Siempre Juntos (Corrigiendo)

By Ladydarkness96

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Diario de una gótica (parte 2): Valery y Marcus ya no están juntos, ahora sus vidas han cambiado por completo... More

Capítulo 1 (Corregido)
Capítulo 2 (Corregido)
Capítulo 4 (Corregido)
Capítulo 5 (Corregido)
Capítulo 6 (Corregido)
Capítulo 7 (Corregido)
Capítulo 8 (Corregido)
Capítulo 9 (Corregido)
Capítulo 10 (Corregido)
Capítulo 11 (Corregido)
Capítulo 12 (Corregido)
Capítulo 13 (Corregido)
Capítulo 14 (Corregido)
Capítulo 15 (Corregido)
Capítulo 16 (Corregido)
Capítulo 17 (Corregido)
Capítulo 18 (Corregido)
Capítulo 19 (Corregido)
Capítulo 20 (Corregido)
Capítulo 21 (Corregido)
Capítulo 22 (Corregido)
Capítulo 23 (Corregido)
Capítulo 24 (Corregido)
Capítulo 25 (Corregido)
Capítulo 26 (Corregido)
Capítulo 27 (Corregido)
Capítulo 28 (Corregido)
Capítulo 29 (Corregido)
Capítulo 30 (Corregido)

Capítulo 3 (Corregido)

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By Ladydarkness96

(En multimedia, Nicky y Nataly)

Dedicatoria a los lectores que comentaron en el capítulo anterior:

pauliss_cg  (Primer comentario)

Almaoscura_lectora03  (Segundo comentario)

★★★★★★★★★★★★★★★★

Pov Valery:

Da igual el tiempo que continúe observándole, el resultado no va a cambiar. Marcus Miller estaba frente a mí, con su típica sonrisa moja bragas, esa misma sonrisa que usaba en el instituto. Pero ya no estábamos en el instituto y obviamente ninguno de los dos somos los mismos chicos que iban a dicho instituto, nuestras vidas han cambiado muchísimo...sobre todo para él y para Nataly.

—Marcus. Marcus Miller —Susurré mirándole con los ojos abiertos como platos.

—El mismo que viste y calza, preciosa —Dijo él con su media sonrisa.


—Pasa a mi despacho. Ryan tráeme mi café, por favor y para el señor Miller... —Le dije yo mirándole con una ceja enarcada y una sonrisa falsa.

—Otro café, gracias Robin —Contestó Marcus sin mirar a mi asistente.

—Ahora mismo los traigo —Dijo Ryan con una sonrisa profesional, pero en sus ojos se podía ver claramente que no le agradaba Marcus.

—Muchas gracias. Señor Miller, pase a mi despacho, por favor —Le señalé mientras entraba en mi despacho sin esperarle.

Marcus entró con una sonrisita victoriosa en mi despacho, como si hubiese ganado un premio o alguna estupidez así. Cuando yo me encontré ya sentada en mi sillón de cuero rojo sangre, él ocupó uno de las sillas frente a mi escritorio de madera tallada.

—Bien, cuéntame. ¿Qué coño haces aquí, Marcus? —Le pregunté directamente.

—He venido a verte. Pensé que te alegrarías, tuvimos un pasado, ¿recuerdas? —Me respondió él encogiendo los hombros y mirándome sorprendido.

—Sí lo recuerdo y precisamente por cómo era ese pasado, te pregunto qué haces aquí —Le dije cruzando los brazos sobre la mesa.

—Vale, me lo merezco pero debes entender también mis motivos. Tenía que irme de aquí, necesitaba olvidar y Nataly también... Y tú mejor que nadie, sabes qué o mejor dicho quién, hizo que nos marchásemos a Italia —Dijo él frunciendo el ceño y cruzándose de brazos.

—Lo sé, lo sé... Lo siento mucho. Por los dos. Dime, ¿cómo está Nataly? —Me disculpé antes de sonreírle con cortesía.

—Te manda saludos. Bueno, a toda tu familia en realidad —Dijo Marcus sonriendo de nuevo.

—Gracias. En fin, vayamos al tema principal, ¿qué haces en mi bufete? —Le pregunté por tercera vez y suspirando.

—Bueno, a parte de querer recuperar lo nuestro... Necesito tu ayuda para resolver un problema que tenemos en nuestra empresa. Por lo visto un enemigo de mi padre quiere ensuciar nuestro nombre y para ello se aprovecha de cualquier cosa, ya se interviniendo en las aduanas para retrasar nuestros envíos o directamente asaltando a nuestros camioneros para cambiar nuestros productos por unos completamente falsos y de mala calidad —Me explicaba mientras observaba con disimulo cada esquina de mi despacho.

Finalmente sus ojos se detuvieron en las fotografías sobre mi escritorio y las que colgaban de la pared. Tomó una de las que estaban sobre el escritorio, en ella salía junto a todos nuestros amigos.

— ¿Qué tal están los chicos? Últimamente solo he podido hablar con Raider y Vincent, con el resto no he podido hablar —Dijo él sonriendo con nostalgia mientras seguía observando la fotografía.

—Todos están bien, Heather ha terminado la carrera de veterinaria y ahora está trabajando en una clínica muy buena. Raider supongo que ya te habrá dicho que Brandon y él están trabajando juntos en la empresa de la familia de Raider, luego está Vincent que también terminó la universidad y empezó a trabajar con su padre. Bianca y Nathan se fueron a Yale, Ana se fue a Columbia y Natasha a Princeton, luego cada uno se dedicó al trabajo de sus sueños. Y por último yo, como podrás ver, cumplí mi sueño de ser abogada penalista... Lo que me lleva a rechazar tu caso ya que evidentemente no es mi campo. Pero te recomendaré un abogado muy bueno para estos casos —Le expliqué yo extendiendo los brazos para abarcar la habitación.

—Sí, lo sé. Me alegro por todos ellos y respecto a lo del caso... Ambos sabemos que tu campo abarca delitos contra el patrimonio (robos, hurtos, estafas, etc.), contra las personas y la vida (lesiones, homicidio, asesinato, etc.), de índole económica (blanqueos de dinero, fiscales, societarios) o contra la Administración pública —Dijo él leyendo una nota que se sacó del bolsillo de su americana.

Mierda, no me esperaba que hubiese investigado. Pero tampoco me sorprende demasiado, estamos hablando de Marcus Miller nada más ni nada menos y cuando Marcus quiere algo, va a saco a por ello.

—Está bien, envíame por email los documentos donde conste las ilegalidades que ha hecho ese enemigo y lo revisaré personalmente en casa —Le dije yo anotando mi correo en mi bloc de notas y luego pasándole la hoja.

—Gracias, pero no será necesario porque vendrás conmigo a Italia —Me contestó guardándose la nota en su bolsillo.

No pasé por alto que me sostuvo la mano cuando le di la nota, de modo que tuve que ser yo quien retirase la mía.

—No puedo ir contigo a Italia, Marcus. Tengo una vida aquí, un trabajo, mis amigos están aquí, mi familia está aquí por si se te ha olvidado —Le recordé mirándole con reproche.

—Vale, está claro que convencerte me va a tomar más tiempo del creía... En fin, ¿te apetece que almorcemos juntos? He oído que Nueva York tiene unos restaurantes increíbles —Continuó insistiendo sin borrar aquella estúpida sonrisa.

—Dios mío dame paciencia, por favor —Susurré mirando al cielo.

—Vamos, sabes perfectamente que no me daré por vencido —Dijo él con una mirada retadora.

— ¿Eso crees? Porque yo creo que te vas a cansar de esperar, ahora si me disculpas, tengo mucho trabajo. Pero no te preocupes, revisaré tu caso en cuanto llegue a casa —Le dije levantándome y yendo hasta la puerta para sujetarla.

—Muy bien, nos vemos mañana por la mañana —Dijo él con toda tranquilidad y saliendo de mis despacho por fin.

Una parte de mí sospechaba que Marcus no bromeaba, sin embargo mi parte racional me decía que él no se pasaría por el bufete después de haberle dejado más que claro que no me apetecía nada verle por aquí.

Pero tal y como le prometí, en cuanto llegué a mi casa lo primero que hice fue encender el portátil para revisar el caso de Marcus. Mientras el ordenador se encendía yo me preparaba una cena ligera y de paso me ponía ropa cómoda.

Estaba revisando la bandeja de entrada, mientras cenaba una deliciosa ensalada acompañada de pan tostado, cuando Bianca me llamó al móvil:

Hola cielo, no te vas a creer quien está de nuevo en el país —Me dijo ella nada más descolgar la llamada.

—A ver si lo adivino, ¿Marcus Miller? —Le respondí yo sin despegar mis ojos de la pantalla del portátil.

No me lo creo, ¿ha ido a verte? —Me preguntó con la emoción inundando su voz.

—Uhum —Respondí yo con la boca llena. Me había comido un trozo de pan tostado.

¿Cuándo? —Preguntó con impresión.

— Hoy mismo, ¿te lo puedes creer? ¡Porque yo no! Después de todo este tiempo va y se presenta aquí para, según él, ayudarle con un caso y sobre todo para recuperar lo nuestro —Le conté mientras sentía cómo la frustración volvía a recorrerme todo el cuerpo.

¡Madre mía! No me puedo creer que haya hecho eso, ¿y tú qué le dijiste? —Me preguntó de nuevo sin disimular para nada su emoción por el tema.

— ¿Tú qué crees? Lo mande a paseo, pero no te lo pierdas, dijo que volveríamos a vernos a la mañana siguiente —Le respondí rodando los ojos.

Espera, ¿qué? —Su pregunta me dejó muy claro que mi respuesta no le había gustado para nada.

—Lo que has oído, le dije que me encargaría del asunto de su empresa pero de lo otro no aseguré nada. Simplemente le acompañé hasta la salida y le cerré la puerta de mi despacho en las narices —Le conté mientras una sonrisa victoriosa se forma en mi rostro.

¿Me estás diciendo que tú: Valery Prescott, has rechazado a Marcus Miller? Tú, que lloriqueabas todas las noches en mi hombro porque echaba de menos a Marcus, ahora resulta que cuando tienes al jodido Marcus Miller frente a ti, pidiéndote otra oportunidad...Vas y lo rechazas —Dijo Bianca con tono escéptico desde la otra línea.

—Si lo dices de esa forma parece que soy retrasada, Bianca —Le dije con mis ánimos deshinchándose cada vez más.

Es que lo es, Valery. No te das cuenta de que sigues enamorada de él, lo has extrañado desde que se fue pero te niegas a reconocerlo y por eso decides alejarlo. Lo cual me parece una soberana estupidez —Me reprochó sin tan siquiera dejarme hablar.

—Bianca... —Traté de hablar yo por tercera vez, pero nuevamente, Bianca me interrumpió.

De Bianca nada, pequeña. Mañana mismo te reunirás con Marcus porque si de algo estoy segura es de que él estará de nuevo en tu despacho, esperando a que tú dejes de hacerte la difícil y aceptes que los dos debéis volver juntos. No me he pasado la mitad de mi vida en el instituto viéndoos felices para que ahora tiréis todos esos maravillosos recuerdos a la mierda y empecéis a comportaros como dos críos. ¿Te ha quedado claro, Valery? —Me soltó ella con evidente énfasis. Joder, nunca la había oído hablar de esta manera.

—Sí, totalmente —Le aseguré de inmediato.

Bien, entonces nos vemos más tarde. Te quiero —Se despidió antes de colgar abruptamente.

Yo me quedé mirando la pantalla de mi móvil durante varios segundos. Procesando todo lo que me había dicho Bianca y empezando a pensar que tal vez, ella tuviese razón y solo me estaba poniendo obstáculos a mí misma para no volver con Marcus.


Acto seguido me fui a la cama y a la mañana siguiente me desperté algo perezosa. Una cosa es que admita que probablemente esté huyendo de Marcus, pero otra muy distinta es admitirlo en voz alta y verme obligada a tener otra "fascinante" conversación con mi ex.

—Buenos días, Valery. El señor Mackenna vuelve a estar en tu despacho y pese a todas las advertencias sobre llamar a seguridad, él sigue insistiendo en verte —Me dijo Ryan en cuanto crucé las puertas del ascensor, sujetando mi café y contando mentalmente hasta diez para no perder los papeles.

—Bien, que nadie nos interrumpa a no ser que sea estrictamente importante. ¿De acuerdo, Ryan? —Le dije mientras me dirigía a paso ligero hasta mi despacho.

Tal y como dijo, Marcus ya estaba esperándome en mi despacho pero no conforme con eso, el tío se dedicó a cotillear entre mis cosas.

— ¿Sigues siendo gótica? Lo pregunto por la decoración oscura, a la par que estéril de tu despacho —Me comentó en cuanto sus ojos se encontraron con los míos.

—Sí, lo sigo siendo. Solo que ahora tengo un look más refinado, pero mi corazón siempre será gótico. ¿Y tú? ¿Sigues dándole palizas a la gente? ¿Aún vas en moto? Y mi favorita, ¿sigues adorando los grupos de rock? —Le pregunté con una sonrisa burlona y sentándome tras mi escritorio.

—Veamos, no, sí y sí —Respondió él enumerando las respuestas con tres dedos.

Yo sonreí con sarcasmo y luego encendí el ordenador, todo bajo la atenta mirada de Marcus, quien cada vez me estaba poniendo más nerviosa.

— ¿Podría sentarse, señor Mackenna? Necesito que me detalle absolutamente todo acerca de ese enemigo que le está saboteando a su familia y a usted —Le dije señalando con la mano libre los sillones frente a mí.

—Muy bien, pero podemos dejar los formalismos. Nos conocemos de sobra, señorita Prescott —Contestó él mirándome de forma sugerente.

—Antes de empezar quiero que me aclares algo, simple curiosidad, por supuesto —Señalé mirándole directamente a los ojos.

No lo hagas, Valery. No caigas de nuevo.

—Adelante —Respondió.

—Has tomado el apellido de tu padre biológico, ¿qué ha sido del apellido Miller? ¿Ya no lo usarás? —Le pregunté intrigada.

—Bueno, supongo que ya iba siendo hora de usarlo. He vivido toda mi vida con al apellido de otra gente que no tenía nada que ver conmigo, no me malinterpretes, agradezco a los Miller todo lo que hicieron por mí y en mi corazón ellos seguirá siendo mi familia... Pero cuando me mudé a Italia, decidí usar mi autentico apellido, por mi padre y porque...cuando la gente se refiere a mí por ese apellido, tengo una sensación indescriptible ahora mismo. Es como...como si todo estuviese en el lugar correcto, ¿entiendes? —Me explicó él con aire nostálgico.

—Sí, lo entiendo... Pero en fin, volviendo al tema principal, sobre su caso. He investigado los documentos que me ha enviado por email y en efecto hay pruebas más que evidentes de que han saboteado a la empresa de su familia. Le recomiendo que le entregue estas pruebas a su abogado y luego comiencen un juicio, seguramente le castiguen con una pena de seis meses a tres años, o bien pueden ponerle una pena de dos a cinco años y multa del tanto al décuplo del perjuicio ocasionado. Pero en este último caso, para imponer ese número de años, se debe cumplir ciertos delitos que podrás ver en el informe que mi secretario está imprimiendo en estos...momentos —Le informé mientras tecleaba en mi móvil y le pedía los documentos a Ryan.

—Fantástico, aunque no creo que sea necesario que imprimas dichos informes porque tú vas a ser quien lleve nuestro caso. En un tribunal italiano —Me dijo él encogiendo los hombros con una sonrisa de oreja a oreja.

—Marcus... —Suspiré exasperada.

—Por fin me vuelves a tutear, démosle las gracias a Dios por este milagro —Dijo Marcus alzando las manos al cielo y sonriendo victorioso.

—Marcus, no puedo llevar tu caso. Eres mi ex novio y podrían pensar que estoy trabajando contigo debido a nuestro pasado, lo cual llevará al abogado contrario a exponer pruebas falsas en mi contra para desacreditarme frente al juez —Le expliqué yo con un tono sosegado, como si estuviese hablando con un niño pequeño.

—Por favor, Valery. Eres la mejor abogada penalista de este jodido bufete y yo, quiero a la mejor abogada. Así que empieza a preparar las maletas porque te vienes conmigo a Italia —Insistió él acercándose un poco más al escritorio y mirándome con ojos suplicantes.

Dios no me creo lo que estoy pensando, de verdad que no me lo creo pero aun así las palabras salieron de mi boca sin el consentimiento de mi mente.

—Está bien, me ocuparé de tu caso y viajaré contigo a Italia. Pero te lo advierto, una vez que se termine el juicio volveré a Nueva York, ¿queda claro? —Le contesté frunciendo el ceño y señalándole.

—Sí, claro que sí. ¡Gracias, Valery, eres la mejor! —Exclamó él levantándose e inclinándose encima de la mesa para darme un beso en la frente.

—Créeme, lo sé —Respondí yo con una sonrisa irónica.

—Y para celebrar que por fin vas a trabajar en mi caso, ¿comemos juntos después del trabajo? —Me propuso ladeando la cabeza y sonriéndome de forma coqueta.

Nuevamente sabía que lo mejor era rechazar su oferta, pero de nuevo, fue mi corazón quien tomó la decisión y no mi mente:

—De acuerdo, elige tú el restaurante y nos veremos allí a las siete —Contesté levantándome para acompañarlo hasta la puerta.

—Hasta esta noche, Prescott—Me dijo mientras sus ojos me contemplaban con tal intensidad, que mi pulso se aceleró en cuestión de segundos.

—Hasta esta noche, Mackenna —Le respondí yo con una media sonrisa, antes de cerrar la puerta detrás de él.

Sobra decir que el resto del día no pude concentrarme, incluso los abogados del piso encima del nuestro se habían enterado de la llegada de Marcus Mackenna, el heredero de Andrew Mackenna y quien se ha estado encargando de triplicar las ganancias de la empresa familiar.

Por ende más de una insistió en que le cediese el caso, incluso Moira, una toca cojones que por alguna razón que desconozco me había cogido manía. Siempre que tenía un buen caso, llegaba ella y hacía de todo para que dicho caso dejase de ser mío y terminase en sus manos.

Ya en casa la cosa no hizo más que empeorar porque me quedé de pie, frente al vestidor pensando qué coño ponerme para la comida con Marcus. Si bien es cierto que es una comida de negocios, estaba claro que él tenía otras intenciones y eso es lo que me hacía dudar de que cada cosa que me probaba.

—Dante, échame una mano. ¿Vestido negro con espalda descubierta o este otro vestido negro con la espalda tapada y de cuero? —Le pregunté a mi perro, que me contemplaba en silencio desde mi cama.

Dante pegó un ladrido, luego se echó hacia el lado derecho y empezó a restregar su lomo en la cama.

—Bien, el vestido de cuero con espalda cubierta. ¡Eres un cielo! —Le dije sonriendo con emoción y corriendo al baño.

Cuando ya estuve lista y con el bolso en mano, cogí las llaves de mi piso y me dirigí hasta la sala de estar. Allí encendí el equipo de música, para que Dante no se sintiese solo mientras yo cenaba con Marcus.

Un último vistazo a mi chico y por fin me fui al restaurante. Nada más llegar, me encontré a Marcus esperando en la entrada, vestido muy elegantemente.


—Buenas noches, ¿por qué no has esperado dentro? Fuera hace mucho frío —Le pregunté tras saludarlo.

—Por eso mismo estoy aquí, quería dejarte mi abrigo en el caso de que tú hubieses olvidado el tuyo, o que tu abrigo no fuese lo bastante abrigado para las noches frías de Nueva York —Me contestó él llegando hasta mí en dos zancadas.

—Oh, todo un detalle por tu parte. Muchas gracias —Le dije con total sinceridad. Porque en efecto, mi abrigo me calentaba lo suficiente, pero al parecer esta noche hace un frío espantoso.

En cuanto Marcus rodeó mis hombros con su gran abrigo, el frío se fue a tomar por culo. Mi cuerpo ya no sentía frío, sino calor...mucho calor.

Nuestros ojos se encontraron y nos contemplamos el uno al otro durante varios segundos, hasta que Marcus rompió el hielo:

—Será mejor que entremos, no quiero que enfermes —Me dijo con la voz más ronca de lo normal.

Carraspeó un poco para disimular, pero estaba más que claro que al igual que me pasa a mí, la cercanía entre nosotros dos también hace estragos en Marcus.

(...)

Pov Marcus:

Muy bien, todo va a salir muy bien, solo tengo que cenar con Valery, recuperar esa conexión especial que teníamos en el instituto y luego podré volar a Italia con ella. Sin embargo creo que la cosa se me va a complicar bastante y todo por ese vestido que le sienta de miedo, acompañado de su pelo que ahora lo tiene más largo.

¡Está preciosa! Siempre lo fue, pero ahora es aun más hermosa que cuando estábamos en el instituto.

—Bueno, cuéntame qué ha sido de tu vida durante estos ocho años... ¿Te has casado? ¿Has formado una familia? —Me preguntó ella con su copa de vino blanco en la mano.

Sonreí con diversión al percatarme de lo curiosa que estaba Valery respecto a mi estado civil. Lo cual me dio más esperanzas, puede que no lo admita frente a mí, pero está más que claro que ella sigue enamorada de mí.

—No, no tengo ni mujer ni tampoco hijos. La verdad es que desde que puse los pies en Italia, lo único que he hecho ha sido trabajar en la empresa familiar y conocer a mi familia biológica —Le contesté dando un pequeño sorbo a mi copa.

—Oh...lo lamento. Debe de ser duro para ti estar solo, sobre todo en Italia, un lugar lleno de mujeres hermosas —Dijo ella queriendo parecer apenada, pero a mí no me engaña ni de coña.

—Bueno, yo podría decir lo mismo de ti. Vives en Nueva York y lo más probable es que más de uno te haya pedido una cita, por ejemplo tu asistente... Raymond —Le dije tratando de ocultar el pinchazo de celos que me acaba de dar al pensar en Valery con otro tío.

—Ryan —Me corrigió ella.

—Disculpa, ¿cómo dices? —Le pregunté haciéndome el desentendido. Sé perfectamente que se refiere a su asistente pero me gusta ver cómo se enfurruña cuando la saco de quicio.

Es una de las cosas que más echaba de menos de ella, junto con sus besos y esa conexión tan especial. Esa que nos permitía hablar de cualquier cosa, por muy estúpida o seria que fuese.

Con Valery sentía que podía desnudar mi alma sin temor a que me juzgara.

—Digo que su nombre es Ryan, no Raymond. Mi asistente, se llama Ryan —Continuó ella minándome con una sonrisa arrogante.


—Trataré de recordarlo para la próxima, lo juro —Le dije alzando mi mano derecha y poniendo cara de niño bueno.

—Sí, seguro —Comentó suspicaz y sin dejar de mirarme a los ojos.

—En fin, ¿ya sabes qué vas a pedir? —Le pregunté abriendo el menú.

—Sí, creo que probaré la ensalada césar. ¿Y tú? —Contestó poniendo los ojos en su propio menú.

—Tal vez pida Fettuccini Alfredo aunque también estoy dudando con el pollo a la parmesana —Le dije contemplando los nombres de ambos platos.

—Suena delicioso —Comentó ella sin apartar la mirada de la carta.

Buonanotte e benvenuti al ristorante di Luigi. Sai cosa chiederai? (Buenas noches y bienvenidos al restaurante de Luigi. ¿Saben ya lo que van a tomar?) —Nos preguntó nuestro camarero con la libreta electrónica ya en mano.

Sì, la mia ragazza avrà l'insalata Caesar, i Ravioles. Farò avere il parmigiano di pollo, ¿e perché no? Anche Fettuccini Alfredo e dessert prenderemo entrambi il tiramisù. Grazie (Sí, mi novia tomará la ensalada césar, los Ravioles. Yo tomaré el pollo a la parmesana ¿y por qué no? También Fettuccini Alfredo y de postres ambos tomaremos el tiramisú. Gracias) —Le dije al camarero (quien anotó todo con rapidez) mientras cerraba mi menú y se lo entregaba.

Valery me miró como si me quisiese matar pero no obstante, le entregó el menú al camarero también. Solo cuando estuvimos de nuevo ella y yo, fue cuando me reclamó por la comida.

—Tengo boca, ¿sabes? Puedo pedir mi cena yo misma, no necesito que lo haga nadie, ni mucho menos tú, Marcus Miller. ¡Quiero decir, Mackenna! —Exclamó ella mirándome con enfado.

—Precisamente por eso, decidí pedir yo. Te conozco perfectamente Valery y sé que con esa mierda de ensalada por muy buena que esté, no te vas a quedar satisfecha. Te encanta comer, sobre todo te gusta la comida italiana y si hablamos del tiramisú... Recuerdo que lo pedías siempre que teníamos una cita y te llevaba a un restaurante italiano, tú lo pedías después de llenarte con varios platos —Le recordé rememorando en mi mente aquellos tiempos.

Si solo pudiese retroceder en el tiempo y evitar que Eric jodiese nuestras vidas... Sería fantástico.

—Vamos, admítelo he dado en el clavo. Tienes mucha suerte de que recuerde absolutamente todo o al menos casi todo de ti —Le dije sonriendo y guiñándole un ojo.

—Pues tú has tenido mucha suerte teniendo al camarero presente, porque de lo contario te habría dado tal puñetazo que ahora mismo estarías recogiendo tus dientes —Dijo ella tratando de parecer amenazante.

¡Y ahí estaba: mi hermosa y agresiva princesa gótica!

El resto de la cena transcurrió sin ningún otro altercado, solo charlamos sobre los viejos tiempos y sobre lo que habíamos hecho cada uno durante estos años. Valery me preguntaba por mi familia contantemente, quería saber todo sobre ella y sobre cómo me trataron cuando llegué a Italia.

Ahora nos encontrábamos en la entrada del restaurante, esperando por nuestros coches. Valery seguía teniendo mi abrigo y en mi interior, rezaba porque se lo llevase a su casa y así yo podría descubrir donde vive y recogerlo en persona.

Lo que nos llevaría a tener otra conversación que yo aprovecharía para tratar de convencerla de que debemos recuperar lo nuestro.

Aunque ahora que lo pienso bien, este plan parece digno de un acosador.

—Ahí está el mío. Gracias por la cena, ha sido muy instructiva... Supongo que nos veremos mañana en mi despacho para terminar de detallar los últimos puntos de tu caso, luego hablaremos sobre el viaje —Dijo ella con tono autoritario y sin dejarme hablar ni una sola vez.

Y como si el destino se hubiese confabulado conmigo, Valery entró en su coche sin darme antes mi abrigo y finalmente se puso en marcha. Mi coche llegó justo a tiempo para que yo pudiese seguir el de Valery.

EN principio había planeado esto, pero luego lo deseché al darme cuenta de que sería un acosador y sin embargo el universo, las casualidades o lo que coño haya sido, han decidido por mí.

—Bien, recogeré mi abrigo y luego me iré. Nada más, Marcus —Me dije a mí mismo mientras observaba las rutas que tomaba Valery.

Nada más llegar el guardia de seguridad saludó a Valery y le abrió la puerta del parking. Mierda, no había caído en lo del guardia.

— ¡Valery! —Le dije yo saliendo del coche.

—Eh, eh, usted no puede estar aquí. El parking es solo para los residentes —Me gritó el guarda de seguridad.

Valery que ya se encontraba fuera de su coche, miró confundida la situación. Yo le estaba explicando que conocía a Valery, pero el guardia seguía insistiendo en que me fuese.

—Jeremy está bien, le conozco. Puedes dejarle pasar —Intervino Valery colocándose a mi lado.

—Muy bien, señorita Prescott —Asintió el guardia de seguridad.

—Buenas noches, Jeremy. Marcus, acompáñame, puedes aparcar el coche junto al mío —Dijo Valery señalando una plaza libre.

Una vez hecho todo eso, subimos a su apartamento y ella procedió a quitarse los abrigos y ponerse cómoda. Los ladridos de Dante, el Husky de Valery, me hicieron sonreír:

—Hola compañero, ¿cómo estás? —Le dije mientras le acariciaba.

—Parece que no te ha olvidado —Comentó Valery con una sonrisa.

—Yo también le he echado de menos. Aunque no solo a él —Le dije mirándola con una sonrisa sugerente.

— ¿Por qué me has seguido, Marcus? Ya hemos cenado juntos, hemos hablado sobre tu caso y hemos aclaro todo lo relacionado con el viaje a Italia, o al menos la gran mayoría de detalles relacionados con el tema —Me preguntó cruzándose de brazos.

—He venido a por mí abrigo. Te fuiste del restaurante muy rápido y no pude recuperarlo —Le contesté yo.

—Oh mierda, tienes razón. Lo siento...aquí tienes —Dijo ella tomando mi abrigo del sofá y entregándomelo después.

—Muchas gracias, ya puedo volver a mi hotel —Dije con desgana.

—Buenas noches, Marcus. Conduce con cuidado, hay mucho loco suelto por Nueva York —Se despidió mientras me acompañaba hasta la puerta.

Yo sonreí en silencio y me giré hacia ella tras cruzar el umbral de la puerta.

—Buenas noches, nena —Le dije yo, antes de sujetar su rostro con una mano y fundir nuestros labios.

Al principio se resistió un poco, pero después me correspondió e incluso colocó una mano en mi hombro derecho. Tras terminar el beso, le sonreí de nuevo y salí del edificio.

Me voy satisfecho, pero también sé que por culpa de este beso no podré pegar ojo en toda la noche.


Hola chicos, aquí os dejo un nuevo capítulo. ¡Por fin se han besado! La verdad es que tengo que admitir que me estaba comiendo la cabeza sin saber si era buena idea o no, quiero decir, quería que fuese especial y romántico. Pero al mismo tiempo no quería apurar las cosas, quería que el beso fuese el final de una escena maravillosa.

En fin, como siempre si os ha gustado el capítulo haced clic en la estrella y dejadme en los comentarios qué os ha parecido el capítulo. Recordad que leo y respondo todos los comentarios.

Hasta el próximo capítulo, mis hermosas almas oscuras 🖤

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