Leah puede ver fantasmas, pero finge no hacerlo para evitarse problemas.
Leah ha tenido mucha suerte todos estos años de anonimato. Ha estudiado con normalidad, hecho amigos, e incluso mantenido una sana convivencia con su familia (quienes nunca han sospechado que algo ande mal con ella).
Pero, su buena racha termina cuando se muda de ciudad y accidentalmente se encuentra con Ross, un joven fantasma que deambula por las calles.
Este se da cuenta de su secreto y la persigue como una sombra a su casa, donde la enfrenta y trata de convencerla para que lo ayude, amenazándola con que no tiene qué perder y, si no lo hace, no le quedará más remedio que atormentarla de por vida.