La ambulancia está tardando demasiado, cada segundo que pasa siento que se me va el alma, tengo ganas de llorar pero no lo haré, yo soy fuerte, en este momento mi mente comienza a buscar culpables y antes de apuntar a Evan, apunta a mi padre; si él no le hubiese metido en la cabeza que tenía que casarse con un médico ella no estuviera en esta situación con este imbécil que es más de doce años mayor, desgraciadamente él es el único que sabe qué hacer en esos casos, ahora sí me arrepiento de no haber continuado la carrera de medicina, me siento inútil y tengo que permitir que este imbécil me dé instrucciones.
Oliver va por mi madre; enseguida ella y la abuela vienen corriendo, mi madre se quita las sandalias de plataforma para correr mejor, la abuela por su edad sabe sus cosas, así que gracias a Dios ya no necesitamos del idiota de Evan, Oliver lo toma de su bien arreglado maldito uniforme y de un puño lo aleja de la escena, podría jurar que miro preocupación en su cara, pero estoy segura que es el miedo de perder su carrera como médico.
—¿Qué fue lo que pasó? —pregunta mi madre, sus manos tiemblan y por un momento observo cómo sus rodillas casi le hacen pasar un mal momento pero se mantiene en pie y se deja caer de cuclillas en el pasto junto a Stefanie, la abuela se acerca a ella del otro lado. Tomo las llaves de la mano de Oliver y voy corriendo hasta la camioneta, Oliver me sigue pero al ver que Evan intenta acercarse lo tira de nuevo de un empujón y le dice algo que no presto atención. Corro hasta la camioneta y siento mis piernas como gelatina, las benditas llaves se me caen tres veces y no logro dar con el espacio donde van porque mis manos tiritan; cuando por fin lo hago, pongo en marcha el auto y choco contra en depósito de basura frente a la casa y paso sobre el jardín de mi madre destrozando todo lo que hay ahí, sé que luego me lo va a reprochar pero culparé al maldito de Evan, me estaciono bastante cerca y Oliver lleva a Stefanie en brazos hasta la camioneta. Mi madre y la abuela suben enseguida.
—Alex, déjame conducir —habla Oliver, accedo porque sé que no me siento en condiciones como para conducir hasta el hospital. Me ayuda a bajar de la camioneta tomando mi antebrazo y observa la marca que los dedos de Evan han dejado cuando me tomó bastante fuerte.
—Hijo de puta —exclama —Esto lo arreglo luego con él
Ni siquiera presto atención, me ayuda a subir del lado del copiloto y siento mi corazón latir a mil por hora, cada cinco segundos observo a Stefanie, siento sudores recorrer mi columna vertebral, quiero agarrar a golpes a Evan y observo por el espejo retrovisor que nos va siguiendo en su Audi negro.
Mi madre le indica a Oliver el hospital más cercano y va a toda velocidad que hasta temo un accidente pero es Oliver y hasta maneja helicópteros o eso dice su licencia que estoy segura que sólo pagó por todo el papeleo.
Hasta en un hospital Oliver muestra su identificación e inmediatamente tiene a una pila de doctores dispuestos a atenderle. Bajan a Stefanie del auto y se la llevan en una camilla, ya es demasiado tiempo para que aún no haya regresado en sí.
Estoy impaciente sentada sobre una camilla en la sala de enfermería, el golpe a Evan fue tan fuerte que resintió mi muñeca y como para Oliver nada pasa desapercibido, al escuchar mis labios pronunciar un quejido al tomarme de la mano hizo que me atendieran a mi también, ruedo mis ojos, no tengo de otra.
Mis piernas no tocan el suelo y las muevo inquieta en la camilla que estoy sentada, el doctor nos dijo que Stefanie y el bebé están fuera de peligro pero quiero verla, quiero cerciorarme que está bien y que no me están mintiendo. Un enfermero bastante atractivo se acerca a mí sonriente y comienza a hablarme. Sé que Oliver se aparecerá en segundos.
—¿Alexandra? —pregunta con sus ojos castaños bien abiertos, me recuerda a los de Natalie, y asiento. Toma mi mano y pasa una pequeña venda alrededor —ese golpe debió doler, pobre el que lo recibió.
Sonrío y Oliver entra por la puerta como me lo imaginé, el enfermero voltea a verlo y él también lo mira con su cara de pocos amigos.
—¿Familiar? —pregunta, volviendo su mirada a mi muñeca.
—Su esposo —dice, casi de inmediato.
El enfermero le saluda y él hace lo mismo pero sin cambiar su expresión neutral, viene hacia mí toma mi mentón y comienza a besar mis labios mientras el enfermero algo incómodo desvía su mirada hacia mi mano nuevamente y termina el vendaje de mi muñeca que estoy segura quitaré en un par de horas. Sonríe por última vez y se retira. Oliver lo observa alejarse y luego regresa su mirada a mí y no puedo evitar reír. Este hombre y sus celos.
—El doctor me dio una serie de pastillas que te vas a tomar por la inflamación, dice tu madre que eres buena para esquivar las horas de las medicinas pero conmigo te las vas a tomar sí o sí.
Enarco una ceja, eso ya lo veremos. El tío Frank entra por la puerta de la enfermería y observa mi muñeca.
—Alex, te he dicho, pierna izquierda adelante, derecha atrás, giro de cadera y golpe en la sien, hubieses dejado inconsciente a ese zopenco, golpe en la mandíbula es para niñas ¿Qué te pasó? —ríe al ver la expresión de Oliver.
—Vaya vaya ¿Así que usted es quien le enseña estas cosas, Frank? —Oliver se cruza de brazos y lo observa rodearlo para llegar hasta mí.
—Por supuesto —esboza una sonrisa —por cierto, ya me encargué de Evan, también entró a emergencia, dije que se había caído por las escaleras —dice, doblando las mangas de su camisa a cuadros —y te digo algo Oliver... si tú me golpeas a esta muchacha, aparte de que ella misma te va a arrancar tu hombría, yo le voy a ayudar ¿Entendiste?
—Y te los haremos en sopa —agrego indiferente, miro mi muñeca e intento moverla, al parecer el dolor ya van mermando. Sé que Oliver no es de esos hombres.
—Eso ya lo sé —agrega riendo, y por su expresión sé que en su mente se está imaginando miles de escenarios donde su hombría está siendo arrancada y niega con su cabeza.
En ese momento mi madre entra a la sala y se acerca a mí.
—Alex, por nada del mundo le menciones esto a tu padre, ya sabes su condición.
A mí si me gustaría decirle en su cara que el doctorcito que tanto defendía es un verdadero idiota. Pobre Stefanie, a sus 22 años no tiene porqué estar pasando por esto y peor ser madre soltera tan joven, pero eso es mejor que estar siendo agredida por un imbécil y con un bebé.
Cuando al fin me dejan verla corro hasta ella, la abrazo y ella a mí, aún tiene la agujita del suero en su brazo y está recostada sobre una camilla, paso la palma de mi mano sobre su cabello y ella comienza a llorar.
—Voy a dejarlo —dice, entre sollozos. Es lo mejor que me haya dicho en toda mi vida.
—Es lo mejor, pero... no llores por favor, hoy es el cumpleaños de Alexander y por nada del mundo puede verte de esta forma —sonríe, ella asiente limpiando sus lágrimas. Beso su mejilla tiernamente y me abraza. Esto me recuerda todas las veces cuando éramos pequeñas que yo tenía que cuidarla tanto porque siempre ha sido tan frágil, yo siempre he parecido un hermano mayor sobreprotector. Fui la única que se molestó cuando a sus 17 años dijo que se casaría con Evan y mi padre le dio toda su permiso.
Cuando por fin está fuera de peligro le dan de alta y nos dirigimos a casa, la verdad no sé que cuento le meterían a mi padre pero se ve bastante tranquilo mientras Stefanie permanece en reposo en su habitación.
Los invitados comienzan a llegar y Oliver comienza a socializar con todos, típico en Oliver. Al cabo de un rato ya conoce a todos mis primos y está bromeando con ellos mientras toman cerveza ¿Habrá alguien a quién Oliver no le agrade? Bueno, aparte de sus trabajadores, aunque también estoy segura que matarían por tener la atención de él. Sonrío al verlo tan interesado en lo que sea que le estén contando.
Alexander comienza a abrir los regalos, como vienen de mis tíos y primos los regalos son bastante originales y todos tienen que ver con vinos, él mismo ríe a carcajadas. Llega hasta el regalo de Oliver y comienza a abrirlo, sí, a través de la caja al quitar el envoltorio se ve que es un palo de golf que él mira sorprendido, busca en la etiqueta del obsequio y estoy segura que Oliver ha puesto mi nombre ahí porque levanta la mirada hacia mí y sonríe, comienza a sacar el palo de golf, Frank y Samuel se acercan, todos comienzan a ver el bendito palo de golf asombrados, me miran a mí y vuelven su mirada al palo de golf.
—Alex ¿Dónde lo consiguieron? —pregunta el tío Samuel. ¿Qué? ¿Conseguir que cosa? ¿De qué rayos están hablando?
—¿Conseguir qué? ¿Un palo de golf? —pregunto, poniéndome de pie para ir hacia ellos.
—No es sólo un palo de golf, es el palo de golf —exclama Frank y los tres se turnan para acariciarlo.
—¿Cómo que el palo de golf? —la verdad que no entiendo nada.
—Es un Titleist, usado por Tiger Woods en una de sus victorias en el Masters —mi padre está tan emocionado que casi temo que le dé un paro cardíaco ahora mismo.
—Hecho de metal puro, latón y cobre —agrega el tio Frank —esto es un dios en palos de golf.
Como me lo imaginé, Oliver no regala sólo un palo de golf, tiene que regalar "el" palo de golf y volteo a verlo, está sumergido en su plática con los hijos del tío Samuel que no se percata de lo que está pasando aquí. Esto debe costar más dinero del que pensaba.
—Enserio Alex, gracias —exclama mi padre y me abraza nuevamente, siempre lo hace cuando estoy desprevenida que hasta me cuesta subir los brazos para rodearlo, luego va hasta donde Oliver interrumpiendo su plática y también lo abraza efusivo y él se lo corresponde mejor que yo, le dice algunas palabras que no logro entender, soy bastante mala para leer los labios. Y mi padre sonríe, vuelve a mí y me abraza nuevamente.