Capítulo 48 [+18]

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DARON

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DARON

El cielo se ha manchado de un opaco y frío color, las nubes han desaparecido, dejando ver en todo su esplendor a la blanquecina diana y sus fieles compañeras. Sentado sobre los tres gruesos escalones que conducen hacia la entrada de la pequeña casa, mi mente es consumida con ferocidad por esa pizca de deseo lúgubre; comiéndome por dentro de manera pausada y a la vez inhumana.

Pensamientos oscuros sucumben un claro destello de verdad, hacia la fidelidad de lo que se me tiene prohibido; hacerles daño a los hijos de la Tierra, es algo que si llegamos a hacer nos hará pasar eternas existencias, sometidos a torturas que, ningún humano podría figurar o soportar.

Siempre he sido comedido en lo que respecta a obedecer mis propios límites y obligaciones; guardar silencio y expresar mis pensamientos solo cuando se me pide o es necesario, Lyron es todo lo contrario, todo pérfido y no descansa hasta que obtiene lo que anhela, así no le importe en lo más mínimo que tan transcendente puede llegar a hacer.

Escucho la puerta abrirse detrás de mí y luego veo de manera periférica como él toma asiento a mi costado, suelta un resoplido vago y sus manos pulcras se cruzan entre sí, mientras sus antebrazos descansan sobre sus rodillas.

—El mayor error de un ángel, es pensar y enjuiciar demasiado las decisiones que ha tomado —añade.

Nunca se puede confiar en un ángel que se encuentre en su fase de quietud, es sumamente peligroso y letal.

Él nunca está apacible, porque sus propios pensamientos no se lo permiten, y ahora parece tan en paz, que para alguien que lo conozca, es una faceta inquietante.

—Hay que pensar —mi voz ronca sale sin prisa—. Es necesario para tomar cualquier decisión.

—Pensar te limita a tomar riesgos —suelta un resoplido—. Y tomar riesgos es lo mejor que puedes hacer. Me entenderás algún día.

—Se pueden tomar riesgos, Lyron, pero hay que pensar en las consecuencias antes —mis ojos miran hacia el vacío frente a nosotros, con mi ademán sumergido en la neutralidad.

—¿Acaso reflexionaste en ellas cuando decidiste imponer tus deseos ante Cialac? —interroga con burla.

—Lo hice —respondo.

A mi mente llegaron todas las consecuencias y peligros posibles, desde el mismo instante en que decidí rebelarme y caer a este verosímil averno. Lyron no piensa en nada de eso y se ve reflejado en su mero arrebato y forma de hacer las cosas.

—La humana ya viene —su tono malévolo es de cierta manera repugnante—. ¿Decidiste?

Giro mi cabeza lentamente hacia su dirección, para encontrarlo con un gesto de completo éxito. Nuestros espíritus ya se han recuperado y con ellos han vuelto nuestras capacidades, las mismas que hacen que nuestra vanidad prevalezca sobre cualquier otra cosa.

Daron, un ángel para Nathalia © [Libro 1]✔Where stories live. Discover now