Daron, un ángel para Nathalia...

Od jane_n_johnmest

1.8M 151K 16.4K

LIBRO COMPLETO✓ Una joven normal, con una vida normal. Abandonada por su madre, pero amada y protegida por su... Viac

Sinopsis
Para ti, querido lector
Book tráiler
Epígrafe
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 9
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 28
Capítulo 42
¿Qué te ha parecido la historia?
¿Qué sigue después de esto?
Capítulo 46
Capítulo 47
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 16
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Extras
Capítulo 48 [+18]
Capítulo 49

Capítulo 15

35.2K 3.1K 215
Od jane_n_johnmest

NATHALIA

El gélido viento pega fuerte sobre mis manos y al sol no parece apetecerle iluminar el cielo. Tener a Daron tan cerca de mí, me transmite una especie de paz y seguridad, que me es difícil de explicar. Siento que estando con él, nada puede pasarme, no obstante, también está ese otro lado tenebroso y misterioso, que puedo palpar cuando estoy a su lado o cuando simplemente me escruta con sus lindos ojos. Cada palabra que pronuncian sus labios parece atravesarme. No logro entender cómo es posible tener todas esas clases de sensaciones juntas. Cómo es posible que alguien que apenas acabo de conocer y de quien no sé absolutamente nada, tenga ese efecto en mí.

Toma una hora y media más o menos llegar hasta la casa de Johnvid, pero a la velocidad a la que conduce, presiento que será menos que eso. Sin pedir autorización, vuelvo a apretarme fuerte contra él, sujetándome de su tórax. No quiero caerme y partirme en mil pedazos. Él no se queja para nada y yo tampoco me disculpo por el atrevimiento, porque el olor que desprende su cuerpo es embriagador.

Siendo sincera se siente bien.

De pronto pienso en que Vid tiene razón. Mi forma de ser todo este tiempo quizá se debe a que no tengo a nadie lo suficientemente cerca de mi corazón, con quien compartir mis cosas. Vid dice que, aunque no fuera alguien para tener una relación formal, siempre es bueno tener a otra persona que no sea tu amigo, con quien poder hablar de tus temores. Tal vez me siento así con este extraño, porque jamás he tenido a ningún chico tan cerca como lo tengo a él justo ahora, y no porque nadie se me acerque, sino porque soy lo suficientemente bastarda para alejarlos sin importarme nada.

Ya no escucho el motor rugir y tampoco siento el movimiento de la motocicleta, ni el viento helado soplar contra el casco. Abro los ojos y estamos en casa, estacionados frente a la puerta, me sorprendo por dos cosas: por lo rápido que hemos llegado y porque recuerdo no haberle dicho la dirección.

¿Cómo llego hasta aquí sin conocerla?

Inexplicablemente, los vellos de mi cuerpo cobran vida, pero solo me da la razón a mi loca teoría de que es él quien me observa. Me bajé de la moto sin cuestionar absolutamente nada y me quito el casco para entregárselo. Me sonríe cuando me lo recibe. Ese par de hoyuelos que tiene en sus mejillas lo hacen parecer inofensivamente atractivo, todavía más de lo que es. Su sonrisa parece esconder algo de inocencia dentro de él.

Suelto el aire que sin darme cuenta he estado reteniendo.

Gracias por traerme —nunca pensé que le agradecería algo—. Fue muy amable de tu parte.

—No es nada, cuando gustes —engancha el casco en el manillar.

—Al final si conoces lo que es ser amable —bromeo.

—Ya te dije que sí. Cuando quiero serlo, puedo —pasa su lengua por sus labios.

Un gesto que hace que mis ojos lo observen sigilosamente. No quiero hacer cuestionamientos sobre lo que ronda en mi mente, pero mi curiosidad puede más que mi capacidad de quedarme callada y dejarlo pasar. Así que me veo obligada a preguntarle:

—¿Por qué sabes donde vive Johnvid?

—He pasado muchas veces por aquí —contesta.

—Esa es una respuesta que te acusa —digo seriamente.

—¿Y de qué? —Achica los ojos.

—De que eres el psicópata que me acosa, digo, que hayas pasado por aquí no te dice que Johnvid vive exactamente en esta casa.

—¿Entonces según tú, soy tu psicópata? —Arquea la ceja—. Ya te adueñaste de mí, me gusta eso —me cruzo de brazos y él sonríe—. Tal vez lo soy.

—¿Entonces lo admites? —inquiero—. ¿Por qué estás acosándome?

—Dije tal vez —recalca—. Son muchas preguntas, Nathalia. Saca de tu mente que quiero dañarte, porque no es eso lo que busco —su semblante se torna serio.

Siento que estoy metiéndome en cosas que no son mi asunto, pero algo me dice que Johnvid y él se conocen, sino, ¿por qué Vid le lanzaría miradas amenazantes? ¿Por qué se molesta con su presencia? ¿Por qué sabe dónde vive? No importa si no me dice que es lo que está sucediendo o quien es, porque de todas maneras lo descubriré.

—Hablas muy bien griego, ¿vienes de Grecia? —interrogo para cambiar el tema y recordando las palabras que me ha dicho.

—Eres demasiado preguntona.

—A veces.

—Sé muchos idiomas, eso es todo —dice tranquilo—. Tú me hablaste en griego y yo te respondí. Por cierto, es pésima tu pronunciación, si quieres clases solo avísame, puedes pagar de una forma no monetaria.

Trago saliva al escuchar su ofrecimiento. Se baja de la moto y baja el caballete para que esta se mantenga en su posición sin caerse. Se apoya en ella, mirando hacia mí con los brazos cruzados.

—¿Qué otros idiomas sabes? —pregunto.

—inglés, alemán, latín, todos los que te puedas imaginar —me guiña un ojo.

¡Santísimo señor, ¿quién es este hombre?!

Yo solo he hecho el ridículo al haber dicho aquella palabra en mi fallido griego y en mi patético intento de quedar como alguien interesante.

—¿Y qué fue lo que me dijiste cuando maldije?

Agacha la mirada y sonríe, luego vuelve a levantarla y ladea ligeramente la cabeza, observándome con su característica sonrisa. Sus ojos parecen sonreírme también, de manera curiosa.

—¿Realmente quieres saberlo? —asiento sin ninguna duda—. ¿Segura?

—¿Es que me dijiste algo sucio acaso? —siento que la cara me arde.

Suelta una carcajada.

—Como te gustaría —pronuncian sus labios—, pero no es nada de eso.

—¿Entonces? —insisto.

—Si te lo digo vas a enojarte.

—No lo haré, lo prometo.

—Te dije que no era la pronunciación correcta.

Ahora sí puedo jurar que mi rostro esta del color de un tomate, siento que toda la cara me arde como si estuviera en llamas, extendiendo ese calor, incluso hacia mis manos. Realmente no debí preguntar. Me siento demasiado avergonzada.

Me observa en silencio unos instantes y yo hago lo mismo.

—Bueno, hice el ridículo como siempre —hablo soltando una risita—... Tengo que hacer tareas —miento para romper el hielo y la incómoda situación—. Otra vez, gracias por traerme.

Me doy la vuelta para caminar hacia la puerta de la casa.

—Nathalia... —escucho y me giro—. ¿No quieres que me quede hasta que llegue tu amigo? —Sus ojos observan a nuestro alrededor y hacia la casa, como si estuviera buscando a alguien o algo.

—No es necesario, Vid llegará tarde seguramente y yo dormiré temprano.

—Te dejaré mi número, por si necesitas ayuda con algo o si ocurre algún problema —camina hacia mí—. ¿Lápiz? —pregunta una vez que está lo suficientemente cerca.

—Puedes anotarlo en mi celular —digo preparándome para sacarlo.

—Discúlpame, nena, soy anticuado —dice deteniendo mi búsqueda—. Es más romántico así, ¿no crees?

Levanto los ojos hacia su rostro unos segundos y otra vez vuelvo a avergonzarme. Busco un bolígrafo en mi mochila y cuando lo hallo en medio del desastre, se lo extiendo y él pide mi mano. Anota unos perfectos números en el dorso de esta y al final firma con su nombre.

¡Qué bonita letra tiene!

—Estaré a la hora que me llames, no importa que tan tarde o temprano sea. Aunque no creo que sea necesario que lo utilices.

—Gracias —agrego una vez más.

Se abre paso hasta su moto y voltea una vez más para mirarme y sonreírme una última vez. Se sube a esta poniéndola en marcha y sale disparado, en segundos desaparece de mi vista. Suelto un maldito suspiro y me pego en la frente.

¿Qué demonios me sucede?

Me estoy convirtiendo en lo que más odio; esas chicas del baño.

Sacudo la cabeza y camino hacia la puerta. Al entrar y cerrarla me recargo en ella. Me siento extraña, como si algo dentro de mí estuviera floreciendo. Me deslizo a través de la puerta hasta quedar sentada en el piso, no puedo creer que yo, Nathalia Chardin, aceptara que un chico desconocido me trajera a casa, y escribiera su número de teléfono en mi mano. Sonrío como estúpida.

—¿Qué te está pasando, Nathalia? —Me cuestiono a mí misma.

—Esa sonrisa de enamorada —La voz de Aileen, me saca de mi ensoñación.

Y dejo de sonreír al instante.

—¿Qué haces sentada ahí? —pregunta con una ceja arqueada.

—Yo... —No sé qué diablos decir.

Me percato de la maleta que sostiene en sus manos y respiro profundamente al recordar que Johnvid me ha mentido. La decepción que percibe mi corazón duele y rápidamente el sentimiento de felicidad me abandona.

—¿Ya te vas? —pregunto y ella asiente.

—Estaba esperando a Johnvid y a ti para despedirme.

—Dudo que Vid llegue esta noche —digo levantándome del suelo.

—No importa, ya le hablaré por teléfono. Me dio mucho gusto conocerte.

—A mí también —digo—. Debes volver algún día para compartir más.

—Dalo por hecho —mira el reloj que trae en la muñeca.

Se acerca a mí y se despide dejando un beso a cada lado de mis mejillas, para luego arrastrar su maleta negra junto a ella hacia la puerta de entrada y desaparecer.

Quedarme sola con mi perturbada mente y miles de preguntas invadiendo mi cabeza, es lo peor que puede pasarme en estos momentos. Preguntarme a mí misma que me está sucediendo es agotador, porque no tengo las respuestas a eso y hacerme cuestionamientos sobre que está ocurriendo con Johnvid tampoco ayuda.

Dos horas más tarde decido ir directamente a la cocina, son casi las siete de la tarde y no he comido absolutamente nada desde el desayuno, ni siquiera pude saborear el chocolate que Daron tiro a la basura. Abro el refrigerador y saco todo lo que encuentro en él, queso, mantequilla, kétchup, lechuga, tomate e incluso pepinillos. Inmediatamente pienso en un suculento sándwich al más raro estilo mío. De solo imaginarlo, puedo sentir todos esos sabores en mi boca; como cuando Remy prueba la fresa y el queso en Ratatouille. Siento que la baba me cae por un costado.

Busco en la despensa, el pan de molde y saco seis rebanadas, comerse solo un sándwich con este pan, es lo mismo que comer nada. Le pongo un poco de mantequilla y luego queso. El estómago me ruge. Los dejo sobre un plato y los meto unos minutos al microondas, solo hasta que el queso se derrita un poco, mientras me sirvo un vaso de jugo. Cuando escucho el pitido del microondas informándome que se ha acabado el tiempo, me apresuro a sacar mis panes y a esperar que se enfríen un poco, para luego ponerle la lechuga, el tomate y el kétchup. Solo un ser humano como yo, come semejante mezcla.

Camino de vuelta hacia la habitación y me encierro allí para comer tranquilamente. Lo bueno es que estoy sola y en completo silencio. Dejo el vaso sobre la mesita de noche y recargo mi espalda sobre una almohada para empezar a comer, en cuanto mi boca toca el pan, mi estómago me lo agradece.

—Que delicia —murmuro con la boca llena.

Nunca me permito estar sin comer durante tanto tiempo, por lo general siempre estoy comiendo algo, pero últimamente mis pensamientos psicóticos no han permitido que esas ganas de comer a cada instante estén presentes en mi vida. Siento que las cosas han cambiado un poco de una forma u otra y lo más sorprendente es que ha sido en tan corto tiempo, que no logro entender como ha sucedido.

Cuando termino mis sándwiches, me tomo el jugo de naranja, vuelvo a dejar el vaso medio vacío sobre la mesita y acomodo la almohada para recostarme un rato. Contemplo el techo de la habitación, pensando en mi padre. ¿Dónde está en estos momentos y por qué no se ha tomado la molestia de avisarme lo que ha hecho? ¿Debería volver a llamarlo?

Pero rápidamente pienso que, si no me ha avisado nada y ha apagado su teléfono, es porque no quiere hablar conmigo. Lo conozco y es igual de orgulloso que yo.

Debería estar feliz porque ya no me molesta, pero la realidad es que nunca ha sido una molestia. Es mi padre y por más que no me guste su forma de ser, sé que todo lo que ha hecho ha sido por mi bien. Ahora que estoy aquí, lejos de él puedo darme cuenta lo difícil que es estar sin la persona que más quiero, sin la única familia que tengo.

Suspiro.

Cierro los ojos y con todo el silencio que me invade en estos instantes, el sueño también lo hace y siento mis ojos pesados. Entro en ese estado de sueño profundo que suelo tener, pero esta vez no siento que esté cayendo a ningún vacío, ni que la oscuridad me atrapa; esta vez simplemente sueño.

Veo a Johnvid sonriente, lo veo muy feliz, como nunca y sonrío al verlo. Junto mis cejas, preguntándome a qué se debe tanta felicidad. Pero Vid solo me sonríe abiertamente, observándome en silencio, sin pestañear. En ese mismo instante Lyron aparece de la nada, como por arte de magia. Mirándome satisfecho, como si hubiera ganado algún premio.

—Vid... —Llamo a mi amigo, pero no responde a mi llamado.

Sigue observándome fijamente sin mover sus párpados, parece un muñeco. Contemplo a Lyron que sigue mirándome con sus ojos risueños de la misma manera, pero él si pestañea.

—¿Qué sucede? —Interrogo, pero no me contesta—. Te hice una pregunta.

Él no se inmuta por responderme, me hace una seña con los ojos y veo que su mano atraviesa a Vid por la espalda hasta que su puño sale por el abdomen, la sangre está bañando el piso blanquecino. Me llevo las manos a la boca y asustada me echo a correr hacia mi amigo, pero el escenario cambia repentinamente a los pasillos vacíos de una tienda, con el pulso a mil. Mi respiración y mi corazón latiendo es todo lo que puedo escuchar con nitidez. Los pasillos de la tienda parecen no tener fin.

Caigo al piso bruscamente, golpeándome la cabeza y mi cuerpo rebota por el impacto. Un quejido sale de mi boca y una mueca se dibuja en mi rostro. Intento ponerme de pie, pero algo o más bien alguien me lo impide. Unas manos me toman del cabello, levantándome con fuerza y suspendiéndome en el aire, mis pies se mueven. Un grito ahogado se escabulle de mi garganta, Lyron me sujeta con vehemencia, mientras con mi mano intento quitar la suya.

Me ahogo.

—¡¿Qué es lo que sucede?! Exclamo entre quejas.

—No es nada personal, pero tienes que morir Su voz es siniestra.

—¡¿Por qué?! Jadeo por aire.

Azota mi cuerpo contra el piso. Me quedo sin aire en segundos y todos los huesos que conforman mi cuerpo suenan como si se quebraran.

—Tienes que morir —repite.

Lo veo sacar un cuchillo de detrás de su espalda y luego levantarlo, para después enterrarlo en mi corazón sin ninguna piedad. La sangre empieza a salir por mi pecho y mi boca la escupe como algo ajeno. El dolor que siento es sordo y doloroso como una opresión, que ni siquiera me doy las fuerzas para luchar y mantenerme viva.

No hay nadie que pueda ayudarme y siento que el alma se me escapa.

Lyron sonríe, pero veo en sus ojos azules que no disfruta el triunfo de haberme matado, al contrario, veo pena y remordimiento.


━━━━━━━━━━━━ ⸸ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también♥

Pokračovať v čítaní

You'll Also Like

59.4K 2.6K 17
Deanna guarda un secreto que nadie sabe...
8.2K 407 25
¿Cómo se conocieron? La pregunta por excelencia que se hace a todas las parejas. Y la respuesta suele ser una historia de amor burbujeante, de ser go...
1.3K 116 2
En una casa con trece integrantes los desacuerdos son cosas de todos los días, pero hay ocasiones en que esas disputas se convierten en verdaderas ba...
118K 16.2K 62
Sinopsis Tras encender el gas para perecer junto a quienes codiciaban la fortuna de su familia, Lin Yi transmigró a otro mundo, ¡y estaba a punto de...