Capítulo 37

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                                           CAPÍTULO     37

 

-¿Qué estás haciendo? -Mi voz sonaba temblorosa. Observaba desde la cama como Christian recogía toda la habitación y la empaquetaba en las maletas con una veloz eficacia. En otras circunstancias no hubiera permitido que tocara mis cosas, pero no tenía energía ni ánimo para discutir, y mucho menos como para cargar mi maleta.

-Debemos irnos cuanto antes.

-¿Es porque el maestro Quin-Zen no me permite estar aquí? -Bajé la mirada avergonzada y dolida. Christian paró de recoger durante un segundo para mirarme, para mi sorpresa estaba sonriendo.

-Más bien todo lo contrario, ahora le encantaría entrenarte.

-¿Y cuál es el problema?

-No quiero que te convierta en un robot asesino como el resto. -Su tono repentinamente lúgubre me descolocó. -Además, no nos conviene estar demasiado tiempo en un mismo lugar, Electro podría detectarnos, más si utilizamos nuestro poder. -Aquella respuesta hizo que un escalofrío recorriera mi espina dorsal.

-Entonces ¿de qué forma me vas a entrenar tú?

-Como tu misma dijiste, querías aprender a defenderte. -Cerró la cremallera de una bolsa con un firme tirón. -Y eso es lo que te voy a enseñar. -Me quedé pensando en la forma que había visto entrenar aquí en el dojo, aquellos elegantes movimientos, si, bonitos por fuera, pero letales en práctica. Aquello me hizo pensar en Niki, tendida en el suelo, vulnerable, mientras el resto miraban sin intención de interrumpir.

-¿Hubieras salvado a Niki si hubieras estado allí? -Mi pregunta, más una afirmación, una forma de aliviarme, fue él gatillo que dispara un arma contra un bote de gasolina. Su semblante serio, y su extremadamente largo silencio antes de responder me hizo abrir los ojos horrorizada.

-No, no creo que me hubiera interpuesto.

-Pero… ¿por qué? -Mi pregunta sonó como una súplica.

-El honor es lo único que se respeta aquí, no puedes salvar a alguien en una lucha de uno contra uno, es una deshonra para el otro, preferimos morir luchando que vivir sin honor. No la has ayudado, la has mostrado débil a los ojos de todos.

-¡Iba a matarla! No podía quedarme mirando como la golpeaba hasta la muerte ¿¡Por qué lo ha hecho!?

-No lo se, la pelea a muerte es muy poco común aquí, cuando uno pronuncia quizini en una lucha significa que uno de los dos moriría. Es un término que inventó nuestro propio maestro, viene de una vieja historia de su pasado. -Recordé las palabras que Heire le ladró a Niki cuando la desarmó. “Cobarde, las dijo cuando ya estaba desarmada”.

-Es injusto, permitiríais que Niki muriera de esa forma. -No pude evitar la mirada de reproche que le envié a Christian.

-Es nuestra filosofía de vida Shira, no espero que la entiendas.

-Tampoco quiero entenderla, es una filosofía estúpida. -Me arrepentí al instante de mis palabras, pero el regusto ácido que la ira dejaba a su paso me hacía comportarme de aquella forma tan poco madura. Christian me dedicó una mirada severa pero no me dijo nada, siguió recogiendo. Después de un extenso silencio, un pensamiento surgió en forma de palabras.

-Entonces, ¿Niki debe estar enfadada conmigo? He destrozado su reputación, su sueño, su vida.

-Seguramente. -Aquellas duras palabras llenaron mis ojos de lágrimas, me di la vuelta en la cama dándole la espalada a Christian, clavé mi húmeda mirada en el biombo. -En cuanto oscurezca saldremos. -Acto seguido le oí marcar un número en el teclado de su teléfono móvil; nunca le había visto usándolo, y se puso a hablar en un lenguaje desconocido para mí. Decidí cerrar los ojos y desentenderme de todo.

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