Cuando te encuentre

By Carol_Ney24

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Volver a comenzar, redimir el pasado...decir "te amo" cuando es necesario. TaeMin todavía recordaba las pala... More

Capítulo 1: Así como es.
Capítulo 2: Ese dulce momento contigo.
Capítulo 3: Mentiras.
Capítulo 4: ¿Dónde está el amor?
Capítulo 5: Un maldito cobarde.
Capítulo 6: Dolor y fuerza.
Capítulo 7: El lobo y el cordero.
Capítulo 8: Tú eres.
Capítulo 10: Buenos deseos.
Capítulo 11: Confianza.
Capítulo 12: ¿Me dejarías entrar?
Capítulo 13: La persona que amo y a quien debo amar.
Capítulo 14: Llegaste a mí.
Capítulo 15: Justo aquí.
Capítulo 16: Un lugar para tres
Capítulo 17: En realidad nunca te fuiste.
Capítulo 18: Una gran familia.
Capítulo 19:Estamos juntos, es lo que importa.
Capítulo 20: Detrás de las nubes grises está la luz del sol.

Capítulo 9: La chica de ojos miel.

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By Carol_Ney24


Dentro de los actos "no planeados" en la lista de MinHo en definitiva la de compartir el auto con TaeMin era de las primeras. Desde que hubieron abordado el vehículo no le dijo más que "abróchate el cinturón de seguridad", desde ahí han pasado unos diez minutos, y tardarían otros diez en llegar al jardín de niños dónde estaba inscrita SooJin.

Las ansias se lo comían vivo, en su cabeza se pasaba las miles de formas de saludar a su bebé, aunque todavía estaba molesto por la idea de que ella no lo recordara, no podía decir que no lo comprendía, apenas pasaron juntos un poco más de seis meses cuando nació, desde ese entonces hasta la fecha han pasado un poco más de cuatro años, es comprensible que su nombre le resulte extraño, pero tenía fe en que ella lo reconocería, en el fondo de su corazón inocente sabría a la primera mirada que él, era su padre.

O al menos eso esperaba.

Miró de reojo a TaeMin, con la mirada clavada en la ventana empañada por la lluvia, su sedoso cabello castaño goteaba y su ropa estaba empapada, igual que la suya. No quería parecer un mirón, pero la camisa se transparentaba, pegándose al cuerpo delgado del chico, era una imagen que dejaba mucho a la imaginación.

Apretando los dientes masculló por lo bajo, la visón de un TaeMin mojado no le dejaba mucha tranquilidad para manejar, ya era suficiente estar en el mismo espacio y respirarlo, no quería tener un accidente por no estar concentrado.

—En los asientos traseros tengo una sudadera, tómala por favor.

El rostro mojado y pálido de TaeMin giró al escuchar su voz, tardó un poco en darse cuenta de lo que le había dicho antes de sonreírle con un atisbo de nerviosismo.

—No es necesario.

—Por favor, usa la sudadera, estás totalmente empapado, no pretenderás abrazar a SooJin con tu ropa mojada.

—De todas maneras al bajar me mojaré de nuevo —las gotas gordas de lluvia que se estrellaban contra el cristal y que el parabrisas se empeñaba en limpiar le daban la razón al castaño. MinHo frunció el ceño, maldiciendo la terquedad del chico.

—También tengo una sombrilla, siempre la tengo en el auto —TaeMin sonrió al darse cuenta de cómo ignoró sus palabras, no admitiendo contradecirlo.

—Sí, debí imaginarlo —ladeó la cabeza—, tú siempre salías preparado para todo —dijo con nostalgia.

—No siempre estuve preparado para todo TaeMin —le respondió con voz apagada.

TaeMin entendía perfectamente a lo que se refería y no deseaba discutir en ese momento sobre el drama que sus vidas fueron en el pasado, al menos no hablarlo en el auto, sino sentados, con el calor de una habitación seca.

Sin decir nada más y para evitar un enfrentamiento, se desabrochó el cinturón de seguridad y maniobró para pasar a los asientos traseros, había sentido la disminución en la velocidad del auto, un semáforo se mostraba en rojo unos metros adelante.

Tomó la sudadera dejada en el fondo junto a una sombrilla de forro transparente, y pensó que no tenía caso ponerse la prenda encima de la ropa húmeda si lo que quería era estar seco. Un poco dudoso, mirando alternadamente a la prenda y luego a MinHo, que estaba bastante concentrado en la fila de coches delante de ellos, decidió hace lo más lógico, empezó a desabotonar su camisa hasta quitársela y dejar al descubierto su piel blanca.

Desde la cintura para arriba se apreciaba la piel lechosa y cuidada, los años estaban siendo favorables para TaeMin a pesar de tener una hija de cinco años. Cuando MinHo miró en el espejo retrovisor y se dio cuenta de la condición del castaño desvió la mirada de nuevo hacia el tráfico, pero de nada sirvió, a los pocos segundos se encontraba mirando de nuevo y sintió, además de las mejillas enrojecer, una sensación electrifican te recorrer su ingle.

¡Maldición MinHo, no lo mires!

¿No mirarlo? Cómo si eso fuera posible.

Las noches sin su cuerpo a su lado eran un infierno, ahora que lo tenía tan cerca estaba fundiéndose en el asiento junto a sus calzoncillos. Apretó las manos sobre el volante, forzándose a concentrarse en los coches.

—Gracias —TaeMin ya regresaba a los asientos delanteros, maniobrando con una mano la sombrilla y con la otra aferrándose al asiento del conductor para mantener el equilibrio. Una vez sentado se brochó el cinturón de seguridad.

— ¿Sucede algo? —estaba preocupado por la expresión de MinHo, tenía las mejillas levemente coloradas y parecía que en cualquier momento arrancaría el volante con las manos.

—No...no —tosió un poco para aclararse la garganta—, no sucede nada.

— ¿no tienes otra camisa? Sino tú eres quien terminará enfermo.

La voz preocupada de TaeMin lo llenada de recuerdos y mucha nostalgia, sonrió a medias, restándole importancia—. Estaré bien.

—MinHo —suplicó.

—No pienses que es una especie de chantaje.

TaeMin frunció el ceño por el repentino cambio de conversación—. ¿Qué cosa?

—El llevarte con SooJin, yo... hago esto porque quiero, no esperando que me dejes verla.

Aclarada la duda TaeMin se tranquilizó. Pasó un mechón de cabello detrás de su oreja, mientras dejaba que el perfume de MinHo se impregnara en su piel gracias a la sudadera. Cada respiración era gloriosa y le daba un delicioso escalofrió en el cuerpo.

—Lo sé, no te preocupes y gracias. Tú...puedes ver a SooJin cuando quieras.

— ¿En serio?

—Por supuesto, eres su padre...nunca dejaste de serlo.

Poco a poco la voz de TaeMin fue desvaneciéndose hasta morir en el silencio, inmensas ganas de llorar se apoderaron de él a medida que comprendía que tanto MinHo había extrañado a SooJin, y él era único responsable de esa separación, el peso de la culpa pudo más en su consciencia.

Su mirada se concentró en el parabrisas que luchaba por limpiar las gotas de agua en el cristal, mientras MinHo no perdía detalle de cada una de sus acciones, no sabía exactamente lo que podría estar pensando pero esa triste expresión en el rostro de TaeMin le desagradaba.

— ¿Es bonita? —de nuevo se vio en la necesidad de encaminar una conversación.

TaeMin pestañeó antes de regresar a la realidad —. ¿Hablas de SooJin? —el alto asintió—. Es hermosa y no lo digo porque sea mi bebé.

¿A caso TaeMin se daba cuenta de cómo se le iluminaba el rostro cuando hablaba de SooJin? Tal vez sea el mismo TaeMin quien no se hubiera percatado de ello, pero sin duda su belleza aumentaba al mencionar a su bebé.

A MinHo le gustaba mucho como irradiaba esa luz, era como ver a través de su alma.

—Puedo imaginarme cuanto —concluyó con una media sonrisa.

El auto poco a poco se detenía, yendo hasta un lugar para estacionarse, solo así se dio cuenta de que ya habían llegado y se lamentó por ello, es decir, quería tener a su bebé con él, pero ese breve momento a solas con MinHo fue precisamente eso, demasiado breve.

La lluvia había aminorado un poco pero se había detenido, así que TaeMin abrió la puerta dispuesto a salir, pero sintió como le era arrebatado la sombrilla desde el otro lado, apenas pudo ver una figura pasar delante del auto y pocos segundos después MinHo lo esperaba con la sobrilla al abrir la puerta.

Tanta amabilidad en MinHo parecía un sueño, aún si solo era por SooJin, quería aprovechar cada momento. Salió del coche y caminaron juntos hasta la entrada donde otros padres esperaban a sus hijos.

Caminaron unos cinco metros pasando las rejas de metal y se resguardaron bajo el techo alto dónde algunas maestras se aseguraban de que los niños llegaran con bien a los brazos de sus padres, TaeMin pudo reconocer a la señorita Kim Yong Sun y está al percatarse de él lo saludó e hizo un ademán para indicarle que esperara solo un momento.

—Es la maestra de SooJin —le dijo a MinHo al ver su ceño fruncido.

MinHo solo asintió mientras cerraba la sombrilla y seguía al castaño. El ruido de una risita le llamó la atención, miró un poco más adelante y vio a un par de mujeres mirando a TaeMin pasar, cuchicheando, seguramente hablando mal, es decir, no es que se preocuparan por ser discretas.

Eso le molestó hasta el punto de casi gruñirles cuando pasó frente a ellas, ¿Cuál era el problema? Detestaba a esa gente falsa y cobarde que solo les gustaba señalar y juzgar. Pero al parecer TaeMin estaba acostumbrado a ello porque era más que seguro que se dio cuenta, y sin embargo su actitud había sido la más inteligente, ignorarlas.

¡Dios! Si eso pasaba cada día que iba por SooJin debía ser un enorme dolor en el trasero.

Casi chocaba con TaeMin cuando se detuvo, una puerta abierta estaba delante de ellos, la risa de niños alrededor no logró callar una sutil y dulce sonrisa que no supo cómo es que reconoció de inmediato. El corazón le comenzó a latir aceleradamente y tuvo que sostenerse del marco de la puerta.

Divisó a la chica que los saludó en la entrada, vistiendo un mandil azul cielo y su cabello castaño rojizo mecerse mientras más se acercaba, pudo ver que algo caminaba detrás de ella, cuando al fin la tenían por delante lo ojos color miel de SooJin fueron lo primero que lo saludaron. Pero de inmediato la atención de la pequeña se fue sobre TaeMin.

— ¡Papi! —gritó y se le abalanzó, el castaño ya tenía los brazos abiertos para recibirla. La cargó y apretó en su cuerpo.

Los ojos se le nublaron y luchó para no llorar ahí mismo, era demasiado, verla de nuevo después de tantos años, SooJin era sin duda un sueño. Por uno momento sintió que estorbaba anta esa escena tan dulce.

— ¿Cómo fue tu día bebé?

—Hice una vaquita de papel papi —le señaló sobre una barra, donde cerca de una decena de manualidades reposaban mientras el pegamento se secaba.

—Tal vez mañana la puedas llevar a casa —intervino la maestra—, SooJin se esforzó mucho este día, dijo que quería hacer la más grandiosa vaquita para regalársela a su papi —la joven le tendió al castaño la pequeña mochila de SooJin, TaeMin la tomó dando las gracias.

— ¡Sí! —gritó SooJin al balancearse en los brazos de TaeMin.

Cuando la niña miró por sobre el hombro del castaño y encontró a MinHo, lo observó con absoluta curiosidad.

— ¿Quién es él? —le susurró al oído a TaeMin. Esté, imitando la sonrisa, giró para que quedaran uno frente al otro.

—Con permiso. Hasta mañana señor Lee, hasta luego SooJin —la maestra se despidió, SooJin sacudió ambas manos desenfrenada.

Una vez solos, MinHo no dejaba de mirar los sorprendentes ojos claros del bebé y el enorme parecido que tenía con TaeMin, era ciertamente una persona bella, un ángel si le preguntaba a él.

—Bebé él... —no sabía que decir exactamente, decir que era su padre sería confuso para ella y no quería eso en el primer encuentro entre ambos, menos porque estaban rodeados de padres y niños, hubiera deseado que fuera un momento privado.

—Soy MinHo —se aventuró a presentarse el mismo, comprendía las dificultades que TaeMin pesaba, era doloroso no decirle de inmediato que era su padre, necesitaba ir despacio—, un amigo de tu papi.

SooJin extendió la mano sorprendiéndolo al tocar sus parpados, el contacto de sus pequeños dedos le hicieron sentir un escalofrió, uno agradable.

—Tienes ojos muy grandes —le dijo—se parecen a los míos.

— ¿Tú crees? —dijo con entusiasmo, en un acto natural atrapó la pequeña mano de SooJin con la suya, agradeció que ella no se alejara, al contrario, ensanchó su sonrisa y asintió emocionada y fue como si nunca se hubieran separado.

—Grandes, tenemos ojos grandes —colocó las manos entorno a sus ojos simulando tener binoculares. Eso hizo que MinHo riera como hace mucho que no lo hacía.

—Tu amigo me gusta —le susurró de nuevo a TaeMin en el oído, este le respondió de la misma manera.

"A mí también me gusta"

SooJin sonrió en complicidad y un confundido MinHo frunció el ceño al ser apartado de la conversación. ¡Rayos! No habían pasado ni cinco minutos con ella y ya quería toda su atención, los celos de padre se apoderaron de él incluso sobre TaeMin.

—Papi tengo hambre —tomó un mechón de cabello del castaño y jugó con ello.

—Vaya, últimamente te da hambre más temprano —pensó que se debía a que a veces tenía que salir temprano cuando KiBum no podía llevarla, como hoy, y eso hacía que su desayuno en el kínder no era suficiente.

Pero lo pensamientos de MinHo fueron más allá, terribles imágenes de su bebé pasando hambre lo congelaron, miró con el ceño fruncido a TaeMin, cuando este se percató de ello no comprendió su abrupta expresión.

—TaeMin...—sus palabras murieron al entender que no debió ser fácil para el castaño cuidar de SooJin, no cuando horas atrás había escuchado la lucha que tuvo que hacer incluso para seguir estudiando. No dudaba en que sus padres le ayudaban, incluso el molesto de Kibum, pero, simplemente no salía de su cabeza que ambos pasaran hambre—, si quieren.

—Sí, hambre, quiero comer algo rico en casa —bien, eso detuvo la idea que tuvo de llevarlos a comer a algún lado, pero luego recordando la lluvia, era mejor opción comer en casa.

—Vamos a casa entonces.

— ¿Tú amigo también irá?

TaeMin miró a MinHo, no estaba seguro de que eso fuera una buena idea.

—Cariño, MinHo, puede tener otros planes.

—Iré —interrumpió, sorprendiendo a TaeMin—, además, sigue lloviendo, ¿Pretendes llevártela así? —el castaño se sorprendió, era regaño no lo vio venir.

—Bueno...

—Tráela, vamos.

MinHo se dio la vuelta, dio un paso y luego se detuvo, giró y le arrebató la mochila con estampado de hadas para luego retomar su camino, claramente impidiendo cualquier negativa. No sabía que le pasaba de repente, pero, totalmente feliz no esperó dos veces para ir tras él, cuando llegaron hasta la entrada lo vio ya con la sombrilla extendida, esperándolos para ir hasta el auto.

Un hermoso sueño, se repetía en la mente, ¿acaso no podemos ser así siempre?

~

¿Podría ser esto un sueño? Esa era la pregunta que constantemente se hacía desde que los tres abordaron el auto, SooJin viajaba en el regazo de TaeMin en los asientos traseros, mirando por la ventanilla empapada a pesar de que las gotas de lluvia distorsionaban todo.

Los cabellos dorados de SooJin contrastaban un poco con los de color canela de TaeMin, pero el parecido físico era obvio, le parecía estar viendo a un par de ángeles, la nostalgia hizo su trabajo recordándole escenas del pasado, de cuando SooJin tenía apenas unos meses y ellos formaban una linda familia, una de ensueño.

Al mirarla ya tan grande se dio cuenta de que se perdió de muchos eventos importantes, igual y todavía faltaban muchos por vivir...pero quería vivirlos todos, no solo los que pudiera. Al mirar a TaeMin no sabía exactamente qué sentir, lo hacía sentirse extraño, tan débil.

Tan vulnerable.

—Parece que recuerdas como llegar a mi departamento —MinHi frunció el ceño.

—Oh...no me había dado cuenta —dijo con voz apagada.

¿A caso eso no probaba lo que decía? ¿Cómo pude ser capaz de recordar el camino cuando solo había ido una sola vez, en la noche?, era bueno recordando lugares, pero ¿hasta este punto?

—Señor MinHo —la dulce voz de SooJin se llevó toda su atención, una sonrisa apareció en sus labios.

— ¿Qué sucede?

—Te encantará la comida de mi papi —le dijo ansiosa—, cocina muy rico y puede prepararte lo que quieras.

—Es bueno saberlo.

—Papi me cocina lo que quiero.

—Siempre que comas tus verduras —le interrumpió con un beso en la mejilla, logrando que SooJin chillara feliz, la apretó contra su cuerpo, tal vez no era su intensión, pero eso hizo que MinHo se sintiera mal.

¿Cuándo podría volver a abrazarla con esa naturalidad? No quería asustarla, si no la había cargado en sus brazos y romper a llorar como lo deseaba era porque no quería causarle ningún tipo de rechazo, o trauma, sin duda alguna un adulto llorando sin aparente razón debía dejar un trauma en cualquiera. Además, no sabía cómo reaccionaría, así que era mejor tragarse las lágrimas.

Y solo podía culpar a TaeMin por estar en esa situación.

Su culpa, todo era su culpa.

El resto del camino tan solo prestó atención a las trivialidades que una niña de cinco años le da tanta importancia, al llegar no le dirigió la palabra a TaeMin para nada, se había sumergido en una especia de mutismo, pensando más de lo que debería, incluso olvidando la razón por la que estaba parado frente a la puerta del departamento del castaño.

Cuando este maniobraba para sacar las llaves de su pantalón al tiempo que sostenía a SooJin en sus brazos se acercó, su primer instinto fue tomar a SooJin pero cuando está se encogió al ver sus manos tan cerca su corazón se oprimió, en su lugar le arrebató las llaves a TaeMin una vez fuera de su bolsillo.

Entraron en silencio, TaeMin dejó a SooJin correr libre, soltó la pequeña mochila de la bebé en uno de los sillones de la sala mientras se sacaba los zapatos.

—Lávate mientras preparó el almuerzo, ¿sí? No tardaré.

—Si papi —sonrió—, ¿Hoy no vendrá el tío KiBum?

— ¿Tío? —la indignación en la voz de MinHo fue palpable.

—No cariño, tuvo una reunión de trabajo a última hora. Ahora ve, cámbiate y lávate.

—Sip —se fue dando saltitos hasta el pasillo, extendiendo las manos giró la perilla de la puerta de su habitación y se metió.

Cuando los adultos se quedaron solos, el silencio fue mortal, pero alguien tenía que romper el hielo.

—Yo...este...puedo preparar lo que gustes...—no sabía exactamente que hacer oh decir, todavía no podía creer que ambos estuvieran en el mismo lugar, con su pequeña, como antes de que se separaran. Se detuvo en medio de la sala, se miró con la sudadera de MinHo y hasta ahora había reparado que sus pantalones estaban húmedos y que seguro el alto estaba más que empapado hasta los calzoncillos.

El delicioso aroma del perfume de MinHo lo llenó, aspiró en un profundo suspiro para poder embriagarse de él, antes de girar y encontrar sus miradas. Con las mejillas un poco coloradas se acercó, MinHo tan solo lo observaba, sin moverse ni un solo centímetro.

—Debo tener algo que puedas usar —el alto frunció el ceño desconcertado. TaeMin lo señaló con un movimiento de cabeza—, para que te cambies de ropa —sonrió nervioso—, sé que debo tener algo que te quede.

Al entender lo que el castaño quería MinHo se hizo un escaneó completo, su ropa estaba totalmente mojada, sentía como algunas gotas de agua caían de sus cabellos y resbalaban por los costados de su rostro.

—No es necesario que hagas eso.

TaeMin frunció el ceño, ante un arrebato lo tomó de la muñeca para llevárselo arrastras de la sala a su cuarto, pero al sentir la tensión en el cuerpo del alto detuvo la corriente de pensamientos que lo confundían.

—Lo...lo siento —se aclaró la garganta—, por favor cámbiate de ropa, si te quedas así enfermarás y no quiero eso.

— ¿Te preocupa que enferme? —la pregunta había salido desde su corazón, así que fue imposible frenarla. Desvió su mirada hacia las cortinas de una de las ventanas—. No creo que tengas algo lo suficiente grande.

—Si tengo —se apresuró a decir, sin dejarle la oportunidad de responder se fue corriendo por el pasillo hasta su habitación. Buscó dentro del armario, frustrado porque sabía que sí tenía algo que darle a MinHo, al encontrar lo que buscaba corrió de nuevo hasta la sala, le ofreció las prendas con una agradable sonrisa a estar frente a él de nuevo—. Cámbiate por favor.

MinHo tomó las ropas sintiéndose raramente familiar con estas atenciones, miró las prendas, TaeMin le consiguió una camiseta blanca de algodón, lo suficientemente para cubrirlo y que seguro en el castaño debía parecer como pijama, y unos pantalones de deporte que pudieran quedarle cortos en las piernas pero entraría en ellos sin problemas.

—El cuarto del baño está por acá —con renovado entusiasmo pasó alrededor del alto hasta quedar a espaldas y empujarlo para que caminara, agradeció que no se resistiera y se dejara conducir al final del pasillo hasta el baño.

—Si lo prefieres puedes darte una ducha con agua caliente —continuó sin saber si el alto estaba o no de acuerdo con sus sugerencias—, hay toallas limpias en esos cajones —señaló con un dedo hacia los compartimientos a un costado—, champú y jabones sobre el lavabo, si necesitas algo más no dudes en echarme un grito.

Entes de salir del cuarto del baño se giró —, ¿Algo en especial que desees comer?

MinHo se lo pensó unos instantes — ¿Pasta?

La enorme sonrisa que TaeMin le regaló lo dejó paralizado, el corazón latiéndole fuerte.

—Claro —dijo y se fue cerrando la puerta detrás de él.

MinHo se quedó en silencio, mirando a su alrededor, ¿Qué clase de situación loco era esa en la que se encontraba? Dejó la ropa limpia sobre el tubo de metal del que colgaba una toalla blanca y una de color lila con patitos amarillos. Sonrió, esa última toalla debía ser de SooJin.

Al pasear la mirada y encontrarse en el espejo se dio cuenta de su aspecto, algo ojeroso, obviamente mojado, y totalmente despeinado. Sonrió con tristeza al pensar cuanto se asemejaba ese momento a cuatro años atrás, aunque fuera un departamento distinto, podía sentirse como si estuviera en el antiguo, dónde vivía con TaeMin y SooJin todavía era un bebé de unos cuantos meses.

Se preguntó si al salir del cuarto del baño, se encontraría con alguna escena del pasado, si vería a TaeMin rondando de un lado hacia el otro, limpiando o preparando la cena mientras su hija les daba un respiro durmiendo aunque sea un rato.

No sirve de nada la nostalgia.

No le servía porque no le regresarían los años que pasó lejos, pro causa de TaeMin.

Con aquella desazón en el cuerpo, apretó sus manos en puños, pensó que solo perdía el tiempo estando ahí, no estaba siendo más que la burla del castaño, años atrás simplemente le daba una patada en el trasero y ahora con una sonrisa lo había atraído a su departamento.

Sabes que no es cierto.

Maldita sea su conciencia. Claro, nadie lo había obligado, él solito se ofreció a ir. Escuchó una risita fuera del cuarto que poco a poco se alejaba, entonces recordó el motivo de su visita.

Suspirando cansado, empezó a desvestirse, tomaría la ducha, necesitaba el agua caliente.

Eres un idiota si crees que solo has venido por la niña.

Refunfuñó, estar discutiendo consigo mismo era de lo más raro, pero así se la pasó durante toda la ducha. Quince minutos después salió con una toalla en la cabeza, caminando descalzó, sus zapatos en una mano mientras caminaba por el pasillo. Un agradable olor lo distrajo.

Antes de llegar a la sala vio la puerta abierta de la cocina, desde lejos podía ver a TaeMin frente a la estufa, vapor se escapaba de una olla mientras sacaba algo de ella y la vertía en un tazón, cauteloso se acercó más, así pudo ver la pasta de espagueti en el tazón y una pequeña olla con salsa de tomate hirviendo.

— ¿Hiciste todo esto tan rápido?

Se arrepintió de haber dicho eso cuando TaeMin dio un brinco por el susto que le dio, pequeñas gotas de agua salpicaron el rostro del castaño, dejó sus zapatos caer y lo ayudó a secarse con la toalla que momentos atrás estaba en su cabeza.

—Lo lamento, no quería...

—Está bien, no fue tu culpa.

— ¡Demonios sí lo fue! —sin darse cuenta realmente de lo que hacía, tomó el mentón de TaeMin en una mano para alzarlo y así dejarlo limpiarle las mejillas—, el agua está caliente, pudiste tirar la olla entera y haberte quemado —se maldijo internamente por su estupidez—, pudiste lastimarte.

TaeMin sintió sus piernas como gelatina al tener el cuerpo de MinHo tan cera, podía incluso oler su jabón en él, no debería tener fantasías de ellos dos pero las estaba teniendo, agradecía que la sudadera fuera tan grande como para ocultar el bulto en sus pantalones.

Un enorme deseo de arrojarse a sus brazos se apoderó de él, sus manos cosquilleaban, necesitaba tocarlo y vio su oportunidad cuando cruzaron miradas y la respiración del alto chocaba contra una de sus mejillas, temeroso alzó las manos para tomar el rostro de MinHo en ellas.

— ¿Qué hacen papi?

La vocecita de SooJin los hizo separarse como si fueran un resorte, TaeMin se había sonrojado, y que decir de MinHo, tuvo que darse la vuelta para no dejarse al descubierto con la pequeña, aunque no sirvió de nada, SooJin se dio cuenta de todo.

—Cariño...—Tae ase acercó, pero cuando su bebé habló de nuevo se paralizó.

— ¿Ibas a dejar que te bese? —Su voz era confusión—, ¿Te gusta el señor MinHo?

La confusión expresada en el rostro de su pequeña lo dejó mudo, ¿acaso era desagrado eso que veía?

—Cariño ven —la incitó a acercarse, ella obedientemente fue con él, dejándose cargar en los brazos del castaño.

TaeMin sabía que esto podría pasar, que SooJin tuviera algún tipo de sentimiento encontrado con MinHo, sobre todas las cosas temía que no lo acepara, había pasado un largo tiempo separados, aunque hace un par de horas había recibido a MinHo con una sonrisa el corazón de su hija apenas lo asimilaba como un mero amigo de su padre.

MinHo observó a detalle lo que sucedía, su corazón se encogió, la sola idea de que SooJin lo rechazara era devastadora, amaba con el alma a su bebé, siempre la extrañó, siempre pensó en ella, en como estaría, si era feliz.

— ¿Te molesta que me acerque a tu papi? —fue una pregunta demasiad directa, pero necesaria, tenía que arriesgarse.

Mientras ambos esperaban la respuesta de la pequeña sentían el corazón martillarles en el pecho, compartieron miradas furtivas, las esperanzas de que la bebé no alejara a MinHo por una imprudencia de ambos.

Los ojos color miel de SooJin se clavaron en los chocolate de MinHo, parpadeó un par de veces, estaba como, buscando algo...o alguien, finalmente después de un buen rato negó con la cabeza.

—No, no me desagrada —pero sus acciones fueron un poco contradictoria.

SooJin se giró, apartando la mirada, enredando sus pequeños brazos en el cuello blanco de TaeMin, aferrándose a él como si temiera caerse de un precipicio.

MinHo se lamentó, la tristeza era palpable en él y TaeMin se sentía impotente por no saber cómo arreglar todo ese asunto, la culpa lo invadió, iba a disculparse pero el alto fue más rápido hablando primero.

—Creo que debería irme —dijo mirando la espalda de SooJin, alzó la mano queriendo acariciarla pero se arrepintió—. Yo...será mejor que me valla.

Rápidamente se dio la vuelta, tomando sus zapatos del suelo y yendo descalzó hacia la sala. TaeMin estaba a punto de decirle que no se fuera cuando una voz resonó en todo el departamento.

—¡No te vayas! —gritó descubriendo su rostro.

Segundos después MinHo se asomó por la puerta todavía con los zapatos en una mano, miró con desconcierto a SooJin.

—No quiero que te vayas —bajó la mirada hacia sus pequeñas manos, una sonrisa se apoderó de MinHo—, papi te invitó a comer, comamos juntos.

Sin hacer ruido el alto se acercó a ellos, primero miró a TaeMin quien no había dicho nada, tan solo sonreía, luego arriesgándose de nuevo, acercó la mano, levantando el mentón de la pequeña con sus enormes dedos, la sonrió y la bebé agrandó sus hermosos ojos cristalinos por las lágrimas.

— ¿De verdad quieres que me quede? —le dijo con voz suave. Ella asintió con las mejillas ligeramente coloradas. Sintiéndose más confiado y querido agrandó su sonrisa—, entonces me quedo.

TaeMin, igual de temeroso, posó la mano en el brazo de MinHo, la calidez de su mano rápidamente corrió por toda su piel. Luego recordó lo que momentos antes había sucedido y su expresión cambió tan de repente que el castaño se asustó.

— ¿Estás bien? —Las manos de MinHo viajaron al rostro de TaeMin, ladeándola para encontrar algún signo de quemadura—, ¿no te duele nada?

—No —sonrió, esa sonrisa hizo también que recordará el beso que estuvo a punto de darle—, estoy bien, gracias a ti.

La ternura en los ojos del castaño eran demasiado, y cuando se dio cuenta de que SooJin también lo miraba con sus intensos ojos miel, sintió que se derretía como la mantequilla, su rostro se calentó y temió que fuera evidente para estas dos personas.

—Yo...

—Deja tus zapatos en la entrada, lávate las manos y regresa, solo me falta la salsa de tomate en la pasta.

Sin darse cuenta de lo que hacía, simplemente asintió con la cabeza, obedeciendo y saliendo de la cocina para dejar sus zapatos en la entrada, junto a los de TaeMin y unos muy pequeños, los de SooJin. Regresó al baño para lavarse las manos, se miró en el espejo y como si estuviera a punto de ir al almuerzo más importante de su vida se esmeró en que la maraña que pretendía ser su cabello se ordenara, se enjuagó la boca con un poco de agua, se alisó la camiseta blanca, era la vestimenta más simple que alguna vez hubiera pensado usar para algo tan importante como una comida con su hija pero era lo que tenía, su traje y pantalones estaba colgados y empapados.

Absorto en sus pensamientos, salió en dirección a la cocina, cuando llegó ahí, se quedó en el umbral, como un espía registrando cada movimiento de su objetivo. TaeMin lucia radiante, dejando los platos en la mesa mientras SooJin parecía a ver superado el pequeño percance de minutos atrás.

Quería eso de regreso, quería a su familia de nuevo, pero como podría ser aquello, si la inminente traición de TaeMin no se borraría de su memoria jamás. A pesar de la ira que lo consumía al recordar el pasado, gran parte de él se sentía capaz de comenzar de nuevo.

—MinHo —el castaño lo llamó con esa dulce sonrisa—, entra ahora te sirvo.

Al contemplar a la persona que ha sido su más dulce amor y al mismo tiempo su verdugo no hizo más que confundirse, una persona no debería de despertar ese tipo de sentimientos en nadie, era una locura, era demasiado.

Lo volvería loco.

Se acercó, no se había dado cuenta hasta ahora, pero TaeMin seguía con su sudadera y el cabello mojado. Masculló algo que se quedó solo para él, aceleró los pasos y le arrebató el plato de loza que el castaño sostenía en una mano, tan hábil como sus años de trabajo en el restaurant le había formado.

—¿Qué?

—Ve a cambiarte —le ordenó con voz firme, era su turno de dar las ordenes.

—Pero ya vamos a comer, no...

—Ve a cambiarte, por favor —le repitió, su ceño fruncido, señaló la sudadera con una ladeo de cabeza—, esa sudadera no está limpia, tan solo te dije que te la pusieras porque estaba seca y no apestaba. Por favor cámbiate y sécate el cabello.

—Min.

—Ahora —sentenció, su orden no podía ser replicada. Cuando escuchó el sonido de una risita se dio cuenta de que tanto TaeMin como SooJin sonreían.

—Ahora regreso —le dijo pasando a su lado—, no tardaré cariño.

Lo último lo había dicho ya de espaldas, pero no sonaba a que solo de lo hubiera dicho a SooJin. ¿Qué era eso que sentía en su pecho? ¿Qué era eso que le hacía sentirse cálido en su interior?

De alguna manera, algo que no estaba en sus manos, le recordó aquella pregunta que su hermano le hizo:

¿Qué sientes por TaeMin?

Era muy confusa esa pregunta, no podía describirse con palabras exactas, TaeMin le provocaba todo un mar de emociones, a veces se sentía como las olas de la tarde chocando con la arena, otras veces era como una tormenta, alzando las olas y destruyendo todo a su paso.

Se preguntó también, si estaría dispuesto a cederle todo eso a MinSeok.

¿Sería capaz de ofrecerle toda esa felicidad a manos abiertas?

—Señor MinHo.

MinHo regresó a su cuerpo sin saber que su alma vagaba por algún lugar, miró a SooJin en su silla, escudriñándolo. Se sentó en la silla frente a ella.

— ¿Qué sucede?

—Me recuerdas a alguien —hizo un lindo puchero, sus pestañas revoloteando, como si lanzara una especie de hechizo en él—. No lo recuerdo, pero...nadie nunca había hecho que mi papi sonriera así.

— ¿Nadie? —dijo con asombro, la pequeña negó, su cabello dorado se mecía a sus costados.

—Señor MinHo —dijo de nuevo, esta vez mirándolo directo a los ojos, había algo, una pregunta a punto de surgir, la anticipación mataba a MinHo, esta breve conversación a solas con su bebé ya era demasiado—. ¿Te gusta mi papi?

No podía ser posible que una niña de su edad, estuviera preguntándole eso. No sabía lo que SooJin estaba pensando, pero sabía una cosa, que no podía mentirle, no a ella.

— ¿Tú que crees? —le dijo con una sonrisa.

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