Capítulo 10

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                               CAPÍTULO         10

 

 

Hoy era el día que volvía al instituto, decidí inspirar y espirar profundamente contando hasta diez para intentar relajarme mientras subía las escaleras del instituto. Como de costumbre llegaba tarde. A primera hora me tocaba ciencias, todo despejado, ni rastro de Christian. Se armó algo de revuelo a mi llegada, mis compañeros me preguntaron que tal estaba, por qué no había asistido a clase, yo les comenté que había sido una gripe que se resistía a irse. La siguiente clase era hora de estudios. Me senté al fondo, pude elegir sitio, era la primera en llegar. A medida que pasaba el tiempo e iba llegando la gente, la clase se estaba llenando. Mi corazón dio un doloroso vuelco cuando el rostro de Christian se asomó por la puerta de clase. Su mirada helada se posó en mí mientras se adentraba en la clase. Ni siquiera hubo un mínimo cambio cuando me vio. Se sentó en su asiento y no me volvió a mirar en toda la clase.

Por fin llegaba la última hora, el verdadero reto. Cuando entré en el laboratorio, extrañamente Christian aún no había llegado. Me senté en mi sitio y esperé a que comenzara la clase mientras el resto iba llegando. Finalmente Christian entró en el último momento y se sentó en su sitio, a mi lado. No recordaba la intensidad del olor de su aroma hasta que me abofeteó embriagándome, recordándome aquella noche. Comencé a perder el control, pero intenté estabilizarme, lo que me provocó un gran mareo. Para colmo Mimi decidió acercarse hasta nosotros, bamboleándose "sensualmente", provocando una situación bastante más violenta por mi parte.

-Vaya Shira, ¿dónde has estado estas semanas? -Su voz me provocó un escalofrío haciéndome cerrar los ojos por un efímero momento imperceptible.

-He estado enferma. -Intenté sonar convincente, aunque creía que más por Christian; que notaba como observaba la escena por el rabillo del ojo.

-Vaya, nunca antes te habías puesto enferma. -Sus ojos desinteresados en el tema se posaron sobre Christian, su verdadero objetivo desde el principio. Ella empezó a lanzarle lascivas miradas y humedecerse los labios con su bífida lengua. Christian parecía ajeno a la imagen, así que Mimi decidió colocarse justo delante de él, obviando por completo mi presencia.

-Sabes, este fin de semana es mi decimoctavo cumpleaños. -Se inclinó hacia delante dejando ver algo más de lo que uno debería presenciar de una persona vestida. -Y me gustaría que vinieras como mi regalo de cumpleaños.

-Si puedo iré, estoy seguro que será interesante.-Mi mente comenzó a bullir al escuchar de nuevo su voz.

-¿No hace un poco de calor aquí? -Aprovechó la situación para bajarse algo más la camiseta, por muy imposible que pareciera dar de sí. Todo empezó a girar vertiginosamente, me agarré a la mesa de laboratorio para no caerme. -Uy, Shira, ¿te encuentras bien? -Su falso tono de preocupación fue lo último que oí antes de salir por patas de la clase, dándome con todas las mesas que giraban a mí alrededor. Salí al pasillo y fue un desahogo. Todo estaba vacío y se podía respirar sin ningún problema. Apoyé la espalda en la pared y me dejé caer sobre el agradecidamente frío suelo. No se cuanto tiempo estuve allí sentada agarrándome las rodillas y apoyando la cabeza sobre ellas. Oí la puerta de mi clase y unos pasos que se acercaron. Por el dulce olor a lavanda supe que se trataba de la persona menos indicada para estar ahí. Se acercó y se sentó junto a mí. Yo no encontré el valor suficiente como para levantar la cabeza.

-El profesor Elliot me ha mandado a que me asegurara de que estas bien. -Su voz sonó notablemente moderada.

-Estoy bien. -Mi voz fue solo un susurro sin ganas de desatarse, pero sabía que él lo había oído. Noté como suspiraba mientras se levantaba y entraba en clase. No podía pensar que esto sería tan duro, notaba mi corazón, vacío, por mi culpa. Pero yo sabía que lo mejor era esto, para los dos. Nunca pensé que el vacío pesara tanto. Poco a poco, había soportado diez minutos a una escasa distancia, incluso habíamos intercambiado palabras.

Incandescente PUBLICADADonde viven las historias. Descúbrelo ahora