Diario de una gótica (parte 2):
Valery y Marcus ya no están juntos, ahora sus vidas han cambiado por completo, ya no son aquellos jóvenes que vivían su amor intensamente y sin pensar en el mañana.
Ella ahora es una prestigiosa abogada y su cometido...
Los días fueron pasando y cada vez me sentía más cómoda con el resto de mis compañeros de trabajo, sobre todo con Miranda que era un encanto de chica.
—También debe firmar esto, esto y esto. ¡Oh y no se le olvide que tiene una comida con el señor Mackenna, es a las cinco! —Dijo ella pasándome papeles y más papeles.
—Gracias, gracias y muchísimas gracias. He estado a punto de olvidarme —Le comenté con una pequeña carcajada.
—De nada. Por cierto, también ha recibido una llamada de su hermana Nicky, quiere que la llame cuanto pueda ya que necesita hablar con usted —Me informó ella mirando su agenda.
Después de que terminar de firmar todo lo que tenía pendiente, me dediqué al trabajo de hoy, luego en la hora de descanso, conversé un buen rato con Nicky y nos contamos qué tal nos había ido nuestras respectivas semanas.
—Miranda, me voy a comer, por favor hazle llegar estos documentos al señor Mackenna para que los firme cuanto antes. Son muy importantes —Le dije entregándole la carpeta y colgándome el bolso al hombro.
Caminé con paso seguro hacia el ascensor y una vez dentro pulsé el botón y suspiré mientras esperaba a que se cerrasen las puertas. Pero eso nunca pasó porque una mano grande y que reconocí inmediatamente, hizo detener el avance de las puertas.
— ¡Uf, casi te vas sin mí! —Dijo Marcus mirándome con una media sonrisa.
—Hola, ¿qué tal la mañana? —Le pregunté con tono casual y clavando la mirada en las puertas del ascensor.
—Tensa y muy agotadora —Dijo él colocándose a mi lado. Muy cerca, casi tan cerca que nuestras manos se tocaban.
Y claro, Marcus aprovechó eso para unir nuestras manos para después jugar con ella a su antojo.
— ¿Mucho trabajo? —Le pregunté tratando de mantener el control, pero no me ayudaba mucho el que Marcus no parase de besarme los nudillos.
—En parte, pero sobre todo estoy molesto y tenso porque no he visto a mi novia en ningún momento. Y la he echado mucho de menos —Me respondió él mirándome con su media sonrisa, después clavó sus ojos en los míos.
—Deberías tener mucho cuidado, los empleados podrían empezar a murmurar si nos ven. Recuerda que el ascensor tiene cámara de seguridad —Le susurré yo alejando mi mano de la suya.
—Venga, ¿de verdad te piensas que no lo saben ya? Solo hay que fijarse en la forma en la que nos miran cuando estamos juntos, está claro que lo saben. O al menos lo sospechan, de modo que, ¿qué más da? ¿O es que tú no me echas de menos, pequeña? ¿Es eso, ya te has cansado de mí? —Dijo él susurrando y acercando sus labios a mi oreja, donde empezó a jugar con el lóbulo derecho.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
