MICHELLE
Me siento en la arena de la playa y miro al cielo, contemplando las hermosas estrellas.
¿Qué acaba de pasar?
Acabo de besar a un chico que no conozco.
¡Excelente trabajo, Michelle!
- ¿Estas bien? – pregunta Nicholas preocupado.
Bueno o eso deja ver.
- Hace un poco de frio pero estoy bien. – respondo tratando de lucir tranquila.
- En el auto hay ropa seca, puedes tomar algo si así deseas – Silencio – Sabes, no me refería a físicamente, lo que paso hace un rato... – empieza a mencionarlo.
- Si, lose – suspiro. – Eso fue un desliz, nos dejamos llevar.
- Si pero yo... – tose –... yo sentí algo durante el beso, una conexión.
- No puede ser, apenas nos conocemos.
- Lose pero me sentí diferente... – suspira. - ... cuando nos besamos, me gusto y mucho.
Paralizada, así me encuentro en estos momentos.
Nos conocemos desde hace una hora y creo que el término "conocer" no es válido en estos momentos.
- Yo necesito ir a casa, en serio. – me levanto aturdida y el trata de tocarme. – No, no me toques.
- ¿Qué? – pregunta un poco molesto. – ¿Soy un bicho raro ahora?
- No, no.
- ¿Entonces?
- Yo... – trato de responder y al no encontrar respuesta, busco otra solución; correr. – ¡Adiós!
- ¡Bella!
Trato de voltearme para verlo una última vez pero tropiezo con una roca y caigo de cabeza al suelo.
- Demonios, nena. – escucho maldecir a Nicholas.
Me levanto del suelo con un dolor punzante en la cabeza y gimo cuando toco el área afectada.
Demonios, he tropezado.
¡Típico de ti, Michí!
NICHOLAS
Tomo a la castaña en mis brazos y suspiro.
- Chica torpe. – consigo decir, en realidad hace bastante frio, será mejor que lleve a la castaña a su casa.
Miro a la chica en mis brazos y me percato que acaba de dormirse.
Demonios.
Veo hacia la multitud de gente o lo que resta de ellos y trato de localizar a alguna de sus amigas pero no hay ningún rastro de estas.
Tomo a la chica y joder, se ve hermosa dormida. Tan pacifica, tan inocente, tan fuera de mi oscuro mundo. Mi vida ha sido una hostia, me he acostado con mujeres a lo largo de mi vida y nunca me he quedado con ellas a más de una hora pero con esta chica es diferente, es igual a ella.
Ella me hace sentir completo en estos momentos.
La llevo al coche y la recuesto en el asiento de copiloto.
- ¡Eh, no te la lleves! – un grito masculino se escucha a mis espaldas y siento como la persona comienza a correr hacia el auto. – ¡Es mi mejor amiga!
El chico llega hacia donde estoy y toma a una Michelle inconsciente.
- ¿Quién eres tú? – me escucho decir.
- Su mejor amigo y ella es mi responsabilidad.
- Puedo llevarla sin problema, amigo. – el chico niega y mirándome con frialdad se aleja de mi con la chica, llevándosela lejos.
Maldito imbécil.
Un Max confuso llega hacia mí mirando hacia donde el idiota se fue con la castaña y luego me mira buscando una explicación.
- Dame las llaves Max, yo conduzco – exijo, el me las entrega y me posiciono en el asiento del piloto.
- ¿Qué ha pasado? – pregunta.
- Esa chica me recuerda a alguien del pasado, eso es todo.
- ¿Nicholas? – me mira sin entender. – ¿Qué chica del pasado?
- A ella. – respondo. – A Milo.
(..)
MICHELLE
- ¿Michí? – me llama alguien. – Estúpida, despierta.
Gruño ante lo molesto que es esa persona y después abro los ojos para encontrarme con Michael.
- Hola. – susurro cansada. – Déjame dormir.
- Levántate, ya llegamos al apartamento de Lis. – me informa y abro mis ojos confundida.
- ¿Qué hora es?
- Las tres de la mañana, boba. – contesta rodando los ojos. – Esta borracha.
- Imposible. – comienzo a reír y cuento con mis dedos las bebidas que ingerí. – Solo bebí dos.
Mis dedos me traicionan y le muestro siete, Michael se inclina hacia mí y me toma en sus brazos.
- ¿Eres mi príncipe? – le sonrió.
- Eres muy gorda para ser una princesa. – responde y le doy un zape en la parte trasera de la cabeza.
- Pendejo.
Michael entra a mi edificio y entramos al ascensor.
- Conocí a un chico. – hablo sin parar. – Tal vez esta demente.
- ¿Por qué esta demente?
- Me dijo que sintió una conexión conmigo y yo como que; ¿Qué demonios?
Michael me mira con seriedad y sale del ascensor.
Me baja por unos momentos y me mira, recibiendo una sonrisa inocente de mi parte.
Toca la puerta de mi apartamento y una Lis cansada abre la puerta.
- ¡Michael! – chilla. – ¡Ya era hora de que llegaran!
- ¡Chao! – grito con diversión y comienzo a correr hacia el ascensor.
- ¡Michí! – escucho que chillan desesperados.
Ignoro el ascensor y comienzo a bajar por las escaleras a toda velocidad.
Llego a la calle y suspira exageradamente.
- ¡Michelle! – grita Michael corriendo hacia mí.
- ¡Adiós! – comienza a correr más rápido.
- ¡Puta mierda! – escucho detrás y me escondo en un parque a unas cuadras, con el corazón agitado.
Me levanto de mi escondite y me siento en un banco a unos metros de donde estaba.
- ¿No deberías estar en casa? – pregunta una voz sumamente caliente.
Giro mi cabeza hacia donde la voz proviene pero nada.
- ¿Quién eres? – pregunto asustada al verlo recostado de un árbol, impidiéndome verlo bien.
- Volviste a Brookson Hills. – contesta, ignorando mi pregunta.
- Yo nunca viví aquí, vengo apenas unos días para visitar a mis amigos que viven aquí. – contesto confundida.
- Eras apenas una bebe. – susurra pero yo le escucho. – Es bueno verte, Michelle.
- ¿Cómo sabes mi nombre? – pregunto asustada. – ¿Quién eres, joder?
- Loyd. – responde.
Se acerca de manera sobrehumana y miro por primera vez sus ojos.
Sus hermosos ojos azules.
- No te conozco. – respondo perdida.
- Olvidaras esto. – me mira directamente a los ojos y de repente, mis parpados se cierran.