Incandescente PUBLICADA

zafir05 által

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"El amor es como el fuego, que si no se comunica se apaga". -Giovanni Papini. Shira esta decidida a apagar es... Több

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capitulo 19
Capítulo 20
Capitulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capítulo 53
Capítulo 54
Capítulo 55
Capítulo 56
Epílogo
La historia continua
Después de tanto tiempo

Capítulo 15

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zafir05 által

CAPÍTULO     15

Estábamos en mi casa, en pocas horas amanecería, Blade dormía plácidamente a mi lado, yo no lo conseguía, no paraba de atormentarme la conversación con Christian, lo espeluznante que había sido, su impertinencia y cómo yo había perdido todo tipo de control y había evocado fuego en su presencia. La verdad era que me había sentido liberada, natural - me dí la vuelta en la cama para quedar de costado con la mirada fija en la pared - mi esencia sobrehumana estaba impregnando todo mi ser a una velocidad desmesurada. Unas semanas antes esto me habría parecido inconcebible, pero notaba como estaba cambiando. Por una parte mejor que sea ahora, en el final, que no en un principio, a saber lo que habría hecho, el peligro que podría haber causado a segundas personas. Pero por otra parte, a lo mejor si hubiera empezado a sentir esto antes podría haber sido todo mejor, me habría sentido a gusto, segura … -Un suave gruñido de Blade me despertó de mis ensoñaciones, ya era hora de que se levantara o le pillaría el sol .

-Blade.

-Gr… ¿si?

-Christian me pidió que le dejara ayudarnos, tiene muchos contactos en ambos mundos.

-¿Y qué le dijiste? -La verdad era que no se muy bien cómo acabó el asunto. Blade se incorporó en la cama, se apoyó sobre un codo, yo me dí la vuelta para observarle con precaución.

-Que si, que nos informe de lo que se entere, pero no pienso hablarle de nuestros ataques.

-¿Ataques?

- Si, bueno, de cuando nos acercamos a sospechosos, como nuestra asistencia al baile de Edward, solo nos faltaba que un humano quisiera venir con nosotros. -En realidad era porque algo me decía que Christian intentaría impedir que me arriesgara, supongo que para que no resulte gente herida cuando pierda los papeles, como me pasó con él en el callejón. Blade se iba despejando poco a poco, me dí cuenta de que ahora tenía un aire mucho más adulto, seguía con aspecto de joven atractivo, pero algo más “madurito“. Se frotó las sienes mientras reflexionaba, era uno de sus nuevos caracteres, estaba cambiando, como yo. Tenía su pelo color bronce despeinado, dándole un aspecto angelical.

- Shira, yo no me quiero meter entre vosotros, lo sabes, así que si hay algún problema, sabes que puedes contármelo, entiendo nuestra relación, sé que eres libre, al igual que si yo quisiera también podría estar con otras, solo que no quiero estar con otras, pero si tú quieres lo respeto, tenemos una relación no comprometida. -Sabía que en algún momento pasaría algo así, inspiré aire e intenté ordenar mis ideas antes de contestar.

- Entre Christian y yo no hay nada, si, en su momento nos sentimos atraídos, pero a él no le gusta lo que soy, y me lo dejó bien claro…

-Oh, Shira, lo siento. -Se acercó a mí tiernamente y me abrazó, posó su boca en el hueco de mi cuello y me acarició suavemente la cabeza. Yo apoyé las palmas de mis manos en su pecho y me dejé envolver por su aroma, lo inspiré profundamente y lo guarde en los recovecos de mi alma para no olvidarlo jamás, por si algún día necesitaba recordarlo detalladamente, un momento perfecto.

-Sabes lo que soy, ¿verdad?

-Si.

Ya había acabado el instituto, así que por las mañanas me iba al lago, leía e incluso me había comprado instrumentos de pintura para aprender arte, llevaba el caballete al lago e intentaba plasmarlo en el lienzo en blanco, pero en vez de los robustos y altos abetos de alrededor acababa pintando raquíticos arbustos que nada tenían que ver. Llevaba por lo menos una decena de lienzos, todos ellos desechados. Quedaba una semana para el baile, aunque no quería admitirlo estaba entusiasmada por asistir, ver a Edward era un inconveniente, pero el baile temático me recordaba viejos aires, me hacía volver a otra época totalmente distinta.

Estaba en casa, estaba leyendo un libro que Blade me prestó, me lo llevaba recomendando mucho tiempo, era uno de sus favoritos, sino me lo leía Blade reventaba. Estaba en el porche trasero, tumbada en una tumbona, el porche daba al exuberante bosque,  alguien llamó a la puerta, sería Blade, estaba nublado, ahora podía salir de día pero solo cuando no brillaba el sol, los días con poca luz, los días nublados, él estaba entusiasmado. -Se había dado cuenta fortuitamente un día que se quedó dormido en su casa, se levantó pensando que era de noche (cuando se despertaba, después de tantos años sin dormir, se encontraba desorientado y espeso), al haber una fuerte tormenta, la lluvia apenas permitía ver nada a tres palmos de la nariz, se acercó a la ventana que tenía en casa, en el piso de abajo y vio a una gran  aglomeración de gente pasando por la calle con llamativos paraguas de una gran variedad de colores. Se quedó extrañado de que hubiera tanta gente a esas horas, miró el reloj y… ¡sorpresa! las nueve de la mañana. -Seguí leyendo mientras le grité que pasara, que estaba abierto. Oí unos firmes pasos que se acercaban hacia mí, yo estaba tumbada de espaldas a la puerta, seguro que ahora me tapaba los ojos o alguna de sus “graciosidades”.

-No deberías tener la puerta abierta, podría entrar cualquier indeseable. -Dí un respingo en la hamaca, el libro cayó estrepitosamente al suelo debido al repentino movimiento. No era la voz de Blade, aunque esa voz también la conocía perfectamente.

-Si, tienes razón, puede entrar cualquier indeseable, aunque aquí siempre entra el mismo. - Una de sus medias sonrisas asomó entre las comisuras de sus labios. Genial, además le servía de espectáculo. Recogió el libro del suelo con un grácil movimiento y me lo entregó, no sin antes echar un rápido vistazo al título.

- Memorias de Idhún, es el libro que más me gustó de Laura Gallego.

-Que bien. -Estaba siendo más violenta de lo normal, pero era debido a que no tenía ni puñetera idea de qué estaba haciendo Christian en mi casa, ¿pretendía jugar conmigo? no entendía nada, él mismo lo aclaró al dejarme tirada como una colilla en el parque cuando le rebelé mi secreto más recóndito. Pareció notar mi confusión, así que se apresuró a explicarse, no vaya a ser que hubieran “malos entendidos”.

-He venido para saber como iba la investigación. -Eso aun me confundía más, si venía para jugar conmigo se podía entender que tuviera un alma retorcida y miserable, pero ¿por qué tenía tanto interés en mi investigación? Decidí ser directa, total, yo no podía perder nada, ya lo hice en el parque.

-¿Te puedo hacer una pregunta?

-Si. -Noté un atisbo de inquietud en su tono.

-¿Por qué te interesas por “mi” investigación?

-Estoy metido en el mundo de la magia, me intriga y apasiona, todo lo que tenga que ver con la magia, y si alguien está alterando el equilibrio quisiera saberlo. -No, no le creía, él no daba el perfil del típico loco amante del mundo secreto.

-Después de que yo te confesara todo lo que te confesé, ¿te atreves a venir a mi casa y mentirme en la cara?, oye si no querías contestar no contestes, pero no me mientas. Si no me vas a aportar nada será mejor que te vayas. -Me levanté y le señalé la puerta.

-Espera, vale, yo… bueno, -pareció cambiar el semblante a uno herméticamente serio - mi madre era una ninfa,  yo no llegué a conocerla, pero mi padre me dijo que la asesinaron, la asesinó un hombre de negro, como una sombra, con una katana. Como el que asesinó a los broownlies. - Me quedé un momento en silencio recapitulando la información. Christian esperaba paciente.

-Lo siento… por lo de tu madre. -Christian se encogió de hombros. -Respecto a la investigación no se nada nuevo, nos quedamos estancados en Edward.

-He descubierto que al ser un hombre de negocios esta siempre viajando, es difícil contactar con él, pero sé por fuentes de confianza que la semana que viene estará en su mansión de la ciudad. -Lo cierto era que yo pretendía tener una reunión con él este viernes.

-Vale pues gracias. -Nos quedamos los dos en silencio, admitía a Christian en la investigación, pero me incomodaba que cada vez que tuviéramos que hablar viniera a mi casa, ya que ya no podíamos vernos en el instituto, no es que no quisiera que viniera, era más que nada todo lo contrario, y por ello tenía que poner tierra de por medio.  -Yo… trabajo.

- ¿Qué? –Preguntó extrañado. Carraspeé anteponiéndome a mi rápida idea.

-Que yo trabajo en el Starbucks que está a dos manzanas del parque, ¿sabes cual te digo? - La verdad es que por una vez parecí sorprenderle, incluso creo que le hizo gracia.

-Si, si se cual es, he pasado un par de veces por allí.

-Lo digo para que no tengas que salir de la ciudad y venir a mi casa cada vez que tengas que hablar conmigo. Trabajo todas las tardes de lunes a sábado, de cinco a nueve y media, lo que luego tengo que limpiarlo y cerrarlo, con lo que salgo sobre las diez y media.

-Lo tendré en cuenta. Y respecto a Edward, ¿cómo piensas “interrogarle”?

- Bueno, digamos que tengo un “as” escondido en la manga. - Mi respuesta no pareció gustarle, pero no quiso tentar a la suerte. -Se dio la vuelta para irse cuando algo llamó su atención, se acercó a un montón de lienzos que descansaban en una esquina, justo al lado de la puerta corredera que daba al porche trasero donde estábamos. Se acercó a ellos, se inclinó y cogió uno. Yo me acerqué con las mejillas ardiendo.

- Vaya, ¿es… un nuevo movimiento artístico? -Notaba el sarcasmo en su voz.

- Bueno, es una mirada distorsionada de la realidad. -Me interpuse entre él y el cuadro arrebatándoselo de las manos. Y tanto que era distorsionado, los pobres abetos pintados parecían sufrir achaques. Vi por el rabillo del ojo como Christian hacía verdaderos esfuerzos por no reírse. Yo dejé el lienzo con el resto en la esquina y me quedé de espaldas a ellos. -Estoy intentando expandir mis cualidades, lo único es que aún no he encontrado con qué.

-Yo podría intentar enseñarte a tocar la guitarra, para ver si tienes cualidades.

- No lo intentes. -Mi tono grave cambió el sentido de la conversación.

-¿Por qué? no creo que seas tan mala.

-No me refiero a eso, sino a lo de intentar llevarte bien conmigo, no te preocupes, cuento contigo en la investigación, no hace falta que seamos amigos, no es lo que quieres. -Vi como se le crispaba el rostro y sus ojos se hundían en su hielo de glaciar.

- No lo hacía por eso.

-Entonces no lo entiendo.

-No espero que lo hagas. -Se dio media vuelta y desapareció por la puerta.

Lo de tocar la guitarra me dio una idea, así que antes de ir a trabajar al Starbucks aquella tarde, me pasé por casa de Blade y le pedí que me enseñara a tocar el piano, él me había contado que siempre le había atraído ese instrumento, pero que cuando era humano no tenía ni tiempo para aprender ni suficiente dinero, así que convertirse en vampiro le fue bien para algo. Su casa, al contar con tan solo dos ventanas en el piso de abajo y siendo que ese día estaba nublado, estaba prácticamente a oscuras, como era lógico, Blade no tenía corriente eléctrica, no utilizaba ni luz ni calefacción, solo televisión. Me senté en la elegante banqueta y acaricié las suaves teclas de mármol de aquel magnífico instrumento. Blade se sentó a mi lado y me enseñó a tocar la escala musical, primero la tocó él - me encantaba verle tocar el piano, notaba como disfrutaba, lo hacía magistralmente, incluso cerraba los ojos en ciertos momentos de las melodías - luego probé yo más torpemente, mi escala sonaba irregular, pero me dijo que poco a poco le iría pillando el tranquillo.

Llegué puntual a trabajar, serví una gran cantidad de café mocca, chocolates, algún que otro zumo, un par de muffins, lo de siempre. Cuando llegó la hora de cerrar se fue todo el mundo y me quedé como única responsable. Ya estaba acabando, solo me quedaban dos mesas por limpiar, estaba repasando la penúltima mesa con la bayeta cuando sonó la puerta, alguien entró, me parecía extraño, hoy no había quedado con Blade. Me giré y me encontré con Christian, al verme con la bayeta en la mano, la gorra verde y el delantal no pudo sino que soltar una risilla que me aceleró el curso de la sangre por mis venas. Me fijé en que llevaba una funda de lo que podría ser una guitarra en la mano.

-Christian…

-Quiero enseñarte a tocar la guitarra, ¿vale?

-Vale. Pero primero tengo que acabar de limpiar esto. -Se sentó, satisfecho de su poder de convicción. Y yo seguí limpiando. Oí un atisbo de risa a mis espaldas.

-Muy bien, ¿quieres probar tú? -Extendí la bayeta a modo de amenaza.

- Me encantaría, pero no quiero dejarte en ridículo ante mi maestría con el paño.

-Tranquilo, no lo harás. - Se levantó con una gran sonrisa en la cara, disfrutaba desquiciándome. Cogió la húmeda bayeta la remojó lentamente en el cubo de agua, ahora con un tono marrón de suciedad tras haber limpiado  casi todas las mesas, y comenzó a restregarla por la mesa. Me acerqué a comprobar su trabajo.

-Ahí te has dejado una mancha. -Señalé con el dedo una de las esquinas de la mesa.

-Porque aún no he acabado.

-Vaya, pues sí que te tomas tu tiempo.

-Me gusta hacer las cosas bien.

-Pues debes de sentirte bastante frustrado ante tu incapacidad. -Esbozó una sonrisa irresistible mientras terminaba de fregar la mesa. Se levantó mientras exageraba el gesto de quitarse el sudor de la frente.

-Listo. -Me acerqué para comprobar la mesa detenidamente, hice una mueca de disgusto.

-¿Qué?

-Pues que me sorprende encarecidamente que sepas tocar una guitarra. -Ambos sonreímos.

-Y me lo dice la nueva Picasso.

-Ambos éramos unos incomprendidos. -Fingí un tono desolado que no hizo sino que consolidar la cómica situación. Dí un paso hacia detrás y agarré un puñado de pepitas de chocolate del carrito de las especias. Me acerqué a la mesa que Christian había acabado de limpiar. -¿Ves desde allí si la máquina de café tiene una lucecita roja encendida? -Christian se dio la vuelta para comprobarlo, momento que aproveché para realizar mi crimen.

-No veo ninguna luz. -Se dio la vuelta y… ¡zas! - ¿pero qué?

-Te dije que te habías dejado una mancha. -Toda la esquina de la mesa estaba bañada de pepitas de chocolate, yo no podía dejar de reír y a Christian le costaba no hacerlo.

-¿Enserio? muy bien, tú lo has querido. -Se acercó al carrito de las especias, cogió un puñado de pepitas y las esparció por una de mis mesas impecables. Ahogué un grito de terror mientras me aproximaba a detenerlo. -Creo que “tú” te has dejado una mancha. -No podía aguantarme la risa. Me acerqué a él  ágilmente y le agarré el puño donde sostenía las pepitas de chocolate deteniendo su intención criminal. Lo sostenía en alto, estábamos a tan solo un par de palmos de distancia, notaba su respiración, su fragancia me envolvía, mi corazón aleteaba desbocado. Christian abrió su puño y las pepitas de chocolate me bañaron a mí y no a la mesa. Abrí la boca ante la sorpresa, ahora buscaba “vendetta“. Me lancé sobre el carrito y cogí dos grandes puñados de pepitas. Christian corrió hacia mí para detenerme, me agarró por las muñecas que yacían sobre mi cabeza. Solté un sobreactuado “ups” y abrí mis manos dejando caer todas las pepitas sobre Christian. Cogió una de las pepitas que se había quedado en su mejilla y se la metió en la boca, soltó un “mm” y prosiguió con la batalla campal.

-Ahora verás.

-Ah, ¿si?- Comencé a correr, pero no fui muy lejos, Christian me agarró por la cintura y me tumbó en el suelo, se colocó sobre mí inmovilizándome las muñecas con su mano derecha mientras que con la izquierda, que estaba cargada de pepitas (no se como había conseguido rellenársela tan rápidamente), me fue embadurnando la cara de chocolate. Yo reía y gritaba, me revolvía e intentaba soltarme. Se le acabaron los suministros, aproveché para darme la vuelta y levantarme, corrí hacia el carrito, ya casi no quedaban pepitas, cogí la última ración, la energía del entorno rondaba cerca de mí, la nueva Shira la dejaba entrar, era libre. Corrí hacia Christian, pero al dar dos zancadas noté como patinaban mis pies por el suelo, al aumentar mi temperatura corporal también había aumentado la del local, haciendo que las pepitas de chocolate que habían caído por el suelo se derritieran, dejando el suelo viscoso, dándose la casualidad de que habían unas cuantas en proceso de derretimiento bajo mis pies, con lo que dí un traspiés casi imposible para mi flexibilidad y noté como la gravedad tomaba parte en el asunto. Estaba cayendo de espaldas, en cualquier momento mi cabeza colisionaría contra las ahora pringosas baldosas. Cerré los ojos y esperé el golpe, el cual no llegó. Noté los firmes brazos de Christian que me sujetaban. Abrí los ojos, estaba entre sus brazos, me quedé atontada mirando sus azules ojos. Nos quedamos así  el tiempo suficiente como para saber que no podíamos seguir por ese camino.

-Vaya, lo de correr tampoco es lo tuyo. -Ambos reímos, Christian me depositó sana y salva de pie en el suelo.

-Mm no, creo que me voy dedicar a la repostería.

-¿A la repostería?

-Si. -Me acerqué a él mientras apretaba el puño que guardaba a mi espalda, el cual estaba repleto de pepitas de chocolate, las calenté con toda la energía retenida, aguanté el tiempo exacto levanté el puño y dejé que un perfecto chocolate líquido bañara el rostro de Christian. Reímos, jugamos, disfrutamos, nos dejamos llevar durante gran rato, hasta que llegó un momento preciso, un punto de no retorno - Christian y yo volvíamos a ser amigos, pero cada vez que nos acercábamos iba a más, acababa mal, era consciente de que no podíamos ser solo amigos, mi esencia me pedía más, pero él se supone que no quería estar con “algo” como yo, ¿era acaso una estratagema? ¿Pero, para qué? yo ya lo había aceptado en la investigación, le había contado lo que yo sabía, ¿es que acaso sospechaba que había más que yo sabía y no le había contado? si así fuera no se lo contaría porque nos acostáramos. Lo único cierto era que solo él había conseguido hacerme sentir con aquella intensidad, con Blade era distinto, me encantaba estar con él, era estable, estaba segura, pero con Christian mi corazón latía a mil por hora, no me sentía bien, sino viva. Como esclava de mis pasiones que era no me podía resistir, yo no hacía nada malo, era completamente sincera con lo que sentía en ese momento. Christian me atraía y se lo hacía saber, era él el que no se aclaraba, primero me abandona, dándome a entender que no quiere saber nada de mí, que soy un monstruo, pero luego volvía a aparecer para desbaratarlo todo  … algo era cierto, me volvía completamente loca. -Él estaba encima de mí, nuestros pechos subían y bajaban apasionadamente al unísono, mi corazón bombeaba tanta sangre que creía que me explotarían las venas. Su rostro a apenas unos centímetros del mío, hacía un rato que habíamos parado de reír, ambos sabíamos que aquello ya no colaba como mera amistad, Christian acercó sus labios a mi rostro, notaba como la energía se acumulaba en mi ser pero no salía, no quería salir. Christian se inclinó y suavemente degustó el chocolate de una de las comisuras de mis labios, sentí un enorme hormiguero y un gemido prorrumpió de mi pecho, no podía aguantarme más, algo estaba a punto de pasar, del pecho de Christian se abrió paso un gruñido animal, me dejó completamente sin aliento y con ganas de sentir el suyo. Fue rozando sus labios con mi piel produciéndome un divino placer. Sus labios encontraron los míos, se sumergieron en un mar de olas, su piel salada en contraste con la dulzura del chocolate que se repartía por su cuerpo. Enredé mis manos en su sedoso pelo. Él bajó una de las suyas a mi cintura y la otra me acariciaba el cuello suavemente. Sus manos subían, sus manos bajaban, notaba su corazón en sintonía con el mío, mis labios no se separaban de los suyos, mis manos transitaban entre su pelo y su firme espalda, parecíamos dos máquinas que se complementaban la una a la otra, completamente al mismo compás. Sus labios se deslizaron por mi cuello, me agarré de su cabello, creía que iba a salir volando, la energía se aglomeraba, ya no podía respirar era tan placentero, me cosquilleaba todo el cuerpo y a la vez palpitaba pasión por cada poro de mi piel. Mientras Christian me besaba el cuello e iba bajando por mi clavícula sentía que era lo máximo, que salía volando, pero que merecía la pena, de repente la energía tomó forma, noté como se abría una puerta, solté un gemido de placer mientras toda la energía salía a la vez. De repente un fogonazo, todo en blanco, no veía nada, pero notaba a Christian, no físicamente, sino su esencia. Su esencia y la mía se abrazaron formando una espiral infinita que no paraba de enrollarse sobre sí misma, fundiéndose la una con la otra. De repente vagamente percibí colores, luego una estancia, volví a la Tierra, al Starbucks. Lo primero que vi fueron los azules ojos de Christian, me miraba atónito, noté mi cuerpo candente, me sentía radiante, observé mi torso y comprobé que estaba ardiendo, durante unos breves segundos mi cuerpo había ardido en llamas, las llamas cesaron. Me quedé inmóvil, sin saber como reaccionar, sobre todo debido a que ni siquiera sabía lo que había ocurrido. Christian seguía mirándome atónito, estaba incorporado sobre mí. Después de unos de los más extraños segundos de mi vida reaccioné. Me alejé arrastrándome de espaldas guardando cierta distancia con Christian, no entendía cómo no le había ocasionado ningún tipo de quemadura. Al dejarme llevar por la pasión no controlo mi cuerpo, con lo que mi temperatura corporal suele aumentar, como Blade era vampiro no le causaba daño físico, pero cuando empezó a invertirse su proceso de transformación vampírica comenzó a despertar con alguna que otra quemadura. Pero se supone que Christian es humano, ¿por qué no ha sufrido ningún daño? ¿Y por qué ha sido tan distinto besarle a él que besar a Blade? He notado a Christian en un plano totalmente distinto, he sentido su esencia y me ha dejado completamente helada, ha sido tan intenso… Claro que dejarme helada a mí es diferente, en mi caso es algo extremadamente placentero, ya que el fuego habita por mis entrañas.

-Lo, lo siento… yo no se que… -No podía sacar nada en claro, no podía explicar qué había pasado. Pero ante mi sorpresa Christian se acercó a mí.

-¿Por qué lo sientes?

-Pues no se, te he puesto en peligro, podría haberte asado. -Christian profirió una risa mientras acercaba su mano a mi rostro, me acarició tiernamente la mejilla. Yo no entendía qué estaba pasando, ¿por qué no huía despavorido? ¿Es que tanto interés tenía en la investigación que podía omitir un hecho tan desconcertante y peligroso como que mi cuerpo había ardido en llamas ante el placer de su contacto físico?

-Ha sido increíble, nunca antes había sentido algo así. -Su voz era un susurro aterciopelado que me producía una agradable sensación de confort.

-Claro, nunca antes habías tenido tan cerca el fuego, nunca te habían calcinado. -Mi esencia había recorrido todo su ser.

-Me refería a algo tan placentero, tan intenso. -Mi corazón ardía en llamas mientras mis ojos se empañaban, era tan emocionante desvelar mi esencia abiertamente y no ser rechazada, repudiada. Me levanté y me dí la vuelta, no se si fue lo suficientemente rápido como para que Christian no viera mis lágrimas a punto de desbordarse por mis mejillas. Me las enjuagué rápidamente y fijé mi vista en la guitarra que descansaba en una de las mesas cercanas a la entrada. Christian pareció notar donde reparaba la atención de mi mirada, se levantó y se dispuso a sacar su guitarra de la funda. Se sentó sobre una mesa mientras afinaba la guitarra con suma precisión. Me encantaba ver el cuidado con el que cogía su guitarra. Era una guitarra eléctrica negra brillante, me podía ver reflejada en ella con todo detalle. El semblante de Christian estaba tan relajado que podría haber estado en la fase REM. Sus dedos se deslizaron por las cuerdas con una maestría impresionante. De éstas salió una melodía que me era conocida, y cuando Christian comenzó a cantarla no me copió duda, era All around theWorld, de Oasis. En cuanto Christian comenzó a entonar su aterciopelada voz el mundo cesó en todo su movimiento. Solo existíamos él, su guitarra y yo. Sus ojos azules me miraron con esa intensidad que los caracterizaba y noté como todas las barreras habían desistido y tan solo estábamos el uno delante del otro. Me quedé anonadada, parecía un canto de sirenas que te hipnotizaba y atraía a la vez hacia su emisor. No me dí cuenta de que había dejado de cantar hasta varios segundos más tarde, me descubrí a mí misma mirándole sin tapujos mientras él correspondía mi mirada. “Sin barreras”, sería un buen título.

-Ven. -La voz de Christian era tan solo un susurro, pero un susurro tan intenso que no habría hecho falta subir el tono en ninguna situación, un susurro tan atrayente que no me sorprendí al verme dando un paso en su dirección. Lo cierto era que no quería estropear un momento tan mágico ni manchar su elegante guitarra con mi torpeza inexperta.

-No, canta otra. -Mi voz también era un susurro, un ruego susurrado. Se estaba preparando para tocar otra cuando un pitido lo interrumpió. De repente su cuerpo entero se tensó, miró su muñeca derecha, al parecer su reloj era lo que había pitado, debía de ser cerca de media noche.

-Lo siento, tengo que irme. -Me miró fastidioso mientras recogía su guitarra, la metió en la funda y se quedó de pie justo delante de mí sin saber muy bien cómo despedirse. ¿Un beso? ¿Un apretón de manos? una sola mirada fue suficiente, se dio media vuelta y desapareció entre las sombras de la noche. Miré a mi alrededor suspiré y me dispuse a limpiar todos los dulces recuerdos de aquella noche, el chocolate siempre me costaba despegarlo una vez frío y seco.

Olvasás folytatása

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