Capítulo 30

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                                   CAPÍTULO          30

 

Me levanté, aseé y me dirigí a la cocina como de costumbre. Aquella vez ataqué las tortitas para equilibrar la falta de apetito del día anterior. Se suponía que a medida que me fuera convirtiendo en un elemento en todas mis facultades iría perdiendo el apetito, pero yo sabía, al igual que la señora Perquins, que la falta de apetito del día anterior no tenía nada que ver con eso.

El hablar con la señora Perquins me puso de buen humor, era una mujer que irradiaba tranquilidad. Aunque la conversación con Blade me había dejado un nudo en el estómago que me empeñaba en desenredar a base de tortitas. Me estaba acabando la última tortita, para alegría de la señora Perquins, que no dejaba de mirarme “sutilmente” por el rabillo del ojo para comprobar que realmente me las estuviera comiendo.

Le di las gracias por el desayuno, se negó a que yo limpiara mi plato y me despidió hasta la comida. No le gustaba que la molestaran mientras cocinaba, había establecido su campamento base en la cocina de Edward y no permitía que nadie se infiltrara.

Deseché la idea de ir a la biblioteca, así que decidí hacerle una visita a Edward a su despacho. Debía tratar ciertos temas con él, y hablar de ello me quitaría algo de peso de encima. Subí las escaleras del amplio y vacío salón donde se celebraban los bailes, llegué a su puerta, no recordaba la última vez que estuve allí. Intenté recordarlo, el olor a madera quemada me vino a la mente, pero la neblina no me dejó avanzar. Llamé a la puerta y esperé el permiso de Edward para poder entrar.

-Adelante.

-Hola, Edward.

-Oh, Shira, ¿Cómo tú por aquí? -Edward estaba sentado en su butaca mientras me observaba pasándose un dedo por el labio inferior distraídamente.

-¿Te molesto?

-No, tu presencia nunca es molestia.- Edward me dedicó una de sus galantes sonrisas y me pidió que me sentara.

-Quería hablarte sobre el cumpleaños de Blade.

-Como siempre vas derecha al grano. -Volvió a sonreír.

-No me gusta perder el tiempo. -Percibió mi tono de reproche, lo que le hizo bastante gracia.- ¿Sabes lo que tiene pensado hacer Blade?

-Algo intuyo.

-Pretende que éste sea su último cumpleaños.

-Aunque no lo pretendiera éste sería su último cumpleaños. -Ante mi cara de asombro, gracias a los Dioses, decidió explicarse. -Su cuerpo físico, al igual que el tuyo, está sufriendo una gran presión. Pero a diferencia de ti, el suyo va a ir en aumento, proporcionándole un sufrimiento agonizante. La avanzada edad de Blade le está cayendo encima sin ningún reparo y a una vertiginosa velocidad. Es mejor que acabe ahora, que aún está en todas sus facultades que no cuando sus huesos se vayan convirtiendo el polvo, al igual que sus órganos.

Aquellas palabras se me clavaron como espinas, me imaginé a un agonizante Blade sobre una cama, lleno de tubos. Sin sus risueños ojos castaños, sin su amable sonrisa, sin su traviesa expresión… Yo ya había tomado una decisión.

-Creo que deberíamos montarle una fiesta por todo lo alto, si se va, que se vaya de este mundo a lo grande. Que sea su noche. -Edward asintió complacido. Le encantaba ser el gran anfitrión, y una oportunidad como esa no se presentaba muy a menudo. Además, sabía que él y Blade habían estrechado lazos desde que desperté, tenían muchas cosas en común.

-Si, me parece buena idea, Blade es una persona realmente interesante. -Mi semblante se ensombreció, “si, una interesante persona a le que yo he matado”. -Deja a un lado los remordimientos, yo nunca he tenido y me va de maravilla. -Estiró los brazos a su alrededor a modo de amplitud y me dedicó una atrevida sonrisa. Yo sabía que Edward sí tenía remordimientos, Edward nunca había querido tener hijos, lo conocía bien, detestaba la posibilidad de que otra persona dependiera de él. Y los elementos no se detectan cuando son infantes. No se puede detectar a un elemento hasta que éste ha desarrollado todo su poder, es un método de autodefensa contra el resto de elementos. Por lo que Edward no adoptó a Christian por su poder, aquello habría sido una agradable sorpresa para Edward más adelante.

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