reír.

—Bien se lo quitas más tarde porque ahorita la necesito —mi madre entra a la cocina, Oliver se estremece y se separa de mí, aclara su garganta mientras oculta una carcajada, siento mis mejillas arder, que vergüenza. Dios llévame ahora.

Mi madre se acerca a nosotros y mira el agua derramada en el suelo.

—¿Quien fue? —nos mira alternadamente con un gesto de desesperación, ella odia la suciedad.

—Bueno, yo no sostengo un vaso —pronuncia Oliver con toda la maldad posible, maldito, río a carcajadas y mi madre lleva su mirada acusadora hacia mí

—Tu —me señala con su dedo índice, mi sonrisa se disipa —no te muevas de ahí.

La observo retirarse y frunzo el ceño, tan solo unos segundos después viene a paso rápido con un trapeador y me lo entrega. Miro a Oliver que está ocultando una carcajada, lo fulmino con la mirada, pongo el vaso sobre la mesa y comienzo a trapear.

—Por cierto, no sabía que tocaba el piano señora Carlin —se dirige a mi madre que mira detenidamente como trapeo el piso porque si una gota sigue ahí tengo que limpiar nuevamente.

—Ah, y sé tocar muchas otras cosas hijo, si quieres pregúntale a Alexander.

Tierra, trágame.

—Mamá...

—¿Qué Alex? —dice como la más obvia —Violín, cello, guitarra... —entrecierro mis ojos para observarla, yo entiendo su doble sentido. Sube las cejas pícaramente y Oliver ya no puede más ríe tanto que se tiene que sostener de la mesa, mi madre también ríe y yo me tengo que contener porque se supone que debo regañarla por esos tipos de comentarios.

Mi madre quita el trapeador de mis manos y lo recuesta sobre la pared, toma mi mano y se dirige a la puerta de la cocina.

—Vamos Alex. Necesito que hagas un sonido melodioso con el piano, voy a dedicarle unas palabras a tu padre.

—¿Qué? ¿Tú también tocas el piano? —hablo Oliver, ambas volteamos a verlo mientras viene tras nuestro con un gesto desconcertado.

—Bueno... —rasco la parte trasera de mi cabeza.

—Desde los cuatro años —me interrumpe mi madre y Oliver frunce el ceño.

—No es que sea buena tampoco —me excuso.

—¿Qué? Puede tocar Winter Wind de Chopin —mi madre mira a Oliver quién nos mira alternadamente con una extrema curiosidad en su rostro.

—Podía tocar Winter Wind de Chopin, madre —aclaro, viéndola con cansancio.

—¿Cómo no va a ser buena si la hicimos en los baños de un concierto de música clásica? —Inmediatamente llevo mi mano a su boca para evitar que dé más detalles. Oliver intenta contener la risa, pero no puede, ríe nuevamente y mi cara se llena de todo tipo de color, esta mi madre y sus cosas.

La llevo conmigo a jalones sin despegar la mano de su boca hasta llegar al supuesto escenario.

Me siento en el piano y me da un librito con una partitura, inmediatamente noto que es una música armoniosa de Beethoven, por suerte ya me la sé.

—Hola —saluda mi madre y todos voltean a verla mientras da una vueltecita —Yo le he escrito un poema al cumpleañero —sus ojos se cristalizan y lleva las manos a su pecho, mi padre sonríe y niega con su cabeza, sabe por experiencia que de mamá no se sabe que esperar. Mi madre aclara su garganta mientras espera que todos tomen lugar.

—Vamos Alex —murmura, y comienzo a tocar la bendita canción.

—¿Alexander la recuerdas? Es la canción que sonaba cuando nos conocimos —su voz se quiebra y puedo jurar que en los ojos de Alexander hay un suave brillo que indica que están húmedos, él asiente con su cabeza y la abuela hace sonidos de ternura, me recuerda a la señora Anderson.

—Para mi Alexander —inicia y todos esperamos atentos.

Recuerdo cuando estábamos en la secundaria,

Y me tiraste por aquellas escaleras,

Pero de qué otra forma me hubiera fijado en ti,

Si parecías calavera.

No sé si reír o seguir tocando, pero no puedo hacer ambas cosas en este tipo de situaciones. Todos comienzan a reír a carcajadas, incluso ella misma, mi padre sostiene su estómago con ambas manos y puedo jurar que está a punto de tirarse al piso. Oliver se ha sentado a la par de él y casi se atraganta con la copa de vino que estaba tomando, comienza a toser y ríe hasta más no poder, no me puedo contener, me carcajeo dejando a un lado la supuesta melodía, es que esta mi madre es única.

—No, ya —ella aclara su garganta y alisa su vestido de flores con las palmas de sus manos intentando recuperar su respiración al igual que todos los presentes —sólo quería alegrar la fiesta y veo que ya lo logré —ríe nuevamente —ahora si seriamente, solo quiero decirte mi Alexander —papá limpia las lágrimas de sus ojos causadas por la risa —que eres el hombre más asombroso que haya podido conocer, y sin ese empujón por las escaleras no te hubiese conocido —todos ríen nuevamente —y si no hubiese estado conmigo todo ese día en la enfermería, nunca hubiésemos sabido lo mucho en común que teníamos; estoy orgullosa de tener un esposo como tú que no cambiaría por nada ni nadie. Aunque seas terco... te amo y te deseo un felicísimo cumpleaños y miles de años más.

Mi padre se levanta y va a sus brazos con una sonrisa, la besa en los labios, todos comienzan a aplaudir, se forma un nudo en mi garganta al ver esta escena ¿Desde cuándo a mi me conmueven cosas así? Oliver los está viendo con una sonrisa y luego me mira a mí haciéndome una seña de que él hará lo mismo, niego inmediatamente con mi cabeza y él ríe nuevamente.

Ya cuando la atmósfera está más calma, y ni tanto porque mi madre a la par de la abuela hacen a todos estallar en carcajadas, Oliver se sienta a la par mía e insiste en que le toque alguna melodía y "para Elisa" de Beethoven es la primera que se viene a mi mente, que original Alex, pero como Oliver no es del mundo de la música clásica no parece importarle, se recuesta en mi hombro con su brazo rodeando mi cintura.

—Te voy a comprar un piano —dice, mientras continúa viendo mis dedos tocar aquellos acordes.

—Bien, pero que sea un piano normal, no "EL" piano —hago énfasis en esa palabra y él ríe nuevamente.

—Tú eres una completa cajita de sorpresas, mi amor. Almenos esto no me da miedo como esas jodidas peleas que te gustan —bien, eso me causa gracia y dejo de tocar para ver su rostro —Sabes, ahora que lo pienso bien, mejor te hubiese mandado a investigar con un detective privado, así no me hubiese llevado tantas sorpresas.

—Oliver... es más lindo que te des cuenta por ti mismo ¿No crees? —esbozo una media sonrisa —a mí me gusta describir cosas tuyas por mí misma, no porque alguien más me las diga.

Él sonríe, y unas carcajadas a nuestro costado nos sobresaltan. Quien más que mi abuela y mi madre haciendo chistes. Oliver me mira divertido.

—Sabes... Me agrada tu familia. Vengamos todos los fines de semana —dice, sentándose erguido en la banqueta que estamos.

—Por supuesto que no —continúo la melodía que había dejado a la mitad.

Mi madre se levanta y junto a la abuela le llevan el pastel a Alexander y él comienza a cortarlo, todos comienzan a aplaudir. Luego, la abuela se nos acerca con una de esas cámaras a la antigua que sacan las fotos de inmediato.

—Digan "Magic Mike" y sonrían —dice, poniendo la dichosa cámara frente a nosotros.

—¿Magic Mike? Abuela... ¿Porqué tú ves ese tipo de película? —enarco una ceja en lo que ella esboza una gran sonrisa.

—¿Qué diablos es Magic Mike? –pregunta Oliver curioso.

—Una película bastante sabrosa.

—Abuela...

Oliver ríe a carcajadas y me mira.

—Te digo que vamos a venir todos los fines de semana y punto.




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¡Un abrazo!

Rox.

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