El Examen Final

By AnotherVIXXfan

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Jung Taekwoon no puede esperar más a ingresar a la universidad de sus sueños en el extranjero, pero para ello... More

¿Clases particulares?
Un mal día.
Jenga
Acoso.
Integrante familiar.
Me voy.
Travel around the world.
Hyung malvado.
Un año para pensar.
Jaehwannie.
Invierno. (Parte I)
Invierno. (Parte II)
Invierno. (Parte III)
Lydia y su secreto.
Baymax.
Like a virgin.
Touched for the very first time.
Buckingham
Headache.
HBD2U. Parte I.
HBD2U. Parte II.
Han Sanghyuk.
Anillo.

Fiore.

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By AnotherVIXXfan

-¿Cómo se sienten mis bebés? -Preguntó con dulzura, recibiendo miradas poco agradables a lo que mostró un gesto triste.

-¡No nos digas así~! ¿Qué te pasa? -Gritoneó Hongbin mientras se negaba a admitir nervios, mirándose al espejo una vez más.

-Yo me estaba viendo ¡Hey~! Me... ¡BIN! -Apartó de un empujón al pelinegro, sintiendo un nuevo revoltijo en la boca de su estómago y tratando de contenerse mientras se arreglaba la corbata por centésima vez en dos minutos. Bastante firme y con una postura adecuada, se miraba en el espejo de pies a cabeza, sonrió orgulloso por el lustre de sus zapatos y nunca creyó que un trabajo de tintorería le hiciera ver como un príncipe.

-No quiero hacer presión pero faltan quince minutos para las nueve y...

-¡¿QUINCE?! -Gritaron los compañeros logrando salir rápidamente del dormitorio, siendo seguidos por Ken hacia el auditorio de presentaciones de la preparatoria.

¿Sentían nervios? Bastantes, pues en aquél día de mayo tendrían una ceremonia pre a los preparativos para la graduación, así como luego presentarían exámenes a la universidad, empezarían a realizar tanto trámite de papelería que sentían todo un crimen en sus manos por los árboles fallecidos que terminaron siendo simples hojas de papel entintadas de esquina a esquina.

-Perdón por llegar tarde. -Le murmuraron al oído y sonrió con discreción, ladeando su rostro para verlo.

-No hay problema, no has llegado tan tarde, aún no los nombran. -Respondió Jaehwan mientras volvía la vista al frente, recargándose contra la pared de la entrada, observando la masa estudiantil en sus respectivos asientos como si estuvieran tomando la última clase, escuchando un nostálgico pase de lista que hacía eco en todo el auditorio.

-¿De qué me he perdido? -Preguntó nuevamente en un murmuro, reprimiendo un bostezo y despabilándose en una sacudida.

-El sermón del maestro de ceremonias... Y la presentación de los directivos, allá... Donde están las sillas vacías. -Le observó de reojo, y se dio cuenta en ese rostro que una expresión severa y poco amigable se notaba al instante, prefiriendo no preguntar, volviendo la vista hacia los estudiantes.

-¿Algo más? ¿O en verdad hasta el momento solo ha sido eso?

-Solo eso... ¿Por qué preguntas, Taekwoon? -Trató de no demostrar la duda que lo carcomió al oírle, como si él supiera de algo.

-Simple duda, Jaehwan.

Frunció un poco el entrecejo y se quedó observando atento al frente, no a los estudiantes, no a Hongbin y no a Sanghyuk, sino a los profesores presentes, a la mesa donde se encontrarían los directivos, sabía que había cuatro cargos que harían presencia ese día, pero no comprendía el espacio de tres sillas extra en ese lugar, no lo sabía y así como deseaba no pensar tanto en ello, era inevitable hacerlo.

El aliento se le esfumó por completo cuando escuchó que nombraban al menor para que sirviera un discurso por excelencia académica, siquiera sabía que Hyuk lo haría, a lo que prestó suma atención a sus palabras, a ese discurso escrito por él, con palabras que salieron de su corazón y mente, estuvo atento a la perfección con que hablaba ahora, su acento se había pulido de una manera impecable, la gracia con que hablaba frente a todos le hacía creer que había perdido temores, que ya no vivía dentro de una burbuja inflada de "todos me odian, a nadie le caigo bien, no tengo amigos, soy un blanco fácil de atacar", ¿era cuestión de darle más espacio, de dejar de sofocarlo, de dejarlo libre? Temió pensar en ello, pero si era esa la fórmula para que Hyuk fuera alguien mejor día con día, le dolía pensar que no había otra alternativa, salvo ceder.

-... ¿Susan? –Preguntó extrañado al recibir tan repentina llamada al móvil, observando de reojo a Ken, hablando bajo. -¿Cómo está el portafolio? ¿Los documentos están bien?... Claro, sí... Sí... En un momento llego, estoy en la preparatoria.

Odiaba estar tan ocupado, sabía que tarde o temprano valdría la pena, pero de momento odiaba demasiado estar con una agenda tan saturada. Al momento de retirarse del auditorio atravesó gran parte del colegio para ir a la universidad, deteniendo sus apurados pasos al momento en que una furgoneta de una destacada florería le robaba la atención, así como dos empleados que bajaban un precioso arreglo en tripié. Se sintió algo perdido mientras detallaba con sus ojos los colores tan vívidos de aquellas rosas, amapolas, azucenas y nube creando un detalle perfectamente acomodado, estratégicamente mostrando cada parte embellecedora de sus pétalos... Eso era.

-¿Susan? –Llamó ahora él a su compañera de clase, continuando con sus pasos a toda marcha. –Hola, ya estoy en camino pero necesito saber si puedes hacerme otro favor, esta vez... Necesito que vengas conmigo a la florería.

-°-°-°-°-°-°-

"Tic, tic, tic, tic, tic..." El repetitivo y agudo sonido que creaba al golpear el lápiz contra el pupitre se volvía más rápido sin darse cuenta, hasta que sintió una mano tranquila en su hombro derecho, alzando su vista y ver el rostro del profesor en turno en lo que duraba aquél terrorífico examen de cuatro horas. "Tranquilo" escuchó que le murmuró apenas entre dientes y aquél profesor siguió caminando tranquilo entre las filas.

Se escuchaba nada tan solo el siseo de los lápices de los demás estudiantes ahí presentes, discretamente volteó por el rabillo de sus ojos hacia su lado izquierdo... Hacia su lado derecho... Buscaba al frente, frente izquierdo, frente derecho... ¡Ahí estaba! Tres filas al frente y una columna a su derecha, Hongbin sentado tan centrado en el papel, su espalda recta, su postura perfecta, su mano izquierda contestando pausadamente la hoja y él estaba ahí, borrando y re-escribiendo las respuestas del examen por tercera vez porque ya lo había terminado pero le daba vergüenza extrema entregarlo en tan solo dos horas.

-Intercambio.

Escuchó la ronca y gruesa voz del profesor en turno, al instante se sorprendió cómo se escuchaba al unísono los lápices, las hojas puestas en su lugar y todos cobraban una postura parecida a la de su amigo. Pero él, harto del asfixio que volvía a embolsarlo como un pedazo inerte de verdura de mercado, se levantó de su pupitre y con paso decidido caminó al escritorio, entregando el examen finalizado. Escuchó apenas algunos murmuros, nada relevante, nada que pudiera afectarlo ahora.

Tenía dos horas libres, dos horas que no sabía cómo gastarlas hasta que fuera momento de trámites... Dos horas para esperar a Hongbin, dos horas que podía usarlas para dormir, o para irse a drogar con aspirinas en su dormitorio. Sí, sería buena idea.

-No le llames, no le llames. –Murmuraba al momento en que caminaba por el jardín, sus oídos distinguían los cantos de los pájaros, el verde del pasto era tan precioso y el viento era tan agradable, pero no lo disfrutaba como se debía. -... Está ocupado, siempre lo está. –Frunció un poco el entrecejo, suspirando al meter las manos en sus bolsillos del pantalón y sentir su teléfono móvil, ¿debía llamarle a Leo? No, no debía porque estaba tan ocupado que no tuvo oportunidad de ir a verlo, lo sabía y lo comprendía, eran horarios diferentes, él estaba a un año de graduarse, sabía que sus prioridades eran otras, y a pesar que todo el asunto de ese día era nada más que trámites, ensayos, papeleos y un "tal vez en algún momento del futuro", le dolía el que hubiera nadie ahí para verlo, que nadie salvo Hongbin escuchara su discurso, si tan solo sus padres pudieran viajar para verlo en la ceremonia de graduación, eso, sería simplemente estupendo, algo más que genial, pero no había tiempo, no existían minutos o segundos de libertad en el mundo de los adultos, ¿para qué sentirse mal y mortificarse por ello? Él mismo lo estaba viviendo poco a poco sin darse cuenta, asistiendo a clases de la universidad, ocupando como desocupando libros, momentos de estudio, exámenes, pruebas auditivas, ensayos, debates escolares, prácticas escolares, talleres de idiomas. -... No le llames.

Parpadeó pesadamente y negó rápido con la cabeza antes de empezar a correr lo que restaba de su trayecto, el uniforme le apretaba los músculos, el aire era espeso para respirarlo, y volver a pensar demasiado las cosas le humedecía las pestañas. ¿Era mejor dejar de pensar cosas absurdas y enfocarse en los estudios únicamente? A pesar de querer ir al cine, de desear salir a comer a cuanto restaurante nuevo encontrara, a pesar de querer salir de la ciudad más seguido, de ir a perderse con Hongbin, de incluso ser fastidiado por Lydia, a pesar de desearlo con su alma, las cosas no eran como creía que podrían suceder ¿dónde estaba esa vida de ensueño y de dorama que imaginó por un momento? ¿A dónde se había escondido el Leo que le gustaba ver diariamente? ¿Cómo había desaparecido su familia de sus brazos, y se habían convertido en simples imágenes tras una pantalla o unas voces a través de ondas receptivas por espectros artificiales? Quería sus abrazos, quería un jalón de cabello con su hermana, quería la comida de su madre, prefería morir en huelga por unos fideos de ella, deseaba regresar al kínder una vez más y llegar al dormitorio para ver un Baymax invadir su cama no lo hacía sentir mejor. No necesitaba un peluche enorme que simulaba ser su médico, porque ya no sabía si el "anti-espíritu" y la escasa fe que lo abrigaba era situación de curarse o dejarse arrastrar.

-¿Por qué apesta esto? ¡¿Por qué?! –Frunció el entrecejo con coraje, se abrazó a la única cosa que abrazaba últimamente, a ese algodón inflado de color blanco, lo abrazó al grado de desconocer si lo abrazaba o lo ahorcaba, y tan tenso como de pronto se sintió, su cuerpo se relajó.

¿De qué servía estudiar de esa manera si no se lograba sentir feliz? Se puso en blanco, era como haber presionado el botón de "reset" de su cuerpo, como iniciar desde cero, una página en blanco que siquiera con la más poderosa tinta se ensuciaba... ¿Y si aprendía a negarse? Siendo menor de edad, no tenía muchas cosas por hacer, pero una de ellas y la más grande de todas a la que nunca había considerado como ventaja, estaba siempre ahí a su lado y por más listo que fuera, nunca se había atravesado por su mente hasta en ese momento: negarse a los demás, porque era menor de edad, y nadie podía obligarlo por ese mismo hecho.

Ya que Leo era el único que había quedado a su cargo y claramente Leo no daba luz verde con facilidad.

-Con cuidado... Aquí, sí... La llave está en mi otra bolsa.

Se extrañó de escuchar voces afuera de su dormitorio, justamente afuera de su puerta, a lo que se arrinconó en su cama, quiso esconderse pero cuando pensó en escapar al baño la puerta había sido abierta. ¿Sería Hongbin? Claro que no, no era su voz, esa voz era como la de Taekwoon, pero no podía ser él, estaba ocupado en clase, estaba demasiado ocupado como para darse el tiempo de ir ahí, pero ¿quién más si no él, tendría la llave? ¿Jaehwan? Sabía que también tenía una copia gracias a su amigo y compañero.

-¿Hyuk? ¿Qué haces aquí?

-¿Tú qué haces aquí?

Tanto Leo como Hyuk se observaron con el entrecejo fruncido, el cual desapareció al instante del gesto del menor al observar un arreglo floral en manos del pelinegro, tan lindo, tan precioso que siquiera notó que Susan, una amiga del mayor y que últimamente compartía mucho tiempo con él, más del que esperaba, estaba también ahí presente.

-Nos vemos mañana Taekwoon, con permiso Sanghyuk.

Esa distinguida voz apenas paseó sus oídos, no escuchaba nada en absoluto, sus ojos estaban perdidos en los adversos y en las flores que ahora adornaban uno de los muebles del dormitorio.

-¿Son mías? –Preguntó alegremente, las tocó con delicadeza, era el arreglo de rosas más bonito que en su vida había visto.

-Son tuyas... -Se quedó en silencio, veía el iluminado rostro del menor, sonrió internamente al darse cuenta que le había gustado ese detalle pero no encajaba para sus sentidos que estuviera ahí solo cuando se suponía tenía un examen pendiente. -¿Qué haces aquí?... Quería darte una sorpresa, para cuando terminaras tu examen... ¿Te sientes bien, por cierto?

-Son muy bonitas, gracias hyung... Y terminé el examen antes, eran más nervios los que tenía. Por cierto, me gustó tu sorpresa, en verdad gracias y estoy bien ¿por qué preguntas?

-No te ves muy bien que digamos ¿estuviste llorando? –La respuesta que recibió fue tan solo una negación con la cabeza, lo cual no le había agradado para nada, y se interpuso de frente a él, con determinación. –El borde de tus ojos está rojo, así como tu nariz... ¿Es un resfriado entonces? ¿En mayo, con este clima agradable?

-Estaba nostálgico, solo eso. No me regañes, no me gusta que lo hagas... Me gusta más cuando eres atento, amable... No me regañes ¿sí? –Se abrazó fuerte a él, escondiendo su rostro entre el cuello y el hombro del mayor, cerrando sus ojos. –Me gusta cómo eran las cosas antes.

-Nostálgico, eh...

-Sí... Además, creo que diré que no quiero.

-¿No quieres qué?

-Hacer lo que todos esperan y desea que haga... ¿De qué sirvió venir hasta acá? Todo se repite, cuando pequeño me sucedían cosas similares a las de ahorita, los profesores tenían altas expectativas de mí, y las cumplía sin problema, sin saber que era una clase de explotación, pero en Corea no había aceptación para mí en ninguna parte ¿o acaso no me trajiste por eso?... De saber que las cosas subirían su volumen, creo que hubiera preferido quedarme en casa.

-¿Qué estás queriendo decir?

-Nada de lo que sea que me malinterpretaste, Leo... Solo... ¿Tú qué estarías haciendo en mi lugar?... ¿No lo has pensado ni un poco? -No hubo respuesta, porque no sabía qué hacer siquiera estando en sus propios zapatos.

-... ¿Regresarás a tu casa para la universidad?

-No lo sé.

Esas tres palabras nunca habían creado tanto dolor en su interior, sabía que era egoísta de su parte querer mantener al menor consigo todo el tiempo posible, como si este no transcurriera y no cambiara los interiores de las personas; ¿qué estaría haciendo él en su lugar? Lo pensó varias veces pero no encontraba una respuesta propia, o algo que fuera mejor de lo que Hyuk había dicho.

-... Hagas lo que hagas, sin importar qué hayas decidido... Estoy orgulloso de ti, y sigo estando en la mayor de las deudas contigo, porque gracias a ti estoy aquí... No me vengas con "qué cosas dices" porque sabemos que es verdad... Me gustas mucho, te quiero... Eres en verdad un chico muy lindo, pero no encuentro respuesta, nuevamente me estás ganando... No sé qué haría en tu lugar. Si regresar a casa es lo que más deseas, ¿qué puedo hacer? Nada, solo permitirte que regreses con bien, Sanghyuk.

-Si regreso... ¿Seguirás hablando conmigo?

-Si regresas ¿estaremos terminando todos nuestros lazos?

Se observaron entonces a los ojos, los del menor nuevamente estaban enrojeciéndose, nuevamente sus pestañas se mojaban y ahora un nudo le apretaba la garganta, no soportaría eso. Cerró los ojos al no poder resistir por más tiempo esa analítica mirada y sus manos se deslizaron por los hombros del mayor hacia su nuca, acarició cuidadosamente su cabello, sintió cómo era abrazado, con fuerza, con desespero, con esas ganas que él mismo sentía por abrazarle y fundirse junto a él. Estaba necesitado de su cariño, quería sus besos, sus juegos con las narices, quería que se comportara de ese modo agresivo pero dulce que solo él conocía pero mientras más lo necesitaba más difícil iba a ser tomar la decisión definitiva de volver a casa.

-Eres muy lindo, Hyukkie. –Sonrió con discreción al momento de rozar sus labios, atrapándolos al poco tiempo en un beso lento, cariñoso y discreto, sentir sus gruesos labios eran equivalentes a consumir drogas, era algo adictivo y no se había logrado sentir vivo hasta que había logrado probarlos de nuevo.

Y no solo era lo que Taekwoon necesitaba, ambos, sin darse cuenta, se estaban magnetizando una vez más, con sus bocas, con sus respiraciones que se mezclaban así como sus lenguas cuando rozaban una a la otra en juegos húmedos y cálidos, sus labios, los inferiores, los superiores, mordiéndose con suavidad los unos a los otros y sus dientes colaborando en esos actos tan atrevidos como tan traviesos incitando al otro para que continuaran con una rivalidad falsa y búsqueda de dominio en la cavidad adversa.

Necesitar uno del otro era más allá de un beso, lo sabían ambos, pero en ese momento tan tranquilo, a solas ambos, era inevitable que esas muestras de afecto siguieran reprimidas y no salieran a flote, sobre todo cuando sus manos continuaban con aquella armonía al pasearse por sus cuerpos. Ambos eran más que besos y caricias, eran un sentimiento mutuo que se manifestaba de aquella manera por falta de tiempo, por falta de pláticas, de conocerse más, de saber cómo se sentían, pero en ese instante ese deseo desbordante ya no podía ocultarse más, necesitaban dejarse asomar, salir a flote, dejar de esconderse, dejar que los demás decidieran por ellos y los trataran de marionetas.

Taekwoon ahora podía asegurar una respuesta, mandando al diablo las propias clases que debía estar presentando en ese momento, sabiendo lo incorrecto que era todo, aquella oportunidad que le fue brindada la estaba gastando de esa manera y definitivamente no se arrepentía de ello, porque bastaba con ser besado por esos dulces labios para mandar al mundo entero por un tubo, lanzar todo al demonio; Hyuk tenía razón en ello, porque hasta él mismo extrañaba cocinar diariamente para ambos, incluso cocinar para Hongbin y Jaehwan, extrañaba las charlas casi diarias con Hakyeon, saber cómo seguía su familia, extrañaba sentirse un humano, un chico con corazón, con sueños de oro, con esperanza y felicidad; hasta él mismo extrañaba salir a la playa, tomar un día de fin de semana para relajarse, para jugar videojuegos, para demostrarle a su novio todas las estrellas que le hacía ver, todos los buenos momentos que le brindaba al estar a su lado, lo extrañaba tanto que hasta sintió poco familiar el hecho de llamarlo "su novio"... Porque egoístamente, le ardía hasta el centro de los huesos tan solo imaginar que Hyuk ya no estuviera con él.

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