DULCE DESTINO

By Sabastu

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[ JERZA ] [ RATED M ] Cuando los hilos rojos del destino se cruzan pueden traer dulces encuentros. Una actríz... More

~La Apuesta~
~El Pastel~
~La Ayuda~
~La Foto~
~La Lista~
~El Contacto~
~La Iniciación~
~El Fracaso~
~La Confusión~
~El Orgullo~
~La Incomodidad~
~La Atmósfera~
~La Lluvia~
~El Hervor~
~El Reto~
~El Consenso~
~La Oscuridad~
~El Despertar~
~La Sorpresa~
~La Propuesta~
~El Consejo~
~El Avance~
~El Antojo~
~La Dificultad~
~El Llanto~
~ El Domingo ~
~La Adicción~
~El Aviso~

~La Salida~

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By Sabastu

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¡Hola! Un nuevo cap es traido gracias a vuestros comentarios para todas vosotras y vosotros. Espero lo disfrutéis. Y sí... yo también estoy ansiosa esperando que Jellal vuelva a aparecer en el manga a ayudar a su waifu... QwQ

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Disclaimer: Fairy Tail pertenece a Hiro Mashima. La historia extraña y dulcemente empalagosa es totalmente mía.

Referencias De Lectura:

Diálogo.

«Pensamientos»

Narración.

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Capítulo Catorceavo

~La Salida~

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Su cama estaba tan tibia que no quería salir de ella.

A pesar de la lluvia de la noche anterior esa mañana estaba bastante soleada, y Erza Scarlet se encontraba con más sueño del usual, incluso había ponderado la opción de quedarse allí acurrucada toda el día tratando de recordar con más claridad el sueño que tuvo de su mamá cantándole una canción de cuna, hacía tiempo que no soñaba con ella y menos algo que sintió tan real.

―Tal vez sea un recuerdo...―sonrió para sí misma, se estiró a apagar las lámparas de noche que habían permanecido encendidas desde que se acostó y luego se metió bajo la fina manta celeste. Eran pocos los recuerdos que mantenía de su madre pero si ese era alguno, quería poder al menos recordarlo mejor, y aunque tal vez ahora la eludía, quizá más adelante el recuerdo completo podría volver.

Un recuerdo más a su pequeña lista.

Y sin duda agradecía a su tutor por ello, si Jellal no la hubiese llevado bajo la lluvia quizá no habría soñado con su madre, estar bajo las frías gotas la hicieron pensar en ella y en esos buenos días de su niñez. Jellal no sabía cuánto agradecía realmente su gentileza la noche anterior, ya que, aunque por supuesto le dio las gracias, era difícil transmitir algo como eso.

Había significado demasiado.

Porque al final no solo era la acción de estar con ella bajo la lluvia, o la manera de reconfortarla, o la forma en que fingió no darse cuenta de que ella lloraba, sino también la manera en que continuó tratando el tema luego de que volvieran a entrar a la casa y se secaran, por suerte el pastelero traía siempre con él ropa extra por los comunes percances que solían ocurrir en la cocina ―especialmente en las tutorías con ella―, y aunque Wendy se les quedó viendo extrañada no hizo mayores preguntas, de hecho la pequeña se limitó a ayudarlos a preparar el chocolate para acompañar las galletas y así pudiesen entrar en calor y no terminaran resfriados.

Sin duda la niña algún día sería una gran doctora.

―¿Pero qué es lo que tendrá? ―la pelirroja bajo las sabanas se dio la vuelta en la cama, le preocupaba que la pequeña estuviese pasando por algo malo en la escuela o con sus amigos y aunque no quería ser entrometida ―porque de verdad estaba tratando de no serlo―, si Wendy seguía actuando extraño terminaría pidiéndole ayuda al Abuelo Makarov, ya que como director de la escuela de la azulada algo podría hacer.

Wendy, era su amiga, y además era alguien importante para su tutor.

―Aunque espero que no sea nada malo... Jellal dijo que lo averiguaría... ―susurró y soltó un suspiro, no quería admitirlo pero el pastelero era un hombre muy confiable y en poco tiempo había logrado escalar posiciones en su pequeña lista de personas cercanas, de cierta manera le asustaba, pero debía admitir que se alegraba en su mayor parte.

Porque su tutor era una gran persona.

Y eso tal vez significaba que ella no era una persona egoísta como esa otra persona le decía.

Movió la cabeza de lado a lado y alejó el pensamiento, no era hora de tener eso en mente, esa había sido una buena mañana llena de lindos recuerdos y no la arruinaría con sus pesares tontos, al contrario, debía de estar alegre y prepararse para su clase del día que por ser sábado iniciaría desde más temprano, debía levantarse, bañarse y bordar los delantales del día antes de qué...

―¿Erza? ―la voz de su amiga la hizo salir de su refugio de calidez entre las sabanas― ¿Te sientes bien?

―¿Mira? ―parpadeó confundida al verla― ¿No te quedaste con Laxus?

―Sí ―sonrió con dulzura―, pero te dije que vendría en la tarde a buscar unas cosas ¿sabes qué hora es, Er Chan?

―¿Hora? ―volvió a parpadear confundida y dirigió su mirada al reloj de doce pasteles al frente de su cama― ¡Son más de las doce! ―se levantó de un brincó al ver como la cuchara grande que señalaba las horas marcaba tal número imposible― ¿De verdad son las doce?

―Claro que sí, Er Chan ―sonrió divertida al ver a su amiga confundida― ¿de verdad estás bien?

―Sí, sí... ―se levantó apurada a buscar ropa a su armario―, solo dormí de más...

―Eso es raro en ti.

―Lo sé, es solo que... ―se detuvo en su búsqueda de ropa y la miró con un aire de ternura que a Mirajane se le hizo muy inusual en la pelirroja―, yo... soñé con mi mamá...

Esta vez fue el turno de la albina para pestañear asombrada.

Era extraño que Erza hablará de su mamá, y menos aún con esa facilidad.

Aunque llevaba muchos años conociendo a la pelirroja aún para ella eran desconocidas muchas partes de la vida de la actriz, de hecho no sabía mucho de ella antes de que fuese a vivir con el Abuelo Makarov; la verdad fuese dicha, cuando conoció a Erza de entrada no se llevaron bien. Erza era muy ensimismada y siempre los evadía encerrándose en su habitación o estudiando en la biblioteca mientras ellos iban a la escuela ―ya que se empeñaba en estar sola―, y tuvo que pasar un año hasta que por fin la ingresaron junto con ella y Laxus a una institución de aprendizaje, y Mirajane Strauss estaba segura de que si no fuese porque en esa época ella era una descarada provocadora de peleas nunca hubiese logrado la amistad de Erza.

Entre peleas se fraguó su relación.

Y aunque a veces le avergonzaba su pasado rebelde, agradecía que esas maneras que había adoptado para llamar la atención de sus padres le permitiesen ganar a una amiga como la pelirroja.

Aunque la pelirroja no lo viese de ese modo.

―¿Fu-fue... un lindo sueño? ―preguntó tratando de no sonar muy intrusiva y evitar que su amiga se cerrara.

―Umm... ―la joven continuó con su búsqueda de prendas y sonrió emocionada sorprendiendo de nuevo a la albina―, sabes Mira, creo que fue un recuerdo... bueno... ―se sonrojó mientras tomaba uno de sus varios vestidos―, eso creo...

―Yo también lo creo ―le aseguró la albina y su amiga le agradeció con la mirada―, y espero que se repita...

―Yo también ―asintió entusiasmada y cambió de tema―. Espero que me dé tiempo de alistarme antes de que venga él, por suerte viniste a verme sino...

―Si te refieres al apuesto joven peliazul que te da clases de cocina y te saca suspiros ―la cortó divertida la ojiazul―, ya está aquí ― Mirajane observó como la ropa caía de las manos de su amiga ante la noticia.

―¿¡Q-qué!?

―Jellal lleva esperándote media hora, por eso vine a ver qué hacías.

―¡No, no, no! ―negó avergonzada―. ¿Por qué no me avisó seguridad?

―Ara, porque me avisaron a mí ―subió los hombros―, no es como que necesiten que las dos lo aprobemos, además ya conocen a tu tutor ―soltó un suspiro y se acercó a la pelirroja para ponerle una mano en el hombro―, ve a bañarte tranquila, yo distraeré al amigo de mi futuro marido ―le cerró el ojo y se dirigió a la puerta―, Er chan ―la llamó y la pelirroja dejó de lado su mortificación para escucharla―, tal vez debas ponerte un pantalón...

―¿Un pantalón ―le miró extrañada de su sugerencia pero la albina solo asintió con una sonrisa tan dulce y angelical que la pelirroja soltó el vestido que tenía en la mano como si quemara y tomó el primer pantalón de mezclilla que encontró.

―No te tardes, Er Chan~ ―canturreó la mujer mientras la pelirroja se dirigía a su baño.

―No lo haré ―confirmó la actriz y antes de encerrarse en el baño la volvió a ver― ¡Y Jellal no me saca suspiros! ―negó avergonzada y se encerró en el baño antes de que la sonrisa angelical de Mirajane se transformara en palabras que no podría refutar.

Y así Erza decidió que mejor se apuraba,

Sentía que algo tramaba Mirajane y su tutor tal vez corría peligro, y como amiga del azulado era su deber protegerlo.

O eso se decía ella.

Cuando salió ya lista luego de un tiempo record en la ducha, se dirigió a la cocina y encontró al hombre ―en posible peligro― leyendo un papel.

―Bu-buenos días ―saludó al entrar y de inmediato su tutor la volteó a ver―, perdón por... la tardanza ―bajó la cabeza apenada.

―Iré a contestar ésta llamada al jardín ―informó con una sonrisa la albina con su móvil en la mano y los dejó a solas luego de que ambos asintieran.

―Buenos días, Erza ―el hombre devolvió el saludo con una mirada preocupada― ¿Estás bien?

―S-sí, solo que, bueno, solo amanecí con mucho sueño.

―¿Segura? ¿No te habrás resfriado? Tal vez no debí... ―apenado se pasó la mano por el azulado cabello, no podía ser que por su culpa la peli-escarlata hubiese terminado enferma.

―No, claro que no ―negó rápidamente y se sentó junto a él en el desayunador―, más bien debo agradecerte de nuevo ―sonrió y le tomó una de las manos al pastelero, lo que le provocó un ligero sonrojo al azulado―, gracias a ti hoy tuve un sueño con mi madre... por eso tardé en levantarme.

―¿En serio? ―el tono entusiasmado en su masculina voz fue tan genuino que la actriz no pudo evitar ampliar su sonrisa al asentir―. Eso es maravilloso...

―Lo es ―soltó un suspiro―, la verdad creo que fue un recuerdo, no estoy segura, pero de alguna manera siento que fue eso.

Jellal la miró detenidamente un momento y luego apretó con cariño la mano con la que ella le sujetaba.

―Entonces de seguro que sí lo fue, mère decía que los mejores recuerdos nunca se olvidan, solo se mantienen bien guardados y protegidos en el corazón.

Erza asintió.

―Tu madre era una mujer maravillosa, Jellal ―le contestó totalmente sincera.

De eso nunca le había cabido duda viendo lo bien que había criado al pastelero.

―Yo también lo pienso ―le sonrió cómplice―, aunque en muchas cosas era un desastre.

―Pues déjame decirte que no puedo creer eso de tu madre ―Jellal rió y elevó los hombros.

―Lo digo en serio ―aseguró―, y puedes decirle mère, ella adoraba el sonido de esa palabra.

―¿De verdad? ―Jellal asintió― ¿No le molestaría que una extraña la llamara así? ―cuestionó increíblemente seria y eso hizo sonreír al pastelero, el ver a la actriz tomarse un asunto tan simple con tanto respeto le daba un aire de ternura a pesar de su semblante de seriedad.

―No eres una extraña, Erza ―le respondió con sinceridad―, eres mi amiga ¿no? Todos mis amigos llamaban a sí a mi mère. Además ―añadió―, estoy seguro que a ella le hubieses agradado mucho.

―¿D-de verdad? ―sonrojada miró como una niña entusiasmada al hombre junto a ella.

―Est la vérité.

―¿Y por qué?

―Bueno... ―sonrió misterioso―, hay muchas razones, pero principalmente porque eres una persona a la que le gusta ayudar...

La actriz bajó la mirada apenada, no sentía que merecía tal elogio pero ésta vez se permitió el no negarlo.

Tal vez los demás podían ver algo que ella misma no lograba ver.

Y entonces su mente comenzó en divagar en otros recuerdos.

―¿Erza? ―la peli-escarlata salió de sus pensamientos y observó que la mano del peliazul aún estaba entre las suyas, avergonzada por su impulso inicial la soltó y se levantó.

―¿D-dime? ―preguntó intentando parecer normal.

―¿Estás bien?

―Ya quedamos en que lo estoy ―contestó con un perfecto deje divertido que no engañó al pastelero pero que sin embargo él dejó pasar―, solo que me muero de hambre ―agregó sacando una botella de yogurt de la refrigeradora.

―Oh, es verdad ―el hombre se levantó y se dirigió al microondas para sacar un recipiente de vidrio―, hoy en la mañana Wen hizo budín de zanahoria dulce para desayunar, me dijo que le trajera. Estaba muy emocionada por saber su opinión.

―¿Mi opinión? ―parpadeó sorprendida.

―Wen tiene en muy alta estima su opinión.

―Pero si ella ha visto que soy un desastre en la cocina ―le miró con sospecha.

―Bueno ―el azulado calentó el budín en el microondas mientras se llevaba una mano pensativa a la barbilla―, creo que lo correcto es decir que Wen respeta su paladar.

―Eso suena un poco más creíble ―aceptó la mujer―, aunque sigue siendo extraño.

―Bien, tal vez alguien le comentó a Wendy que cierta mujer de apellido Scarlet tiene un paladar sorprendente.

―¿Eh? ―cada vez más sorprendida se acercó al pastelero que sacaba con cuidado el postre― ¿Quién?

―Dicen las malas lenguas ―susurró con voz intrigante― que es un hombre y es su tutor...

―¿Tú? ―casi gritó incrédula y Jellal rompió a reír mientras llevaba el budín al desayunador.

―Así es, yo. ¿Te lo he dicho antes, no? ―se sentó en una silla alta y apoyó su barbilla en la palma de su mano―. Siempre aprecia muy bien las diferencias de sabor y es muy buena para diferenciar especias muy similares. De hecho por eso se me hace extraño que suela fallar a la hora de sazonar...

―Oh... ―la peli-escarlata se sonrojó por la vergüenza al recordar lo último que sazonó y Jellal sufrió al probar―, yo creo que me halagas de más ―se sentó en una silla y escondió la cara en los brazos que arrecostó en la superficie del desayunador.

―No, lo digo en serio, a veces creo que se te da mejor que a muchos chefs.

―Exageras... ―murmuró contra sus brazos.

―¿Hacemos una prueba? ―la mujer levantó un poco el rostro y por la forma en que lo miró Jellal supo que aceptaría.

―¿Qué prueba?

―Come una cucharada del budín y dime las especias que le pudo Wen. Veamos cuantas aciertas.

―¿Y si acierto todas? ―preguntó emocionada de repente.

―Umm... ¿prepararemos las galletas que quieras? ―ofreció dubitativo.

―¡Hecho! ―se levantó emocionada― ¡Ya diste tu palabra!

Jellal rió y la actriz sintió calor en sus mejillas al verlo reír tan libremente, no que fuese raro que sonriera pero nunca lo había visto reír tanto, para ese momento la curiosidad de saber que lo tenía tan feliz le empezó a llenar la cabeza.

Pero no preguntó.

No quería ser la mujer metiche.

―Bien, di "Ahhh" ―el azulado la sorprendió con una cuchara llena de budín frente a sus labios.

―Pero yo... ―comenzó la mujer abochornada, pero la sonrisa del pastelero le impidió seguir la protesta.

No podía negarse a los hoyuelos que se le formaban al pastelero al sonreír.

―Ahhh ―repitió divertido y la actriz no tuvo de otra que abrir la boca en un puchero y recibir el dulce, percatándose de la primera especia sobresaliente y cerrando los ojos para percibir las demás y disfrutar de la dulzura del postre cuando sintió los cristales de azúcar moreno derretirse contra el calor de su lengua, inmediatamente se dio cuenta que no había sido preparado por Jellal, la textura no era la propia de la mano profesional del pastelero, sin embargo el sabor era muy similar, sin duda la pequeña Wendy a tan corta edad tenía mucho más talento que ella en la cocina.

Pues bien, aceptaba su derrota con dignidad.

Al menos agradecía poder probar un postre tan bien hecho.

―Canela, anís, vainilla, clavo de olor y... ―se mordió el labio pensando y por estar concentrada no notó las mejillas rojas del pastelero― ¡Cardamomo! ―declaró triunfal mirando de nuevo al azulado, pero éste ya se había encaminado a la pila a buscar un vaso de agua― ¿Me equivoqué?

―N-no... ―carraspeó el hombre tomándose el agua―, está en lo correcto.

―¡Sí! ―celebró la actriz comiendo más del budín― ¡Prepararemos galletas! Y por cierto... ―agregó luego de varias cucharadas de postre― Wendy es una excelente cocinera, se nota que es algo de familia.

―Bueno ―Jellal lavó el vaso sin ninguna prisa y lo colocó en el escurridor―, como Wendy pasó muy poco tiempo con mère desde que volví para ser su tutor le he estado enseñando lo que me enseñaron a mí. A Wen le gusta mucho y también así podemos hablar de mère.

―Eso es algo muy lindo, Jellal ―su sonrisa nostálgica se quedó en los labios de la mujer lo suficiente para que Jellal la viese cuando volvió al desayunador.

―Y usted ahora no puede negar que su paladar es de experta ―cambió de tema el pastelero.

―Bueno, tal vez tenga cierta ventaja ―aceptó la mujer con un deje misterioso.

―¿Ventaja?

―Quizá uno de mis abuelos tenía una pasión por cultivar sus propias especias... y tal vez yo le ayudaba con eso... incluido el verificar su calidad probándolas... ―confesó divertida al ver la cara del pastelero― ¿Qué? ―cuestionó al verlo con el ceño fruncido.

―Entonces usted hizo trampa ―la señaló con el dedo―, su paladar está mejor entrenado que el de la mayoría.

―No sé de qué habla, yo solo era una nieta que ayudaba a su abuelo ―declaró inocentemente y terminó de comer su budín.

―Y pensar que prometí hacer galletas con una embaucadora... ―la miró con falso reproche y la actriz rompió a reír, logrando con eso hacerlo reír a él también.

―Ara... ―la albina volvió a la cocina y observó a la alegre pareja―, parece que todos amanecieron de un increíble humor.

La susodicha pareja asintió al mismo tiempo y eso hizo sonreír más dulcemente a la albina.

―Entonces, Jellal ―comenzó Mirajane―, ¿podría contar contigo?

―Por supuesto ―se levantó de la mesa y tomó la lista que había dejado de lado cuando se levantó a tomar agua―, llamaré al taxi y...

―No, no ―negó la albina―, ¿qué tal si vas con Er Chan en uno de los autos? ―la peli-escarlata los miró sin entender y Mirajane contestó su duda―. Verás, es que le pedí a Jellal el favor de comprar los ingredientes para preparar unos gnocchis con champiñones mañana, espero no te moleste.

―No es que me moleste ―respondió seria la actriz―, pero Jellal no es mandadero, Mira.

―Está bien, Erza ―interrumpió el pastelero― yo mismo me ofrecí a hacerlo cuando Mirajane me dijo que no sabía dónde conseguir champiñones portobello en éste lado de la ciudad, me disculpo porque tomaré tiempo de la clase.

―¡Tengo una idea! ―exclamó la albina de pronto― ¿Por qué no van juntos y hacen de ésta salida parte de la clase?

―¿Q-qué? ―tartamudeó la pelirroja.

―¡Sí! ―continuó emocionada y palmeó el hombro del pastelero―. ¡Una clase en el mercado para aprender a comprar verduras y esas cosas! ―se llevó un dedo a la mejilla―. ¿No creen que sería una buena clase? Aprenderías mucho de un experto como Jellal, Er chan.

La peli-escarlata entrecerró la mirada con sospecha.

―¿y por qué no vienes tú con nosotros, Mira?

―¿Yo? ―la albina sonrió―. ¿Me dejarían ir con ustedes?

―Claro que sí.

―Pues encantada ―aceptó la Strauss con emoción―, iré a buscar mi cartera y... ―su móvil sonó y observó la pantalla del mismo― Ara~ ―su semblante cambió de emoción a pena―, me requieren en el estudio de grabación con urgencia, creo que no podré ir. ¡Te encargo a Er Chan, Jellal! ―palmeó el hombro de ambos y con una sonrisa que seguía levantando sospechas en la actriz salió de la mansión.

―Si usted no quiere ir... ―comenzó el pastelero pero la peli-escarlata no lo dejó terminar.

―¡Claro que iré! ―no sabía que se traía su amiga pero era muy cierto que sería una gran experiencia ir de compras con el azulado al mercado o donde fuese que irían― Iré a por las llaves del auto y a disfrazarme.

―Entonces... la esperaré aquí... ―ofreció con una dulce sonrisa y Erza Scarlet olvidó su sospecha por completo.

―Gr-gracias... ―tartamudeó y se dirigió a su habitación.

...Donde encontró otra sorpresa que levantó de nuevo las sospechas...

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~°0°~

.

Abrió la puerta de manera intempestiva.

Ni siquiera sostuvo la perilla para evitar que el golpe resonara contra la pared, y justo como lo planeó, resultó. Las dos personas que leían en silencio y armonía en la habitación brincaron de su asiento y casi gritaron ante el susto que les dio con su acción.

―¡Gee hee! ―rió al ver la expresión irritada de los dos asustados― Justo como en la naturaleza, los enanos se asustan ante los grandes ―mostró sus colmillos al ver como los dos lo miraban como si estuviera loco― ¿Qué? ―ninguno respondió y en su lugar volvieron cada uno a su libro― Oh, vamos Rogue, no me digas que te molestaste... ya deberías estar acostumbrado, siempre lo hago en la casa.

―¿Siempre? ―preguntó la pequeña peliceleste que aunque intentaba parecer compuesta sentía como su corazón latía con fuerza debido al susto― Me sorprende que tu hermano no sufra de los nervios, Gajeel San...

―Es un Redfox, los Redfox tenemos nervios de hierro ―declaró con una sonrisa de suficiencia que hizo sonrojar a la joven, desde que él le había arreglado la vieja radio―la cual ahora permanecía siempre en el escritorio de la chica― habían comenzado a hablar más; y ahora, además de las viejas bromas de altura, el ojirubí se permitía conversar un poco más con la chica― ¿Cierto, Rogue?

El chico subió la mirada de su libro y negó con la cabeza con total seriedad.

―Siempre tan sombrío... ―suspiró Gajeel y se sentó junto a la silla de su hermano―, ya terminé con lo que me pidió Erza y me dio la tarde libre ¿quieres ir al cine, enano? ―Rogue negó de nuevo― ¿al parque de diversiones? ―otra negativa― ¿Alguna sugerencia?

―Solo quiero terminar el libro. ¿Podemos ir a casa, hermano?

―¿Seguro que no quieres ir a algún lado? No hemos salido en un tiempo ―insistió preocupado, siempre que se acercaba la fecha del aniversario de la muerte de su abuela su hermano menor se ponía más sombrío y distante de lo común.

―¿Podemos... podemos solo ir a casa? ―Gajeel frunció el ceño, pensó que sacarlo de la casa y llevarlo a la compañía le haría bien puesto que a su hermano le gustaba mucho el teatro y ahí se entretenía leyendo guiones, pero al parecer no había funcionado.

―¿Qué tal si me acompañan al ensayo de la nueva obra de la compañía? ―habló la peliceleste que había observado en silencio la conversación entre los hermanos― Tengo que ir a revisar cómo va todo, y me ayudaría tener la opinión de alguien que lo leyó ―señaló el pequeño libro que tenía el niño en las manos― ¿Me ayudarías, Rogue Kun? ―el pequeño Redfox dejó escapar una chispa de emoción en la mirada.

―¿De verdad puedo ir?

―Claro, soy la encargada no te preocupes ―le cerró un ojo cómplice y el chico asintió pero luego volteó a ver al Redfox mayor.

―¿Podemos hermano?

―¡Gee hee! No veo el problema, si la enana dice que está bien, pues está bien ―el azabache sonrió burlón ante la mirada de reproche de la chica por llamarlo de esa manera― ¿Vamos?

―Vamos... ―respondió Levy con un puchero y se levantó para guiar la marcha hacia la sala de ensayos―, ensayarán los actos cuarto y quinto ―entregó un folleto al niño―, espero que les guste como va quedando.

―¿Esta es la obra por la que el viejo Gildarts estaba llorando en la mañana? ―preguntó curioso el azabache mayor.

―Umm...sí ―la chica soltó un suspiro mientras entraba al lugar de ensayo―, no está muy seguro del reparto, dice que les falta algo y no dejará que esto se estrene si no se resuelve.

―¿Entonces por qué siguen los ensayos?

―Porque Gildarts San le gusta también dejar cosas a la suerte ―la peliceleste le sonrió divertida mientras se sentaba en una de las graderías de atrás y daba una señal con la mano a los que estaban en el escenario y por eso no notó el pequeño sonrojo en la cara de Gajeel―, y no pienso desaprovechar esta oportunidad, ésta leyenda es de la ya inexistente Nordicia y su traducción y adaptación tardó casi tres años ―se mordió el labio nerviosa―, yo... espero que podamos estrenarla...

―¿Sabías que fue Levy San quien la tradujo, hermano? ―el niño lo miró emocionado― Tú siempre dices que ella es muy inteligente y respetable, pero no sabía que tanto ―confesó el chico abochornando a su hermano mayor.

―¿Gajeel San dice eso? ―sorprendida preguntó la chica a pesar de la pena del elogio.

―Sí ―asintió el niño con los ojos puestos de nuevo en las letras del guión―, también dice que eres muy bonita...

Gajeel rompió a toser nervioso.

No estaba entre sus planes el que su hermano revelara lo que decía en su casa y menos a Levy McGarden, apenas estaba empezando a sentirse cómodo junto a ella sin estar pensando en lo ignorante y bruto que se sentía a su lado, debía de admitir que ahora que se había propuesto a continuar con sus estudios sentía que tal vez ―solo tal vez― podría algún día atreverse a invitar a salir a la joven junto a él que trataba de ocultar su cara roja en el libreto.

―Ayer también dijo que eras muy buena y que cocinas muy bien ―Rogue bajó el libreto y miró a Levy― Gracias por alimentar a mi hermano, le hice el almuerzo pero lo olvidó.

―¿Tú eres quien cocina Rogue Kun? ―para vergüenza de Gajeel la mujer se interesó en la historia de su hermano traidor que asentía metido de nuevo en las letras del guión― ¿Te gusta hacerlo? ―el chico subió los hombros.

―Supongo ―fue la simple respuesta―, pero no me gusta cuando mi hermano no se come todas las verduras.

―¿Gajeel San no lo hace? ―la voz divertida de la chica fue mortificante para el mencionado.

―Así es, y luego me dice a mí que si no como no creceré, así como usted.

―¿Cómo yo? ―Levy frunció el ceño y el azabache mayor tragó grueso. Con el trato cada vez más común entre ellos había descubierto parte del fuerte carácter de la peliceleste.

―Eso me dijo ayer cuando no quise comerme la espinaca ―continuó el niño―, aunque también me dijo qu...

―¡MIRA! ―casi chilló el Redfox mayor― ¡Ya casi comienzan! ¿Por qué no vas a la línea de asientos frontal, Rogue? Allí verás todo mejor... ―palmeó la espalda del niño con más fuerza de la necesaria.

―¡Ay! ¡Eso duele, hermano! ―se quejó el pequeño Redfox pero luego habló entusiasmado― ¿De verdad puedo ir al frente? ―miró a la chica quien asintió con una sonrisa― Gracias, Levy San.

―No, gracias a ti, Rogue Kun. Espero puedas darme tu opinión al terminar ―el chico asintió con seriedad y se fue a los asientos justo frente al escenario dejando a los adultos solos―. Así que soy enana porque no como mis verduras... ―murmuró la peliceleste lo suficientemente fuerte para que la escuchase el hombre junto a ella.

―B-bueno... solo... yo...

―Así que usa mi estatura para asustar a su hermano...

―Emm... ve-verás... ―tartamudeó el Redfox quien sentía como un sudor frio bajaba desde su frente.

―¿Y también soy bonita? ―el tono de voz de la chica de pronto ya no parecía tan amenazante y cuando Gajeel volteó a verla el perfil de ella parecía tímido.

Sonrió.

―E-eso si recuerdo haberlo dicho... ―confesó el azabache y la joven volteó a verlo sorprendida por su sinceridad repentina―, lo demás no estoy seguro... ¡Gee hee! ―le dio su mejor sonrisa de tiburón y observó como la chica se sonrojaba pero sonreía con timidez.

―Supongo que algo es algo... ―murmuró divertida de pronto y un silencio cómodo cayó sobre ambos mientras veían las últimas preparaciones sobre el escenario.

―Y gracias por ayudarme a convencer a Rogue a hacer algo y no solo volver a casa―habló Gajeel rompiendo el silencio―, desde hace días no lo veía tan animado ―señaló hacia donde su hermano estaba entretenido hablando con otro niño.

―N-no fue nada... solo... bueno, creí que necesitabas una mano ―la chica alzó la cabeza con orgullo―, aunque sea la pequeña mano de una enana...

Gajeel rompió a reír.

―Ya, ya entendí... ¡Gee hee! ―Levy le devolvió la sonrisa y el Redfox se sintió más cómodo que antes― Oe, ena... Levy... ―se corrigió rápidamente― ¿Quién es ese mocoso? ―señaló al niño que ayudaba a su pequeño hermano a subir al escenario por una improvisada escalera.

―Oh, es Sting Kun, uno de los actores principales. Es un niño muy amigable.

―No lo conocía ―frunció el ceño―, no es niño rico y mimado ¿no?

―No, sabes que Gildarts San no dejaría entrar a nadie por sus padres o su dinero. Ese niño pasó el casting de Gildarts San y hasta el de Lu Chan.

―¡Ja! ¿Esa coneja que sabe de actuar? ―se quejó al recordar la goma de mascar que le costó arrancar de su cabello.

Levy rió por el tono aniñado del azabache al quejarse.

―Fue tu culpa, Lu Chan solo me defendió.

―¡Ja! ―enfurruñado miró al escenario en donde su hermano escuchaba como el rubio leía en voz alta el guión― Mejor cambiemos de tema ―declaró aún con el tono de niño haciendo pataleta―, ¿podrías... ―comenzó con una timidez que a la chica se le hizo tan inusual como adorable en él― podrías explicarme de que va esta obra?

Levy asintió con una gran sonrisa.

―Es una vieja leyenda ―comenzó a relatar, emocionada de que el Redfox se interesase en algo que ella amaba―, sobre dos crías de dragón...

Un verdaderamente interesado Redfox escuchó atento cada palabra de la chica.

...Mientras el ensayo iniciaba en el salón...

.

~°0°~

.

Nunca pensó que ir de compras al mercado fuese tan divertido.

Un par de veces había ido junto con Mirajane, pero siempre el temor de ser descubierta y arruinar la salida ganaba a su mente y se preocupaba tanto por lo primero que no disfrutaba de lo demás, pero ese día con Jellal se había sentido tan segura que no tardó en olvidarse de ser identificada y se enfocó en aprender y en reír.

Rió tanto que le dolían las mejillas.

Como no reír si un calamar le había lanzado tinta en la cara a su tutor cuando él le hablaba de la frescura de los mismos o cuando los retaron a ver quién aguantaba más comiendo unos pequeños pimientos traídos de la exótica tierra de Álvarez y descubrió ―para vergüenza de su tutor―, que él era bastante poco tolerante al picante, al punto de que el vendedor tuvo que ir a la lechería de uno de sus amigos a buscar con que aliviarle el ardor al azulado.

De hecho cuando se acordaba se le escapaba una risilla.

Y claro, él sabía del porqué de pronto ella se reía, y él se sonrojaba, lo que aumentaba el gozo en la peli-escarlata que le parecía más que adorable ver cierta torpeza en su tutor, y aunque a veces se sentía culpable por haberle insistido en aceptar el reto, cuando él le recordaba la manera en que cierto cangrejo le apresó la nariz ―y por lo cual tuvieron que ponerle una bandita en la misma y que justo combinaba con la que el pastelero le había puesto la noche anterior― se le pasaba la culpa y se reía abiertamente de su poca capacidad de soporte de picante.

Y así se la habían pasado en el mercado.

La diversión había sido tanta que en ese momento ya había olvidado que tenía que hablar seriamente con Mirajane por llevarse todas las llaves de autos y solo dejarle las llaves de una de las motocicletas, al principio llenó de improperios el recuerdo de la sonrisa dulce ―demoniaca― de Mirajane, pero ahora, sosteniendo los costados del atlético cuerpo del pastelero mientras el viento los golpeaba no le parecía tan malo el que tuviesen que optar por la motocicleta.

Jellal era seguro y cálido.

Aunque no se atrevía a abrazarlo para sostenerse.

No que no le tentase la idea.

―Llegamos ―escuchó la voz del azulado y abrió los ojos, le gustaba mantenerlos cerrados mientras viajaba en motocicleta―, ya verá que es el mejor lugar para comer estofado ―continuó hablando mientras retiraba el casco de su cabeza.

Erza lo observó ensimismada.

Había descubierto que el pastelero en motocicleta se veía tentadoramente peligroso.

Y de cierta manera eso le gustó mucho.

―Si tú lo dices no tengo duda ―aceptó ella y se retiró el casco dejando libre su cabello café, ya eran las tres de la tarde y el hambre los había atacado, sin embargo Jellal le había dicho que podían ir a comer donde una vieja amiga de su familia, había insistido en que sería parte de la lección el probar otros tipos de sazón, pero cierto era que ella no había requerido más que la propuesta del azulado para ir―, lo que es genial porque muero de hambre ―Jellal rió y con la cabeza le pidió que lo siguiera hasta el pequeño local frente a ellos, apenas entró el olor a estofado llenó sus fosas nasales y un sentimiento de hogar la embargo, tal vez fue la mezcla de especias, carne, y humo, o tal vez el decorado nostálgico del local, fuese lo que fuese la hizo sonreír con solo poner un pie adentro.

―¡Jellal! ―una mujer bajita y de gris cabellera se acercó a él con los brazos abiertos―. ¡Llevaba un tiempo sin verte por aquí! ―Para sorpresa de la actriz la mujer en lugar de abrazarlo comenzó a darle vueltas― ¡Pero veo que sigues tan saludable como siempre! Veamos, gira un poco más para la vieja Obaba Sama ―Erza observó como la pequeña señora sonreía al ver su petición cumplida― ¿Y Meredy y la pequeña Wendy?

―Meredy y Wendy fueron al parque de diversiones con Chelia y su mamá ―informó el azulado cuando se detuvo―, la próxima vez las traeré.

―Oh, Sherry me dijo algo de eso ayer ―se llevó una mano a la barbilla recordando―, y bueno ―sonrió con malicia―, ¿quién es esta señorita que has traído en lugar de a tus hermanas?

El pastelero carraspeó antes de contestar ―Ella es Eliza Brown ―miró a la ahora peli café―, Eliza, ella es Obaba Sama, ha sido amiga de nuestra familia desde que tengo memoria.

―Y-yo ―la actriz extendió su mano nerviosa―, mucho gusto...

―El gusto es mío ―la mujer aceptó la mano de la joven con una sonrisa pero luego de un rato le comenzó a dar un par de vueltas―. ¡Vaya! Linda figura, y unas fuertes caderas ―se detuvo de darle vueltas y le cerró un ojo al azulado―, sigues teniendo buen ojo para elegir las carnes...

El pastelero se atragantó con su propia saliva al escuchar a la anciana y su sonrojo por la pena se fusionó con el rojo de casi ahogarse.

―Así que Eliza ―continuó la anciana―, creo que no debo decirte que te sacaste el premio gordo al atrapar a Jellal ―la mujer asintió para sí y no reparó en el balbuceó con el que Erza se trabó al intentar sacarla de su error―. Nunca me trajo a una novia antes, la verdad me preocupaba ―comenzó con voz baja―, es decir, me preocupaba que no confiara en mí, yo no tendría problema en aceptarle algún novio tampoco.

―O-Ooba Sama... ―habló por fin el pastelero.

―Oh, Jellal no te preocupes, ya vi que lo tuyo sigue la línea tradicional, y la verdad que un novio sería menos preocupante que el amor que profesabas a esa actriz pelirroja que te gustaba tanto ―Jellal falló por completo en ocultar su total vergüenza a la actriz de la que justamente hablaba la señora mayor.

Pero Erza se guardó muy bien sus emociones.

―Pueden sentarse ―les señaló una pequeña mesa junto a una soleada ventana― acabo de cerrar pero ya estoy preparando las cosas para las horas de cena, tienen suerte de venir a esta hora en que el local está vacío.

―¿Has tenido mucho trabajo, Obaba Sama? ―preguntó preocupado el azulado.

―Sí, no me quejo, amo cocinar, pero admito que me vendría bien no tener ayudantes tan inútiles. Extraño los veranos en que me ayudabas.

―También los extraño ―admitió el hombre con una sonrisa―, aprendí mucho aquí, usted me enseñó a amar más la cocina.

―Eso es cosa de tu mère ―negó con la mano―, yo solo sé que te enseñé a girar bien las muñecas para revolver el estofado correctamente, y si aplicas esa técnica a los dedos como hacia mi señor esposo ―le cerró un ojo travieso a la pareja―, debes de tener a una mujer muy satisfecha...

Jellal y Erza se pusieron tan rojos como el cabello que escondía la actriz bajo la peluca.

Ambos entendieron perfectamente el doble sentido de la mujer mayor.

―Bueno, deben de tener hambre ―rió la anciana al verlos apenados―, iré a por la comida.

Los dos jóvenes asintieron y se miraron avergonzados las manos cuando la anciana los dejó a solas, pasaron varios minutos hasta que por fin uno de los dos habló.

―Yo... ―carraspeó el azulado―, lo siento, Obaba Sama siempre ha sido así, no lo hace por mal, a ella le gusta avergonzar a la gente...

―Está bien ―sonrió Erza―, creo que se parece a alguien que conozco, además, no es como que me moleste que me crean tu pareja ―soltó sin darse cuenta y sus mejillas volvieron a ganar carmín en su color―, es decir... eres una gran persona... de verdad no me molesta ―lo miró preocupada de pronto― ¿a ti te molesta?

Jellal negó con una sonrisa.

¿Cómo se le podía ocurrir a ella que le molestaría tal cosa?

¿Acaso no notó como se puso cuando le dio de comer el budín de zanahoria?

Verla tan hermosa, haciendo un puchero y comiendo de la cuchara que él sostenía casi le provoca un ataque al corazón.

Sus miradas se clavaron en el otro incapaces de hablar más.

―¡Listo! ―interrumpió la señora con una bandeja con tres inmensos platos llenos de un deliciosa aroma― ¿Espero que no les moleste que coma con ustedes?

Ambos negaron abochornados.

Bien, entonces provecho.

Y sin duda sacaron provecho de ello.

La comida no solo estaba deliciosa, sino que Obaba Sama les explicó paso a paso esa nueva receta y les dio varios consejos, además le contó a la actriz muchas de las anécdotas de cuando Jellal trabajaba para ella en las vacaciones de verano, de cuando estaba en el colegio, o de cuando era niño. No pudo evitar reírse cuando le contó que una vez le cayó una olla semi llena de estofado caliente encima y que de no ser por Obaba Sama que le bajó los pantalones con rapidez, Jellal ostentaría una fea quemada en sus piernas, la mujer ni siquiera se guardó el dato de los bóxers de animalitos que usaba ese día el joven azulado y el pastelero murmuró frases ininteligibles en francés al escuchar las anécdotas más vergonzosas.

―Y ese día Jellal aprendió que si le das de comer a un perro de la calle te perseguirá aunque corras y te subas a un árbol ―terminó otra de las historias y comenzó a reírse.

―Tenía ocho años, Obaba Sama, y ese perro era gigante para mí, pensé que quería morderme... ―trató de defenderse con la cara roja.

―Es verdad, es verdad ―admitió la mujer―, pero nunca vi a nadie escalar un árbol tan rápido ―se cruzó de brazos―, y no te bajaste hasta que tu mère llegó ―el pastelero miró avergonzado hacia otro lado―, pero bueno, siempre fuiste un niño de mamá, me alegra que al menos una mujer se atreva a intentar competir con la idea idealizada de mujer que te dejó ella ―la anciana palmeó la espalda de la actriz―. Apuesto que en la primera cita te pidió que le cocinaras, a mí siempre me decía que su esposa tendría que saber cocinar. Nunca vi a un niño más seguro de algo.

La actriz puso una sonrisa divertida pero sus ojos reflejaron vergüenza.

Algo que Jellal notó.

―Cuando dije eso tenía diez años, Obaba Sama ―habló con seriedad―, ha pasado mucho tiempo desde entonces.

―Igual no te veo con una mujer que no sepa cocinar, y tampoco me gustaría ―negó con la cabeza―, esas jovencitas inútiles de hoy en día no pasarían la aceptación de tu mère sin una buena sazón...

Erza asintió ante las palabras de la anciana y tomó un poco de agua para disimular su bochorno.

―A mère no le importaría ―respondió Jellal―, a ella solo le importaría que fuese una buena persona y que apreciara la cocina ―extendió su mano y tomó la mano de la actriz con delicadeza―, creo que lo que quería decir cuando era niño era que me no me casaría con alguien que no apreciara la comida, eso es todo.

Obaba Sama miró con sospecha a la pareja ―¿No me digas que ésta señorita no sabe manejar un cuchillo de cocina?

Jellal rió, aunque Obaba Sama lo decía en una metáfora para referirse a tener buenas habilidades culinarias en general, cierto era que no mintió al asentir.

Sin duda Erza sacaba diez en esa materia.

Ella es una experta con los cuchillos de cocina ―observó una sonrisa divertida en Erza y no pudo evitar acercarse a ella y darle un beso en la mano―, de hecho pasamos mucho tiempo en la cocina ¿Cierto?

Erza se sonrojó furiosamente ante la sonrisa ladeada y galante del azulado y la sensación que dejaron sus labios en su piel.

―S-sí... ―respondió en un hilo de voz y la cara de sospecha de la anciana pasó a uno de picardía.

―Ya entendí, ya entendí... así que la señorita Brown disfruta de la buena mano de Jellal de muchas maneras ―rió de la broma que volvió a abochornar a la pareja―. Siempre he dicho, si quieres disfrutar de la buena vida, cásate con alguien que sepa cocinar.

Erza asintió divertida de las energías de la señora y Jellal sonrió al ver que ella se había relajado, sin duda la actriz era muy sensible a sus fallas en la cocina, pero sabía que ella apreciaba al arte culinario de corazón.

Y con eso a él le bastaba.

No que estuviese pensando románticamente en ella.

O eso se decía él.

―Bueno ―habló luego de un rato de negarse a ciertos pensamientos―, creo que es hora de irnos...

―¿No se quedarán a cenar? ―preguntó la anciana.

―Hoy no podemos ―negó Jellal con pesar―, aún tenemos muchas cosas que hacer.

―Bien, pero prometan volver otro día. Disfruté mucho de su compañía ―miró a la actriz con cariño―, es usted una jovencita muy agradable, sin duda éste chiquillo eligió bien ―rió al verla abochornarse a pesar de que la había hecho sonrojarse ya muchas veces durante ese par de horas en que estuvieron comiendo y charlando.

―Y-yo... gracias ―aceptó Erza conmovida―, yo también me alegró de haberla conocido...

―Entonces el sentimiento es mutuo, y por ello le pido que no suelte a éste jovencito ―señaló al azulado con el dedo―, sus padres lo hicieron con demasiadas ganas y demasiado amor, y terminó demasiado atractivo para su propio bien ―soltó un suspiro― y además es un caballero que sabe cocinar ―negó con la cabeza―, las lagartas detrás de él sobran, pero con usted a su lado estará seguro ―se cruzó de brazos y asintió para sí misma―. Tiene en usted toda la personalidad, los buenos sentimientos y la buena carne que un hombre como él busca.

―Obaba Sama... ―comenzó el azulado de nuevo avergonzado pero se detuvo al ver la diversión en Erza―, nunca cambies ―soltó un suspiro y cambió su pequeña advertencia por un halago―, así es como te queremos.

―Lo sé ―aceptó la anciana― y no miento al decir que escogiste a una jovencita muy bella... Tienes tan buen gusto como tu padre, y como mi esposo desde luego... ―a pesar del bochorno en los chicos la anciano logró hacerlos reír y luego de darle otro par de advertencias y contar unos cuantos chistes rojos más; los dejó partir, no sin antes decirles que se pasaran a por un postre a la nueva crepería del parque, y por supuesto, los ojos brillantes de anhelo de la actriz al escuchar de los dulces convencieron al pastelero de pasar por la dichosa crepería.

Y por ello ahora estaban ahí...

Acostados en el césped del parque bajó un inmenso árbol de roble.

―Jellal ―llamó la actriz al terminarse su crepa―, ¿podemos hacer crepas un día? ―preguntó mientras se chupaba el caramelo que le quedó en los dedos y por ende Jellal Fernandes solo pudo asentir embobado al observar el movimiento de la lengua de peli-escarlata sobre sus dígitos― ¡Eres el mejor tutor de mundo! ―declaró con una sonrisa y el hombre se sintió culpable por sus pensamientos pecaminosos ante la ingenuidad de la mujer junto a él― ¿Sabes? Hace tiempo no me divertía tanto...

―¿De verdad te divertiste? ―interrogó curioso y terminó de comerse su propia crepa.

―Como no tienes idea ―subió los brazos y arqueó la espalda para estirarse, logrando que el azulado fingiera limpiarse las manos con la servilleta para evadir la nueva ola de pecado que quería dominar su mente―, y aprendí mucho, Mira tenía razón, fue una gran lección... ¿no crees?

―También lo creo... ―aceptó con una sonrisa, siendo sincero él también desde hacía tiempo no se divertía tanto.

―Jellal... ―su tono dubitativo le indicó al pastelero que se venía una pregunta que ella de seguro consideraba que era personal.

―Pregunta Erza... no me molestaré... ―la mujer sonrió al ser descubierta su intensión.

―Bueno ―inició con un suspiro―, siempre hablas de lo que te enseñó tu mad... mère ―se corrigió rápidamente―, pero, ¿qué te enseñó tu papá?

―Papá me enseñó lo normal, supongo ―el azulado se llevó los brazos hacia atrás y los utilizó como almohada―, deportes, a arreglar cosas, a conducir, a tocar la guitarra...

―¿A tocar la guitarra? ―la actriz se puso de lado y observó el tatuaje en su mejilla curvarse un poco al surgir una sonrisa en su rostro.

―Sí, aunque hace tiempo no lo hago, pero fue algo que mère le pidió que hiciera ―la miró con el rabillo del ojo y le cerró un ojo cómplice―, a ella le encantaba la música, pero era muy torpe con los instrumentos musicales, sino hubiese sido porque ella me lo pidió no habría tomado clases con papá.

―¿Por qué?

―Papá era un profesor muy intenso ―soltó un suspiro―, se tomaba demasiado en serio su papel, era demasiado estricto y de pronto te salía con un montón de exámenes y tareas y dejaba las clases prácticas para luego... Incroyable! ―renegó con un par de frases más en francés y Erza rompió a reír― ¿Por qué la risa? ―se puso de lado para observarla curioso.

―Porque ya vi de donde adoptó sus métodos de enseñanza, profesor Fernandes ―le contestó con una sonrisa ladina y el tutor se sonrojó tanto por la sonrisa como por la verdad de la que hasta ahora se daba cuenta― ¿no te llevabas bien con tu papá?

―Me llevaba muy bien ―admitió―, pero Obaba Sama dijo la verdad... dijo dos grandes verdades de hecho

―¿Qué verdades?

―¿Quieres saberlas? ―rebatió divertido y Erza elevó una ceja.

―Me gusta conocer nuevas verdades ―contestó curiosa, lo que provocó que Jellal ladease una sonrisa y se acercara a susurrarle la respuesta.

―Siempre fui un niño de mère... y...

Erza parpadeó nerviosa de tenerlo tan cerca y escuchar su voz en un murmullo.

La tarde ganaba el color de la puesta de sol y ambos solo podían mirarse el uno el otro, la mano de Jellal se movió por sí misma y su pulgar acarició con suavidad la bandita que cubría la pequeña nariz de la actriz para luego deslizarlo por la suave mejilla que se empezaba a teñir de un color carmín más adorable para él que el de los rayos del sol que llenaban el cielo.

Jellal pensó en alejarse, pero al ver los ojos color chocolate brillar como lo hacían no pudo hacerlo.

―Que vous êtes très belle... ―susurró en un suspiro― yo... quisiera...

Y entonces una escandalosa melodía trajo de vuelta a la pareja de su atmósfera propia, el azulado se separó de ella de un brinco y la mujer tomó rápidamente su celular para contestarlo.

―Di-diga... ―contestó una nerviosa Erza―, no, estoy bien... ¡Que no estoy agitada! ―casi chilló y la vergüenza volvió a llenarla al escuchar una risilla divertida del pastelero―. ¿Vas para mi casa? Pensé que llegarías en un par de días. Bueno, olvídalo, ve a la casa. Mandaré un mensaje a seguridad con tu foto para que te dejen pasar. Nos vemos ―la mujer cortó la llamada y luego se encargó de mandar el mensaje.

―¿Sucedió algo? ―preocupado la miró el pastelero.

―Algo así ―soltó un bufido―, debo volver a casa... ―declaró con un deje triste.

―Claro, además ya es algo tarde ―el azulado se levantó, se quitó su chaqueta y con gentileza apabullante se la colocó en los hombros a la peli-escarlata quien se la puso con un gran nerviosismo, el que trató de ocultar cuando Jellal le ofreció su mano para levantarse, y como el pastelero no le soltó la mano luego de ayudarla, no se preocupó en hacerlo ella tampoco.

Y por ello llegaron de la mano a la moto.

―Jellal...

―Dime...

―Tal vez la clase de los sábados pueda ser así, digo... salir de vez en cuando a probar nuevas comidas o... algo... también podríamos llevar a Wen cuando esté contigo―propuso llena de nervios, en especial cuando el peliazul no contestó y solo se subió a la moto en silencio―, aunque no tiene que ser todos los sábados...

―No tiene que ser todos los sábados... ―repitió él cuando ella se subió a la motocicleta― ¿pero puede serlo, no?

―¿Eh?

―Estaba pensando en varios lugares a los que te serviría ir, pero tendríamos que utilizar varios sábados ―la volteó a ver antes de ponerse el casco.

―¿De verdad? ―la emoción en su voz fue tan evidente que se avergonzó de su tono un poco más agudo de lo normal.

―Sí, de verdad ―le aseguró con seriedad― ¿confías en mí?

Erza ni siquiera se detuvo a pensarlo.

―Si me subo a una moto con alguien es porque de verdad confió en la persona ―le respondió divertida y el peliazul volvió a romper a reír, cuando en la mañana se dieron cuenta que tendrían que ir la motocicleta dejaron a la suerte quien la conduciría, ella había ganado pero había decidido que él sería quien condujese porque Jellal le había contado de que en Francia solía andar todo el tiempo en motocicleta pero desde que había vuelto a Fiore no había tenido la oportunidad de hacerlo de nuevo.

―Entonces ―le quitó el casco de las manos a la actriz y se lo aseguró con cuidado―, es un hecho... ―le dio un golpecito en la bandita de la nariz y luego se volteó y encendió la moto.

Erza asintió feliz y ésta vez se reclinó en la espalda del pastelero y lo abrazó para sostenerse.

Y la moto avanzó más rápido de lo que ella hubiese querido.

Cuando llegaron a la mansión con las provisiones en las manos no esperaban ver lo que vieron en la sala.

Un chico azabache semi-desnudo estaba sobre una chica peliceleste obligándole a hacer algo que al parecer ella no quería.

―¡QUE LO CHUPES TE DIGO! ―ordenó el hombre y la mujer sollozó.

Erza Scarlet apretó los puños con fuerza, se adentró en la sala, tomó al chico del hombro y lo lanzó con tanta fuerza al suelo que su peluca café cayó y su cabello pareció ser parte de un aura de roja furia alrededor de ella.

―¿¡SE PUEDE SABER QUE DIABLOS LE HACES A ESA POBRE CHICA GRAY FULLBUSTER!? ―preguntó con un pie sobre el pecho desnudo del joven.

―¡N-no... espera Erza...! ―suplicó por su vida el joven al ver la ira en la mirada de la actriz― ¡No es lo... no es lo que parece!

―Más te vale darme una buena explicación o... ―la mujer se detuvo al ver a la jovencita tirarse sobre el cuerpo del azabache y elevar la mirada a ella con suplica― ¿¡Juvia!?

La peliceleste asintió a la pregunta y sonrió dejando brotar un hilillo de sangre de su boca, y entonces la peli-escarlata cayó en cuenta del gran golpe en la mejilla de la peliceleste.

―¿¡Pero qué demonios le hiciste, Gray!? ―la muda mujer negó como pudo cuando vio el enojo crecer en la actriz y lapeli-escarlata intentó bajar su furia.

―¿Se llama Juvia? ―preguntó con sorpresa al azabache, y esa ignorancia del nombre de la chica a la que intentaba ―hacia solo un momento― forzar, solo logró hacer aumentar la ira que intentaba controlar la actriz.

Gray cerró los ojos, no había como salir bien librado de esa confusión.

―Erza... ―una gentil voz masculina que el azabache no conocía se hizo presente―, no creo que las cosas sean como parecen, tal vez deberíamos calmarnos y escuchar su versión ―Gray abrió un ojo esperando ver como la actriz fulminaba al osado hombre, pero en lugar de eso fue testigo de cómo la mujer se calmaba y asentía al hombre de cabello azul que al parecer lo había salvado―, y si es lo que parece... te puedo a ayudar a castrarlo... ―sentenció con una sonrisa amable que heló la sangre del chico.

Y sí, Gray sintió que ahora todo acababa de empeorar.

―Tienes razón ―aceptó la actriz respirando hondo y luego mirándolo a él su mirada ganó una nueva dureza― ¡Pero más te vale explicarme porque ella está golpeada y por qué estabas semi desnudo sobre ella ordenándole que te la chupe!

El rostro de Gray se calentó furiosamente.

Okey, lo admitía...

Erza y él desconocido tenían razones para haber pensado mal de él.

Muy, muy mal.

Tremendamente mal.

...Y sin duda era mejor comenzar a explicar...

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¿Comentarios? ¿Estrellitas?

:D Sus comentarios ahora deciden cual historia actualizo primero D:

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Aclaraciones:

Est la vérité: (Francés) Es la verdad.

Incroyable: (Francés) Increíble.

Que vous êtes très belle: (Francés) Que eres muy bella/hermosa.

Recomendaciones:

DOR: Un vocablo rumano que define el cumulo de sentimientos de cuando estás separado de la persona que amas . Esto también define lo que la pareja principal JERZA llegará a sentir el uno por el otro. Ambientada en el hermoso periodo de la Inglaterra victoriana, la autora Liraaz (Fanfiction) ―Banana Sama para quienes la loveamos 7v7― nos relata con un hermoso repertorio de palabras y situaciones de época la historia de fluff y miel de la pareja; y además, como en la vida las ofertas son buenas, también podréis disfrutar de Miraxus y... hermoso Gruvia... 7u7. Así que si quieren suspirar un rato, les recomiendo esta historia. Si os gusta la historia, os suplico la apoyéis con reviews para que la continúe, porque lo crean o no, ésta talentosa escritora de azúcar a veces es medio asesina y le da por matar fics. xD ―No le digan que yo dije esto, solo díganle que yo la loveo :x―. Ojalá los disfruten tanto como yo. *w*/

Rincón De La Escritora En Proceso:

Sus teorías sobre el Gruvia fueron muy entretenidas de leer. ¿Qué creen que pasa ahora con el Gruvia? xD El Jerza está muy pillo... D: ¿Creen que deben de ponerse más pillos? 7x7r Huehuehue... ¿Qué creen que pasará con Gray? xD

Ya saben, sus teorías, sugerencias, tomatazos, etc son más que bienvenidos en la cajita de reviews. NwN

¿Vieron el manga? D:

―Inicio del spoilers―

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.¡Makarov! QwQ)8 Esta vez creo que no habrá salvación para él, lo que sería genial porque una muerte de un grande se debe de respetar. U,U Me matará ver a Laxus cuando reciba l anoticia, y espero que eso nos ayude con el Miraxus ¡Huehuehue! 7u7 ¿Y Erza? ;A; seguro se culpa de no haber sido lo suficientemente fuerte para ayudarlo, ¡JELLAL VEN Y CONSUELA A TU WAIFU! Aunque espero que esto lleva al fin a la aclaratoria de ¿Qué es Lady Irene de ella? DD: Y la pelea... especialmente por lo que pasó con el Maestro... Yo le apuesto a un Jerza peleando junto... *w* *cruza los dedos*

.

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―Fin del spoiler―

Gracias por leer. NwN

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Estrellas. Follows. Lectores Tímidos.

Gracias mil por leer.

¡Adieu!

.o./

.

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