Capítulo 7, La tribu quileute
Habían pasado ya tres meses desde que me había convertido oficialmente en Bella Cullen. Las cosas habían mejorado mucho en mi vida.
Las clases con Edward habían sido todo un éxito y es que en estos tres meses había aprendido lo que, en otras circunstancias, me habría costado años, todo era gracias a él, era un magnifico profesor. Ahora, cuando me sacaban a la pizarra, ya no hacía el ridículo delante de la clase, sino que me había convertido en una buena estudiante.
La única que ya no se atrevía a sacarme a la pizarra era la profesora Matilde, la que me había humillado la otra vez. Y es que la llamada de Carlisle, para quejarse de su trato hacia mí, había estado a punto de costarle el puesto de trabajo.
Jessica Stanley había intentando innumerables veces hacerse mi amiga. Edward decía que era un plan que tenía para acercarse a él, al parecer la chica estaba obsesionada con Edward. A pesar de estar saliendo con Mike Newton. El cual, por cierto, había estado molestándome este tiempo para que aceptara salir con él. Todo eso, por supuesto, a espaldas de Jessica.
Edward decía que Mike estaba dispuesto a dejar a Jessica si yo aceptaba salir con él. Pero eso era algo que no iba a suceder, así que más valía que conservara a Jessica a su lado.
Mi relación con Edward se había hecho más fuerte y es que estar todos los días juntos, aunque fuese como profesor y alumna, nos había unido mucho.
Pero no era con el único que había estrechado lazos ni mucho menos. Todos los Cullen se habían vuelto imprescindibles en mi vida.
Desde que me había sometido a la operación de cirugía estética ya no iba con gorra. Por no llevar, no llevaba ni flequillo. Alice me había arrastrado a la peluquería para hacerme un corte "fashion y moderno" como ella lo llamaba. Yo simplemente me dejé hacer.
Y es que, por primera vez, podía llevar el corte de pelo que quisiera sin tener que preocuparme que me tapara la frente. Ahora, cuando me miraban, ya nadie más vería la marca del diablo en mi frente.
Cuando me miré al espejo, después de la operación, no podía creerme que al fin me hubiera librado de esa horrible marca. Lo primero que hice fue llorar de felicidad.
º º º
Era sábado por la noche y todos se habían ido a cazar, yo me quedé en casa jugando con videojuegos de Emmett y Jasper.
Pero al cabo de un rato me terminé cansando y apagué el juego. La verdad es que estaba cansada de estar encerrada en casa, me apetecía salir. Pero ¿adónde podía ir?
Entonces recordé que había oído hablar de la playa de La Push, estaba cerca de casa. La verdad es que no me bañaba desde hacía años. Creía recordar que la última vez que había ido a la playa había sido con mi padre, poco antes de que se suicidara...
-Papi, papi ¡mira el castillo de arena que he hecho! -le dije orgullosa a mi papá del castillo que acababa de construir.
Mi papá me miró sonriente.
-¡Tengo una gran idea! ¡Vengámonos a vivir a este castillo tú y yo, princesa!
Yo me reí.
-¿Y mamá? -pregunté inocentemente, notando que la había excluido, supuse que se le había pasado por alto.
Sin embargo la expresión de mi papá cambió. Ya no sonreía como hacía unos segundos. De hecho, me miró seriamente, cosa que me sorprendió.
Mi papá nunca me miraba serio, todo lo contrario, siempre lo hacía con una sonrisa. Decía que yo era lo mejor que le había pasado en la vida.
-Princesa, dime una cosa, ¿qué te parecería que nos fuéramos a vivir tú y yo solos? Sin mamá.
Volví al presente confundida por ese flashback que acababa de tener. Era la primera vez que recordaba eso. Sí recordaba haber ido a la playa con mi padre, pero nunca, hasta ahora, había recordado esa conversación.
Y no sólo eso, sino que mi padre no parecía deprimido. Todo lo contrario. Y sin embargo, poco después, se suicidó. Pero otra cosa que me había llamado la atención era su pregunta. ¿Acaso había estado pensando en dejar a mi madre e irse conmigo lejos de ella? ¿qué pasó para que cambiara de opinión y decidiera suicidarse?
Por mucho que me esforcé en recordar más no lo conseguí. Tan rápido como había venido ese recuerdo se desvaneció de nuevo en mi memoria.
De repente, se me habían ido las ganas de ir la playa. En vez de eso subí a mi habitación y encendí el ordenador.
En cuanto estuve en internet tecleé en google "Charlie Swan".
Me aparecieron varios titulares de periódicos, pinché en el primer enlace.
"Charlie Swan, un respetado policía y vecino de Seattle con toda la vida por delante, se ha quitado la vida la pasada noche. Dejando huérfana a su pequeña hija de cuatro años y viuda a su mujer. Nadie entiende los motivos que han llevado al jefe Swan a cometer semejante locura. Se sospecha que el jefe Swan podría haber estado sufriendo una profunda depresión en silencio, así lo han revelado fuentes cercanas. Sin embargo, sus compañeros del cuerpo rechazan esa teoría, afirman que al jefe Swan lo que le sobraban eran ganas de vivir. Pero, como todo el mundo sabe, la depresión se sufre en silencio. Quien sabe lo que pasó por la mente del jefe Swan en sus últimos días. Respecto al suicidio son pocos los datos que se conocen, pero al parecer se quitó la vida con su propia arma de trabajo.
Sin duda hoy es un día negro para Seattle, que no sólo ha perdido a un gran vecino, sino a un jefe de policía magnifico. Su familia y sus compañeros del cuerpo le echaran de menos".
Gordon M.
Releí la noticia una y otra vez.
Era todo muy extraño. Por un lado, alguien había afirmado a la prensa que mi padre sufría una profunda depresión. La cuestión era ¿quién? Y por otro lado sus compañeros de trabajo, que le veían diariamente, aseguraban que mi padre no estaba deprimido, que lo que le sobraban eran ganas de vivir. Y yo, con los pocos recuerdos que tenía de él, tampoco recordaba haberlo visto deprimido. Todo lo contrario.
Era todo muy confuso. ¿Qué debía creer? ¿debía seguir creyendo que mi padre se suicidó? La cuestión era que ahora me costaba seguir creyendo eso. Por primera vez en mi vida empecé a plantearme si la muerte de mi padre había sido un suicidio o no...
º º º
Me encontraba tumbada en la cama, mi familia había vuelto hacía ya horas, pero yo no había salido de mi cuarto. Me había quedado aquí encerrada pensando en mi padre.
En un primer momento había pensado en hablarles sobre mis sospechas, pero luego recapacité. No tenía sentido irles con mis problemas cuando sólo eran teorías sin fundamentos. Porque no tenía ninguna prueba.
Pero estaba dispuesta a averiguar qué misterio rodeaba la muerte de mi padre. Por eso, después de leer ese articulo, había estado buscando como loca el teléfono del periodista que había escrito ese articulo. Cuando finalmente lo encontré llamé, pero lo tenía apagado. Pero pensaba seguir intentándolo hasta hablar con él. Quería saber qué sabía él de todo este asunto.
Alguien llamó a la puerta sacándome de mis pensamientos.
-Adelante -exclamé.
-Ey, Bells -dijo Emmett entrando por la puerta. Era la una de la madrugada, pero él sabía muy bien que no estaba durmiendo.
-¿Qué sucede, Em?
Emmett era como un hermano para mí. El hermano que nunca había tenido.
-¿Estás bien? Jasper dice que estás preocupada y algo deprimida.
Jasper. Cómo no. Nada pasaba sin que él lo percibiera.
-Sí, no te preocupes, Em. Son cosas mías -dije intentando quitarle importancia. Antes de darle tiempo a que me siguiera preguntando decidí cambiar de tema-. Oye, Em, me preguntaba si mañana te apetecería ir a la playa de La Push. Podríamos ir todos juntos, así pasamos el día fuera.
En realidad no me apetecía ir a la playa, las ganas se me habían quitado hacía rato, pero era la única excusa medio decente que se me había ocurrido para cambiar de tema.
Emmett me miró de forma extraña.
-Verás, Bella. Nosotros no somos bien recibidos allí -dijo de forma incómoda, como si no le gustase hablar de ello.
Le miré extrañada.
-¿Bien recibidos? ¿es que acaso la playa tiene dueño? -exclamé confusa.
Emmett se sentó en el borde mi cama antes de seguir hablando.
-No, no es eso. Hay algo que no te hemos contado, Bella. Pero creo que ha llegado el momento -le miré esperando que continuara-. Bella, no somos bien recibidos en La Push porque la playa pertenece a la reserva quileute. Y nosotros tenemos prohibido poner un pie allí.
-¿Entonces yo también lo tengo prohibido, no? -pregunté, ya que yo ahora también era una Cullen. Ahora me alegraba de no haber ido antes.
-No exactamente. Los quileutes son una tribu muy antigua, Bella. Ellos saben lo que somos. Pero nosotros también sabemos lo que son ellos.
Vale. Eso sí que me dejó descolocada. ¿Que ellos también sabían lo que eran la tribu quileute? ¿a qué se refería?
Emmett leyó la confusión en mi rostro y se explicó.
-Bella, los quileutes son licántropos. Nuestros enemigos naturales -me confesó para mi sorpresa-. Si pusiéramos un pie allí nos despedazarían sin contemplaciones. Tenemos un tratado. Nosotros no vamos a su territorio y ellos no vienen al nuestro. Sin embargo tú sí puedes ir a la playa, aunque no es recomendable, no sabemos cómo pueden reaccionar si se enteran de que una humana está viviendo con nosotros...
Increíble.
Licántropos. Eso sí que no me lo esperaba. ¿Qué sería lo próximo? ¿Hadas? ¿Brujas? ¿Elfos?
Pero de repente reparé en algo que había dicho Emmett.
-No entiendo, Emmett. ¿Qué crees que pasaría si se enteran de que me he unido a la familia?
Emmett me miró muy serio.
-No lo sé, Bella. Los licántropos son impredecibles, pero si se enteran pueden interpretarlo todo mal e intentar matarnos sin darnos la oportunidad de explicarnos. Ellos atacan primero y preguntan después. Son peligrosos, Bella.