Esposa de mi jefe © (Borrador...

Od R1Aguirre

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Alexandra Carlin, es una chica recién graduada de la universidad, sin éxito en el campo laboral, es contratad... Viac

Importante leer:
Parte 1
Parte 2
Parte 3
Parte 4
Parte 5
Parte 6
Parte 7
Parte 8
Parte 9
Parte 10
Parte 11
Parte 12
Parte 13
Parte 14
Parte 15
Parte 16
Parte 17
Parte 18
Parte 19
NOTA
Parte 20
Parte 21
Parte 22
Parte 23
Parte 24
Parte 25
Parte 26
Parte 27
Parte 28
Parte 29
Parte 30
Parte 31
Parte 32
Parte 33
Parte 34
Parte 35
Parte 36
Parte 37
Parte 38
Parte 39
Parte 40
Parte 41
Parte 42
Parte 43
Parte 44
Parte 45
Parte 47
Parte 48
Parte 49
Parte 50
Parte 51
Parte 52
Parte 53
Parte 54
Parte 55
Parte 56
Parte 57
Parte 58
Parte 59
Parte 60
Parte 61
Parte 62
Parte 63
Parte 64
Parte 65
NOTA
Parte 66
Parte 67
Parte 68
Parte 69
Parte 70
Parte 71
Parte 72
Parte 73
Parte 74
Parte 75
Parte 76
Parte 77
Parte 78
Parte 79
Parte 80
Parte 81
Parte 82
Parte 83
Parte 84 (Capítulo final)
♥Importante leer♥
♥IMPORTANTE♥
Esposa de mi jefe con Contenido Inédito

Parte 46

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Od R1Aguirre


Y en ese preciso momento comienzan a sonar unas matracas del otro lado y unos silbatos, ¿De dónde mierdas sacaron esas cosas? Aún sin comprender exactamente lo que está pasando Oliver y yo nos miramos, como esperando una explicación del otro, pero ambos estamos igual de perdidos. No sé si reírme o gritarle a Natalie por lo que acaba de hacer.

—Ustedes dos se acaban de conocer —es lo único que logro articular luego de unos largos segundos de bullicios de la otra línea.

—¿Y? Ustedeezz también y azzi se casarrorn.

—Esto fue diferente —exclama Oliver de inmediato interrumpiendo la frase de David.

—Alexxx, puedes creer...creerlo... —Natalie baja la voz como murmurando —no tuvimozzz sexooo haszzta el matrimonnnio —otra risa de mi parte, ya no puedo más, observo a Oliver y está intentando contener una risa.

—Wow, a tu madre le encantará escuchar eso, Natalie —digo, con fingida emoción porque sé que en realidad va a matarla cuando sepa que se casó en Las Vegas, borracha y con un tipo adinerado al que acaba de conocer.

—Oliverrr —ahora habla David —ya que meee me acabo de cazzsar tiennezz que daarrrme unos díasss librezzs.

—¡Una mierda es que te voy a dar!. Regresas mañana mismo antes.... —no me puedo contener la carcajada, Oliver me mira y hay silencio del otro lado, esto hace que me mire con esa típica mirada de odio suya pero que no puede mantener por mucho tiempo porque termina en risas igualmente.

—Alex, maldición, tu no me ayudas —intenta contener reír pero le es casi imposible, aclaro mi garganta, y con toda la seriedad que he podido recoger en ese momento.

—David regresas mañana y punto —agrego, con fingida furia mientras una risa intenta salir pero la oculto lo más que puedo.

—Biennn, porrr culpaa de uztedddes no tenndremoz lunaa de mielll, ahora zi nosssz dizcullpann tenemossz un matrimmonio que conzumaar.

—Ootravvezz.

Dicho eso sólo escucho el sonido sordo del celular de Natalie caer en una superficie donde la llamada se corta. Yo tengo que sostener mi estómago por las risas. Oliver también ríe pero de una manera más controlada, observo mi celular y tengo notificaciones de Natalie de sus redes sociales que al parecer son de mucho antes de llamarme, comienzo a verlas y son fotos de ellos y su supuesta boda, Natalie con un velo de novia, bastante ridículo, un vestido rojo de latex que no sé de donde carajos pudo haberlo sacado y unas botas blancas hasta la rodilla, y David con cara de ex-convicto portador de marihuana y un estúpido traje amarillo de rallas verticales, no puedo evitar reír a carcajadas y Oliver tampoco mientras mira cada una de las fotos, el supuesto sacerdote, la capilla, dos hombres con vestidos rosados con bastante tul, supongo que las damas de honor, esto es increíble.

—Juro que me burlaré de David por el resto de su vida —agrega Oliver carcajeando, pasando de una foto a la otra.

No me imagino a esos dos en una vida de casados. Luego de varios minutos intentándonos controlar tengo que apagar mi celular porque ver las fotos de Natalie y David no ayudan de mucho y ya casi estoy sin aire en los pulmones.

—Talvez deberíamos casarnos de esa forma Oliver —digo, mirándolo seriamente, sus pómulos están sonrojados de tanta risa, al escuchar eso me observa.

—Estás loca, yo quiero casarme en una boda normal, sobrios y que lo recordemos al día siguiente.

—Oliver.... ¿no eras tú el que odiaba las cosas románticas? —Oliver ríe y me mira de una manera tierna.

—Lo sé, esto es tu culpa —acaricia mi mejilla de manera delicada —por cierto —se levanta y camina hacia su maleta —tengo algo para ti —lo miro desconcertada, se dirige hacia mí con una cajita en manos con un enorme moño que observo intrigada.

—¿Q... qué es?

—Una sorpresa —contesta de inmediato, Oliver me entrega la cajita y la tomo casi temblorosa, tengo que saber que es, la curiosidad me carcome, comienzo a desatar el bendito moño rápidamente, yo soy mala para las sorpresas y el odioso moño se enreda más de lo que ya estaba, Oliver ríe sentándose a la par mía y me ayuda a desenredarlo con extrema delicadeza. Abro la cajita y no puedo creerlo, es el collar fino con la perla colgante que llamó mi atención en aquella joyería en California, el que valía más de cinco meses de renta de mi apartamento. Abro mis ojos como platos, como mencioné antes, a Oliver no se le escapa nada.

—Oliver, te dije que...

—No, —me interrumpe —tú me dijiste que no querías un yate o un helicóptero. No hablaste nada de esto.

Ni siquiera sé qué decir, no tengo palabras, ¿Cómo es posible que Oliver sea tan atento que hasta una cosa como esta no pase desapercibida? —en serio, gracias —lo abrazo efusivamente y él me rodea con sus brazos.

Me separo de él y lo observo a los ojos, él también me observa, toma mi rostro con ambas manos y me da un casto beso en los labios. Toma el collar y lo lleva a mi cuello ubicándose detrás de mí, aparto mi cabello y con toda gentileza lo enrosca en la parte de atrás, puedo sentir su respiración muy cerca de mi cuello y me estremece.

Tomo la perla y la observo, se ve preciosa, volteo hacia Oliver quién también está viéndolo con intriga.

—Me encanta como te queda —habla Oliver, esbozando una sonrisa.

—En serio, gracias —lo miro de manera tierna, no sé qué es lo que me enamore más de él, su caballerosidad, su forma de ser o lo atento qué es.

—¿Salimos? Quiero ir a un lugar que tengo mucho de no visitar—digo, viendo sus hermosos orbes azules.

—Sí, pero tengo que cambiarme, no voy a andar por ahí cubierto de gotas de vino —dicho esto se saca la polera dejando su torso al descubierto. Inconscientemente lo repaso con la mirada una y otra vez.

—¿Te gusta lo que ves? —sonríe, esa típica sonrisa pícara suya, de inmediato llevo mis ojos a los suyos y me está viendo con un gesto de diversión. Siento como la sangre sube directamente a mis mejillas, no tengo de otra más que reír.

Creo que eso fue suficiente respuesta para él a quién también le parece gracioso sonrojarme, toma mi rostro con ambas manos y me besa, un delicioso y tierno beso que se va volviendo más apasionado, se deshace de mi cazadora que aún llevaba puesta e introduce sus manos debajo de mi camiseta, comienza a acariciar mi cintura suavemente con solo la yema de sus dedos, cada roce se siente como una corriente eléctrica recorriendo mi columna vertebral.

—Debo admitir —habla, separando un poco sus labios de los míos —que tengo mucho que agradecerle a mi padre —hace una pausa y junta su frente a la mía —de no ser por él no estuviese aquí contigo.

Sonrío y observo cómo sus ojos levemente se cristalizan y los cierra, besándome nuevamente, llevando sus manos a ambos lados de mi rostro. Nuestras lenguas se encuentran y no dudo en llevar mis manos a su curvatura estrujando sus burbujas, de inmediato se estremece y me mira con una ceja levantada.

—Alex —espeta, con una risa que no puede contener.

—Lo siento, no me aguanté —aclaro mi garganta y me encamino hacia la puerta, al abrirla giro sobre mis talones y ahí está él esbozando una amplia sonrisa —te doy 20 minutos, y para mi 20 minutos son 20 minutos —enarco una ceja y lo pierdo de vista una vez que cierro la puerta.

~~~~~~~~~

Llegamos a la camioneta y me adelanto lo suficiente como para ser la primera en abrir la puerta para él, acomodo mi cazadora negra y con un porte erguido, muy similar al de él, abro la puerta y espero que suba, él se detiene y me observa divertido.

—¿Qué estás haciendo, Alex? —pregunta, viéndome a los ojos.

—¿Qué? Tú también mereces que te abran la puerta para subir al auto, hoy yo conduzco y tú disfruta de tu viaje —guiño un ojo, él me mira con sus ojos entrecerrados y sonríe negando con su cabeza.

—Me siento toda una dama —ironiza haciéndome reír, sube sin vacilar, rodeo el auto para subirme del lado del conductor.

Conduzco por unos cuantos metros y me desvío sobre una trocha, se escucha el silbido fuerte del viento sobre aquellos árboles frondosos y cuando para es un extremo silencio, llegamos a un punto que lo único que alumbran son los faros del auto y la luz de la luna. Oliver frunce el ceño y observa al exterior.

—¿Vas a raptarme para luego abusar de mí, cierto? —no puedo evitar reír y el esboza una sonrisa pícara.

—¿Cómo lo supiste? —finjo asombro sin desviar la vista de la carretera y vuelvo la mirada a él quién me está viendo con una sonrisa.

Continúo el camino y luego llegamos a un lugar bastante poblado, Oliver tiene su mirada puesta en la ventana, sigo conduciendo, aproximadamente veinte minutos después llegamos al lugar, Oliver toma la manecilla de la puerta.

—¡NO! —espeto, él se estremece y voltea a verme, sí, que sepa que se siente. Me bajo rápidamente y rodeo el auto, abro la puerta para él y me mira con una sonrisa, hago una seña que baje cuando miro que solo me observa sin moverse. Niega con su cabeza mientras baja y observa alrededor una vez que sus zapatos han tocado el pavimento

—¿Qué es esto, Alex? —pregunta, y me observa tomando mi mano para entrar a aquel lugar dónde "We will rock you" se escucha hasta el exterior.

—Un lugar al que solía venir antes de mudarme a Nueva York —menciono con una sonrisa, Oliver mira intrigado y casi a jalones lo adentro a aquel lugar luego de pagar las entradas —hacen peleas de lucha libre para recoger fondos para una asociación que ayuda a personas sin hogar.

—¿En serio? —me giro levemente hacia él para asentir —¿Usan violencia para recoger fondos?

—No es violencia —y en ese momento se escucha un estruendo proveniente del ring, ambos vemos en esa dirección y dos tipos atacan a uno que yace en el suelo.

—¿No lo es? —ironiza, con una ceja enarcada cuando vuelvo mi mirada él.

—Oliver, es sólo actuación —río levemente mientras sigo mi camino tomando su mano —las peleas son ensayadas para hacerlas reales, comúnmente son actores con conocimientos en artes marciales.

El olor a tabaco es bastante fuerte, Oliver mira en todas las direcciones posibles con su entrecejo levemente fruncido, entrelaza sus dedos con los míos mientras nos abrimos paso entre las personas.

—Es la cosa más loca que he escuchado —ríe levemente —pero siendo así ¿Por qué no me dijiste antes? Pudimos haber pagado doble por nuestras entradas.

Frunzo mi entrecejo con una leve sonrisa.

—¿En serio? —él asiente, llegamos hasta una mesa donde hay tragos de colores, le entrego uno a Oliver y de paso uno para mí para disfrutar de este show, lo tomo de un solo trago y siento como quema mi garganta.

—Vamos —digo a Oliver, empujando un poco su trago hacia arriba —¿Qué esperas? —él me mira con una ceja enarcada y lo toma también de un solo trago.

—Es el único que me haces tomar, yo si tengo que conducir —en ese momento más gritos de personas y volteamos en dirección al ring, Oliver frunce su entrecejo y vuelve su mirada a mí.

—Sí Oliver, es actuación —espeto porque ya sé su pregunta —tomo su mano para buscar un lugar frente al show —Es divertido ¿No quieres probar? —Ya sé su respuesta pero me causa gracia ese su gesto de preocupación. De inmediato niega con su cabeza y lleva su mirada al frente cuando todos comienzan a gritar a ponerse de pie por el tipo que supuestamente ha ganado.

Y así pasan mujeres, adolescentes, adultos, ancianos; todos los chicos con los que solía juntarme en este lugar se asombran al verme y me saludan desde sus lugares

—Al parecer solías ser popular —menciona Oliver, llevo mi mirada a él y sonrío.

—Bueno, siempre me llevé con todos, no me gusta estresarme teniendo enemigos —él ríe levemente y regresa su vista al frente.

—¡Alex! —escucho una voz que me es familiar, de inmediato llevo mi mirada en esa dirección, sonrío ampliamente y observo a unos cuantos metros de mí a Matt, solíamos juntarnos bastante en la secundaria.

—¿Matthew? —cuestiono, me pongo de pie para saludar, no le doy un abrazo por respeto a Oliver quién de inmediato se tensa al verme ponerme de pie y dirigirme hacia el chico, Matt lo entiende, sólo extiende su mano y sonríe ampliamente, su cabello castaño está un poco más corto y sus mismos ojos grises brillosos —Matt él es mi...

—Esposo —menciona Oliver de inmediato, poniéndose de pie como un resorte, rodea mi cintura con su brazo y me apega más a su cuerpo, tengo ganas de soltar una risa por estas sus actitudes pero no lo haré. Matthew se sorprende y me mira.

—Vaya, no tenía ni idea que te habías casado —habla con una sonrisa, ellos se estrechan la mano —es un placer, yo soy Matthew —Oliver le sonríe, forzadamente.

—Los veo luego, ya es mi turno —esboza una sonrisa y se retira. De inmediato me vuelvo a Oliver con una ceja enarcada.

—¿Qué? —dice de inmediato —creí que era algún enamorado tuyo —dicho esto, toma mi mano y volvemos a nuestro lugares.

Lo miro todo el tiempo con una ceja enarcada y él solo esboza una bella sonrisa. En cada pelea le explico como hace cada luchador para actuar cada golpe, luego de un rato lo miro interesado y con una cerveza en manos que yo termino de beber.

Creo que me pasé, al salir del lugar, ya siento que cada pie me pesa un kilo, recuesto mis caderas sobre la camioneta al sentir el aire golpear mi rostro, mientras espero a Oliver quién le está entregando unos billetes al que cobra las entradas, cierro los ojos para inhalar y Oliver me sorprende con un beso en mi frente.

—¿Podemos quedarnos aquí un rato? —pregunto, la verdad que el clima y la noche están para quedarse afuera a contemplarla. Subo al capó de la camioneta y Oliver ríe ubicándose entre mis piernas.

—¿Así que te gustaba practicar estas cosas? —cuestiona, ayudándome a acomodar mi cabello alborotado.

—No exactamente esto, me gustan las peleas de verdad ¿Has ido a alguna? —él me mira con su entrecejo fruncido.

—No —contesta de inmediato —no es algo sinceramente que llame mi atención, aunque voy a admitir que no me aburrí de todo allá adentro.

—¿Lo has notado? —pregunto, viendo esos orbes azules levemente iluminados por los faros eléctricos —tu y yo somos tan diferentes —acomodo un pequeño mechón de su cabello, él sonríe y asiente con su cabeza.

—Pero eso es lo que me encanta de ti —habla muy cerca de mis labios —que seas diferente y me hagas ver las cosas desde tu loco punto de vista —me hace sonreír, me encanta ese leve roce que hace con su nariz contra la mía, cuando levemente levanto la mirada al cielo, miro un pequeño destello y se apaga por el horizonte.

—Oliver, pide un deseo —lo sacudo de la manga de su cazadora, él levanta la mirada al cielo en dirección dónde yo estoy viendo.

—¿Para qué puedo pedir un deseo Alex? Si ya tengo todo lo que quiero –vuelve su mirada a mí y con sus manos en mi cintura me aferra más a él —tengo un buen trabajo, casa, auto y una linda esposa que no cambiaría por nada —me quedo sin palabras, es que... aún no me acostumbro a esta faceta de mi Oliver.

—¿Decías que no eras cursi? —suelta leves risas y apoya sus labios sobre los míos.

—Al parecer se contagia —dice, muy cerca de mis labios, casi de inmediato vuelve a unirlos con los suyos, sus manos viajan al interior de mi camiseta y me estremece ese contacto de su piel contra la mía.

—¿Nos vamos? —pregunto, él asiente.

Casi de inmediato subimos al auto, él conduce, toma mi mano todo el camino de regreso, sólo separándola de la suya unos segundos para meter cambios.

Al llegar a mi habitación, nuestros labios vuelven a unirse, él acaricia sólo con roces mi abdomen luego de deshacerse de mi blusa; nuestras prendas van cayendo poco a poco, sus labios, su forma de besar, sus manos contra mi piel desnuda, todo eso hace que me vuelva loca, loca por él.

—Te amo —susurra, aún con su respiración entrecortada, sin salir de mi cuerpo.

—Y yo a ti, Oliver —contesto de la misma forma, con mi mano sobre su mejilla, acariciando levemente su pómulo con mi pulgar.

Pokračovať v čítaní

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