Cuando te encuentre

By Carol_Ney24

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Volver a comenzar, redimir el pasado...decir "te amo" cuando es necesario. TaeMin todavía recordaba las pala... More

Capítulo 1: Así como es.
Capítulo 2: Ese dulce momento contigo.
Capítulo 3: Mentiras.
Capítulo 5: Un maldito cobarde.
Capítulo 6: Dolor y fuerza.
Capítulo 7: El lobo y el cordero.
Capítulo 8: Tú eres.
Capítulo 9: La chica de ojos miel.
Capítulo 10: Buenos deseos.
Capítulo 11: Confianza.
Capítulo 12: ¿Me dejarías entrar?
Capítulo 13: La persona que amo y a quien debo amar.
Capítulo 14: Llegaste a mí.
Capítulo 15: Justo aquí.
Capítulo 16: Un lugar para tres
Capítulo 17: En realidad nunca te fuiste.
Capítulo 18: Una gran familia.
Capítulo 19:Estamos juntos, es lo que importa.
Capítulo 20: Detrás de las nubes grises está la luz del sol.

Capítulo 4: ¿Dónde está el amor?

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By Carol_Ney24



Los bufidos de KiBum eran lo único que hacían eco por toda el departamento, sumado a esto el ruido que producían los objetos que tomaba y dejaba con golpes duros e intencionados sobre los muebles o dónde fuese que las dejase.

TaeMin simplemente lo ignoraba mientras terminaba de peinar a SooJin, había encontrado un lugar bastante cómodo sobre la alfombra de la habitación pintada de rosa pastel y decorada con figuras de muchas hadas y colores brillantes; de vez en cuando miraba por debajo de sus pestañas la figura de su amigo ir de un lado para otro cuando cruzaba el pasillo, incluso sus pisadas parecían agrietar el suelo y las paredes dejando claro cuan molesto estaba.

— ¿Por qué está tan molesto el tío KiBum? —los ojos miel de SooJin lo miraron por sobre el hombro con preocupación; el castaño tomó suavemente su cabeza para hacerla mirar hacia el frente.

—No le hagas caso, él solo...ha pasado un mal día.

Un mal día era decir poco, más bien la semana fue terrible.

La noche que regresó cojeando del trabajo fue duramente interrogado por lo sucedido, al no ceder la verdad tan fácil como esperaba su amigo terminaron discutiendo hasta pasada las cuatro de la mañana. SooJin se había levantado, llorando desconsolada y rogándole a ambos que se detuvieran, se lanzó a los brazos de TaeMin, llorando sobre su hombro; cuando el castaño miró a su amigo suplicando que pararan porque francamente lo único que desea era tirarse a la cama y dormir, se encontró con una absoluta negativa, era obvio que no había creído en las mentiras que usó para persuadirlo.

Pero de ninguna manera iba a decirle lo que sucedió con MinHo, no tenía fuerzas ni ganas de revivir cada palabra dolorosa que se había clavado en su corazón.

"Ni creas que te vas a salvar de esta"

"Por favor..."

"Por favor nada, ve a dormir, pero continuaremos con esto, te lo prometo"

KiBum intentó hacer que hablara, pero no pudo, TaeMin se cerró por completo hasta el punto de evitarlo y hablarle solo en las tareas meramente necesarias o elementales. Y por eso es que estaba molesto con él, soltando chispas por dónde quiera que fuera.

TaeMin dio un respingo cuando el grito de KiBum se escuchó por toda la casa, parecía que una olla de la cocina calló y aterrizó en los pies del chico. Sin embargo no hizo nada por levantarse, prefirió seguir acomodando el listón rojo sobre el cabello dorado de su pequeña.

— ¿Qué le pasó el tío KiBum...papi?

SooJin giró su angustiado rostro hacia su padre, quien lo único que hizo fue sonreír tristemente—. Él está bien...tan solo —cortó sus palabras al sentir una presencia oscura cerca de ellos, cuando alzó la mirada se encontró con los ojos llenos de ira de su amigo.

—Amor juega un rato con tus muñecas, ¿sí? Cuando la cena esté lista te llamo.

La pequeña lo miró dudosa un instante, al cabo de unos segundos asintió con una sonrisa—Sí papi.

TaeMin besó la frente de su hija y se levantó lentamente, pasó sin mirar a KiBum, caminó el largo pasillo hasta llegar a la cocina dónde vio una olla boca abajo en el rincón más olvidado de la pieza.

Soltó un largo y pesado suspiro, fue por la olla y la dejó sobre la loza.

—TaeMin...

—No ahora —sentenció.

KiBum bufó—. Déjate de estupideces —sus pasos fueron rápidos y fuertes, se paró justo al perfil del castaño, mirándolo con sus rasgados y expresivos ojos—, no huyas, no de mí, entiendo que no quieras decirle algunas cosas a SooJin, pero... ¡Con un demonio TaeMin! ¡Se supone que soy tu mejor amigo! Si no me dices que es eso que pasó entre MinHo y tú no voy a poder ayudarte.

—Por favor —rogó, su voz sonó más como un lamento, algo que verdaderamente lo asfixiaba—, no.

Lo tomó del brazo, apretando sin importarle la mueca de dolor del castaño—, ¿es que no te das cuenta de lo que podría pasar si continúas ocultando la verdad? ¿Cuánto más piensas hacerte daño?...no, mejor dicho, ¿Cuánto daño piensas hacerle a SooJin ocultándole la verdad...?

— ¡Jamás le haría daño a mi bebé! —Lo miró con la misma determinación y dolor, podría decir cualquier cosa menos que dañaría deliberadamente a su hija.

—Pues no lo parece —el apretón que ejerció en su brazo fue aflojándose poco a poco—, y mi mal humor tampoco está ayudando.

Su brazo cayó a su costado. Se dio la media vuelta sin decir nada más y salió de la cocina, TaeMin quedó totalmente atónito por su comportamiento, esperaba que su amigo siguiera confrontándolo y exigiendo que le dijera sus problemas y no esta repentina...quietud muy impropia de él.

Para cuando reaccionó y persiguió sus pasos lo encontró colocándose su abrigo y los zapatos. Se acercó rápidamente, con las lágrimas llenando sus ojos al notar cuanto había ofendido al chico con su terquedad y silencio.

Antes de que KiBum si quiera alcanzara la manija de la puerta tomó su mano, impidiéndole salir del departamento.

—Lo siento —fue lo único que su garganta fue capaz de ayudarlo a pronunciar.

—No, ya no más "lo siento" —se giró, mirándolo con verdadera angustia y furia—, ¿Qué se supone que tengo que hacer con tu terquedad? Hasta las mulas tiene más sentido común que tú.

Detestaba mucho hablarle de esa forma pero es que TaeMin no había querido decirle la verdad sobre su aparente accidente en la que terminó con un enorme raspadura en la rodilla y una horrible mancha negra que es en lo que se había convertido su moretón.

"Resbalé con una mancha de grasa mientras caminaba por la cocina"

"A caso crees que soy estúpido"

De eso hace una semana.

Y desde entonces no ha querido decirle nada, ni del accidente, ni del encuentro con MinHo en el antro y de lo que está seguro que en ambos está involucrado este mismo, ¿Cómo lo sabe? Porque desde el "reencuentro" TaeMin había estado melancólico y distante, días después parecía recuperar poco a poco el humor, pero desde hace una semana había vuelto a su estado de ánimo depresivo y aislado. Peor aún, pretendía que tanto él como SooJin creyeran que no la pasaba nada.

Grandísimo estúpido...

—Key...—soltó en un ahogado susurro.

Muy pocas personas tenía permitido decirle con su sobrenombre y sus diminutivos, en otro momento hubiera contestado con una sonrisa llena de ternura pero en ese momento deseaba golpear fuerte la cabeza de su amigo para ver si así sus neuronas se activaban de nuevo y lo dejaban ser la persona que alegre que solía ser.

—Basta —ordenó firme—. No llores.

Hubo un largo momento de silencio antes de que se decidiera por retomar la vía del dialogo pacifico—. Trato de comprender, pero tú no dejas hacerlo.

—Es porque es muy difícil hablar de ello, por favor no pienses...

—"...que no te tengo confianza" —terminó la frase—. Ya me harte de escuchar eso, es enserio TaeMin, yo quiero ayudarte, permíteme hacerlo.

Suplicar era otra cosa impropia de KiBum, pero debido al enorme cariño que le tenía a TaeMin podía mostrarse un poco débil ante él. Estuvo con él en los momentos más difíciles de su vida cuando MinHo no lo había estado y aunque solo supo la 'versión editada' de la verdad, todos esos años decidió darle espacio a su amigo para ordenar sus pensamientos...hasta que un día simplemente dejó de pesar demasiado en ello y el tema parecía haberse quedado en el pasado.

¿Pero acaso el destino en ocasiones no es cruel?

MinHo reapareció. Esa era la verdad.

—Papi ¿por qué lloras? —ambos chicos miraron hacia atrás, la misma escena de aquella madrugada parecía repetirse.

SooJin estaba ahí, abrazando una de sus muñecas, a punto de romper en llanto; plasmó tanta angustia en sus bellos y enormes ojos, eso hizo sentir pésimo a TaeMin, corrió hacia ella y la abrazó fuerte, por un momento vio en su mirada tierna e inocente aquella que MinHo siempre le regalaba desde el fondo de su corazón.

— ¿Ahora entiendes lo que te digo?

La voz de KiBum no sonaba a regaño, pero sí, había comprendido el punto de su amigo al decir que le estaba haciendo daño a su hija también.

—Papi...

—Shhh —le calló quedito, respiró su dulce aroma—, discúlpame nena, no es nada importante.

— ¿Seguro? —los pequeños brazos de SooJin se enredaron en el cuello de su padre; miró por sobre el hombro del castaño cuando KiBum se acercó y le sonrió.

—Sí bebé.

—Pero te ves triste, últimamente estás muy triste papi...

TaeMin cerró fuertemente los ojos y al abrirlos de nuevo, se dio lentamente la vuelta, derramando cuantas lágrimas pudo, le mostró la expresión de derrota a su amigo, que no podía esconder más.

—No tienes que decírmelo precisamente ahora —KiBum acarició el cuello de TaeMin, siendo condescendiente una vez más por el bienestar de su amigo—, pero más te vale que sea pronto, hablo enserio, ya me cansé de tus caprichos y tu maldita necedad de aparentar que no sucede nada.

Sabiamente el castaño no dijo nada, simplemente asintió, sintiéndose, más cansado pero un poco menos presionado.

Había querido decirle la verdad a KiBum desde el instante después que sucedió aquel conflicto, pero entonces hizo lo que la mayoría de la gente hace cuando no quiere afrontar su realidad.

Huir.

— ¿Te quedarás a cenar?

—Tio Kibumie quédate a cenar —SooJin giró el rostro tanto como pudo para mostrarle al pelinegro su tierno y chantajeador puchero.

Contra eso no podía, suspiró largo y pesado, enarcando una ceja ante la estampa que padre e hija le regalaban, SooJin a simple vista...podía notarse que tenía rasgos caucásicos en su cuerpo, si pensaba en MinHo al lado de ellos, tristemente podía decir que había poco en dónde podía encajar.

Entonces se preguntó de nuevo, lo que desde hace años hacía.

¿Qué sucedió? ¿Qué hizo MinHo...o qué hizo TaeMin?

Ahora se daba cuenta de que jamás había escuchado de la boca del castaño hablar mal de MinHo, nada, ni una sola maldición o grosería, como si no hubiera cometido ningún pecado con él.

Incluso en ese momento, con esa rodilla todavía amoratada y es fatídico encuentro en el antro, no lo escuchó pronunciar ninguna mala palabra, no había nada que reprochar, pero sabía que MinHo no era un santo, nadie en el planeta tierra lo era, no al ciento por ciento.

Todo era tan confuso cuando no tenía ni una pista de la verdad.

—Por supuesto que me quedaré —bufó, colocando las manos sobre las caderas—, a veces no sé qué harías sin mí —taladró con su mirada al castaño.

TaeMin sonrió mientras lo veía sacarse de nuevo los zapatos y caminaba hacia la cocina.

"Yo también he pensado lo mismo KiBum"

~

Había despertado con el mismo sueño, la misma escena que muchas noches atrás se repetían. Ese mismo momento en que TaeMin permanecía de rodillas enfrente de él como si esperara recibir las suelas de sus zapatos bajo su cabeza.

Era tan molesto, sentir que de verdad quería patearlo y a la vez, imaginar cómo sería volver a abrazarlo y probar sus labios, deslizar las manos por su cuerpo...sentirlo y hacerlo suyo.

¡Basta ya!

Se quitó las sábanas de un tirón al bajar de la cama, el cuerpo medio desnudo apenas cubierto por su bóxer negro dejaba al vista buena porción de su piel morena; resplandecía bajo los rayos de luz de la mañana, caminó indiferente hacia el cuarto del baño para mojarse la cara. Apoyó las manos sobre el lavamanos, haciendo que sus músculos se apretaran y se marcaran haciéndolo parecer más alto y fornido.

Cuando se miró al espejo y se dio cuenta de ello, pudo imaginarse como es que lo veía TaeMin aquella noche bajo ese árbol, mientras repetía esas desagradables palabras.

"¿Me odias?"

"Sí"

Y no mentía, lo odiaba, algo dentro de él le removía las entrañas cada vez que pensaba en él, a lo largo del tiempo que se mantuvo fuera de la ciudad se planteó la meta de olvidar al castaño por todos los medios posibles, pero no importaba con cuánta gente saliera o cuantas chicas le coquetearan. Los recuerdos lo atormentaban y estos lo volvieron loco, necesitado de una cura para su mal.

Lo necesitaba a él.

El resentimiento seguía, que si bien el amor que sintió por TaeMin se transformó en algo oscuro y dañino, no podía decir que no sintiera nada más. MinHo podía mostrar compasión por cualquiera, menos si se trataba de él, aunque en su interior quisiera besarlo su puño se alzaba al mismo tiempo para descargarse sobre su rostro varios golpes merecidos y necesarios.

'Una mierda', si eso era, su vida era un asco, amando, odiando y viceversa. Una persona no podía vivir así.

El sonido de su celular lo hizo despertar de su letargo, todavía con las gotas cayendo sobre su piel desnuda fue de regreso a la cama, dónde se sentó y estiró la mano junto al mueble dónde el teléfono móvil descansaba.

— ¿Qué sucede? —habló cansado. La voz cantarina de MinSeok al otro lado de la línea fue como un taladró sobre su sien, solo su hermano podría sentirse tan feliz a las seis y media de la mañana de un Domingo—, ¿ahora?

Se dejó caer de espaldas a la cama, dejando su semidesnudo cuerpo rebotar, a pesar de no tener sueño ya, no pensaba salir tan temprano, no tenía ánimos de nada.

—No tengo ganas —su hermano no paraba de insistir en que se reunieran y lo acompañara a un desayuno en el mismo restaurant donde trabajaba TaeMin. De repente dándose cuenta de algo importante se incorporó de golpe, sintiéndose preocupado.

Segundos después se recriminó así mismo su debilidad y se dejó caer de nuevo sobre la cama.

—No iré —sentenció totalmente hastiado, despegó la oreja del celular dispuesto a colgar cuando el repentino gritó de advertencia de su hermano lo hizo detenerse. Soltó una maldición entre dientes antes de gruñir—, como sea, nos vemos ahí.

Se levantó de nuevo esta vez más convencido de que era una total locura reaccionar a las incitaciones de MinSeok.

"Bien, no vengas, así puedo coquetear más a gusto con ese dulce cocinero de la otra vez"

No le gustaba que su hermano se expresara así de TaeMin, era insoportable y molesto cuando él sabía, o suponía, que el castaño no era una bondadosa y tierna persona como el mayor creía que era.

Simplemente no se hacía a la idea de tener de vuelta a TaeMin en su vida, no al menos...como la idea loca que se la había cruzado en la mente.

No voy a dejar que engañes a mi hermano como lo hiciste conmigo.

~

—Discúlpenme por hacerlos venir tan temprano en un domingo.

—No hay problema, mi hermano y yo estamos acostumbrados a estar de pie a estas horas de la mañana, ¿verdad MinHo?

La patada que MinSeok le dio por debajo de la mesa casi lo hizo soltar una maldición pero se detuvo a tiempo antes de abrir la boca. Lo habían atrapado mirando hacia la cocina, donde una chica de cabello largo y castaña ocupaba el lugar de TaeMin.

—No hay problema —le sonrió al gerente Cho, aunque el hombre mayor no creyó en su sonrisa pero no dijo nada respecto a ello.

—Gracias a ambos por venir, sobre todo al joven MinHo, sé que usted en realidad no tiene asuntos que ver con cadenas restauranteras ni nada relacionado con ello.

—Bueno, es un proyecto en el que mi hermano MinSeok cree y me ha pedido mis opiniones y concejos.

—Lo comprendo —la agradable sonrisa de gerente lo hizo sentirse relajado.

—Entonces, ¿a qué se debe que me haya llamado tan urgentemente? —MinSeok habló suavemente, dándole espacio al hombre para ordenar sus pensamientos.

—Se trata de mis empleados, sé que no es una obligación para usted y puede contratar a quien más le convenga de ahora en adelante, pero estoy pidiéndole esto como un favor especial, considere sus contrataciones, algunos todavía no han conseguido otro lugar dónde trabajar.

—Ya veo —lo conciliadora voz de MinSeok hizo crecer la esperanza en el gerente—, lo consideraré, lo he estado haciendo desde el mismo momento en que ha alardeado tanto de ellos —sonrió—, además me gustaría trabajar con su cocinero, ese del que tanto está orgulloso.

Los oídos de MinHo se agudizaron al instante, su hermano no había mencionado nada sobre recontratar a los empleados y mucho menos sobre esas ansias de tener a TaeMin trabajando con él.

— ¡Oh! Sobre todo él, es tan joven para estar así —negó lentamente con la cabeza—, cuidando a una hija, trabajando y pagando sus matrículas de la universidad, en realidad no sé cómo se las ingenia para equilibrar su vida. Pero no se preocupe, es bastante responsable, no le dará problemas.

MinHo desvió la mirada, se preguntaba qué diría ese pobre hombre si se enterara que su empleado estrella le gusta irse de fiesta dejando abandonada a su hija.

Pobre tonto.

—Sabe...quisiera hablar personalmente con TaeMin —el rostro confuso de MinHo se devolvió con gran velocidad hacia su hermano.

—Oh, lo siento, hoy tiene libre la mañana, normalmente trabaja tiempo completo los fines de semana pero preferí darle un poco de espacio...además, no teniendo yo otros lugares adecuados para acomodar a mis empleados, dejo que ellos vayan a hacer sus búsquedas.

— ¿Entonces TaeMin ya tiene un lugar dónde trabajar?

Esa curiosidad de MinSeok para con TaeMin no pasó desapercibida para el señor Cho, mucho menos por MinHo que ya se había dado cuenta de ello desde la última vez que cenaron en el restaurant.

El señor Cho imaginó de qué tipo de interés se trataba y sonrió. No conocía del todo al nuevo propietario de su todavía negocio pero le parecía una buena persona, una adecuada para su joven empleado.

Era imposible conocer a TaeMin y no quererlo y por ende, no preocuparse por él y sus intereses. Se sentía casi como un padre o...un abuelo.

—Parece que sí hay una oportunidad de trabajo.

—Bueno, sinceramente espero que logre acomodarse en un buen lugar, pero si podría seguir trabajando en lo que conoce a la perfección sería mejor —hizo una pausa para mirar a su hermano menor y sonreírle—. Me gustaría tener cerca a ese chico.

MinHo sintió su corazón pegar tan fuerte que hasta el aire de los pulmones se le fue por un instante. No tenía ni la más mínima idea de lo que MinSeok pensaba ni porque se interesaba tanto en TaeMin, ni mucho menos porque se lo había dicho de esa forma.

Pareciera que su hermano estaba advirtiéndole sobre algo.

¿Qué se supone que diría sobre eso?

MinSeok se devolvió al gerente.

—Regresaré más tarde, quiero ayudarlo con lo de la recontratación, pero primero quiero observar cómo se las ingenian aquí los empleados para el trabajo, no dudo que lo hagan muy bien, por algo este negoció ha permanecido mucho tiempo en pie, pero no me tome a mal, yo también había pensado en otras personas para cubrir los puestos.

—Lo comprendo, y gracias por aceptar esta petición.

Cuando ambos hermanos salieron del lugar, MinHo no dejaba de pensar en las palabras de su hyung. Abordaron el auto y mientras MinSeok conducía el seguía haciéndose miles de preguntas sobre esa situación tan incómoda, pensó que tal vez debería contarle, o advertirle, sobre cómo era realmente TaeMin.

Estaba tan convencido que el castaño era la peor de las personas que se quedó con la primera impresión de su reencuentro, dónde TaeMin no era más que un hombre irresponsable y malévolo.

Tan cruel.

—Hyung...—lo miró dispuesto a descargar toda la información tan importante que poseía.

—Dime —pero las palabras simplemente no salían, todo era una gran nube de confusión, se preguntó se estaba siendo justo—, ¿Qué sucede?

—Tú...parece que estas preocupado por ese empleado.

Fue tanteando el terreno que pisaba, no quería delatarse a sí mismo.

— ¿Con TaeMin?

Frunció el ceño al escuchar aquel tono de felicidad que su hermano usaba para referirse a él. Era demasiado...chocante para soportarlo.

—Sí, él —torció la boca en algo parecido a una sonrisa—, ¿no me digas que te gusta?

MinSeok apretó los labios, dejando que el silencio los envolviera, eso puso de nervios a MinHo, un repentino sabor amargo en su boca lo hizo removerse en su asiento. ¿Qué situación más loca sería ver a su hermano ligándose a su expareja?

—Tiene una hija —habló repentinamente—, no puedes estar detrás de alguien que ya tiene familia y probablemente un...—apretó las manos sobre su rezago—, una pareja.

— ¿De qué estás hablando? —la incredulidad de MinSeok lo hizo mirarlo confuso—, estoy curioso por él, sí. Pero eso no quiere decir que vaya a proponerle matrimonio —rio—, que idea más descabellada. Pero te diré algo, si llegara a pasar, el que tenga una hija no interesaría en lo más mínimo, pero por lo otro, intuyo que no está con nadie ahora.

— ¿Cómo?

—Piénsalo...alguien que estudia y trabaja difícilmente tiene tiempo para estar en una relación, más aún si tiene que cuidar de un hijo.

Ahora MinHo reía y MinSeok fruncía el ceño—, parece que te has olvidado de cuando te lo encontraste en aquel antro, ahí no parecía más que estarse divirtiendo, como si fuera algo que hace con frecuencia.

—Estás equivocado.

El auto se detuvo ante la señal en rojo del semáforo.

MinHo se sorprendió de aquella respuesta tan directa, así que tuvo que preguntar: — ¿Por qué lo dices?

—Tú no lo tenías tan cerca como yo MinHo, ese chico solo fue ahí para des estresarse, pude notar el cansancio en su cuerpo y sus ojos...había algo mal en él, una verdadera tormenta en su interior.

¿Qué era eso que le revolvía la bilis y le provocaba nauseas?

Las expresiones que MinSeok utilizaba, es decir, su hermano siempre fue más perceptivo que él, al referirse de las demás personas nunca hacia un mal juicio, pero, ¿por qué ahora le molestaba tanto que hablara de TaeMin? Qué lo analizara, ¿Qué es lo que quería descubrir?

—...y un chico que frecuenta esos lugares no tarda tanto en ponerse a bailar como él lo hizo.

De nuevo la sonrisa de MinSeok.

A MinHo de repente ya no le gustaba esa sonrisa.

—Es un tipo interesante.

No se dijo nada más del tema. Simplemente MinHo no pudo siquiera replicar las palabras de su hermano. Era como si quisiera convencerlo de que era una buena persona... se resistía a creerlas, no quería sentir la compasión que tiempo atrás le hizo enamorarse de TaeMin.

Porque era precisamente su debilidad para con él lo que hizo que su destierro fuese más doloroso y trágico.

Y el que su hermano mayor de repente estuviera interesado en TaeMin no ayudaba en absoluto.

Maldita sea...

~

Estaba muerto, o al menos así se sentía. Faltaba poco para su turno por la tarde y no terminaba de leer el texto sobre finanzas que necesitaba entregar al día siguiente. Con pereza se levantó, estiró los brazos soltando un gemido de satisfacción, decidido a tomarse un descanso salió hacia la habitación contigua, se paró en el marco de la puerta, contemplando a SooJin dormir, se veía tan hermosa así que una sonrisa boba apareció en sus labios.

Le parecía increíble que cinco años hayan pasado tan rápido, todavía recordaba lo pequeñita y frágil que era, se sentía afortunado que semejante belleza de hija fuera para él. Aunque en ocasiones su egoísmo lo alcanzaba.

¿Si MinHo estuviera con nosotros...? Era una pregunta sin respuesta, una fantasía tortuosa que a esas alturas para él ya no valía la pena pensar.

Apretó los dedos en el marco de la puerta, sintió como un dolor se extendía por su pecho.

Si pudiera cambiar el pasado, regresar en el tiempo, decirte...que no era verdad todo lo que te dije...

Lamentarse...también era un caso perdido, y aunque lo sabía, en ocasiones, simplemente no podía evitarlo; sus errores lo perseguían, lo asfixiaban, lo encadenaban a la culpa de haberle hecho daño a la persona más buena del mundo, o al menos, de su mundo.

Soltó un suspiro, cerrando los ojos con fuerza para detener las lágrimas, se recriminaba su sentimentalismo. Recordó las palabras de KiBum, sobre qué haría si no lo tuviera a su lado, la verdad no se atrevía ni siquiera a pensarlo, estaba seguro que hubiera sobrevivido solo en esos años pero sin duda alguna su apoyo ha sido algo importante, agradecía a KiBum por ir a su departamento por las noches y quedarse con su hija, así como lo haría en unos cuantos minutos.

El timbre de la puerta sonó, supuso que sería precisamente su amigo quien llegaba. Fue abrir pero no era él, sino una de sus vecinas que iba pidiéndole un favor sobre un número telefónico de taxis.

Al entrar de nuevo apenas escuchó el timbre del celular y corrió hasta su habitación que era dónde lo había dejado. Rápidamente deslizó el botón para contestar cuando lo tuvo ne las manos.

—Hola, ¿pensé que ya estabas en camino?

—Lo siento —la voz de su amigo sonaba angustiada—, tuve una pequeño accidente con el auto.

—Dios, ¿estás bien? —tuvo que sentarse en el borde de la cama.

—Sí, sí. Nada grave, el golpe no fue tan fuerte, pero...no creo poder llegar contigo a tiempo para quedarme con SooJin.

TaeMin se mordió el labio inferior, pensando en lo que debería hacer ante el problema. En media hora tenía que entrar en su turno de la tarde en el restaurant, podía ir con sus padres, pero como no les avisó con anticipación no sabía que si estarían en su casa (los Domingos se habían convertido de paseo, así que ellos salían al cine y a caminar por algún lado)

—Está bien, yo lo solucionaré, tal vez mis padres todavía estén en casa.

—En verdad lo lamento...

—No es tu culpa y por favor...si necesitas algo, llámame.

Una vez que se despidió metió el teléfono en el bolsillo trasero de su pantalón y empezó a alistar sus cosas junto con las de su hija. Tuvo que levantarla de inmediato, así que aún somnolienta salieron de casa en busca de sus padres.

~

Eran cerca de las siete con treinta minutos, los chicos en la cocina estaban atareados de aquí para allá, el gerente Cho estaba preocupado porque TaeMin no había llegado y el nuevo dueño del restaurant hacía ya una hora que llegó junto con su hermano menor, quien no paraba de fruncir el ceño, como si algo estuviera molestándolo mucho.

Si le preguntaban al gerente, parecía un niño de cinco años haciendo un berrinche por el dulce que no le compraron.

El señor Cho, marco de nuevo al número celular del castaño, dos sonidos de espera se escucharon y luego la puerta trasera de la cocina se abrió de golpe dejando ver a un cansado TaeMin que caminaba apresurado a través de la habitación mientras se disculpaba con todos y se colocaba el uniforme.

— ¡Dios santo muchacho! ¡¿Dónde estabas?! He estado llamándote desde hace un buen rato.

—Lo lamento mucho —se inclinó a un ángulo de noventa grados—, la batería del celular se agotó y además no tenía con quien dejar a mi hija....

—Alto —la mano rugosa del gerente se posó sobre su hombro, rogándole que se tranquilizara ya que hacia un esfuerzo enorme por tratar de respirar—, luego me explicas, ahora incorpórate que la noche parece que estará bastante agitada.

—Sí, lo haré y disculpe de nuevo.

Entre toda la agitación de su llegada tuvo que detenerse frente al mostrador para drenar su estrés aunque sea por unos segundos. Cerró los ojos, calmando sus pensamientos, pero sintió algo, alguien lo observaba y cuando abrió los ojos, una mano lo saludaba desde un rincón del local, una media sonrisa apareció en su rostro al descubrir a MinSeok, pero de inmediato esta se borró cuando miró a MinHo a su lado, taladrándolo con la mirada. Un recuerdo llegó a su mente:

TaeMin por favor —la voz de KiBum sonaba al cansancio puro—, ha pasado más de una semana, ¿no crees que tal vez...MinHo te busque?

—No, no lo hará —el castaño seguía doblando la ropa seca y limpia que horas atrás había lavado—, yo...la última vez que nos vimos...—negó con la cabeza—, lo dejé con ganas de no querer verme nunca más.

Los labios de KiBum se apretaron en una línea dura, se masajeó las sienes, rogando paciencia—, y tú... ¿por qué no lo buscas?, ¿acaso no estas harto de tanto drama entre ustedes? Si lo que pasó fue tan malo, ¿no crees que al menos le debes una disculpa?

—Yo...—sus ojos castaños tintinearon—, no creo que sea buena idea. Una simple disculpa no servirá de nada.

KiBum le arrebató la camiseta a medio doblar de las manos.

—Lee TaeMin mírame —la orden no era para replicarse, pero se resistía a mirar—, ¡Maldita sea mírame! —Puso sus dedos debajo de su mentón y alzó su rostro—. ¿Lo amas?

No habló, tan solo asintió con la cabeza sin dudarlo.

Eso fue sorprendente para KiBum quien ahora estaba más confuso que nunca.

— ¡Entonces ve y díselo! ¿Qué demonios esperas para decirle lo que sientes?

—No

El chico cerró fuerte los ojos, controlando el deseo de abofetear a su amigo. Cuando creyó que podía hablar sin querer golpearlo continuó.

— ¿Por qué? —la paciencia....ya no le quedaba paciencia.

—Tengo miedo...

— ¿De qué?

—De qué de verdad me odie.

—No lo vas a saber si no hablas con él —dejó libre su mentón, sus rasgados ojos centellaban decepción—. Tú nunca fuiste tan inseguro, pero desde que se separaron, has perdido tu lado temerario.

—Tuve que madurar...

Las carcajadas que soltó KiBum a su respuesta lastimaron el orgullo y corazón del castaño—Una persona madura no huye de sus problemas, los enfrenta —prosiguió, totalmente enojado—, si lo amas ve con él, habrá una solución si ambos todavía sienten lo mismo.

—No creo que él todavía...

—Deja de suponer cosas que no sabes —esta vez no contuvo la ira en su voz, eso hizo que al castaño lo mirara con temor—, TaeMin, el mundo en cierto sentido no es tan grande como para que dos personas con un largo pasado no se puedan volver a encontrar y por lo que me has contado, para mí MinHo siente algo más que el odio que dices haber visto en él.

—Tú no puedes saber eso.

—Simplemente lo sé, es un asuntó que un cabezota como tú no podría entender.

¿Amar? Pero él lo dijo claramente: Te odio.

Aquella conversación que tuvo con KiBum fue de una semana después de que se encontró de nuevo con MinHo en el antro, y se preguntaba si pensaría lo mismo si le contaba cómo es que se lastimó la pierna y las cosas que se dijeron esa noche.

TaeMin seguía queriéndolo, mucho, demasiado como para no pensar en él cada día, pero... ¿con qué derecho iba a pedir otra oportunidad? Las cosas estaban bastante clara como las veía, toda posibilidad de una reconciliación se había ido a la basura (gracias a él mismo), el alto se lo demostraba en cada mirada y no lo culpaba.

Así que simplemente decidió rendirse.

Tomó su amor y lo convirtió en un recuerdo creyendo que jamás habría una segunda oportunidad...

¿Y sí KiBum tiene razón? ¿Y si yo...simplemente le dijera?

Que todavía lo amo...

El sonido de una chuchara caer lo hizo brincar por el susto, apartó la mirada de los fríos ojos de MinHo, regresando a sus deberes, a la realidad, tan fría y dolorosa.

El trabajo era una especie de terapia, si se mantenía ocupado, no pensaría en su presencia, y si lo hacía, olvidaría por un momento la sensación de correr hacia sus brazos.

(De nuevo huía de sus sentimientos)

La noche seguía avanzando, la gente llenaba el lugar y ni se dio cuenta de que la hora de salida estaba próxima. Más tarde cuando no quedaba ningún comensal, TaeMin buscó al gerente para explicarle la razón de su retraso, habló sobre KiBum y la travesía que tuvo que hacer para llegar a casa de sus padres, no quería sonar como un desesperado, y tampoco esperaba que pasara por alto su falta, pero quería dejar las cosas bien claras para que no haya mal entendidos.

El gerente se mostró muy condescendiente, aunque le explicó que el nuevo dueño había estado ahí para evaluar a los empleados para considerar contratarlos para él. El castaño se sintió un poco molesto consigo mismo, también triste porque sabía que probablemente la esperanza de conservar su empleo se había perdido.

Aun así, fue capaz de sonreír, contagiando al hombre mayor.

—Ve a casa, parece que te desmayaras aquí mismo.

No tenía que repetírselo dos veces, TaeMin se sentía flotando, los brazos le dolían, las piernas le hormigueaban y si cerraba los ojos estaba seguro que caería a un sueño profundo y duradero.

Se despidió, se cambió de ropa y salió por la puerta trasera, sacó el celular y notó el mensaje que KiBum le dejó, decía que como no pudo cuidar de SooJin lo compensaría con ir a buscarlo ya que todavía estaba despierto a esas horas.

Rápidamente le contestó que le haría un enorme favor porque temía quedarse dormido en el taxi al regresar a casa.

Caminó hacia una de las bancas pegadas a la pared, la calle no estaba tan solitaria, la gente de ese barrio parecía tener una vida nocturna bastante agitada y a esas horas había personas caminando de aquí para allá. Sus compañeros se habían ido minutos antes, el gerente seguía dentro. Abrazó su mochila entre sus brazos mirando la carretera, pensando en cómo sus padres debieron estar consintiendo a SooJin desde el momento en que la dejo con ellos.

Y perdido entre sus pensamientos, fue cerrando los ojos lentamente, dónde el cansancio hizo su trabajo y terminó por derrotarlo. Segundos después estaba totalmente dormido.

La puerta se abrió, alguien salía y se acercó lentamente hacia él. Mirándolo con curiosidad, cuando el cuerpo de TaeMin cedió a su peso y empezó a resbalar hacia su costado, rápidamente un par de manos se metieron para detener su golpe, pero la sacudida hizo que el cuerpo del castaño cayera sobre el duro pero suave pecho de esa persona.

MinHo no sabía exactamente qué hacer, las palabras "te odio" no funcionaban en una persona inconsciente, la respiración cálida del castaño le provocó un cosquilleó en el estómago, su cuerpo estaba reaccionando a su calor y se disgustó tanto que él mismo se maldecía.

—TaeMin —su voz no parecía penetrar en sus sueños—, ¿cómo demonios se te ocurre quedarte aquí?

No le quedó de otra más que sentarse en la banca y abrazar su cuerpo. Ahora mismo no podía mirarlo feo o maldecir su existencia, simplemente se le quedaba mirando, contemplando lo indefenso que estaba.

¿Cómo rayos terminé aquí?

Simple, por no querer ser testigo de cómo MinSeok se emocionaba al hablar de TaeMin con el gerente. Ambos hombres estaban maravillados con él, tan emocionados como si se tratara de la mejor persona del mundo.

Pero yo te conozco bien. Le decía en pensamientos mientras lo miraba.

Tuvo que excusarse diciendo que encendería un cigarro en la parte trasera y así dejarlos parlotear a gusto. Así que a pasos rápidos se fue, encontrándose con un TaeMin dormido, solo y expuesto a las intenciones de cualquiera que pasara por ahí.

—Tonto —dijo de mala gana.

Las pestañas de TaeMin formaban un bello abanico marrón, solo que las bolsas bajo sus ojos decían cuan cansado se encontraba, aun así, se veía muy bien. Su mano dudó, pero finalmente fue a enredarse bajo las hebras de su cabello para apararle el flequillo. Una ligera y nostálgica sonrisa apareció en sus labios.

— ¿Por qué lo hiciste? Yo...te amaba tanto...

— ¿Amabas? ¿Puedes jurar que bajo la biblia que no lo amas ya?

La repentina aparición de KiBum le heló la sangre, enseguida se dispuso a levantarse pero el cuerpo de TaeMin se dobló hacia atrás y tuvo que abrazarlo más para que su cabeza no se golpeara contra la pared.

—Está totalmente noqueado —KiBum se acercó de una zancada, se apresuró a tomar a TaeMin pero recibió un manotazo que no esperaba.

De hecho ni MinHo esperaba haberle pegado, como si estuvieran peleando por su juguete favorito.

Fue un acto reflejo, de sus sentimientos.

—Bien, no lo tocaré —el pelinegro metió las manos en los bolsillos de su pantalón, escrudiñando a MinHo.

— ¿Qué haces aquí? —gruñó. Intentando que el rubor en sus mejillas no extendiera por todo su rostro.

—Vine por él —señaló a TaeMin con el dedo—, dijo que tenía miedo de quedarse dormido en un taxi mientras regresaba a casa.

MinHo sintió la bilis revolvérsele. Se imaginó la frecuencia con la que ambos se juntaban, si es que no vivían ya bajo el mismo techo...compartiendo más que las risas.

—Entonces te lo dejaré, así puedes llevártelo a su casa.

Si MinHo pretendía sonar indiferente no lo consiguió.

—Quédate dónde estás Choi —le ordenó, MinHo a cambio le miró rabioso—. Dos cosas. La primera —le mostró su dedo índice—, no estoy viviendo con él como tus celos de neandertal esta imaginando y dos —sonrió—, ya que lo tienes bastante bien cuidado será mejor que lo lleves tú a su departamento.

— ¿Qué demonios? Oye...

KiBun le lanzó un par de llaves que aterrizaron en su rezago. Se fue alejando poco a poco mientras hablaba:

—El piso diez, puerta número treinta y cuatro. Dile que temprano le llevaré a SooJin.

El corazón de MinHo se detuvo al escuchar ese nombre.

—Sí, ya sé que la extrañas. Y por favor, procura no volver a lastimarlo como la última vez, todavía no se le quita el moretón en la rodilla y no —sonrió amplió—, él no me dijo cómo se lastimó, simplemente lo intuí y ahora tu rostro de culpa me lo está confirmando. Hasta luego Choi, seguramente nos estaremos viendo muy seguido.

KiBum se fue, dejándole a TaeMin inconsciente en sus brazos y sin darle la oportunidad de negar a sus demandas.

"Si de verdad lo odiaras no estarías abrazándolo como lo estás haciendo" Le dijo una vocecilla en su cabeza.

Estaba tentado a dejar a TaeMin a su suerte, pero KiBum tenía razón con lo de la culpa, en el mismo instante en que lo vio caer se arrepintió de no meter las manos para ayudarlo.

Miró las llaves a su costado.

"Todavía puedes alejarte" dijo la voz.

MinHo gimió de desesperación. Tomó una de las piernas de TaeMin para ponerla en su rezago y le alzó el pantalón tanto como pudo, la delgadez del chico ayudó, asunto que le desagradó bastante, y ahí estaba, la mancha negra en su piel blanca y rastros de costras rugosas.

¡Maldición!

Un poco indeciso al principio pero finalmente cargando a TaeMin en sus brazos se levantó, yendo hasta su auto aparcado en la parte frontal del lugar, afortunadamente para él estaban en una esquina, así que tan solo dio la vuelta un par de pasos adelante en vez de tener que entrar al restaurant y soportar las miradas de su hermano y del gerente.

Fue rápido, no quería darle explicaciones a nadie que los observara, solo que no se percató de la curiosa mirada de alguien espiando por la puerta entreabierta del restaurant.

MinSeok no era un estúpido y desde la primera vez que TaeMin y MInHo se confrontaron supo que algo no andaba bien, ahora, estaba más curioso de saber sobre cómo era que esos dos se conocían.

Sonrió con una traviesa diversión, sabía perfectamente que MinHo era un testarudo de lo peor y que tardaría demasiado tiempo si le preguntaba a él directamente; jamás se había entrometido en la vida de nadie, mucho menos en la privacidad de su hermano menor, pero...en esta ocasión pretendía hacer una excepción.

~

Había sido una travesía llevar a TaeMin a su departamento, en varias ocasiones se regañó por andar cediendo tan fácilmente a las órdenes de KiBum, la persona que a la menos aprecio le tenía, pero si de verdad no quisiera lo hubiera dejando en esa banca sin importarle lo que pasara.

Después de todo le había dicho contundentemente cuando lo odiaba, ¿no?

—Demonios —gruñó cuando las llaves se le resbalaron de las manos, se inclinó sin ningún problema ya que para su sorpresa, TaeMin pesaba mucho menos de lo que recordaba.

Cuando después de muchos intentos logró entrar, dejó caer la mochila del castaño cerca de la puerta, se quedó en la sala, dando una rápida mirada al no tan espacioso pero, limpio y con buen olor hogar, intentó adivinar cuál de las habitaciones era la TaeMin.

Se paralizó un momento al imaginar que podría encontrar las cosas personales de alguien más, no importaba lo que KiBum dijera, no le tenía confianza y estaba seguro que le mintió, sin embargo, los olores que percibía no eran más que de dulces, como a frutas, aromas realmente agradables.

Nada masculino en realidad.

TaeMin gruñó y pensó que se despertaría, entró momentáneamente en pánico, ¿cómo iba a explicar que lo estuviera sosteniendo en brazos? Pero no lo hizo, tan solo frunció el ceño, balbuceando cosas sin sentido.

MinHo no dejó de contemplarlo y sentir lástima por él, una rabia infinita y muchas ganas de seguirlo abrazando, resultó tan tormentoso estar ahí. Necesitaba irse antes de que algo inesperado sucediera, así que apostó por el largo pasillo oscuro, tanteó la pared para encontrar un interruptor, al hacerlo todo se iluminó, pudo ver una primera puerta con un letrero que delataba la letra de un niño.

"SooJin Lee"

Dictaba el cartel, adornado de flores y figuras inentendibles, sonrió al ver lo que le pareció un perro parado en dos patas y con una capa. Sintió curiosidad, avanzó un par de pasos hasta la siguiente puerta, lentamente giró la manija y entró despacio, procurando de no tropezar con nada, dejó el cálido cuerpo de TaeMin sobre la cama.

Bien, ya lo trajiste, ahora vete.

Sí, ese era el plan, así que podía darse la vuelta y desaparecer, fingir que nunca estuvo ahí.

Pero todavía sentía curiosidad.

Dejó la habitación para ir a la contigua. Encendió las luces y un mundo de colores, peluches y muñecas apareció frente a él, sonrió ampliamente, el dulce aroma de bebé le llenó los pulmones, llenándolo de vida; había un pequeño escritorio de color lila con un montón de hojas y dibujos en ellos, crayolas regadas por doquier.

Se acercó, tomó un fajo de papeles y en cada cosa que miraba sonreía un poco más.

Parecía que la pequeña SooJin era bastante talentosa para dibujar, no había nada que no le gustara; encontró un dibujo en particular, había una casa, y tres figuras grandes con una más pequeña, una familia.

La primera la identificó fácilmente, era KiBum, y para su desagrado debajo de él decía "Tio KiBum" en letras bastantes desalineadas, propias de un niño; la siguiente, TaeMin, "Papi" decía y tenía un pequeño corazón a su lado, tenía que admitir que le puso todas las facciones que el castaño poseía, era bastante parecido para ser solo un garabato, pero había una tercera figura, alguien sin rostro, leyó debajo:

"...la persona que papi ama"

Y SooJin estaba en medio de ambos.

Una ira pesada y tristeza lo llenaron.

Dejó los dibujos sobre el escritorio de nuevo, totalmente molesto y recriminándose por haber entrado ahí. Salió rápido yendo de nuevo a la habitación de TaeMin dónde este todavía dormía. Al mirar por el lugar se percató del enorme escritorio, miró de reojo como cerciorándose de que no despertara, asechó sobre el mueble, habían carpetas, cuadernos, y papeles que parecían esperar a ser terminados de leer.

Recordó la conversación del señor Cho con MinSeok.

"Realmene no sé cómo logra equilibrar su vida, cuidando a una hija, trabajando y yendo a la universidad"

Chasqueó la lengua, y a él ¿Qué le importaba? Si dejaba que la compasión lo rebasara como en el pasado nada bueno resultaría. Además, no sabía que seguía haciendo ahí, ni porque dejó que KiBum se lo encargara.

Caminó hacia la puerta pero se detuvo a pocos pasos, regresó con TaeMin, agachándose, quedando tan cerca de él que podía sentir su cálido aliento chocar contra sus labios. El corazón le latía fuerte, las manos querían acariciarlo.

—Pudimos tener una bonita familia —los ojos se le nublaron—, ¿por qué tuviste que engañarme? Él no te quería, nunca quiso a SooJin, no te quería a ti —una lágrima resbaló, trató de controlar el temblor en su cuerpo—. Yo te odio, de verdad pero...tampoco he podido dejar de amarte, ¿qué se supone que haga si tú nunca me quisiste?

Cuando los ojos de TaeMin parpadearon se alejó de un salto, las pupilas marrones se clavaron en él, aunque todavía estaba adormilado, por un momento se miraron el uno al otro y el tiempo se detuvo.

Algo sucedió...

No hubo palabras pero si bastantes sensaciones compartidas, en una sola mirada.

Sin embargo, tan pronto como ocurrió aquella revelación, se esfumó como la suave brisa de la mañana. El castaño cerró lentamente lo ojos, se durmió de nuevo. MinHo esperó y esperó interminable segundos pero nunca despertó otra vez.

Tomando eso como una señal, salió a pasos rápidos de la habitación mientras sus piernas le permitían seguir en pie, despareciendo.

Huyendo de su mirada y del sentimiento que creyó muerto en él.

Huyendode lo que TaeMin representaba y de lo que sus ojos acababan de debelar. 

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