La pasamos muy bien en Punta Cana pero nuestros esfuerzos por querer disimular las cosas fueron en vano: Ya todos confirmaban nuestra relación. A mí me enfadaba, quería proteger contra todo lo que pasaba entre María y yo pero al final se volvía imposible. Ella por el contrario ya ni si quiera le importaba, era un poco extraño porque siempre fue ella quien pedía ocultar todo y tal. Lástima que yo haya cambiado de parecer tan de repente...
- Melo... - Me dijo ella, ya en Madrid. Estaba a punto de dormir pero aún podía oírle. - ¡Melo!
- ¿¡QUÉ!?
- Te han llamado al móvil.
- ¿Ah sí? Ya lo cojo luego. - Le respondía entre balbuceos.
- ¿Sabes quién fue? - Me preguntó ella muy tranquila, muy pasiva, tanto que ya me estaba imaginando todo lo que vendría después. - ¿Sabes quién te ha llamado al móvil justo después de dejar el aeropuerto?
- ¿Mi madre? - Pregunté.
- Aida.
- ¿Aida? - Le volví a preguntar sorprendida pero aún tumbada sobre el sofá. - ¿Y has cogido el móvil?
- ¿Os echáis de menos tan pronto?
- Joder... - María estaba muy enfadada (otra vez) esperando que yo explicara todo (otra vez) y complicando las cosas cada vez más (otra vez). Me paré para intentar quitarle el móvil y calmar un poco su enfado pero era imposible. Vale, tal vez me lo merezco por haber tratado bien a Aida, es el precio que hay que pagar por ser amable. Ja, ja, ja...
- Dijiste que no te hablaba.
- Y es verdad. No hablamos.
- ¿Cómo tiene tu número?
- Yo qué sé, además, para que lo sepas: Tiene mi número desde antes del viaje ¿vale? Tal vez necesite algo, no sé, ¿Por qué tienes que ser tan egoísta? ¿Por qué solo piensas en ti?
- ¿Egoísta? ¿En serio? ¿Me llamas egoísta?
- Joder, María. Mira, voy a llamarle ¿vale? Y vas a oír la conversación, porque no tengo nada que ocultarte y porque Aida solo es una amiga.
- ¿Ahora sois amigas?
Cogí el móvil y acto seguido llamé a Aida, claro, que hubiera sido perfecto si ella contestaba pero no lo hizo lo cual solo complicó un poco más las cosas. María me pidió escribirle ella misma por whatsapp, aunque solo lo hizo para aprovechar en revisar mis conversaciones, la verdad, pero no me importaba. Nunca había visto así a María, era un poco extraño, pero tampoco me molestaba del todo. Estaba segura que todo pasaría.
[[ - Hola. - Le escribió María. - Vi que me llamaste.
- Hola Melo - Respondió. María estaba muy impaciente.
- Hola.
- Jaja ¿Qué pasa?
- Nada, que me llamaste.
- Ya... solo quería saber si llegaste bien, nada más.
- Sí, de hecho hace menos de una hora que nos vimos. ]]
- Pero María ¿Qué pasa contigo? No tienes que ser tan borde. - Le dije antes quitarle el móvil.
- ¿Por qué no?
- Porque no, joder, Aida no merece que la trate así.
- ¿'Solo quería saber si llegaste bien''? Joder ¿En serio? ¿En serio Melo?
- María, ella no es nada mío ¿Vale? Tal vez esté intentando ser amable para... no sé, algo que le interese.
- Vale. Me voy ya, voy a cenar algo y luego me iré a dormir.
- Joder, María, quédate.
Pero era lo mejor, yo solo quería dormir, no discutir, no pensar en nada ni en nadie. Aida me parecía guapa pero no podría fijarme en otra persona que no fuera María. No conseguía entender, incluso me enfadaba creer que ella pudiera usar esto solo como pretexto para terminar.
Esa noche intenté ser más amable con Aida, conversamos un poco por whatsapp pero nada más. Ella no me gustaba, además tenía novia ¿Qué clase de persona se metería con alguien que acaba de conocer? ¿Eh? Pues yo no. Entonces también le escribí a María y quedamos en desayunar juntas y empezar de nuevo, olvidando al resto del mundo, como solíamos hacer.
Nos encontramos muy temprano antes de ir al café. Ella estaba más tranquila, de hecho se le veía muy contenta. Ella iba justo detrás de mí antes de abrir la puerta para entrar al café. Pasamos para sentarnos en la misma mesa que durante los últimos meses había sido nuestra y vaya casualidad: Aida estaba ahí, justo ahí.
Yo me quedé fría, no me esperaba verle ahí, pero se le veía muy guapa ¿eh? María por el contrario lo tomó muy mal, se le notaba el fastidio en toda la cara. Y antes de que explotara el mundo intenté hablar.
- Hola... ¡Qué sorpresa! - Le dije yo para romper un poco el hielo. - ¿Qué tal?
- Bien, bien, ¿Qué tal vosotras? - Nos dijo ella muy sonriente. Yo podía saber todo lo que pensaba María con solo mirar su cara. Estaba como a punto de explotar. - ¿Qué tal tú? Eh ¿María?
- Bien, bien, gracias por preguntar. - Contestó ella, con una sonrisa muy fingida en toda la cara. No pude evitar sonreír, porque me divertía ver a María tan cabreada sin razón aparente. De la nada ahora odiaba a Aida.
- Eh... bueno ¿Y qué haces por acá? - Pregunté yo.
- Pues nada, pasaba por aquí... ¿Siempre venís aquí?
- Pues la verdad -
- Sí, siempre. Todo el mundo sabe que siempre venimos aquí. - Contestó María. Ostias, en serio, la tensión estaba en el aire, lo podía sentir, lo podía palpar.
María de pronto se acercó a mí, me tomó del brazo y apoyó su cabeza contra mi, en plan: Melo ya está vendida. Yo me sentía muy incómoda ahí, sobretodo por la actitud de María, parecía una niñata. Y vale, puede ser que tenga razón y quiera marcar territorio pero joder ¿por qué no me creía cuando le decía que Aida no me importaba? Además, ella tiene novia ¿por qué se fijaría en mí? Y es que sobretodo era eso ¿Por qué coño Dulceida se fijaría en mí? Joder...
- Bueno, nosotras vamos a sentarnos por ahí... - Comenté yo antes de que el ambiente nos disecara.
- Vale, vale, yo estaré aquí un rato más. - Respondió Aida.
Al sentarnos (lo más lejos posible de Aida, por cierto) María no me quitaba la mirada de encima. Tenía sus ojos fijados en los míos y yo solo la evitaba mirando a otro lado o fingiendo no entender nada, porque en realidad no entendía nada. ¿Por qué tenía que pasar eso?
- Vale, María ¿Te enfadaste?
- No.
- Pues ya estás enfadada.
- ¿Y por qué me has preguntado?
- Vale...
- Es que Melo ¿No te parece obvio?
- ¿El qué?
- Que en Punta Cana te haya seguido a todos lados...
- Ya -
- Que de repente ella te llame al móvil, se preocupe por ti...
- María -
- Y ¡Oh, qué casualidad! Ella ahora viene al mismo café al que vienes tú.
- ¿Y qué?
- Que le gustas Melo. - Me respondió ella muy seria. Yo no pude evitarlo más y estallé de la risa.
- ¿Que le gusto? Claro, tiene sentido. Que quiera dejar a su novia, para intentar conquistarme ¿no?
- No me hace gracia ¿sabes?
- María, por favor, esto puede ser una simple casualidad o puede que esté buscando otra cosa ¿vale? Pero no le gusto y si le gustara ¡Da igual! Ella a mí no me gusta.
- ¿Por qué crees que hace esto? ¿Eh? ¿Porque quiere ser tu amiga?
- ¿Y por qué no?
- Hace lo mismo que hice yo.
- ¿Eh?
- Joder...
- ¿Tú hacías lo mismo?
- ¿Hacer qué?
- No sé, tú dijiste eso.
- Melo... no quiero que se te acerque.
- Ya... pero es que ni si quiera hablamos, entiéndelo.
- Pero está intentando, está intentando acercarse a ti. Deja las cosas claras ¿quieres?
- Pero es que yo no tengo que dejar las cosas claras ¿Qué quieres que le diga? ''Hola Aida, ¿sabes? quiero que dejes de acosarme ¿vale?''
- Pues no estaría mal.
- María, cálmate un poco ¿Quieres?
- Como quieras -
- Tú nunca dejaste las cosas claras con el tío ese y yo aprendí a vivir con ello.
- ¿Qué tío? -
- No es justo que me hagas lo mismo.
- ¿Aleks?
- Da igual. No sé porqué perdemos tiempo hablando de esto.
Ahora no sabíamos qué decir, nunca habíamos vivido esos silencios incómodos. Yo estaba muy fastidiada, giraba la cuchara dentro del café y evitaba mirar a María. Vale, también me cabreaba que Aida haya arruinado nuestra 'cita', apareciendo justo en este mismo lugar pero tal vez no haya sido su intención ¿o sí?
- Perdón. - Dijo María. - Tengo razones para estar así.
- Ya.
- Espero no me dejes un día por ella.
- Claro que sí, María. - Le respondí riendo.