Capítulo 31

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NATHALIA

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NATHALIA

Mi miedo se ha esfumado, deshacernos de Lyron ha sido mucho más simple de lo que hubiera pensado que sería, pero a pesar de que es un hecho, no puedo quedarme completamente tranquila. Él se ha ido como el polvo en el aire y no puedo sentir seguridad del todo. Quizá es que aún no soy capaz de asumir la realidad o que algo bueno sea capaz de acontecer en mi vida.

—Pues ya somos libres —escucho la voz de Clya a un lado.

La miro al rostro, porque la voz con la que ha dicho esas palabras, suena un tanto melancólica y me hace sentir una gran tristeza por ella.

Agacho la mirada hacia el suelo.

—¿Por qué decidiste ayudarla? —Cuestiona Daron con una sutil entonación de desconfianza.

No me interesa el motivo real por el cual ella nos haya ayudado, sé que en el fondo no necesita que le cuestionemos o exijamos un por qué, justo en este instante. Ha hecho un sacrificio y no hay necesidad de pedir explicaciones para entenderlo, simplemente me siento agradecida con ella.

Sacrificó su amor hacia Lyron, por el bien de alguien más y eso me hace admirarla. No siempre se tiene lo que se quiere.

—Eso no importa, la cosa es que lo hice —responde—. Nathalia tiene que darte algo.

En ese preciso instante en que esas palabras salen de su boca, elevo la mirada hacia ambos, dejando a un lado todos mis pensamientos. Miro a Clya con evidente gesto de confusión, porque no comprendo de lo que habla y luego dirijo mis ojos hacia los de él; ver sus ojos verdes esmeraldas, perfectamente encajados en su rostro, me alborota de una manera que ni siquiera yo misma puedo explicar. Aquel ángel que ha venido a mi rescate, es la debilidad que no quiero reconocer.

Entonces recuerdo la pluma que escondo debajo de la ropa y sonrío instintivamente. Sé que para él esta pluma es sumamente importante, así que levanto con cuidado la blusa y la tomo con delicadeza entre mis manos. La pluma blanca reluce en medio de la oscuridad dejada por Lyron. Daron la observa con asombro y luego me escruta, su rostro es un dilema de incredulidad y agradecimiento al mismo tiempo.

—Mi pluma... —murmura sin apartar sus ojos de ella.

—Dijiste que le habías dicho —hablo, dirigiéndome a Clya.

—No lo hice, tenía que ser una sorpresa —se excusa, encogiéndose de hombros al mismo tiempo.

Los ojos de Daron no se apartan de la bella pieza y no hago nada más que extendérsela. Él se acerca más a mí. La contempla mientras todavía yace encima de las palmas de mis manos.

—Tu pluma —confirmo llena de una felicidad indescriptible, al ver su hermoso rostro.

Por primera vez, siento que estoy haciendo algo bien.

—¿Cómo es que la tienes? —Sus ojos viajan rápidamente hacia los míos.

—Clya la consiguió, me dijo que te diría, pero ya la escuchaste —respondo.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now