Capítulo 45

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 CAPÍTULO  45

 

Los días pasaban sin ningún nuevo incidente, James preparaba sus números y me llevaba a sus reuniones sociales, aunque por más que lo intentaba no conseguí dejarme llevar como el legendario elemento del fuego que era, mi esencia se sentía insultada. Le conté a James lo sucedido con Logan, para mi sorpresa no había soltado comentario alguno, se comportaba de una manera comprensiva, tratándose de él era algo conmemorativo. No volvió a mencionar el tema. Después de haber probado a Christian el resto me sabía a poco, pero pensé que era normal, ya que su esencia era el hielo y aquello se suponía que debía aportarme la intensidad que cualquier otro mundano no podría darme. Seguramente lo había idealizado y con el tiempo se me pasaría y podría volver a ser la máquina depravada que mi esencia pedía a gritos.

-Mierda. –La tostada untada de mermelada de James cayó al suelo, me fulminó con la mirada previniendo cualquier tipo de comento, las comisuras me mi boca se curvaron en una sonrisa. Esa noche tenía un importante show y sus nervios estaban a flor de piel, sin Marcos para aguantarle me tocaba lidiar a mí con su impetuoso carácter. Marcos se había ausentado unos días por temas familiares, o algo así comentó James.

-Ya sabes, la ley de Murphy…

-Shh, no me gafes Shira. –Reí por su azoramiento, tenía que confesar que le había cogido cariño a ese mago-ilusionista. Tragué mi último bocado y me fui a la ducha.

-Vamos, debemos irnos en diez minutos. –La extenuante voz de James me alertó. Acabé de calzarme los zapatos de tacón y me encaminé hacia la puerta con un tenso James a mi espalda. Había llegado la noche de su gran show. La fiesta se celebraba en un gran conservatorio que un poderoso hombre adicto a las extravagancias había alquilado para el evento, como siempre, la estancia estaba compuesta por la más alta élite de emperifollada gente. “Unos tanto y otros tan poco” suspiré acostumbrada a la desigualdad, incluso yo me comportaba de una forma hipócrita. Estaba en el salón de audiciones, constaba de un gran escenario y el resto eran filas interminables de butacas rojas acolchadas. La sala se había ido llenando, yo esperaba paciente al comienzo del show desde primera fila. Decidí ir a desearle suerte a James antes de que éste saliera, ya que Marcos no estaba para deseársela él mismo, como era ritual entre ellos en estas ocasiones. Me acerqué a la parte trasera del escenario, corrí la negra cortina y me introduje en su “camerino”.

-¿James?

-Aquí, estoy esperando a que salga Arándano, esta condenada chica se esta retrasando, voy a tener que pensar en sustituirla. –Sus nervios sacaban lo peor de él.

-Solo venía a desearte suerte.

-Gracias. –Me dedicó una tierna sonrisa y volvió a crispar su rostro.

-Arándano, ¿se puede saber qué estas haciendo? –Se acercó a la cortina de su izquierda y la descorrió con violencia. –Oh, cielos. –Me acerqué a ver qué ocurría. Mi boca se abrió de horror mientras subía mis manos a mi rostro. Arándano se hallaba tirada en el suelo completamente pálida y rígida cual muñeca de porcelana, a diferencia que ésta tenía algo parecido a un rastro de espuma sobre su inerte boca. James se acercó y apartó lo que parecía un dispensador de energía de la mano de Arándano. –Le dije que este maldito vicio acabaría con ella. Estúpida chica. –Suspiró mientras se pasaba la mano por el pelo con desesperación. -¿Qué demonios voy a hacer ahora sin ayudante? –Su mirada se posó en mí y sus ojos desprendieron un brillo de esperanza.

-Oh no. –Retrocedí con cautela a sabiendas que su idea no me iba a gustar un pelo.

-Shira, el show debe continuar, eres la única que puede ayudarme.

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