The Nerds Plan: Madness in Ve...

By northwestyles

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➹GANADORA EN LA CATEGORÍA «HUMOR» EN LOS #WOWAwards2015 Luego de estar diez años conviviendo en... More

The Nerds Plan.
¡Trailer!
I. Diarrea.
II. Geografía.
III. Sensaciones.
IV. Oportunidades.
V. Formando recuerdos.
VI. Confort.
VII. Bienvenida.
VIII. De Lucifer y otros demonios.
IX. Contraseñas.
+ social networks & cositas +
+ entrevista +
X. Variados accidentes.
XI. Nuevos conocimientos y desodorantes.
XII. Bebidas no aptas para Nerdnianos.
XIII. Golpes inesperados, literal.
XIV. Adolescentes normales.
XV. Tarde de chicos, y perritos.
XVI. Noche de hombres, y gatitos.
XVII. Popularidad, caballerosidad y superheroes.
XVIII. Salsa a ciegas.
XIX. Problemas, secos y mojados.
XX. Estrellazos y etiquetas.
XXII. Reencuentros que arruinan.
XXIII. Secretos al aire.
XXIV. Cupido a la orden.
XXV. Charlas.
XXVI. Información confidencial.
XXVII. Cosas salvajes.
XXVIII. Snacks.
XXIX. Familia Zeta.

XXI. Primer dia de clases.

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By northwestyles




Luego de unos días de cuidados especiales (y un poco exagerados), los pacientes estaban completamente curados. Hillary casi muere al saber lo que les había sucedido y estuvo tres días seguidos visitándolos y trayendo consigo unos deliciosos bollos de canela, junto a jugo de arándanos, que le encantaba a los chicos.

Ahora, revirtiendo un poco las cosas, el apartamento era un caos total. Y solo por unas simples cuatro palabras, diecisiete letras, diez consonantes y siete vocales.

Primer día de clases.

La universidad empezaba en día lunes, y habían demasiados sentimientos encontrados.

Emoción.

Fatiga.

Nervios.

Y más fatiga.

— ¿¡Donde está mi bata!? ¡Liam! —Harry corría por toda la sala, vestido con el clásico uniforme vinotinto que exigía la facultad—. Se que te disfrazaste de científico con ella, ¿¡donde la pusiste!?

—Louis, ¿crees que debería llevar una lupa? —preguntó Niall.

Louis se encogió de hombros—. Guárdala en el morral por si las moscas.

—Tu bata está en la secadora, Harry, —exclamó Liam, desde el baño.

—Debe estar arrugada, y no puedo salir así, santo Cristo, —el ruloso partió carrera hacia el cuarto de lavado, donde efectivamente se encontraba su bata. Rápidamente cogió una plancha para eliminar cualquier rastro de arrugas.

— ¿Tu has visto a un doctor con la bata arrugada? —cuestionó Niall, comiendo cereal con leche.

—Guau, nunca en mi vida, —respondió Louis—. Es como una cosa inexplicable de la vida, como por qué de pequeños pintamos las nubes azules, si son blancas.

Niall asintió.

— ¿Como me veo? —Harry apareció en el comedor y dio un giro, mostrando su uniforme libre de arrugas.

—Ya, hasta miedo me das, —Louis soltó una carcajada, mostrando el miedo que le tenía a los doctores.

El timbre sonó, anunciando la llegada de su amiga Hillary, que se ofreció a acompañarlos y llevarlos en su auto.

— ¡Liam, apresúrate!

Liam apareció—. Ya, relájate, hermano.

—No ha empezado la universidad y ya hablas como hippie, —carcajeó Harry, corriendo hacia la puerta, para abrirla y encontrarse con la rubia.

Ella sonrió—. ¡Oye, que guapo!

—El color vino luce bien en mí.

—Deja de alardear, pequeño paracetamol, —dijo Louis—. ¡Estoy ansioso por ir! ¡Vámonos!

—La alegría del primer año es exquisita, —respondió Hillary a eso—. A lo que la emoción pasajera desaparezcas, querrás guindarte del techo.

Niall bufó—. Te va bien lo del drama.

—Niall, toma, —Liam le lanzó las gafas sin aumento que había comprado hace días en la óptica.

Niall las agarró y asintió, colocándoselas—. Ahora si me siento intelectual, gracias.

— ¡Vamos, vamos, vamos! —Louis chilló, debajo del marco de la puerta principal—. Tengo clase a primera hora y ustedes tan relajados. No puede ser.

Hillary los empujó por la puerta, —Caminen, no queremos que a la Doña Louis le de un infarto.

El mencionado le sacó la lengua y salió disparado por el pasillo a pedir el ascensor, mientras los demás caminaban tranquilamente detrás de él.

— ¿Y como es el campus? —preguntó Niall, mirando hacia Hillary.

—Gigantesco, —expandió sus brazos, justo cuando el ascensor llegó y todos entraron—. Se está dividido en varios edificios, todo depende de tu facultad. Leyes y Letras está en el mismo edificio, solo que es gigante y los separan varios pisos. Salud si es otro edificio diferente, un poco más lejos.

— ¿Que estudia Zayn y tú? —preguntó Harry, saltando fuera del ascensor, sujetando las cintas de su mochila negra con parches de figuras animadas.

Hillary resopló—. Yo estudio Leyes, pero estaré en el segundo año. El idiota estudia astrofísica. Lo odio.

—No es tan idiota si estudia astrofísica, —soltó Liam, pensando que esa sería una carrera entretenida, hasta que la rubia le dio un manotazo.

— ¿De que lado estas? —preguntó, luciendo amenazante.

—Sabiendo que iras tras el volante, creo que del tuyo.

Harry asintió—. Conveniente.

Bajaron al vestíbulo y saludaron a Thomas, que solo asintió en su dirección, prestándole su atención al periódico que tenia en sus manos.

Al llegar al auto, Zoe estaba apoyada en la puerta trasera, con sus manos en los bolsillos traseros de sus apretados jeans azules. A juego con un suéter corto, color frambuesa que resaltaba el claro color de su piel.

Louis casi se desmaya a ahí mismo. No podía creer que cada vez que la veía estaba tan bonita como una fresca rosa roja.

—Buenos días, chicos, —saludó, incorporándose.

— ¡Deténganse todos! —todos se alarmaron al escuchar el grito de Hillary—. Falta la selfie del primer día, ¡es muy importante!

Zoe bufó y rió, acercándose a ella. Todos se agruparon juntos, y Harry sacó su celular—. Yo la tomo.

Todos sonrieron felices y exclamaron un gran ¡queso!

—Harry, ¿quieres ir conmigo adelante? Quiero que me vean bajar con un guapetón vestido así, —exclamó Hillary entrando en su auto color plata.

— ¡Claro! —el ruloso saltó en el puesto del copiloto, dejando fuera a una indignada Zoe, la cual era consiente del juego de su amiga.

—Niall, móntate, —dijo Liam, apresurando al rubio, el cual subió rápidamente. Los dos estaban dentro del auto y solo faltaban los dos tórtolos.

—Las damas primero, —señaló Louis, detrás de la puerta del auto, esperando a que la linda chica subiera al auto.

Ella lo hizo rápidamente y se pegó tanto a Liam como era posible, para evitar a cierto castaño de ojos azules.

—Auch, me aplastas, —Liam exclamó, observando a la chica que estaba a su derecha.

Louis subió al auto, y cuando estuvo dentro, tuvo que aguantarse el aspirar profundamente el olor de la chica que estaba a su lado. ¿Raro? ¿Donde?

El viaje fue un poco incómodo, exceptuando los animados cantos de la rubia que estaba manejando y los gritos de Harry.

—No entiendo su tonta pelea, —Hillary exclamó, hacia Zoe y Louis—. Ustedes son lo mejor de lo mejor, serían la pareja más bonita de Las Vegas.

—Ya yo no estoy enojado con ella, —susurró Louis, mirando su largo y oscuro cabello.

—Pues yo tampoco, —habló ella, sin moverse.

—Pues yo menos.

—Pues yo más menos.

Liam rodó sus ojos—. Ustedes son más difíciles que encontrar el santo grial.

— ¡Vamos! Si no están enojados, tienen que darse un abracito para sellar la buena vibra, —exclamó Harry, riéndose con Hillary desde los puestos de adelante.

Louis no lo pensó y desde atrás la rodeó con sus brazos, apretándola para que no se soltara—. No te enojes conmigo, yo soy cabezota y no tengo la culpa. Lo siento.

Zoe se giró y le devolvió el abrazo, apoyando su cabeza en el hombro del muchacho.

— ¡Quiero llorar! —chilló la rubia, mientras que los demás chicos aplaudían con emoción hacia los dos personajes con mejillas sonrojadas.

— ¡Yo quiero una novia para abrazarla! —Harry hizo puchero hacia Hillary—. ¿Tienes otra amiga guapa que me presentes?

—Mi reserva es muy poca, aunque con tu pinta ya cualquiera se enamora de ti, —ella dijo—. Tu tranquilo, que lo bueno tarda.

Hábilmente, la rubia estacionó, dejando que todos salieran—. ¡Pero yo no quiero que tarde mucho! ¡Pronto me saldrán canas!




[++]

Hillary, junto al Rubio y Louis se fueron dando saltitos hasta su respectivo edificio. Liam y Zoe también, dado a que iban al mismo curso juntos. Y Harry estaba caminando absolutamente solo hasta el edificio de salud.

En verdad, el ruloso le molestaba estar solo, se sentía vacío y extraño. Desde hace años que no se sentía así, ya que, al entrar al internado, nunca se había separado de los chicos, eran como uña y piel.

Tendría que hacer nuevos amigos.

Eso le ponía la piel de gallina. Sus tres compañeros fieles cayeron del cielo, y gracias a ello, nunca había tenido que «buscar» a alguien más. ¿Ahora, qué hago?

Caminó más, y más. El edificio estaba lejos, aunque le venía bien ese momento para pensar alguna estrategia. ¿Llegar y simplemente hablar? Demasiado raro. ¿Presentarse con nombre y apellido? Muy formal. ¿Esperar a que llegue alguien? Exageradamente lento.

Por fin había llegado a su edificio y nunca había estado más contento que en ese momento. Era muy bonito, al estilo de la antigua Grecia, con pilares grandes y una linda placa de metal con el nombre. Había una fuente y muchas banquetas de cemento blancas repartidas por doquier.

Todas las personas ahí estaban vestidas como él, algo que le sirvió de tranquilizante. La mayoría estaba con él color vino tinto, aunque también pudo ver alguno que otro uniforme negro, también gris y azul marino. Quería uno de esos.

Empezó a buscar una banqueta donde sentarse y observó que casi todas estaban ocupadas. Suspiró, y se ajustó los lentes, y mirar bien a ver si tenía suerte.

Y si que la tenía.

A lo lejos, había un chica con el cabello muy rojizo, con rulos como él, su mismo uniforme, pero con la bata de laboratorio puesta. Estaba leyendo un libro, también tenía lentes grandes como los de él y una mochila marrón a su lado.

«Vamos, Harry, si puedes», se dio ánimos mentalmente, y caminó hacia dónde ella estaba. Sonrió casi al llegar y cuando estaba casi cerca, un timbrazo sonó en su celular.

«Clase número uno: Anatomía, cinco minutos antes de que empiece. Auditorio. ¡Apresúrate, Harry!»

Observó con recelo la alarma que había puesto y culpó al Harry del pasado por interrumpir su posible coqueteo con la pelirroja.

Dio la vuelta y caminó con velocidad, recordando vagamente el pequeño mapa que había visto en internet de la facultad. Derecho, izquierda, derecha, escaleras, puerta grande. Eso mismo hizo y llegó con éxito al lugar deseado. Y casi se le salen los ojos.

Era impresionantemente grande, muchos asientos, gigantes pizarras, se sentía como estar en una asamblea, o el salón de reuniones de La Casa Blanca, o alguna cosa importante. Había unas pocas personas por aquí y por allá, sabía que en cinco minutos el lugar se llenaría, y por ello empezó a bajar las escaleras que atravesaban el lugar, para así llegar al primer puesto del pasillo. Estaba cerca del profesor, no se distraería y si sucedía algo malo, saldría corriendo más fácil.

Todo fríamente calculado.

Observó que todos ahí tenían la bata puesta, así que la sacó del bolso y se la colocó rápidamente para sentarse y acariciar repetidamente su lugar en la larga mesa.

Todos ahí estaban en grupos grandes y se sentía como una pequeña polilla alrededor de grandes Águilas. Decidió sacar su celular y jugar un juego de doctores que operaban para matar el tiempo. Entonces se dio cuenta de lo fácil que era abrir el corazón y sacar un pedazo de suciedad y papel.

Escuchó la silla a su derecha ocuparse y bloqueó rápidamente el celular, impidiendo ver que estaba operando a una mujer momia. Carraspeó y se giró, para ver a la chica pelirroja de hace rato.

— ¡Hola, hola! —Harry sonrió, haciéndola asustar un poco.

La muchacha lo miró, al tiempo en que sus mejillas se colocaban como el color de su cabello—. Hola.

—Me llamo Harry Styles, y no estoy desesperado en buscar amigos.

Ella sonrió—. Cynthia Pusheck, y yo tampoco estoy desesperada en buscar amigos.

Harry la observó, y por sus facciones extrañas y voz rara, dedujo que no era una chica americana—. No eres nativa de América, ¿cierto?

Cynthia suspiró—. No, ¿hay algo malo en eso?

— ¡No, no, no! Es solo que tu voz, definitivamente, no es de una americana. Y eso para mí está bien.

—No, no soy americana. Soy rusa.

—Guau, interesante, —harry le dijo—, dos de mis amigos saben hablar ruso. ¿Conoces alguien acá que quiera ser nuestro amigo?

—No conozco a nadie en América, aparte de una anciana azafata, la secretaria de aquí y el chico de la cafetería, —ella susurró.

—Bueno, quizás podríamos utilizarte para que nos den descuentos en las galletitas, —Harry balanceó sus cejas y ella soltó una carcajada, para luego recomponerse y sacar de su mochila las gafas que había estado usando cuando la vio fuera. ¡Ya tenía una amiga!

¿Cómo estarán los chicos?


++

El mejor manip ever bye. Comenta para que hayan más selfies with besties. ¿Les gustó el capítulo?

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