Contra Corriente

By esmoisesarias

8K 1K 487

¿Qué esconde un amor imposible? Dicen que lo inalcanzable suele ser atractivo para todos. Ir contra corriente... More

Introducción
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Dedicatoria
Agradecimientos
Capítulo extra

Capítulo 23

141 21 9
By esmoisesarias


Bajo el agua I



El cielo se ha oscurecido, las nubes negras han cubierto el cielo azul, los relámpagos comienzan a salir como flashes por toda la ciudad, capturando nuestros movimientos. Los truenos retumban nuestros oídos, las gotas no se demoran en humedecer nuestros cuerpos, no nos inmutamos por correr a buscar un lugar donde cubrirnos, no lo hacemos como todas las personas a nuestro alrededor, que corren queriéndose refugiar, otros tal vez habían escuchado al señor del clima en las noticias de la mañana, pues algunos sacan sus paraguas y los abren, tan oscuros haciendo juego con la tarde.

Leandro entrelaza sus dedos con los míos, ha notado mi cambio de actitud. «¿Cómo no haberlo hecho?» Retumba en mis pensamientos. Esta vez no siento su calor, no siento las mariposas en mi estómago y no tengo el deseo de estar con alguien «¿Soledad?» Pregunto para mí misma. No creo que se buena idea, responde en mi mente esa vocecita. Aunque no deseo estar con alguien, pero tampoco hice esfuerzo alguno por quitarme del lado de Leandro.

Levanto la mirada buscando esos ojos cristalinos y tampoco los hallo, la oscuridad de la tarde, los ha nublado junto con ella, la lluvia se ha llevado todo rastro de alegría. Bajo la vista de nuevo a mis zapatos que se han humedecido por completo, una agujeta esta suelta y dejo que continúe así por el resto del viaje.

Nos detenemos en una esquina, mientras el semáforo nos da la indicación para atravesar la calle; mientras lo hacemos, un auto pasa sobre un charco, salpicándonos del agua, si estuviese en otra situación tampoco hubiese hecho nada por remediarlo, solo dejaría que pasara como si todo estuviese a las mil maravillas. El semáforo cambia de color rojo a verde y esta vez la calle no se inunda de personas, solo somos Leandro y yo pasando sobre las cebras pintadas en la calle.

El cabello me comienza a pesar por lo mojado que está ahora, suelto el agarre de la mano de Leandro, y siento su mirada de inmediato sobre mí, recojo todo el cabello y lo retuerzo buscando dejarlo un poco más libre del agua. Continúo caminando junto al cuerpo de Leandro. Ninguno ha cruzado palabra alguna, y a decir verdad no deseo hacerlo, llevamos caminando quince minutos desde que salimos del hospital y no hemos reaccionado a que estar caminando bajo la lluvia nos puede traer alguna enfermedad a los tres, así que me detengo en seco junto a una anciana, ella hace un gesto con su mano y se curvea de manera singular su labio. Supongo que me está regalando un poco de espacio debajo de su negra sombrilla, y me poso al lado de ella, tomando la sombrilla pues soy mucho más alta que la señora. Sonrío de manera que no note mi poca alegría, agradezco su gesto de amabilidad y Leandro sigue bajo la lluvia que no quiere desaparecer, cada vez se hace peor. Unos minutos más tarde, la señora abarca su taxi y vuelvo hacerle compañía a Leandro bajo la lluvia. Me encojo de hombros y caminamos con rumbo a un lugar donde poder esperar, pues cada vez es más fuerte la tormenta.

Una cafetería al otro lado de la calle está con su letrero que indica estar abierta, Leandro me hace un gesto y caminamos hacia ella, no es difícil pasar la calle ya que no hay ningún auto rodando sobre ella. Atravesamos la calle y hay un enorme charco de agua, no hago gesto de incomodidad, fui tan indiferente a el que paso sin importarme inundar mis zapatillas deportivas; Leandro me mira arqueando su ceja y retuerzo mis labios a su gesto.

Cuando estamos por adentrarnos a la cafetería unos chicos entran tirando de la puerta antes que nosotros y la campanita la hacen sonar mostrando que han llegado clientes nuevos, aprovecho a detener la puerta para no tener que hacer fuerza para abrirla. Leandro la detiene, permitiéndome seguir primero a mí.

Busco una mesa libre sin moveré del lugar en el que estoy, pero es fallido mi intento, está completamente llena todas las mesas; una chica de veinte algo de años, se acerca a nosotros, destellando de sus blancos dientes y perfecta dentadura, nos ofrece la barra y no hay de otra así que aceptamos, caminamos tras de ella, ocupamos dos de las tres bancas libres. La misma chica nos ofrece la carta para que podamos escoger de lo que venden, las malteadas se ven deliciosa, pienso mientras veo una pareja de enamorados gays probando de las que ellos tenían en su mesa, así que pido una de chocolate, ella apunta en su miniatura libreta, Leandro como de costumbre pide la de su sabor favorito, de durazno, ella vuelve y apunta y se gira en sus talones. Su cabello va pintado en las puntas de un verde, que le va a la perfección.

«¿Me vendría bien hacerme ese look?» Sacudo mi cabeza con desespero a la loca idea que atravesó mi cabeza, Leandro sonríe y mi mundo vuelve a tomar color a pesar de que la lluvia no ha cesado. Sus ojos brillan de nuevo y mi corazón vuelve a latir como la primera vez que lo vi en ese paradero de bus. Al final de todo él no tiene la culpa de que esto esté pasando, fue una irresponsabilidad por parte de los dos «¿Debería besarle? ¿Debería tomar su mano? ¿Debería sonreír?» Pero no haga nada de lo que me vocecita interior pregunta, me quedo allí sentada, balanceando un poco mi cuerpo sobre la silla, disfrutando de esa perfecta sonrisa.

La chica llega con las malteadas sobre una bandeja plateada perfectamente reluciente, sonreímos y agradecemos al tiempo mientras las dejamos sobre la barra, pedimos unos cupcakes que estaban en la vitrina, los veo girar en el microondas y segundos después la chica los trajo hasta nosotros. Nos dedicamos a morder y absorber de nuestras delicias, sin nadie distraer al otro con algunas conversaciones que sabíamos iba a llegar sin un destino, no iba a tener rumbo alguno. Mientras mi paladar y lengua jugaban con la comida, mi mente intentaba ordenar las ideas. Busco una servilleta y dejo caerlas todas al suelo, me bajo de inmediato de la banca y me inclino hasta el suelo, para recoger todas las servilletas. Al levantarme mi cabeza se marea y me agarro del hombro de Leandro, que también se levantaba del suelo. La vista se me nubla y rápido me aferro al hombre frente a mí. «¿Así serán estos nueve meses? ¡Creo que no aguantaré!» Reniego en mi mente.

Estrego mis ojos pero aún continúan nublados, llevo la mirada a algo que diera mucho color y no podía creer que esa silueta que se acercaba a mí podía ser ella, mis cuerdas bucales se entorpecen y no hacen lo posible por tranquilizarse y poder expulsar palabras de auxilio a Leandro, mi vista se va aclarando cada vez que se acerca aquella silueta hacia mí. Leandro se gira, tal vez a entendido la presión de mis ojos, y los apretones de manos que le doy, de inmediato veo que me toma entre sus brazos y comienza a correr.

Cuando Leandro tira de la puerta para poder salir de la cafetería, nos vamos al suelo los tres, mi vientre se golpea y me retuerzo del dolor, escucho a mi caballero defenderme y pelear con alguien, Leandro me ayuda a levantar y me aguanto el dolor, quiero golpear a la persona que nos hizo ir al suelo, pero fue imposible, las manos de mi madre me atrapan, y a Leandro ya lo tiene mi padre tirado en el suelo; suplico, imploro y le ruego que no le hagan daño, pero mis ruegos al parecer no son escuchados, el asqueroso anciano vuelve y aparece en mi vida, ahora está frente a mi golpeando a Leandro, me revuelvo intentado zafarme de las garras de mi madre y no logro hacerlo, mi padre no cruza mirada conmigo, su corazón tal vez se ha vuelto tan duro, tan de piedra como el de mi madre.

Leandro empuña sus manos y veo que toma las fuerzas necesarias para quitarse a los dos hombres de encima de él, sus fuerzas atrapan las mías y las tomo saliendo victoriosa de encima de mi madre, corro su cabello hacia atrás, mis ojos se van directo a sus sangrientos labios, con mis manos los limpio, los beso y Leandro me toma de la mano, corremos buscando un refugio, esta vez no es para cubrirnos de la lluvia sino de esos seres sin corazón.

(...)

Mis piernas no reaccionan, están firmes como piedras, se niegan rotundamente a dar un paso más, parecen ser témpanos de hielo. Hemos corridos muchas calles desde esa cafetería y están adoloridas, acaricio mi abdomen plano que en poco tiempo comenzará a crecer, mi corazón esta agitado, palpita más rápido de lo normal, Leandro me hace detener en un parque, su vista lo recorre mientras se mueve en círculos, le pido que pare, eso me hace colocar más nerviosa de lo que estoy, me inclino apoyando mis codos sobre las rodillas mientras mi cabeza se reposa sobre las palmas de mis manos «¿Cómo me encontraron? O mejor ¿Cómo nos encontraron?» Me cuestiono por dentro, pero nada me responde. «¿Es posible que la vida me odie tanto?» Reniego halando de mis cabellos. Mi vocecita interior si me apuntó y por supuesto si disparó, solo que esta bala salió disparada muy lenta, esperando en llegar y atravesar mi vida en el momento menos indicado, arruinando todo lo que he logrado vivir feliz.

Leandro se inclina en la misma posición que la mía, solo que sus brazos rodean mi cuerpo y sus labios besan mis cabellos, las lágrimas se mezclan con la lluvia, me pide que me coloque en pie y lo hago sin decir palabra alguna, intenta hacerme abarcar un taxi y no me muevo de ese lugar. Simplemente entrego mi dolor, me entrego a mis peores villanos, dejo que sean ellos haciendo conmigo lo que quieran. Le ruego a Leandro que se vaya, pero estaba más que claro que no lo iba hacer, le hace una señal al hombre del taxi y este coloca en marcha el carro, alejándose de nosotros.

Entre las lágrimas veo a Leandro inclinarse abrazado de mis piernas, en este justo momento mi corazón se parte en miles de pedazos, en pedazos que nadie podrá restaurar. Esto no lo había esperado. No en este momento, en el momento que ninguno de los dos esperó. Estaba fuera de nuestros planes, fuera de nuestra expectativa, fuera de nuestro sueño real.

Nuestras miradas se encuentran, uniendo esos lazos que una vez me atraparon. Sus ojos invadidos por la tristeza me hacen reaccionar, y de nuevo vienen a mi mente esas conversaciones con Mariana, esas sabias palabras de Marian no paraban de retumbar en su cabeza y de nuevo era momento de sacar ese mismo demonio que una vez utilicé, cuando discutí con mi madre. Aunque todo me estaba destruyendo como una bomba atómica podía dejar que ellos arruinarán desde mi inicio a mi nueva familia

Son demasiadas preguntas para solo un momento, pero todo un mismo objetivo ¡La felicidad de los tres!. Levanté a Leandro, lo besé tan fuerte queriéndole transmitir ese amor que siempre me ha dado él, sonreí al final del beso, entrelacé nuestras manos y lo halé invitándolo a seguir huyendo.



Continue Reading

You'll Also Like

1.8K 156 12
»Quisiera encontrarme a mí, antes de empezar a buscar a alguien más. ¿Alguna vez has sentido qué, por más que lo llames, no recibes respuesta? El d...
3.8K 196 7
Hola, soy ____ y bueno, tengo una mejor amiga que se llama Yi y un ex mejor amigo llamado Jin, se alejo de mi y de Yi cuando se volvió popular y empe...
59.6M 1.1M 13
Sinopsis Kaethennis ha disfrutado de los placeres de la vida, mucho, casi se puede decir que demasiado. Un alma libre, al menos así se definiría el...
254K 17K 33
[SEGUNDO LIBRO] Segundo libro de la Duología [Dominantes] Damon. Él hombre que era frío y calculador. Ese hombre, desapareció. O al menos lo hace cu...